Núm. 42. Anónimo [Ventura Ferrer] Moralische Wochenschriften Klaus-Dieter Ertler Herausgeber Elisabeth Hobisch Herausgeber Pascal Striedner Mitarbeiter Sarah Lang Gerlinde Schneider Martina Scholger Johannes Stigler Gunter Vasold Datenmodellierung Applikationsentwicklung Institut für Romanistik, Universität Graz Zentrum für Informationsmodellierung, Universität Graz Graz 28.06.2019

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Anónimo: El Regañón general ó Tribunal catoniano de Literatura, Educacion y Costumbres. Madrid: Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia. 1804, 329-336 El Regañón general 2 42 1804 Spanien
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Núm.° 42

Sábado 26 de Mayo de 1804.

Secretaría.Correspondencia literaria del mes. Concluye la Carta nona puesta en el Número antecedente.

Organos de los sentidos. Quantos han hablado con rigor y exactitud filosófica llaman á los sentidos órganos de las sensaciones, ú órganos sensorios, pero de aquí en adelante ya sabemos que no se han explicado bien, y que se puede dar una idea mas analítica de la cosa, diciendo órganos de los sentidos, cuya expresion ampliada equivale á esotra órganos de los órganos de las sensaciones, ú órganos de los órganos sensorios, ó finalmente organa organorum per omnia saecula saeculorum. Amen.

Las percepciones deben entrar por los órganos de los sentidos. ¡Sublime metafísica! Original y flamante de todas veras. Creian los filósofos que los sentidos, como órganos que son ó instrumentos de las sensaciones, transmitian un movimiento al sensorio comun en fuerza de un contacto verificado en ellos, y que la percepcion pertenecia al alma, que la tenia sin saber cómo; y este misterio de la metafísica que tanto ha embarazado á los filósofos mas profundos, se explicará desde hoy para siempre del modo mas claro y perceptible, porque entrando las percepciones por los órganos de los órganos, hechas y derechas, y como Pedro por su casa, no tiene que hacer el alma sino servirse de ellas como mas le acomode, ¿hay en el mundo quien haya corrido el velo á la naturaleza con tanta sencillez?

La consistencia y el modo de impresion en el tacto: la consistencia de los cuerpos es el grado de adherencia, union ó tra-bazon mútua de sus partes componentes, y no tiene duda que esta trabazon es una cosa muy diferente del modo de impresion con que los cuerpos afectan el tacto; repito que esta es una verdad clarísima, pero no lo es ménos que esta impresion con que los cuerpos afectan el tacto es el medio de entender la consistencia de ellos, y que es el único y solo, que para ello tenemos; con que hablando con relacion á las sensaciones, el modo de impresion en el tacto es todo lo que percibimos, pues la consistencia es una idea secundaria, dimanante del modo de la impresion; en suma, el modo de impresion y la consistencia del cuerpo que la hace, con respecto á las sensaciones, son una misma cosa, pues no se siente la consistencia, sino la impresion; esto es lo que se ha creido hasta el dia de hoy, para adelante ya sabemos que se necesita que los órganos de los sentidos del joven médico esten muy expeditos, no solo para transmitir el modo de impresion que los cuerpos hacen en el tacto, sino tambien su consistencia.

El jóven médico necesita la expedicion de los órganos de sus sentidos por dos razones.

La primera.

Porque de lo contrario careceria de muchas ideas necesarias, ó las tendria erróneas ó confusas.

Pero esto es igual á tener pocas y malas ideas.

Luego substituyendo será:1.ª razon. Tener pocas y malas ideas.

La segunda.

Porque necesita tener muchas y buenas percepciones.

Pero las percepciones se ordenan á las ideas.

Luego substituyendo la final será:2.ª razon. Tener muchas y buenas ideas.

Y ordenando la qüestion será:

1.ª razon. = Tener pocas y malas ideas.2.ª razon. = Tener muchas y buenas ideas.

Pero

+ Tener pocas y malas ideas.

=

- Tener muchas y buenas ideas.

Luego substituyendo é invirtiendo será:

2.ª + Tener muchas y buenas ideas,

1.ª - Tener muchas y buenas ideas.

Y despejando será:

2.ª = + Muchas y buenas ideas.

1.ª = - Muchas y buenas ideas.

Pero

+ Muchas y buenas ideas.

— Muchas y buenas ideas.

= 0

Luego + la 2.ª razon — la 1.ª razon =0.

Pero esto es un absurdo lógico.

Luego las dos razones no son mas que una y muy trabajosa...

No faltará quien en vista de la precedente demostracion sospeche, y aun deduzca como uno de sus corolarios, que el autor del discurso no tenia muy expeditos los órganos de los sentidos, quando multiplicando una razon por ella misma, sacó dos en el producto, no debiendo ignorar que el quadrado de 1 = 1; pero yo que miro la cosa baxo de un aspecto muy diferente, sospecho que el autor quiso enseñar el modo de hacer un gran sayo con poca tela; un gran edificio con pocos materiales, y un gran discurso con pocas ideas. Murió hace algunos años en esta ciudad un célebre predicador repentista, á quien bastaba encomendar el sermon por la noche para predicarlo y lucirlo al dia siguiente; creian todos que nada escribia, sino que hablaba de improviso por el copioso caudal de su ciencia y erudicion; pero él, que sobre muy docto era modestísimo, aseguraba que todos sus sermones estaban escritos con la extension y amplitud necesarias. Verificada su muerte acudieron varios oradores con el deseo de ver y adquirir sus papeles, pero quedáron maravillados y aun absortos, al ver que efectivamente habia escrito todos sus sermones, pero los habia escrito del modo siguiente:

Sermon de San Antonio de Padua, encargado por los veedores del honrado gremio de zapateros de esta ciudad de Murcia. Contiene tres puntos. Punto primero. Que San Antonio es un gran Santo, y esto se prueba porque está en el cielo.

Punto segundo. Que los veedores y demas individuos del honrado gremio de zapateros son unas gentes muy buenas, y esto se prueba porque se emplean en dar este culto al Santo, lo qual es hacer buenas obras.

Punto tercero. Meter mucho fárrago.

De modo que miradas las cosas á buena luz yo no se que se necesite ninguna particular habilidad ni para dar una gran comida con muchos víveres, ni para hacer un vasto discurso con muchas ideas; para lo que sí se necesita un talento mas que mediano es para sacarle á media libra de mala carne treinta ó quarenta tazas de caldo grato y sustancioso, ó para llenar un discurso de palabras bien peynadas y arregladlas con pocas ó ningunas ideas, y uno de los medios mas conducentes a este fin es apurar la especie que se coge entre manos, y exprimiria y estrujarla hasta que dé quanto tiene de sí, y luego se vuelve á presentar baxo de otro semblante para que parezca distinta, y así se va siguiendo, como lo hace el autor del discurso que voy ilustrando.

El Cuerdo loco al revés Yo pienso que el Cuerdo loco

Vierte especies á trompon, Se desluce en esta parte

Mas sin darlas extension Porque no ha estudiado el arte

Ni aun nombrarlas otra vez. De hablar mucho y decir poco.

Circunstancia IV.ª

Necesita además el jóven médico un gran talento, no sola para lucirlo en el aula, sino también para curar en lo sucesivo.

Hizo bellísimamente el autor de las reflexîones sobre la voz práctica en publicar su agradecimiento al Canciller Bacon, como lo hace (página 16 de las Variedades) por estas palabras: Tributemos gracias y eterno reconocimiento al restaurador de la razon humana, al inmortal Canciller de Inglaterra Bacon de Verulamio. Yo no me atreveré á decir que los nuevos órganos de los sentidos los haya encontrado nuestro escritor en el nuevo órgano de las ciencias, porque este descubrimiento original le pertenece exclusivamente, y es mas moderno que Bacon de muchísimos años; pero como da tales alabanzas y tan justas al Canciller, casi me tienta el diablo para sospechar si en algun escondrijo de sus escritos habrá encontrado el modo de ilustrar la razon á punto de hacerla tan ciara y perspicaz como se le descubre en la exposición de la quarta circunstancia; porque, la verdad sea dicha, es hilar muy delgado y muy superfino, y es mucho apurar la materia semejante modo de discurrir. No se contenta el autor de las reflexîones con que el jóven médico tenga expeditos los órganos de sus sentidos, ni le basta que no tenga pocas y malas ideas, ni le satisface que tenga muchas y buenas percepciones que le entren por los órganos, ni que en virtud de tenerlas abunde de ideas claras, sencillas, netas y distintas de todas las cosas, y señaladamente de aquellas que mas necesita en el exercicio de su profesion, como son el color, olor, consistencia y modo de impresion en el tacto, cuyas percepciones, y no otra cosa ninguna, manifiestan á los médicos lo que deben hacer, no señor, no le basta con todo eso, sino que quiete para remate de fiestas que tenga talento, y no como quiera, sino un gran talento; esto, como he dicho, es apurar la materia, y salvar todo escrúpulo de incapacidad en el profesor in spe, ó joven médico. Porque bien pudiera suceder que el profesor, con toda la expedicion de sus órganos, y la carencia de malas ideas, y la abundancia de buenas, y por último, reuniendo así todas las cosas que son el constitutivo del buen talento, ó de aquella feliz disposicion natural para entender bien las cosas, que tienen algunos hombres, fuese todavía un grandísimo zoquete, ó un bestia, incapaz de juzgar bien de las enfermedades, y que matara gente á diestro y siniestro.

Demos pues que se encontrara Desprovisto de talento

El supuesto profesor, Y vean si es al intento

Á quien le diera el Señor La pregunta que discurro:

Luz tan copiosa y tan clara: ¿Habrá en el orbe otro burro

Demos tambien que se hallara Con mejor entendimiento?

Tambien es digno de notarse que el joven médico necesita el talento grande para dos cosas; no solamente para una, que es lucirlo en el aula, sino tambien para curar en lo sucesivo. En quanto á lo primero hará muy bien en lucir su talento, porque es suyo, y Dios se lo ha dado, y en quanto al curar, que es lo segundo, sabemos ya lo que nadie, hasta hoy, habia sabido, que un médico tonto no curará bien sus enfermos.

Circunstancia V.ª

Es de la mayor importancia que el futuro médico haya estudiado humanidades, que le formarán el gusto en la lectura, y le enseñarán á ver las cosas en grande.

Ahora resulta claro que el joven médico es médico de futuro, ó médico in via. Bórrense pues, y tíldense por inútiles y ociosas las reflexîones que sobre este punto hice al principio, y perdonen los lectores por la molestia, que á otra vez iré con mas tiento.

Ver las cosas en grande: Graecum est, non legitur.

Quanta sea la utilidad de los estudios que llamamos huma-nidades para la medicina, no hay para que nos detengamos en referirlo.

Supon, amigo lector, Con quatro trozos de historia

Que te ves atormentado Poesía ú oratoria

Por un dolor de costado, Que te aplique su talento,

U otro accidente mayor; Despichas, cesó el tormento,

Si es humanista el Doctor, Y te hallarás en la gloria.

Circunstancia VI.ª

La geometría y la mecánica son unos de aquellos estudios sin los quales no debe admitirse á nadie al de la medicina, siendo tan obvias las razones de esta necesidad, que no es necesario detenerse en su exposicion.

Tiene muchísima razon el autor, y yo seria un majadero en salir con mi candileja á las doce del dia, como andaba el buen Diógenes, buscando al hombre.

Porque ¿sin geometría, Mecánica ni oratoria,Sin nada de poesía,Ni rudimentos de historia,El médico qué seria?Fuera lo que muchos sonPorque la viva impacienciaQue pasan por eruditos,Y la orgullosa jactanciaY á la primera ocasionPrecipitan su imprudencia, De publicar sus escritosY por ostentar su cienciaPierden la reputacion,Manifiestan su ignorancia.

Sufficit, atque basta de primores, porque conteniéndose los referidos, y algunos mas, en sesenta líneas escasas de un papel en octavo, ya se puede conocer si se pudieran sacar miles de miles de todo el discurso que llena algo mas de pliego y medio, fuera de que, señor Regañon, me ocurre ahora mismo que es una bobada el que yo me moleste ensartando tantas frioleras, y porque un loco, que dice que ya es cuerdo, me haya insultado, trabajar yo para que vmd. huelgue; no, amigo mio, trabaje vmd. con el alma, que buen mozo es, que yo ni al cuerdo ni al loco quiero decirles mas, harto llevan para una vez, y si no les parece bastante, que vuelvan, que ayer mismo me regaláron una botella de tinta y un mazo de plumas. Agur, y mandar á este amigo que no se firma porque no es menester. Murcia 5 de Abril de 1804.

Carta décima. El Avariento.

Quando sondeo el corazon del avaro, y descubro su carácter, me parece tengo delante de mí el ente mas vil y despreciable que existe sobre la tierra, pues veo en él un enemigo de la humanidad, un instrumento que labra la ruina de todas las víctimas de la indigencia, un ciudadano desconocido que mira la patria como extrangera, un impío que arroja de su alma el amor que debe á su Dios y á sus hermanos, y un monstruo horrible cubierto con el disfraz de racional. Tal es la funesta imágen que nos representa el hombre inmoral quando se entrega á tan desordenada pasion: si luego que su espíritu se halla penetrado de este vicio infernal no se descubre en él mas que un conjunto de iniquidades; la rigorosa economía con que se trata, y la austera miseria en que dexa perecer á sus mismos consanguíneos son signos nada equívocos que indican la dureza de su corazon para con los demas individuos de la sociedad. El oro es el ídolo a quien sacrifica todos sus cuidados: su mente no se ocupa mas que en discurrir los medios de dar actividad á sus deseos insaciables; y su voluntad en acoger quanto conspire á multiplicar sus intereses humanos.

En efecto, adherido á tan viles ideas no queda en su corazon el mas pequeño vacío para recibir aquellos sentimientos que dicta la humanidad: así es que ni la amargura que habita en el obscuro alvergue de la viuda desconsolada, ni el decadente estado del artesano enfermo, ni la desgraciada suerte del huérfano desvalido, ni los tristes suspiros de tantos pobres agobiados con el yugo de la miseria, excitan en su pecho el efecto mas mínimo de compasion; y mas insensible que los duros peñascos consiente que los frutos que recibió de la naturaleza aprovechen mas bien á los despreciables insectos que los roen y consumen por instantes, que sacarlos de sus silos para alivio de los infelices que ve morir lentamente al rigor de la indigencia. ¡Ah bárbara impiedad, que has llegado hasta el exceso de completar la desdicha de los tristes objetos de la adversidad! Y ¡cómo debo asegurar que solo el indolente avaro es capaz de nutrir en su corazon tan monstruosas iniquidades! Porque, ¿qué hombre sensible podrá mirar á su semejante transido de hambre, sin poner en sus manos aquella pequeña parte de pan que solicita para su vital exîstencia? Y ¿qué racional que conserve todavía en su corazon alguna leve señal de humanidad no se enternecerá al oir los clamores de la afligida joven, no dará là mano al caido para levantarle, no cubrirá las carnes ateridas del desnudo, no se compadecerá de los trabajos agenos, y no procurará los medios de hacerlos menos sensibles? A la verdad que únicamente la dureza del avaro podrá resistir á unos deberes tan sagrados, pues el hombre sensible no puede dexar de mezclar sus lágrimas con las que derraman los infelices sobre los umbrales de su morada, ni mirar sin compadecerse al hambriento Lázaro coger del suelo los miserables despojos que han arrojado los sirvientes del rico insaciable, ni menos retirar jamas sus manos compasivas de aquella afligida porción del género humano que se halla en el seno del abatimiento y pobreza.

Y ¿qué diré pues de nuestro avaro quando en aquellos últimos momentos de su vida le sea forzoso dexarlo todo sin remedio? ¿Quando el ídolo á quien sacrificó su corazon atormente sin cesar su espíritu desfallecido? ¿Podrá este hombre tener quietud en aquellos instantes, y esperar misericordia de su Dios despues de una vida tan injusta y relajada?

La respuesta la darán aquellos penitentes solitarios de la Thebaida, que habiendo macerado sus miembros con santas crueldades, alimentado su espíritu con fervorosas oraciones, y menospreciado los caducos bienes, se estremecen sus carnes con la memoria del último suspiro.

Esta corta reflexîon, si tuviese entrada (que lo dificulto) la mente de un hombre tan obcecado, le hará conocer el caos de miserias en que se halla sumergido, y le excitará á exercer en adelante la liberalidad, única virtud para extirpar su desenfrenada pasion, y tener esperanza de libertarse de los mismos castigos que atormentan incesantemente al rico avaro en las obscuras cabernas del abismo.

Sírvase vmd., señor Presidente, publicar en su periódico esta sucinta produccion, que aunque estoy muy léjos de creer se consiga por ella la extinción de un contagio tan extendido, al ménos puede ser que llegando á manos de algún avaro el retrato que representa su misma maldad, fomente su desengaño, convierta su corazon, y se horrorice del ídolo seductor que le tiene alucinado. Saluda á vmd. su corresponsal.

Lostado.

Con Real Privilegio.Madrid

En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.

Núm.° 42 Sábado 26 de Mayo de 1804. Secretaría.Correspondencia literaria del mes. Concluye la Carta nona puesta en el Número antecedente. Organos de los sentidos. Quantos han hablado con rigor y exactitud filosófica llaman á los sentidos órganos de las sensaciones, ú órganos sensorios, pero de aquí en adelante ya sabemos que no se han explicado bien, y que se puede dar una idea mas analítica de la cosa, diciendo órganos de los sentidos, cuya expresion ampliada equivale á esotra órganos de los órganos de las sensaciones, ú órganos de los órganos sensorios, ó finalmente organa organorum per omnia saecula saeculorum. Amen. Las percepciones deben entrar por los órganos de los sentidos. ¡Sublime metafísica! Original y flamante de todas veras. Creian los filósofos que los sentidos, como órganos que son ó instrumentos de las sensaciones, transmitian un movimiento al sensorio comun en fuerza de un contacto verificado en ellos, y que la percepcion pertenecia al alma, que la tenia sin saber cómo; y este misterio de la metafísica que tanto ha embarazado á los filósofos mas profundos, se explicará desde hoy para siempre del modo mas claro y perceptible, porque entrando las percepciones por los órganos de los órganos, hechas y derechas, y como Pedro por su casa, no tiene que hacer el alma sino servirse de ellas como mas le acomode, ¿hay en el mundo quien haya corrido el velo á la naturaleza con tanta sencillez? La consistencia y el modo de impresion en el tacto: la consistencia de los cuerpos es el grado de adherencia, union ó tra-bazon mútua de sus partes componentes, y no tiene duda que esta trabazon es una cosa muy diferente del modo de impresion con que los cuerpos afectan el tacto; repito que esta es una verdad clarísima, pero no lo es ménos que esta impresion con que los cuerpos afectan el tacto es el medio de entender la consistencia de ellos, y que es el único y solo, que para ello tenemos; con que hablando con relacion á las sensaciones, el modo de impresion en el tacto es todo lo que percibimos, pues la consistencia es una idea secundaria, dimanante del modo de la impresion; en suma, el modo de impresion y la consistencia del cuerpo que la hace, con respecto á las sensaciones, son una misma cosa, pues no se siente la consistencia, sino la impresion; esto es lo que se ha creido hasta el dia de hoy, para adelante ya sabemos que se necesita que los órganos de los sentidos del joven médico esten muy expeditos, no solo para transmitir el modo de impresion que los cuerpos hacen en el tacto, sino tambien su consistencia. El jóven médico necesita la expedicion de los órganos de sus sentidos por dos razones. La primera. Porque de lo contrario careceria de muchas ideas necesarias, ó las tendria erróneas ó confusas. Pero esto es igual á tener pocas y malas ideas. Luego substituyendo será:1.ª razon. Tener pocas y malas ideas. La segunda. Porque necesita tener muchas y buenas percepciones. Pero las percepciones se ordenan á las ideas. Luego substituyendo la final será:2.ª razon. Tener muchas y buenas ideas. Y ordenando la qüestion será: 1.ª razon. = Tener pocas y malas ideas.2.ª razon. = Tener muchas y buenas ideas. Pero + Tener pocas y malas ideas. = - Tener muchas y buenas ideas. Luego substituyendo é invirtiendo será: 2.ª + Tener muchas y buenas ideas, 1.ª - Tener muchas y buenas ideas. Y despejando será: 2.ª = + Muchas y buenas ideas. 1.ª = - Muchas y buenas ideas. Pero + Muchas y buenas ideas. — Muchas y buenas ideas. = 0 Luego + la 2.ª razon — la 1.ª razon =0. Pero esto es un absurdo lógico. Luego las dos razones no son mas que una y muy trabajosa... No faltará quien en vista de la precedente demostracion sospeche, y aun deduzca como uno de sus corolarios, que el autor del discurso no tenia muy expeditos los órganos de los sentidos, quando multiplicando una razon por ella misma, sacó dos en el producto, no debiendo ignorar que el quadrado de 1 = 1; pero yo que miro la cosa baxo de un aspecto muy diferente, sospecho que el autor quiso enseñar el modo de hacer un gran sayo con poca tela; un gran edificio con pocos materiales, y un gran discurso con pocas ideas. Murió hace algunos años en esta ciudad un célebre predicador repentista, á quien bastaba encomendar el sermon por la noche para predicarlo y lucirlo al dia siguiente; creian todos que nada escribia, sino que hablaba de improviso por el copioso caudal de su ciencia y erudicion; pero él, que sobre muy docto era modestísimo, aseguraba que todos sus sermones estaban escritos con la extension y amplitud necesarias. Verificada su muerte acudieron varios oradores con el deseo de ver y adquirir sus papeles, pero quedáron maravillados y aun absortos, al ver que efectivamente habia escrito todos sus sermones, pero los habia escrito del modo siguiente: Sermon de San Antonio de Padua, encargado por los veedores del honrado gremio de zapateros de esta ciudad de Murcia. Contiene tres puntos. Punto primero. Que San Antonio es un gran Santo, y esto se prueba porque está en el cielo. Punto segundo. Que los veedores y demas individuos del honrado gremio de zapateros son unas gentes muy buenas, y esto se prueba porque se emplean en dar este culto al Santo, lo qual es hacer buenas obras. Punto tercero. Meter mucho fárrago. De modo que miradas las cosas á buena luz yo no se que se necesite ninguna particular habilidad ni para dar una gran comida con muchos víveres, ni para hacer un vasto discurso con muchas ideas; para lo que sí se necesita un talento mas que mediano es para sacarle á media libra de mala carne treinta ó quarenta tazas de caldo grato y sustancioso, ó para llenar un discurso de palabras bien peynadas y arregladlas con pocas ó ningunas ideas, y uno de los medios mas conducentes a este fin es apurar la especie que se coge entre manos, y exprimiria y estrujarla hasta que dé quanto tiene de sí, y luego se vuelve á presentar baxo de otro semblante para que parezca distinta, y así se va siguiendo, como lo hace el autor del discurso que voy ilustrando. El Cuerdo loco al revés Yo pienso que el Cuerdo loco Vierte especies á trompon, Se desluce en esta parte Mas sin darlas extension Porque no ha estudiado el arte Ni aun nombrarlas otra vez. De hablar mucho y decir poco. Circunstancia IV.ª Necesita además el jóven médico un gran talento, no sola para lucirlo en el aula, sino también para curar en lo sucesivo. Hizo bellísimamente el autor de las reflexîones sobre la voz práctica en publicar su agradecimiento al Canciller Bacon, como lo hace (página 16 de las Variedades) por estas palabras: Tributemos gracias y eterno reconocimiento al restaurador de la razon humana, al inmortal Canciller de Inglaterra Bacon de Verulamio. Yo no me atreveré á decir que los nuevos órganos de los sentidos los haya encontrado nuestro escritor en el nuevo órgano de las ciencias, porque este descubrimiento original le pertenece exclusivamente, y es mas moderno que Bacon de muchísimos años; pero como da tales alabanzas y tan justas al Canciller, casi me tienta el diablo para sospechar si en algun escondrijo de sus escritos habrá encontrado el modo de ilustrar la razon á punto de hacerla tan ciara y perspicaz como se le descubre en la exposición de la quarta circunstancia; porque, la verdad sea dicha, es hilar muy delgado y muy superfino, y es mucho apurar la materia semejante modo de discurrir. No se contenta el autor de las reflexîones con que el jóven médico tenga expeditos los órganos de sus sentidos, ni le basta que no tenga pocas y malas ideas, ni le satisface que tenga muchas y buenas percepciones que le entren por los órganos, ni que en virtud de tenerlas abunde de ideas claras, sencillas, netas y distintas de todas las cosas, y señaladamente de aquellas que mas necesita en el exercicio de su profesion, como son el color, olor, consistencia y modo de impresion en el tacto, cuyas percepciones, y no otra cosa ninguna, manifiestan á los médicos lo que deben hacer, no señor, no le basta con todo eso, sino que quiete para remate de fiestas que tenga talento, y no como quiera, sino un gran talento; esto, como he dicho, es apurar la materia, y salvar todo escrúpulo de incapacidad en el profesor in spe, ó joven médico. Porque bien pudiera suceder que el profesor, con toda la expedicion de sus órganos, y la carencia de malas ideas, y la abundancia de buenas, y por último, reuniendo así todas las cosas que son el constitutivo del buen talento, ó de aquella feliz disposicion natural para entender bien las cosas, que tienen algunos hombres, fuese todavía un grandísimo zoquete, ó un bestia, incapaz de juzgar bien de las enfermedades, y que matara gente á diestro y siniestro. Demos pues que se encontrara Desprovisto de talento El supuesto profesor, Y vean si es al intento Á quien le diera el Señor La pregunta que discurro: Luz tan copiosa y tan clara: ¿Habrá en el orbe otro burro Demos tambien que se hallara Con mejor entendimiento? Tambien es digno de notarse que el joven médico necesita el talento grande para dos cosas; no solamente para una, que es lucirlo en el aula, sino tambien para curar en lo sucesivo. En quanto á lo primero hará muy bien en lucir su talento, porque es suyo, y Dios se lo ha dado, y en quanto al curar, que es lo segundo, sabemos ya lo que nadie, hasta hoy, habia sabido, que un médico tonto no curará bien sus enfermos. Circunstancia V.ª Es de la mayor importancia que el futuro médico haya estudiado humanidades, que le formarán el gusto en la lectura, y le enseñarán á ver las cosas en grande. Ahora resulta claro que el joven médico es médico de futuro, ó médico in via. Bórrense pues, y tíldense por inútiles y ociosas las reflexîones que sobre este punto hice al principio, y perdonen los lectores por la molestia, que á otra vez iré con mas tiento. Ver las cosas en grande: Graecum est, non legitur. Quanta sea la utilidad de los estudios que llamamos huma-nidades para la medicina, no hay para que nos detengamos en referirlo. Supon, amigo lector, Con quatro trozos de historia Que te ves atormentado Poesía ú oratoria Por un dolor de costado, Que te aplique su talento, U otro accidente mayor; Despichas, cesó el tormento, Si es humanista el Doctor, Y te hallarás en la gloria. Circunstancia VI.ª La geometría y la mecánica son unos de aquellos estudios sin los quales no debe admitirse á nadie al de la medicina, siendo tan obvias las razones de esta necesidad, que no es necesario detenerse en su exposicion. Tiene muchísima razon el autor, y yo seria un majadero en salir con mi candileja á las doce del dia, como andaba el buen Diógenes, buscando al hombre. Porque ¿sin geometría, Mecánica ni oratoria,Sin nada de poesía,Ni rudimentos de historia,El médico qué seria?Fuera lo que muchos sonPorque la viva impacienciaQue pasan por eruditos,Y la orgullosa jactanciaY á la primera ocasionPrecipitan su imprudencia, De publicar sus escritosY por ostentar su cienciaPierden la reputacion,Manifiestan su ignorancia. Sufficit, atque basta de primores, porque conteniéndose los referidos, y algunos mas, en sesenta líneas escasas de un papel en octavo, ya se puede conocer si se pudieran sacar miles de miles de todo el discurso que llena algo mas de pliego y medio, fuera de que, señor Regañon, me ocurre ahora mismo que es una bobada el que yo me moleste ensartando tantas frioleras, y porque un loco, que dice que ya es cuerdo, me haya insultado, trabajar yo para que vmd. huelgue; no, amigo mio, trabaje vmd. con el alma, que buen mozo es, que yo ni al cuerdo ni al loco quiero decirles mas, harto llevan para una vez, y si no les parece bastante, que vuelvan, que ayer mismo me regaláron una botella de tinta y un mazo de plumas. Agur, y mandar á este amigo que no se firma porque no es menester. Murcia 5 de Abril de 1804. Carta décima. El Avariento. Quando sondeo el corazon del avaro, y descubro su carácter, me parece tengo delante de mí el ente mas vil y despreciable que existe sobre la tierra, pues veo en él un enemigo de la humanidad, un instrumento que labra la ruina de todas las víctimas de la indigencia, un ciudadano desconocido que mira la patria como extrangera, un impío que arroja de su alma el amor que debe á su Dios y á sus hermanos, y un monstruo horrible cubierto con el disfraz de racional. Tal es la funesta imágen que nos representa el hombre inmoral quando se entrega á tan desordenada pasion: si luego que su espíritu se halla penetrado de este vicio infernal no se descubre en él mas que un conjunto de iniquidades; la rigorosa economía con que se trata, y la austera miseria en que dexa perecer á sus mismos consanguíneos son signos nada equívocos que indican la dureza de su corazon para con los demas individuos de la sociedad. El oro es el ídolo a quien sacrifica todos sus cuidados: su mente no se ocupa mas que en discurrir los medios de dar actividad á sus deseos insaciables; y su voluntad en acoger quanto conspire á multiplicar sus intereses humanos. En efecto, adherido á tan viles ideas no queda en su corazon el mas pequeño vacío para recibir aquellos sentimientos que dicta la humanidad: así es que ni la amargura que habita en el obscuro alvergue de la viuda desconsolada, ni el decadente estado del artesano enfermo, ni la desgraciada suerte del huérfano desvalido, ni los tristes suspiros de tantos pobres agobiados con el yugo de la miseria, excitan en su pecho el efecto mas mínimo de compasion; y mas insensible que los duros peñascos consiente que los frutos que recibió de la naturaleza aprovechen mas bien á los despreciables insectos que los roen y consumen por instantes, que sacarlos de sus silos para alivio de los infelices que ve morir lentamente al rigor de la indigencia. ¡Ah bárbara impiedad, que has llegado hasta el exceso de completar la desdicha de los tristes objetos de la adversidad! Y ¡cómo debo asegurar que solo el indolente avaro es capaz de nutrir en su corazon tan monstruosas iniquidades! Porque, ¿qué hombre sensible podrá mirar á su semejante transido de hambre, sin poner en sus manos aquella pequeña parte de pan que solicita para su vital exîstencia? Y ¿qué racional que conserve todavía en su corazon alguna leve señal de humanidad no se enternecerá al oir los clamores de la afligida joven, no dará là mano al caido para levantarle, no cubrirá las carnes ateridas del desnudo, no se compadecerá de los trabajos agenos, y no procurará los medios de hacerlos menos sensibles? A la verdad que únicamente la dureza del avaro podrá resistir á unos deberes tan sagrados, pues el hombre sensible no puede dexar de mezclar sus lágrimas con las que derraman los infelices sobre los umbrales de su morada, ni mirar sin compadecerse al hambriento Lázaro coger del suelo los miserables despojos que han arrojado los sirvientes del rico insaciable, ni menos retirar jamas sus manos compasivas de aquella afligida porción del género humano que se halla en el seno del abatimiento y pobreza. Y ¿qué diré pues de nuestro avaro quando en aquellos últimos momentos de su vida le sea forzoso dexarlo todo sin remedio? ¿Quando el ídolo á quien sacrificó su corazon atormente sin cesar su espíritu desfallecido? ¿Podrá este hombre tener quietud en aquellos instantes, y esperar misericordia de su Dios despues de una vida tan injusta y relajada? La respuesta la darán aquellos penitentes solitarios de la Thebaida, que habiendo macerado sus miembros con santas crueldades, alimentado su espíritu con fervorosas oraciones, y menospreciado los caducos bienes, se estremecen sus carnes con la memoria del último suspiro. Esta corta reflexîon, si tuviese entrada (que lo dificulto) la mente de un hombre tan obcecado, le hará conocer el caos de miserias en que se halla sumergido, y le excitará á exercer en adelante la liberalidad, única virtud para extirpar su desenfrenada pasion, y tener esperanza de libertarse de los mismos castigos que atormentan incesantemente al rico avaro en las obscuras cabernas del abismo. Sírvase vmd., señor Presidente, publicar en su periódico esta sucinta produccion, que aunque estoy muy léjos de creer se consiga por ella la extinción de un contagio tan extendido, al ménos puede ser que llegando á manos de algún avaro el retrato que representa su misma maldad, fomente su desengaño, convierta su corazon, y se horrorice del ídolo seductor que le tiene alucinado. Saluda á vmd. su corresponsal. Lostado. Con Real Privilegio.Madrid En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.