Sabado 12 de Mayo de 1804.
Mas ya que está plantado el árbol, saquemos de él el fruto que se pueda: dice así hablando con el autor.
Enmedio de un abrasado arenal, que tiene dos mil leguas á la redonda, hay un frondosísimo alvercoquero, con muchísimos alvercoques, y éste se llama el alvercoquero de la vida: llega vmd. al dueño del árbol, que le da doscientos alvercoques, y le advierte que si no los come se muere, y que con cada alvercoque se vive un dia; y así que vea como los gasta, porque el árbol se secó ya para vmd., echase vmd. sus alvercoques en el seno, y se retira de allí, pero á poco rato se siente con hambre, y va con mucho tiento comiendo sus alvercoques, uno cada dia, y vive sano y contento sus doscientos dias, de los quales no puede pasar porque no hay mas alvercoques. En este caso los alvercoques son la incitabilidad Browniana, la hambre de vmd. es la causa incitativa (al reves te la calzaste), y la vida y salud que goza es el saludable incitamento…¿Lo he entendido? No, señor Anónimo, porque en tal caso la excitabilidad Browniana será la hambre; las potencias excitantes los alvercoques, y el saludable excitamento la hartura, replecion ó saturacion, como vmd. quiera llamarla. Pero
Perdone vmd., señor Anónimo, que le interrumpa para hacerle observar que por una conseqüencia forzosa de la idea que vmd. tiene equivocada de la excitabilidad, vuelve á incurrir en el mismo error de aplicacion. El hombre avaro de sus alvercoques no se debilita ó muere porque aquellos se amontonen ó dispersen, ni porque se pudran ó avellanen, sino porque no los come, es decir, porque no se aplica las causas excitantes ó estimulantes, sin las quales no puede haber excitamento ó vida, aunque sobre excitabilidad, y se quede amontonada en el cuerpo, como vmd. se explica.
Ahora sí que lo ha entendido vmd., señor Anónimo (apostarla una docena de alvercoques), sin embargo continúe vmd., y acuérdese que iba diciendo al Doctor: Al contrario, si vmd., se traga muchos ó todos los alvercoques en un dìa, al principio se siente vmd, mas alimentado y vigoroso; pero como se acaban los alvercoques, ó quedan muy pocos, se muere muy breve por falta de alimento: aquella fortaleza excesiva equivale á las sthenias ó inflamaciones, y el decaimiento subsiguiente equivale á la debilidad indirecta.
oportunitas), que junta con algunas otras causas no dexarán de producirla, como acaeció á tu cerdito quando enfermó de colorin, aunque tú lo atribuiste solo al demasiado alimento. Gracias á Zabala, que sin haberme leido, ni tener la mas remota noticia de mi doctrina, e aplicó el verdadero remedio; de donde inferirás que ni mi teorica ni mi práctica difieren en lo esencial de los que me han precedido.
Ahora bien, ya que por eleccion o capricho me has metido en medio de un abrasado arenal de dos mil leguas, y que me supones tan voraz ó comilon, agrégame, pues nada te cuesta, el calor del clima, y la necesidad en que me pones de acelerar el paso para procurarme nuevos alimentos, con lo que reunes tres de mis potencias excitantes que van á obrar de acuerdo; en
De buena gana te haria capaz de las razones que me han decidido á considerar la vida del hombre como un estado violento, caracterizado por un movimiento no interrumpido de accion y reaccion, cuyas potencias, al paso que la entretienen, conspiran indirectamente á su ruina; pero esto pedia mas tiempo. Yo no tengo tu habilidad para resumir una obra elemental de medicina en un papel de cigarro. Me cayó muy en gracia esta expresion; me divierte tu locucion amena y chistosa; empleala siempre en favor de la buena causa si pretendes quedar con lucimiento; guárdate de publicar invectivas contra la medicina y sus autores á la faz de un vulgo casi siempre preocupado, y fácil á deslumbrarse con la menor chispa; y no seas tan precipitado en tus juicios, supuesto que no te corria tanta prisa el ridiculizar mi sistema. Muero con el desconsuelo pero el tiempo que cura mas que el sol, como tú dices, hará justicia a mi memoria.
Dispense vmd., señor aquel gastó la pólvora en salvas.”
R. Ll.
Además, aun quando todos se acuerden en punto á su utilidad, hay no pocos embarazos para connaturalizarla en una poblacion, y darla toda la extension y permanencia posible, pues en primer lugar es menester hacerla venir ordinariamente entre cristales, siendo tal la indolencia de algunos padres de familias, y de los facultativos titulares de algunos pueblos, que aun convidándoles á que remitan algun niño á la poblacion en que hay vacuna para ser allí operado de brazo á brazo (como el medio mas seguro), y que despues á su regreso la lleven á su pueblo, en donde desarrollándose el grano ó granos vacunales, produzcan fluido en abundancia para repetir luego la vacunacion tambien de brazo á brazo con otros niños, no lo hacen, ni quieren darse esta pequeña molestia, contentándose solo con que se les remita fluido entre cristales, que estando sujeto á no ser bien preparado en la corta mezcla que se le hace de una gotita de agua para su disolucion ó mas bien liquidificacion (pues si se dilatase en mas agua para ser mejor disuelto ya no serviria), ó á otros varios acontecimientos á que está expuesto, falla muchas veces, con lo que desmayan los padres que prestáron sus hijos á la primera prueba, é igualmente el profesor que ve deslucidos sus primeros ensayos, quedando por esta y otras casualidades frustrada la intencion del Gobierno: en segundo lugar, aunque muchos facultativos amantes de la humanidad y de la patria quisieran dedicarse con todo el zelo de su filantropía á la propagacion de la vacuna, y aun lo hayan hecho por algun tiempo, arrostrando preocupaciones envejecidas y necedades del vulgo, no pueden verificarlo siempre, porque hallándose con el cargo de asistir en sus dolencias á un crecido vecindario, apénas tienen tiempo para cumplir pesada carga, que no les dexa momento alguno libre, pues el corto que cesan de visitar en tiempo de muchos enfermos, quiera Dios que les baste para apuntar sus observa-
Sacamos por último en conseqüencia, que aun los mas afectos á esta utilísima práctica, no siempre pueden exercerla, ya por las preocupaciones que encuentran en el vulgo tanto alto como baxo, ya porque sus demasiadas y serias ocupaciones no les dexan lugar para dedicarse aunque no fuese sino dos veces cada semana á vacunar, pues en ellas es necesario emplear algun tiempo; primero en la operacion de tres ó quatro individuos por lo menos cada vez, y segundo en formar sus apuntaciones con individualidad, como yo hago, y creo que harán todos los que vacunen, sopeña de que si el pueblo es crecido, y no conocen bien las gentes, no sabrán con que fluido han de contar para ir repitiendo sus vacunaciones, ni en que dias se hallan los vacunados siendo muchos, y habiéndose de confiar á la memoria de un hombre, ocupado por otra parte en asuntos de gravedad é importancia.
Convendria por tanto que para obviar estos y otros muchos inconvenientes que se tocan prácticamente, y que omito por no dilatarme mas, se estableciese para la Península una Junta Central de Vacuna en Acabo de saber que el Excelentisimo Señor Don y eclesiásticas, y exercerse únicamente en la vacunacion; para cada Provincia se podrian diputar tres, quatro, ó mas profesores (segun la extension mayor ó menor de cada una) adictos á la vacuna, que se fixasen en las cabezas de Partido, con obligacion de que cada uno propagase tan útil invento en todas las Villas, Aldeas y Lugares de su distrito, para que todos, tanto el rico como el indigente, participasen de la beneficencia del Soberano; estos Profesores estarian, digámoslo así, en un viage continuo, por lo que se les deberia recompensar lo suficiente en atencion á los muchos gastos que ofrece el per-
A vmd., señor
J. M. D.
Hágaseles ver á estos insensatos, dixo en su cólera paternal, que si lo futuro se les oculta es por su bien, y que serian infelices si lo conocieran. Inmediatamente recibió
Atónitos los hombres con semejante resolucion del dios, y admirados los declamadores, la irresolucion les dominaba, ninguno se atrevia á fixarse en lo que habia de pedir; todos tenian diversos deseos, todos hablaban, todos se alteraban sin fixarse en cosa alguna. Por fin cada uno quiso presentar su memorial, pero quedaron de acuerdo en pedir á una voz á
Llegó el dia señalado, y las inmediaciones de Valepusi se viéron pobladas de una innumerable multitud. Es inútil decir que el trueno precedió á la baxada de
El mismo Zeion, este filósofo tan atrevido con la pluma en la mano, cayó de rodillas lleno de un espanto mortal. No era el ánimo de Que se nos revelen nuestros futuros destinos, sepamos todo lo que nos ha de suceder. (
Con Real Privilegio.
En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.