Sábado 28 de Enero de 1804.
Qué de variedades hay en los caractéres de los hombres? Todos difieren en su naturaleza, y la mayor parte de las semejanzas que se notan son imaginarias, pues cansándose el alma y los ojos con la diversidad de los objetos, es la pereza quien las produce. Entre los medios para conseguir la felicidad que le ha dado al hombre la naturaleza, hay uno que, á pesar de esta diversidad, conviene generalmente á todos los caractéres y edades, y este es el deseo y el conocimiento de la perfeccion.
Si los mayores males del hombre nacen de la opinion, es preciso buscar un medio de felicidad que no esté sujeta á sus caprichos. Hacerse superior á la opinion pública no es privarse de los placeres que ésta causa, pues se menosprecian los golpes de un niño, y es uno sensible á sus caricias.
Las personas que viven sin cesar fuera de sí mismas, por decirlo así, tienen necesidad de la opinion de los otros, porque ellos no se conocen, y esperan para juzgarse la voz de la fama, pero el talento tiene tambien su conciencia como la virtud; su voz interior puede consolarnos de la injusticia de las sátiras, y por el pensamiento tomamos posesión de nosotros mismos. Los espíritus flotantes que ponen una grande atencion en todos los objetos que les presentan, y que reciben los pensamientos de todos sin crear ninguno, léjos de poder conocer su felicidad, tienen una pena muy grande aun quando son felices, pues como las impresiones que sienten no encuentran idea alguna análoga que puedan conservar en su carácter, resulta que se le es-
Nuestra pereza misma le atribuye á la naturaleza enteramente muchas virtudes que puede perfeccionar, y los efectos de la humanidad y de la compasión se unen á una serie de pensamientos encadenados los unos con los otros, que se descubren á un tiempo, y que nos representan en el momento mismo todas las relaciones que tenemos con nuestros semejantes: esta es una cadena de ideas que viene á unirse á un mismo punto, y que por su multitud y rapidez nos dan por un instante un conocimiento muy palpable de nuestra existencia, y así no debemos extrañar que los niños y los hombres sin educacion sean menos sensibles que los demas.
Verdad es que los niños sin tener el deseo y el conocimiento de la perfeccion parece que gozan de la felicidad, y tal vez la gozarán en efecto; pero el hombre no es verdaderamente feliz sino por el conocimiento dé su propio ser, y el niño no se conoce todavía. Este no goza mas que de una existencia exterior: su alma por espacio de mucho tiempo no es mas que una sucesion de impresiones agradables y nuevas, al paso que la del hombre es un texido de pensamientos.
Trabajemos pues sin cesar en nuestra perfeccion, de modo que todos los instantes de nuestra vida sean notables por los progresos que hagamos: la interrupcion de la cadena de las ideas es la de la exîstencia, y los pensamientos sueltos no son masque una sucesion imperceptible de la exîstencia y de la nada. El dexar de pensar debe ser para los hombres, y para algunos lo es en efecto, la mayor de las desgracias.
El conocimiento de la exîstencia propia tiene sus graduaciones, pues el hombre mas feliz es aquel que conoce mejor su existencia. Es necesario adquirir sin cesar ideas nuevas sobre los objetos que nos ocupan. El único medio de fixar nuestra atencion es instruirse en las materias que se tratan en la sociedad, pues mientras mas ideas adquiera un hombre sobre un negocio, mas pensamientos nuevos le deben ocurrir sobre él. Así pues no debemos quejarnos de que no hay nada que decir de nuevo despues de lo que han dicho nuestros predecesores, porque si la combinacion de las ideas puede ser infinita, todos los nuevos descubrimientos en este punto aumentan los materiales de la invencion. Dos caminos tenemos abiertos en la carrera de la vida para poder ser felices ó infelices. El hombre Traducido.
Quando observo con atencion la estrecha choza del pobre jornalero del campo, que sin resistir al yelo, á la lluvia, ni al sol fuerte del estío, se alberga en ella con su crecida familia, sin tener otra cama que una estera, y una delicada manta para cubrirse; quando le veo que no teniendo con que cubrir sus carnes para presentarse al público, se halla además vestido de unos andrajos los mas sucios y asquerosos, despidiendo de sí un olor muy desagradable; quando además me presento á su mesa, y (aunque con dolor) no me queda duda de que no solamente su alimento es el ménos nutritivo, sino es
Nadie ignora quanto conducen á enfermar todas las causas que concurren en el pobre jornalero; mas, á pesar de esto, sucede así: ¿disfruta de ménos salud el pobre? todo lo contrario sucede: comunmente la señora envidia á su criada su robustez, aquella se queja continuamente de sus dolencias, no tiene fuerzas ni aun para moverse, su color pálido, su falta de apetito á las comidas, y el no poder exponerse á la mas leve impresion de la atmósfera sin enfermar lo acreditan, al paso que mueven á compasion, quando por el contrario la criada es árbitra de su cuerpo (digámoslo así) para exponerle impunemente al mayor yelo, al rigoroso calor, al exceso en la comida, al defecto de ella, y en fin, á todo; su rostro alegremente encarnado, su agilidad en los miembros, y su buen apetito lo manifiestan.
La señora es regularmente estéril, y por un acaso sucede pueda criar á sus pechos sus infantes la que es fecunda, siendo estos tiernos productos de su naturaleza unos cadáveres ambulantes, mas bien que unos miembros vitales de la humanidad: al contrario, la pobre enmedio de sus andrajos es fecundísima, cria todos sus hijos á sus pechos, y á las veces gemelos los mas robustos, á pesar de su falta de alimento.
¿Quál pues es la causa de estos evidentísimos efectos? Á mi ver la falta de educacion física, juntamente con la falta de la moral.
Sí señor, no queramos recurrir á que Dios inmediatamente como por un milagro las hace felices en esta parte contra el torrente de las causas naturales.
Ello es sin duda que el exercicio material es la causa mas á propósito para robustecernos, acompañada de la costumbre de exponerse á las inclemencias de los tiempos para que no se nos hagan tan sensibles: la pobre trabaja desde su infancia, acostumbra su cuerpo por necesidad á las inclemencias, á comer mucho, á padecer hambres, en fin, á todo quanto puede trastornar su naturaleza; siempre ocupada en buscar su alimento,
Al contrario, la señora solamente usa de las facultades de su cuerpo para bordar ó coser, y esto con tal que no sea de primera clase, pues en este caso no ha de saber siquiera andar, porque ha de ir siempre en coche, y este es todo el exercicio material con que robustece su cuerpo, sin exponerse jamas á respirar un ayre fresco en tiempo de invierno, ni el caloroso del estío; en fin, vive una vida toda artificial, y quando por un acaso no puede guardarse de las causas naturales, ya se perdió la salud, si no es la vida juntamente.
Y ¿qué de perjuicios no resultan de aquí á la humanidad? bien se infieren: una madre que ó no tiene sucesores ó si los tiene son tan delicados en su constitucion que para nada son á propósito, ya se consideren con respecto á la procreacion, ya con respecto al servicio y defensa de la patria, por ser los que por su distincion deben ocupar el primer lugar sirviendo de modelo, ó ya con respecto á su talento, pues entrando todas nuestras ideas por los sentidos, careciendo éstos de buena y sólida organizacion, no están aptos para remitir al alma una adequada idea de los objetos que se les presentan, es á la verdad una cosa digna de compasion, y de declamar contra su falta de buena educacion física.
Si vmd., señor
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El Tomo primero de este papel periódico, que comprehende los Números que se han dado á luz desde que se empezó á publicar á principios de Junio de 1803 hasta de Diciembre del mismo año, á los que se ha añadido una portada, el prospecto y un índice de las materias que contiene, se halla de venta en la Librería de Alonso frente á las gradas de San Felipe el Real á 24 reales en rústica, y 28 en pasta. En la misma Librería se subscribe á la continuacion de este papel, del que se dan dos pliegos, cada semana en los dias Miércoles y Sábado, pagando seis reales vellón cada mes, para cuyo efecto se llevarán los Números á la casa de los subscriptores: ocho para toda la Península, y un peso fuerte para ámbas Américas, francos de porte, con advertencia de que no se podrá subscribir para las Provincias por menos de tres meses, y para Indias por menos de seis. Los que no se hallaren en
Con Real Privilegio.
En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.