Entretenimiento VI Juan Nosip y Vargas Moralische Wochenschriften Alexandra Fuchs Editor Elisabeth Hobisch Editor Institut für Romanistik, Universität Graz 12.06.2014 o:mws-114-855 Pisón y Vargas, Juan: El Curioso Entretenido sobre diferentes asuntos. Cádiz: Imprenta Nueva de Luis de Luque y Leyva 1779, 285-340 El Curioso Entretenido 1 06 1779 Spanien Ebene 1 Ebene 2 Ebene 3 Ebene 4 Ebene 5 Ebene 6 Allgemeine Erzählung Selbstportrait Fremdportrait Dialog Allegorisches Erzählen Traumerzählung Fabelerzählung Satirisches Erzählen Exemplarisches Erzählen Utopische Erzählung Metatextualität Zitat/Motto Leserbrief Graz, Austria Spanish; Castilian Menschenbild Immagine dell'Umanità Idea of Man Imagen de los Hombres Image de l’humanité Mode Moda Fashion Moda Mode Spain -4.0,40.0

Entretenimiento VI.

Quien, por mas que sean sus meritos no se convencerà de su inutilidad, si reflexiona dexa con la muerte un Mundo, en el qual no se siente su perdida, quedando tantos que puedan reemplazarla? De mu-chas gentes no hay mas que el nombre que pueda valer algo; y quando se miran de cerca, hacen menos impresion que de lejos. Hay tambien un gran numero de personas sin representacion, que exercerian muy bien sus cargos, haciendome pensar de este modo muchos sugetos, que haviendolos colocado solo la casualidad, han merecido el general aplauso. ¿Quantos hombres de merito, y talento han fenecido, sin que jamàs se haya hecho commemoracion de ellos? ¿Y quantos existen todavia, de quienes no se habla, ni se ha-blará jamás? Amarga cosa es para un hombre no tener partidarios, ni estàr incluido en algun cuerpo, ò Dignidad, pues por mas que sean sus meritos, necesita de otras recomendaciones para lucir, y vencer las tinieblas en que se halla. Los hombres se ocupan demasiado en sí para tener lugar de conocer los otros; por cuya causa suele estár la virtud ignorada mucho tiempo. A los grandes hombres falta ver la ocasion para serlo: unos pueden ser alabados de lo que hicieron, y otros de lo que huvieran hecho. Mas dificil es hallar entendimiento, que no gentes que se sirvan del suyo, ò pongan en uso el de los otros. Siempre es mayor la copia de instrumentos, que de artifices; y de estos mas son los malos: que los primorosos, y excelentes.

Ardua empresa es adquirir un gran nombre: la vida fenece quando apenas se empieza à bosquejar la obra. ¿Què haremos de Zenòn que pide un empleo? ¿Se le pondrá en rentas, ò se le agregarà á las armas? Eso es indiferente, y el interès debe decidirlo. Es para todo, dicen sus amigos, de donde se infiere no ser para nada. Asi la mayor parte de nuestra ociosa juventud, corrompida, por la pereza, y los placeres, se persuade que en una mas abanzada edad es suficiente su indigencia, para que de justicia se le atienda, haviendo perdido el tiempo que debiera haver empleado con tal aplicacion, que la Republica, necesitada de sus luces, hechase mano de ellos para labrarles su fortuna.

Debemos trabajar para merecer, y el conseguir debe estar al cuidado de los demás. Ser apreciables por sì solos sin vanagloria, es maxima de grande utilidad á los virtuo-sos, y hombres de talento, que saben grangear su fortuna; pero contraria á los grandes, porque disminuirìa su carrera, ò por mejor decir, el excesivo numero de sus esclavos; ignorandose en parte su autoridad, y privandoles enteramente del placer que reciben en ser menesterosos, y obsequiados; porque desterraría de las Cortes la parcialidad, el engaño, y adulacion, bolviendo á poner en su dignidad las diferentes condiciones de los hombres; les incitaría à la gloria, y amor de la virtud; y en cambio de inutiles cortesanos, harìa sabios economos, excelentes Padres de familia, ìntegros Jueces, grandes Capitanes, é insignes Oradores; siendo su principal objeto dexar vinculados à sus herederos menos thesoros, y mas christianos exemplares.

Un hombre de merito, que ocupa un alto empleo, jamás se desvanece; pero el que tiene grande opinion de sì, no perdona trabajo qué redunde en su gloria; y si el primero satisface su aplicacion con el desinterés de los elogios, el segundo trabaja solo por el aplauso, no atendiendo mas, que à la estimacion, y re-conocimiento. Es la modestia lo que las sombras en una pintura; ellas le dàn la fuerza, y la animan: un exterior simple es vestido de los hombres vulgares, pero es un adorno en los que han colmado su vida de ilustres acciones. No pocos satisfechos de sì por alguna accion, ò trabajo que no les salió mal, persuadidos que la modestia sienta bien en los grandes personages, la aparentan contra su natural, por acreditarse mayores; parecidos á los de mediana estatura, que se bajan al pasar las puertas temiendo tropezar en sus marcos.

Vuestro hijo es tartamudo, no le subais al Pulpito: el vuestro nació para el Mundo, no le encerreis en el Claustro: ese joven es endeble, y timido, no lo dediqueis á las armas: decis quereis adelantar su fortuna, colmadle de bienes, añadidle posesiones, llenadle de titulos, y le daràn mas honor segun el siglo en que vivimos, que no la virtud, y dignidades. Ah, me costará demasiado (añadis) ¿quien tal piensa? ¿Quien se para en eso? Haced qüenta que es sola una gota de agua la que sacais de ese rio para enriquecer à quien amais con tanto extremo.

Si es costumbre hacernos tanta impresion las cosas extrañas ¿porquè nos ha de hacer tan poca la virtud? Si es dicha tener buen nacimiento, no lo es menos ser tales, que nadie pretenda hacer informaciones. Se aparecen de tiempo en tiempo unos hombres tan raros, y excelentes, que brillan por sus virtudes; semejantes en un todo à esas extraordinarias exalaciones de quien no conocemos el origen: por eso quando uno es excelente en su arte, ò profesion, se iguala à lo que hay de mas noble en el Mundo, sin que puedan servirle de impedimento sus principios.

Decís que el oro resplandece en los vestidos de Romualdo, è igualmente brilla en casa de los Mercaderes: si le preguntais què hora es, sacará una exquisita muestra de repeticion: el puño de su espada es de un precioso esmalte: sus dedos se ven cubiertos de brillantes: en fin, no le falta alguno de aquellos requisitos que los hombres llevan mas que por adorno, por vanidad. Y bien: vos me poneis en gana de ver tantas preciosidades: remitidme, pues, los vestidos, y alhajas de Romualdo, y quedàos con su persona.

Te engañas miserablemente si con esas exterioridades piensas merecer mas estimacion, no porque algunas veces los vestidos no caracterizan los hombres; y asi vemos de ordinario que aquel que no tiene tintura de las Ciencias, por solo el habito, ò distintivo se llama Doctòr; y una persona humilde, sepultada en su estudio, que ha meditado continuamente, que ha leìdo, y escrito toda su vida, apenas es un hombre docto. Entre nosotros el Soldado es valiente, y el que lo aparenta sabio, sin detenernos mas en inqui-rirlo. Hay algunos abortos de naturaleza, que son excepcion de sus reglas: el talento se adelanta à la edad, y casi nacen instruidos. Los espiritus que se contienen en su pequeña esfera, no pueden percibir la generalidad, que à veces se reconoce en un sugeto: divisan lo agradable, pero no lo sòlido: descubren las gracias del cuerpo, y no admiten los dones del alma. Un hombre de entendimiento de un simple, y recto caracter, puede caer en algun lazo, porque imagina que nadie quiere engañarlo; cuya confianza le hace ser menos cauto.

Emilio por naturaleza alcanzò lo que otros no consiguen sino á fuerza de estudio: en sus primeros años no tuvo mas que apropiar á su caracter unos exercicios que le eran naturales: los juegos de su infancia eran otros tantos triunfos: su vida acompañada de una extrema felicidad, serìa ilustre por solas las acciones de la juventud, igualmente admirable en las cosas que ha hecho, como en las que huviera podido hacer: siempre le han aclamado como un hombre incapáz de ceder à su enemigo, ni doblarse al mayor numero por los obstaculos: un asedio, ó una retirada le han ennoblecido tanto, como sus triunfos; y despues de tantas conquistas que le colmaban de gloria, no hechando en olvido la modestia, solìa decir muchas veces hè huìdo, con la misma serenidad, y satisfaccion que decia, los hemos batido: un hombre dedicado enteramente al bien comun, y su familia: sincèro por Dios, y por los hombres: tan admirado del merito, como si le huviese sido menos propio, y familiar: un hombre, en fin, de razon, y verdad à quien acompañaron las virtudes.

Policarpo es de una clase mediocre, pero los grandes le toleran: él no es erudìto, ni tiene correspondencia con los sabios: no tiene merito, pero conoce algunos que lo tienen: no es habil, pero tiene una lengua mui propia para interprete, y unos pies, que lo conducen velóz á qualquier parte: sabe los asuntos que corren, los secretos de las familias, el fondo del enredo que pasa entre aquellos dos amigos, el esplín de la otra Dama impertinente, y en fin, los mas reconditos arcános: ¿no aseguró á los unos, que su amistad no durarìa mucho tiempo? ¿No se hallò presen-te en el otro suceso? ¿No escuchò lo que se hablò? ¿No les aconsejo lo mas seguro? ¿Fueron atendidas sus razones? ¿A quien hablais de estas cosas? ¿Acaso lo ignorò? ¿Quien tuvo mas parte que Policarpo en los enredos de la Corte? ¿Y si eso no huviera sido asi, si no lo huviera por lo menos soñado, pensaría hacerlo creer á todo el Mundo, y tendrìa la misteriosa apariencia de un hombre que está de buelta de su embaxada?

Victorino es paxaro adornado de diversas plumas que no son suyas: no habla, ni oye, repite los discursos, y se sir-ve tan naturalmente del entendimiento de otros, que suele ser el primero engañado, creyendo á menudo explicar su pensamiento, quando no es mas que repetir el eco de quien se aparta: es un hombre que de seguido habla una hora, y despues degenéra, y pierde al momento aquello que un poco de memoria le ha hecho producir: ignora quanto hay debajo de lo sublime, y es incapàz de saber hasta donde puede llegar el entendimiento: el crèe rotundamente que sabe todo lo que un hombre puede llegar á saber, por lo que no tiene embidia à nadie: se ha-bla à menudo á sì mismo, y lo declara: si vos le saludais, es ponerle en la confusion de si os debe corresponder, y mientras delibèra, estais ya distante: su vanidad le ha hecho hombre de bien, reduciendole à ser lo que no era: sabe que todo le sienta, perfectamente, y que su compostura està completa: cree por fin, que todos los hombres alternan por contemplarle.

Los que habitan los Palacios suelen dormir en los quartos inferiores, no por modestia, sì por comodidad de las estaciones. Los que por mantener un talle fino, y palido color, no hacen mas que una comida, absteniendose del vino, y los licòres, no por eso son sobrios: otros que importunados, ò de quien tienen obligacion, ò de algun pobre amigo, les dàn algun socorro, no por eso son liberales, sino que compran su descanso. Solo el fin es quien dá el merito à las acciones, perfeccionandolas enteramente el desinterés. La falsa grandeza es feròz, è inaccesible, y como reconoce su flaqueza, se encubre, ò por lo menos no se presenta cara á cara, dexandose ver solamente en lo preciso para imponer respeto, y no parecer lo que es en sí: pero la verdadera es libre, dulce, y familiar: jamàs pierde por muy de cerca que la revisémos; antes quanto mas la tocamos, tanto mas nos admira: se inclina por bondad á sus inferiores, y sin violencia vuelve á su natural: alguna vez se abandona, pero siempre con el arbitrio de recobrarse: se entretiene, se rie, pero siempre con dignidad: su noble, y facil caracter inspira el respeto, y la confianza, haciendolos parecer su beneficencia mucho mas de lo que son en realidad.

El sabio triunfa de la ambicion por la ambicion mis-ma, y aspirando à la heroicidad, no se limita á los puestos, y riquezas, ni vè en estas tan apreciables ventajas cosa de solidéz que pueda ocupar su corazon. El bien solo digno de merecer su cuidado, y de tentarle, es el de la gloria que debiera nacer de la virtud mas acendrada, á quien sin duda los hombres valúan en poco, quando la desestiman, y de ordinario la abandonan.

Señor Curioso.

Yo soy una Señorita de diez y ocho años, hija unica de una Viuda: poséo un rico patrimonio, y segun me dicen algunos, soy hermosa. Mientras viviò mi Padre tuve una educacion insulsa, y una vida poco conforme á mi tiempo, y calidad, pues no trataba sino con hombres machuchos, siempre estaba al lado de mi Madre, no freqüentaba comedias, ni visitas, rara vez el paseo, finalmente, el rosario, la Misa, la almohadilla, ò leccion de algun libro mistico, era la freqüente ocupacion de todo el dia: en este penoso cautiverio he vivido hasta ahora por la condicion de mi Padre, que ha nueve meses muriò: pero ahora (gracias à mi Madre) ya empiezo à tener un trato racional, y á saber de Mundo: tengo un Maestro que me enseña á sacar bien los pies, y baylar: otro que me instruye en formar las dulces cadencias de la musica: concurro á todas las visitas, y diversiones publicas, de donde ha dimanado tener trato con muchos petimetres que me favorecen en visitarme: mantengo un Peluquero que peina en dibujo à las mil maravillas: sé mi puntita de Italiano, y Frances: salgo de casa à todas horas con una criada, estando bien impuesta en todo el vasto ritual de las modas.

Con estos nuevos, y bellos principios, y con mi genio que es bastante esparcido, he grangeado sin saber como, ò quando, una gracia, ò (segun me dicen todos) una sal, que me hace ser cada dia mas apreciada, y hermosa: finalmente, sé todas las novedades que ocurren en la Corte, y llamo de tù por su apellido à todos los Caballeros, por ser marcialidad, no ignorando tampoco aquellas etiquètas, esenciales obligaciones, y salados chistes, dignos, à la verdad, de una Señorita de mis circunstancias.

Concurren (como he dicho) à mi casa algunos Caballeros, y entre ellos un D. Antonio, que me roba toda la atencion, porque canta unas seguidillas con mucho salero, toca muy bien la flauta, danza primorosamente, freqûenta el theatro, y entona el Bravo con su postdata de palmadas, se peina con elegancia, y vá equipado con todos los diges que se requieren, sortija de cifra, hevillas á lo Chartre, cajas, reloxes con charreteras de pelo, y plumage en el sombrero: este Señorito me ha insinuado varias veces que me tiene amor, y quisiera se proporcionase ocasion en donde pudiese mostrar su sin igual afecto: yo, que por haver vivido hasta aquí con la sujecion y clausura que he dicho, no estoy muy practica en estas cosas, he quedado indecisa hasta saber mejor esta materia; y haviendo visto en los primeros Entretenimientos lo claro, y desapasionado que Vmd. habla, y al mismo tiempo lo mucho que procura nuestro adelanta-miento, é instruccion, con este motivo me he tomado la licencia de suplicar à Vmd. me dé con la ingenuidad que acostumbra una exacta idea de lo que es amor, y cortejo; advirtiendo que por haver leìdo no pocas comedias de cinco meses á esta parte, he cobrado alguna aficion á la Poesía, y serà mas de mi aceptacion si acaso los definiese Vmd. en verso. Perdone Vmd. la molestia, y mande á su apasionada.

Se me olvidaba advertir, que entre varios villetes que me ha escrito, me desazonò en parte este por hacerme en el poco favor, tratandome de Serrana, y Pastora, quando todas mis calidades son muy adamádas; el que remito à Vmd. no solo para que vea la confianza que hago de su ingenuidad, sino para confirmacion de mi justa quexa.

Hermosa Serrana de amor embeleso, colmo de las dichas, de las gracias centro. Pastora enemiga, humano portento á quien todos rinden debidos inciensos. Quando tu pastúras los blancos corderos los prados florecen, verdean los cerros. Las simples ovejas, los cabritos tiernos allì donde pisas encuentran sustento. Todos los Pastores locos de contento sus rebaños dejan por irte siguiendo. Al sòn de sus flautas en rustico metro aplauden la dicha de mirar tu Cielo. En tanto consiguen los lobos hambrientos la presa, seguros de los Dueños presos. Luego que mis ojos à los tuyos vieron, quedé sin sentido sentido en extremo. Desde aquel instante, desde aquel momento estoy, que no sè si vivo, ò si muero. Si rio, si lloro, si velo, si duermo, si bebo, si como en tì solo pienso. Quiereme Pastora pues ves que te quiero: ¿mis amantes ojos no te lo dixeron? El pasear continuo tu choza, y terrero, el ser yo tu sombra en campos, y otéros, El mirarte afable, quedarme suspenso claramente indícan lo que estoy diciendo. Mas ai! De què sirven tan dulces afectos si dán en un bronce mis tristes lamentos. Dexa, pues, Zagàla dexa tanto ceño, que implìca en un Angel rigor tan violento. Dexa que rendido mi constante pecho disfrute amoroso delicias de Venus. Y qual Olmo, dexa que en lazos estrechos me acredite yedra de tu airoso cuello. Dexa, en fin, Zagála, que mis toscos versos de tus aras sean holocausto eterno.

Soneto.

Antes, mi dulce bien, el Firmamento lince penetrarà qualquier humano; antes el Sol su curso quotidiano perderà, y faltará todo elemento; Antes en una red se unirà el viento, y el mar se agotará con una mano, que yo dexe de amar el soberano hechizo de mi vida, que es tu aliento. Compadezca mi llanto lastimoso tu pecho por mi mal endurecido, mi rendimiento no te sea odioso; Compadecete, al fin, Dueño querido, que no es accion de un pecho generoso usar tanto rigor con un rendido.

La Muger mas Constante.

Soy un afecto, y puntual servidor de las Damas, que aunque ignoro quien sea la de la Carta, por complacerla (suponiendo que leerá los Entretenimientos siguientes) harè una descripcion de lo que me pide: no hay sino atencion à la pintura, y no hechar la culpa al retrato, sino al original, pues de él se sacarà dicha copia.

Mui Señor mio: con el motivo de estar en una posada, mi quarto logra la immediacion de otros, que apenas los divide un endeble, y agujereado tabìque de suerte que se oye desde el mio quanto pasa en los agenos. Anoche, pues, le decia un huesped à su amigo: yo no sè en qué consiste que todo se conjura contra mí: en esta semana no he dicho cosa que haya aumentado mi credito; y en quantas conversaciones he presenciado me he visto confuso, sin lograr aplauso: llevaba prevencion de discursos brillantes; pero jamàs han venido a pelo: íba provisto de algunos cuentos, y salados chistes; pero al paso que yo los proporcionaba, cortaban el hilo como si lo hicieran á proposito: mas ha de quatro dias que vagan en mi cerebro algunos buenos dichos, sin que haya podido hacer el mas minimo uso de ellos, y si prosigue de este modo, creo firmente seré reputado por un simple: sin duda es este mi signo: ayer confiaba lucir con quatro viejas diciendoles las cosas mas bonitas del Mundo, y por mas que estuve dirigiendo la conversacion hacia mis pretensiones, jamás lo pude conseguir, porque á cada instante mudaban de sistèma: en fin, la reputacion de un hombre de talento en el dia cuesta mucho sostenerla, y no sé como tu has podido llegar à conseguirla.

Un pensamiento delicado me ocurre (dixo el otro) trabajemos acordes para hacernos entendidos: asociemonos, y cada dia se señalarà el asunto que hemos de tratar: nos socorreremos mutuamente, y si alguno quisiere interrumpirnos, le reduciremos á nuestra idea. Acordarèmos los parages en que se haya de aprobar quanto digan, y en los que se ha de contradecir: en donde se deba reir à carcajada: donde todo sea circunspeccion, y en fin, dando la ley en las conversaciones, y tertulias, causa-ran admiracion nuestros talentos: tú lucirás hoy, à mi me tocará mañana, y entrando juntos en algunas casas yo exclamaré (señalandote à tì) ¡qué hombre tan lleno! ¡Qué viveza! Recitarè algunos versos, aunque no sean mios, y diràs: yo estaba presente quando los hizo; desde luego que no empleó cinco minutos: ¡qué decir! ¡Què profundidad! Muchas veces disputarèmos, y dirán: mirad como se embisten: ellos no se ahorran con nadie: ¡qué entendimientos! Yo no sé por quien apueste. Todas las noches es preciso estudièmos las materias que se han de tratar al otro dia: comprarèmos ciertos libros que son recopilaciones de buenos dichos, compuestos para el uso de los que tienen poca capacidad: y aunque es demasiado serio, y caro, tomaremos todas las semanas ese papel nuevo intitulado El Curioso Entretenido, quien nos darà con el tiempo muchos materiales, y tal vez documentos para nuestro gobierno; y en fin, aunque no lo entendemos, èl tendrà algun requisito de moda, quando se ha introducido en los estrados, de tal modo, que con el timepo rodará todas las antesalas de nuestra Comarca.

Bien has pensado (dixo el otro) pero es preciso sostener nuestra fortuna: no basta proferir un buen dicho; es menester esparcirlo, y sembrarlo en todas partes, porque sinó es tiempo perdido. A la verdad (replicò el otro) no hay cosa mas fastidiosa, è insufrible, que ver morir una bella produccion en los oydos de los necios; aunque tambien se tiene la ventaja de que muchas simplezas pasan de rebozo, sin que pueden conocerlas; y pues es este el unico partido que debemos tomar, sigamos nuestro poyec-to, que desde luego antes de seis meses te aseguro una plaza en una de las Academias; temiendo solo, que desvanecido con el tropel de los aplausos, eches en olvido el beneficio de mis instrucciones.

Carta

Señor Entretenido: si el hombre, segun dicen los Filosofos, es un animal sociable, desde luego aseguro que los Cortejos, y Petimetres son mucho mas hombres; que el resto de los demás, por parecerme que la naturaleza unicamente los hizo para la sociedad; y asi he notado varias veces, que algunos no solo son sociables por mil titulos, sino que son la misma sociedad: ellos se multiplican en todas partes, pueblan las Ciudades, y cinqûen-ta hombres de estos hacen mas bulto, y viso, que tres-mil Artesànos; de manera que ellos solos pudieran reparar la perdida de un exercito.

Con razon deben ser comparados al azogue, por vivir en un continuo movimiento, siendo para ellos el asunto de mayor importancia preguntar à todos de donde vienen y á donde vàn: su politica se cifra solamente en visitar todos los dias sus tertulias, y conocimientos, de manera que pasan la vida al rededor de los enfermos, bodas, placemes, entierros, y enhorabuenas, retirandose tan molidos á sus casas, que apenas les queda tiempo en la noche para descansar, volviendo al otro dia à emprender de nuevo sus tareas.

Uno de estos espiritus ambulativos me llevò por honrarme à su casa, y entre otras muchas curiosidades me enseñò una lista donde tenia apuntados trescientos quarenta y siete entierros à que havia asistidio; quatrocientos quarenta y ocho parabienes de nacimientos que havia dado; tresmil y seiscientas enhorabuenas de empleos; ochocientos diez y nueve casamientos donde havia concurrido; ciento setenta mil Pasquas que havia tributado; siete mil targétas que havia consumido en dias: en fin, seria nunca acabar, querèros referir por menor todo lo que ha hecho, y visto en el discruso de quarenta años.

Lo que mas impresion me hizo fué un librito de memorias, donde tenia una coleccion de las Mugeres vacantes, su edad, é intereses; la distribucion de sus visitas; las horas mas à proposito para tales, y tales casas; el regimen, y modo de grangear la voluntad de los Padres; los tiempos en que debía hacer sus retiradas; la seria reflexion para el conocimiento de los distintos caractéres, y el modo de conducirse para estar bien con todas, hablandole á cada una à su gusto.

Mostròme de paso varios proyectos de economìa, y una minùta de todas las fondas donde daban de comer con mas conveniencia; no echando en olvido la apuntacion de algunos Peluqueros, Sastres, y otros oficios, que me asegurò sabían servir á sus parroquianos, dando bastante espéra para su cobro.

Señor Entretenido.

Cortejaba dichoso á una Señorita que igualmente me correspondía; pero el casual encuentro de verme con otra en la Alameda ha convertido su cariño en tal aborrecimiento, que huye en el dia de mi presencia, quando yo à todas horas procuro la suya. Supe por mis espìas se hallaba una noche de este Carnabal en un baile, á donde me dirigì immediatamente, llegando á sazon de principiar las contradanzas; y apenas puse los pies en la sala (por mi desgracia) quando fingiendo un accidente se empezò á descomponer aquel theatro, por ser las mas de las Señoras sus parientas, y amigas: alborotóse, en fin, la casa con la novedad, y cada qual se fué à la suya, siendo yo el instrumento de tantas desazones. Este odio tan reconcentrado que demuestra por una causa tan leve me tiene fuera de mi, y mas si considero las protextas conque aseguraba jamás me olvidaría: por lo que encarecidamente os suplico me aconsejeis como debo gobernarme, seguro de que serà mi Norte vuestro dictamen; interin queda de Vmd.

El abandonado sin culpa.

Respuesta.

No vaya Vmd. detràs de ella en cinco dias, y le buscrarà al sexto.

Noticias indiferentes

Buenas para unos, y malas para otros.

Dos damas de la primera distincion en la Republica de la vanidad, y poco seso, se han hallado poseìdas de la mas profunda tristeza por el termino de dos dias, quatro horas, ocho minutos, y tres segundos, con la fatal, y nunca bien sentida ausencia de sus decànos Cortejos, despachando seis postas á las respectivas paradas de sus Amantes, para tener individuales noticias de su im-portante salud; las que han sido (à Dios gracias) á medida de su deseo, por no haver ocurrido novedad interesante, mas que la de un leve resfriado con el motivo de la marcha, y cansancio. Dichas Heroìnas estàn resueltas à ir despachando correos, hasta que se aseguren en sus destinos, pues tienen copiosos caudales para gastarlos en todo lo que no sea de utilidad, ni beneficio de los Pobres; pero se asegura de tres horas à esta parte, que han abandonado tan zelosa resolucion, por haverse presentado en los parages publicos con bastante bri-llantez, ocupando su derecha otros visoños semi-cortejos, que denotaban en lo graciable de su aspecto, y vigor de sus expresiones, haver grangeado demasiado terreno en tan limitado tiempo.

Aviso al publico.

Madama extravagancia, y compañia ofrece à la vasta asamblea de modistas, y petimetres una nueva invencion de bolsas para el pelo: espera seràn recibidas con general aceptacion, y tendràn buen despacho, no solo por su moderado precio de quarenta y cinco reales, sino tambien por el adaptable titulo de la Union conque se denomìnan; no siendo regular, que haviendo variado todo en el Mundo, y siendo nuestros vestidos de tan diferentes colores, sean las infelices bolsas las que se vistan á la antigua, haciendonos commemoracion del Requiem que echamos ordinariamente à la espalda.

Siguen los proverbios. No hay daños con abundancia, que no se puedan llevar: Ni hay provecho qual gastar bien el tiempo antes que acabe: Ni sabe poco el que sabe vencer su dificultad: Ni hay viciosa ociosidad que mil males no acarrée: Ni lo que el hombre posée ha de ser para sì solo: Ni hay del uno al otro polo lugar sin integritud: Ni consuelo en senectud que se iguale al de la ciencia: Ni del malo la eloqüencia mas que una falsa agudeza: Ni luce antigua nobleza con la moderna mancilla: Ni es menester gran vaxilla para mitigar el hambre: Ni mas que un hilo de estambre para enfrenar al que es bueno: Ni en Republica hay veneno como un Republico escaso: Ni hacienda de Mida, ò Craso que sufra el gasto del uso: Ni del timido, y confuso se espere aumento de hacienda: Ni hay liberal que no penda de un hilo flaco, y delgado: Ni puede el bien que es pasado dar gozo en el mal presente: Ni hay cosa que mas contente que un deseo conseguido: Ni enfado al que es presumido como penetrar su intento: Ni sufre un gran pensamiento mediania en sus efectos: Ni habrà tan rudos sugetos que el arte no los mejore: Ni aunque el avaro athesore pondrá fin à su deseo: Ni suele dañar rodeo á lo que razon no pudo: Ni habrá viejo tan sesudo que no se parezca à un niño: Ni hermosa con desaliño que se estime su hermosura: Ni hora que estè segura siendo contraria la suerte.

El Jueves proximo saldrà el siguiente.

Entretenimiento VI. Quien, por mas que sean sus meritos no se convencerà de su inutilidad, si reflexiona dexa con la muerte un Mundo, en el qual no se siente su perdida, quedando tantos que puedan reemplazarla? De mu-chas gentes no hay mas que el nombre que pueda valer algo; y quando se miran de cerca, hacen menos impresion que de lejos. Hay tambien un gran numero de personas sin representacion, que exercerian muy bien sus cargos, haciendome pensar de este modo muchos sugetos, que haviendolos colocado solo la casualidad, han merecido el general aplauso. ¿Quantos hombres de merito, y talento han fenecido, sin que jamàs se haya hecho commemoracion de ellos? ¿Y quantos existen todavia, de quienes no se habla, ni se ha-blará jamás? Amarga cosa es para un hombre no tener partidarios, ni estàr incluido en algun cuerpo, ò Dignidad, pues por mas que sean sus meritos, necesita de otras recomendaciones para lucir, y vencer las tinieblas en que se halla. Los hombres se ocupan demasiado en sí para tener lugar de conocer los otros; por cuya causa suele estár la virtud ignorada mucho tiempo. A los grandes hombres falta ver la ocasion para serlo: unos pueden ser alabados de lo que hicieron, y otros de lo que huvieran hecho. Mas dificil es hallar entendimiento, que no gentes que se sirvan del suyo, ò pongan en uso el de los otros. Siempre es mayor la copia de instrumentos, que de artifices; y de estos mas son los malos: que los primorosos, y excelentes. Ardua empresa es adquirir un gran nombre: la vida fenece quando apenas se empieza à bosquejar la obra. ¿Què haremos de Zenòn que pide un empleo? ¿Se le pondrá en rentas, ò se le agregarà á las armas? Eso es indiferente, y el interès debe decidirlo. Es para todo, dicen sus amigos, de donde se infiere no ser para nada. Asi la mayor parte de nuestra ociosa juventud, corrompida, por la pereza, y los placeres, se persuade que en una mas abanzada edad es suficiente su indigencia, para que de justicia se le atienda, haviendo perdido el tiempo que debiera haver empleado con tal aplicacion, que la Republica, necesitada de sus luces, hechase mano de ellos para labrarles su fortuna. Debemos trabajar para merecer, y el conseguir debe estar al cuidado de los demás. Ser apreciables por sì solos sin vanagloria, es maxima de grande utilidad á los virtuo-sos, y hombres de talento, que saben grangear su fortuna; pero contraria á los grandes, porque disminuirìa su carrera, ò por mejor decir, el excesivo numero de sus esclavos; ignorandose en parte su autoridad, y privandoles enteramente del placer que reciben en ser menesterosos, y obsequiados; porque desterraría de las Cortes la parcialidad, el engaño, y adulacion, bolviendo á poner en su dignidad las diferentes condiciones de los hombres; les incitaría à la gloria, y amor de la virtud; y en cambio de inutiles cortesanos, harìa sabios economos, excelentes Padres de familia, ìntegros Jueces, grandes Capitanes, é insignes Oradores; siendo su principal objeto dexar vinculados à sus herederos menos thesoros, y mas christianos exemplares. Un hombre de merito, que ocupa un alto empleo, jamás se desvanece; pero el que tiene grande opinion de sì, no perdona trabajo qué redunde en su gloria; y si el primero satisface su aplicacion con el desinterés de los elogios, el segundo trabaja solo por el aplauso, no atendiendo mas, que à la estimacion, y re-conocimiento. Es la modestia lo que las sombras en una pintura; ellas le dàn la fuerza, y la animan: un exterior simple es vestido de los hombres vulgares, pero es un adorno en los que han colmado su vida de ilustres acciones. No pocos satisfechos de sì por alguna accion, ò trabajo que no les salió mal, persuadidos que la modestia sienta bien en los grandes personages, la aparentan contra su natural, por acreditarse mayores; parecidos á los de mediana estatura, que se bajan al pasar las puertas temiendo tropezar en sus marcos. Vuestro hijo es tartamudo, no le subais al Pulpito: el vuestro nació para el Mundo, no le encerreis en el Claustro: ese joven es endeble, y timido, no lo dediqueis á las armas: decis quereis adelantar su fortuna, colmadle de bienes, añadidle posesiones, llenadle de titulos, y le daràn mas honor segun el siglo en que vivimos, que no la virtud, y dignidades. Ah, me costará demasiado (añadis) ¿quien tal piensa? ¿Quien se para en eso? Haced qüenta que es sola una gota de agua la que sacais de ese rio para enriquecer à quien amais con tanto extremo. Si es costumbre hacernos tanta impresion las cosas extrañas ¿porquè nos ha de hacer tan poca la virtud? Si es dicha tener buen nacimiento, no lo es menos ser tales, que nadie pretenda hacer informaciones. Se aparecen de tiempo en tiempo unos hombres tan raros, y excelentes, que brillan por sus virtudes; semejantes en un todo à esas extraordinarias exalaciones de quien no conocemos el origen: por eso quando uno es excelente en su arte, ò profesion, se iguala à lo que hay de mas noble en el Mundo, sin que puedan servirle de impedimento sus principios. Decís que el oro resplandece en los vestidos de Romualdo, è igualmente brilla en casa de los Mercaderes: si le preguntais què hora es, sacará una exquisita muestra de repeticion: el puño de su espada es de un precioso esmalte: sus dedos se ven cubiertos de brillantes: en fin, no le falta alguno de aquellos requisitos que los hombres llevan mas que por adorno, por vanidad. Y bien: vos me poneis en gana de ver tantas preciosidades: remitidme, pues, los vestidos, y alhajas de Romualdo, y quedàos con su persona. Te engañas miserablemente si con esas exterioridades piensas merecer mas estimacion, no porque algunas veces los vestidos no caracterizan los hombres; y asi vemos de ordinario que aquel que no tiene tintura de las Ciencias, por solo el habito, ò distintivo se llama Doctòr; y una persona humilde, sepultada en su estudio, que ha meditado continuamente, que ha leìdo, y escrito toda su vida, apenas es un hombre docto. Entre nosotros el Soldado es valiente, y el que lo aparenta sabio, sin detenernos mas en inqui-rirlo. Hay algunos abortos de naturaleza, que son excepcion de sus reglas: el talento se adelanta à la edad, y casi nacen instruidos. Los espiritus que se contienen en su pequeña esfera, no pueden percibir la generalidad, que à veces se reconoce en un sugeto: divisan lo agradable, pero no lo sòlido: descubren las gracias del cuerpo, y no admiten los dones del alma. Un hombre de entendimiento de un simple, y recto caracter, puede caer en algun lazo, porque imagina que nadie quiere engañarlo; cuya confianza le hace ser menos cauto. Emilio por naturaleza alcanzò lo que otros no consiguen sino á fuerza de estudio: en sus primeros años no tuvo mas que apropiar á su caracter unos exercicios que le eran naturales: los juegos de su infancia eran otros tantos triunfos: su vida acompañada de una extrema felicidad, serìa ilustre por solas las acciones de la juventud, igualmente admirable en las cosas que ha hecho, como en las que huviera podido hacer: siempre le han aclamado como un hombre incapáz de ceder à su enemigo, ni doblarse al mayor numero por los obstaculos: un asedio, ó una retirada le han ennoblecido tanto, como sus triunfos; y despues de tantas conquistas que le colmaban de gloria, no hechando en olvido la modestia, solìa decir muchas veces hè huìdo, con la misma serenidad, y satisfaccion que decia, los hemos batido: un hombre dedicado enteramente al bien comun, y su familia: sincèro por Dios, y por los hombres: tan admirado del merito, como si le huviese sido menos propio, y familiar: un hombre, en fin, de razon, y verdad à quien acompañaron las virtudes. Policarpo es de una clase mediocre, pero los grandes le toleran: él no es erudìto, ni tiene correspondencia con los sabios: no tiene merito, pero conoce algunos que lo tienen: no es habil, pero tiene una lengua mui propia para interprete, y unos pies, que lo conducen velóz á qualquier parte: sabe los asuntos que corren, los secretos de las familias, el fondo del enredo que pasa entre aquellos dos amigos, el esplín de la otra Dama impertinente, y en fin, los mas reconditos arcános: ¿no aseguró á los unos, que su amistad no durarìa mucho tiempo? ¿No se hallò presen-te en el otro suceso? ¿No escuchò lo que se hablò? ¿No les aconsejo lo mas seguro? ¿Fueron atendidas sus razones? ¿A quien hablais de estas cosas? ¿Acaso lo ignorò? ¿Quien tuvo mas parte que Policarpo en los enredos de la Corte? ¿Y si eso no huviera sido asi, si no lo huviera por lo menos soñado, pensaría hacerlo creer á todo el Mundo, y tendrìa la misteriosa apariencia de un hombre que está de buelta de su embaxada? Victorino es paxaro adornado de diversas plumas que no son suyas: no habla, ni oye, repite los discursos, y se sir-ve tan naturalmente del entendimiento de otros, que suele ser el primero engañado, creyendo á menudo explicar su pensamiento, quando no es mas que repetir el eco de quien se aparta: es un hombre que de seguido habla una hora, y despues degenéra, y pierde al momento aquello que un poco de memoria le ha hecho producir: ignora quanto hay debajo de lo sublime, y es incapàz de saber hasta donde puede llegar el entendimiento: el crèe rotundamente que sabe todo lo que un hombre puede llegar á saber, por lo que no tiene embidia à nadie: se ha-bla à menudo á sì mismo, y lo declara: si vos le saludais, es ponerle en la confusion de si os debe corresponder, y mientras delibèra, estais ya distante: su vanidad le ha hecho hombre de bien, reduciendole à ser lo que no era: sabe que todo le sienta, perfectamente, y que su compostura està completa: cree por fin, que todos los hombres alternan por contemplarle. Los que habitan los Palacios suelen dormir en los quartos inferiores, no por modestia, sì por comodidad de las estaciones. Los que por mantener un talle fino, y palido color, no hacen mas que una comida, absteniendose del vino, y los licòres, no por eso son sobrios: otros que importunados, ò de quien tienen obligacion, ò de algun pobre amigo, les dàn algun socorro, no por eso son liberales, sino que compran su descanso. Solo el fin es quien dá el merito à las acciones, perfeccionandolas enteramente el desinterés. La falsa grandeza es feròz, è inaccesible, y como reconoce su flaqueza, se encubre, ò por lo menos no se presenta cara á cara, dexandose ver solamente en lo preciso para imponer respeto, y no parecer lo que es en sí: pero la verdadera es libre, dulce, y familiar: jamàs pierde por muy de cerca que la revisémos; antes quanto mas la tocamos, tanto mas nos admira: se inclina por bondad á sus inferiores, y sin violencia vuelve á su natural: alguna vez se abandona, pero siempre con el arbitrio de recobrarse: se entretiene, se rie, pero siempre con dignidad: su noble, y facil caracter inspira el respeto, y la confianza, haciendolos parecer su beneficencia mucho mas de lo que son en realidad. El sabio triunfa de la ambicion por la ambicion mis-ma, y aspirando à la heroicidad, no se limita á los puestos, y riquezas, ni vè en estas tan apreciables ventajas cosa de solidéz que pueda ocupar su corazon. El bien solo digno de merecer su cuidado, y de tentarle, es el de la gloria que debiera nacer de la virtud mas acendrada, á quien sin duda los hombres valúan en poco, quando la desestiman, y de ordinario la abandonan. Señor Curioso. Yo soy una Señorita de diez y ocho años, hija unica de una Viuda: poséo un rico patrimonio, y segun me dicen algunos, soy hermosa. Mientras viviò mi Padre tuve una educacion insulsa, y una vida poco conforme á mi tiempo, y calidad, pues no trataba sino con hombres machuchos, siempre estaba al lado de mi Madre, no freqüentaba comedias, ni visitas, rara vez el paseo, finalmente, el rosario, la Misa, la almohadilla, ò leccion de algun libro mistico, era la freqüente ocupacion de todo el dia: en este penoso cautiverio he vivido hasta ahora por la condicion de mi Padre, que ha nueve meses muriò: pero ahora (gracias à mi Madre) ya empiezo à tener un trato racional, y á saber de Mundo: tengo un Maestro que me enseña á sacar bien los pies, y baylar: otro que me instruye en formar las dulces cadencias de la musica: concurro á todas las visitas, y diversiones publicas, de donde ha dimanado tener trato con muchos petimetres que me favorecen en visitarme: mantengo un Peluquero que peina en dibujo à las mil maravillas: sé mi puntita de Italiano, y Frances: salgo de casa à todas horas con una criada, estando bien impuesta en todo el vasto ritual de las modas. Con estos nuevos, y bellos principios, y con mi genio que es bastante esparcido, he grangeado sin saber como, ò quando, una gracia, ò (segun me dicen todos) una sal, que me hace ser cada dia mas apreciada, y hermosa: finalmente, sé todas las novedades que ocurren en la Corte, y llamo de tù por su apellido à todos los Caballeros, por ser marcialidad, no ignorando tampoco aquellas etiquètas, esenciales obligaciones, y salados chistes, dignos, à la verdad, de una Señorita de mis circunstancias. Concurren (como he dicho) à mi casa algunos Caballeros, y entre ellos un D. Antonio, que me roba toda la atencion, porque canta unas seguidillas con mucho salero, toca muy bien la flauta, danza primorosamente, freqûenta el theatro, y entona el Bravo con su postdata de palmadas, se peina con elegancia, y vá equipado con todos los diges que se requieren, sortija de cifra, hevillas á lo Chartre, cajas, reloxes con charreteras de pelo, y plumage en el sombrero: este Señorito me ha insinuado varias veces que me tiene amor, y quisiera se proporcionase ocasion en donde pudiese mostrar su sin igual afecto: yo, que por haver vivido hasta aquí con la sujecion y clausura que he dicho, no estoy muy practica en estas cosas, he quedado indecisa hasta saber mejor esta materia; y haviendo visto en los primeros Entretenimientos lo claro, y desapasionado que Vmd. habla, y al mismo tiempo lo mucho que procura nuestro adelanta-miento, é instruccion, con este motivo me he tomado la licencia de suplicar à Vmd. me dé con la ingenuidad que acostumbra una exacta idea de lo que es amor, y cortejo; advirtiendo que por haver leìdo no pocas comedias de cinco meses á esta parte, he cobrado alguna aficion á la Poesía, y serà mas de mi aceptacion si acaso los definiese Vmd. en verso. Perdone Vmd. la molestia, y mande á su apasionada. Se me olvidaba advertir, que entre varios villetes que me ha escrito, me desazonò en parte este por hacerme en el poco favor, tratandome de Serrana, y Pastora, quando todas mis calidades son muy adamádas; el que remito à Vmd. no solo para que vea la confianza que hago de su ingenuidad, sino para confirmacion de mi justa quexa. Hermosa Serrana de amor embeleso, colmo de las dichas, de las gracias centro. Pastora enemiga, humano portento á quien todos rinden debidos inciensos. Quando tu pastúras los blancos corderos los prados florecen, verdean los cerros. Las simples ovejas, los cabritos tiernos allì donde pisas encuentran sustento. Todos los Pastores locos de contento sus rebaños dejan por irte siguiendo. Al sòn de sus flautas en rustico metro aplauden la dicha de mirar tu Cielo. En tanto consiguen los lobos hambrientos la presa, seguros de los Dueños presos. Luego que mis ojos à los tuyos vieron, quedé sin sentido sentido en extremo. Desde aquel instante, desde aquel momento estoy, que no sè si vivo, ò si muero. Si rio, si lloro, si velo, si duermo, si bebo, si como en tì solo pienso. Quiereme Pastora pues ves que te quiero: ¿mis amantes ojos no te lo dixeron? El pasear continuo tu choza, y terrero, el ser yo tu sombra en campos, y otéros, El mirarte afable, quedarme suspenso claramente indícan lo que estoy diciendo. Mas ai! De què sirven tan dulces afectos si dán en un bronce mis tristes lamentos. Dexa, pues, Zagàla dexa tanto ceño, que implìca en un Angel rigor tan violento. Dexa que rendido mi constante pecho disfrute amoroso delicias de Venus. Y qual Olmo, dexa que en lazos estrechos me acredite yedra de tu airoso cuello. Dexa, en fin, Zagála, que mis toscos versos de tus aras sean holocausto eterno. Soneto. Antes, mi dulce bien, el Firmamento lince penetrarà qualquier humano; antes el Sol su curso quotidiano perderà, y faltará todo elemento; Antes en una red se unirà el viento, y el mar se agotará con una mano, que yo dexe de amar el soberano hechizo de mi vida, que es tu aliento. Compadezca mi llanto lastimoso tu pecho por mi mal endurecido, mi rendimiento no te sea odioso; Compadecete, al fin, Dueño querido, que no es accion de un pecho generoso usar tanto rigor con un rendido. La Muger mas Constante. Soy un afecto, y puntual servidor de las Damas, que aunque ignoro quien sea la de la Carta, por complacerla (suponiendo que leerá los Entretenimientos siguientes) harè una descripcion de lo que me pide: no hay sino atencion à la pintura, y no hechar la culpa al retrato, sino al original, pues de él se sacarà dicha copia. Mui Señor mio: con el motivo de estar en una posada, mi quarto logra la immediacion de otros, que apenas los divide un endeble, y agujereado tabìque de suerte que se oye desde el mio quanto pasa en los agenos. Anoche, pues, le decia un huesped à su amigo: yo no sè en qué consiste que todo se conjura contra mí: en esta semana no he dicho cosa que haya aumentado mi credito; y en quantas conversaciones he presenciado me he visto confuso, sin lograr aplauso: llevaba prevencion de discursos brillantes; pero jamàs han venido a pelo: íba provisto de algunos cuentos, y salados chistes; pero al paso que yo los proporcionaba, cortaban el hilo como si lo hicieran á proposito: mas ha de quatro dias que vagan en mi cerebro algunos buenos dichos, sin que haya podido hacer el mas minimo uso de ellos, y si prosigue de este modo, creo firmente seré reputado por un simple: sin duda es este mi signo: ayer confiaba lucir con quatro viejas diciendoles las cosas mas bonitas del Mundo, y por mas que estuve dirigiendo la conversacion hacia mis pretensiones, jamás lo pude conseguir, porque á cada instante mudaban de sistèma: en fin, la reputacion de un hombre de talento en el dia cuesta mucho sostenerla, y no sé como tu has podido llegar à conseguirla. Un pensamiento delicado me ocurre (dixo el otro) trabajemos acordes para hacernos entendidos: asociemonos, y cada dia se señalarà el asunto que hemos de tratar: nos socorreremos mutuamente, y si alguno quisiere interrumpirnos, le reduciremos á nuestra idea. Acordarèmos los parages en que se haya de aprobar quanto digan, y en los que se ha de contradecir: en donde se deba reir à carcajada: donde todo sea circunspeccion, y en fin, dando la ley en las conversaciones, y tertulias, causa-ran admiracion nuestros talentos: tú lucirás hoy, à mi me tocará mañana, y entrando juntos en algunas casas yo exclamaré (señalandote à tì) ¡qué hombre tan lleno! ¡Qué viveza! Recitarè algunos versos, aunque no sean mios, y diràs: yo estaba presente quando los hizo; desde luego que no empleó cinco minutos: ¡qué decir! ¡Què profundidad! Muchas veces disputarèmos, y dirán: mirad como se embisten: ellos no se ahorran con nadie: ¡qué entendimientos! Yo no sé por quien apueste. Todas las noches es preciso estudièmos las materias que se han de tratar al otro dia: comprarèmos ciertos libros que son recopilaciones de buenos dichos, compuestos para el uso de los que tienen poca capacidad: y aunque es demasiado serio, y caro, tomaremos todas las semanas ese papel nuevo intitulado El Curioso Entretenido, quien nos darà con el tiempo muchos materiales, y tal vez documentos para nuestro gobierno; y en fin, aunque no lo entendemos, èl tendrà algun requisito de moda, quando se ha introducido en los estrados, de tal modo, que con el timepo rodará todas las antesalas de nuestra Comarca. Bien has pensado (dixo el otro) pero es preciso sostener nuestra fortuna: no basta proferir un buen dicho; es menester esparcirlo, y sembrarlo en todas partes, porque sinó es tiempo perdido. A la verdad (replicò el otro) no hay cosa mas fastidiosa, è insufrible, que ver morir una bella produccion en los oydos de los necios; aunque tambien se tiene la ventaja de que muchas simplezas pasan de rebozo, sin que pueden conocerlas; y pues es este el unico partido que debemos tomar, sigamos nuestro poyec-to, que desde luego antes de seis meses te aseguro una plaza en una de las Academias; temiendo solo, que desvanecido con el tropel de los aplausos, eches en olvido el beneficio de mis instrucciones. Carta Señor Entretenido: si el hombre, segun dicen los Filosofos, es un animal sociable, desde luego aseguro que los Cortejos, y Petimetres son mucho mas hombres; que el resto de los demás, por parecerme que la naturaleza unicamente los hizo para la sociedad; y asi he notado varias veces, que algunos no solo son sociables por mil titulos, sino que son la misma sociedad: ellos se multiplican en todas partes, pueblan las Ciudades, y cinqûen-ta hombres de estos hacen mas bulto, y viso, que tres-mil Artesànos; de manera que ellos solos pudieran reparar la perdida de un exercito. Con razon deben ser comparados al azogue, por vivir en un continuo movimiento, siendo para ellos el asunto de mayor importancia preguntar à todos de donde vienen y á donde vàn: su politica se cifra solamente en visitar todos los dias sus tertulias, y conocimientos, de manera que pasan la vida al rededor de los enfermos, bodas, placemes, entierros, y enhorabuenas, retirandose tan molidos á sus casas, que apenas les queda tiempo en la noche para descansar, volviendo al otro dia à emprender de nuevo sus tareas. Uno de estos espiritus ambulativos me llevò por honrarme à su casa, y entre otras muchas curiosidades me enseñò una lista donde tenia apuntados trescientos quarenta y siete entierros à que havia asistidio; quatrocientos quarenta y ocho parabienes de nacimientos que havia dado; tresmil y seiscientas enhorabuenas de empleos; ochocientos diez y nueve casamientos donde havia concurrido; ciento setenta mil Pasquas que havia tributado; siete mil targétas que havia consumido en dias: en fin, seria nunca acabar, querèros referir por menor todo lo que ha hecho, y visto en el discruso de quarenta años. Lo que mas impresion me hizo fué un librito de memorias, donde tenia una coleccion de las Mugeres vacantes, su edad, é intereses; la distribucion de sus visitas; las horas mas à proposito para tales, y tales casas; el regimen, y modo de grangear la voluntad de los Padres; los tiempos en que debía hacer sus retiradas; la seria reflexion para el conocimiento de los distintos caractéres, y el modo de conducirse para estar bien con todas, hablandole á cada una à su gusto. Mostròme de paso varios proyectos de economìa, y una minùta de todas las fondas donde daban de comer con mas conveniencia; no echando en olvido la apuntacion de algunos Peluqueros, Sastres, y otros oficios, que me asegurò sabían servir á sus parroquianos, dando bastante espéra para su cobro. Señor Entretenido. Cortejaba dichoso á una Señorita que igualmente me correspondía; pero el casual encuentro de verme con otra en la Alameda ha convertido su cariño en tal aborrecimiento, que huye en el dia de mi presencia, quando yo à todas horas procuro la suya. Supe por mis espìas se hallaba una noche de este Carnabal en un baile, á donde me dirigì immediatamente, llegando á sazon de principiar las contradanzas; y apenas puse los pies en la sala (por mi desgracia) quando fingiendo un accidente se empezò á descomponer aquel theatro, por ser las mas de las Señoras sus parientas, y amigas: alborotóse, en fin, la casa con la novedad, y cada qual se fué à la suya, siendo yo el instrumento de tantas desazones. Este odio tan reconcentrado que demuestra por una causa tan leve me tiene fuera de mi, y mas si considero las protextas conque aseguraba jamás me olvidaría: por lo que encarecidamente os suplico me aconsejeis como debo gobernarme, seguro de que serà mi Norte vuestro dictamen; interin queda de Vmd. El abandonado sin culpa. Respuesta. No vaya Vmd. detràs de ella en cinco dias, y le buscrarà al sexto. Noticias indiferentes Buenas para unos, y malas para otros. Dos damas de la primera distincion en la Republica de la vanidad, y poco seso, se han hallado poseìdas de la mas profunda tristeza por el termino de dos dias, quatro horas, ocho minutos, y tres segundos, con la fatal, y nunca bien sentida ausencia de sus decànos Cortejos, despachando seis postas á las respectivas paradas de sus Amantes, para tener individuales noticias de su im-portante salud; las que han sido (à Dios gracias) á medida de su deseo, por no haver ocurrido novedad interesante, mas que la de un leve resfriado con el motivo de la marcha, y cansancio. Dichas Heroìnas estàn resueltas à ir despachando correos, hasta que se aseguren en sus destinos, pues tienen copiosos caudales para gastarlos en todo lo que no sea de utilidad, ni beneficio de los Pobres; pero se asegura de tres horas à esta parte, que han abandonado tan zelosa resolucion, por haverse presentado en los parages publicos con bastante bri-llantez, ocupando su derecha otros visoños semi-cortejos, que denotaban en lo graciable de su aspecto, y vigor de sus expresiones, haver grangeado demasiado terreno en tan limitado tiempo. Aviso al publico. Madama extravagancia, y compañia ofrece à la vasta asamblea de modistas, y petimetres una nueva invencion de bolsas para el pelo: espera seràn recibidas con general aceptacion, y tendràn buen despacho, no solo por su moderado precio de quarenta y cinco reales, sino tambien por el adaptable titulo de la Union conque se denomìnan; no siendo regular, que haviendo variado todo en el Mundo, y siendo nuestros vestidos de tan diferentes colores, sean las infelices bolsas las que se vistan á la antigua, haciendonos commemoracion del Requiem que echamos ordinariamente à la espalda. Siguen los proverbios. No hay daños con abundancia, que no se puedan llevar: Ni hay provecho qual gastar bien el tiempo antes que acabe: Ni sabe poco el que sabe vencer su dificultad: Ni hay viciosa ociosidad que mil males no acarrée: Ni lo que el hombre posée ha de ser para sì solo: Ni hay del uno al otro polo lugar sin integritud: Ni consuelo en senectud que se iguale al de la ciencia: Ni del malo la eloqüencia mas que una falsa agudeza: Ni luce antigua nobleza con la moderna mancilla: Ni es menester gran vaxilla para mitigar el hambre: Ni mas que un hilo de estambre para enfrenar al que es bueno: Ni en Republica hay veneno como un Republico escaso: Ni hacienda de Mida, ò Craso que sufra el gasto del uso: Ni del timido, y confuso se espere aumento de hacienda: Ni hay liberal que no penda de un hilo flaco, y delgado: Ni puede el bien que es pasado dar gozo en el mal presente: Ni hay cosa que mas contente que un deseo conseguido: Ni enfado al que es presumido como penetrar su intento: Ni sufre un gran pensamiento mediania en sus efectos: Ni habrà tan rudos sugetos que el arte no los mejore: Ni aunque el avaro athesore pondrá fin à su deseo: Ni suele dañar rodeo á lo que razon no pudo: Ni habrá viejo tan sesudo que no se parezca à un niño: Ni hermosa con desaliño que se estime su hermosura: Ni hora que estè segura siendo contraria la suerte. El Jueves proximo saldrà el siguiente.