Entretenimiento VI.
Quien, por mas que sean
sus meritos no se convencerà de su inutilidad, si reflexiona dexa con la
muerte un Mundo, en el qual no se siente su perdida, quedando tantos que
puedan reemplazarla? De mu-chas gentes no hay mas que el
nombre que pueda valer algo; y quando se miran de cerca, hacen menos
impresion que de lejos. Hay tambien un gran numero de personas sin
representacion, que exercerian muy bien sus cargos, haciendome pensar de
este modo muchos sugetos, que haviendolos colocado solo la casualidad,
han merecido el general aplauso. ¿Quantos hombres de merito, y talento
han fenecido, sin que jamàs se haya hecho commemoracion de ellos? ¿Y
quantos existen todavia, de quienes no se habla, ni se ha-blará jamás? Amarga cosa es para un hombre no tener partidarios, ni
estàr incluido en algun cuerpo, ò Dignidad, pues por mas que sean sus
meritos, necesita de otras recomendaciones para lucir, y vencer las
tinieblas en que se halla. Los hombres se ocupan demasiado en sí para
tener lugar de conocer los otros; por cuya causa suele estár la virtud
ignorada mucho tiempo. A los grandes hombres falta ver la ocasion para
serlo: unos pueden ser alabados de lo que hicieron, y otros de lo que
huvieran hecho. Mas dificil es hallar entendimiento, que
no gentes que se sirvan del suyo, ò pongan en uso el de los otros.
Siempre es mayor la copia de instrumentos, que de artifices; y de estos
mas son los malos: que los primorosos, y excelentes.
Ardua empresa es adquirir un gran nombre: la vida fenece quando apenas se
empieza à bosquejar la obra.
¿Què haremos de Zenòn que pide un
empleo? ¿Se le pondrá en rentas, ò se le agregarà á las armas? Eso es
indiferente, y el interès debe decidirlo. Es para todo, dicen sus
amigos, de donde se infiere no ser para nada. Asi la mayor
parte de nuestra ociosa juventud, corrompida, por la pereza, y los
placeres, se persuade que en una mas abanzada edad es suficiente su
indigencia, para que de justicia se le atienda, haviendo perdido el
tiempo que debiera haver empleado con tal aplicacion, que la Republica,
necesitada de sus luces, hechase mano de ellos para labrarles su
fortuna.
Debemos trabajar para merecer, y el conseguir debe estar al cuidado de
los demás. Ser apreciables por sì solos sin vanagloria, es maxima de
grande utilidad á los virtuo-sos, y hombres de talento, que
saben grangear su fortuna; pero contraria á los grandes, porque
disminuirìa su carrera, ò por mejor decir, el excesivo numero de sus
esclavos; ignorandose en parte su autoridad, y privandoles enteramente
del placer que reciben en ser menesterosos, y obsequiados; porque
desterraría de las Cortes la parcialidad, el engaño, y adulacion,
bolviendo á poner en su dignidad las diferentes condiciones de los
hombres; les incitaría à la gloria, y amor de la virtud; y en cambio de
inutiles cortesanos, harìa sabios economos, excelentes
Padres de familia, ìntegros Jueces, grandes Capitanes, é insignes
Oradores; siendo su principal objeto dexar vinculados à sus herederos
menos thesoros, y mas christianos exemplares.
Un hombre de merito, que ocupa un alto empleo, jamás se desvanece; pero
el que tiene grande opinion de sì, no perdona trabajo qué redunde en su
gloria; y si el primero satisface su aplicacion con el desinterés de los
elogios, el segundo trabaja solo por el aplauso, no atendiendo mas, que
à la estimacion, y re-conocimiento. Es la modestia lo que
las sombras en una pintura; ellas le dàn la fuerza, y la animan: un
exterior simple es vestido de los hombres vulgares, pero es un adorno en
los que han colmado su vida de ilustres acciones. No pocos satisfechos
de sì por alguna accion, ò trabajo que no les salió mal, persuadidos que
la modestia sienta bien en los grandes personages, la aparentan contra
su natural, por acreditarse mayores; parecidos á los de mediana
estatura, que se bajan al pasar las puertas temiendo tropezar en sus
marcos.
Vuestro hijo es tartamudo, no le
subais al Pulpito: el vuestro nació para el Mundo, no le encerreis en el
Claustro: ese joven es endeble, y timido, no lo dediqueis á las armas:
decis quereis adelantar su fortuna, colmadle de bienes, añadidle
posesiones, llenadle de titulos, y le daràn mas honor segun el siglo en
que vivimos, que no la virtud, y dignidades. Ah, me costará demasiado
(añadis) ¿quien tal piensa? ¿Quien se para en eso? Haced qüenta que es
sola una gota de agua la que sacais de ese rio para enriquecer à quien
amais con tanto extremo.
Si es costumbre hacernos tanta impresion las cosas extrañas ¿porquè nos
ha de hacer tan poca la virtud? Si es dicha tener buen nacimiento, no lo
es menos ser tales, que nadie pretenda hacer informaciones. Se aparecen
de tiempo en tiempo unos hombres tan raros, y excelentes, que brillan
por sus virtudes; semejantes en un todo à esas extraordinarias
exalaciones de quien no conocemos el origen: por eso quando uno es
excelente en su arte, ò profesion, se iguala à lo que hay de mas noble
en el Mundo, sin que puedan servirle de impedimento sus
principios.
Decís que el oro resplandece en los
vestidos de Romualdo, è igualmente brilla en casa de los
Mercaderes: si le preguntais què hora es, sacará una exquisita muestra
de repeticion: el puño de su espada es de un precioso esmalte: sus dedos
se ven cubiertos de brillantes: en fin, no le falta alguno de aquellos
requisitos que los hombres llevan mas que por adorno, por vanidad. Y
bien: vos me poneis en gana de ver tantas preciosidades: remitidme,
pues, los vestidos, y alhajas de Romualdo, y quedàos con su persona.
Te engañas miserablemente si con esas exterioridades piensas merecer mas
estimacion, no porque algunas veces los vestidos no caracterizan los
hombres; y asi vemos de ordinario que aquel que no tiene tintura de las
Ciencias, por solo el habito, ò distintivo se llama Doctòr; y una
persona humilde, sepultada en su estudio, que ha meditado continuamente,
que ha leìdo, y escrito toda su vida, apenas es un hombre docto. Entre
nosotros el Soldado es valiente, y el que lo aparenta sabio, sin
detenernos mas en inqui-rirlo. Hay algunos abortos de
naturaleza, que son excepcion de sus reglas: el talento se adelanta à la
edad, y casi nacen instruidos. Los espiritus que se contienen en su
pequeña esfera, no pueden percibir la generalidad, que à veces se
reconoce en un sugeto: divisan lo agradable, pero no lo sòlido:
descubren las gracias del cuerpo, y no admiten los dones del alma. Un
hombre de entendimiento de un simple, y recto caracter, puede caer en
algun lazo, porque imagina que nadie quiere engañarlo; cuya confianza le
hace ser menos cauto.
Emilio por naturaleza alcanzò lo que otros no consiguen
sino á fuerza de estudio: en sus primeros años no tuvo mas que apropiar
á su caracter unos exercicios que le eran naturales: los juegos de su
infancia eran otros tantos triunfos: su vida acompañada de una extrema
felicidad, serìa ilustre por solas las acciones de la juventud,
igualmente admirable en las cosas que ha hecho, como en las que huviera
podido hacer: siempre le han aclamado como un hombre incapáz de ceder à
su enemigo, ni doblarse al mayor numero por los obstaculos: un asedio, ó una retirada le han ennoblecido tanto, como sus
triunfos; y despues de tantas conquistas que le colmaban de gloria, no
hechando en olvido la modestia, solìa decir muchas veces hè huìdo, con la misma serenidad, y satisfaccion
que decia, los hemos batido: un hombre dedicado
enteramente al bien comun, y su familia: sincèro por Dios, y por los
hombres: tan admirado del merito, como si le huviese sido menos propio,
y familiar: un hombre, en fin, de razon, y verdad à quien acompañaron
las virtudes.
Policarpo es de una clase mediocre, pero
los grandes le toleran: él no es erudìto, ni tiene correspondencia con
los sabios: no tiene merito, pero conoce algunos que lo tienen: no es
habil, pero tiene una lengua mui propia para interprete, y unos pies,
que lo conducen velóz á qualquier parte: sabe los asuntos que corren,
los secretos de las familias, el fondo del enredo que pasa entre
aquellos dos amigos, el esplín de la otra Dama impertinente, y en fin,
los mas reconditos arcános: ¿no aseguró á los unos, que su amistad no
durarìa mucho tiempo? ¿No se hallò presen-te en el otro
suceso? ¿No escuchò lo que se hablò? ¿No les aconsejo lo mas seguro?
¿Fueron atendidas sus razones? ¿A quien hablais de estas cosas? ¿Acaso
lo ignorò? ¿Quien tuvo mas parte que Policarpo en
los enredos de la Corte? ¿Y si eso no huviera sido asi, si no lo huviera
por lo menos soñado, pensaría hacerlo creer á todo el Mundo, y tendrìa
la misteriosa apariencia de un hombre que está de buelta de su embaxada?
Victorino es paxaro adornado de diversas plumas que no
son suyas: no habla, ni oye, repite los discursos, y se sir-ve tan naturalmente del entendimiento de otros, que suele ser el
primero engañado, creyendo á menudo explicar su pensamiento, quando no
es mas que repetir el eco de quien se aparta: es un hombre que de
seguido habla una hora, y despues degenéra, y pierde al momento aquello
que un poco de memoria le ha hecho producir: ignora quanto hay debajo de
lo sublime, y es incapàz de saber hasta donde puede llegar el
entendimiento: el crèe rotundamente que sabe todo lo que un hombre puede
llegar á saber, por lo que no tiene embidia à nadie: se ha-bla à menudo á sì mismo, y lo declara: si vos le saludais, es ponerle
en la confusion de si os debe corresponder, y mientras delibèra, estais
ya distante: su vanidad le ha hecho hombre de bien, reduciendole à ser
lo que no era: sabe que todo le sienta, perfectamente, y que su
compostura està completa: cree por fin, que todos los hombres alternan
por contemplarle.
Los que habitan los Palacios suelen dormir en los quartos inferiores, no
por modestia, sì por comodidad de las estaciones. Los que por mantener
un talle fino, y palido color, no hacen mas que una
comida, absteniendose del vino, y los licòres, no por eso son sobrios:
otros que importunados, ò de quien tienen obligacion, ò de algun pobre
amigo, les dàn algun socorro, no por eso son liberales, sino que compran
su descanso. Solo el fin es quien dá el merito à las acciones,
perfeccionandolas enteramente el desinterés. La falsa grandeza es feròz,
è inaccesible, y como reconoce su flaqueza, se encubre, ò por lo menos
no se presenta cara á cara, dexandose ver solamente en lo preciso para
imponer respeto, y no parecer lo que es en sí: pero la
verdadera es libre, dulce, y familiar: jamàs pierde por muy de cerca que
la revisémos; antes quanto mas la tocamos, tanto mas nos admira: se
inclina por bondad á sus inferiores, y sin violencia vuelve á su
natural: alguna vez se abandona, pero siempre con el arbitrio de
recobrarse: se entretiene, se rie, pero siempre con dignidad: su noble,
y facil caracter inspira el respeto, y la confianza, haciendolos parecer
su beneficencia mucho mas de lo que son en realidad.
El sabio triunfa de la ambicion por la ambicion mis-ma, y
aspirando à la heroicidad, no se limita á los puestos, y riquezas, ni vè
en estas tan apreciables ventajas cosa de solidéz que pueda ocupar su
corazon. El bien solo digno de merecer su cuidado, y de tentarle, es el
de la gloria que debiera nacer de la virtud mas acendrada, á quien sin
duda los hombres valúan en poco, quando la desestiman, y de ordinario la
abandonan.
Señor Curioso.
Yo soy una Señorita de diez y ocho
años, hija unica de una Viuda: poséo un rico patrimonio, y segun me
dicen algunos, soy hermosa. Mientras viviò mi Padre tuve una educacion
insulsa, y una vida poco conforme á mi tiempo, y calidad, pues no
trataba sino con hombres machuchos, siempre estaba al lado de mi Madre,
no freqüentaba comedias, ni visitas, rara vez el paseo, finalmente, el
rosario, la Misa, la almohadilla, ò leccion de algun libro mistico, era
la freqüente ocupacion de todo el dia: en este penoso
cautiverio he vivido hasta ahora por la condicion de mi Padre, que ha
nueve meses muriò: pero ahora (gracias à mi Madre) ya empiezo à tener un
trato racional, y á saber de Mundo: tengo un Maestro que me enseña á
sacar bien los pies, y baylar: otro que me instruye en formar las dulces
cadencias de la musica: concurro á todas las visitas, y diversiones
publicas, de donde ha dimanado tener trato con muchos petimetres que me
favorecen en visitarme: mantengo un Peluquero que peina en
dibujo à las mil maravillas: sé mi puntita de Italiano, y Frances: salgo
de casa à todas horas con una criada, estando bien impuesta en todo el
vasto ritual de las modas.
Con estos nuevos, y bellos principios, y con mi genio que es bastante
esparcido, he grangeado sin saber como, ò quando, una gracia, ò (segun
me dicen todos) una sal, que me hace ser cada dia mas apreciada, y
hermosa: finalmente, sé todas las novedades que ocurren en la Corte, y
llamo de tù por su apellido à todos los Caballeros, por ser marcialidad, no ignorando tampoco aquellas etiquètas, esenciales
obligaciones, y salados chistes, dignos, à la verdad, de una Señorita de
mis circunstancias.
Concurren (como he dicho) à mi
casa algunos Caballeros, y entre ellos un D. Antonio, que
me roba toda la atencion, porque canta unas seguidillas con mucho
salero, toca muy bien la flauta, danza primorosamente, freqûenta el
theatro, y entona el Bravo con su postdata de
palmadas, se peina con elegancia, y vá equipado con todos los diges que
se requieren, sortija de cifra, hevillas á lo Chartre,
cajas, reloxes con charreteras de pelo, y plumage en el sombrero: este
Señorito me ha insinuado varias veces que me tiene amor, y quisiera se
proporcionase ocasion en donde pudiese mostrar su sin igual afecto:
yo, que por haver vivido hasta aquí
con la sujecion y clausura que he dicho, no estoy muy practica en estas
cosas, he quedado indecisa hasta saber mejor esta materia; y haviendo
visto en los primeros Entretenimientos lo claro, y desapasionado que
Vmd. habla, y al mismo tiempo lo mucho que procura nuestro adelanta-miento, é instruccion, con este motivo me he tomado la
licencia de suplicar à Vmd. me dé con la ingenuidad que acostumbra una
exacta idea de lo que es amor, y cortejo; advirtiendo que por haver
leìdo no pocas comedias de cinco meses á esta parte, he cobrado alguna
aficion á la Poesía, y serà mas de mi aceptacion si acaso los definiese
Vmd. en verso. Perdone Vmd. la molestia, y mande á su apasionada.
Se me olvidaba advertir, que entre varios villetes que me ha escrito, me
desazonò en parte este por hacerme en el poco favor,
tratandome de Serrana, y Pastora, quando todas mis calidades son muy
adamádas; el que remito à Vmd. no solo para que vea la confianza que
hago de su ingenuidad, sino para confirmacion de mi justa quexa.
Hermosa Serrana
de amor embeleso,
colmo de las dichas,
de las gracias centro.
Pastora enemiga,
humano portento
á quien todos rinden
debidos inciensos.
Quando tu pastúras
los blancos corderos
los prados florecen,
verdean los cerros.
Las simples ovejas,
los cabritos tiernos
allì donde pisas
encuentran sustento.
Todos los Pastores
locos de contento
sus rebaños dejan
por irte siguiendo.
Al sòn de sus flautas
en rustico metro
aplauden la dicha
de mirar tu Cielo.
En tanto consiguen
los lobos hambrientos
la presa, seguros
de los Dueños presos.
Luego que mis ojos
à los tuyos vieron,
quedé sin sentido
sentido en extremo.
Desde aquel instante,
desde aquel momento
estoy, que no sè
si vivo, ò si muero.
Si rio, si lloro,
si velo, si duermo,
si bebo, si como
en tì solo pienso.
Quiereme Pastora
pues ves que te quiero:
¿mis amantes ojos
no te lo dixeron?
El pasear continuo
tu choza, y terrero,
el ser yo tu sombra
en campos, y otéros,
El mirarte afable,
quedarme suspenso
claramente indícan
lo que estoy diciendo.
Mas ai! De què sirven
tan dulces afectos
si dán en un bronce
mis tristes lamentos.
Dexa, pues, Zagàla
dexa tanto ceño,
que implìca en un Angel
rigor tan violento.
Dexa que rendido
mi constante pecho
disfrute amoroso
delicias de Venus.
Y qual Olmo, dexa
que en lazos estrechos
me acredite yedra
de tu airoso cuello.
Dexa, en fin, Zagála,
que mis toscos versos
de tus aras sean
holocausto eterno.
Soneto.
Antes, mi dulce bien, el Firmamento
lince penetrarà qualquier humano;
antes el Sol su curso quotidiano
perderà, y faltará todo elemento;
Antes en una red se unirà el viento,
y el mar se agotará con una mano,
que yo dexe de amar el soberano
hechizo de mi vida, que es tu aliento.
Compadezca mi llanto lastimoso
tu pecho por mi mal endurecido,
mi rendimiento no te sea odioso;
Compadecete, al fin, Dueño querido,
que no es accion de un pecho generoso
usar tanto rigor con un rendido.
La Muger mas Constante.
Soy un afecto, y puntual servidor
de las Damas, que aunque ignoro quien sea la de la Carta, por
complacerla (suponiendo que leerá los Entretenimientos siguientes) harè
una descripcion de lo que me pide: no hay sino atencion à la pintura, y
no hechar la culpa al retrato, sino al original, pues de él se sacarà
dicha copia.
Mui Señor mio: con el motivo de
estar en una posada, mi quarto logra la immediacion de otros, que apenas
los divide un endeble, y agujereado tabìque de suerte que
se oye desde el mio quanto pasa en los agenos. Anoche, pues, le decia un
huesped à su amigo:
yo no sè en qué consiste que todo
se conjura contra mí: en esta semana no he dicho cosa que haya aumentado
mi credito; y en quantas conversaciones he presenciado me he visto
confuso, sin lograr aplauso: llevaba prevencion de discursos brillantes;
pero jamàs han venido a pelo: íba provisto de algunos cuentos, y salados
chistes; pero al paso que yo los proporcionaba, cortaban el hilo como si
lo hicieran á proposito: mas ha de quatro dias que vagan
en mi cerebro algunos buenos dichos, sin que haya podido hacer el mas
minimo uso de ellos, y si prosigue de este modo, creo firmente seré
reputado por un simple: sin duda es este mi signo: ayer confiaba lucir
con quatro viejas diciendoles las cosas mas bonitas del Mundo, y por mas
que estuve dirigiendo la conversacion hacia mis pretensiones, jamás lo
pude conseguir, porque á cada instante mudaban de sistèma: en fin, la
reputacion de un hombre de talento en el dia cuesta mucho sostenerla, y
no sé como tu has podido llegar à conseguirla.
Un pensamiento delicado me ocurre (dixo el otro) trabajemos acordes para
hacernos entendidos: asociemonos, y cada dia se señalarà el asunto que
hemos de tratar: nos socorreremos mutuamente, y si alguno quisiere
interrumpirnos, le reduciremos á nuestra idea. Acordarèmos los parages
en que se haya de aprobar quanto digan, y en los que se ha de
contradecir: en donde se deba reir à carcajada: donde todo sea
circunspeccion, y en fin, dando la ley en las conversaciones, y
tertulias, causa-ran admiracion nuestros talentos: tú
lucirás hoy, à mi me tocará mañana, y entrando juntos en algunas casas
yo exclamaré (señalandote à tì) ¡qué hombre tan lleno! ¡Qué viveza!
Recitarè algunos versos, aunque no sean mios, y diràs: yo estaba
presente quando los hizo; desde luego que no empleó cinco minutos: ¡qué
decir! ¡Què profundidad! Muchas veces disputarèmos, y dirán: mirad como
se embisten: ellos no se ahorran con nadie: ¡qué entendimientos! Yo no
sé por quien apueste. Todas las noches es preciso estudièmos las
materias que se han de tratar al otro dia: comprarèmos
ciertos libros que son recopilaciones de buenos dichos, compuestos para
el uso de los que tienen poca capacidad: y aunque es demasiado serio, y
caro, tomaremos todas las semanas ese papel nuevo intitulado El Curioso Entretenido, quien nos darà con el tiempo muchos
materiales, y tal vez documentos para nuestro gobierno; y en fin, aunque
no lo entendemos, èl tendrà algun requisito de moda, quando se ha
introducido en los estrados, de tal modo, que con el timepo rodará todas
las antesalas de nuestra Comarca.
Bien has pensado (dixo el otro) pero es preciso sostener nuestra fortuna:
no basta proferir un buen dicho; es menester esparcirlo, y sembrarlo en
todas partes, porque sinó es tiempo perdido. A la verdad (replicò el
otro) no hay cosa mas fastidiosa, è insufrible, que ver morir una bella
produccion en los oydos de los necios; aunque tambien se tiene la
ventaja de que muchas simplezas pasan de rebozo, sin que pueden
conocerlas; y pues es este el unico partido que debemos tomar, sigamos
nuestro poyec-to, que desde luego antes de seis meses te
aseguro una plaza en una de las Academias; temiendo solo, que
desvanecido con el tropel de los aplausos, eches en olvido el beneficio
de mis instrucciones.
Carta
Señor Entretenido:
si el hombre, segun dicen los
Filosofos, es un animal sociable, desde luego aseguro que los
Cortejos, y Petimetres son mucho mas hombres; que el resto de los
demás, por parecerme que la naturaleza unicamente los hizo para la
sociedad; y asi he notado varias veces, que algunos no solo son
sociables por mil titulos, sino que son la misma sociedad: ellos se
multiplican en todas partes, pueblan las Ciudades, y cinqûen-ta hombres de estos hacen mas bulto, y viso, que
tres-mil Artesànos; de manera que ellos solos pudieran reparar la
perdida de un exercito.
Con razon deben ser comparados al azogue, por vivir en un continuo
movimiento, siendo para ellos el asunto de mayor importancia
preguntar à todos de donde vienen y á donde vàn: su politica se
cifra solamente en visitar todos los dias sus tertulias, y
conocimientos, de manera que pasan la vida al rededor de los
enfermos, bodas, placemes, entierros, y enhorabuenas, retirandose
tan molidos á sus casas, que apenas les queda tiempo
en la noche para descansar, volviendo al otro dia à emprender de
nuevo sus tareas.
Uno de estos espiritus ambulativos me llevò por honrarme à su casa, y
entre otras muchas curiosidades me enseñò una lista donde tenia
apuntados trescientos quarenta y siete entierros à que havia
asistidio; quatrocientos quarenta y ocho parabienes de nacimientos
que havia dado; tresmil y seiscientas enhorabuenas de empleos;
ochocientos diez y nueve casamientos donde havia concurrido; ciento
setenta mil Pasquas que havia tributado; siete mil
targétas que havia consumido en dias: en fin, seria nunca acabar,
querèros referir por menor todo lo que ha hecho, y visto en el
discruso de quarenta años.
Lo que mas impresion me hizo fué un librito de memorias, donde tenia
una coleccion de las Mugeres vacantes, su edad, é intereses; la
distribucion de sus visitas; las horas mas à proposito para tales, y
tales casas; el regimen, y modo de grangear la voluntad de los
Padres; los tiempos en que debía hacer sus retiradas; la seria
reflexion para el conocimiento de los distintos
caractéres, y el modo de conducirse para estar bien con todas,
hablandole á cada una à su gusto.
Mostròme de paso varios proyectos de economìa, y una minùta de todas
las fondas donde daban de comer con mas conveniencia; no echando en
olvido la apuntacion de algunos Peluqueros, Sastres, y otros
oficios, que me asegurò sabían servir á sus parroquianos, dando
bastante espéra para su cobro.
Señor Entretenido.
Cortejaba dichoso á una
Señorita que igualmente me correspondía; pero el casual encuentro de
verme con otra en la Alameda ha convertido su cariño en tal
aborrecimiento, que huye en el dia de mi presencia, quando yo à
todas horas procuro la suya. Supe por mis espìas se hallaba una
noche de este Carnabal en un baile, á donde me dirigì
immediatamente, llegando á sazon de principiar las contradanzas; y
apenas puse los pies en la sala (por mi desgracia)
quando fingiendo un accidente se empezò á descomponer aquel theatro,
por ser las mas de las Señoras sus parientas, y amigas: alborotóse,
en fin, la casa con la novedad, y cada qual se fué à la suya, siendo
yo el instrumento de tantas desazones.
Este odio tan reconcentrado que
demuestra por una causa tan leve me tiene fuera de mi, y mas si
considero las protextas conque aseguraba jamás me olvidaría: por lo
que encarecidamente os suplico me aconsejeis como debo gobernarme,
seguro de que serà mi Norte vuestro dictamen; interin
queda de Vmd.
El abandonado sin culpa.
Respuesta.
No vaya Vmd. detràs de ella en cinco dias, y le buscrarà al
sexto.
Noticias indiferentes
Buenas para unos, y malas para otros.
Dos damas de la primera distincion en la Republica de
la vanidad, y poco seso, se han hallado poseìdas de la mas
profunda tristeza por el termino de dos dias, quatro horas, ocho
minutos, y tres segundos, con la fatal, y nunca bien sentida
ausencia de sus decànos Cortejos, despachando seis postas á las
respectivas paradas de sus Amantes, para tener individuales
noticias de su im-portante salud; las que han sido
(à Dios gracias) á medida de su deseo, por no haver ocurrido
novedad interesante, mas que la de un leve resfriado con el
motivo de la marcha, y cansancio. Dichas Heroìnas estàn
resueltas à ir despachando correos, hasta que se aseguren en sus
destinos, pues tienen copiosos caudales para gastarlos en todo
lo que no sea de utilidad, ni beneficio de los Pobres; pero se
asegura de tres horas à esta parte, que han abandonado tan
zelosa resolucion, por haverse presentado en los parages
publicos con bastante bri-llantez, ocupando su
derecha otros visoños semi-cortejos, que denotaban en lo
graciable de su aspecto, y vigor de sus expresiones, haver
grangeado demasiado terreno en tan limitado tiempo.
Aviso al
publico.
Madama extravagancia, y compañia ofrece à la vasta
asamblea de modistas, y petimetres una nueva invencion de bolsas
para el pelo: espera seràn recibidas con general aceptacion, y
tendràn buen despacho, no solo por su moderado
precio de quarenta y cinco reales, sino tambien por el adaptable
titulo de la Union conque se denomìnan;
no siendo regular, que haviendo variado todo en el Mundo, y
siendo nuestros vestidos de tan diferentes colores, sean las
infelices bolsas las que se vistan á la antigua, haciendonos
commemoracion del Requiem que echamos ordinariamente à la
espalda.
Siguen los proverbios.
No hay daños con abundancia,
que no se puedan llevar:
Ni hay provecho qual gastar
bien el tiempo antes que acabe:
Ni sabe poco el que sabe
vencer su dificultad:
Ni hay viciosa ociosidad
que mil males no acarrée:
Ni lo que el hombre posée
ha de ser para sì solo:
Ni hay del uno al otro polo
lugar sin integritud:
Ni consuelo en senectud
que se iguale al de la ciencia:
Ni del malo la eloqüencia
mas que una falsa agudeza:
Ni luce antigua nobleza
con la moderna mancilla:
Ni es menester gran vaxilla
para mitigar el hambre:
Ni mas que un hilo de estambre
para enfrenar al que es bueno:
Ni en Republica hay veneno
como un Republico escaso:
Ni hacienda de Mida, ò Craso
que sufra el gasto del uso:
Ni del timido, y confuso
se espere aumento de hacienda:
Ni hay liberal que no penda
de un hilo flaco, y delgado:
Ni puede el bien que es pasado
dar gozo en el mal presente:
Ni hay cosa que mas contente
que un deseo conseguido:
Ni enfado al que es presumido
como penetrar su intento:
Ni sufre un gran pensamiento
mediania en sus efectos:
Ni habrà tan rudos sugetos
que el arte no los mejore:
Ni aunque el avaro athesore
pondrá fin à su deseo:
Ni suele dañar rodeo
á lo que razon no pudo:
Ni habrá viejo tan sesudo
que no se parezca à un niño:
Ni hermosa con desaliño
que se estime su hermosura:
Ni hora que estè segura
siendo contraria la suerte.
El Jueves proximo saldrà el
siguiente.