Discurso CLIV Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) Moralische Wochenschriften Elisabeth Hobisch Editor Magdalena Mandl Editor Julia Obermayr Editor Katharina Tez Editor Institut für Romanistik, Universität Graz 13.07.2016 o:mws-105-625 Anonym: El Censor. Obra periódica. Madrid: 1781-1787, 451-469 El Censor 8 154 1787 Spanien Ebene 1 Ebene 2 Ebene 3 Ebene 4 Ebene 5 Ebene 6 Allgemeine Erzählung Selbstportrait Fremdportrait Dialog Allegorisches Erzählen Traumerzählung Fabelerzählung Satirisches Erzählen Exemplarisches Erzählen Utopische Erzählung Metatextualität Zitat/Motto Leserbrief Graz, Austria Spanish; Castilian Sitten und Bräuche Costumi Manners and Customs Costumbres Mœurs et coutumes Menschenbild Immagine dell'Umanità Idea of Man Imagen de los Hombres Image de l’humanité Spain -4.0,40.0

Discurso CLIV

 . . . . . Quid non mortalia pectora cogis,Auri Sacra fames?

Virg. A Eneid. Lib. III. v. 56.

¿Qué no fuerzas á hacer á los mortales?Maldita hambre del oro.

La siguiente carta, con el Romance que la acompaña, la recibí por el correo general habrá poco mas de tres semanas: y no me parece indigna de la luz pública.

Señor Censor: entre varios manuscritos en prosa y verso de los Reinados de Felipe Quarto y Cárlos Segundo se halla la adjunta Despedida; y como en ella se reprehenden mu-chos vicios de aquel siglo que son poco mas o menos los del nuestro, se la remito á Vmd. que ha tomado á su cargo la reforma de él, para que si la juzga saludable y de algun mérito, la publique en uno de sus papeles. Yo no quiero entrar en congeturas ni sobre su autor, ni sobre el desterrado que se introduce hablando en ella: aquellos tiempos fuéron sobradamente fecundos en Poetas y personages ilustres perseguidos, para poder apurar este punto, inútil por otra parte y de ningun provecho. Acaso fué solo imaginada para cargar la mano en la censura con mas severidad: acaso fue verdadera, y el mismo desterrado la compuso al salir de su patria. Entrambas cosas son bien posibles: hoy lo que importa solo es que sea útil; si Vmd. la juzga así, tal vez le comunicaré algunos otros papeles de los mismos manuscritos para que los vaya dando á conocer. Y entre tanto queda de Vmd. M. V. I. D. L. C.

La despedida del anciano.

O tempora, ó mores!

Cic. in Catil.

Por un valle solitario Poblado de espesas hayas,Que a la silenciosa lunaCierran el paso enramadas;Un anciano venerable,A quien de la dulce patriaEchan el odio y la envidia,Con inciertos pasos vaga.De quando en quando los ojosVuelve acia atras y se para,Y siente ahogársele el pechoCon mil memorias aciagas.¡O quiera el Cielo benigno,En voz dolorida exclama,Que sobre tí, patria ciega,Mi persecucion no caiga!Tú te ofendes de los buenos;Y de tus hijos madrastra Sus virtudes con oprobrios,Con grillos sus luces pagas.Si la calumnia apadrinas,La desidia y la ignorancia,¿Dónde los varones sabiosPodrás hallar que hoy te faltan?La verdad ser gusta libre,Y con el honor se inflama:El no preciarla la auyenta;Las prisiones la degradan.Nunca el saber fue dañoso;Ni nunca ser supo esclavaLa virtud. Si ciudadanosQuieres, eleva las almas.¡Qué carrera tan inmensaSe te descubre! labranza,Poblacion, letras, costumbres,Todo tu atencion aguarda.Aduladores te pierdenQue tus dolencias regalan:Cierra el pecho á sus consejosY el oido á sus falacias.Las virtudes son severasY la verdad es amarga:Quien te la dice te aprecia,Y quien te adula te agravia. Comtempla la edad augusta,Quando en tu seno brillabanMil héroes, dichosa envidia.De las naciones extrañas:Siglo de oro de tus glorias,En que á la tierra humilladaEnseñoréaste á un tiempoCon la letras y las armas.¿Qué se hiciera de tus timbres?De la sangre derramadaDe tus valerosos hijos¿Quál fruto, dime, sacaras?¿Por qué al ménos no los premias,Y su virtud nos consagrasEn eternas inscripciones,Y en inmortales estatuas?A tu juventud presentas,Quando aun no sabe imitarlas,Las venganzas y adulteriosDe las deidades paganas;Y un Pelayo, y un Ramiro,Y otros mil, que con su lanzaQuebrantáron las cadenasDó gemias aherrojada,En olvido sempiternoSerá que sumidos yazgan? ¡O mengua! ¡ó descuido' ¡ó siglo!¡Quán bien el mérito ensalzas!Vieran sus debiles nietosEn sus venerables canasLas virtudes, que les diéronNombre eterno, retratadas.En esto, en esto debierasGastar los montes de plata,Que de las remotas IndiasTraen las flotas á tus playas.El Labrador descendienteDe aquellos, que por su espadaTe las diéron, con gemidosTristes el pan te demanda:Su miserable familiaPor lecho tiene unas pajas,¿Y tú en locas vanidadesSumas inmensas derramas?¡Guarte que á tu fin caminas!El velo fatal arrancaDe tus ojos, y contempla,Contempla, cuerda, tus llagas.Esos superfluos tocados,Esas plumas, esas gasas,Que te ofrece el extrangero,Venenos son que te acaban. Con la virtud de tus hijosLas compras. Tus recatadas,Antiguas fembras ¡o tiempos!Del vicio mismo hoy se jactan!Míralas la frente erguida,Que altaneras y livianasQuál vano pabon provocanLa juventud castellana.Un tiempo fué quando apénasEn lo interior de su casaComo deidad la matronaA sus deudos se mostrara.Las labores, y los hijos,Entre dueñas y criadas,Del alba á la media nocheSantamente la ocupaban.Y hoy del adultero al ladoSin seso, calles y plazasCorre impudente, y abonaLas mas viles cortesanas.Ve tus jóvenes perdidos, Y dile á su degradadaNaturaleza, que al moroA la Libia volver haga.Sus rizadas trenzas miraEntre polvos y fragancia, Mentir del sesudo ancianoLa cabellera nevada;Quando del femenil sexôUsurpan dijes y galas,Y de fatiga incapacesUn sol, un soplo los aja,¿Dó están los brazos velludos,De cuyo esfuerzo temblaranUn tiempo la Holanda indócil,Y la discorde Alemania?¿Dónde aquellos altos pechos,Que en las Cortes de la patriaSu libertad sostenian,Y sus sanciones dictaban?¿Dónde aquellos de virtudesDechado augusto, en la ItaliaEloqüentes defensoresDe las vacilantes aras?Dó está el candor castellano,La parsimonia, la llanaFe, que entre todos los pueblosAl Español señalaban?Faltó el entusiasmo honroso:La generosa crianzaFaltó , que un héroe algun diaDe cada noble formara. El hijo del padre al ladoAprendió de sus palabrasLa prudencia, y de su diestraEl manejo de las armas;Regir un bridón indócilSupo la cota aceradaSufrir, y de sus VasallosResponder á las demandas.Vivió en sus campos entre ellos:Vió del cultivo las ansias;Y apreciar supo la espigaEn triste sudor regada.No se desdeñó á su mesaDe admitirlos , que á la usanzaEspañola los aliñosPeregrinos ignorara.Con ellos partió sus bienes:Entró á la humilde cabañaDel pobre , y trató las bodasDe la inocente zagala.Mas hoy todo se ha trocado.Las Ciudades desoladasPor su nobleza preguntan,Por sus Ricos-hombres claman;Mientras ellos en la Corte,En juegos, banquetes, damas, El oro de sus estadosCon ciego furor malgastan.Y el labrador indigente,Solo llorando en la parbaVe el trigo, que el MayordomoInhumano le arrebata.¿Son para aquesto señores?¿Para esto vela y afanaEl infelic colono,Expuesto al Sol y la escarcha?Mejor, si, mejor sus canes,Y las bestias en sus quadrasEstan. ¡Justo Dios! ¿son estasPor dicha tus leyes santas?¿Destinaste á esclavos vilesA los pobres? ¿De otra masaEs el noble que el plebeyo?¿Tu ley á todos no iguala?¿No somos todos tus hijos?¿Y esto ves, y fácil callas?¿Y contra el despota injustoTu diestra al débil no ampara?¡Ah! sepan que con sus timbres,Y sus carrozas doradasLa virtud los aborrece,Y la razón los infama. Solo es noble ante sus ojosEl que es útil y trabaja,Y en el sudor de su frenteSu honroso sustento gana.Ella busca y se complaceDel artesano en la holladaFamilia, y sus crudas penasCon gemidos acompaña.Allí el triste se condueleDel triste, y con mano blandaLe dá el alivio, que el ricoEn faz cruda le negara.Allí encuentra las virtudes;Allí la muger es casta,Y los obedientes hijosPor un Dios al padre acatan.Miéntras en los altos techosLa discordia su impia rabiaSopla, y tras la vil codiciaA todos los vicios llama.La madre al hijuelo tiernoEcha del pecho inhumana,Partiendo su nombre augustoCon la triste mercenaria.En vano las vivas fuentesDe dulce néctar la sabia Providencia le abre, en vanoLa enfermedad le amenaza.Otros gustos la entretienen:Salga el tierno infante, salga,Que sus débiles gemidosLos amadores espantan.¡Ministros de Dios! ¿Qué es esto?¿Cómo no clamais? ¿la espadaDel anatema terriblePorque ha de estar en la vaina?Ciérrese, ciérrese el templo,Nótese de eterna infamiaA quien cierra al inocenteInsensible las entrañas.De aquí el mal, la peste todaDe las familias, que abrasaEl cuerpo entero, y le anunciaLa ruína mas infausta.El padre busca otros lechos:El hermano de la hermanaNo es conocido, y la madreEs para entrambos extraña.El ciego interes completaLa desunion: el consagraA Dios la vírgen, ó al necioVicioso, y rico la enlaza. Llore la infelice, llore;Y víctima desdichadaEl cuello al yugo sometaQue qual dogal ha de ahogarla.Llore llore, que al hermanoLa ley de su alta prosapiaPasó las rentas, y á ellaLa destinó á ser su esclava.¡Justo Cárlos! ¿á tu tronoSus vivas quexas no alcanzan?Si les prestas blando oído,¿Por qué el remedio nos tardas?¿Por que estos bárbaros usosQue á naturaleza ultrajan?¿Y á los que ella iguales hizoTu sancion no los iguala?¡O interes! tú solo eres,Tú de tantos males causa;Y en su cólera los cielosEn les pechos te sembraran.Tú forjaste las cadenasDel hombre: inhumano armasContra el padre al hijo, y soplasDe la sedicion la llama.Tú del mérito modestoMofas: al ruin ensalzas; Yde la verdad divinaEl labio angélico callas.Tú al avaro mercadante,Sin que muertes y borrascasPavor en su pecho infundan,Al vasto océano lanzas;Tú de dañosas preseasSu nave en las islas cargas,Y con ellas rica en viciosTornas con su peste á España.¡Ay! ¡qué á las orillas llega,Y en ellas suelta entre salvasSu ponzoña! ¡Ay! ¡que la plebeBate viéndola las palmas!Corred, corred, ciudadanos;Hundid en las ondas bravasEsos aromas y joyas,Que lloros mil os preparan.Perezcan por siempre en ellas;Y eterno anatema caigaSobre el que á fiar tornareSu vida á una fragil tabla.Mas tú, siglo corrompido ,Que hasta los cielos levantasEste interes, y le adorasLa frente en tierra inclinada. ¿Tu instruccion es esta? ¿el frutoEste de tus luces sabias?¡O ciego! el abismo miraQue baxo los pies te labras.Imagina, inventa mediosDe agotar toda la plataDe las minas: con tus naosInmensos piélagos pasa.Los talleres multiplica:Manchen la cándida lanaRicos tintes: el capulloCon prolixo afán trabaja.Sustituye cada horaTrages á trages, que ufanaLa beldad vista en oprobioDe su inocencia y sus gracias.Pon premios á quien descubraUn placer nuevo: proclamaSu fatal nombre; y altaresAl luxo execrable alza.El oro tu afan sea, el oroSolo tu afán sea: nadaSino oro suene; él la guerraSople, la dulce paz haga,Al taller tus hijos lleve,De la tierra en las moradas Hondas los suma, coroneSus mas ilustres hazañas.Pero entre ellos ciudadanos,No busques, que sobre el araDe la patria á morir corranCon voluntad denodada.No el pudor busques antiguo;No el candor en las palabras;Ni en sus corrompidos pechosLa inocencia, la paz alma.El disfraz de las virtudes,Un honor ciego, una falsaProbidad, la vil lisonja,La sencillez afectada,La astucia alzada en prudencia,Las ceremonias en francaAmistad, de Dios el nombreMofado con ímpia audacia:He aquí los letales frutosDe la riqueza; á esto arrastraAl corazon el culpableCiego ardor de atesorarlas.Su falaz brillo los pechosFascina: del alto alcázarA la choza humilde á todosDevora su sed insana. Todo es menos que ellas: letras,Probidad, mérito, claraAscendencia , ilustres hechos,Todo humilde las acata.Las leyes yacen: sucedeAl amor del bien la heladaIndiferencia: en la SangreDel pobre el rico se baña.Los estados no se precianPor razon: quien mas estafaEs mas honrado: la estebaEl labrador desampara.Vuela á la Corte y vilmenteLa libertad aldeanaVende al rico, y sus virtudesCon todos los vicios mancha.El maestro de ellos bien presto,Mil familias asoladasCon su industria pestilente,En oro opulento nada.Elévase y tiraniza;Funda un estado, y traspasaCon él sus pérfidas artesA su progenie bastarda.Las fortunas son de un dia:El que es hoy Señor, mañana Mendiga: nada hay estable:Todos trampean y engañan.En medio en su trono de oroLa desigualdad con varaDe hierro y sañuda frenteAl pueblo agovia tirana.Y tras ella, sí, tras ellaLa esclavitud triste . . . . . en aguaMi faz se inunda en tan crudaMemoria, y la voz me falta.¡Dios bueno! los ojos tornaCompasivo á mi plegaria,Y echa de mi patria lejosLos desastres que la amagan.Y vosotros, Españoles,Aun hay tiempo: esas infaustasRiquezas se sacrifiquenA la virtud sacrosanta.Tantos ínclitos abuelos,Recordad: no hagais que baxaSu progenie sierva seaDe superfluidades vanas.Tengan vuestros enemigos,Tengan las artes; mas hayaHonradez y ciudadanosQual otro tiempo en España.Asi el anciano deciaEntre lágrimas cansadas;Y triste á caminar vuelveViendo que rie ya el alba.

Discurso CLIV  . . . . . Quid non mortalia pectora cogis,Auri Sacra fames? Virg. A Eneid. Lib. III. v. 56. ¿Qué no fuerzas á hacer á los mortales?Maldita hambre del oro. La siguiente carta, con el Romance que la acompaña, la recibí por el correo general habrá poco mas de tres semanas: y no me parece indigna de la luz pública. Señor Censor: entre varios manuscritos en prosa y verso de los Reinados de Felipe Quarto y Cárlos Segundo se halla la adjunta Despedida; y como en ella se reprehenden mu-chos vicios de aquel siglo que son poco mas o menos los del nuestro, se la remito á Vmd. que ha tomado á su cargo la reforma de él, para que si la juzga saludable y de algun mérito, la publique en uno de sus papeles. Yo no quiero entrar en congeturas ni sobre su autor, ni sobre el desterrado que se introduce hablando en ella: aquellos tiempos fuéron sobradamente fecundos en Poetas y personages ilustres perseguidos, para poder apurar este punto, inútil por otra parte y de ningun provecho. Acaso fué solo imaginada para cargar la mano en la censura con mas severidad: acaso fue verdadera, y el mismo desterrado la compuso al salir de su patria. Entrambas cosas son bien posibles: hoy lo que importa solo es que sea útil; si Vmd. la juzga así, tal vez le comunicaré algunos otros papeles de los mismos manuscritos para que los vaya dando á conocer. Y entre tanto queda de Vmd. M. V. I. D. L. C. La despedida del anciano. O tempora, ó mores! Cic. in Catil. Por un valle solitario Poblado de espesas hayas,Que a la silenciosa lunaCierran el paso enramadas;Un anciano venerable,A quien de la dulce patriaEchan el odio y la envidia,Con inciertos pasos vaga.De quando en quando los ojosVuelve acia atras y se para,Y siente ahogársele el pechoCon mil memorias aciagas.¡O quiera el Cielo benigno,En voz dolorida exclama,Que sobre tí, patria ciega,Mi persecucion no caiga!Tú te ofendes de los buenos;Y de tus hijos madrastra Sus virtudes con oprobrios,Con grillos sus luces pagas.Si la calumnia apadrinas,La desidia y la ignorancia,¿Dónde los varones sabiosPodrás hallar que hoy te faltan?La verdad ser gusta libre,Y con el honor se inflama:El no preciarla la auyenta;Las prisiones la degradan.Nunca el saber fue dañoso;Ni nunca ser supo esclavaLa virtud. Si ciudadanosQuieres, eleva las almas.¡Qué carrera tan inmensaSe te descubre! labranza,Poblacion, letras, costumbres,Todo tu atencion aguarda.Aduladores te pierdenQue tus dolencias regalan:Cierra el pecho á sus consejosY el oido á sus falacias.Las virtudes son severasY la verdad es amarga:Quien te la dice te aprecia,Y quien te adula te agravia. Comtempla la edad augusta,Quando en tu seno brillabanMil héroes, dichosa envidia.De las naciones extrañas:Siglo de oro de tus glorias,En que á la tierra humilladaEnseñoréaste á un tiempoCon la letras y las armas.¿Qué se hiciera de tus timbres?De la sangre derramadaDe tus valerosos hijos¿Quál fruto, dime, sacaras?¿Por qué al ménos no los premias,Y su virtud nos consagrasEn eternas inscripciones,Y en inmortales estatuas?A tu juventud presentas,Quando aun no sabe imitarlas,Las venganzas y adulteriosDe las deidades paganas;Y un Pelayo, y un Ramiro,Y otros mil, que con su lanzaQuebrantáron las cadenasDó gemias aherrojada,En olvido sempiternoSerá que sumidos yazgan? ¡O mengua! ¡ó descuido' ¡ó siglo!¡Quán bien el mérito ensalzas!Vieran sus debiles nietosEn sus venerables canasLas virtudes, que les diéronNombre eterno, retratadas.En esto, en esto debierasGastar los montes de plata,Que de las remotas IndiasTraen las flotas á tus playas.El Labrador descendienteDe aquellos, que por su espadaTe las diéron, con gemidosTristes el pan te demanda:Su miserable familiaPor lecho tiene unas pajas,¿Y tú en locas vanidadesSumas inmensas derramas?¡Guarte que á tu fin caminas!El velo fatal arrancaDe tus ojos, y contempla,Contempla, cuerda, tus llagas.Esos superfluos tocados,Esas plumas, esas gasas,Que te ofrece el extrangero,Venenos son que te acaban. Con la virtud de tus hijosLas compras. Tus recatadas,Antiguas fembras ¡o tiempos!Del vicio mismo hoy se jactan!Míralas la frente erguida,Que altaneras y livianasQuál vano pabon provocanLa juventud castellana.Un tiempo fué quando apénasEn lo interior de su casaComo deidad la matronaA sus deudos se mostrara.Las labores, y los hijos,Entre dueñas y criadas,Del alba á la media nocheSantamente la ocupaban.Y hoy del adultero al ladoSin seso, calles y plazasCorre impudente, y abonaLas mas viles cortesanas.Ve tus jóvenes perdidos, Y dile á su degradadaNaturaleza, que al moroA la Libia volver haga.Sus rizadas trenzas miraEntre polvos y fragancia, Mentir del sesudo ancianoLa cabellera nevada;Quando del femenil sexôUsurpan dijes y galas,Y de fatiga incapacesUn sol, un soplo los aja,¿Dó están los brazos velludos,De cuyo esfuerzo temblaranUn tiempo la Holanda indócil,Y la discorde Alemania?¿Dónde aquellos altos pechos,Que en las Cortes de la patriaSu libertad sostenian,Y sus sanciones dictaban?¿Dónde aquellos de virtudesDechado augusto, en la ItaliaEloqüentes defensoresDe las vacilantes aras?Dó está el candor castellano,La parsimonia, la llanaFe, que entre todos los pueblosAl Español señalaban?Faltó el entusiasmo honroso:La generosa crianzaFaltó , que un héroe algun diaDe cada noble formara. El hijo del padre al ladoAprendió de sus palabrasLa prudencia, y de su diestraEl manejo de las armas;Regir un bridón indócilSupo la cota aceradaSufrir, y de sus VasallosResponder á las demandas.Vivió en sus campos entre ellos:Vió del cultivo las ansias;Y apreciar supo la espigaEn triste sudor regada.No se desdeñó á su mesaDe admitirlos , que á la usanzaEspañola los aliñosPeregrinos ignorara.Con ellos partió sus bienes:Entró á la humilde cabañaDel pobre , y trató las bodasDe la inocente zagala.Mas hoy todo se ha trocado.Las Ciudades desoladasPor su nobleza preguntan,Por sus Ricos-hombres claman;Mientras ellos en la Corte,En juegos, banquetes, damas, El oro de sus estadosCon ciego furor malgastan.Y el labrador indigente,Solo llorando en la parbaVe el trigo, que el MayordomoInhumano le arrebata.¿Son para aquesto señores?¿Para esto vela y afanaEl infelic colono,Expuesto al Sol y la escarcha?Mejor, si, mejor sus canes,Y las bestias en sus quadrasEstan. ¡Justo Dios! ¿son estasPor dicha tus leyes santas?¿Destinaste á esclavos vilesA los pobres? ¿De otra masaEs el noble que el plebeyo?¿Tu ley á todos no iguala?¿No somos todos tus hijos?¿Y esto ves, y fácil callas?¿Y contra el despota injustoTu diestra al débil no ampara?¡Ah! sepan que con sus timbres,Y sus carrozas doradasLa virtud los aborrece,Y la razón los infama. Solo es noble ante sus ojosEl que es útil y trabaja,Y en el sudor de su frenteSu honroso sustento gana.Ella busca y se complaceDel artesano en la holladaFamilia, y sus crudas penasCon gemidos acompaña.Allí el triste se condueleDel triste, y con mano blandaLe dá el alivio, que el ricoEn faz cruda le negara.Allí encuentra las virtudes;Allí la muger es casta,Y los obedientes hijosPor un Dios al padre acatan.Miéntras en los altos techosLa discordia su impia rabiaSopla, y tras la vil codiciaA todos los vicios llama.La madre al hijuelo tiernoEcha del pecho inhumana,Partiendo su nombre augustoCon la triste mercenaria.En vano las vivas fuentesDe dulce néctar la sabia Providencia le abre, en vanoLa enfermedad le amenaza.Otros gustos la entretienen:Salga el tierno infante, salga,Que sus débiles gemidosLos amadores espantan.¡Ministros de Dios! ¿Qué es esto?¿Cómo no clamais? ¿la espadaDel anatema terriblePorque ha de estar en la vaina?Ciérrese, ciérrese el templo,Nótese de eterna infamiaA quien cierra al inocenteInsensible las entrañas.De aquí el mal, la peste todaDe las familias, que abrasaEl cuerpo entero, y le anunciaLa ruína mas infausta.El padre busca otros lechos:El hermano de la hermanaNo es conocido, y la madreEs para entrambos extraña.El ciego interes completaLa desunion: el consagraA Dios la vírgen, ó al necioVicioso, y rico la enlaza. Llore la infelice, llore;Y víctima desdichadaEl cuello al yugo sometaQue qual dogal ha de ahogarla.Llore llore, que al hermanoLa ley de su alta prosapiaPasó las rentas, y á ellaLa destinó á ser su esclava.¡Justo Cárlos! ¿á tu tronoSus vivas quexas no alcanzan?Si les prestas blando oído,¿Por qué el remedio nos tardas?¿Por que estos bárbaros usosQue á naturaleza ultrajan?¿Y á los que ella iguales hizoTu sancion no los iguala?¡O interes! tú solo eres,Tú de tantos males causa;Y en su cólera los cielosEn les pechos te sembraran.Tú forjaste las cadenasDel hombre: inhumano armasContra el padre al hijo, y soplasDe la sedicion la llama.Tú del mérito modestoMofas: al ruin ensalzas; Yde la verdad divinaEl labio angélico callas.Tú al avaro mercadante,Sin que muertes y borrascasPavor en su pecho infundan,Al vasto océano lanzas;Tú de dañosas preseasSu nave en las islas cargas,Y con ellas rica en viciosTornas con su peste á España.¡Ay! ¡qué á las orillas llega,Y en ellas suelta entre salvasSu ponzoña! ¡Ay! ¡que la plebeBate viéndola las palmas!Corred, corred, ciudadanos;Hundid en las ondas bravasEsos aromas y joyas,Que lloros mil os preparan.Perezcan por siempre en ellas;Y eterno anatema caigaSobre el que á fiar tornareSu vida á una fragil tabla.Mas tú, siglo corrompido ,Que hasta los cielos levantasEste interes, y le adorasLa frente en tierra inclinada. ¿Tu instruccion es esta? ¿el frutoEste de tus luces sabias?¡O ciego! el abismo miraQue baxo los pies te labras.Imagina, inventa mediosDe agotar toda la plataDe las minas: con tus naosInmensos piélagos pasa.Los talleres multiplica:Manchen la cándida lanaRicos tintes: el capulloCon prolixo afán trabaja.Sustituye cada horaTrages á trages, que ufanaLa beldad vista en oprobioDe su inocencia y sus gracias.Pon premios á quien descubraUn placer nuevo: proclamaSu fatal nombre; y altaresAl luxo execrable alza.El oro tu afan sea, el oroSolo tu afán sea: nadaSino oro suene; él la guerraSople, la dulce paz haga,Al taller tus hijos lleve,De la tierra en las moradas Hondas los suma, coroneSus mas ilustres hazañas.Pero entre ellos ciudadanos,No busques, que sobre el araDe la patria á morir corranCon voluntad denodada.No el pudor busques antiguo;No el candor en las palabras;Ni en sus corrompidos pechosLa inocencia, la paz alma.El disfraz de las virtudes,Un honor ciego, una falsaProbidad, la vil lisonja,La sencillez afectada,La astucia alzada en prudencia,Las ceremonias en francaAmistad, de Dios el nombreMofado con ímpia audacia:He aquí los letales frutosDe la riqueza; á esto arrastraAl corazon el culpableCiego ardor de atesorarlas.Su falaz brillo los pechosFascina: del alto alcázarA la choza humilde á todosDevora su sed insana. Todo es menos que ellas: letras,Probidad, mérito, claraAscendencia , ilustres hechos,Todo humilde las acata.Las leyes yacen: sucedeAl amor del bien la heladaIndiferencia: en la SangreDel pobre el rico se baña.Los estados no se precianPor razon: quien mas estafaEs mas honrado: la estebaEl labrador desampara.Vuela á la Corte y vilmenteLa libertad aldeanaVende al rico, y sus virtudesCon todos los vicios mancha.El maestro de ellos bien presto,Mil familias asoladasCon su industria pestilente,En oro opulento nada.Elévase y tiraniza;Funda un estado, y traspasaCon él sus pérfidas artesA su progenie bastarda.Las fortunas son de un dia:El que es hoy Señor, mañana Mendiga: nada hay estable:Todos trampean y engañan.En medio en su trono de oroLa desigualdad con varaDe hierro y sañuda frenteAl pueblo agovia tirana.Y tras ella, sí, tras ellaLa esclavitud triste . . . . . en aguaMi faz se inunda en tan crudaMemoria, y la voz me falta.¡Dios bueno! los ojos tornaCompasivo á mi plegaria,Y echa de mi patria lejosLos desastres que la amagan.Y vosotros, Españoles,Aun hay tiempo: esas infaustasRiquezas se sacrifiquenA la virtud sacrosanta.Tantos ínclitos abuelos,Recordad: no hagais que baxaSu progenie sierva seaDe superfluidades vanas.Tengan vuestros enemigos,Tengan las artes; mas hayaHonradez y ciudadanosQual otro tiempo en España. Asi el anciano deciaEntre lágrimas cansadas;Y triste á caminar vuelveViendo que rie ya el alba.