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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso CIX", in: El Censor, Vol.5\109 (1786), S. 755-774, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.515 [aufgerufen am: ].


[755] Ebene 1►

Discurso CIX

Zitat/Motto► Nec te nostra iubet fieri censura pudicam,
Sed tantum tentes dissimulare, rogat.

Ovid. Amor. Lib. III. Eleg. XIV. v. 3.

No manda mi Censura,
Señora, que seas casta:
Solamente te ruega
Que disimules cauta. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Ebene 3► Brief/Leserbrief►Señor Censor: vea Vm. aqui la traduccion de la Oda VI. Lib. III. Carm. de Horacio, que le prometí en mi antecedente Carta. Yo no he hecho esta traduccion para modélo de traducciones: he procurado vertir el sentido, ateniendome quanto me [756] ha sido posible á la letra; y la he hecho en versos, que reconozco no solo muy inferiores á los de la Sátira publicada en su Discurso XCIX, sîno tambien con varios defectos contra las leyes de la versificacion. Pero esto no me importa nada, porque no he tenido otra mira en todo, que facilitar á Vm. la comparacion entre la Oda y la Sátira, á fin de persuadirle, que si aquella no es Sátira, ni esta tampoco; y por consiguiente no podrá Vm. conseguir el fin que es propio de toda sátira. Esto no quita que yo le haga á Vm. la justicia de creer, que aunque no sátira, es un poemita muy gracioso, ameno, perfecto, y lleno de imagenes y sentimientos bien vivos. No digo esto sino porque asi lo siento, y no por labarle á Vm. los cascos, cosa de que estoy muy lexos. Por lo demás, Amigo, si Vm. me dixere que nuestras costumbres no sufren la sátira qual yo me la ima-[757]gino, y qual en efecto debe ser, no me meteré yo en negarlo; pero volveré á decirle, que no será Vm. el que enderece mas tuertos que enderezó Don Quixote, y que por tanto, aunque se volviese Vm. á encerrar en sus casillas, ó por mejor decir, no hubiese salido jamás de ellas, maldita la falta que hacia en el mundo. Demás de que; aunque nuestras costumbres no permitan generalmente hablando, la sátira verdadera, hay no obstante casos en que la importancia del asunto permite y requiere se use de la mas agria. Pero de esto hablaré á Vm. despues que haya leído mi traduccion.”

Ebene 4►

ODA.

Sin merecerlo tu, Pueblo Romano,

De tus antepasados los delitos

Has de pagar en tanto que los Temples

(Que si; poca piedad ha destruido)

En tanto que las casas de tus Dioses,

[758] Que yá ruina amenazan tu, mas pio

No reedifiques, y sus simulacros

Sucios, y como el humo denegridos

No restaures. Si del Imperio gozas,

Sabe que es porque siempre á ellos su miso

Estuviste. De aqui el principio toma;

Aqui refiere el fin de tus designios.

Su culto descuidado ¡quantos males

A la afligida Hesperia no ha atraído!

De Monéses y Pácoro las tropas

Por una y otra vez han reprimido

Todos nuesrros conatos, é incursiones,

Que sin su auspicio habemos emprendido:

Y los Parthos obstentan sus collares,

Mezquinos antes, hoy enriquecidos

Con los despojos nuestros. Ocupada

En sediciones toda, Roma ha sido

Por el Escyta, diestro Sagitario,

Y la temible armada del Egipcio

Expuesta casi á su total ruína.

En maldades fecundos nuestros Siglos

Lo primero de todo han matrimonios

Linages y familias corrompido.

[759] Y es la fuente de donde derivada

Toda calamidad, yá se ha extendido

Por todo el Pueblo, y por la Italia toda.

De aprender gusta hoy bailes lascivos

La Romana doncella: á ellos adiestra

Todos sus miembros; un amor indigno

Desde su niñez misma ya exercita.

Despues casada; en medio el regocijo

Del convite nupcial anda buscando

Adultero mas mozos. Ni elegido

Alguno de ellos es al qual conceda

Con apresuracion no permitidos

Y secretos favores; se dá á todos:

Sin que pueda ignorarlo su marido,

En su presencia misma se levanta

Del Mercader llamada, ó bien del rico

Gobernador de la Española nao,

Que compra á qualquier precio los delitos

La juventud que enroxeció las olas

Con la Punica sangre; la que á Pirro,

La que á Antiocho el fuerte, la que al duro

Annibal venció; no; no habia nacido

De tales Padres. Varonil progenie

[760] De unos Soldados era, endurecidos

En rusticas labores; enseñada

La tierra á revolver con el Sabino

Azadon: que tornaba del trabajo

Cargada de la leña que al arbitrio

De la severa madre habia cortado,

Quando yá el Sol habia convertido

Las sombras de los montes ácia Oriente.

Y á los cansados bueyes, desuncidos,

Y á los hombres, el tiempo del descanso,

Ausente yá su Carro habia traído

¡Mas qué no alteran los voraces dias!

La edad de nuestros Padres, que yá ha sido

Peor que la de los abuelos nuestros,

Nuestra edad un peor ha producido;

Y nosotros despues de dar habemos

Hijos aún todavia mas perdidos. ◀Ebene 4

“Vea Vm., ahora, Señor Censor, lo primero, como una simple declamacion contra algun vicio, ó una simple reprehension, no puede llamarse sátira, o, por lo menos [761] no llama Horacio asi á esta ni á otras Odas en que reprehende aun á personas particulares, porque no tienen aguijon, no punzan, no hieren vivamente: y lo segundo y principal, como segun su opinion, y segun la razon, la corrupcion de los matrimonios es muy bastante para acarrear la ruína de los Estados. Yo creo que este desorden amenaza hoy la de los mas florecientes, y poderosos de Europa. Porque corroidas por él, ó cortadas enteramente las coyundas del amor conjugal, paternal, y fraternal, que une, liga, y forma las familias particulares; ¿cómo podrá dexar de disolverse á la corta ó á la larga esta gran familia llamada Estado o Sociedad civil disueltas las otras de que ella se compone? Por otra parte, de la educacion penden las costumbres; y de las costumbres la prosperidad ó la infelicidad de un Estado. Pues ahora; aunque faltasen otras mil causas di-[762]manadas de la misma pestilencial fuente; ¿qué educacion se podrá dar á una prole, que tantos motivos se tienen de creerla incierta? ¿Y será una juventud asi educada, la que no esté sumamente envilecida, aunque se mire heredera de inmensos tesoros? ¿La que sea sensible al verdadero honor, á la gloria, á la virtud? ¿La que tenga amor á su patria, y cuente por una dicha el derramar su sangre por ella? ¿La que en fin la quiera, y la pueda servir de algo? No por cierto.

Considere Vm. segun lo dicho, si es este asunto de ironías delicadas, ó de puras declamaciones y lamentos. Ebene 4► El estrago de nuestras costumbres en este punto ha llegado sin duda á mas alto grado que llegó en Roma. No es maravilla que por flaqueza se posponga tal vez el honor y la conciencia al deleyte, á la codicia, ó á otra pasion. Pero que se pierda el honor por solo perderlo, que se [763] guste del desorden por solo ser desorden, es un grado de corrupcion tal, que no es posible imaginarse otro mayor. No parece sino que ha venido á cumplirse en nosotros 1a lamentable profecía con que Horacio remata la citada Oda. Yo no puedo persuadirme que hubiese algunas Romanas, que, como sucede ahora á muchas de nuestras Señoras principales, pusiesen su gusto y su gloria en que las tuviesen los que no las conocian por publicas rameras; que afectasen sus modales, sus palabras, sus trages, sus meneos, sus contorsiones, &c. Supongamos que sean lo que quieren parecer. No es milagro, porque en un abismo semejante puede precipitar á qualquiera la violencia, de sus pasiones. Pero ¿porqué no disimularlo? ¿Porqué hacer obstentacion de ello? ¿Porqué portarse de un modo que lo sepa todo Madrid? ¿Porqué sacar á esas públicas calles y plazas lo que [764] debia estar oculto baxo las mas densas tinieblas? Esta es yá locura, y locura ciertamente inconvencible.

Quis furor est, quae nocte latent sub luce fateri?

Esto es en una palabra haberse perdido enteramente el honor y la verguenza. ◀Ebene 4

Armado asi de la impudencia y del descaro el vicio que Vm. debe combatir, considere Vm. tambien quan aguda y penetrante no será menester que sea la sátira que ha de herirle: considere Vm. cómo podrá de otra manera avergonzar, exponer á la ignominia, y á la infamia, quando se hace gala de este vicio, y se pone en él la gloria; y considere Vm. si una satira que pudiese tener este efecto, podria llamarse demasiado cruel, y servirle de disculpa para no hacerla el que no la permiten nuestras costumbres, siendo asi que permiten este vicio, que nada menos amenaza, que la sub-[765]version total del Estado. Considere Vm. que las leyes son poco o nada poderosas para cortar este vicio en su raíz: no es esto asequible, como desde luego está saltando á los ojos de qualquiera, por via de fuerza: el unico remedio que hay es la sátira; y en esta suposicion, considere Vm. que ni nuestras costumbres, ni nuestras leyes pueden oponerse al remedio unico de un mal capáz de causar la disolucion, ó la muerte del Cuerpo politico. Considere Vm. por ultimo, que si esta gangrena, demasiado extendida yá, llega á ganar todas, sus clases; esto es hecho, pereció enteramente todo el Cuerpo.

Es pues preciso aplicar el cuchillo sobre aquella en la qual cortada, se preservará seguramente de ella á las demás. Quiero decir, que es necesario que dispare. Vm. su sátira contra aquellas personas, que por hallarse elevadas, sobre las otras dan el tono á estas, las quales no se aver-[766]guenzan, antes sí hacen gloria de obrar como obran las primeras. Esto supuesto, repare Vm. que ellas no son sensibles á otro honor, que al que les resulta ó de la descendencia que creen traer de Héroes y de Varones ilustres, ó de las grandes riquezas que poseen. Y á la verdad faltandoles lo uno ó lo otro, yo no veo cómo no serían tenidas por las personas mas viles y despreciables del Estado. Asi que, trate Vm. de herirlas por la parte unica por la que son vulnerables. Arroje Vm. como Páris su saeta contra el talon del pie de estos Aquiles: digales Vm. que mientras vivan en el desorden en que viven, ó á lo menos mientras no procuren ocultarlo en el centro de la tierra, tanto menores motivos tienen que otra qualquiera persona honrada aun de una clase inferior, para gloriarse de su descendencia, quanto sus acelones están mas expuestas a los ojos de [767] todo el mundo; porque ellas inducen la presuncion de que sus padres y sus madres no vivirian en su tiempo mas arregladamente; y por otra parte disminuyen al mismo paso, ó por mejor decir, casi reducen á cero, por lo respectivo á sus descendientes aquella presuncion que tenemos todos de que un hombre es hijo ó nieto del que llama padre ó abuelo: lo que no sucede respecto de aquellas personas, que por confundirse en la multitud no son notadas, ni tan conocidas sus acciones; y por lo tanto esta presuncion que todos formamos no es debilitada respecto de ellas por ningun indicio contrario.

Por lo que mira á sus riquezas, digales Vm. que no tienen mas motivos para pretender ser respetadas por ser ricas, que el que tendria un ladron, ó un usurpador injusto. Pues no habiendolas ganado por ningun merito propio, sino poseyendolas [768] unicamente por la voluntad de lo fundadores de sus mayorazgos: como quiera que estos no quisieron llamar al goce de ellos á sus descendientes meramente putativos; se sigue de aqui, que quanto su conducta hace mas incierta la descendencia que estas personas traen, y la que vendrá de ellas, tanto mas este unico titulo viene á ser mas y mas debil, y á quedar en los terminos de meramente colorado. Con que asi digalesVm., que puesto que su escandalosa conducta las despoja á ellas, y á sus descendientes de los unicos motivos por los quales podrian exigir nuestros respetos; si por ventura se los tributamos, no es sino por alguna causa semejante á aquellas que hacen muchas veces humillarse al hombre mas digno delante del mas indigno. Mas no por eso dexamos de conocer, que qualquiera persona de un honesto nacimiento, que no padezca sobre este punto [769] alguna falta demasiado visible y grosera; y principalmente si esta persona ha adquirido ó conservado sus riquezas por su trabajo, su aplicacion, ó su merito, es á todas luces, y en todos los sentidos que se dan á esta expresion, mejor que ellas.

He aqui, Señor Censor, los materiales que le presento para la formacion de su sátira. Vm. podrá fundirla en la fragua de su ingenio encendido en justa ira, afilandola hasta hacerla capáz de herir y penetrar á lo mas vivo. Y en consideracion á la importancia del asunto, manos á la obra, y no perdamos mas tiempo. Si Vm. hiciere lo que por el bien de todos le aconsejo, y en los terminos que se lo aconsejo, cuenteme Vm. desde este punto en el numero de sus mayores apasionados. Pero si Vm. no quisiere hacerlo, tenga entendido que he de ser un Sanson Carrasco que le haga á Vm., mal de su grado, volver á en-[770]cerrarse en sus casillas, de donde si volviere á hacer quarta salida ai mundo literario, sea solo en qualidad de escritor de poesías pastoriles, de anacreonticas sobre los perjuicios de los coches, de apologista de la Nacion, ó de cosas semejantes: que si bien nada tendrá Vm. que sentir por ellas, tambien le aseguro á fé mia, que no será mucho lo que gane. Nuestro Señor, &c.”

El Conde de las Claras. ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 3

Metatextualität► Yo no he publicado las antecedentes Cartas con otro fin, que el de aconsejar á las Señoras principales, acreedoras á todos mis respetos, procuren evitar en lo succesivo todo trato, comunicacion, familiaridad, moda, ó costumbre, que por inocente que pueda ser, y que será en efecto, dá no obstante motivo á juicios tan temerarios, y á tan diabolicas invectivas como las del Señor Conde de las [771] Claras. Porque ¿qué importará que no se publiquen estas cosas por escrito, si las gentes maliciosas piensan comunmente como él? Pongan los ojos en otras personas de su esfera, á quienes no faltan ninguna de aquellas qualidades requeridas para brillar en el mundo por los mismos medios, y que no obstante, sin duda por no dar lugar á semejantes detracciones, no piensan sino en mantener el arreglo en sus familias, educar sus hijos, tomar parte en el gobierno de sus estados, hacer felices á sus colonos, cultivar sus talentos y su espiritu, exercitar toda suerte de actos de piedad y de religion, visitar los Hospitales, socorrer huerfanos, amparar viudas, &c. Adviertan que estas Señoras sus iguales, á pesar de la diversidad de su conducta, no tienen por eso menor grado de estimacion que ellas entre las gentes, ni son menos veneradas y amadas de todo el mundo. Espero pues que no porque yo se lo di-[772]go, sino por la cuenta que les tiene, procurarán desde hoy hacer lo que les aconsejo. Pero si sin embargo alguna de ellas cayere en alguna falta de las que les imputa el Señor Conde (cosa que yo no les injurio en creer posible que suceda; pues que al fin están fabricadas del mismo barro que el resto de los hijos de Adan) la ruego muy encarecidamente, y en caso necesario le mando baxo mi Censura la oculte quanto sea posible; pues entonces cesarán por lo menos en parte, los daños temporales, que semejantes faltas pueden acarrear á la Sociedad, y que por tanto caen baxo mi jurisdiccion, porque yo no la tengo, ni poder alguno para hacerles que sean tan castas como Dios les manda ser.

Les advierto asimismo no tengan sobre este punto por demasiado ningun cuidado ni recelo, porque les hago saber que no es sola la quexa del Señer Conde la que pende en mi tribu-[773]nal sobre el asunto. Se han dado muchas y muy amargas, aunque no tanto como esta. En alguna de ellas se atribuye á este desorden, que por dicha no es sino soñado, la despoblacion universal, y la ruína de la Religion, que sucederá luego que llegue el caso de dudar si será posible hallar muger que pueda ser de uno solo.

Yo no he tomado providencia, yá por estar vacante la Fiscalía de este Ramo, yá por la delicadeza de la materia, y yá principalmente porque gracias á nuestra buena suerte, en ninguno de los expedientes que penden en mi tribunal hay la justificacion bastante, ni yo espero que la haya, pues todos saben, que delitos de esta naturaleza no se pueden probar nisi inveniatur solus cum sola, nudus cum nuda in eodem lecto iacentes. Y asi se lo prevengo con fecha de hoy al Señor Conde de las Claras para su gobierno: á quien asimismo respondo, que aunque tuviese razon [774] en quanto á las demás extravagancias que dice acerca de la naturaleza de la sátira, deberia eso entenderse quando los vicios son reales y legitimamente justificados, y no puramente presuntos, ó colegidos de unas acciones, ó de una conducta con la que no tienen una conexion metafisicamente necesaria. ◀Metatextualität ◀Ebene 2 ◀Ebene 1