Mart. L. VI. Epig. 29.
El anhelo de adquirir elogios, es un principio que la naturaleza
ha sembrado en el corazon de los hombres, para animarles á la
virtud; pero es peligroso tenerlo en las cosas indiferentes. Las
mugeres entregadas al placer de verse el objeto del amor y de la
admiracion, mudan á cada instante de índole, y alteran los
movimientos de su cuerpo, para inspirar nuevos atractivos de su
hermosura á los que las miran. Los hombres que hacen profesion
de entereza, y que experimentan la misma flaqueza de espíritu,
como los genios mas pequeños del otro sexô, se hallan muy
ocupados por unas vueltas bien aplanchadas, por un sombrero bien
cortado, por un peynado de última moda, por unos
El medio mas seguro para libertarse de ella sería, sino me
engaño, renunciar á todos los elogios que se dán
Quando nuestro sentido interior mira al fin principal de la vida,
y la percepcion de nuestra alma aplica los elogios á lo que hay
de mas sólido en el mundo, no es temible entonces la afectacion,
y es casi imposible caer en ella; pero si soltamos la rienda al
deséo de encomios, nuestro placer se reduce á pequeñeces, y nos
priva de aquellas palabras que merecen las grandes virtudes y
calidades mas distinguidas. ¿Quántos discursos excelentes,
quántas bellas acciones, no quedan oprimidas por haberse dicho ó
hecho fuera de tiempo? Los hombres estudian solamente el modo de
hablar, y de obrar, en lugar de aplicar su imaginacion á lo que
deben decir y hacer;
En semejante caso, una entera renuncia de sí mismo, puede solamente meter al hombre en estado de obrar y hablar decorosamente. Si él tiene á la vista un solo fin, nunca dará el nombre de error a lo que no se alexa del mismo fin.
Por qualquiera parte que se mire, se encuentran crueles señales
de afectacion, que arruinan aun los lugares en donde se debería
encontrar la cortesia. La afectacion arrastra al hombre no
solamente á decir cosas que no son del caso en las
conversaciones familiares, mas tambien en los discursos que
Con todo eso la afectacion se podría sufrir en el Foro; pero á
veces sube á la cátedra de la verdad. El Declamador á diestro y
siniestro quiere manifestar su eloqüencia. Habla del último dia
en términos tan elegantes y esforzados, que todos los pecadores
oyentes movidos de compuncion, pro-
Concluiré esta Leccion con una carta que escribí dias hace á un hombre de mucho estudio y entendimiento, pero culpable del defecto que ahora combato.
“El otro dia estuvimos hablando juntos; y habiendo
ponderado despues las expresiones de vmd. creería faltar á la
obligacion de un amigo, si dexára de decirle con toda la
libertad, que me franquéa dicho título, que las he hallado
llenas de una afectacion insufrible por todos motivos. Quando le
insinué á vmd. alguna cosa sobre este particular, vmd. me
interrumpió preguntando si debiamos ser indiferentes en quanto á
lo que piensan soy de vmd. muy seguro servidor
Q. S. M. B.”
Juven. Sat. X. 191.
Escaron, era un
Heroe de esta especie. Ha pronunciado mil chistes sobre la
irregularidad de su figura, que comparaba á la Z. Se divirtió en
describir una máquina, con una gar-
Ha caído casualmente en mis manos la última Leccion de
vmd. sobre las Tertulias, y la he leído
con tanto gusto, que me he determinado á tomar todos sus
papeles, por vér la continuacion de instrucciones tan
saludables. Ahora me tomo la libertad de describir á vmd. en
pocas palabras una Sociedad, persuadido que jamás habrá tenido
noticia de otra igual, á no ser que en sus viages al Gran-Cayro,
y á las Molucas no haya vmd. dado fondo en alguna Costa de la
bárbara Abisinia ú otra parte inculta del Africa. Despues que vmd.
abandonó repentinamente la Universidad, marchando sin despedirse
de nadie, se han formado mu-Sociedad de los discursos en términos
elegantes; la Sociedad de los bellos ingenios; y la Sociedad
de los hombres hermosos. Hace algunos años que para
ridiculizar esta última, ciertas personas alegres, que parece
han venido al mundo enmascaradas, determinaron formar otra, y la
llamaron la Sociedad de los feos. Esta
hermandad poco favorecida por la naturaleza, se compone de un
Presidente con doce Individuos; y los asociados pueden ser aun
en mayor número, porque se dispensan privilegios á personas de
toda cláse, y de otras Sociedades, con tal que los Candidatos
tengan las calidades que prescriben los estatutos. Voy á notar
algunos de sus principales artículos.
2. Que en el exâmen de los requisitos, se tenga particular atencion á la corcova de los pretendientes, como á prerrogativa especifica, que tiene mucha relacion con los fundadores: y á todas las irregularidades de su figura.
3. Que todo hombre á quien la naturaleza ha provisto una naríz extraordinaria, sea por magnitud, ó pequeñéz, tenga justo título, para ser elegido.
4. Que si hay dos ó mas concurrentes para una plaza vacante, siendo iguales en los defectos, haya de ser preferido el que tenga el cutis mas obscuro, ó arrugado.
5. Cada Individuo en la primera noche inmediata despues de su
eleccion, regalará á los compañeros un plato de merluza, y hará
un Panegírico en honor de Esopo.
Todos los asociados han tenido siempre en tanta estimácion al
otro sexô, que estan prontos á admitir á las Damas, que tengan
los requisitos necesarios, y proporcionarles el beneficio de sus
estatutos; pero hasta ahora ninguna se ha presentado, y aunque
muchas pudieran haberlo hecho, (porque acaso en el dia abundan
mas las fealdades y defectos en las mugeres, que en los hombres)
el título de Sociedad de los feos las
detiene.