Pensamiento XXII
Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y
de D. Manuél Ferrera, frente del Populo.
Cadiz, y Noviembre 29. de 1763
Imprimasse. Dr. Ortega
Cadiz, y Noviembre 29. de 1763.
Imprimasse, quedando este
Original en la presente Escrivanìa de Imprentas, y Librerìas,
â
donde se deberàn tambien passar dos Exemplares. Villaformada.
Verdaderamente, Señor Público, que
es Vm. de una condicion particulár, y de un genio extraño, pues nada le
gusta más, que los sonecitos alegres, y los assumptos de tararìra: si
Señor, el Jueves que la Pensadora escrive fandangos, y disserta
seguidillas, ¡gran cosa! andan las alabanzas de sobra, y la risa â todo
trapo: pues sepa Vm. (hablandole como su apassionada) que lo siento,
porque diviso sin mucho trabajo, que no piensa en su instruccion, sino
en divertirse: y assi de èsta suerte burla mi trabajo, y no consigo el
principal fin de mis intentos, que es verle ponèr en
pràctica las maximas racionales que le recuerdo: y digo le recuerdo,
porque no soy tan necia, que tenga la vanidad de enseñarle; el que
enseña, pone delante lo que se ignora, y yo no le hago tàn poco favòr; y
quien recuerda, advierte lo que se olvida, ô voluntaria, ô
involuntariamente, que es â lo que me atrevo, auxiliada de mi ociosidad
pensadora, que por fin es ociosidad, que le puede ser â Vm. importante:
pero vamos â el caso: ¿Vm. quisiera (valga la verdad) que todos los Jueves salieran mis Pensamientos adornados de sonajas, y cascabeles, y màs que los
assuntos fueran inutiles? Pues véa Vm. que no
quie-ro (perdone Vm. la
grosserìa, que las Damas tenémos licencia para todo.) Yo, Señor
mio, sigo un objeto más alto, y una idèa más elevada, que es tenér parte
en la reforma de los Abussos: y éste es el
motivo, por qué â pessar de las satyras, y dentelladas de muchos, no hè
variado mi primèra intencion, ni hè retrocedido del camino principiado.
Vm. que quiera, ô nò, lo hà de tragar de esta suerte, que en
agradecimiento le ofrezco, por servirle, aunque violente mi naturál
adusto, y pensadòr, darle de en quando en quando un papelillo de gayta
gallega, para que vivamos todos contentos: y por ahora reciba uno muy
seco, árido, y muy enojado; pero muy util, como es sobre
la crianza de los hijos, pues aunque otras plumas le hayan tocado, como
es tan precisso â la Religion, â el Estado, â la Sociedad, y â las
Familias, no parecerà atrevimiento el que añada â lo yá dicho, algunas
reflexiones mias, que si acaso se equivocassen con las agenas, â lo
menos el estylo las hará diferentes: y forme Vm. una reflexion séria
sobre su objeto, porque discurro, que â pocos dexarà de tocàr lo
dissertado.
No es mi intento tomàr tán desde
los principios mi assumpto, que me detenga en niñerías, no soy por ahora
tã escrupulosa: quie-ro sí paràr la consideracion en la
Juventud, pues quando principia en ella con mayór fuerza el impetu de
las passiones, y quando todos los objetos delectables que presenta el
Mundo, por nuevos, y por adequados â su poca reflexion, hacen mas
impression en los corazones, es quando los Padres nimiamente confiados,
la sueltan la rienda, y la abandonan con el frivolo pretexto, de que son muchachos, y que es razòn que se
diviertan. ¡O ignorante, y necia compassion, y â quantos hàs
puesto en carrera de que hayan dado el ultimo suspiro â los fieros
impulsos de una desgracia!
Hay muchos Padres que to-do el cuydado de su crianza para
los hijos, le pusieron en la menòr edad, quando aunque quisieran ser
malos, solo serían sus travesuras puerilidades: y estos mismos, luego
que los miran Jovenes, levantan la mano de su cuydado, y como si fueran
Hombres de cinquenta años les permiten una vida tàn libre, que sólo â
las horas de comèr, y dormir se les vè en casa, menos quando, con
qualquier leve motivo, hacen ausencia las noches enteras: ¿Y què se
originará de aquí, señores Padres descuydados? ¿Què? todos los dias se
està viendo. Que los Hijos se hagan unos Bribones Holgazanes, se
entreguen â el juego, â la disolucion, y que quando menos
se piensen, se los entren por las puertas entre quatro, defuntos, ô
proximos â estarlo, les avisen desde un Sagrado por haver sido los
agressores, ô se los lleven â una Carcel, donde se arriesga el caudal,
el sossiego, y la Honra. ¡Què bello premio! pero merecido â tanto
desorden.
No se hacen cargo aquellos que se hallan con Hijos â quien educàr, que
estos no nacieron con relacion solamente â los Padres; se los deben â la
Patria, y tienen obligacion precissa de criarlos como que alguna véz la
hàn de ser utiles, ô yà para defendér la Religion con la Ciencia, sus
limites con las Armàs, ô hán de aumentàr sus inte-resses
con la industria: para èsto les nacieron los Hijos, y para esto deben
dirigirlos, no solo en la pueril edad, sino tambien en la de Jovenes, y
conservàr éste empeño, y cuydado, hasta que consigan el fin, y llenen el
todo de su obligacion. ¡Pero què dolór, que no se miran por essas
Plazas, y calles otra cosa, que muchachos perdìdos, y entregados â la
ruín práctica de lo delinquente, sin que sus Padres procuren apartarlos
de las temibles ocasiones de sus yá depravadas costumbres! ¡Mas còmo se
havian de poblàr las Carceles, los Presidios, y ocupàr los Cadahalsos,
sino fuera por èsta compassiva condescendencia con que los
Padres crian â estos Niños!
Yo no sè como pueden vivir, sin escrupulo de su conducta, unos Padres que
teniendo dos, ô mas Hijos, y estos en edad crecida, los dexan passar un
año, y otro año, sin que piensen màs que en sus diversiones, se
acostumbren â la ociosidad, y vivan solo entregados â el Juego, y â
otras diversiones: franqueandoles lo precisso para subvenir â los gastos
de sus viles entretenimientos, ô disimulando los siniestros arbitrios de
que se valen en sus Casas, para no verse faltos de dinero; con cuyo cebo
hacen unos progressos rapidissimos por el camino de la maldad. Yo ignoro còmo se acostumbran â tolerár tanto desarreglo en
los Hijos, y los permiten crecer en una continua inaccion, sin que se
apliquen â cosa alguna; pues viviendo de esta manera, y portandose como
si posseyeran muchos bienes, se acostumbran â hacer figura, y â no baxàr
la cabeza, ni sujetarse â el precisso trabajo, para consegüir sus
aumentos; ¿y si despues faltan los medios, por morir el que ganaba, y se
vén en la precission de deponer su inveterada altanerìa, y baxàr la
cervìz, lo que se les hace dificultoso, y huyen de tales medios, qué
sucede? Repásse cada uno los exemplares, que està viendo todos los dias
en tales Jovenes, y los desastrados fines que tienen, y
respondanse, pues se dexan inferír claramente las mas lastimosas
resultas.
Los que en la primera edad de sus Hijos, los crian con el mayor zelo, los
acompañan de Ayos, los sugetan con rigor, y los tienen en un continuo
exercicio de todo lo laudable; ¿quando yá han llegado â la de la
Juventud, qué es lo que hacen? Ya son Hombrecitos
(dicen) estàn criados, bueno es que se
acostumbren â tratar con todos, para que el mismo trato les
despierte, y haga haviles: y de esta manera les aflojan, y
dexan que corran aquellos animos inexpertos por la senda de los pre-cipicios, y por fin vengan â morir despeñados por su misma
ignorancia. ¡Valgame Dios, qué desatino tan craso! A estos les sucede lo
que â los malos Jardineros, que despues de haverse desvelado en el
cuydado de un Arbol, dirigiendo, y arreglando todos sus progressos; â el
tiempo oportuno de ser util, le abandonan, y retiran el cultivo, y
entonces como sin beneficio rinden desagradables frutos, ô se envejecen
solo con el logro de haver criado mala madera, que viene â tener su fin
en el fuego; perdiendo, por no ser constantes en el trabajo, el cuydado
que pusieron en la crianza. Los Hijos no se hacen haviles con la
liber-tad licenciosa, con la ociosidad mal empleada, ni
con el trato de los pervertidos, y escandalosos: los adelantamientos que
consegüiràn de esta forma, seràn adelantamientos culpables, que los
impossibilitará de tener amor â lo justo, y següir las pissadas de los
virtuosos: se havilitan, y exercitan sus entendimientos, destinãdolos
desde luego, antes que se vicien, â aquel genero de vida, que segun su
calidad, les hà de proporcionàr medios para passar decentemente: con
estudio particular se les há de cargar de algunas obligaciones
laboriosas, procurando que sean aquellas â que mas se inclinàren, para
que teniendoles exercitados, nunca llegüen â gustar de la
ociosidad, tàn apetecida de la Juventud, como protectora de todos sus
siniestros deseos: assi gustosamente ocupados, no se entregaràn â los
vicios, se havilitarán en los negocios que les competa, y trataràn con
otros de su edad, igualmente bien inclinados, con los que será justo se
acostumbren â familiarizarse, y en este trato serà donde procuraràn con
todo empeño se diviertan: para que de este modo se hallen, quando
llegàre â posseerles enteramente la razòn, llenos de havitos honestos, y
diestros en lo que fuere importante â sus interesses, para que en tiempo
sean capaces de tomàr esta-do, y ser de provecho á la
Patria.
Tomen estado en tiempo, y sean de provecho â la Patria: pues uno de los
mayores inconvenientes, que infelizmente se sigue de este perverso
descuydo en los Padres, es la impossibilidad, con que se hallan tantos,
quando llegan â la edad de casarse; pues viendose sin fondos, ni
industria para adquirir lo necessario â la vida, se entregan
involuntariamente à un Celibato, que los hace vivir solos, ê inutiles, y
gustosos en una especie de libertinage, que los pone cada dia de mas
ruìn condicion: pues como sus tyranos Padres (y digo bien tyrano) no los
dedicaron â saber buscar la vida honestamen-te, segun su
calidad, quando yà se hallan en edad, en que la razòn hace su efecto, ô
se casan, locamente desprevenidos, y assi se hacen peores; ô huyen de
una carga que no se hallan con fuerza para poder soportarla; perdiendo
la Patria, y la Religion, y las esperanzas de unos Hijos, que pudieran
acrecentàr sus tymbres.
¿Qué importa que los Padres sean distinguidos, disfruten los bienes mas
opulentos de la fortuna, y procuren adornarse de los trages mas
costosos, si teniendo los Hijos mal enseñados se hallan desnudos,
desayrados, y sin lucimiento?
En medio de las sombras del
Gentilismo, quando los desordenes halla-ban en su misma
creencia, authoridad que los apadrinasse, Cornelia Noble Matrona de Roma, sapientissima, y digna Madre
de los Gracos, unos de los Romanos, que mas florecieron en la
Eloquencia, y los que dieron principio â una de las Familias mas
distingüidas entre toda la Nobleza, se esmerò tanto en criarlos, que no
solo se dedicó â concurrir oficiosa con las obligaciones de Madre, sino
tambien ella misma los instruìa en las reglas de la elegancia, y hacìa
objeto de sus lecciones la declamacion contra los vicios, para que de
esta manera aborreciessen lo injusto; discurriendo doctamente, que era
el mejor adorno de los Padres, la rec-titud en el proceder
de los hijos: ésta misma Cornelia teniendo de
visita en su Casa â otra Romana, que sin duda serìa parecida â mis
Paysanas, pues gastò todo el tiempo de la conversacion en la alabanza de
sus Vestidos, y diges, que en realidad eran de los mas preciosos de su
siglo, sufriò con gran paciencia, y cordura tan impertinente platica,
dando lugar advertida â que llegàsse la hora de que viniessen sus Hijos
de la Escuela; los que apenas llegaron, vuelta à su Amiga la dixo: estos son mis Galas: dando á entender, que de
nada se hàn de alabar los que tienen Hijos, que de su educacion, y
doctrina. ¡O cèlebre Romana, y como tu discreta satyra es
un invencible argumento, contra tantos como viven olvidados de lo mas
precisso, y essencial de su obligacion: en particular contra tantas
Madres de nuestro tiempo, que con una necia compassion, y un amór
desordenado de sus Hijos, los permiten quanto desean, sin pararse en lo
que apetecen: y siendo encubridoras de estos mismos, disimulando con los
Maridos sus defectos, y haciendo espaldas à sus maldades! ¡O Madres
ignorantes, y como vuestra necia conducta, en este tan delicado
assumpto, es la causa principal de los desordenes, y desgracias, que se
lloran todos los dias!
¡Quantas distinguidas familias, que hàn conservado su
explendór sin decadencia por algunos siglos, se vèn arruìnadas, y
abatidas (no es lo peòr esto, que por fin puede tenér remedio) se vèn
dolorosamẽte envilecidas â manos de unos Hijos, que nacieron para su
aumento, y mayòr lustre; y lo huvieran conseguido, si la barbaridad
(permitasseme èsta expression) de aquellos mismos que les dieron el sèr,
no huviera sido triste instrumento con sus indulgencias, de tantas
perversas inclinaciones, y dañadas idèas! ¿Se vè acaso otra cosa màs
continua, que Hombres de generaciones ilustres entregados â los
exercicios más viles, y â los castigos más afrentosos, todas consequencias infelices de su ninguna aplicacion en tiempo, â
proporcionàr medios con que vivir? Diganme ahora que pondero, y que
abulto preocupaciones, para llenár mis Pensamientos: bien sè, que no lo
diràn; y tambien sè, que por mucho que se extienda la Pluma en èste
particular, aùn quedarà corta, para criticàr bastantemente tán
pernicioso descuydo del que se siguen, y seguiràn (si no piensan màs
seriamente, los que se hallan en possession de podér concurrir â el
remedio) infinitos objetos de la lastima, é innumerables exemplares de
lo aborrecible.
Se mira por tantos caminos estendida èsta misma preocupacion, que parece que los que debìan ponér toda su eficacia en el buen
regimen de la vida de sus Hijos, estos se empeñan, por todos los medios
possibles, en hacerlos indignos, y que solo crezcan para lo delinquente:
pues no contentandose con dexarlos â su voluntad, seguìr el rumbo de las
locuras, y el camino de lo culpable; se les presentan de delante, y con
sus perversos exemplos los enseñan los modos más iniquos de la maldad, y
no se averguenzan de ser los primeros, que los guien por la precipitada
carrera de todos los vicios. ¿Cómo podrà esperár la Patria Hijos
benemeritos de sus honras, de aquellos que deben su enseñanza â la desvergonzada pràctica de lo delinquente? ¿Ni còmo
podràn quexarse de las ruìndades de los Hijos aquellos Padres, que les
ofrecieron tratable lo horroroso del vicio, con los repetidos exemplos
de sus passiones? No puede llegàr â màs alto grado la maldad, ni se
pudiera creer, si las tristes experiencias de todos los dias, no nos
pusieran delante tán lastimosos espectáculos. Se vén â cada passo Padres
entregados â la embriaguèz, â el juego, â la ociosidad, y â otros vicios
más odiosos; y juntamente se vè, que no se corren de hacèr èstas cosas
manifiestas â sus familias, ni de hacér blasson de su práctica delante
de los que havian de procurár ignorassen su existencia. No
hay que maravillár, que haya tantos viciosos, y mal entretenidos, si aùn
estas mismas cosas son alabadas de los Padres, como vivezas del
Muchacho, y authorizadas con la indigna sentencia, de
que de un Picaro se hace un Hombre de bien. ¡O què necedad! De
un Picaro, y de un delinquente hacerse un Hombre de bien, es casi
impossible, y si se vè algunas veces, las más son por escondidos efectos
de la Providencia. ¿Quién havrà tàn ignorante, que haga noviciado de lo
recto de la misma maldad? ¿Y quièn intentarà persuadir, que de la
repeticion de actos de lo injusto, se hà de seguir la espe-ranza de una facil pràctica en lo honesto? No Señores mios, no
aciertan Vms. con su obligacion, ni es èste el modo de podèr prometerse
agradables aumentos en las Familias. La juventud (como llevo dicho) se
entrega facilmente â todo lo delectable, sin que la contenga lo licito,
ô ilicito de la accion. ¿Luego si miran estas acciones, authorizadas con
el exemplo, de que sus Padres idòlatran juntamente en éstos indecentes
passatiempos, què hàn de hacér? Es precisso que los sigan gustosos; pues
la authoridad de los Padres tiene tanta fuerza sobre los Hijos, como son
las primèras especies de que se fecundizan sus idèas, que
aunque la razòn les arguya en contrario, basta que sus Padres assi lo
executen, para que canonicen el mismo delito por virtud.
De éste poco cuydado, de èste abandòno de los Hijos, en los años que màs
necessitan de freno, se siguen las ruínas, los trabajos, y el deshonòr
de las familias: y de la inaccion con que los permiten vivir, sin
dirigirlos â ocupaciones honestas, aunque los tengan como Novicios en
sus Casas, sale la innumerable tropa de ociosos, que son los que pueblan
los indignos lugares de la maldad, y los que idèan los medios mas
perniciosos para alimentarse: por cuyos antecedentes, con bastante pena
de la Socie-dad se advierte, no con poca frequencia la
ingratitud mas cruel, mas fiera, mas aborrecible, y mas indigna en
muchos Hijos, respecto de los Padres: se les vé arrastràr galas,
disfrutar honores, y posseer abundancias, abandonando à sus ancianos
Progenitores â una vida triste, y miserable, sin que aquellas entrañas
sin exemplar, aún entre los irracionales, se compadezcan de verlos
padecer, ni se averguenzen de que el Mundo sepa, que son las que les
dieron el sèr. Pero vaya una malicia mia, hija legitima de mi genio
caviloso. Indaguen todos, quando vèan estos tristes exemplares, la
crianza que dieron estos Padres à tales hijos, y â que
sale cierta mi sospecha. No, Señora Pensadora (me diràn) que antes
sabèmos à el contrario; pues nos dicen, que los quisieron mucho, y los
alimentaron con todos los regalos possibles, dandoles quantos gustos
apetecian, y quantas diversiones deseaban, de modo que los criaron como
si fueran unos Principes. Y lo creo: y èsta es la causa de que ahora
sean ingratos: pues haviendo reflexionado, yà en possession de la razòn,
sobre las ocasiones que les permitieron, para arrojarse à los riesgos, y
sobre las condescendencias que les daban para sus gustos, como vèn, que
éstas no son obras de Padres piadosos, y sì de enemigos crueles,
ofuscados de un odio imprudente, quebrantã las mas
sagradas leyes de la naturaleza, y se excusan de socorrerlos, con el
necio pretexto de que si ellos tienen que comer, que su trabajo les há
costado, que si fuera por la doctrina, que les dieron, que bien poco, ô
nada posseyeran: de modo que tales Padres, si se logran sus Hijos,
cobran unos ingratos; y si se pierden, reciben mil pesadumbres; pero
siempre el debido premio á su ignorancia: pues necios, ê imprudentes
olvidarõ la correccion, y la enseñanza de sus Hijos en la edad mas
arriesgada; y con sus descuydos, y malos exẽplos comentarõ sus malas
inclinaciones, y les dieron reglas para ensayarse en la impiedad; quando
debian ser la norma mas perfecta con su rectitud de obrar
de las acciones de sus Hijos, pues assi como nacen, para sucederles en
los honores, y riquezas, deben ser tambien sus Successores en las
costumbres, objeto que deben tener presentes todos los Padres para su
conducta.
Et verbo, & facto
parvis sit regula natis, Optima sitque omni tempore norma Pater.
Mich. Ver. pag. 34.
OCTAVAS
De un Retrato no es culpa lo horroroso,
si â el Prototypo sale equivocado,
mirando como acierto
lo assombroso,
quando tiene exemplar, que lo ha guiado:
Assi
del yerro se hace dueño odioso,
el que con proceder tan
desgraciado
diò causa, sin razòn, necio imprudente,
â hacer
multiplicar lo delinquente.
La correccion del Padre, y recta vida
por regla há de tener su descendencia,
pero si esta la
advierte pervertida
no serà de extrañàr su negligencia:
En
obras, y razones comedida
recta norma hà de ser en su
presencia,
pues persuade mejor (segun contemplo)
junto con la doctrina, el buen exemplo.