Pensamiento XXII Beatriz Cienfuegos Moralische Wochenschriften Alexandra Fuchs Editor Elisabeth Hobisch Editor Renate Hodab Editor Institut für Romanistik, Universität Graz 08.10.2012 o:mws-091-71 Cienfuegos, Beatriz: La Pensadora gaditana. 4 Bände. Bd. 2: Madrid: Imprenta de Francisco Xavier García 1763, 257-288 La Pensadora Gaditana 2 22 1763 Spanien Ebene 1 Ebene 2 Ebene 3 Ebene 4 Ebene 5 Ebene 6 Allgemeine Erzählung Selbstportrait Fremdportrait Dialog Allegorisches Erzählen Traumerzählung Fabelerzählung Satirisches Erzählen Exemplarisches Erzählen Utopische Erzählung Metatextualität Zitat/Motto Leserbrief Graz, Austria Spanish; Castilian Erziehung und Bildung Educazione e Formazione Education and Formation Educación y Formación Éducation et formation Spain -4.0,40.0

Pensamiento XXII

Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y de D. Manuél Ferrera, frente del Populo.

Cadiz, y Noviembre 29. de 1763Imprimasse. Dr. Ortega

Cadiz, y Noviembre 29. de 1763.Imprimasse, quedando este Original en la presente Escrivanìa de Imprentas, y Librerìas, âdonde se deberàn tambien passar dos Exemplares. Villaformada.

Verdaderamente, Señor Público, que es Vm. de una condicion particulár, y de un genio extraño, pues nada le gusta más, que los sonecitos alegres, y los assumptos de tararìra: si Señor, el Jueves que la Pensadora escrive fandangos, y disserta seguidillas, ¡gran cosa! andan las alabanzas de sobra, y la risa â todo trapo: pues sepa Vm. (hablandole como su apassionada) que lo siento, porque diviso sin mucho trabajo, que no piensa en su instruccion, sino en divertirse: y assi de èsta suerte burla mi trabajo, y no consigo el principal fin de mis intentos, que es verle ponèr en pràctica las maximas racionales que le recuerdo: y digo le recuerdo, porque no soy tan necia, que tenga la vanidad de enseñarle; el que enseña, pone delante lo que se ignora, y yo no le hago tàn poco favòr; y quien recuerda, advierte lo que se olvida, ô voluntaria, ô involuntariamente, que es â lo que me atrevo, auxiliada de mi ociosidad pensadora, que por fin es ociosidad, que le puede ser â Vm. importante: pero vamos â el caso: ¿Vm. quisiera (valga la verdad) que todos los Jueves salieran mis Pensamientos adornados de sonajas, y cascabeles, y màs que los assuntos fueran inutiles? Pues véa Vm. que no quie-ro (perdone Vm. la grosserìa, que las Damas tenémos licencia para todo.) Yo, Señor mio, sigo un objeto más alto, y una idèa más elevada, que es tenér parte en la reforma de los Abussos: y éste es el motivo, por qué â pessar de las satyras, y dentelladas de muchos, no hè variado mi primèra intencion, ni hè retrocedido del camino principiado. Vm. que quiera, ô nò, lo hà de tragar de esta suerte, que en agradecimiento le ofrezco, por servirle, aunque violente mi naturál adusto, y pensadòr, darle de en quando en quando un papelillo de gayta gallega, para que vivamos todos contentos: y por ahora reciba uno muy seco, árido, y muy enojado; pero muy util, como es sobre la crianza de los hijos, pues aunque otras plumas le hayan tocado, como es tan precisso â la Religion, â el Estado, â la Sociedad, y â las Familias, no parecerà atrevimiento el que añada â lo yá dicho, algunas reflexiones mias, que si acaso se equivocassen con las agenas, â lo menos el estylo las hará diferentes: y forme Vm. una reflexion séria sobre su objeto, porque discurro, que â pocos dexarà de tocàr lo dissertado.

No es mi intento tomàr tán desde los principios mi assumpto, que me detenga en niñerías, no soy por ahora tã escrupulosa: quie-ro sí paràr la consideracion en la Juventud, pues quando principia en ella con mayór fuerza el impetu de las passiones, y quando todos los objetos delectables que presenta el Mundo, por nuevos, y por adequados â su poca reflexion, hacen mas impression en los corazones, es quando los Padres nimiamente confiados, la sueltan la rienda, y la abandonan con el frivolo pretexto, de que son muchachos, y que es razòn que se diviertan. ¡O ignorante, y necia compassion, y â quantos hàs puesto en carrera de que hayan dado el ultimo suspiro â los fieros impulsos de una desgracia!

Hay muchos Padres que to-do el cuydado de su crianza para los hijos, le pusieron en la menòr edad, quando aunque quisieran ser malos, solo serían sus travesuras puerilidades: y estos mismos, luego que los miran Jovenes, levantan la mano de su cuydado, y como si fueran Hombres de cinquenta años les permiten una vida tàn libre, que sólo â las horas de comèr, y dormir se les vè en casa, menos quando, con qualquier leve motivo, hacen ausencia las noches enteras: ¿Y què se originará de aquí, señores Padres descuydados? ¿Què? todos los dias se està viendo. Que los Hijos se hagan unos Bribones Holgazanes, se entreguen â el juego, â la disolucion, y que quando menos se piensen, se los entren por las puertas entre quatro, defuntos, ô proximos â estarlo, les avisen desde un Sagrado por haver sido los agressores, ô se los lleven â una Carcel, donde se arriesga el caudal, el sossiego, y la Honra. ¡Què bello premio! pero merecido â tanto desorden.

No se hacen cargo aquellos que se hallan con Hijos â quien educàr, que estos no nacieron con relacion solamente â los Padres; se los deben â la Patria, y tienen obligacion precissa de criarlos como que alguna véz la hàn de ser utiles, ô yà para defendér la Religion con la Ciencia, sus limites con las Armàs, ô hán de aumentàr sus inte-resses con la industria: para èsto les nacieron los Hijos, y para esto deben dirigirlos, no solo en la pueril edad, sino tambien en la de Jovenes, y conservàr éste empeño, y cuydado, hasta que consigan el fin, y llenen el todo de su obligacion. ¡Pero què dolór, que no se miran por essas Plazas, y calles otra cosa, que muchachos perdìdos, y entregados â la ruín práctica de lo delinquente, sin que sus Padres procuren apartarlos de las temibles ocasiones de sus yá depravadas costumbres! ¡Mas còmo se havian de poblàr las Carceles, los Presidios, y ocupàr los Cadahalsos, sino fuera por èsta compassiva condescendencia con que los Padres crian â estos Niños!

Yo no sè como pueden vivir, sin escrupulo de su conducta, unos Padres que teniendo dos, ô mas Hijos, y estos en edad crecida, los dexan passar un año, y otro año, sin que piensen màs que en sus diversiones, se acostumbren â la ociosidad, y vivan solo entregados â el Juego, y â otras diversiones: franqueandoles lo precisso para subvenir â los gastos de sus viles entretenimientos, ô disimulando los siniestros arbitrios de que se valen en sus Casas, para no verse faltos de dinero; con cuyo cebo hacen unos progressos rapidissimos por el camino de la maldad. Yo ignoro còmo se acostumbran â tolerár tanto desarreglo en los Hijos, y los permiten crecer en una continua inaccion, sin que se apliquen â cosa alguna; pues viviendo de esta manera, y portandose como si posseyeran muchos bienes, se acostumbran â hacer figura, y â no baxàr la cabeza, ni sujetarse â el precisso trabajo, para consegüir sus aumentos; ¿y si despues faltan los medios, por morir el que ganaba, y se vén en la precission de deponer su inveterada altanerìa, y baxàr la cervìz, lo que se les hace dificultoso, y huyen de tales medios, qué sucede? Repásse cada uno los exemplares, que està viendo todos los dias en tales Jovenes, y los desastrados fines que tienen, y respondanse, pues se dexan inferír claramente las mas lastimosas resultas.

Los que en la primera edad de sus Hijos, los crian con el mayor zelo, los acompañan de Ayos, los sugetan con rigor, y los tienen en un continuo exercicio de todo lo laudable; ¿quando yá han llegado â la de la Juventud, qué es lo que hacen? Ya son Hombrecitos (dicen) estàn criados, bueno es que se acostumbren â tratar con todos, para que el mismo trato les despierte, y haga haviles: y de esta manera les aflojan, y dexan que corran aquellos animos inexpertos por la senda de los pre-cipicios, y por fin vengan â morir despeñados por su misma ignorancia. ¡Valgame Dios, qué desatino tan craso! A estos les sucede lo que â los malos Jardineros, que despues de haverse desvelado en el cuydado de un Arbol, dirigiendo, y arreglando todos sus progressos; â el tiempo oportuno de ser util, le abandonan, y retiran el cultivo, y entonces como sin beneficio rinden desagradables frutos, ô se envejecen solo con el logro de haver criado mala madera, que viene â tener su fin en el fuego; perdiendo, por no ser constantes en el trabajo, el cuydado que pusieron en la crianza. Los Hijos no se hacen haviles con la liber-tad licenciosa, con la ociosidad mal empleada, ni con el trato de los pervertidos, y escandalosos: los adelantamientos que consegüiràn de esta forma, seràn adelantamientos culpables, que los impossibilitará de tener amor â lo justo, y següir las pissadas de los virtuosos: se havilitan, y exercitan sus entendimientos, destinãdolos desde luego, antes que se vicien, â aquel genero de vida, que segun su calidad, les hà de proporcionàr medios para passar decentemente: con estudio particular se les há de cargar de algunas obligaciones laboriosas, procurando que sean aquellas â que mas se inclinàren, para que teniendoles exercitados, nunca llegüen â gustar de la ociosidad, tàn apetecida de la Juventud, como protectora de todos sus siniestros deseos: assi gustosamente ocupados, no se entregaràn â los vicios, se havilitarán en los negocios que les competa, y trataràn con otros de su edad, igualmente bien inclinados, con los que será justo se acostumbren â familiarizarse, y en este trato serà donde procuraràn con todo empeño se diviertan: para que de este modo se hallen, quando llegàre â posseerles enteramente la razòn, llenos de havitos honestos, y diestros en lo que fuere importante â sus interesses, para que en tiempo sean capaces de tomàr esta-do, y ser de provecho á la Patria.

Tomen estado en tiempo, y sean de provecho â la Patria: pues uno de los mayores inconvenientes, que infelizmente se sigue de este perverso descuydo en los Padres, es la impossibilidad, con que se hallan tantos, quando llegan â la edad de casarse; pues viendose sin fondos, ni industria para adquirir lo necessario â la vida, se entregan involuntariamente à un Celibato, que los hace vivir solos, ê inutiles, y gustosos en una especie de libertinage, que los pone cada dia de mas ruìn condicion: pues como sus tyranos Padres (y digo bien tyrano) no los dedicaron â saber buscar la vida honestamen-te, segun su calidad, quando yà se hallan en edad, en que la razòn hace su efecto, ô se casan, locamente desprevenidos, y assi se hacen peores; ô huyen de una carga que no se hallan con fuerza para poder soportarla; perdiendo la Patria, y la Religion, y las esperanzas de unos Hijos, que pudieran acrecentàr sus tymbres.

¿Qué importa que los Padres sean distinguidos, disfruten los bienes mas opulentos de la fortuna, y procuren adornarse de los trages mas costosos, si teniendo los Hijos mal enseñados se hallan desnudos, desayrados, y sin lucimiento? En medio de las sombras del Gentilismo, quando los desordenes halla-ban en su misma creencia, authoridad que los apadrinasse, Cornelia Noble Matrona de Roma, sapientissima, y digna Madre de los Gracos, unos de los Romanos, que mas florecieron en la Eloquencia, y los que dieron principio â una de las Familias mas distingüidas entre toda la Nobleza, se esmerò tanto en criarlos, que no solo se dedicó â concurrir oficiosa con las obligaciones de Madre, sino tambien ella misma los instruìa en las reglas de la elegancia, y hacìa objeto de sus lecciones la declamacion contra los vicios, para que de esta manera aborreciessen lo injusto; discurriendo doctamente, que era el mejor adorno de los Padres, la rec-titud en el proceder de los hijos: ésta misma Cornelia teniendo de visita en su Casa â otra Romana, que sin duda serìa parecida â mis Paysanas, pues gastò todo el tiempo de la conversacion en la alabanza de sus Vestidos, y diges, que en realidad eran de los mas preciosos de su siglo, sufriò con gran paciencia, y cordura tan impertinente platica, dando lugar advertida â que llegàsse la hora de que viniessen sus Hijos de la Escuela; los que apenas llegaron, vuelta à su Amiga la dixo: estos son mis Galas: dando á entender, que de nada se hàn de alabar los que tienen Hijos, que de su educacion, y doctrina. ¡O cèlebre Romana, y como tu discreta satyra es un invencible argumento, contra tantos como viven olvidados de lo mas precisso, y essencial de su obligacion: en particular contra tantas Madres de nuestro tiempo, que con una necia compassion, y un amór desordenado de sus Hijos, los permiten quanto desean, sin pararse en lo que apetecen: y siendo encubridoras de estos mismos, disimulando con los Maridos sus defectos, y haciendo espaldas à sus maldades! ¡O Madres ignorantes, y como vuestra necia conducta, en este tan delicado assumpto, es la causa principal de los desordenes, y desgracias, que se lloran todos los dias!

¡Quantas distinguidas familias, que hàn conservado su explendór sin decadencia por algunos siglos, se vèn arruìnadas, y abatidas (no es lo peòr esto, que por fin puede tenér remedio) se vèn dolorosamẽte envilecidas â manos de unos Hijos, que nacieron para su aumento, y mayòr lustre; y lo huvieran conseguido, si la barbaridad (permitasseme èsta expression) de aquellos mismos que les dieron el sèr, no huviera sido triste instrumento con sus indulgencias, de tantas perversas inclinaciones, y dañadas idèas! ¿Se vè acaso otra cosa màs continua, que Hombres de generaciones ilustres entregados â los exercicios más viles, y â los castigos más afrentosos, todas consequencias infelices de su ninguna aplicacion en tiempo, â proporcionàr medios con que vivir? Diganme ahora que pondero, y que abulto preocupaciones, para llenár mis Pensamientos: bien sè, que no lo diràn; y tambien sè, que por mucho que se extienda la Pluma en èste particular, aùn quedarà corta, para criticàr bastantemente tán pernicioso descuydo del que se siguen, y seguiràn (si no piensan màs seriamente, los que se hallan en possession de podér concurrir â el remedio) infinitos objetos de la lastima, é innumerables exemplares de lo aborrecible.

Se mira por tantos caminos estendida èsta misma preocupacion, que parece que los que debìan ponér toda su eficacia en el buen regimen de la vida de sus Hijos, estos se empeñan, por todos los medios possibles, en hacerlos indignos, y que solo crezcan para lo delinquente: pues no contentandose con dexarlos â su voluntad, seguìr el rumbo de las locuras, y el camino de lo culpable; se les presentan de delante, y con sus perversos exemplos los enseñan los modos más iniquos de la maldad, y no se averguenzan de ser los primeros, que los guien por la precipitada carrera de todos los vicios. ¿Cómo podrà esperár la Patria Hijos benemeritos de sus honras, de aquellos que deben su enseñanza â la desvergonzada pràctica de lo delinquente? ¿Ni còmo podràn quexarse de las ruìndades de los Hijos aquellos Padres, que les ofrecieron tratable lo horroroso del vicio, con los repetidos exemplos de sus passiones? No puede llegàr â màs alto grado la maldad, ni se pudiera creer, si las tristes experiencias de todos los dias, no nos pusieran delante tán lastimosos espectáculos. Se vén â cada passo Padres entregados â la embriaguèz, â el juego, â la ociosidad, y â otros vicios más odiosos; y juntamente se vè, que no se corren de hacèr èstas cosas manifiestas â sus familias, ni de hacér blasson de su práctica delante de los que havian de procurár ignorassen su existencia. No hay que maravillár, que haya tantos viciosos, y mal entretenidos, si aùn estas mismas cosas son alabadas de los Padres, como vivezas del Muchacho, y authorizadas con la indigna sentencia, de que de un Picaro se hace un Hombre de bien. ¡O què necedad! De un Picaro, y de un delinquente hacerse un Hombre de bien, es casi impossible, y si se vè algunas veces, las más son por escondidos efectos de la Providencia. ¿Quién havrà tàn ignorante, que haga noviciado de lo recto de la misma maldad? ¿Y quièn intentarà persuadir, que de la repeticion de actos de lo injusto, se hà de seguir la espe-ranza de una facil pràctica en lo honesto? No Señores mios, no aciertan Vms. con su obligacion, ni es èste el modo de podèr prometerse agradables aumentos en las Familias. La juventud (como llevo dicho) se entrega facilmente â todo lo delectable, sin que la contenga lo licito, ô ilicito de la accion. ¿Luego si miran estas acciones, authorizadas con el exemplo, de que sus Padres idòlatran juntamente en éstos indecentes passatiempos, què hàn de hacér? Es precisso que los sigan gustosos; pues la authoridad de los Padres tiene tanta fuerza sobre los Hijos, como son las primèras especies de que se fecundizan sus idèas, que aunque la razòn les arguya en contrario, basta que sus Padres assi lo executen, para que canonicen el mismo delito por virtud.

De éste poco cuydado, de èste abandòno de los Hijos, en los años que màs necessitan de freno, se siguen las ruínas, los trabajos, y el deshonòr de las familias: y de la inaccion con que los permiten vivir, sin dirigirlos â ocupaciones honestas, aunque los tengan como Novicios en sus Casas, sale la innumerable tropa de ociosos, que son los que pueblan los indignos lugares de la maldad, y los que idèan los medios mas perniciosos para alimentarse: por cuyos antecedentes, con bastante pena de la Socie-dad se advierte, no con poca frequencia la ingratitud mas cruel, mas fiera, mas aborrecible, y mas indigna en muchos Hijos, respecto de los Padres: se les vé arrastràr galas, disfrutar honores, y posseer abundancias, abandonando à sus ancianos Progenitores â una vida triste, y miserable, sin que aquellas entrañas sin exemplar, aún entre los irracionales, se compadezcan de verlos padecer, ni se averguenzen de que el Mundo sepa, que son las que les dieron el sèr. Pero vaya una malicia mia, hija legitima de mi genio caviloso. Indaguen todos, quando vèan estos tristes exemplares, la crianza que dieron estos Padres à tales hijos, y â que sale cierta mi sospecha. No, Señora Pensadora (me diràn) que antes sabèmos à el contrario; pues nos dicen, que los quisieron mucho, y los alimentaron con todos los regalos possibles, dandoles quantos gustos apetecian, y quantas diversiones deseaban, de modo que los criaron como si fueran unos Principes. Y lo creo: y èsta es la causa de que ahora sean ingratos: pues haviendo reflexionado, yà en possession de la razòn, sobre las ocasiones que les permitieron, para arrojarse à los riesgos, y sobre las condescendencias que les daban para sus gustos, como vèn, que éstas no son obras de Padres piadosos, y sì de enemigos crueles, ofuscados de un odio imprudente, quebrantã las mas sagradas leyes de la naturaleza, y se excusan de socorrerlos, con el necio pretexto de que si ellos tienen que comer, que su trabajo les há costado, que si fuera por la doctrina, que les dieron, que bien poco, ô nada posseyeran: de modo que tales Padres, si se logran sus Hijos, cobran unos ingratos; y si se pierden, reciben mil pesadumbres; pero siempre el debido premio á su ignorancia: pues necios, ê imprudentes olvidarõ la correccion, y la enseñanza de sus Hijos en la edad mas arriesgada; y con sus descuydos, y malos exẽplos comentarõ sus malas inclinaciones, y les dieron reglas para ensayarse en la impiedad; quando debian ser la norma mas perfecta con su rectitud de obrar de las acciones de sus Hijos, pues assi como nacen, para sucederles en los honores, y riquezas, deben ser tambien sus Successores en las costumbres, objeto que deben tener presentes todos los Padres para su conducta.

Et verbo, & facto parvis sit regula natis, Optima sitque omni tempore norma Pater.

Mich. Ver. pag. 34.

OCTAVAS

De un Retrato no es culpa lo horroroso, si â el Prototypo sale equivocado,mirando como acierto lo assombroso,quando tiene exemplar, que lo ha guiado:Assi del yerro se hace dueño odioso,el que con proceder tan desgraciadodiò causa, sin razòn, necio imprudente,â hacer multiplicar lo delinquente. La correccion del Padre, y recta vida por regla há de tener su descendencia,pero si esta la advierte pervertidano serà de extrañàr su negligencia:En obras, y razones comedidarecta norma hà de ser en su presencia,pues persuade mejor (segun contemplo)junto con la doctrina, el buen exemplo.

Pensamiento XXII Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y de D. Manuél Ferrera, frente del Populo. Cadiz, y Noviembre 29. de 1763Imprimasse. Dr. Ortega Cadiz, y Noviembre 29. de 1763.Imprimasse, quedando este Original en la presente Escrivanìa de Imprentas, y Librerìas, âdonde se deberàn tambien passar dos Exemplares. Villaformada. Verdaderamente, Señor Público, que es Vm. de una condicion particulár, y de un genio extraño, pues nada le gusta más, que los sonecitos alegres, y los assumptos de tararìra: si Señor, el Jueves que la Pensadora escrive fandangos, y disserta seguidillas, ¡gran cosa! andan las alabanzas de sobra, y la risa â todo trapo: pues sepa Vm. (hablandole como su apassionada) que lo siento, porque diviso sin mucho trabajo, que no piensa en su instruccion, sino en divertirse: y assi de èsta suerte burla mi trabajo, y no consigo el principal fin de mis intentos, que es verle ponèr en pràctica las maximas racionales que le recuerdo: y digo le recuerdo, porque no soy tan necia, que tenga la vanidad de enseñarle; el que enseña, pone delante lo que se ignora, y yo no le hago tàn poco favòr; y quien recuerda, advierte lo que se olvida, ô voluntaria, ô involuntariamente, que es â lo que me atrevo, auxiliada de mi ociosidad pensadora, que por fin es ociosidad, que le puede ser â Vm. importante: pero vamos â el caso: ¿Vm. quisiera (valga la verdad) que todos los Jueves salieran mis Pensamientos adornados de sonajas, y cascabeles, y màs que los assuntos fueran inutiles? Pues véa Vm. que no quie-ro (perdone Vm. la grosserìa, que las Damas tenémos licencia para todo.) Yo, Señor mio, sigo un objeto más alto, y una idèa más elevada, que es tenér parte en la reforma de los Abussos: y éste es el motivo, por qué â pessar de las satyras, y dentelladas de muchos, no hè variado mi primèra intencion, ni hè retrocedido del camino principiado. Vm. que quiera, ô nò, lo hà de tragar de esta suerte, que en agradecimiento le ofrezco, por servirle, aunque violente mi naturál adusto, y pensadòr, darle de en quando en quando un papelillo de gayta gallega, para que vivamos todos contentos: y por ahora reciba uno muy seco, árido, y muy enojado; pero muy util, como es sobre la crianza de los hijos, pues aunque otras plumas le hayan tocado, como es tan precisso â la Religion, â el Estado, â la Sociedad, y â las Familias, no parecerà atrevimiento el que añada â lo yá dicho, algunas reflexiones mias, que si acaso se equivocassen con las agenas, â lo menos el estylo las hará diferentes: y forme Vm. una reflexion séria sobre su objeto, porque discurro, que â pocos dexarà de tocàr lo dissertado. No es mi intento tomàr tán desde los principios mi assumpto, que me detenga en niñerías, no soy por ahora tã escrupulosa: quie-ro sí paràr la consideracion en la Juventud, pues quando principia en ella con mayór fuerza el impetu de las passiones, y quando todos los objetos delectables que presenta el Mundo, por nuevos, y por adequados â su poca reflexion, hacen mas impression en los corazones, es quando los Padres nimiamente confiados, la sueltan la rienda, y la abandonan con el frivolo pretexto, de que son muchachos, y que es razòn que se diviertan. ¡O ignorante, y necia compassion, y â quantos hàs puesto en carrera de que hayan dado el ultimo suspiro â los fieros impulsos de una desgracia! Hay muchos Padres que to-do el cuydado de su crianza para los hijos, le pusieron en la menòr edad, quando aunque quisieran ser malos, solo serían sus travesuras puerilidades: y estos mismos, luego que los miran Jovenes, levantan la mano de su cuydado, y como si fueran Hombres de cinquenta años les permiten una vida tàn libre, que sólo â las horas de comèr, y dormir se les vè en casa, menos quando, con qualquier leve motivo, hacen ausencia las noches enteras: ¿Y què se originará de aquí, señores Padres descuydados? ¿Què? todos los dias se està viendo. Que los Hijos se hagan unos Bribones Holgazanes, se entreguen â el juego, â la disolucion, y que quando menos se piensen, se los entren por las puertas entre quatro, defuntos, ô proximos â estarlo, les avisen desde un Sagrado por haver sido los agressores, ô se los lleven â una Carcel, donde se arriesga el caudal, el sossiego, y la Honra. ¡Què bello premio! pero merecido â tanto desorden. No se hacen cargo aquellos que se hallan con Hijos â quien educàr, que estos no nacieron con relacion solamente â los Padres; se los deben â la Patria, y tienen obligacion precissa de criarlos como que alguna véz la hàn de ser utiles, ô yà para defendér la Religion con la Ciencia, sus limites con las Armàs, ô hán de aumentàr sus inte-resses con la industria: para èsto les nacieron los Hijos, y para esto deben dirigirlos, no solo en la pueril edad, sino tambien en la de Jovenes, y conservàr éste empeño, y cuydado, hasta que consigan el fin, y llenen el todo de su obligacion. ¡Pero què dolór, que no se miran por essas Plazas, y calles otra cosa, que muchachos perdìdos, y entregados â la ruín práctica de lo delinquente, sin que sus Padres procuren apartarlos de las temibles ocasiones de sus yá depravadas costumbres! ¡Mas còmo se havian de poblàr las Carceles, los Presidios, y ocupàr los Cadahalsos, sino fuera por èsta compassiva condescendencia con que los Padres crian â estos Niños! Yo no sè como pueden vivir, sin escrupulo de su conducta, unos Padres que teniendo dos, ô mas Hijos, y estos en edad crecida, los dexan passar un año, y otro año, sin que piensen màs que en sus diversiones, se acostumbren â la ociosidad, y vivan solo entregados â el Juego, y â otras diversiones: franqueandoles lo precisso para subvenir â los gastos de sus viles entretenimientos, ô disimulando los siniestros arbitrios de que se valen en sus Casas, para no verse faltos de dinero; con cuyo cebo hacen unos progressos rapidissimos por el camino de la maldad. Yo ignoro còmo se acostumbran â tolerár tanto desarreglo en los Hijos, y los permiten crecer en una continua inaccion, sin que se apliquen â cosa alguna; pues viviendo de esta manera, y portandose como si posseyeran muchos bienes, se acostumbran â hacer figura, y â no baxàr la cabeza, ni sujetarse â el precisso trabajo, para consegüir sus aumentos; ¿y si despues faltan los medios, por morir el que ganaba, y se vén en la precission de deponer su inveterada altanerìa, y baxàr la cervìz, lo que se les hace dificultoso, y huyen de tales medios, qué sucede? Repásse cada uno los exemplares, que està viendo todos los dias en tales Jovenes, y los desastrados fines que tienen, y respondanse, pues se dexan inferír claramente las mas lastimosas resultas. Los que en la primera edad de sus Hijos, los crian con el mayor zelo, los acompañan de Ayos, los sugetan con rigor, y los tienen en un continuo exercicio de todo lo laudable; ¿quando yá han llegado â la de la Juventud, qué es lo que hacen? Ya son Hombrecitos (dicen) estàn criados, bueno es que se acostumbren â tratar con todos, para que el mismo trato les despierte, y haga haviles: y de esta manera les aflojan, y dexan que corran aquellos animos inexpertos por la senda de los pre-cipicios, y por fin vengan â morir despeñados por su misma ignorancia. ¡Valgame Dios, qué desatino tan craso! A estos les sucede lo que â los malos Jardineros, que despues de haverse desvelado en el cuydado de un Arbol, dirigiendo, y arreglando todos sus progressos; â el tiempo oportuno de ser util, le abandonan, y retiran el cultivo, y entonces como sin beneficio rinden desagradables frutos, ô se envejecen solo con el logro de haver criado mala madera, que viene â tener su fin en el fuego; perdiendo, por no ser constantes en el trabajo, el cuydado que pusieron en la crianza. Los Hijos no se hacen haviles con la liber-tad licenciosa, con la ociosidad mal empleada, ni con el trato de los pervertidos, y escandalosos: los adelantamientos que consegüiràn de esta forma, seràn adelantamientos culpables, que los impossibilitará de tener amor â lo justo, y següir las pissadas de los virtuosos: se havilitan, y exercitan sus entendimientos, destinãdolos desde luego, antes que se vicien, â aquel genero de vida, que segun su calidad, les hà de proporcionàr medios para passar decentemente: con estudio particular se les há de cargar de algunas obligaciones laboriosas, procurando que sean aquellas â que mas se inclinàren, para que teniendoles exercitados, nunca llegüen â gustar de la ociosidad, tàn apetecida de la Juventud, como protectora de todos sus siniestros deseos: assi gustosamente ocupados, no se entregaràn â los vicios, se havilitarán en los negocios que les competa, y trataràn con otros de su edad, igualmente bien inclinados, con los que será justo se acostumbren â familiarizarse, y en este trato serà donde procuraràn con todo empeño se diviertan: para que de este modo se hallen, quando llegàre â posseerles enteramente la razòn, llenos de havitos honestos, y diestros en lo que fuere importante â sus interesses, para que en tiempo sean capaces de tomàr esta-do, y ser de provecho á la Patria. Tomen estado en tiempo, y sean de provecho â la Patria: pues uno de los mayores inconvenientes, que infelizmente se sigue de este perverso descuydo en los Padres, es la impossibilidad, con que se hallan tantos, quando llegan â la edad de casarse; pues viendose sin fondos, ni industria para adquirir lo necessario â la vida, se entregan involuntariamente à un Celibato, que los hace vivir solos, ê inutiles, y gustosos en una especie de libertinage, que los pone cada dia de mas ruìn condicion: pues como sus tyranos Padres (y digo bien tyrano) no los dedicaron â saber buscar la vida honestamen-te, segun su calidad, quando yà se hallan en edad, en que la razòn hace su efecto, ô se casan, locamente desprevenidos, y assi se hacen peores; ô huyen de una carga que no se hallan con fuerza para poder soportarla; perdiendo la Patria, y la Religion, y las esperanzas de unos Hijos, que pudieran acrecentàr sus tymbres. ¿Qué importa que los Padres sean distinguidos, disfruten los bienes mas opulentos de la fortuna, y procuren adornarse de los trages mas costosos, si teniendo los Hijos mal enseñados se hallan desnudos, desayrados, y sin lucimiento? En medio de las sombras del Gentilismo, quando los desordenes halla-ban en su misma creencia, authoridad que los apadrinasse, Cornelia Noble Matrona de Roma, sapientissima, y digna Madre de los Gracos, unos de los Romanos, que mas florecieron en la Eloquencia, y los que dieron principio â una de las Familias mas distingüidas entre toda la Nobleza, se esmerò tanto en criarlos, que no solo se dedicó â concurrir oficiosa con las obligaciones de Madre, sino tambien ella misma los instruìa en las reglas de la elegancia, y hacìa objeto de sus lecciones la declamacion contra los vicios, para que de esta manera aborreciessen lo injusto; discurriendo doctamente, que era el mejor adorno de los Padres, la rec-titud en el proceder de los hijos: ésta misma Cornelia teniendo de visita en su Casa â otra Romana, que sin duda serìa parecida â mis Paysanas, pues gastò todo el tiempo de la conversacion en la alabanza de sus Vestidos, y diges, que en realidad eran de los mas preciosos de su siglo, sufriò con gran paciencia, y cordura tan impertinente platica, dando lugar advertida â que llegàsse la hora de que viniessen sus Hijos de la Escuela; los que apenas llegaron, vuelta à su Amiga la dixo: estos son mis Galas: dando á entender, que de nada se hàn de alabar los que tienen Hijos, que de su educacion, y doctrina. ¡O cèlebre Romana, y como tu discreta satyra es un invencible argumento, contra tantos como viven olvidados de lo mas precisso, y essencial de su obligacion: en particular contra tantas Madres de nuestro tiempo, que con una necia compassion, y un amór desordenado de sus Hijos, los permiten quanto desean, sin pararse en lo que apetecen: y siendo encubridoras de estos mismos, disimulando con los Maridos sus defectos, y haciendo espaldas à sus maldades! ¡O Madres ignorantes, y como vuestra necia conducta, en este tan delicado assumpto, es la causa principal de los desordenes, y desgracias, que se lloran todos los dias! ¡Quantas distinguidas familias, que hàn conservado su explendór sin decadencia por algunos siglos, se vèn arruìnadas, y abatidas (no es lo peòr esto, que por fin puede tenér remedio) se vèn dolorosamẽte envilecidas â manos de unos Hijos, que nacieron para su aumento, y mayòr lustre; y lo huvieran conseguido, si la barbaridad (permitasseme èsta expression) de aquellos mismos que les dieron el sèr, no huviera sido triste instrumento con sus indulgencias, de tantas perversas inclinaciones, y dañadas idèas! ¿Se vè acaso otra cosa màs continua, que Hombres de generaciones ilustres entregados â los exercicios más viles, y â los castigos más afrentosos, todas consequencias infelices de su ninguna aplicacion en tiempo, â proporcionàr medios con que vivir? Diganme ahora que pondero, y que abulto preocupaciones, para llenár mis Pensamientos: bien sè, que no lo diràn; y tambien sè, que por mucho que se extienda la Pluma en èste particular, aùn quedarà corta, para criticàr bastantemente tán pernicioso descuydo del que se siguen, y seguiràn (si no piensan màs seriamente, los que se hallan en possession de podér concurrir â el remedio) infinitos objetos de la lastima, é innumerables exemplares de lo aborrecible. Se mira por tantos caminos estendida èsta misma preocupacion, que parece que los que debìan ponér toda su eficacia en el buen regimen de la vida de sus Hijos, estos se empeñan, por todos los medios possibles, en hacerlos indignos, y que solo crezcan para lo delinquente: pues no contentandose con dexarlos â su voluntad, seguìr el rumbo de las locuras, y el camino de lo culpable; se les presentan de delante, y con sus perversos exemplos los enseñan los modos más iniquos de la maldad, y no se averguenzan de ser los primeros, que los guien por la precipitada carrera de todos los vicios. ¿Cómo podrà esperár la Patria Hijos benemeritos de sus honras, de aquellos que deben su enseñanza â la desvergonzada pràctica de lo delinquente? ¿Ni còmo podràn quexarse de las ruìndades de los Hijos aquellos Padres, que les ofrecieron tratable lo horroroso del vicio, con los repetidos exemplos de sus passiones? No puede llegàr â màs alto grado la maldad, ni se pudiera creer, si las tristes experiencias de todos los dias, no nos pusieran delante tán lastimosos espectáculos. Se vén â cada passo Padres entregados â la embriaguèz, â el juego, â la ociosidad, y â otros vicios más odiosos; y juntamente se vè, que no se corren de hacèr èstas cosas manifiestas â sus familias, ni de hacér blasson de su práctica delante de los que havian de procurár ignorassen su existencia. No hay que maravillár, que haya tantos viciosos, y mal entretenidos, si aùn estas mismas cosas son alabadas de los Padres, como vivezas del Muchacho, y authorizadas con la indigna sentencia, de que de un Picaro se hace un Hombre de bien. ¡O què necedad! De un Picaro, y de un delinquente hacerse un Hombre de bien, es casi impossible, y si se vè algunas veces, las más son por escondidos efectos de la Providencia. ¿Quién havrà tàn ignorante, que haga noviciado de lo recto de la misma maldad? ¿Y quièn intentarà persuadir, que de la repeticion de actos de lo injusto, se hà de seguir la espe-ranza de una facil pràctica en lo honesto? No Señores mios, no aciertan Vms. con su obligacion, ni es èste el modo de podèr prometerse agradables aumentos en las Familias. La juventud (como llevo dicho) se entrega facilmente â todo lo delectable, sin que la contenga lo licito, ô ilicito de la accion. ¿Luego si miran estas acciones, authorizadas con el exemplo, de que sus Padres idòlatran juntamente en éstos indecentes passatiempos, què hàn de hacér? Es precisso que los sigan gustosos; pues la authoridad de los Padres tiene tanta fuerza sobre los Hijos, como son las primèras especies de que se fecundizan sus idèas, que aunque la razòn les arguya en contrario, basta que sus Padres assi lo executen, para que canonicen el mismo delito por virtud. De éste poco cuydado, de èste abandòno de los Hijos, en los años que màs necessitan de freno, se siguen las ruínas, los trabajos, y el deshonòr de las familias: y de la inaccion con que los permiten vivir, sin dirigirlos â ocupaciones honestas, aunque los tengan como Novicios en sus Casas, sale la innumerable tropa de ociosos, que son los que pueblan los indignos lugares de la maldad, y los que idèan los medios mas perniciosos para alimentarse: por cuyos antecedentes, con bastante pena de la Socie-dad se advierte, no con poca frequencia la ingratitud mas cruel, mas fiera, mas aborrecible, y mas indigna en muchos Hijos, respecto de los Padres: se les vé arrastràr galas, disfrutar honores, y posseer abundancias, abandonando à sus ancianos Progenitores â una vida triste, y miserable, sin que aquellas entrañas sin exemplar, aún entre los irracionales, se compadezcan de verlos padecer, ni se averguenzen de que el Mundo sepa, que son las que les dieron el sèr. Pero vaya una malicia mia, hija legitima de mi genio caviloso. Indaguen todos, quando vèan estos tristes exemplares, la crianza que dieron estos Padres à tales hijos, y â que sale cierta mi sospecha. No, Señora Pensadora (me diràn) que antes sabèmos à el contrario; pues nos dicen, que los quisieron mucho, y los alimentaron con todos los regalos possibles, dandoles quantos gustos apetecian, y quantas diversiones deseaban, de modo que los criaron como si fueran unos Principes. Y lo creo: y èsta es la causa de que ahora sean ingratos: pues haviendo reflexionado, yà en possession de la razòn, sobre las ocasiones que les permitieron, para arrojarse à los riesgos, y sobre las condescendencias que les daban para sus gustos, como vèn, que éstas no son obras de Padres piadosos, y sì de enemigos crueles, ofuscados de un odio imprudente, quebrantã las mas sagradas leyes de la naturaleza, y se excusan de socorrerlos, con el necio pretexto de que si ellos tienen que comer, que su trabajo les há costado, que si fuera por la doctrina, que les dieron, que bien poco, ô nada posseyeran: de modo que tales Padres, si se logran sus Hijos, cobran unos ingratos; y si se pierden, reciben mil pesadumbres; pero siempre el debido premio á su ignorancia: pues necios, ê imprudentes olvidarõ la correccion, y la enseñanza de sus Hijos en la edad mas arriesgada; y con sus descuydos, y malos exẽplos comentarõ sus malas inclinaciones, y les dieron reglas para ensayarse en la impiedad; quando debian ser la norma mas perfecta con su rectitud de obrar de las acciones de sus Hijos, pues assi como nacen, para sucederles en los honores, y riquezas, deben ser tambien sus Successores en las costumbres, objeto que deben tener presentes todos los Padres para su conducta. Et verbo, & facto parvis sit regula natis, Optima sitque omni tempore norma Pater. Mich. Ver. pag. 34. OCTAVAS De un Retrato no es culpa lo horroroso, si â el Prototypo sale equivocado,mirando como acierto lo assombroso,quando tiene exemplar, que lo ha guiado:Assi del yerro se hace dueño odioso,el que con proceder tan desgraciadodiò causa, sin razòn, necio imprudente,â hacer multiplicar lo delinquente. La correccion del Padre, y recta vida por regla há de tener su descendencia,pero si esta la advierte pervertidano serà de extrañàr su negligencia:En obras, y razones comedidarecta norma hà de ser en su presencia,pues persuade mejor (segun contemplo)junto con la doctrina, el buen exemplo.