Carta L
Un journaliste est
meprisable lorsqu’il trompe ses lecteurs en leur cachant les defauts
d’un livre qu’ils achetent d’aprés son temoignage.
Un Diarista es despreciable quando engaña á sus lectores,
ocultando los defectos de un libro que compran en vista de su
aprobacion.
Señor Censor.
Hace pocos dias que en el Dia-rio Enciclopédico de Bouillon del presente año, tom. I.
part. 3.a fol. 444. leí esta apurada verdad, á la que acompañan otras
muchas que me han confirmado mas y mas en la opinion que desde chiquito
tengo abrazada muy apretadamente, del ciego asenso que se debe dar á las
críticas, que muchos de estos papeles forman de los libros que analizan;
pues advierto la imparcialidad con que las hacen, y la escrupulosidad
con que caminan en su exâmen. La prueba real de esto es que haciendo en
el dicho Diario el extrácto de ese inmortal libro intitulado, Discursos filosóficos sobre el hombre, le han
formado con tal exâctitud y verdad, que el mas rudo conocerá lo muy
hecho cargo que está de su contenido, la moderacion con que procedieron
en su elogio, y los acreedores que son á nuestras gracias por tamaña
fineza.
No creo muy del caso referir á vm. la introduccion á dicho
articulo, porque ni allí ni aquí viene al propósito; empero le diré en
abstracto, se reduce esta á comunicar al orbe que los extrangeros están
muy equivocados sobre nuestro verdadero merito literario: verdad que si
los señores Diaristas no hubiesen tenido á bien hacernos el favor de
descubrirla, estariamos toda la vida sin saberla; como ni tampoco la que
de doce años á esta parte son entre nosotros los adelantamientos en las
ciencias infinitamente mayores que en otro tiempo alguno, cuyos
progresos y agigantados pasos en ellas, nos avisan los debemos á la
proteccion que acuerda á todo literato el Excelentísimo Señor Conde de
Floridablanca, á quien con este motivo hacen
el mas digno elogio, siendo muy regular que dicho Señor les viva
sumamente agradecido por tantos favores como le dispensan, de los que
ciertamente es-taba S. E. tan necesitado como de la
concurrencia á su casa de pretendientes importunos y mentecatos, y que
no podrán menos de añadir muchos millones de codos á la estatura de su
mérito tan desconocido hasta ahora de los Españoles, que si no fuese
porque nos le han hecho ver de bulto los Señores Diaristas, es tal
nuestra rudeza que no sabiamos hácia que mano le caia á S. E.
Pero dexando este asunto porque no habrá quien me quite de la cabeza
tratar sobre él en ocasion mas oportuna, paso á comunicar á vm. en
Castellano la aprobacion que en Frances dieron mis señores los Diaristas
á los citados Discursos filosóficos; á cuya
aprobacion se servirá vm. permitirme añada yo la mia por medio de unas
notitas ó apostillas para informar mejor al curioso lector de lo
justificado del elogio.
Dicen pues, que entre algunas obras Españolas de un mérito poco conocido antes del Ministerio del Excelentísimo Señor
Conde de Floridablanca, es del numero de estas y
tal vez de las primeras los Discursos
filosóficos, sobre el hombre de Monsieur Forner.El Señor Don Juan
Pablo Forner y Segarra, autor bien conocido en esta Corte por
muchas y excelentes obras, que siendo aun muchachito ha dado á
luz. Vease la nota siguiente.
Entre muchos Poetas (continúan) que
han ilustrado á la España, ninguno hasta ahora se atrevió á tratar un
asunto tan vasto, y tan verdaderamente filosófico: pero lo mas digno de
admiracion es que no teniendo Mr. Forner, aun
treinta años,En efecto; á la época
que esto se escribia andaba el Señor Don Juan al rededor de su
sexto lustro. Pero yo omito esta y otras particularidades acerca
de su nacimiento y patria, porque no puedo reducirme á privarle
del glorioso y bello espectáculo que desde ahora se le pre-sentará al considerar convertidos hácia su
averiguacion los sudores, los trabajos, las penosas
investigaciones de todos los eruditos y sabios de los siglos XX
ó XXI. ¡De qué gloria no gozaria en su vida nuestro Cervantes si
por ventura pudo preveér los que se habian de tomar los Sabios
de nuestros tiempos para averiguar su patria! ya en
esta edad se siente con la fuerza de exercitarse sobre
materias en que Pope, el Cardenal de Polignac y otros, no se ocuparon sino despues de
haber llegado á toda la madurez de la suya.Muchachito el Señor Don Juan, y en medio de su corta edad
es ya maduro y muy maduro.
Solo en vista del título de la obra de Mr. Forner,
es facil advertir quan vasto es el plan de ella, y quan dificil
desempeñarle.¡No es cosa de juego
si es vasto y dificil! Para conseguirlo se
necesitaba una imaginacion sábia y fecunda, un conocimiento de todo quanto los Moralístas antiguos y modernos han escrito sobre
el hombre, y uniendo todo esto á su objeto, el arte de presentarle baxo
un aspecto y nueva forma.Se
necesitaba un Forner, y estaba dicho en dos
palabras. Esto es lo que Mr. Forner consiguió con una felicidad que dexa poco que
desear.
Cinco son los Discursos de dicha obra. En el primero expone con mucha
energia y claridad las grandes verdades que son la basa de la moral:
demuestra toda la importancia de este estudio, sin el qual no podriamos
desempeñar nuestros deberes, ni conocer todas las conexîones que nos
unen á la sociedad y al Criador.
Las mas luminosas pruebas sobre la inmortalidad del alma le conducen á
refutar el dogma del Fatalísmo, restituyendo asi al hombre todos los derechos de su libertad, y restableciendo la moral de sus
acciones, le eleva sobre todos los demas seres criados, le hace ver su
nobleza, y le dispone á conseguir aquella perfeccion de que es
capaz.
El objeto del segundo Discurso es probar la insuficiencia de nuestra
razon para elevarnos á un conocimiento perfecto del Criador, y al culto
mas digno de él. En este son las pruebas de hecho y de raciocinio.
Indica el autor las contradicciones en que han caido los Filósofos, y
las varias supersticiones á que se abandonaron tantos Pueblos quando no
han querido seguir mas guia que sus propias luces. Las pinturas vivas,
la poesia brillante y lógica severa, que reynan en todo este Discurso,
hacen igualmente interesante su lectura al reflexîvo, y al afecto á la
bella poesia.Del mismo modo que hacen
la de todas las demas obras suyas. ¡Qué pintu-ras
tan vivas y tan patéticas! ¡Qué lógica, no digo ya tan severa,
sino tan cruel no hace resaltar entre todas las oraciones su
Oracion apologetica por la España y su mérito literario! ¿pues
qué si se habla de raciocinios? Que me la claven en mi espaciosa
frente, si en todas sus obras se hallare un solo sofisma; quiero
decir, un argumento que concluya en la apariencia : : : pero,
demasiado conocido es á todos los sabios y á los que no lo son
el merito de sus escritos.
Se representa Mr. Forner en el
tercer Discurso llevado por la multitud al templo de la Opinion. En él
escucha los oráculos de esta encantadora; le lisongea el oido, pero no
logra convencer su corazon, vacilante su espiritu en medio de las mas
crueles dudas sobre lo que mas le importa conocer, invoca á la Verdad la
llama á su socorro. Esta divinidad le oye, le arrebata á lo alto de su
morada, y mostrándole desde ella quanto pasa sobre la tierra, le prueba por el espectáculo de las ocupaciones frívolas ó
perversas en que los hombres viven agitados, quanto distan de la
felicidad que prometen ciertos filósofos; quan lejos están de su
verdadero destino y de aquel estado de perfeccion, que perdieron casi al
salir de las manos del Criador.Ademas
de esto le probó tambien la verdad que el hombre tiene dos almas
(cosa ciertamente que nadie ha probado á nadie): una para
sentir, y otra para discurrir. Amen de esto le probó que Dios ha
dotado á los cuerpos organizados de cierto modo de la facultad
de sentir, percibir y apetecer. Sublime principio, del qual se
deduce por legítima conseqüencia aquella grande verdad
desconocida hasta ahora, á saber: que el alma, esto es, lo que
siente, apetece y percibe, es decir en general, ama, aborrece,
entiende, se acuerda &c. que el alma, digo, es corporal,
ó es un cuerpo asi ó asi organizado, que es lo mismo que decir,
puestas las diferentes par-tes que le componen, las
unas en movimiento, las otras en quietud, aquellas con cierta
figura, estas con otra, unas de tal tamaño, otras de qual, unas
á la derecha, á la izquierda otras, las unas patas arriba, para
explicarme de esta suerte, las otras patas abaxo &c. He
aquí explicado en dos palabras todo el admirable mecanísmo de la
sensacion, del apetito, de la percepcion ó pensamiento, de la
voluntad, de la memoria, de la inteleccion &c. Todas las
quales cosas no se distinguen del alma misma, la qual no siendo
sino un cuerpo organizado, asi ó asado, no se distinguirán ellas
por lo consiguiente de las propiedades de este cuerpo. Y no
habiendo cuerpo que no tenga su extension, su impenetrabilidad,
su figura &c., tampoco habrá, por exemplo, entendimiento
que no sea largo ó angosto, impenetrable, quadrado, ó de otra
figura. Y en efecto, ahora entiendo yo como es que hay algun
entendimiento que me consta ser tan romo como un macho. Item: le
enseñó la verdad, que la ley natural está ó ha estado
corrompida. Y vease en una línea tan sola expresada la unica causa de que el Mundo esté echado á perder.
Pero yo para descargo de mi delicada conciencia debo advertir á
mis lectores que aquí do se entiende por ley natural la voluntad
de Dios manifestada por medio de la recta razon, que es la
difinicion comun, y á la que vienen á referirse todas: sino se
entiende otra cosa que mi ignorancia (la que confesaré sin
rubor) no es capaz de alcanzar; porque, ya se ve, que seria
menester quemarme si yo dixese que la voluntad de Dios está ó ha
estado corrompida en algun tiempo. Item: le probó que la
Religion Christiana es la mas santa entre las de la tierra: en
lo que se nos enseña que no debemos murmurar de las otras
Religiones, que tambien son ellas santas aunque no tanto. Item:
le probó que la Religion natural no es en substancia otra cosa
que el modo de abandonarse á las ficciones de una fantasia
desenfrenada. Confieso que esta proposicion me escandaliza
sobremanera, porque yo habia creido que la Religion natural era
tan antigua como el Mundo, y que en ella se habian salvado todos
aquellos que la observaron y vinieron antes de Jesu-Christo: pero, ¿cómo podria ser asi quando segun el Señor
Forner la Religion natural no es otra cosa que el modo de
abandonarse á las ficciones ó sueños de una fantasia
desenfrenada? Mas es preciso confesar que mi escán¬dalo es hijo
de mi debilidad é ignorancia, y que es forzoso ceder á la
autoridad de este hombre grande, que no puede explicarse en
términos mas formales, y que ninguna culpa tiende de mi rudeza.
Item: le probó que la existencia de Dios es el fin á que nos
debe encaminar la revelacion. Evidente prueba de que la razon
sola no ha encaminado á nadie á creer que Dios exîste. Item: le
probó que las Sociedades civiles son obras de la maldad. ¡Qué
rigor, y qué ceguedad la de los hombres, que castigan con la
muerte á los que intentan destruir estas sociedades! á los que
intentan destruir las obras de la maldad! Item: le probó otras
mil estupendas cosas, como mas largamente se contiene en las
notas generales á los cinco dichos Discursos, cada una cincuenta
veces mas larga que cada uno; y tambien en las no-tas particulares á cada una de las estrofas ó versos de los
mencionados cinco Discursos; á todas las que, como igualmente á
ellos me remito, y de las quales no perdonaré yo jamas á la
envidia mal disimulada en los Señores Diaristas de Bouillon no
hayan querido hacer mencion alguna en su elogio.
Todo este Discurso es de mano de Maestro. En él se vé á su
autor inspirado igualmente que por el ge-nio
de la Poesia, por el de la verdad.
El Quarto está lleno de detalles muy metafisicos, y no hay
uno solo que Mr. Forner no haya tratado tan clara
como profundamente. Tales son algunas nuevas pruebas de la exîstencia de
Dios,Ademas de esto le probó
tambien la verdad que el hombre tiene dos almas (cosa
ciertamente que nadie ha probado á nadie): una para sentir, y
otra para discurrir. Amen de esto le probó que Dios ha dotado á
los cuerpos organizados de cierto modo de la facultad de sentir,
percibir y apetecer. Sublime principio, del qual se deduce por
legítima conseqüencia aquella grande verdad desconocida hasta
ahora, á saber: que el alma, esto es, lo que siente, apetece y
percibe, es decir en general, ama, aborrece, entiende, se
acuerda &c. que el alma, digo, es corporal, ó es un
cuerpo asi ó asi organizado, que es lo mismo que decir, puestas
las diferentes par-tes que le componen, las unas en
movimiento, las otras en quietud, aquellas con cierta figura,
estas con otra, unas de tal tamaño, otras de qual, unas á la
derecha, á la izquierda otras, las unas patas arriba, para
explicarme de esta suerte, las otras patas abaxo &c. He
aquí explicado en dos palabras todo el admirable mecanísmo de la
sensacion, del apetito, de la percepcion ó pensamiento, de la
voluntad, de la memoria, de la inteleccion &c. Todas las
quales cosas no se distinguen del alma misma, la qual no siendo
sino un cuerpo organizado, asi ó asado, no se distinguirán ellas
por lo consiguiente de las propiedades de este cuerpo. Y no
habiendo cuerpo que no tenga su extension, su impenetrabilidad,
su figura &c., tampoco habrá, por exemplo, entendimiento
que no sea largo ó angosto, impenetrable, quadrado, ó de otra
figura. Y en efecto, ahora entiendo yo como es que hay algun
entendimiento que me consta ser tan romo como un macho. Item: le
enseñó la verdad, que la ley natural está ó ha estado
corrompida. Y vease en una línea tan sola expresada la unica causa de que el Mundo esté echado á perder.
Pero yo para descargo de mi delicada conciencia debo advertir á
mis lectores que aquí do se entiende por ley natural la voluntad
de Dios manifestada por medio de la recta razon, que es la
difinicion comun, y á la que vienen á referirse todas: sino se
entiende otra cosa que mi ignorancia (la que confesaré sin
rubor) no es capaz de alcanzar; porque, ya se ve, que seria
menester quemarme si yo dixese que la voluntad de Dios está ó ha
estado corrompida en algun tiempo. Item: le probó que la
Religion Christiana es la mas santa entre las de la tierra: en
lo que se nos enseña que no debemos murmurar de las otras
Religiones, que tambien son ellas santas aunque no tanto. Item:
le probó que la Religion natural no es en substancia otra cosa
que el modo de abandonarse á las ficciones de una fantasia
desenfrenada. Confieso que esta proposicion me escandaliza
sobremanera, porque yo habia creido que la Religion natural era
tan antigua como el Mundo, y que en ella se habian salvado todos
aquellos que la observaron y vinieron antes de Jesu-Christo: pero, ¿cómo podria ser asi quando segun el Señor
Forner la Religion natural no es otra cosa que el modo de
abandonarse á las ficciones ó sueños de una fantasia
desenfrenada? Mas es preciso confesar que mi escán¬dalo es hijo
de mi debilidad é ignorancia, y que es forzoso ceder á la
autoridad de este hombre grande, que no puede explicarse en
términos mas formales, y que ninguna culpa tiende de mi rudeza.
Item: le probó que la existencia de Dios es el fin á que nos
debe encaminar la revelacion. Evidente prueba de que la razon
sola no ha encaminado á nadie á creer que Dios exîste. Item: le
probó que las Sociedades civiles son obras de la maldad. ¡Qué
rigor, y qué ceguedad la de los hombres, que castigan con la
muerte á los que intentan destruir estas sociedades! á los que
intentan destruir las obras de la maldad! Y cómo si son nuevas!
¡y cómo si son claras! Nuevas: la inmortalidad del alma no es
rigurosamente demostrable, pues es posible que dexe de exîstir
pudiendo Dios sin duda alguna aniquilarla. Sin embargo de la
inmortalidad del alma deduce el Señor Don Juan la rigurosa
demostracion de que Dios exîste: es decir, que es absolutamente
imposible que Dios no exîsta, ó que dexe de exîstir. Yo no puedo
dexar de exclamar aquí: ¡O lógica sobrehumana! ¡O Tomas de
Aquino! ¡O Descartes! ¡O Teólogos! ¡O Filósofos
quantos habeis tratado de demostrar esta verdad! venid,
escuchad, aprended de mi Señor Don Juan Pablo esta nueva
demostracion palmaria sobre todas las palmarias. Claras: El fin
de las obras del orden del hombre es Dios: cuya exîstencia se
prueba (por el Señor Don Juan) porque si no exîstiera, las obras
del orden del hombre no tendrian fin alguno. Quod erat
demonstrandum. ¿Lo quieren Vms. mas claro? Notese aqui de paso
con quanta justicia los Señores Diaristas de Bouillon, jueces
competentes en la materia, celebran el estilo y la eloqüencia en
el Idioma Castellano de su Panegirizado. Obsérvese en este
pasage una bella imi¬tacion de uno de los padres
de nuestra lengua el famoso Cervantes, quando di¬xo en su
Quixote: La razon de la sinrazon que á mi razon se hace, de tal
manera mi razon enflaquece, que con razon me quejo de la vuestra
fermosura. No me canso de repetirlo: El fin de las obras del
orden del hombre es Dios, porque si Dios no exîstiera, el fin de
las obras del orden del hombre no tendria fin alguno. Pero
pongamos por fin, fin á esta nota sin fin. y tal es
tambien la descripcion de nuestras varias facultades
intelectuales que el autor personalizó, y que presenta con mucho arte en
la escena.
El quinto Discurso manifiesta al hombre la descripcion, el encadenamiento
de sus obligaciones, la facilidad con que puede desempeñar todas las
sociales y las Religiosas, y lo poco que le costará hacerse felíz en la
tierra. Descubre con este motivo la grandeza del todo
Poderoso, su bondad para con el hombre, y los medios tan multiplicados
de felicidad que le ha proporcionado; y en todo este, la rapidez de su
estilo, la viveza de su colorido, manifiestan un corazon penetrado de su
objeto, y tenazmente enamorado de los encantos de la virtud, y del amor
de sus semejantes.
En general se advierte en esta produccion un entendimiento recto,
ilustrado con todas las luces de la filosofia,Todo esto, con lo que está arriba y
con lo que está abaxo, es una cosa notoria á qualquiera que haya
leido sus obras. y lo que es menos comun una
dialéctica exâcta, y una metafisica la mas profunda, adornadas con las
riquezas mas varias de la imaginacion y de la Poesía. Casi nunca se
separa el autor de su objeto. Por toda ella hace ver la religion y la
moral baxo un aspecto que sirve de alivio, é igualmente obliga á desear
sus lecciones, asi por que penetran el corazon, como por que convencen
al entendimiento.
Por esto, á que se añade el arte de hermosear con una noble y facil
locucion los puntos que parecen mas estériles, se conocerá el acierto
con que Mr. Forner ha vencido las dificultades de
su asunto, y se podrán dar las enhorabuenasYo por mi las admito, y las devuelvo duplicadas, quantas
veces gusten á los Señores Diarsitas [sic].
á la Nacion Española por un Escritor mas apropósito que
otro para honrar y enriquecer su literatura.
Exâminando rigurosamente estos Discursos, acaso se hallaria aridez en
algunas relaciones, pensamientos freqüentísimamente repetidos, y tal vez
un poco de menos orden y enlace que el que convendria entre las
diferentes partes del plan.Esta
crítica nos parece algo rigurosa. Ya hemos notado que no es esta
la única ocasion en que han mal disimulado su envidia los
Diaristas; ni es tampoco lo único que quizá con mucha mayor
razon podriamos reprehender nosotros en su elogio, sin que
nuestra crítica pudiese ser tachada de rigurosa, ni severa, de
in-justa ni de parcial.
Tanto menos insistiremos sobre estos defectos, quanto la crítica severa,
pero justa é imparcial que Mr. Forner ha hecho de
algunas obras modernas de su Nacion, sale por fiadora de la que sabrá
hacerse á sí mismo, y anuncia á la Es-paña un autor capaz
de atajar los progresos del mal gusto por los preceptos y por el
exemplo.En efecto: las obras de
Don Tomas de Iriarte, y particularmente su traduccion de los
quatro libros de la Eneida: las del Poeta filósofo y
particularmente las Odillas que dió á luz: los Discursejos de
vm.: las Poesias de un Melendez &c. no han contribuido
sino á los progresos del mal gusto, y al atraso de las ciencias;
y hubieran contribuido mucho mas sino se hubiera opuesto á este
torrente nuestro héroe con su excelentísima fábula del Asno
Erudito, obra verdaderamente original, y parto único de la
cabeza de nuestro autor donde fue engendrado el dicho Asno por
obra y esfuerzo de su talento superior al de todos los
Fabulistas antiguos y modernos. El mismo fin, y el propio efecto
han tenido las demas obras con que posteriormente
ha ilustrado al universo, emprehendidas solo á impulsos del zelo
que le animaba por la extirpacion del mal gusto, y del atraso de
las ciencias, pues á todos nos es constante que ninguno de
dichos autorcillos se habia atrevido á impugnarle, ni tenia
sobre qué, por lo que no podemos decir que lo hiciese nuestro
autor por envidia, por venganza suya ni agena, por el ansia de
captar gloria dandose á conocer al mundo, ni por otro algun
motivo bastardo ó menos honesto.
Todo lo que hemos dicho de Mr. Forner prueba el
derecho que tiene á recibir fomentos del Ministerio Español. Ignoramos
quales son los que ha obtenido hasta ahora; pero si el acaso, las
circunstancias, ó el manejo de la envidia, á que debe
estar mas expuesto que otro, hubiesen contribuido á privarle de las
recompensas que ha merecido, ó aun de los socorros que la mediocridad de
su fortuna necesitaria, nos atrevemos á pronosticarle un tiempo mas
felíz en el venidero; y tenemos por garantes de nuestra prediccion las
luces, la justificacion de un Ministro que jamas ha rehusado su
proteccion á los talentos distin-guidos, y la incapacidad
de los enemigos de Mr. Forner, que tal vez le
acometerán con versillos y papeluchos, quando con luces mas extensas, ó
aun con toda la penetracion de un Malebranche ó
de un Leibnitz se hallará en su obra mas que
alabar que criticar.Ademas de esto
le probó tambien la verdad que el hombre tiene dos almas (cosa
ciertamente que nadie ha probado á nadie): una para sentir, y
otra para discurrir. Amen de esto le probó que Dios ha dotado á
los cuerpos organizados de cierto modo de la facultad de sentir,
percibir y apetecer. Sublime principio, del qual se deduce por
legítima conseqüencia aquella grande verdad desconocida hasta
ahora, á saber: que el alma, esto es, lo que siente, apetece y
percibe, es decir en general, ama, aborrece, entiende, se
acuerda &c. que el alma, digo, es corporal, ó es un
cuerpo asi ó asi organizado, que es lo mismo que decir, puestas
las diferentes par-tes que le componen, las unas en
movimiento, las otras en quietud, aquellas con cierta figura,
estas con otra, unas de tal tamaño, otras de qual, unas á la
derecha, á la izquierda otras, las unas patas arriba, para
explicarme de esta suerte, las otras patas abaxo &c. He
aquí explicado en dos palabras todo el admirable mecanísmo de la
sensacion, del apetito, de la percepcion ó pensamiento, de la
voluntad, de la memoria, de la inteleccion &c. Todas las
quales cosas no se distinguen del alma misma, la qual no siendo
sino un cuerpo organizado, asi ó asado, no se distinguirán ellas
por lo consiguiente de las propiedades de este cuerpo. Y no
habiendo cuerpo que no tenga su extension, su impenetrabilidad,
su figura &c., tampoco habrá, por exemplo, entendimiento
que no sea largo ó angosto, impenetrable, quadrado, ó de otra
figura. Y en efecto, ahora entiendo yo como es que hay algun
entendimiento que me consta ser tan romo como un macho. Item: le
enseñó la verdad, que la ley natural está ó ha estado
corrompida. Y vease en una línea tan sola expresada la unica causa de que el Mundo esté echado á perder.
Pero yo para descargo de mi delicada conciencia debo advertir á
mis lectores que aquí do se entiende por ley natural la voluntad
de Dios manifestada por medio de la recta razon, que es la
difinicion comun, y á la que vienen á referirse todas: sino se
entiende otra cosa que mi ignorancia (la que confesaré sin
rubor) no es capaz de alcanzar; porque, ya se ve, que seria
menester quemarme si yo dixese que la voluntad de Dios está ó ha
estado corrompida en algun tiempo. Item: le probó que la
Religion Christiana es la mas santa entre las de la tierra: en
lo que se nos enseña que no debemos murmurar de las otras
Religiones, que tambien son ellas santas aunque no tanto. Item:
le probó que la Religion natural no es en substancia otra cosa
que el modo de abandonarse á las ficciones de una fantasia
desenfrenada. Confieso que esta proposicion me escandaliza
sobremanera, porque yo habia creido que la Religion natural era
tan antigua como el Mundo, y que en ella se habian salvado todos
aquellos que la observaron y vinieron antes de Jesu-Christo: pero, ¿cómo podria ser asi quando segun el Señor
Forner la Religion natural no es otra cosa que el modo de
abandonarse á las ficciones ó sueños de una fantasia
desenfrenada? Mas es preciso confesar que mi escán¬dalo es hijo
de mi debilidad é ignorancia, y que es forzoso ceder á la
autoridad de este hombre grande, que no puede explicarse en
términos mas formales, y que ninguna culpa tiende de mi rudeza.
Item: le probó que la existencia de Dios es el fin á que nos
debe encaminar la revelacion. Evidente prueba de que la razon
sola no ha encaminado á nadie á creer que Dios exîste. Item: le
probó que las Sociedades civiles son obras de la maldad. ¡Qué
rigor, y qué ceguedad la de los hombres, que castigan con la
muerte á los que intentan destruir estas sociedades! á los que
intentan destruir las obras de la maldad! Y cómo si son nuevas!
¡y cómo si son claras! Nuevas: la inmortalidad del alma no es
rigurosamente demostrable, pues es posible que dexe de exîstir
pudiendo Dios sin duda alguna aniquilarla. Sin embargo de la
inmortalidad del alma deduce el Señor Don Juan la rigurosa
demostracion de que Dios exîste: es decir, que es absolutamente
imposible que Dios no exîsta, ó que dexe de exîstir. Yo no puedo
dexar de exclamar aquí: ¡O lógica sobrehumana! ¡O Tomas de
Aquino! ¡O Descartes! ¡O Teólogos! ¡O Filósofos
quantos habeis tratado de demostrar esta verdad! venid,
escuchad, aprended de mi Señor Don Juan Pablo esta nueva
demostracion palmaria sobre todas las palmarias. Claras: El fin
de las obras del orden del hombre es Dios: cuya exîstencia se
prueba (por el Señor Don Juan) porque si no exîstiera, las obras
del orden del hombre no tendrian fin alguno. Quod erat
demonstrandum. ¿Lo quieren Vms. mas claro? Ninguno como yo
conoce y venera, como debe todo el mérito del Señor Don Juan
Pablo Forner y Segarra, pero al mismo tiempo ninguno mas
imparcial. Está muy bien que los Señores Diaristas elogien y
alaben al Señor Don Juan, como ningun otro ciertamente de
nuestros Españoles seria capaz de hacerlo: ¿mas no es cosa
fuerte que los extrangeros no han de alabar nuestras cosas, sin
al mismo tiempo zaherirnos ó injuriarnos? Digolo porque quanto
estampan por conclusion del elogio en este último párrafo, toca,
ya en des-vergüenza. Yo les confieso desde luego
que segun se colige del presente panegírico están tambien
impuestos, en nuestra lengua, en nuestra poesía en nuestras
ciencias, y en todo lo que pasa entre nosotros, como si hubiesen
sido nacidos y criados en Madrid. Ellos conocen la noble y facil
locucion del Señor Don Juan Pablo; ellos saben hasta su tierna
edad; ellos con quanta justicia é imparcialidad ha criticado á
algunos escritores de su nacion; ellos que se criticará á sí
mismo, sin embargo de que toda la penetracion de Malebranche y
de Leibnitz no hallarian en sus Discursos que criticar. Ellos
saben lo expuesto que está el pobre Señor mas que otro ninguno á
la envidia; ellos la incapacidad de sus enemigos, (cuyas obras
tendran bien leidas) y que no de otra suerte osarán acometerle
que con versecillos y papeluchos, tales como esas ultimas
cartejas que aca-ban de publicarse contra su
Oracion Apologética. Ellos saben la mediocridad de su fortuna, y
lo necesitado que está por ella de algun socorro. Ellos saben
todo esto, y otras muchas cosas que yo no sé; ¿pero quién por
eso les ha autorizado para reprehender en buen frances (pues
aquí no se puede decir en buen romance) á nuestro Ministerio,
como lo hacen por no haber premiado hasta ahora, segun merecia
al Señor Forner? El Ministerio no necesita recuerdos ni agentes
de negocios para atender al mérito de los sugetos, pues como
aqui ni se venden ni se heredan los empleos, como dice sucede en
algun otro pais no desconocido á los Señores Diaristas, es
forzoso esperar á que en el que deba ser agraciado, concurran
todas aquellas circunstancias que se requieren pa¬ra serlo; y es
factible que nuestro Señor Don Juan no esté adornado de todas
las que se necesitan, quando hasta ahora no se ha
dado por entendido el Ministerio para premiarselas. Tengan los
Señores Diaristas un poco de paciencia, asi como la tiene el
Señor Forner á pesar de la mediocridad de su fortuna; que el
Ministerio le dispensará sus gracias quando lo tenga por
conveniente, y no quando se lo digan sus mercedes.
Canté.