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Trinidad Hermenegildo Pardo de Tavera

URI: https://gams.uni-graz.at/o:hsa.persons#P.2349
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Zitiervorschlag: Fernández Rodríguez, Mauro (2013): Trinidad Hermenegildo Pardo de Tavera. In Bernhard Hurch (Hrsg.): Hugo Schuchardt Archiv. Online unter https://gams.uni-graz.at/o:hsa.person.2349, abgerufen am 30. 11. 2023. Handle: hdl.handle.net/11471/518.10.2.2349.


Einleitung

Die Korrespondenz zwischen Trinidad H. Pardo de Tavera und Hugo Schuchardt wurde von Mauro Fernández bearbeitet, kommentiert und eingeleitet.

Bedeutung

Trinidad Hermenegildo Pardo de Tavera (Manila 1857–1925) fue una de las figuras más notables de la intelectualidad filipina de finales del siglo XIX y principios del XX. Nacido en el seno de una acaudalada familia, pasó su primera infancia en el barrio de Binondo, donde la familia poseía importantes propiedades y negocios en la calle Escolta, la principal arteria comercial de la ciudad en esa época. A los doce años quedó huérfano de padre y la familia pasó a vivir en la calle Cabildo de Intramuros (esquina con la Plaza Mayor, en pleno “ombligo” del poder colonial), en casa de su tío paterno Joaquín, quien desempeñaba un papel prominente en la vida social y política de Manila. El tío ocupó diversos puestos políticos de importancia con gobiernos liberales, desde los que impulsó diversas reformas en la educación y en la administración económica y política de la colonia; pero las turbulencias políticas de la época lo afectaron seriamente, hasta el punto de ser acusado de haber estado implicado en un serio intento de amotinamiento ocurrido en Cavite en 1872 para establecer una república en Filipinas, presidida por él. A diferencia de otros procesados, logró evitar la pena de muerte y la cárcel, perro fue desterrado a las Islas Marianas. La familia adoptiva permaneció en Manila, donde T.H. continuó con sus estudios, iniciando la carrera de Medicina en la Universidad de Santo Tomás. En 1875 se le levantó el destierro a su tío, con la prohibición expresa de regresar a Filipinas. Decidió entonces establecerse en París, llevándose a toda la familia consigo y contando con el importante escudo económico de las rentas de sus numerosas propiedades en Filipinas, y el respaldo social de sus credenciales liberales.

En París Pardo terminó la carrera de Medicina, ligado a los círculos materialistas más críticos con la Religión y con la Filosofía. Junto con su hermano, Félix, fueron probablemente los dos primeros filipinos en graduarse en Medicina en París.

Se matriculó más tarde en la École de langues orientales vivantes, donde tomó cursos bajo la dirección de Pierre Étienne Lazare Favre, un misionero francés profesor de malayo y javanés. En la Escuela sacó un diploma en malayo en 1885. Mientras estudiaba en la Ecole de langues orientales vivantes, escribió su Contribución para el estudio de los antiguos alfabetos filipinos, que fue publicada en Lausanne en 1884. Luego, en 1887, publicó El sánscrito en la lengua tagala, una investigación sobre la influencia hindú en las Filipinas a través del estudio de las palabras tagalas procedentes del sánscrito. Estos trabajos se publicaron originalmente en español, fueron luego traducidos al francés y al alemán, y obtuvieron algún reconocimiento.

Además de practicar la Medicina, Pardo trabajaba como Secretario en la Embajada de Santo Domingo, y allí lo localizó Ferdinand Blumentritt, quien, por petición de Schuchardt, andaba buscando a algún conocedor de las peculiaridades del español dominicano. No encontró lo que buscaba, pero encontró en cambio a quien habría de ser el informante más valioso que tuvo Schuchardt sobre el malayo-español, o español de cocina, castellano de tienda, lengua de trapo, lengua del Parián (o chabacano, denominación esta que, despojada de su significado despectivo original, se convirtió en el glotónimo preferido por los hablantes).

A lo largo de 1883 Pardo mantuvo una intensa correspondencia con Schuchardt, compuso para él diálogos en la lengua del Parián —que dominaba perfectamente por estar familiarizado con ella desde su infancia—, suministró informaciones gramaticales y respondió a numerosas preguntas de Schuchardt tanto acerca de la Pariansprache como del tagalo. Schuchardt se percató desde el primer momento de que se hallaba ante un informante excepcional, hasta el punto de que ya en su segunda carta le prometió dedicarle su trabajo (véase Archiv # 8552). Ignoramos las razones por las que no pudo hacerlo, pero Pardo aceptó de buen grado las explicaciones: “veo claramente que eso estaba fuera de su voluntad”, le escribe el 10 de enero de 1884 (Archiv # 8560).

En 1887 Pardo regresó a Manila por primera vez. Aunque estaba al tanto de las actividades políticas de Ilustrados y simpatizaba con ellas, se mantuvo distante, pues tras lo ocurrido con su tío, el apellido familiar no dejó de suscitar sospechas en Filipinas y en España. Acrecentaban las sospechas su educación francesa y su amistad con José Rizal, la figura más destacada de la lucha política y de la libertad intelectual en Filipina. En 1889 regresó a París, pues en Manila le hacían la vida imposible: le habían prohibido ejercer la Medicina, y le amenazaron con registrarle la casa y confiscarle los libros si no salía inmediatamente del archipiélago.

Tras una terrible tragedia familiar —su cuñado el famoso pintor filipino Juan Luna, en un momento de arrebato pasional, había disparado contra la familia, ocasionando las muertes de su suegra y su esposa— regresó a Filipinas en 1893. Durante la intervención militar de Estados Unidos en la zona para ayudar a la insurrección filipina contra España, Pardo tomó partido claramente por los norteamericanos. Lo mismo hizo tras la venta del archipiélago a Estados Unidos, considerando que los filipinos no estaban preparados para gobernarse a sí mismos. La nueva administración norteamericana le parecía la más idónea para propagar por el país las ideas de progreso, libertad y desarrollo, conservando no obstante una identidad filipina: quería integrar el “pensamiento americano” en la “mente filipina”. Todo ello le granjeó numerosas enemistades entre los frustrados independentistas, que lo consideraron un traidor a la Revolución filipina.

En 1899 fundó el periódico La Democracia, que postulaba la separación de la iglesia y el estado, la autonomía para Filipinas y una representación en el Congreso de EE.UU, con vistas a una futura integración como un estado más en este país. Al año siguiente fundó el Partido Federal, con los mismos objetivos. Fue uno de los miembros de la Philippine Commission, el órgano ejecutivo y legislativo de máximo nivel instituido (y tutelado) por la administración neocolonial norteamericana. En 1907 el partido que había fundado cambia su nombre a Partido Nacional Progresista, de cara a las elecciones, en las que no obtuvo los resultados que él esperaba. En 1909, viendo que las autoridades americanas ya no lo apoyaban como hasta entonces y cultivaban más bien a nuevos dirigentes, renunció a su puesto en la Philippine Commission.

En esa época Pardo pensaba que lo más importante en Filipinas no era la obtención de poder político —después de todo era Estados Unidos quien mandaba– , sino solucionar los problemas sociales; por consiguiente, abandonó la arena política y se dedicó a la promoción de líderes en la economía, la agricultura, la empresa, las finanzas y las profesiones: autoridades sociales en vez de autoridades políticas. Más que la cuestión de la soberanía, lo que le interesaba era preparar a la sociedad para que no pudiese ser oprimida por ninguna autoridad.

En 1913 dejó el país para emprender un viaje que duró seis años. Regresó a Manila en 1918. Desempeñó todavía algunos puestos en la administración cultural y educativa (director de la Biblioteca Nacional, director del Departamento de Lenguas Orientales de la University of Philippines), y escribió y publicó sobre muy diversos temas: filosóficos, morales, y diversos asuntos filipinos como iconografía, cartografía, cerámica, etc. Publicó 16 libros y folletos, y numerosos artículos sobre lengua, historia, medicina y problemas sociales. Cuando falleció, en 1925, sus colegas dijeron de él que había sido “el primer filipinista filipino”.

Herkunft der Digitalisate

Die von Trinidad Hermenegildo Pardo de Tavera an Hugo Schuchardt verschickten Briefe befinden sich in:

Universitätsbibliothek Graz Abteilung für Sondersammlungen