El Regañón general: Núm. 61.
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Núm.° 61. Aviso. En los primeros dias del mes sigue abierta la
subscripcion á este periódico en los mismos términos que se expresan
en el Número anterior. Con Real
Privilegio
Miércoles 1.° de Agosto de 1804.
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Secretaría.
Otrosí me parece que segun le oí decir al
entregarme su papel, habia dexado intacta ó casi intacta
la última estancia. Sirva de gobierno por lo que pueda
convenir, y diga vmd. á quien le importe, que si pensare
responder se entienda con el Capitan, no conmigo, que
soy hombre de paz, y ni entro ni salgo en estas cosas;
pero que procure pararle firme, porque le cogerá mas
prevenido tal vez de lo que piensa. Dios guarde á vmd.
como deseo. Madrid 20 de Abril de 1804. De vmd. y de su
Correo aficionado Eugenio Franco.
Carta primera. Matrimonio teste.
Concluye la carta de D. Eugenio Franco, puesta en el Número antecedente.
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Brief/Leserbrief
Dialog
Repítole á vmd. lo que en
el principio le dixe, que los culteranos y los
galicistas nos pierden el idioma, y es menester no
darles quartel. Los primeros se quieren defender con
el escudo del lenguage poético, pero al primer golpe
lo verá vmd. roto y deshecho, porque el que ellos
toman no es el verdadero y legítimo, sino otro
contrahecho de temple y ley muy inferior. De los
segundos otro dia hablaremos si se presenta la
ocasion, y baste por ahora lo dicho, pues estoy ya
cansado, que me he enardecido mas de lo que
quisiera, y no tengo gana de hablar mas. Siéntolo en
el alma, le dixe, pues esta conversacion me agrada
tanto que me estaria todo un dia oyéndola sin comer
ni beber; mas pues vmd. quiere descansar, voy á
dexarlo con solo que me diga si le parece que esa
oda se podrá traducir, quiero decir, si se podrá
poner en estilo claro, puro y corriente. El mismo
enemigo debe vmd. de ser, me respondió, que ha
venido aquí á tentarme hoy conociendo hasta lo que
tengo en mi interior. ¿Quién se lo ha dicho á vmd?
Yo la he traducido para mi diversion, y ahí está,
aunque no habia pensado que fuese jamas vista de
nadie.
Allgemeine Erzählung
Bueno, bueno,
dixe yo entonces, venga acá, y alargándome él un
papel como borrador, vi que decia de esta manera:
Hasta aquí habia yo llegado
leyendo con grandísimo gusto, quando en mala hora
y peor sazon llamáron á la puerta del quarto;
porque el Capitan sintiendo que le entraba visita,
y no queriendo que se enterase nadie de lo que
estábamos leyendo, quiso arrancarme de la mano el
papel, pero yo tuve firme, y él por recogerlo, y
yo por no soltarlo, tiramos cada uno para sí, de
manera que al mismo tiempo de levantarse la
mampara se quedó él con un pedazo en la mano, y yo
con otro, que es el que acabo de copiar. Avínome
bien para esto el haber entrado visita, porque
solo así hubiera podido conservar la presa. Era de
mucho respeto la persona que entró, y el Capitan
tuvo que disimular por entónces, y no pudo hacer
de las suyas. Yo me despedí presto, como quien no
hace nada, y lo dexé allí preso y rabiando, que
con los ojos me queria tragar. Y volviendo á leer
despacio y á mis solas el fragmento que pude
salvar de la nueva oda, y repasando cuidadosamente
en mi memoria todo quanto se habia hablado, me
determiné á ponerlo por escrito antes que se
olvidase, para comunicarlo á vmd. por si á otros
podía servir de diversion, y aun de desengaño,
como á mí me ha servido. Quedo con el cuidado de
remitir á vmd. el otro pedazo, si por alguna
casualidad viniere á mis manos, pues de las del
Capitan no lo espero, segun lo enfadado que lo
dexé con mi rapiña; mas desde ahora le aseguro á
vmd. que el pedazo con que se quedó era tan breve,
que precisamente hubo de acortar mucho, sino es
que suprimió del todo la larga concion que en la
oda original hace ei Señor á los mortales.
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Yerto y exângüe, y
roto su costado Por la lanza traidora, El Santo de
Israel en el obscuro Monumento yacia sepultado. El
universo llora Lleno de horror el caso acerbo y
duro: Febo su luz desvía, Y vuelve en triste noche
el claro dia. La muerte inexôrable rodeaba El
sacro monumento, Y ostentando su triunfo, con la
odiosa Guadaña, que en divina sangre estaba
Teñida, heria el viento; Llevando en pos la prole
luctuosa De Adan, que su cadena Mísera arrastra
con externa pena. Mas cubierto de luz inaccesible
Jehová soberano, Que tiene con un dedo el
firmamento, Y á los astros el giro indefectible
Señala con su mano, Y enfrena y rige el animoso
viento, Habló desde su solio, Y en el templo se
oyó y el capitolio. No vencerá Luzbel, vencer no
puede, Dixo con voz de trueno Que suena entre las
nubes rutilante, No logrará que de mi Santo quede
En el sepulcro ageno Donde hoy está, la corrupcion
triunfante; Con nueva luz y gloria Saldrá
venciendo, ó muerte, tu victoria. Luego del ancho
seno donde mora La porcion escogida, Qual la
exhalacion bella se desprende Desde el zenith al
lecho de la aurora De luces mil seguida, Así de
Christo el ánima desciende Al sepulcro gloriosa,
Seguida de la turba victoriosa. Y penetrado el
mármol trasparente Del resplandor divino, Vióse dentro brillar el Cuerpo santo Que
elevándose al cielo refulgente Con vuelo
peregrino, Decia al Padre: "ya cesó mi llanto, Y
tuya es la victoria, Y al hombre la salud, y á ti
la gloria.”
Oda publicada en el Correo de Sevilla número 53 de 31 de Marzo de 1804.
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Yacia envuelto en polvo y sangre
yerta Baxo la losa fría El Santo de Israel, el pecho herido,
La temblorosa faz de horror cubierta Triste el mundo gemia
En densa niebla y en negror sumido, Enmedio la alta cumbre
Doliente Febo oscureció su lumbre. La podrecida muerte
pavorosa Blandiendo la guadaña, En sangre divinal tambien
teñida, Entorno del sepulcro silenciosa Gira con impía saña,
Y el humanal linage furecida En ponderoso hierro, Arrastra
en pena del antiguo yerro. Mas Jehová de fulgores perennales
En densa luz velado, Del alto empíreo en el eterno asiento,
Dó del orbe sustenta los quiciales, Y en curso arrebatado
Los astros rige á su imperioso acento, Alzase, y luminoso
Truena olimpo á sus plantas respetoso. ¿Y vencerá Luzbel? El
pueblo insano Dice, ¿del Inocente El nombre perderá? ¡Oh! el
almo nombre Que venerará fiel. En vano, en vano Contra el
brazo potente Osó el abismo: triunfará sí, el hombre: Á su
primera gloria Tornará. Del Excelso es la victoria. No así
de torva nube en noche oscura El rayo horritonante Subito al
hondo valle se desprende, Qual del padre Abrahan la mansion
pura El espíritu triunfante Veloce dexa, y el sepulcro
hiende; En pos el almo coro Que gimió largo
tiempo en dulce lloro. La tumba oscura en célicos fulgores
Se inflama. Nueva vida El pecho sangrentado hinche glorioso,
Y el rostro baña en cándidos albores: Se alzó, y en voz
subida Venc, dice y con eco armonioso Tierra, y mar
resonáron, Y del orbe los polos retemblaron. Vencí. Del
cielo las eternas puertas Con planta venturosa El humano
entrará. Satan impío Contra el potente, osó. Sus artes
ciertas La estirpe numerosa. Perdiéron del mortal. Ya el
reyno umbrío Cayó. Mi excelsa mano Rompió los hierros del
audaz tirano. Vivid mortales: el amargo lloro Desterrad:
nuevo dia À la tierra nació. Piadoso el cielo De bienes,
divinales el tesoro Abundoso os envia; De bienes que de Edén
el grato suelo Jamas ¡oh! fecundáran, Y en vano vuestros
padres, suspiráran. O Dios, tú brazo fué, tú lo juraste, La
espada que potente Me ceñiste, triunfó. Tú las naciones Á
mis pies y los pueblos subyugaste. Veloz de gente en gente
Mi reyno se dilata. Mis pendones Se alzáron. Es mi herencia
Todo el mundo: mi trono lo sentencia. Cayó, cayó Salem.
¿Roma, tu solio Dó está? ¿Dó las que el viento Enseñas vanas
tremoló ondeantes, Triunfal insignia Pedro en Capitolio
Arboló. Eterno asiento Fixó allí Religion. Ah vacilantes
Cayéron derrocadas Al impío error las aras levantadas. Hijo del trueno vuela: el pueblo íbero En tu
zelo ardoroso Cifre feliz su gloria. Eterna gloria Por tí
alcanza el valor: del nombre fiero En conflicto dudoso
Triunfó Hesperia: mi Cruz es la victoria. O Vírgenes
sagradas, Cantad del yugo infame libertadas. Dixo, y la
hambrienta parca el sacro acento Oyó, y en triste ahullido
Lanzóse presta al cabernoso lago. Retembló de satan el hondo
asiento, Y con ronco alarido Gimió el averno su fatal
estrago, Y herida la alta frente Rompió el cetro Luzbel en
ira ardiente.
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Brief/Leserbrief
Señor Presidente del Tribunal
Catoniano: ¿Con que los hombres de buen genio y bella
índole son tan apreciables? ¿Con que son tan útiles y
propicios á la sociedad? En efecto, descansan en los
brazos del feliz reposo; su ánimo duerme en el dulce
lecho del sosiego y tranquilidad; colocados en el
matrimonio tratan con urbanidad á su consorte; rodeados
de familia la contemplan con afabilidad, y se desvelan
por ella; cumplen escrupulosamente con los deberes de la
amistad; su corazon no se desvia ni un solo momento del
camino de la obediencia, tan debida á sus superiores, y
en conclusion la prenda singular que los caracteriza es
el estar bien quistos con los sugetos á quienes se ciñe
la esfera de su conocimiento. Pero ¿qué son útiles y
propicios á la sociedad? Confieso ingenuamente que mi
entendimiento no se precia de galan; así es que no
quiere vestirse, ni menos adornarse con discursos
largos, ántes bien aprecia los que le vienen muy
ajustados, aunque no sigue el rumbo de la moda. Vuelvo á
mi propósito. ¿Quién nos persuadirá de que
el genio bello cede en utilidad y beneficio de la
sociedad? Mi genio algo intrépido me obliga á entablar
una demanda muy seria contra las personas, como he
dicho, de bella índole, pidiendo que se adjudique á los
que tenemos el genio tal qual activo la utilidad, á la
que tales personas juzgan ser acreedoras en la sociedad.
Para probar la justicia de mi peticion he buscado un
solo testigo que vale por quarenta; éste es el
matrimonio, quien se presentará ante la consideracion de
vmd., que como juez competente sentenciará esta causa.
Observe vmd., señor Presidente, á estos hombres en el
estado del matrimonio quando de éste haya prole;
contemple la crianza que dan á sus hijos, y entonces no
podrá menos de decidir la qüestion á mi favor. Vemos
generalmente que á nada anhelan sino á mimar y halagar á
sus hijos; en nada piensan sino en procurarles todo
género de regalos y diversiones; si les mandan algo,
aunque éstos lo repugnen, no por eso los castigan; si
cometen algun defecto, con el velo de buen genio no los
reprehenden. ¿Para qué me detengo en rodeos? Estos
buenos hombres son tan indulgentes con sus hijos, que
consienten que éstos hagan en todo su santa voluntad.
Así vemos que quando llegan á ser adultos, como las
cortezas de sus pasiones se han endurecido, brotan los
mismos resabios que adquiriéron en la infancia. En
qualquier estado que tomen, su parecer ha de ser
preferido á los demas; todo se ha de decidir segun el
paladar de su voluntad; todo ha de pasar por el corte de
su capricho; quieren remontarse sobre los demas, pues
así lo hiciéron en su niñez. Este es el fruto que dimana
del buen genio. ¿Con que diremos que tales hombres son
útiles á la sociedad? La virtud consiste en un buen
medio, y así come aquellos á quienes abrasa el fuego de
su altivo y soberbio genio, deben poner todo su conato
en mitigar la rigidez de aquel, para que de este modo
eduquen á sus hijos segun dicta la recta razon, así
tambien aquellos que han recibido de la naturaleza un
genio apocado, deben, segun prescribe la misma razon,
revestirse del carácter de autoridad, para que ésta
supla el defecto de aquel. Doy fin suplicando al
Tribunal Catoniano que se digne expedir un decreto
severo contra tales hombres, imponiéndoles la censura
correspondiente á su proceder. Salud. El Complutense
solitario, enemigo del buen genio.
Carta segunda.
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Brief/Leserbrief
Señor Regañon: Muy Señor mio:
El Enemigo del Idiotismo.
Metatextualität
Me parece que con
demasiado calor se disputa en su periódico por
partidarios de instruccion de una y otra parte si
son mas útiles los médicos empíricos que los
sistemáticos, ó vice-versa; los primeros se atreven
á asegurar que oxalá Galeno no hubiese sido
filósofo, como lo hace el señor Murciano al Número
44, párrafo 1.° tal que cree útil que hubiese
carecido de todo conocimiento filosófico. Los
segundos se atreven á prometerse ser médicos
consumados luego luego que concluyan
su plan difuso de estudios. Á mi ver unos y otros
cometen un crasísimo error bastante perjudicial, y
debe hacérsele saber á todo cursante de medicina que
necesita instruirse en las ciencias auxîliares de su
facultad para tener ojos observadores, pues de otro
modo pasarian por cima de los experimentos sin sacar
jamas de ellos una experiencia (como sucede á los
mas que se jactan de empíricos), por cuya causa
tanto tiempo hemos carecido del descubrimiento de la
vacuna, mas que en el instante que llegue á
poseerlos tenga entendido que solo se puede
considerar capaz de merecer el nombre de médico si
se aplica quanto debe; en una palabra, nadie, nadie
posee en el mundo conocimientos á
priori en ciencia alguna, ni en arte; la experiencia
es la que produce los conocimientos, mas como aun
nos restan tantos que indagar para el completo de la
ciencia médica, y son de tan grande interes al
género humano, es forzoso instruir á los jóvenes no
solo en los descubrimientos hechos, sino además en
los medios de hacer otros nuevos, lo que se consigue
por medio de las ciencias auxîliares de la medicina.
Me parece haber hablado sin adhesion, y sin usar de
términos ofensivos, solo por el bien de la
humanidad.