El Regañón general: Núm. 22.
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Núm.° 22.
Con Real Privilegio.
Sábado 17 de Marzo de 1804.
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Educacion Consejos que da una Señora á otra Amiga suya.
Secretaría.
Correspondencia literaria del mes Carta quarta.
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Letter/Letter to the editor
Mi querida amiga: En los sesenta y siete anos que he vivido
entre fatigas, enfermedades y disgustos no he tenido mas auxîlio que mi valor, y algunos
dulces instantes de ilusion. Los nuevos males que ahora me afligen, y la debilidad
sensible de todos mis órganos me mandan preparar para el último trance que me impone la
naturaleza. Á fin de sufrir con valor este momento, siempre terrible á la ignorante y
tímida humanidad, me dirijo á vos solo, Dios mio. Si en algunos momentos de debilidad me
han obligado los dolores de mi cuerpo á proferir algunas quejas amargas, perdonádmelas.
Yo bien sé que podia sufrir mucho mas, que los bienes que me habeis concedido eran muy
superiores á lo que yo merecia, y que os debo dar gracias incesantemente; perdonadme pues
los errores de mi poca experiencia y de mis sentidos; vuestro poder infinito conoce y
penetra hasta el menor secreto de mi corazon, y bien sabeis qual es mi reconocimiento á
vuestras bondades, mi resignacion á vuestros decretos, mi horror al vicio y al crimen, el
amor que tengo á mis semejantes, mi arrepentimiento, y el deseo que siempre he tenido de
instruirme en el mejor desempeño de mis obligaciones. Convencida pues de la exîstencia de
un Sér supremo, de su justicia y de su bondad, le entregaré la vida que me ha dado con
las mayores acciones de gracias; pero entretanto quiero emplear en tu instruccion, mi
estimada Paulina, algunos de los instantes que me quedan que vivir. La confianza y
amistad que me has manifestado siempre me han proporcionado los medios de
observar tu alma francamente, y conocer que es formada para la virtud. La igualdad de tu
humor, tu prudencia, y la compostura de tus palabras me han causado siempre mucho gusto,
y todo lo que tienes de amable y de interesante bastaria para que te quisiese de corazon.
En el seno de una familia, cuyos respetables abuelos han acogido mi juventud, has llegado
á ser la madre de todos los individuos que hoy la componen, y así yo no te debo mirar
sino como mi propia hija, deseando que seas digna de todos los bienes que posees. Yo
estoy bien persuadida de que dentro de pocos años tus mismas reflexîones te obligarán á
conducir de manera que no necesites de los consejos de nadie, y vengas a ser un modelo de
las demas mugeres, pero mi amistad quisiera que se adelantara al tiempo. Permite pues á
mi experiencia que te dé armas contra el peligro de las malas costumbres, contra el error
en que estás sobre la justicia y la bondad de los hombres, y contra la insuficiencia de
una conciencia sana para defenderse de la malignidad. Para que una muger sea
verdaderamente feliz es necesario que se ocupe incesantemente en todo lo que debe hacerla
amada y respetada de su familia, y que se asegure por sí misma de hallarse su alma libre
de inquietudes y remordimientos. Es preciso pues, para no ser engañada, que estudie el
carácter de todos los individuos que la rodean, que indague la explicacion de todo lo que
oye decir y ve hacer, y que exâmine las relaciones que debe haber naturalmente en tal
estado, situacion y conducta. La amistad, el amor y la galantería son las basas
fundamentales de todas las sociedades. La primera la puedes conocer en la igualdad
constante de genio y de fisonomía, en el cuidado continuo sin misterio y sin exîgencia,
en los servicios que te se hagan con afecto y sin ostentacion, en los avisos dulces y
francos que te se den sobre tus defectos, en las muestras de honradez y de complacencia
que se testifiquen á todo lo que te es querido y dependiente, y en fin, en la confianza
que se tenga por tí. El verdadero amor es muy raro: nuestras costumbres no nos han
reservado mas que el nombre, honrando con él á estas uniones indecentes que forma la
ilusion, la necesidad de los sentidos, la vanidad, y el olvido de todo pudor. El
verdadero amor no puede nacer ni exîstir sino en una alma virtuosa, porque él es siempre
tímido, modesto y respetuoso. Bien podrás reconocerlo en la languidez de las miradas, en
el embarazo de expresarse, en el temor de disgustar, en el ansia continua
de adivinar el menor deseo del sugeto que se ama, y en el silencio que se guarde sobre
estos afectos. En el estado en que estás, qualquiera que te hiciese una declaracion de
este género no te tendria un verdadero amor, porque esta pasion tiene por basa la
estimacion y el respeto. Nadie declara su amor sino quando tiene alguna esperanza, y el
que la funda en una muger casada, ya principia por demostrar que no la estima ni respeta.
Yo no me admiro de la depravacion de nuestras costumbres quando veo que apénas salen los
niños del Colegio entran de repente en el mundo, en donde, arrastrados por el exemplo de
sus iguales, se entregan sin precaucion á los excesos de la gula, de la luxuria y del
juego. Los objetos únicos de su estudio son las obscenidades, y su indecente y ridículo
vestido, y así sucede que lo que únicamente llegan á poseer en su edad provecta es un
corazon libertino, un cuerpo casi destruido por los vicios, y una multitud de deudas.
¿Qué esposos ni que padres podrán ser estos individuos? No es mucho mejor la educacion
que se nos da á nosotras. Entregadas á unas mugeres sin eleccion, y por consiguiente sin
mérito, que tienen el encargo de exâminar nuestro carácter, ¿qué freno ni que principios
podemos recibir de ellas? Muchas de las madres de familia creen cumplir con la obligacion
de educar á sus hijas poniéndolas maestros de danza, de música, de geografía, &c.
Todo esto es muy bueno el saberlo, pero el conocimiento del bien y del mal, el del mundo
en que vivimos, los deberes de la humanidad, y las obligaciones de esposa y de madre
¿quién las enseña? Nadie. Regularmente se acostumbra casar á los hijos sin consultar sus
inclinaciones: la conveniencia de sangre y de intereses es quien forma estos enlaces, y
así es muy raro que se reunan dos individuos cuyos genios sean acordes, y que desempeñen
bien las necesidades físicas y morales de la naturaleza. De este principio nacen muchas
veces las fatales conseqüencias que notamos, pues todas las mugeres son por su naturaleza
ó sensibles ó vanas, y en viéndose despreciadas de sus maridos, cercadas de seductores,
aconsejadas de mugeres corrompidas, y obligadas por la necesidad de amar, ceden
precisamente al deseo de agradar, y al orgullo de vengarse, y se pierden para siempre.
Sin embargo, hay todavía mugeres muy respetables por su conducta, y que son conducidas al
camino de la virtud por una buena educacion, por una alma naturalmente
pura, por un juicio sano, por una sangre tranquila, y por una vigilancia ilustrada y
atenta. Su número no es muy grande á proporcion, pero hay muchas seguramente. En el
número de las mugeres extraviadas las hay mas ó menos culpables. Una debilidad es siempre
una desgracia, pero no es un vicio, y se puede perdonar aquella si no siendo originada
mas que per la falta de experiencia, ó por el mal exemplo, se repara no volviendo á
cometerla. Bien me consta que tú tienes orden y honor en tus ideas, y que amas á tu
marido; y todo esto me hace conocer que no te se podrá seducir, pero no te creas exênta
de toda sospecha. La envidia persigue constantemente á todas las mugeres ricas, célebres,
amables y virtuosas; ella lo acecha todo, y derrama su veneno sobre la menor
probabilidad. Para ahuyentarla no debes ser impertinente ni ridicula, permite pues que se
tengan en tu presencia conversaciones alegres, pero que tu rostro dé á conocer que te
disgusta en extremo toda palabra libre, y cierta especie de familiaridad nada decente; no
permitas que te cuenten las historietas y lances que pasan, sino en secreto, y por
personas á quienes tengas en estimacion por sus buenas qualidades no sufras que se
refieran en público los caprichos ni las ridiculeces de persona alguna de qualquier
estado, aunque sea tu enemigo impide que se hable mal de él haciendo quanto puedas por
justificarle, y si no puedes, haz que se mude de conversacion. Esta conducta te grangeará
la estimacion de todos, y el reconocimiento de aquellos mismos que defendieres. Con lo
único que se puede desarmar á la envidia es practicando continuamente la virtud, y para
esto es necesario ser bueno, justo, humano y benéfico: el sugeto que no tiene que
reprehenderse nada á sí mismo, goza de una tranquilidad tan pura y agradable, que no
puede concebir no solo como se hace el mal, sino como se respira un instante sin procurar
los medios de hacer el bien. No creas por esto que yo repruebe enteramente la
desconfianza. Verdad es que ésta siempre daña al que la inspira, y que un carácter
naturalmente desconfiado es susceptible á lo ménos de los vicios que sospecha en los
demas; sin embargo, como la maldad guia á la mayor parte de los hombres, no debes pues
sospechar ni acusar á nadie sin pruebas, pero debes estar siempre prevenida. Estudia pues
á todos los individuos que te acompañan, recorre los anales del mundo, y confesarás que nada es tan comun como el vicio, ni tan raro como la virtud. Todo esto no
te debe desanimar, pues en la dificultad de la empresa se conoce la extension del valor.
Ya se llega el instante en que puedas exercer y aumentar las virtudes de que eres
susceptible, pues la educacion de tu hija será la piedra de toque que manifieste tu
mérito. Bien creo que no podrás instruirla por tí misma, pero la podrás obligar á que
aprenda todo quanto quieras, estudiando su carácter con toda aquella paciencia que exîge
la infancia, y considerando que su confianza, su respeto y su cariño importan mucho para
la felicidad tuya y de ella. (Se concluirá.)
Correspondencia literaria del mes Carta quarta.
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Albricias, señor Regañon, albricias vuelvo á repetir, señor Catoniano. Sabrá
vmd. que este pueblo, aunque no es de aquellos que se pueden comparar con un Madrid, un
Paris ó un Londres, con todo no dexa de haber en él varias tertulias, por medio de las
quales pasamos las largas noches del invierno: en ellas se trata de todo lo que ha
ocurrido en el dia, y no se permite que ninguno se adelante en averiguaciones agenas, y
que puedan resultar perjuicios á la sociedad. Baxo de este concepto se explicó el mas
anciano de los que se componia la tertulia, quando yo tuve el honor de que me recibieran
por uno de los Socios de mérito en la nombrada de Apolo; añadiendo Pierre, uno de los
tertuliantes, que unánimes y conformes cada uno habia de pronunciar lo que hubiere
adquirido en el dia, segun, y en la conformidad que se expresa arriba. Señor Regañon, lo relacionado es lo que pasó en mi mera noche. Lo traslado á su
noticia para que tenga la bondad de trasladarlo en su periódico, bien entendido que ántes
de verificarlo debe de enmendar ó quitar lo que halle por conveniente, arreglando la
explicacion á la buena ortografía; pues yo le aseguro que no la he visto ni estudiado por
el forro, ni tengo la sabiduría de Masdeu, Masillon, Triscalet ni Petavio para enviarla
con sus puntos y comas. Apolo, tertulia de los pesados, á 3 de Febrero de 1804. Es de la
consideracion de vmd. con el debido respeto el subscriptor Q. S. M. B. Castro Urdíales,
General account
Con este principio me preparé para la noche siguiente, á fin de llevar
dispuestos varios materiales, con la idea de que llegándome mi vez pudieran quedar
impuestos. Llegada la siguiente noche, y la alternativa, el compañero mas antiguo
prosiguió diciéndome:
Dialogue
¿vmd. trae alguna cosa? le respondí,
sí señor, y me respondió, principie vmd. Saqué de mi bolsillo un papel, y
les dixe: éste es un periódico nuevo que ha llegado á mis manos, y lo conservare con el
mismo interes que si fuera un tesoro: todos á una voz preguntáron: ¿cómo se intitula?
les respondí: Concluido el
mencionado Regañon tocáron las Animas (ocho de la noche), y prosiguió el silencio
llevando la voz de la Ave María el Tertuliano honorable, y concluyendo con el ; principió una gritería que
unos con otros no se entendian, dirigida á la alabanza de lo que habian oido leer. En
seguida habló otro de los concurrentes, y dixo: Señores, ya sabemos que hay un Regañon
que todo lo debe regañar, y asi conviene que filosofemos ahora sobre la carta de las
Colaciones. Todos á una voz respondiéron, es verdad, y tomando la voz otro compañero,
añadió: vengo en conocimiento que el autor de dicha carta es de la tierra donde se
venden las pintas á quatro y seis maravedís, y me admiro por que en la Chapitela se ha
faltado á la verdad. Continuó diciendo, no hay duda que aquel abuso de regalar turrones
y dulces para la Noche buena lo he advertido yo en aquel país, y extraña el dictador
como no se ha extendido aquel envejecido uso en el comerciante, en el tendero, en el
quinquillero, &c. Yo añadiré á todo, prosiguió, que el modo de desterrar este abuso
le tienen en sus manos y poder los confiteros, cereros y demas solfistas de esta clase,
y así para que salga de raiz aquella envejecida costumbre tan decantada, les dictaré la
siguiente ordenanza. Artículo 1.° Que fabriquen con buenos materiales los dulces, sin
mezclarlos con almivar que tienen ya avinagrado, y otras masas revenidas, excluyéndose
para siempre en su obrador el uso de la miel. 2.˚ Que la cera no la
adulteren con sebos y mantecas para que salgan bien fabricadas las velas, y tengan la
duracion correspondiente. 3.˚ Que para dicha fabricacion se deben poner los hilos de
algodon correspondiente, sin aumentar mas de los necesarios, y que siendo aquella de
cera blanca, no pongan ó formen el corazon de la amarilla. 4.˚ Que en lugar de buscar
parroquianos se estén quietos en sus casas perfeccionando la obra de su instituto para
presentarla al público con todas las seguridades correspondientes. 5.˚ Que cumpliendo
con los antecedentes artículos conjurarán á los parroquianos envejecidos para que no
vuelvan mas á sus casas baxo el estilo antiguo. 6.° Que los individuos que falten á los
antecedentes expuestos se les multe en cien pintas, se les prive de su oficio
cerrándoles las casas, y expatriándoles de la jurisdiccion. Señores, ¿es verdadero lo
que acabo de referir? Todos contestáron, es verdad; pues añadiré que no dexan duda
alguna para que observándolos tanto aquel gremio como otros infinitos que penden de
estos vicios, logren cortar de raiz muchos abusos que hay introducidos en el mundo; pues
teniendo el confitero, el cerero, y los demas cuerpos que se citan los géneros buenos,
no necesitan de buscar parroquianos, pues no se me negará que el público sabe buscar lo
mejor y mas barato, sin ser solicitado baxo el nombre de parroquiano. Se decanta que no
se ha introducido tal sistema en el comerciante, en el tendero, &c. ¡Habrá mayor
disparate! Se conoce que el dictador de las Colaciones ha paseado poco la Europa ó el
mundo. Yo le pusiera en mi oficio para que le exerciera por dos meses, y en ellos veria
todo lo contrario de lo que ha expuesto. Vuelvo á repetir que le pondria á exercer mi
oficio en aquellos dias inmediatos á las Pasquas, y otros equivalentes, y entonces me
confesaria que no tenia razon. ¿Habrá cuerpo mas molestado que el de comerciantes y
tenderos? Si entra un individuo, gratificacion en la escribanía. Si pasa á una
diligencia de embargo, gratificacion. Si va á cobrar una letra, gratificacion. Si la
protesta, gratificacion. Si va á tratar de compra de géneros, gratificacion. Si acaba de
llegar á un pais comercial, y se quiere establecer en él, gratificacion; y lo que es
mas, señores, si hace dependencias, y quiebra el comprador, sale la gratificacion por
entero. ¿Habrá mayores cargas? ¿Habrá mayores pensiones? Estos ya se dexa
ver que no son lamineros ni lamineras, sino unos gusanos que destruyen al que se
descuida. Siguiendo este sistema añadiré las gratificaciones del abogado, del boticario,
del médico, del mandadero y criados, los del cura, el frayle y sacristán. Válgate Dios,
que nos da paciencia para tanto. Quisiera preguntar al dictador de la carta de
Colaciones si los regalos ó gratificaciones son en turrones ó dulces: le diria, no señor
Colacionero, que todas son en dinero, y no en quartos, sino en pesos, y con todos estos
sacrificios si nos dexaran en paz los petulantes, lo podiamos dar por bien empleado. Al
llegar aquí alzó la voz el subdecano, y dixo al compañero, basta. En este tiempo
abriéron la mampara, diéron las nueve, y todos los tertulianos tomáron el trote para sus
casas.
Metatextuality
El Regañon general: en el mismo instante lo
celebráron con las voces de viva, viva, que ya tenemos un nuevo papel para pasar el
resto de la noche mas divertidos. Pierre tomó la voz, y dixo, pase, pase este papel á
la mesa para que allí se lea, y podamos formar concepto de él. En efecto, principió el
Riojano, uno de los tertuliantes, á leer el Número 6, que era el último recibido por el
correo: mientras se leyó el Regañon todos guardáron un profundo silencio, y advertí en
unos un semblante risueño, en otros muchas admiraciones, y en el resto un no sé que,
que segun inferí daban á entender que les agradaba su lectura.
Citation/Motto
Requiescant in pace, amen