El Regañón general: Núm. 21.
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Núm.° 21.
Con Real Privilegio.
Miércoles 14 de Marzo de 1804
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Secretaría
Correspondencia literaria del mes Concluye el Coloquio de la Carta primera.
Dixo, y desapareció á tiempo que yo dispertaba, y
conocí el devaneo de mi imaginacion, y entendiendo asimismo
que siendo mias las preguntas y respuestas, las réplicas y
satisfacciones, y por fuerza había yo de quedar mejor en la
contienda; sin embargo, señor Regañon, sírvase vmd. de
incluir ésta en su periódico, que el autor de la quinta á
que contesto, como uno que sin duda será de los distinguidos
prosélitos del sabio Brown, creo me sacará de mis errores en
su contestacion que espero con ansia, y para entónces omito
ahora el decirle por que (sic) incurrí en el renuncio que
llama malicioso, y no lo es á fe mia, así como ahora puedo
asegurarle con toda verdad que no me he erigido en médico,
como él dice, sino que, bueno ó malo, lo es real y
verdaderamente. El Anónimo.
Carta tercera
Correspondencia literaria del mes Concluye el Coloquio de la Carta primera.
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Traum
Dialog
An. Será como la mordedura
de un lobo, que se cura pelos de otro. Br. ¿Tenemos
otra quisquilla? An. Dígame vmd., Doctor, ¿los
grandes y soberbios estímulos no causan un grande
incitamento, ó un grado excesivo de vida? Br. Me
duele la boca de repetirlo. An. ¿Y un grande
incitamento no se hace á costa de un gran dispendio
de incitabilidad ó vitalidad? Br. ¿Quántas veces lo
he de decir? An. ¿Y este gran dispendio de vitalidad
no produce la debilidad indirecta? Br. Preguntas lo
que sabes. An. Luego si en el caso de debilidad
indirecta queda poca incitabilidad porque la
consumió el grande incitamento causado por las
grandes fuerzas incitativas, el añadir entonces
grandes y repetidas dosis ó cantidades de fuerzas
incitativas seria añadir leña al fuego para
apagarlo, ó en otros términos engullir á tarascadas
los poquísimos alvercoques restantes, y atizar la
vela para consumir la poca cera que no se gastó, y
como no hay mas alvercoques, ni mas cera que la que
arde, curariamos como San Blas de Huete, que por
librar á uno ahogó á siete. Br. Vé ahí
uno de los atolladores de mi sistema. Ahí se atascan
los que, como tú, no lo entienden; deberias
considerar que el que sale de una esténia, ó
inflamacion, y ha llegado á la debilidad indirecta,
queda poco sensible, y su incitabilidad se hace
sorda á ligeros estímulos, y así es menester
apretarle la espuela hasta que salte por los bancos
de Flandes. An. Ahora si que nada el macho, y se iba
ahogando. Señor Doctor, una esténia ó inflamacion, y
se ha llegado á la debilidad directa ni indirecta, y
quando trata de curarla no piensa en añadir
estímulos, sino en apartarlos con las sangrías,
purgas, dieta tenue, &c. Luego que vmd. la ha
curado, ó queda ó no queda la debilidad indirecta;
si no queda será un absurdo la aplicacion de
grandes, fuertes y repetidos estímulos, porque
entonces queda en el sólido mucha incitabilidad, y
con ella mucha sensibilidad, y la repeticion de los
estímulos reproduciria la esténia ó inflamacion. Si
queda la debilidad (que es el otro extremo) en este
caso ya es poquísima la incitabilidad restante en el
sólido, y el enfermo va á morir naturalmente por
falta de alvercoques y cera, pues si los estímulos
no alcanzan á mover la incitabilidad, la muerte es
súbita, y si la mueven, presto la acaban por ser tan
poca; de que infiero, ó que es quimérica esa
debilidad que vmd. llama indirecta, ó que si exîste
es incurable, todo contra el sistema de vmd. Br. Y
¿no tienes presente aquel proverbio que dice ? Esta consideracion bastaria para
que entendieses que me opones un sofisma, y no un
argumento, porque en el caso de debilidad directa,
como hay mucha incitabilidad acumulada, hay
igualmente mucha sensibilidad, y es menester emplear
livianos estímulos, porque no se desenvuelva y
agolpe la incitabilidad; pero en el caso contrario
habrá de ser por lo mismo opuesto y muy diferente el
modo de manejarse. An. Señor Doctor, en el caso de
debilidad directa, habiendo mucho incitabilidad,
convendré en que se pueda ir sacando ó gastando
despacio ó apriesa; pero en el de debilidad
indirecta en que es poco ó casi nada lo que de ella
queda, sacarla de priesa es acosar al viviente, y no
sacarla es dexarle morir, y así esta debilidad no
será curable. Br. Pero quando un soberbio estímulo
(como quizá lo es el miasma pestilencial) consume en
pocos minutos, y aun súbitamente toda la
incitabilidad, entonces es menester…
An. Entónces es menester confesar nuestra
ignorancia, ya que ni con estímulos ni sin ellos se
cura el mal en las circunstancias y grado que vmd.
propone, fuera de que, para salvar el sistema es
menester que resulte universal y aplicable
demostrativamente á todos los casos particulares,
procediendo por hechos videntes, y no por
arbitrarias suposiciones. ¿De dónde sabremos que el
miasma pestilencial sea un estímulo? Aun en el mismo
sistema de vmd. pudiera ser ó un sedativo de los
estímulos naturales, ó un desorganizador, digámoslo
así, de ellos: él puede viciar la energía y
corromper la pureza del ayre, puede descomponerlo,
puede desunir, disgregar y alterar la textura de la
sangre, y demas humores, haciéndolos inhábiles para
estimular suficientemente los sólidos, y producir
así la debilidad directa. Y ¿por qué no podrá ser un
estimulante poderosísimo, que consumiendo
rápidamente la incitabilidad ocasione la debilidad
indirecta, y con ella la muerte? Y además de esto,
¿por qué no podrá ser otra qualquier cosa? Br.
Porque no puede escapar de una de esas dos. An.
Doctor, eso es lo que se disputa. La enfermedad
era idéntica, los remedios opuestos, y el éxîto
igualmente feliz: confiese vmd., si gusta, que sabe
poco el hombre para desentrañar á la naturaleza, y
que todo sistema de medicina ha sido, es y será
erróneo; que la verdadera medicina se funda en
sencillas y fáciles observaciones; que toda se
reduce á un conocimiento histórico de una coleccion
de hechos particulares, y que lo que en esta arte se
sabe de cierto (que es mucho) no se ha encontrado
por metafísicas indagaciones de genios arrogantes,
mas ingeniosos que sabios y sesudos, sino por
casualidad, por observacion, por tentativas, por
analogías, y por una escrupulosa atencion; que la
buena lógica del profesor vale algo, y que las
hipótesis de los sistemáticos no valen nada, y que …
pero ¿se rie vmd.? Br. Y ¿qué he de hacer oyendo tus
delirios? Díme, tontuelo, ¿por qué te acaloras así
contra mi sistema? No te acomoda, pues no lo sigas,
¿pónente acaso algun puñal á los pechos? ¿te quitan
la licencia para matar christianos con que tú vives?
y si nada hay de eso, ¿por qué te empeñas en chocar
con mi doctrina? déxala correr ya que tantos buenos
la admiten y practican, y no te metas en la renta
del excusado. An. Una especie ha
tocado vmd., señor Doctor, que me trae dias hace
desazonado, porque es cosa dura que poniéndose tanto
cuidado en evitar la introduccion de ciertos géneros
y mercaderías, se mire con tal indiferencia la de
los nuevos sistemas de Medicina, porque así como un
sistema se introduce, se arma una revolucion
diabólica en las cabezas, y se mata gente que es un
consuelo; asegúrole á vmd. que si la mia valiese no
me había de quedar tan siquiera uno, y que en las
Universidades se habia de enseñar una medicina tan
llana y fácil de entender, que qualquier hombre de
una mediana razon pudiera entenderla; pero ya hemos
hablado mucho, si volvemos á vernos tendré el gusto
de leer á vmd. mis Cartas Empíricas, que pienso
dirigir al traductor de la Filosofía médica de
Lafon, y por ellas entenderá mi modo de pensar en
esta materia. Br. ¿Con que tú eres empírico? An. Sí
señor, porque fuí primero sistemático, y tras de los
años vienen desengaños. Br. Ya sospechaba que
semejante sarta de desatinos no pudiera ser parto de
un médico dogmático; pero pues quieres que cortemos
la conversacion sea en buen hora.
Zitat/Motto
contrarium opposita est
ratio
Exemplum
Sydenham, paysano de vmd. curó
felizmente á varios apestados de Lóndres con
largas y repetidas sangrías, y el mismo en la
misma epidemia curó muy bien á otros con
estimulantes y sudoríficos.
Carta segunda.
Carta de un Jóven Químico á un Maestro de Química.Ebene 3
Al oir á vmd., señor Profesor, despotricar en una
de sus Lecciones públicas contra el autor de dos Cartas
impresas sobre el salitre, diria qualquiera que le sobraba á
vmd. la razon, y mas si no sabia que el mismo que me
procuraba desacreditar en el público (porque yo soy el tal
joven) había hecho de mí grandes elogios quando se trataba
de que yo pasase á América. ¿Qué motivo habrá para que vmd.
esté ahora tan de contrario parecer? Por mi parte puedo
decir que En lo
demas no debo quejarme de la conducta de vmd., sabiendo que
ha sido igual con quantos han tenido la desgracia de
desagradarle. Sin embargo, no puedo comprehender por que
afindad química se pueden juntar con las luces y explicacion
de esta ciencia en una Cátedra destinada á la instruccion de
la juventud sátiras personales, si ya no es por la analogía
que puede haber entre una sátira mordaz, y los agentes
cáusticos que tiene que manejar un químico. Me complazco en
repetir á vmd. que si me engañé en quanto á la calidad del
salitre de que se trata, el medio de hacerme conocer mi
error era haberme dado una corta cantidad del salitre
refindado que vmd. me negó, sin duda para tener la ocasion
de hablar de mí en público con aquella delicadeza y
moderacion que vmd. acostumbra, ya que la bondad de vmd. no
consiguió alcanzarme otras gracias, que acaso me deseaba la
ternura con que su buen corazon se manifiesta con los que le
van un poco contra el pelo. Nadie sino vmd. hallará en mis
cartas hostilidades, críticas, intrigas, ó resultas poco
ventajosas al Estado, ni habrá uno por poca lógica que tenga
que saque conseqüencias generales de un hecho solo y
aislado, que acaso hubiera contradicho la experiencia si
vmd. se hubiese prestado á mis ruegos, como me lo hacian
esperar los favores que ántes le habia merecido, y que no
tengo olvidados. Me engañáron mis esperanzas, pero luego que
en otros experimentos hallé resultados
diferentes del primero, ya vió vmd. que los publiqué.
Supongamos ahora que la diferencia procedia de algun
descuido; en este caso vmd. (cuyo zelo por los intereses del
Estado es tan generalmente conocido) pudo publicar lisa y
llanamente sus experimentos, y convencido yo por ellos de la
inexâctitud de los mios, no me obstinaria en mi error, sino
que lo confesaria en público con tanto candor y buena fe
como vmd. lo hizo en quanto á su pretendido Sileno. Esto es
lo que hacian, señor Profesor, los Rouelles, los Darcets, y
otros maestros de la ciencia, y lo que particularmente
deberian hacer aquellos á quienes un gobierno generoso
proporciona medios de que no hay exemplo entre los químicos.
Ya sabe vmd. que en los primeros profesores de ella se
advierte la modestia al lado de la instruccion, y que
ninguno verdaderamente sabio ha seguido las huellas del
Aretino, porque la maledicencia hace á los hombres odiosos y
despreciables. El Jóven Químico.
Zitat/Motto
“Je n´ai meritè Ni
cet excès d´honneur, ni çette indignitè”
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Brief/Leserbrief
Señor Regañon: Sigo mi
conversacion con el Indiano, que me dixo así: Este pensamiento, señor Editor, de mi amigo el
Indiano es tan idéntico al mio, y me ha enamorado tanto
su invencion, que me doy priesa á noticiárselo á vmd.
para que por medio de su papel periódico adquiera esta
idea original toda la publicidad que creo merece, solo
con el fin de que los sabios de la nacion, y aun los de
no tan elevada esfera, ayudados de lo ameno y abundante
de la obra de Cervantes puedan sacar á luz algunas
comedias (si acaso son de mi opinion) sobre los
innumerables, graciosos é instructivos asuntos que
presenta, y que siendo un poco mas largos desterrasen
los perversos Saynetes, siempre que no sean mejores que
los pocos buenos representados hasta aquí. Con esto se
ofrece de vmd. El Discípulo de Pericon.
Dialog
Amigo mio: su apreciable
amistad de vmd. cimentada por la conformidad de
nuestras ideas, y fraternidad de opiniones, es causa
no solo de echar de ménos su compañía, sino tambien
de quererle complacer en un todo; por lo tanto
cumpliendo con mi encargo voy á noticiar á vmd.
brevemente las variaciones que he advertido en
nuestro Teatro durante mi ausencia de treinta años,
puesto que un mes continuado de asistencia á él en
esta ciudad de Zaragoza me ha proporcionado algun
conocimiento para recordar pasadas memorias, y notar
el siguiente resultado.
Metatextualität
Mucho se ha adelantado y enmendado el
Teatro en la propiedad y magnificencia de las
decoraciones, mucho se han corregido nuestros
Actores en el declamar, en los vestidos, trages
adequados á los personajes, ademanes, &c. pero
advierto que la música de las Tonadillas ha
mejorado muy poco; que los Saynetes son los mismos
que ahora veinte años, con la diferencia de ser la
mayor parte de los nuevos de peor gusto, mas
grosera ridiculez, y mas depravadas maxîmas:
acerca de las Comedias, encuentro algunas, muy
pocas, buenas, escritas durante mi
ausencia, mas en recompensa hallo un sin número de
traducciones de un género nuevo para mí, á quienes
dan el nombre de sentimentales; yo dexando á cada
uno en su opinion sobre la diferencia de gustos de
unos que quieren ser divertidos y enseñados con
las representaciones de comedias propias á
moverles á derramar dulces lágrimas (segun su
favorita expresion), y de otros que quieren lograr
el mismo fin con la representacion de tramas
alegres, placenteras y risueñas; yo digo á vmd.
amigo, abrazo este último partido, por lo qual le
aseguro he quedado tan satisfecho de espectáculos
teatrales, que no pienso volverlos á ver mientras
que este nublado de comedias lloriconas, cuyo
gusto se ha desenrollado en el triste Norte, lo ha
acogido alegre lo mas de la Europa por su espíritu
de novedad y variacion, y lo imitamos nosotros sin
duda por no tener suficientes autores cómicos
(bien es verdad que á la falta general de éstos en
todas las naciones, hay sabios que atribuyen esta
plaga de comedias por ser mas fáciles de hacer é
inventar que las de un Moliere, y las nuestras de
Figuron, &c. & c.) que cubran y
melancolicen nuestro Teatro. Por lo tanto aseguro
á vmd. que si alguna vez he sentido amargamente no
ser poeta, ó tener un mediano talento para ser
compositor de un drama, pues no se necesita mas
para lo que voy á proponer, es ahora; sí, amigo
Don Cirilo, no es chanza, sino la pura verdad,
porque la parece á vmd. que es para ménos no poder
tener la gloria de inmortalizar su nombre
desterrando de nuestro Teatro este triste nublado
de comedias lloriconas, y hacer volvieran á su
triste orígen del Norte para substituir en él otro
género mas alegre, instructivo y festivo, tanto
que rebosase en alegría el corazon de cada uno de
los espectadores, en proporcion del despejado
cielo de nuestro feliz clima que las viera nacer.
Sí señor, yo lo prometo, pero cómo: nada mas sino
traer á las tablas al inmortal Don Quijote de la
Mancha; ¿cree vmd. que cada uno de los capítulos
de su inimitable obra no subministre material para
hacer no digo una sino muchas comedias? Cómo no
quedaria el pueblo instruido y alegre si, por
exemplo en unas se nos representase á nuestro Don
Quijote (de pensarlo solo me estoy riendo) en
descomunal batalla con el gigante Pandafilando,
usurpador del Reyno de Micomicon; quando quita la
vacía al Barbero; quando defiende ser el Yelmo de
Mambrino; y otras quando cree atravesar las
regiones aeareas sobre el caballo Clavileño;
quando Sancho se pone á comer, y lo estorba el
Doctor Recio; y quando Maritornes
cuelga de la muñeca á Don Quijote, y todas las
diversiones de los Duques, &c. & c. &
c. y aun quando estas comedias se repitieran mil
veces, ¿nos cansariamos de ellas? ¿Quién podrá
decir se ha cansado de leer á Don Quijote? ¿Pues
cómo nos cansaria su excelente moral amenizado con
los chistes de Sancho proferidos por un mediano
gracioso, y con las extravagantes ideas de uno y
otro, y de quantos personages entrasen en su
composicion. Estoy creido veriamos muy pronto
viajar á nuestro Don Quijote ácia Lóndres, Paris y
Petersburgo, y hacerses tan conocido en las tablas
por el Gayan Ruso como lo es ahora por los sabios
de aquella nacion. Basta de Teatros, amigo, &
c. & c. & c.