El Regañón general: Núm. 21.

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Núm.° 21.

Miércoles 14 de Marzo de 1804

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Secretaría
Correspondencia literaria del mes Concluye el Coloquio de la Carta primera.

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Traum

Dialog

An. Será como la mordedura de un lobo, que se cura pelos de otro. Br. ¿Tenemos otra quisquilla? An. Dígame vmd., Doctor, ¿los grandes y soberbios estímulos no causan un grande incitamento, ó un grado excesivo de vida? Br. Me duele la boca de repetirlo. An. ¿Y un grande incitamento no se hace á costa de un gran dispendio de incitabilidad ó vitalidad? Br. ¿Quántas veces lo he de decir? An. ¿Y este gran dispendio de vitalidad no produce la debilidad indirecta? Br. Preguntas lo que sabes. An. Luego si en el caso de debilidad indirecta queda poca incitabilidad porque la consumió el grande incitamento causado por las grandes fuerzas incitativas, el añadir entonces grandes y repetidas dosis ó cantidades de fuerzas incitativas seria añadir leña al fuego para apagarlo, ó en otros términos engullir á tarascadas los poquísimos alvercoques restantes, y atizar la vela para consumir la poca cera que no se gastó, y como no hay mas alvercoques, ni mas cera que la que arde, curariamos como San Blas de Huete, que por librar á uno ahogó á siete. Br. Vé ahí uno de los atolladores de mi sistema. Ahí se atascan los que, como tú, no lo entienden; deberias considerar que el que sale de una esténia, ó inflamacion, y ha llegado á la debilidad indirecta, queda poco sensible, y su incitabilidad se hace sorda á ligeros estímulos, y así es menester apretarle la espuela hasta que salte por los bancos de Flandes. An. Ahora si que nada el macho, y se iba ahogando. Señor Doctor, una esténia ó inflamacion, y se ha llegado á la debilidad directa ni indirecta, y quando trata de curarla no piensa en añadir estímulos, sino en apartarlos con las sangrías, purgas, dieta tenue, &c. Luego que vmd. la ha curado, ó queda ó no queda la debilidad indirecta; si no queda será un absurdo la aplicacion de grandes, fuertes y repetidos estímulos, porque entonces queda en el sólido mucha incitabilidad, y con ella mucha sensibilidad, y la repeticion de los estímulos reproduciria la esténia ó inflamacion. Si queda la debilidad (que es el otro extremo) en este caso ya es poquísima la incitabilidad restante en el sólido, y el enfermo va á morir naturalmente por falta de alvercoques y cera, pues si los estímulos no alcanzan á mover la incitabilidad, la muerte es súbita, y si la mueven, presto la acaban por ser tan poca; de que infiero, ó que es quimérica esa debilidad que vmd. llama indirecta, ó que si exîste es incurable, todo contra el sistema de vmd. Br. Y ¿no tienes presente aquel proverbio que dice

Zitat/Motto

contrarium opposita est ratio
? Esta consideracion bastaria para que entendieses que me opones un sofisma, y no un argumento, porque en el caso de debilidad directa, como hay mucha incitabilidad acumulada, hay igualmente mucha sensibilidad, y es menester emplear livianos estímulos, porque no se desenvuelva y agolpe la incitabilidad; pero en el caso contrario habrá de ser por lo mismo opuesto y muy diferente el modo de manejarse. An. Señor Doctor, en el caso de debilidad directa, habiendo mucho incitabilidad, convendré en que se pueda ir sacando ó gastando despacio ó apriesa; pero en el de debilidad indirecta en que es poco ó casi nada lo que de ella queda, sacarla de priesa es acosar al viviente, y no sacarla es dexarle morir, y así esta debilidad no será curable. Br. Pero quando un soberbio estímulo (como quizá lo es el miasma pestilencial) consume en pocos minutos, y aun súbitamente toda la incitabilidad, entonces es menester… An. Entónces es menester confesar nuestra ignorancia, ya que ni con estímulos ni sin ellos se cura el mal en las circunstancias y grado que vmd. propone, fuera de que, para salvar el sistema es menester que resulte universal y aplicable demostrativamente á todos los casos particulares, procediendo por hechos videntes, y no por arbitrarias suposiciones. ¿De dónde sabremos que el miasma pestilencial sea un estímulo? Aun en el mismo sistema de vmd. pudiera ser ó un sedativo de los estímulos naturales, ó un desorganizador, digámoslo así, de ellos: él puede viciar la energía y corromper la pureza del ayre, puede descomponerlo, puede desunir, disgregar y alterar la textura de la sangre, y demas humores, haciéndolos inhábiles para estimular suficientemente los sólidos, y producir así la debilidad directa. Y ¿por qué no podrá ser un estimulante poderosísimo, que consumiendo rápidamente la incitabilidad ocasione la debilidad indirecta, y con ella la muerte? Y además de esto, ¿por qué no podrá ser otra qualquier cosa? Br. Porque no puede escapar de una de esas dos. An. Doctor, eso es lo que se disputa.

Exemplum

Sydenham, paysano de vmd. curó felizmente á varios apestados de Lóndres con largas y repetidas sangrías, y el mismo en la misma epidemia curó muy bien á otros con estimulantes y sudoríficos.
La enfermedad era idéntica, los remedios opuestos, y el éxîto igualmente feliz: confiese vmd., si gusta, que sabe poco el hombre para desentrañar á la naturaleza, y que todo sistema de medicina ha sido, es y será erróneo; que la verdadera medicina se funda en sencillas y fáciles observaciones; que toda se reduce á un conocimiento histórico de una coleccion de hechos particulares, y que lo que en esta arte se sabe de cierto (que es mucho) no se ha encontrado por metafísicas indagaciones de genios arrogantes, mas ingeniosos que sabios y sesudos, sino por casualidad, por observacion, por tentativas, por analogías, y por una escrupulosa atencion; que la buena lógica del profesor vale algo, y que las hipótesis de los sistemáticos no valen nada, y que … pero ¿se rie vmd.? Br. Y ¿qué he de hacer oyendo tus delirios? Díme, tontuelo, ¿por qué te acaloras así contra mi sistema? No te acomoda, pues no lo sigas, ¿pónente acaso algun puñal á los pechos? ¿te quitan la licencia para matar christianos con que tú vives? y si nada hay de eso, ¿por qué te empeñas en chocar con mi doctrina? déxala correr ya que tantos buenos la admiten y practican, y no te metas en la renta del excusado. An. Una especie ha tocado vmd., señor Doctor, que me trae dias hace desazonado, porque es cosa dura que poniéndose tanto cuidado en evitar la introduccion de ciertos géneros y mercaderías, se mire con tal indiferencia la de los nuevos sistemas de Medicina, porque así como un sistema se introduce, se arma una revolucion diabólica en las cabezas, y se mata gente que es un consuelo; asegúrole á vmd. que si la mia valiese no me había de quedar tan siquiera uno, y que en las Universidades se habia de enseñar una medicina tan llana y fácil de entender, que qualquier hombre de una mediana razon pudiera entenderla; pero ya hemos hablado mucho, si volvemos á vernos tendré el gusto de leer á vmd. mis Cartas Empíricas, que pienso dirigir al traductor de la Filosofía médica de Lafon, y por ellas entenderá mi modo de pensar en esta materia. Br. ¿Con que tú eres empírico? An. Sí señor, porque fuí primero sistemático, y tras de los años vienen desengaños. Br. Ya sospechaba que semejante sarta de desatinos no pudiera ser parto de un médico dogmático; pero pues quieres que cortemos la conversacion sea en buen hora.
Dixo, y desapareció á tiempo que yo dispertaba, y conocí el devaneo de mi imaginacion, y entendiendo asimismo que siendo mias las preguntas y respuestas, las réplicas y satisfacciones, y por fuerza había yo de quedar mejor en la contienda; sin embargo, señor Regañon, sírvase vmd. de incluir ésta en su periódico, que el autor de la quinta á que contesto, como uno que sin duda será de los distinguidos prosélitos del sabio Brown, creo me sacará de mis errores en su contestacion que espero con ansia, y para entónces omito ahora el decirle por que (sic) incurrí en el renuncio que llama malicioso, y no lo es á fe mia, así como ahora puedo asegurarle con toda verdad que no me he erigido en médico, como él dice, sino que, bueno ó malo, lo es real y verdaderamente. El Anónimo.

Carta segunda.

Carta de un Jóven Químico á un Maestro de Química.

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Al oir á vmd., señor Profesor, despotricar en una de sus Lecciones públicas contra el autor de dos Cartas impresas sobre el salitre, diria qualquiera que le sobraba á vmd. la razon, y mas si no sabia que el mismo que me procuraba desacreditar en el público (porque yo soy el tal joven) había hecho de mí grandes elogios quando se trataba de que yo pasase á América. ¿Qué motivo habrá para que vmd. esté ahora tan de contrario parecer? Por mi parte puedo decir que

Zitat/Motto

“Je n´ai meritè Ni cet excès d´honneur, ni çette indignitè”
En lo demas no debo quejarme de la conducta de vmd., sabiendo que ha sido igual con quantos han tenido la desgracia de desagradarle. Sin embargo, no puedo comprehender por que afindad química se pueden juntar con las luces y explicacion de esta ciencia en una Cátedra destinada á la instruccion de la juventud sátiras personales, si ya no es por la analogía que puede haber entre una sátira mordaz, y los agentes cáusticos que tiene que manejar un químico. Me complazco en repetir á vmd. que si me engañé en quanto á la calidad del salitre de que se trata, el medio de hacerme conocer mi error era haberme dado una corta cantidad del salitre refindado que vmd. me negó, sin duda para tener la ocasion de hablar de mí en público con aquella delicadeza y moderacion que vmd. acostumbra, ya que la bondad de vmd. no consiguió alcanzarme otras gracias, que acaso me deseaba la ternura con que su buen corazon se manifiesta con los que le van un poco contra el pelo. Nadie sino vmd. hallará en mis cartas hostilidades, críticas, intrigas, ó resultas poco ventajosas al Estado, ni habrá uno por poca lógica que tenga que saque conseqüencias generales de un hecho solo y aislado, que acaso hubiera contradicho la experiencia si vmd. se hubiese prestado á mis ruegos, como me lo hacian esperar los favores que ántes le habia merecido, y que no tengo olvidados. Me engañáron mis esperanzas, pero luego que en otros experimentos hallé resultados diferentes del primero, ya vió vmd. que los publiqué. Supongamos ahora que la diferencia procedia de algun descuido; en este caso vmd. (cuyo zelo por los intereses del Estado es tan generalmente conocido) pudo publicar lisa y llanamente sus experimentos, y convencido yo por ellos de la inexâctitud de los mios, no me obstinaria en mi error, sino que lo confesaria en público con tanto candor y buena fe como vmd. lo hizo en quanto á su pretendido Sileno. Esto es lo que hacian, señor Profesor, los Rouelles, los Darcets, y otros maestros de la ciencia, y lo que particularmente deberian hacer aquellos á quienes un gobierno generoso proporciona medios de que no hay exemplo entre los químicos. Ya sabe vmd. que en los primeros profesores de ella se advierte la modestia al lado de la instruccion, y que ninguno verdaderamente sabio ha seguido las huellas del Aretino, porque la maledicencia hace á los hombres odiosos y despreciables. El Jóven Químico.
Carta tercera

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Brief/Leserbrief

Señor Regañon: Sigo mi conversacion con el Indiano, que me dixo así:

Dialog

Amigo mio: su apreciable amistad de vmd. cimentada por la conformidad de nuestras ideas, y fraternidad de opiniones, es causa no solo de echar de ménos su compañía, sino tambien de quererle complacer en un todo; por lo tanto cumpliendo con mi encargo voy á noticiar á vmd. brevemente las variaciones que he advertido en nuestro Teatro durante mi ausencia de treinta años, puesto que un mes continuado de asistencia á él en esta ciudad de Zaragoza me ha proporcionado algun conocimiento para recordar pasadas memorias, y notar el siguiente resultado.

Metatextualität

Mucho se ha adelantado y enmendado el Teatro en la propiedad y magnificencia de las decoraciones, mucho se han corregido nuestros Actores en el declamar, en los vestidos, trages adequados á los personajes, ademanes, &c. pero advierto que la música de las Tonadillas ha mejorado muy poco; que los Saynetes son los mismos que ahora veinte años, con la diferencia de ser la mayor parte de los nuevos de peor gusto, mas grosera ridiculez, y mas depravadas maxîmas: acerca de las Comedias, encuentro algunas, muy pocas, buenas, escritas durante mi ausencia, mas en recompensa hallo un sin número de traducciones de un género nuevo para mí, á quienes dan el nombre de sentimentales; yo dexando á cada uno en su opinion sobre la diferencia de gustos de unos que quieren ser divertidos y enseñados con las representaciones de comedias propias á moverles á derramar dulces lágrimas (segun su favorita expresion), y de otros que quieren lograr el mismo fin con la representacion de tramas alegres, placenteras y risueñas; yo digo á vmd. amigo, abrazo este último partido, por lo qual le aseguro he quedado tan satisfecho de espectáculos teatrales, que no pienso volverlos á ver mientras que este nublado de comedias lloriconas, cuyo gusto se ha desenrollado en el triste Norte, lo ha acogido alegre lo mas de la Europa por su espíritu de novedad y variacion, y lo imitamos nosotros sin duda por no tener suficientes autores cómicos (bien es verdad que á la falta general de éstos en todas las naciones, hay sabios que atribuyen esta plaga de comedias por ser mas fáciles de hacer é inventar que las de un Moliere, y las nuestras de Figuron, &c. & c.) que cubran y melancolicen nuestro Teatro. Por lo tanto aseguro á vmd. que si alguna vez he sentido amargamente no ser poeta, ó tener un mediano talento para ser compositor de un drama, pues no se necesita mas para lo que voy á proponer, es ahora; sí, amigo Don Cirilo, no es chanza, sino la pura verdad, porque la parece á vmd. que es para ménos no poder tener la gloria de inmortalizar su nombre desterrando de nuestro Teatro este triste nublado de comedias lloriconas, y hacer volvieran á su triste orígen del Norte para substituir en él otro género mas alegre, instructivo y festivo, tanto que rebosase en alegría el corazon de cada uno de los espectadores, en proporcion del despejado cielo de nuestro feliz clima que las viera nacer. Sí señor, yo lo prometo, pero cómo: nada mas sino traer á las tablas al inmortal Don Quijote de la Mancha; ¿cree vmd. que cada uno de los capítulos de su inimitable obra no subministre material para hacer no digo una sino muchas comedias? Cómo no quedaria el pueblo instruido y alegre si, por exemplo en unas se nos representase á nuestro Don Quijote (de pensarlo solo me estoy riendo) en descomunal batalla con el gigante Pandafilando, usurpador del Reyno de Micomicon; quando quita la vacía al Barbero; quando defiende ser el Yelmo de Mambrino; y otras quando cree atravesar las regiones aeareas sobre el caballo Clavileño; quando Sancho se pone á comer, y lo estorba el Doctor Recio; y quando Maritornes cuelga de la muñeca á Don Quijote, y todas las diversiones de los Duques, &c. & c. & c. y aun quando estas comedias se repitieran mil veces, ¿nos cansariamos de ellas? ¿Quién podrá decir se ha cansado de leer á Don Quijote? ¿Pues cómo nos cansaria su excelente moral amenizado con los chistes de Sancho proferidos por un mediano gracioso, y con las extravagantes ideas de uno y otro, y de quantos personages entrasen en su composicion. Estoy creido veriamos muy pronto viajar á nuestro Don Quijote ácia Lóndres, Paris y Petersburgo, y hacerses tan conocido en las tablas por el Gayan Ruso como lo es ahora por los sabios de aquella nacion. Basta de Teatros, amigo, & c. & c. & c.
Este pensamiento, señor Editor, de mi amigo el Indiano es tan idéntico al mio, y me ha enamorado tanto su invencion, que me doy priesa á noticiárselo á vmd. para que por medio de su papel periódico adquiera esta idea original toda la publicidad que creo merece, solo con el fin de que los sabios de la nacion, y aun los de no tan elevada esfera, ayudados de lo ameno y abundante de la obra de Cervantes puedan sacar á luz algunas comedias (si acaso son de mi opinion) sobre los innumerables, graciosos é instructivos asuntos que presenta, y que siendo un poco mas largos desterrasen los perversos Saynetes, siempre que no sean mejores que los pocos buenos representados hasta aquí. Con esto se ofrece de vmd. El Discípulo de Pericon.

Con Real Privilegio.
Madrid

En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.