El Regañón general: Núm.56
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Nivel 1
NÚM.° 56.
Sábado 10 de Diciembre de 1803.
Nivel 2
SECRETARÍA.
CORRESPONDENCIA LITERARIA DEL
MES.
CARTA QUINTA.
Nivel 3
Carta/Carta al director
Señor Caton:
Si vmd. tuviese á bien divulgar por medio de su
periódico estas reflexîones, quizá se lo agradezcan
algunos ancianos que tengan la misma flaqueza que yo
tenia ántes de mi desengaño; y si por algun motivo las
destina á qualquiera de sus archivos, no formará queja
alguna su corresponsal D. S. L.
Nivel 4
Relato general
Yo soy un viudo
septuagenario, achacoso, encorvado, calvo, y sin
un hueso en mi boca; pero al mismo tiempo soy
poseedor de una pingüe hacienda, y guardian de
unos quantos taleguitos, de aquello que los
cultiparleros llaman onzas por antonomasia. En
este estado me vino dias hace al pensamiento la
manía de volverme á casar, porque creía interesaba
bastante á la tranquilidad de mi conciencia, y al
cuidado de mi persona, é intereses domésticos. No
bien lo habia consultado con un amigo, en quien yo
tenia puesta toda mi confianza, quando no sé como
se divulgó esta voz, y tuve al golpe media docena
de ninfas aspirantes al dichoso enlace. Esta
noticia que produxo en mí por una parte una
sensacion placentera, no dexó por otra de dar
motivo á algunas cabilaciones; pero no obstante
que estas me vaticinaban presagios bastante
fatales, deséchelas de mi imaginacion como á un
mal pensamiento, abrigué los estímulos de la
naturaleza, y por último, preocupada mi mente con
esta ilusion, resolví tratar mis esponsales con la
que me pareció mejor para el intento. En efecto,
fui á casa de la niña, propúselo á sus padres, y
encontré en ellos la misma resistencia que en la
hija, que se hallaba presente; pues ántes que yo
acabase de hacer mi pretension ya tenia de todos
tres el sí concedido. Con este motivo me persuadí
ser dueño de la deidad que tenia á la vista, y
concluido este negocio sin mas circunstancias que
lo acompañasen para efectuar luego
[sic] luego mi matrimonio; pero no fué así, porque
conociendo los padres mis doblones, y mi exâltada
pasioncilla, oigo que seguidamente me dicen que
supuesto veía que la chica y ellos asentian
gustosísimos á un casamiento de tanta disparidad
en lo personal, debian tratarse algunas
condiciones á favor de una joven cuya edad de
veinte años era una desproporcion considerable
respecto de la mia, y que para cubrir en algun
modo esta falta era necesario que el dinero fuese
el medio, ofreciéndola dar cien doblones por cada
año que yo la llevase de mas, y cuya cantidad
debia recibir la niña en el mismo acto de
efectuarse nuestra conyugal union. Vea vmd., señor
Presidente, qual quedaria yo al oír un contrato
que si no es simoniáco no le falta un quilate para
serlo; y esta fué la primera condicion de parte de
los padres. La segunda se reduxo á que luego que
la novia recibiese este dinero se habia de
trasladar en depósito, para su mayor seguridad, á
casa de mis futuros suegros: no se propusiéron mas
condiciones por éstos, aunque es verdad que estas
dos solamente no son bobas; pues precisar á un
hombre que quarenta años hace está con su economía
achocando onza sobre onza, á que en ménos de dos
minutos se quede sin un quarto, es negocio de no
poca gravedad. Concluidas pues estas propuestas,
subsiguieron las de la niña en esta forma.
Primeramente (dixo) antes de celebrarse las bodas,
se me han de hacer quatro vestidos segun las
reglas prescriptas en el ceremonial de la mejor
modista de la Corte. Item: doce pares de zapatos
de seda, bordados de los mas finos materiales que
acostumbran usar las currutacas de primera clase.
Item: diez y ocho pares de medias de las mas
selectas que se fabrican en Paris. Item: dos
basquiñas y quatro mantillas de la moda mas
rigorosa que se observe entre las petimetras
cortesanas de ménos juicio. Item: media docena de
abanicos de concha, y otros tantos de marfil del
gran gusto del dia. Rosario no pidió, y á mi ver
fué porque era la cosa que tenia mas olvidada;
pero aseguro que si yo la hago de ello la mas leve
insinuacion, le hubiera pedido correspondiente al
demas tren. Ya sabe vmd., señor mio, lo que ha de
anteceder á nuestro matrimonio, y solo resta le
diga las subsiguientes condiciones á él, que no
son ménos ténues á fe mia, como vmd. oirá. Luego
que se verifique nuestro contrato matrimonial
(continuó) he de permanecer en casa
de mis padres hasta tanto que se divida la de vmd.
en dos habitaciones para vivir juntos, y al mismo
tiempo separados, y no incomodarnos el uno al
otro; porque además de que el carácter de ambos
exîge executarlo así, ya ve vmd. seguimos tambien
al mismo tiempo esta gran moda. El gobierno de los
negocios domésticos quedará al cargo de un
mayordomo que yo elegiré, á quien se le tomarán
cuentas por mi parte quando sea necesario; cuyo
objeto no es otro que el que vmd. no se fatigue la
mente en repasar papeles. Vmd. comerá lo que
apetezca, y á la hora que guste; y yo haré lo
mismo, pues no será razon, ni conviene á su edad y
salud, el que esté esperándome para cenar las
noches que yo venga algo tarde de las tertulias de
mis amigas; y por consiguiente se acostará cada
uno al tiempo que le acomode. Y últimamente, los
pocos años que, por lo natural, restan á vmd. de
vida, los empleará en comer, dormir, rezar, y no
meterse en nada de lo que yo disponga y haga á mi
voluntad, que es el único medio para que yo viva
con gusto, y vmd. acabe sus dias con aquella
tranquilidad de espíritu que le desea mi sincero
afecto. Estuve con la paciencia de un Job oyendo
tan desordenadas proposiciones, y entre tanto
discurriendo la respuesta mas sucinta y
compendiosa que podia dar, para escalar mas
prontamente y bien de aquella casa. En efecto,
acabada la relacion que formó mi prometida esposa,
sin alterarme un ápice respondí á todos tres en
esta forma: ustedes han delineado por su parte ya
el plan que ha de dirigir nuestro matrimonio;
ahora resta por la mia su aprobacion, para lo qual
necesito hacer un exámen de los extremos que
abraza: éste no se puede efectuar
precipitadamente, y así, con el permiso de
ustedes, me retiro á ponerlo por obra, y de sus
resultas daré aviso, como es justo. Así pues,
despedíme de ellos, volví á casa, entré en mi
quarto, sentéme en mi poltrona, y comencé á
discurrir sobre esta preciosa aventura; mas no
puedo ponderar á vmd. el laberinto de especies é
inquietudes que se formó en mi imaginacion y
espíritu; pero entrando en cuentas conmigo, dixe
con resolucion. ¿No soy yo capaz de reflexîonar,
juzgar, discernir, preveer y determinar, como todo
hombre sensato hace en qualquiera materia
interesante? Sí, no hay duda alguna: pues si no la
hay (continué, vamos haciendo una [sic] analisis
completa de este caprichoso
pensamiento que me ha constituido en esta
inquietud irresistible.
Así pues me habló este sabio, y no es
creible quanto me alegré al ver combinados sus
pensamientos con los que yo habia empezado á
formar; y sintiendo en mi corazon diversos conatos
de los que antes le agitaban, conocí mi error, é
hice ánimo de apartar de mí aquella primera idea.
En efecto, ocupada mi mente en el cuidado de
asegurar el mejor partido, continué algunas horas
cabilando sobre ello, pero acometido del sueño me
violentó éste á reclinar mi cabeza sobre una
almohada, y me rendí á él en el instante; mas como
las especies anteriores chocaban
todavía en mi imaginacion, presentáron á mi pobre
fantasía el mas doloroso catástrofe, tan vivamente
figurado, que me causó la mayor sorpresa.
nadie sabe quanto agradecí su venida, pues
si me ha durado mas el sueño, hubiera visto
tambien delante de mí un sepulcro abierto y pronto
á recibirme en su seno. Con este motivo, viendo
que todo habia sido apariencia, dí gracias á Dios,
acabé de conocer mi engaño, mudé de sistema, y
creo con esta leccion permanecer en el estado de
viudo hasta que me case con la muerte.
Nivel 5
Diálogo
En este estado
comencé, primeramente, á reflexîonar sobre la
pasioncilla que me estimulaba, y causaba la mayor
guerra, para buscar el medio de reprimirla; y he
aquí que de improviso oigo una fuerte voz que me
dixo así. Amigo mió, si no muda vmd. del sistema
que pocas horas hace abrazó, se dirige á emprender
una accion que solo presenta un cúmulo de
sentimientos y males que le harán trasponer en
breves dias la funesta losa del sepulcro. Mire
vmd. bien que la naturaleza ha desamparado ya sus
miembros, y que aunque su espíritu le excite un
vigoroso esfuerzo, no puede pasar de imaginario y
aparente. Si amigo mio: In senili corpore tanquam
in eputri adificio, omnis junctura deducitur.
Sorprehendióme un presagio tan terrible, y sin
saber lo que me hacia, me levanté azorado,
registré mi habitacion por si podia descubrir
quien era el que me hablaba, pero vi que estaba
solo. Suspendíme un poco, y segunda vez oigo la
misma voz que prosiguió diciendo. No hay que
asustarse; yo soy aquel anciano Seneca que vengo á
inspirarle un buen consejo para que desvanezca
esas llamas ilusorias que ofuscan su mente
debilitada. Vmd. solo mira sacrificar su corazon á
unas soñadas delicias: en vano se persuade vmd.
hacerse amar: la edad de vmd. es ya muy fastidiosa
para que una joven se rinda á unos halagos tan
impropios: á vmd. solamente puede admitirle por
marido la muger á quien domine el amor de sus
riquezas: no piense vmd. experimentar de ésta
algunas ternezas, y aun quando las logre, no las
crea naturales, pues no pueden ser mas que puras
ficciones para hacer mejor su negocio: no se
olvide vmd. de aquel precioso don de la razon para
gobernar sus acciones: emplee ésta en corregir y
refrenar esos pueriles desvarios, y piense
escrupulosamente en las resultas de un asunto que
se debe mirar con la mayor precaucion.
Nivel 5
Sueño
Me pareció pues,
que alucinado con los incentivos de la deidad á
quien yo aspiraba poseer, desprecié el consejo de
mi filósofo; me abandoné á la pasion; deliberé
poner en práctica mi intento á toda costa, y que á
pocos dias de casado comencé á ver la imagen
funesta de mis infortunios, y á sufrir todas las
penalidades que me anunció. Me pareció que mi
dinero se habia desaparecido: que mi muger
gobernaba la casa segun su capricho: que veía á
ésta cubierta del luxo mas excesivo: que se
hallaba freqüentemente en los paseos, en las
tertulias, en los coliseos, y en todas las
diversiones mundanas: que estaba muy favorecida de
los obsequiantes que con la mayor libertad
visitaban mi casa: que todo en ésta era un
desórden; y que yo pobre de mí me veía lánguido y
estenuado, postrado en una cama, abandonado hasta
del mas ínfimo sirviente. Todo esto, y mucho mas
que callo, me parecia estar pasando por mí, quando
un criado que entró á llamarme para comer cortó el
hilo de este trágico suceso:
CARTA SEXTA.
Cita/Lema
Buen natural.
Nivel 3
Carta/Carta al director
Señor Regañon: Oyendo
quejarse á los hombres del gran número de trabajos y
penas que los cercan, he considerado varias veces, que si ellos quisieran, pudiera
disminuirse y mucho este número con solo empeñarse en
desterrar del mundo la envidia, la malignidad, la
traicion, el odio, la ambicion y otros vicios, que sin
duda son el verdadero origen de nuestros males. ¿Quántas
penas pudieran prevenirse, si empleasemos mutuamente la
compasion, la bondad y la humanidad? Por esta razon creo
que nada debe alabarse tanto como esta disposicion del
ánimo, que llamamos buen natural: este es en mi opinion
mucho mas agradable que el talento, y da al rostro
cierto ayre de amabilidad preferible á la belleza misma.
Ninguna sociedad, ningun comercio puede subsistir en el
mundo sin este buen natural, ú otra cosa que tenga su
apariencia, de donde ha venido el forjar una especie de
humanidad artificial que llamamos política; pues si se
exâmina la idea que nos sugiere esta palabra, se verá
que no es otra cosa que la copia del buen natural, ó de
otro modo, la afabilidad, la complacencia y la dulzura
reducidas á arte.
Ya sé que generalmente se cree que las gentes de
buen natural no son las de mas talento; pero yo pienso
que este error tiene dos causas. La una es, que la
malignidad pasa muchas veces por ingenio: asi se ve que
un rasgo picante lisonjea tanto á las pasiones de los
que lo oyen, que casi siempre es recibido con gusto: se
ríe, se aplaude, y el autor de una palabra satírica es
mirado como hombre de talento. La otra causa es que un
buen natural está siempre dispuesto á compadecerse de
aquellos defectos que otro se divertiria en ridiculizar
por echarla de ingenioso: por el contrario el maligno
expone á la vista de todos, quantos defectos conoce: se
burla de los vicios que el otro oculta, y habla quanto
le ocurre: ataca indiferentemente á sus amigos y
enemigos, prefiriendo un chiste á la conservacion de un
amigo; desacredita á los mismos que le han favorecido, y
en fin, de nada hace escrúpulo como consiga el que le
tengan por hombre de talento, y ¿podremos admirarnos de
que lo logre mejor que el hombre de bien, modesto, y de
buen natural? Esto es lo mismo que sucede á un mercader
bribon, que no reparando en los medios de enriquecerse,
lo logra mucho ántes que un negociante honrado. Es verdad que muchas veces se equivoca este
buen natural, no siendo mas que una constitucion física,
en que no tenemos mérito alguno; pero para distinguirlo
se pueden observar las reglas siguientes: 1.a Se ha de
notar si obra constantemente uniforme en la enfermedad y
en la salud, en la adversidad y en la prosperidad, en la
abundancia y en la pobreza, porque si se varía de
conducta es claro que se obra maquinalmente, y segun las
circunstancias, en lo qual no hay mérito. El segundo
modo de conocer el buen natural es el ver si obra sin
los principios de la recta razon, y lo que el deber
exîge; porque si á pesar de su generosidad no distingue
entre los objetos, derramando sus beneficios igualmente
entre les verdaderos pobres y los perversos, si socorre
del mismo modo al perezoso sano, que al aplicado
enfermo, y si en fin da al primero que llega sin
distincion ni prudencia, podrá concedérsele un instinto
amable, digámoslo así, pero de ningun modo una virtud
moral. El tercero es el sondearnos a nosotros mismos,
para conocer si somos capaces de incomodarnos por
favorecer á otro, de arriesgar parte de nuestros bienes,
de nuestra comodidad y de nuestros placeres en favor de
un infeliz oprimido del peso de la adversidad, y lo que
me parece aun mas, si tenemos bastante generosidad y
bastante virtud para ocultar nuestros beneficios aun á
los mismos que los reciben, libertándolos así del rubor,
y del peso del reconocimiento. Me parece que un exemplo
manifestará todo esto mas claramente.
Esto es lo que hace mi amigo, y qué ¿seria mucho pedir á un hombre el que se prive
de alguna corta diversion, de que tal vez está
fastidiado, de un coche mas, de un caballo mas, ó de un
criado mas, teniendo seis coches, doce caballos, y
veinte criados inútiles, para destinar este importe á
sostener una familia honrada de un pobre labrador, de un
pobre artesano, ó á un hombre de bien, á quien puede
sacar de las cadenas con solo satisfacer una pequeña
deuda? Yo no he dudado jamas que la beneficencia es la
felicidad del corazon, y que los insensibles lo son
únicamente porque no han tenido la fortuna de
experimentar este dulce placer tan distinto y tan
superior á todos los que llaman así los sentidos. Ahora
recuerdo un epitafio de un hombre caritativo, que pondré
aquí, porque me parece oportuno. Queda de vmd. siempre
Diógenes.
Nivel 4
Ejemplo
Xenofonte en la vida
de su príncipe no cesa de alabar este buen natural
de su héroe toda su vida, y nos le pinta contento
y satisfecho aun en su muerte, considerando que su
alma volveria á su Criador, y que su cuerpo
reunido á la madre comun, podria aun destruido ser
útil al género humano.
Nivel 4
Retrato ajeno
Servilio tiene un
carácter tan dulce y tan generoso, que hace aun
mas de lo que prometen sus bienes: tiene
doscientos doblones de renta, que no valúa nunca
sino en ciento y ochenta, porque supone que no
tiene derecho sobre el diezmo, que emplea siempre
en obras de caridad: es económico, y por las
superfluidades de que se priva se pone en estado
de extender mas su generosidad; por exemplo, va á
pie á donde le llaman sus ocupaciones, y á la
vuelta da á algun viejo que no puede trabajar, el
dinero que debia costarle la silla ó coche:
dispuesto algunas veces para ir á la comedia, le
he visto emplear este dinero en un pobre tullido,
y pasar la tarde con un amigo con mucha mas
satisfaccion y gusto, segun dice, que el que tiene
en el teatro. De este modo no teme que sus
liberalidades le empobrezcan, y hace mas bien con
sus moderadas rentas, que otros con millones, pero
olvidados de que son hombres.
Nivel 4
Perdido es para mí lo que he gastado,
Para otros son los bienes que tenia: Solo me queda
lo que tengo dado.
Cita/Lema
AVISO.