El Regañón general: Núm.42
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NÚM.° 42.
Sábado 22 de Octubre de 1803.
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SECRETARÍA.
CORRESPONDENCIA LITERARIA DEL
MES.
CARTA DÉCIMATERCIA.
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Brief/Leserbrief
Señor Quizá-sucio. Vista la
carta de vmd. inserta en los Diarios de Madrid de 21, 22
y 23 de Setiembre, me parece regular decirle quatro
palabras, dirigidas á su instruccion y aprovechamiento,
y sin otro objeto que animarle á que se dedique á
estudiar los nominativos, ántes de intrusarse en la
clase de mayorista: si vmd. lo entiende de otro modo, y
sospecha que trato de sacudirme el polvo de su carta, me
hará un agravio que no merezco, ni le perdonará el
Señor, si pudiendo no se arrepiente. Para que vmd. no
ignore á quien debe este cuidado, le advierto que yo
soy, si mal no me engaño, el Autor del Pasagonzalo, y lo
seré, si es menester, de algun Sornaviron mas duro y
doloroso. Bien quisiera yo saber quien es vmd., pero
como sale de máscara en el Diario, no puedo conocerle;
aunque me inclino á que ha de ser el Editor del Memorial
literario, porque su delicada crítica es muy parecida a
la de aquel ilustradísimo señor; pero sea vmd. quien
quiera, que para mí lo mismo es llamarse Judas, que Juan
López. Vamos al intento. Quando yo escribí el
Pasagonzalo sabia muy bien que tendria la misma suerte
que otros papelitos mios, es á saber, divertir y agradar
á unos, y hacer rabiar á otros; y así esperaba, y aun
espero, la impugnacion de alguno que merezca
contestacion; pero estaba muy ageno de pensar que un
pobrete como vmd. habia de ser el primero
que echase su quarto á espadas. Sea enhorabuena, y
porque la cartita de vmd.; á lo ménos en lo respectivo á
mí, no merece contestacion, por reducirse casi toda ella
á ochos y nueves y cartas que no ligan, me limitaré á
evidenciarle quánto desatina en los puntos que critíca
derecha y especificadamente; y al mismo tiempo le
enseñaré algo de lo mucho que ignora, que, como va
dicho, es mi principal y aun mi único intento. Despues
de un diluvio de insulseces, pone vmd. por blanco de sus
tiros los siguientes versos de mi Chismoso. Inés. Pero
él es, él es, albricias Esposo, ya mi ventura
Es cierta, ¡ah! como podria
Decírtelo, todo es
Felicidad , y propicia
Fortuna nos favorece.
El corazon de alegría
Saira en mi pecho: ¡ó qué bello
Es el luminoso dia
Tras la tormentosa noche!
Juan. ¿Qué dices mi bien, deliras?
¿Pudo el alto dolor, pudo
La pesadumbre malina
Turbar tu juicio? No entrañe vmd. que añada parte de otro verso á los que vmd. escogió, que no es con otro fin que el de cerrar la interrogacion, así como escribir malina y no maligna, es por que la versificacion sea mas tecleada y acabalgada, como vmd. discretísimamente la llama; que como aquellos dos muchachos, quando se decian los consabidos versos, se veian agitados de pasiones muy enérgicas, quise yo que hablasen por aquel tono. Lo primero que vmd. extraña es que opongo á la tormenta la luz, no debiendo oponerle sino la serenidad, y así dixe muy mal en decir ¡Ó qué bello Es el luminoso dia
Tras la tormentosa noche! Pobre hombre, si vmd. tuviera luz natural tan siquiera, veria que la claridad del luminoso dia no está, en esos versos, opuesta á la tormenta o tempestad; sino á la noche tormentosa ó tempestuosa, porque si á la natural obscuridad de la noche, de quien dixo Lucrecio: .... Obruit ingenti caligine terras, Se añade el espantoso horror de la tormenta, á quien él mismo llamó negra: .... Et trahit atram
Fulminibus gravidam tempestatem.... Ya se dexa entender que aquella noche deberá ser obscurísima, y que un dia luminoso, viniendo tras ella, será bellísimo sobre manera, y así, si el dia luminoso hace bello contraste con la noche obscura, el mismo lo hará bellísimo con la obscurísima ó tormentosa. Apuesto á que si vmd. hubiera visto un versito en que Lucrecio para llamar muy obscura á la noche, no quiso llamarla tormentosa, como yo hice, sino que la llamó ciega: .......... Caeca
Nox eripiet iter.... Hubiera preguntado que ¿para qué mil demonios le aprovecharia el dia luminoso á la noche, si era ciega la pobre señora? ¿no es verdad? Sí, sí, vmd. es capaz de eso y mucho mas. El segundo defecto que vmd. me nota es que llamo alto al dolor ó sentimiento de Inés, y maligna á su pesadumbre ó pesar, que vale lo mismo; cuyos desaciertos se contienen en los quatro siguientes versos. Juan. ¿Qué dices, mi bien, deliras? ¿Pudo el alto dolor, pudo
La pesadumbre malina
Turbar tu juicio? Pero ántes de decir lo que me ocurre en el particular, quiero dedicar á vmd. los mismos, un poco alterados: léalos vmd. y téngalos presente. ¿Qué dices, tonto, deliras? ¿Pudo tu alta ignorancia,
Pudo acaso tu maligna
Pesadumbre emburrecerte? Pregunta vmd. si Calderon ó Moliere comprehendiéron, ni por el forro, que hay dolores altos y baxos, así como hay gigantes y pigmeos; y pesadumbres benignas y malignas, así como hay tabardillos buenos y malos; y yo diré á esta pregunta, que lo que no pudiéron ellos comprehender jamas es, como un vicho tan ignorante como vmd. se atreve á querer figurar en el mundo literario, y enfadar á los que tienen la desgracia de leer sus necededes. Pero dígame vmd., así Dios le dé lo que le falta: ¿qué quiere decir comprehender por el forro que hay dolores? ¿de dónde ha descolgado vmd. esa frase tan bonita? ¿de qué espetera? Vaya, no se atragante vmd., sino responda con el Domine Lucas. .... Es discreta Frase, con que yo me explico,
Dando á entender que quisiera
Muger que no se asustara
De caxas ni de trompetas. Mire vmd., señor Quizá-sucio, el adjetivo alto (en latin altus); en castellano y en latín, unas veces significa elevado, y otras profundo, y la conexîon de ideas es quien determina su significacion en cada caso particular. Si vmd. no quiere verlo en el Diccionario de la Lengua castellana, ó en el de Terreros, puede entenderlo por esta adivinalla: Alto, alto, como un pino, Y redondo, redondo, como un garbillo.
¿Qué es ?
El pozo.
Come...... Y si vmd. no se satisface, vea á Cesar que en dos líneas emplea el adjetivo altus, significando en la una la profundidad del Rhin, y en la otra la elevación del monte Jura. Una ex parte, flumine Rheno latissimo, atque altissimo….
Altera ex parte, monte Jura altissimo. Quiere vmd. ver como Ciceron llama altísimas en lugar de profundísimas á las raices, pues él es el que dixo: Virtus est una, altissimis defixa radicibus. ¿Quiere vmd. ver á otro que bien bayla, llamar alto al profundo silencio? Pues oiga á Virgilio: Quid me alta silentia cogis
Rumpere? Por último, quiere vmd. ver á este prohombre de todos los poetas decir la misma mismisima expresion que vmd. critíca, alto dolor: ea , pues no le pido otra cosa por mi trabajo sino que se dé por tonto, y vaya vmd. á la Eneida, y en el libro primero vea si el verso 209 dice así: Spem vultu simulat, premit altum dolorem corde. Con que si profundo dolor está bien y muy bien dicho, alto dolor lo está del mismo modo. Y quien le da á vmd. arrogancia De criticar, sí señor,
De Inés el alto dolor,
Es su altísima ignorancia. Viniendo ahora á la pesadumbre maligna, sepa vmd. señor, que en el bueno y castizo castellano, que vmd. no conoce, pesadumbre es un sustantivo que tiene varias significaciones, como sucede á otros muchos. Ya vale lo mismo que enorme peso, ya riña ó desazon, y ya tambien, y esto es frequentísimo, vale lo mismo que sentimiento ó dolor, que oprime y agrava fuertemente el ánimo por su grande vehemencia; en fin, pesadumbre en esta acepcion, es una de aquellas robustas palabras que expresan brevísimamente, no solo la sustancia ó núcleo de la idea, sino tambien el efecto de ella: sentir pesadumbre no solo es sentir un dolor, es tambien sentir un dolor de una clase determinada, á saber un dolor del ánimo, y aun es mas que eso: es sentir un dolor del ánimo que le agrava y oprime muchísimo, y quando es tal la vehemencia de este sentimiento, que se cree bastante á matar al hombre, le llamamos mortal pesadumbre; si á lastimarle duramente, le llamamos pesadumbre cruel, &c. de modo que estos adjetivos sirven á explicar mas determinadamente aquellas ideas accesorias que tenemos del modo con la pesadumbre oprime al ánimo: así pues, si yo quisiera, como quise, significar el profundo sentimiento, que oprimiendo gravísimamente el ánimo de Inés, pudiera lastimarla hasta desconcertar su razon, diria, como dixe, alto dolor, y maligna pesadumbre, que podia turbar su juicio, porque el adjetivo maligno no solo significa cosa dañosísima, sino tambien cosa que daña cruel y rebozadamente, como lo hacen ciertas vehementes pasiones del ánimo; y aun por eso llaman los médicos malignas á las calenturas, que no presentando señales externas de su profunda malicia, matan al enfermo, contra la esperanza de sus amigos, y con sorpresa del médico y asistentes; con que sacamos en limpio, por lo respectivo á la pesadumbre, que acierta vmd. en la mitad, porque efectivamente hay pesadumbres malignas, pero no benignas, porque eso es un desatino, y hay tabardillos malos, á saber todos ellos, pero no hay tabardillos buenos como vmd. asegura, porque hasta hoy ni yo ni ningun otro médico los hemos visto. No hago mérito de los otros versitos que vmd. presenta en su carta , porque nada les objeta determinadamente, así como en toda ella no hace otra cosa que amagar y no dar, como solemos decir, y aunque ha envanastado desatinos á millares, no por eso he de tomarme yo la pena de criticarlos, porque seria, si tal hiciese, mas tonto que vmd. y sus amigos, si los tiene. Solo me resta decir á vmd. que el Pasagonzalo no niega su cuerpo á nadie, y el que quiera puede criticarle con máscara ó sin ella, presentando su escrito (si desea contestacion) en el Tribunal Catoniano, que es donde está radicado el juicio; y si vmd. ú otro qualquiera se escandaliza de que al gran Moliere, ese maestrazo de los cómicos, se le haga tan poco favor, no tiene sino echarse al raso; porque repito que El Menandro francés, si se quisiera Criticar, sin faltar á la justicia,
Quedára poco ayroso en la sentencia. No hablo de Calderon, porque hago yo mas aprecio de él que á vmd. le parece, y ni vmd. entiende siquiera, si el Pasagonzalo favorece ó agravia á tan célebre ingenio; pero por hacer ruido lo saca á danzar sin ton y sin son. Quizá, señor Quizá-sucio, creerá vmd. que yo le conservaré algún rencor, por haberme querido molestar con su cartita, y para que entienda todo lo contrario, voy á regalarle una fabulita tan original y flamante, como que la acabo de hacer para vmd. solito, aunque sean muchos los que puedan aplicársela. Allá va eso.
Tres
animalitos Sacaron á plaza
Sus frutos un dia.
Presentó su lana
La paciente oveja,
Su miel delicada
La docta abejilla,
Y el gusano saca
Sus ricos capullos;
Muchas alimañas
Loáron los frutos,
Y solicitaban
Comprarlos, á punto
Que llegó á la plaza
Un mono, y las dixo:
Ustedes alaban
Esas fruslerías,
Y es porque no alcanzan
Los torpes defectos
Que tanto degradan
A esas producciones. —
¡Cómo pues! ¿qué falta
Tienen los panales? —
El estar mezclada
La miel con la cera,
Y hay que separarlas,
Que ya, ya es obrilla. —
Bien; pero la lana....
La lana está sucia,
Es fuerza labarla,
Cardarla, teñirla,
Urdirla, tramarla,
Y mil maniobras. —
¡Bravo! mas ¿qué tacha
Le pone al capullo?...
— Que están embrolladas
Sus preciosas hebras;
Y si no sudara
El hombre industrioso
En desmañararlas,
Para qué servian?
Oyendo tal sarta
De majaderías,
La ovejita mansa,
Le dixo, confieso
Que son muy fundadas
Esas reflexîones,
Yo no encuentro nada
Que oponer á ellas,
Y admiro la sabia
Crítica , que pudo
Mostrar unas faltas
Que nadie veria,
Ni aun las sospechara.
Usted, señor mono,
Es fuerza que haga
Sus obras sin pero;
Sírvase mostrarlas,
Y serán dechado
De nuestra enseñanza.
Enmudeció el mono:
La oveja le instaba,
Y lo mismo hacian
Otras alimañas.
Pero la zorrilla
Les dixo con gracia:
No muelan ustedes,
Y esten enteradas
Que este y otros monos
Que van en dos patas,
Lo critican todo
Sin saber de nada.
P. D. En quanto á la Andria que vmd. aguarda, si
tiene que hacer, puede dar un paseo, y volver miéntras
la publico: hace bien dos años que esa, y el Tesoro y la
Pataleta se concluyéron, y aun no he pensado siquiera
enquadernarlas. Pero por servir á vmd. que es hombre de
gusto, pensaré en ello.
Es cierta, ¡ah! como podria
Decírtelo, todo es
Felicidad , y propicia
Fortuna nos favorece.
El corazon de alegría
Saira en mi pecho: ¡ó qué bello
Es el luminoso dia
Tras la tormentosa noche!
Juan. ¿Qué dices mi bien, deliras?
¿Pudo el alto dolor, pudo
La pesadumbre malina
Turbar tu juicio? No entrañe vmd. que añada parte de otro verso á los que vmd. escogió, que no es con otro fin que el de cerrar la interrogacion, así como escribir malina y no maligna, es por que la versificacion sea mas tecleada y acabalgada, como vmd. discretísimamente la llama; que como aquellos dos muchachos, quando se decian los consabidos versos, se veian agitados de pasiones muy enérgicas, quise yo que hablasen por aquel tono. Lo primero que vmd. extraña es que opongo á la tormenta la luz, no debiendo oponerle sino la serenidad, y así dixe muy mal en decir ¡Ó qué bello Es el luminoso dia
Tras la tormentosa noche! Pobre hombre, si vmd. tuviera luz natural tan siquiera, veria que la claridad del luminoso dia no está, en esos versos, opuesta á la tormenta o tempestad; sino á la noche tormentosa ó tempestuosa, porque si á la natural obscuridad de la noche, de quien dixo Lucrecio: .... Obruit ingenti caligine terras, Se añade el espantoso horror de la tormenta, á quien él mismo llamó negra: .... Et trahit atram
Fulminibus gravidam tempestatem.... Ya se dexa entender que aquella noche deberá ser obscurísima, y que un dia luminoso, viniendo tras ella, será bellísimo sobre manera, y así, si el dia luminoso hace bello contraste con la noche obscura, el mismo lo hará bellísimo con la obscurísima ó tormentosa. Apuesto á que si vmd. hubiera visto un versito en que Lucrecio para llamar muy obscura á la noche, no quiso llamarla tormentosa, como yo hice, sino que la llamó ciega: .......... Caeca
Nox eripiet iter.... Hubiera preguntado que ¿para qué mil demonios le aprovecharia el dia luminoso á la noche, si era ciega la pobre señora? ¿no es verdad? Sí, sí, vmd. es capaz de eso y mucho mas. El segundo defecto que vmd. me nota es que llamo alto al dolor ó sentimiento de Inés, y maligna á su pesadumbre ó pesar, que vale lo mismo; cuyos desaciertos se contienen en los quatro siguientes versos. Juan. ¿Qué dices, mi bien, deliras? ¿Pudo el alto dolor, pudo
La pesadumbre malina
Turbar tu juicio? Pero ántes de decir lo que me ocurre en el particular, quiero dedicar á vmd. los mismos, un poco alterados: léalos vmd. y téngalos presente. ¿Qué dices, tonto, deliras? ¿Pudo tu alta ignorancia,
Pudo acaso tu maligna
Pesadumbre emburrecerte? Pregunta vmd. si Calderon ó Moliere comprehendiéron, ni por el forro, que hay dolores altos y baxos, así como hay gigantes y pigmeos; y pesadumbres benignas y malignas, así como hay tabardillos buenos y malos; y yo diré á esta pregunta, que lo que no pudiéron ellos comprehender jamas es, como un vicho tan ignorante como vmd. se atreve á querer figurar en el mundo literario, y enfadar á los que tienen la desgracia de leer sus necededes. Pero dígame vmd., así Dios le dé lo que le falta: ¿qué quiere decir comprehender por el forro que hay dolores? ¿de dónde ha descolgado vmd. esa frase tan bonita? ¿de qué espetera? Vaya, no se atragante vmd., sino responda con el Domine Lucas. .... Es discreta Frase, con que yo me explico,
Dando á entender que quisiera
Muger que no se asustara
De caxas ni de trompetas. Mire vmd., señor Quizá-sucio, el adjetivo alto (en latin altus); en castellano y en latín, unas veces significa elevado, y otras profundo, y la conexîon de ideas es quien determina su significacion en cada caso particular. Si vmd. no quiere verlo en el Diccionario de la Lengua castellana, ó en el de Terreros, puede entenderlo por esta adivinalla: Alto, alto, como un pino, Y redondo, redondo, como un garbillo.
¿Qué es ?
El pozo.
Come...... Y si vmd. no se satisface, vea á Cesar que en dos líneas emplea el adjetivo altus, significando en la una la profundidad del Rhin, y en la otra la elevación del monte Jura. Una ex parte, flumine Rheno latissimo, atque altissimo….
Altera ex parte, monte Jura altissimo. Quiere vmd. ver como Ciceron llama altísimas en lugar de profundísimas á las raices, pues él es el que dixo: Virtus est una, altissimis defixa radicibus. ¿Quiere vmd. ver á otro que bien bayla, llamar alto al profundo silencio? Pues oiga á Virgilio: Quid me alta silentia cogis
Rumpere? Por último, quiere vmd. ver á este prohombre de todos los poetas decir la misma mismisima expresion que vmd. critíca, alto dolor: ea , pues no le pido otra cosa por mi trabajo sino que se dé por tonto, y vaya vmd. á la Eneida, y en el libro primero vea si el verso 209 dice así: Spem vultu simulat, premit altum dolorem corde. Con que si profundo dolor está bien y muy bien dicho, alto dolor lo está del mismo modo. Y quien le da á vmd. arrogancia De criticar, sí señor,
De Inés el alto dolor,
Es su altísima ignorancia. Viniendo ahora á la pesadumbre maligna, sepa vmd. señor, que en el bueno y castizo castellano, que vmd. no conoce, pesadumbre es un sustantivo que tiene varias significaciones, como sucede á otros muchos. Ya vale lo mismo que enorme peso, ya riña ó desazon, y ya tambien, y esto es frequentísimo, vale lo mismo que sentimiento ó dolor, que oprime y agrava fuertemente el ánimo por su grande vehemencia; en fin, pesadumbre en esta acepcion, es una de aquellas robustas palabras que expresan brevísimamente, no solo la sustancia ó núcleo de la idea, sino tambien el efecto de ella: sentir pesadumbre no solo es sentir un dolor, es tambien sentir un dolor de una clase determinada, á saber un dolor del ánimo, y aun es mas que eso: es sentir un dolor del ánimo que le agrava y oprime muchísimo, y quando es tal la vehemencia de este sentimiento, que se cree bastante á matar al hombre, le llamamos mortal pesadumbre; si á lastimarle duramente, le llamamos pesadumbre cruel, &c. de modo que estos adjetivos sirven á explicar mas determinadamente aquellas ideas accesorias que tenemos del modo con la pesadumbre oprime al ánimo: así pues, si yo quisiera, como quise, significar el profundo sentimiento, que oprimiendo gravísimamente el ánimo de Inés, pudiera lastimarla hasta desconcertar su razon, diria, como dixe, alto dolor, y maligna pesadumbre, que podia turbar su juicio, porque el adjetivo maligno no solo significa cosa dañosísima, sino tambien cosa que daña cruel y rebozadamente, como lo hacen ciertas vehementes pasiones del ánimo; y aun por eso llaman los médicos malignas á las calenturas, que no presentando señales externas de su profunda malicia, matan al enfermo, contra la esperanza de sus amigos, y con sorpresa del médico y asistentes; con que sacamos en limpio, por lo respectivo á la pesadumbre, que acierta vmd. en la mitad, porque efectivamente hay pesadumbres malignas, pero no benignas, porque eso es un desatino, y hay tabardillos malos, á saber todos ellos, pero no hay tabardillos buenos como vmd. asegura, porque hasta hoy ni yo ni ningun otro médico los hemos visto. No hago mérito de los otros versitos que vmd. presenta en su carta , porque nada les objeta determinadamente, así como en toda ella no hace otra cosa que amagar y no dar, como solemos decir, y aunque ha envanastado desatinos á millares, no por eso he de tomarme yo la pena de criticarlos, porque seria, si tal hiciese, mas tonto que vmd. y sus amigos, si los tiene. Solo me resta decir á vmd. que el Pasagonzalo no niega su cuerpo á nadie, y el que quiera puede criticarle con máscara ó sin ella, presentando su escrito (si desea contestacion) en el Tribunal Catoniano, que es donde está radicado el juicio; y si vmd. ú otro qualquiera se escandaliza de que al gran Moliere, ese maestrazo de los cómicos, se le haga tan poco favor, no tiene sino echarse al raso; porque repito que El Menandro francés, si se quisiera Criticar, sin faltar á la justicia,
Quedára poco ayroso en la sentencia. No hablo de Calderon, porque hago yo mas aprecio de él que á vmd. le parece, y ni vmd. entiende siquiera, si el Pasagonzalo favorece ó agravia á tan célebre ingenio; pero por hacer ruido lo saca á danzar sin ton y sin son. Quizá, señor Quizá-sucio, creerá vmd. que yo le conservaré algún rencor, por haberme querido molestar con su cartita, y para que entienda todo lo contrario, voy á regalarle una fabulita tan original y flamante, como que la acabo de hacer para vmd. solito, aunque sean muchos los que puedan aplicársela. Allá va eso.
Ebene 4
Fabel
FÁBULA.
Sus frutos un dia.
Presentó su lana
La paciente oveja,
Su miel delicada
La docta abejilla,
Y el gusano saca
Sus ricos capullos;
Muchas alimañas
Loáron los frutos,
Y solicitaban
Comprarlos, á punto
Que llegó á la plaza
Un mono, y las dixo:
Ustedes alaban
Esas fruslerías,
Y es porque no alcanzan
Los torpes defectos
Que tanto degradan
A esas producciones. —
¡Cómo pues! ¿qué falta
Tienen los panales? —
El estar mezclada
La miel con la cera,
Y hay que separarlas,
Que ya, ya es obrilla. —
Bien; pero la lana....
La lana está sucia,
Es fuerza labarla,
Cardarla, teñirla,
Urdirla, tramarla,
Y mil maniobras. —
¡Bravo! mas ¿qué tacha
Le pone al capullo?...
— Que están embrolladas
Sus preciosas hebras;
Y si no sudara
El hombre industrioso
En desmañararlas,
Para qué servian?
Oyendo tal sarta
De majaderías,
La ovejita mansa,
Le dixo, confieso
Que son muy fundadas
Esas reflexîones,
Yo no encuentro nada
Que oponer á ellas,
Y admiro la sabia
Crítica , que pudo
Mostrar unas faltas
Que nadie veria,
Ni aun las sospechara.
Usted, señor mono,
Es fuerza que haga
Sus obras sin pero;
Sírvase mostrarlas,
Y serán dechado
De nuestra enseñanza.
Enmudeció el mono:
La oveja le instaba,
Y lo mismo hacian
Otras alimañas.
Pero la zorrilla
Les dixo con gracia:
No muelan ustedes,
Y esten enteradas
Que este y otros monos
Que van en dos patas,
Lo critican todo
Sin saber de nada.
CARTA DÉCIMAQUARTA.
Ebene 3
Brief/Leserbrief
Señor Regañon general: Bueno
fuera que el que da una produccion en su periódico
leyera todos sus Números, pues así se hubiera escusado
el señor T. G. S. de las expresiones poco moderadas que
usa para su crítica. Con probar bien su asunto, como en
parte lo hace, dando una fe piadosa á sus asertos,
estaba probada la ignorancia, preocupacion y arrogancia
que supone el exâgerado Censor, y otras palabras un poco
aventuradas, mas propias, tal vez, de uno que solo ha
saludado la Química, la Farmacia, ó estudiado á la
ligera el curso de Medicina, que no las reglas de
Horacio, Quintiliano, y sobre todo las prudentes
lecciones que han dado vmds. en sus Números. Mi relación
del analisis y virtudes de las thermas de Molinar está
fundada en una carra que recibí de un Presbítero del
inmediato valle de Mena, enviándome copia (no sé si
fiel) de la que remitió el químico de Madrid que analizó
las aguas, y expuso sus virtudes, entre las quales, á
pesar de que habia la proposicion de que tambien serian
muy útiles para toda clase de enfermedades crónicas,
añadia yo sin preocupacion ni ignorancia la siguiente
frase, olvidada con poca escrupulosidad de parte del
señor Crítico, y es esta: en cuya segura aplicacion hay
no obstante por falta de observaciones, mucha
obscuridad. Si el señor T. G. S. tenia tan buenos
materiales para su crítica, ¿por qué no ha hecho un bien
á la humanidad, sin reparar en escrupulosidades,
nimiedades ni quisquillas, anticipándome otra relacion,
supuesto que confiesa son buenas estas aguas para los
sufractos glandulosos, esquirrosos, obstrucciones, y
demas enfermedades análogas, y supuesto tambien que
afirma haber sido la causa esencial de la ruina de la
fábrica su mala direccion? ¿Hubiera sabido el público
ninguna de estas cosas, observándose la escrupulosidad
del señor Crítico? Sepa pues el arrogante escrupuloso, y
use de otro estilo, que toda relacion interesante al
bien de la humanidad en sus intereses mas queridos debe
ser publicada, para que expuesta á una moderada y
generosa censura, resulte de la disension las ventajas
que en su favor ha deseado el señor L....
MADRID
EN LA IMPRENTA DE LA ADMINISTRACION DEL REAL ARBITRIO DE BENEFICIENCIA.