Zitiervorschlag: Anónimo [Ventura Ferrer] (Hrsg.): "Núm.50", in: El Regañón general, Vol.1\50 (1803), S. 393-400, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.1793 [aufgerufen am: ].
Ebene 1►
NÚM.° 50.
Sábado 19 de Noviembre de 1803.
Ebene 2►
REFLEXÎONES SOBRE LA SOLEDAD
POR ZIMMERMAN.
Ebene 3►
FRAGMENTO PRIMERO.
En esta vida llena de zozobras, baxo el yugo del mundo, baxo la pesada carga de las obligaciones, y de este extrangero y turbio cielo para mí, desearia representarme los placeres de mi florida juventud, aquellos placeres inocentes de mis tiernos años, en que no conocí deleyte mas sublime que la meditacion, ni contentos mayores que los domésticos, que ya todos han huido de mí para siempre. Queria reflexîonar sobre una relacion esencial que hay entre los hombres, que en todos tiempos ha merecido la profunda consideracion de los pueblos mas célebres, que ha arrebatado á su poderoso encanto las almas grandes de todos los climas, y que ha desaparecido de mis ojos: la soledad. No creo que me será posible abrazar por ahora este tan rico como dilatado objeto, y todo el arte de la vida; por lo que solo pretendo decir algo que entretendrá tal vez al entendimiento por algunas horas, y quizá no seria del todo indiferente al corazon, si yo tuviese el reposo interior que necesito para abrir el mio á este deleyte.
Por soledad entiendo toda separacion de la compañía de los hombres, pero tambien sé que puede uno estar solo sin hallarse en el recinto de un lugar silencioso. La conversacion consigo mismo es tan posible en una sociedad numerosa, y en una populosa ciudad, como en los desiertos de la Lybia, ó en [394] los bosques del Japon. Montagne [sic] no se hallaba nunca tan solo como quando estaba entre un concurso de gentes.
El arte de vivir, que es el mayor y mas útil de todos los artes, le creen poseer por lo regular aquellos sugetos que ménos le entienden. A los hombres de esta especie les parece por lo comun una gran locura el separarse de la compañía humana, y no pueden sufrir que otros sean racionales por distinto camino del que ellos han elegido. Los individuos limitados comprehenden todavía ménos esta especie de aversion al trato humano, porque como son la mejor compañía para sus semejantes, creen ser la mejor sociedad para todos los hombres, y así es que imaginan que está enfermo el que se substrae algun dia de su trato, y si mas tiempo puede huir de ellos, le sucede lo que á Demócrito con los Abderitas. Ebene 4► Exemplum► El sapientísimo Senado de Abdera envió á toda prisa á Hipócrates la noticia de que su conciudadano Demócrito habia perdido el juicio, pues no apreciando el mundo, y encerrado en sí mismo dia y noche, andaba errante por los bosques sombríos, y por las riveras de los arroyos, burlándose de los hombres, de sus ocupaciones, usos y pensamientos, como tambien de todas las cosas de la tierra, no teniendo mas apego que á lo que estaba encima ó debaxo de ella. Viene Hipócrates á Abdera, y halla á Demócrito sentado debaxo de un plátano, cuyas ramas se inclinaban hasta el suelo, ocupado en disecar varios animales, y escribiendo un tratado sobre la locura. ¡Ó Demócrito, exclamó el padre de la medicina lleno de entusiasmo, á buen tiempo escribes contra tus conciudadanos! ◀Exemplum ◀Ebene 4
Los buenos talentos no son insensibles á las ventajas que proporciona la soledad; pero no obstante sacrifican con gusto el placer del entendimiento al deleyte de los sentidos, porque no tiene su voluntad la suficiente energía para hacer uso de la soledad. Los hombres limitados la aborrecen por lo comun, porque en ella conocen claramente quan mala es su compañía.
La ilusion y desvarío es la suerte del hombre. Vagamos en la obscuridad hasta que la suave luz de la razon, despues de innumerables extravíos, y de haber corrido infructuosos laberintos, nos conduce de la senda incierta al camino estrecho de la verdad. Si yo exâminase los motivos que á algunos hombres inspiran el amor á la vida social, y á otros el de la soledad, tal vez tendria entónces la fortuna de poder decir algo acerca de esta última. La indagacion de las causas que inclinan á la vida socia1 es fácil, y todos los que conocen hombres pueden [395] hacerla en el trato comun; pero la de la inclinacion á la soledad es dificil, porque en ella se debe necesariamente extender la vista á los tiempos y pueblos distantes, á los modos de pensar, y á los usos que estan fuera del distrito de los objetos familiares.
El hombre parece criado para el hombre: nuestras necesidades, y la natural é innata inclinacion de las criaturas á vivir con sus semejantes, han estrechado los lazos de la sociedad. Un deleyte encantador nace del trato con nuestros semejantes, y en la expresion de nuestras sensaciones, en la comunicacion de nuestras ideas, y en el cambio continuo de ellas con las de nuestros amigos, hay un placer que ninguno dexa de sentir. Yo no puedo dar al campo mis quejas, ni contar al céfiro mis gozos: mi alma suspira por otra semejante, y mi corazon late por otro corazon que sienta y piense como él. Si vivieramos apartados del mundo, y sin relacion con los hombres; todos nuestros conocimientos y ocurrencias serian insípidas; quedarian ocultos nuestros defectos, y nuestros vicios sin correccion. Es menester ser salvages para ser absolutamente misantrópos.
Esta inclinacion al trato social se fortifica de varios modos. El deseo de vivir con sus semejantes saca al hombre muchas veces de tino, tanto que olvida enteramente la conversacion consigo mismo. El apartarse del mundo parece una separacion absoluta de los placeres, al que cree encontrarlos todos fuera de sí. El ansia de agradar á las gentes disipa en el trato comun el pensamiento de conocerse á sí propio. Nuestra compañía se nos hace fastidiosa, porque en el trato con los demas, y en la distraccion, creemos encontrar los recursos que nos rehusa el trato con nosotros mismos. En la soledad dependemos de nosotros, y en el mundo del mundo, y así es que se fastidia en la soledad el que no sabe vivir consigo mismo.
El fastidio, esta terrible enfermedad del alma, es la ausencia de las ideas agradables. Él nos precipita en una inaccion estúpida, y dexando en el alma un vacío inmenso, sofoca todas sus fuerzas. Un hombre de talento se parece exâctamente al mayor estúpido quando le fastidian.
Hay dos especies de fastidio: la primera es el de sí mismo, y la otra el de los demas. Aquel es la fuente de la inclinacion á la vida social, y éste de la propension á la soledad. Todos los hombres le padecen: el hombre vulgar le siente por lo comun en el trato consigo mismo: el hombre ilustrado, en el tra-[396]to con los demas: aquel no sabe vivir consigo mismo, busca el placer fuera de sí, y por eso la lista de las visitas es la ocupacion principal de su vida. La mejor sociedad fastidia a un hombre ilustrado quando no encuentra en ella lo que esperaba, y así busca el placer en sí mismo. Al de ingenio limitado le atormenta el fastidio quando se ve solo, y al hombre de luces quando está en compañía.
Los necios se jactan de no fastidiarse jamas, lo que es muy cierto quando no les faltan las ocasiones de verse en compañía de otros como ellos, porque para los tales no hay cosa que sea demasiado mala. La conversacion mas limitada á triviales y despreciables materias, y á una total desnudez de ideas, les agrada, porque sus almas se conmueven con ellas, y han estado siempre acostumbradas á recurrir á estos miserables medios. Un necio solo se fastidia en la vida social quando por desgracia se encuentra en una sociedad de hombres ilustrados.
El que está oprimido del fastidio desea naturalmente substraerse de este estado de inaccion: para esto es menester conmover los sentidos, ó el espíritu. Lo primero es muy asequible, porque es mas fácil sentir que pensar, y mas nos gusta que otros nos conmuevan, que hacerlo nosotros mismos. Por esta causa ámbos sexôs buscan los lugares donde hay ó creen encontrar la mayor conmocion, donde la multitud de luces y piedras preciosas, la voluptuosidad, las exhalaciones de ámbar, los tonos melodiosos, y los bayles que conmueven los profundos arcanos de la sensibilidad, prometen al alma nueva vida. La poca gana de pensar nos lleva á las tertulias y bayles, porque allí esperamos un placer que nada cueste á nuestra pereza. Las diversiones del entendimiento no se presentan llenas de gracias, y como es necesario trabajar para buscarlas, nadie gusta de hacerlo. La propension á la soledad no puede ser por consiguiente tan general como á la vida social, porque es mucho mas dificil dar pasto al entendimiento que á los sentidos.
El hombre fastidiado busca los placeres que mas convienen con su natural, y que llenan mas pronto su alma de ideas agradables. Un buen talento, y principalmente un hombre de buen humor encuentra recursos en todas partes, porque siempre halla materia para pensar y reir; una buena cabeza, pero que sea hipocondriaca, está ya fastidiada de antemano, y así es muy dificil de contentar. Las impresiones de los objetos exteriores que causan placer á un estúpido, deben ser claras y groseras. De aquí procede el gusto que tienen los hombres insensibles al [397] vino, á las obscenidades, y á los gestos lascivos. Ebene 4► Exemplum► Por eso, á pesar del excesivo frio del clima, es tan grande la propension á la luxuria que hay en la Siberia, y no es otra la causa sino que allí los hombres y las mugeres por la pereza y total falta de tertulias se fastidian comunmente hasta el punto de no quedarles mas recursos que los cortos placeres que los Cínicos en la Grecia se procuraban en medio de la calle. ◀Exemplum ◀Ebene 4
Un hombre que en el mundo no encuentra dentro de sí placer alguno, los busca apresuradamente por fuera. Anda vagando de sociedad en sociedad, de juego en juego, de bayle en bayle, y de un canapé á otro para encontrar su felicidad sin mucha reflexîon. Un nuevo peinado, una nueva cara le conmueve, pero disipa prontamente esta idea luego que se le presenta otro objeto por despreciable que sea. Semejantes atolondrados pasan su vida de dia en dia, y de año en año, en un remolino de visitas vanas, ó vagan de pensamiento en pensamiento, de proyecto en proyecto, siempre indecisos, y siempre prontos á abrazar hoy lo que han de desechar mañana.
Otros hay que no son buenos ni para holgazanes: éstos disipan el tiempo sin gozar ni aun de la pobreza de su espíritu. En todas partes se encuentran mal, en todas partes les cuesta trabajo el respirar, y les pesa la cabeza; en donde quiera tienen fastidio, y en donde quiera lo dan: se lamentan de la brevedad de la vida, y se asustan solo con la vista de un libro, ó de alguna tarea de obligacion: ven aumentarse sus ocupaciones, suspiran y se quejan de su multitud, y olvidan que solo el trabajo es quien las disminuye: miran atónitos volar sus años, y todas las mañanas se ponen á pensar como pasarán aquel largo dia. En el verano desean el invierno, y en el invierno el verano, por la mañana la tarde, y por la tarde la mañana, y la detestan al punto que llega. Hombres miserables, que no saben tratar ni consigo mismos, ni con los demas, porque tienen el alma, no en la cabeza, sino en la barriga, y toda su vida es una continua indigestion.
Muchos se entregan al mundo para apartar de sí la memoria de una pérdida, ó el temor de una desgracia inminente. La tan deseada soledad no consuela al infeliz para quien ya muriéron todos los gozos de la vida, al que abraza la amada imágen de la muerte al punto que está solo, al que abandonó todas las felicidades de la tierra sin un motivo virtuoso para vivir con ella en una pobre choza, ni al que espera mas que dolor y desesperacion en la conversacion consigo mismo. [398] La soledad pues, se presenta tan melancólica á los hombres, que muchos no pueden pensar en ella en los ratos de buen humor, y por eso la toman solo como un refugio en las enfermedades y adversidades. ◀Ebene 3
SECRETARÍA.
CORRESPONDENCIA LITERARIA DEL MES.
CARTA
DUODÉCIMA.
Ebene 3► Brief/Leserbrief► Señor Regañon general: Cada vez va siendo su periódico de vmd. mas apreciable. No se encuentra en él sino la mas sana crítica, y el mas fuerte deseo del bien de la sociedad. Este mismo me mueve á advertirle un principalísimo ramo al que aun no ha tocado, y es el que casi generalmente arruina el trato social, la hombría de bien, y en fin, todo aquello que puede formar la apreciable honradez.
Este fiero destructor, señor Regañon, es el juego, invencion ciertamente la mas depravada de los hombres, y camino el mas recto para la ruina y precipicio de todo el que lo sigue. No crea vmd. son mis expresiones nacidas de una teórica momentánea ó elemental en la materia, sino hijas de una práctica y experiencia exôrbitante de los efectos que causa tan abominable vicio. Ebene 4► Selbstportrait► Desde mi pequeña edad, libre de toda sujecion, me entregué con el mayor desenfreno al rápido torrente de mis violentas pasiones. El juego fué uno de mis vicios favoritos, pues creia yo encontrar en él medios de apagar mi insaciable codicia; mas me sucedió muy al contrario, pues solo experimenté aquella certísima sentencia del discreto Mr. Menage, quando dixo: "que el jugador principia perdiendo su dinero, y acaba perdiendo su vergüenza." ◀Selbstportrait ◀Ebene 4 Este desengaño, y este efecto visto en mí mismo, y en otros infinitos, es el que yo deseo mueva á vmd. y le esfuerce á declamar contra un vicio, que en la dorada copa de la diversion da á beber la mas mortífera ponzoña. Ella es una de las distracciones mas introducidas en toda clase de personas, y causa dos especies de ruinas. La primera aniquilar los intereses, la tranquilidad del ánimo, y destruir todo trato social: la segunda, que es la mas temible, borrar de un todo las ideas del hombre de bien y buena fe; [399] pues baxo el nombre de juego, vemos robar como en las mas intrincadas breñas de Sierra-Morena.
No hay remedio, señor Regañon, al que ménos precipita el horrendo juego, es al que destruyéndolo cada vez mas y mas, llega á verse en la terrible mendiguez; pues es mucho mas dañoso, y por lo tanto mas temible, lo que se experimenta tan comunmente, que luego que el jugador no encuentra medios honrosos para saciar su viciosa pasion, maquina, inventa, y se vale de los arbitrios mas viles y bochornosos, abandonando los sentimientos de religion y hombría de bien, y separándose de toda racionalidad.
Infinito pudiera ampliar mis exclamaciones contra tan detestable vicio; mas lo excuso contentándome con hacer presente á vmd. lo ya expresado, para que como tan amante de la sociedad procure con sus poderosas razones remediar en lo posible un mal tan envejecido en la mayor parte de las gentes.
Celebraré infinito que mis proposiciones merezcan el aprecio de vmd., pues creo no hallará en ellas sino el mas vivo deseo del bien comun. Anuso y Octubre 22 de 1803.
Sebastian de Jugoond ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 3
AGENCIA FISCAL.
Contestacion á los Diarios.
Ebene 3► Brief/Leserbrief► Señor Público: Vmd. creeria sin duda que ya habia cesado la granizada de desvergüenzas que se han puesto en el Diario de Madrid contra el Regañon general, y si es así se ha engañado de medio á medio, y manifiesta que no conoce á los semi-literatos del dia. Sepa vmd. que los tales señores tienen un repuesto inagotable de ellas, y que no los hará callar ni la madre que los parió, por mas que les oponga las armas de la razon, de la buena crianza y de la verdad. Bonitos son ellos para que no le digan quatro frescas al lucero del alba, sean ciertas ó no, que esto poco les importa, pues el fin que se proponen en sus escritos no es ventilar la qüestion que se trata, ni demostrar las razones que prueban su falsedad, sino indagar quien es el autor que la ha dado á luz, y si tal vez no encuen-[400]tran nada que decir de cierto contra su conducta personal, le forjan una calumnia, revistiéndola de las expresiones mas deshonrosas, y se quedan muy satisfechos de haber hecho una cosa excelente, como ha sucedido con la carta puesta en el Diario del 7 de Noviembre contra el Presidente del Tribunal Catoniano, y de la qual trataré mas abaxo. Como en las críticas que hasta ahora se han hecho en el Diario contra el Regañon, han visto estos aprendices de literatura el solemne desprecio que ha hecho el Presidente de sus producciones, por estar persuadido de que el llamar á un escritor ignorante, majadero, y otras cosas á este tenor, sin probarle ninguna, era una alabanza mas bien que un vituperio, no se han andado ahora con pañitos calientes, sino que han tomado la pluma, y sin decir agua va, le han levantado tantos falsos testimonios como palabras tiene la citada carta de: El Fomentador de los periodistas. La fortuna es que son tan grandes las calumnias que le forjan en ella, que nadie las puede creeer [sic], pues á no ser así, era preciso tomar la cosa por el lado mas serio, y hacerle ver al señor mio, que para incomodar y sacar de sus casillas al hombre que tenga mas cachaza, es suficiente un despreciable mosquito; pero vamos á exâminar los Diarios.
El Enemigo de los malos traductores pone segunda carta los dias 25, 26 y 27 de Setiembre contra la traduccion de la Muerte de Abel, hecha por el señor Saviñon. Digo de esta crítica lo mismo que dixe de la primera, con la añadidura de que la presente es mucho mas pesada y ridícula que la otra. Yo bien sé que me volverá á decir que no lo entiendo, como me lo dice en su primera postdata, y puede ser que así sea, pero todos los que han visto ámbas críticas dicen lo mismo que yo: quizá no lo entenderán tampoco.
Los dias 14 y 15 viene una carta por A. R. que es la cosa mas célebre y particular del mundo. Sírvase vmd. decirle á este Señor que ni él ni su vecina han entendido lo que dice el Amante de la Sociedad, ó que si lo han entendido, pretenden desfigurar maliciosamente las expresiones de su carta puesta en el Número 35 de nuestro periódico, sacando de ella conseqüencias muy mal hiladas. ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 3 (Se concluirá.) ◀Ebene 2