Citazione bibliografica: Anónimo [Ventura Ferrer] (Ed.): "Núm.6", in: El Regañón general, Vol.1\06 (1803), pp. 41-48, edito in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Gli "Spectators" nel contesto internazionale. Edizione digitale, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.1379 [consultato il: ].
Livello 1►
NÚM.° 6.
Sábado 18 de Junio de 1803.
LITERATURA.
SOBRE SI LAS CIENCIAS DEBEN PREVALECER SOBRE LAS BELLAS LETRAS.
Livello 2► Metatestualità►
Discurso sacado del Mercurio de Francia del Sábado 7 de Mayo del presente año.
◀Metatestualità Livello 3► Las ciencias y las bellas letras tienen un derecho igual al reconocimiento de los hombres: ámbas deben servirse mútuamente de apoyo, y caminar juntas á un mismo fin, que es la mejora de la especie humana. Los sabios y los literatos son hermanos, y es en extremo sensible el espíritu de rivalidad que algunas veces llega á desunirlos. Si la igualdad pudiese reynar sobre la tierra en alguna parte, á nadie con mas razon que al imperio de las ciencias y de las letras se le podia dar el nombre de República. Los antiguos rendian un culto igual á las nueve musas: ninguna de ellas fué jamas preferida á las otras ni en sus templos ni en sus liceos, y nosotros debiamos imitar esta conducta; pero ya que algunos sabios modernos tratan sin cesar de la superioridad de las ciencias sobre las bellas letras, se puede exâminar la qüestion, y ponerla en estado de ser juzgada por el público. En todo lo que dixere observaré la imparcialidad de un hombre que honra igualmente ámbos ramos: Autoritratto► yo no tengo el honor de ser del número de los sabios, pero debo tributarles mi reconocimiento por las luces que han extendido: mi gusto se ha dirigido alguna vez al estudio de la literatura, pero mi nombre no se ha dado tanto á conocer entre los literatos, que se pueda sospechar que defiendo mi propia causa. ◀Autoritratto
[42] Exâminemos las letras y las ciencias en general. No cabe la menor duda en que estas últimas han engrandecido la esfera del espíritu humano, que trabajan en descubrir al hombre los secretos de su exîstencia, que le muestran los misterios ocultos de su naturaleza, y que han coadyuvado á la industria de las artes mecánicas con invenciones utilísimas; pero como casi todas ellas giran principalmente sobre descubrimientos, resulta que á excepcion de las matemáticas, todas las demás tienen alguna cosa de ménos positiva que las bellas letras, las quales han tenido siempre principios fixos é invariables. El talento de un sabio consiste en extender los límites de la ciencia, y estos límites pueden mudar ó separarse sin cesar: no sucede esto en las bellas letras, porque el talento no se presta á las conjeturas, sino que todo está sujeto á reglas eternas, y el gusto encuentra siempre datos ciertos para distinguir lo bueno de lo malo. Muchas veces se ha intentado hacer la historia de las ciencias, y jamas se han puesto en ella mas que reglas generales, y la razon es, que las ciencias (hablo de las especulativas) no son del todo absolutas en sus progresos y resultados: ellas difieren segun los tiempos y los lugares: los conocimientos acreditados en una nacion no lo estan en otra, y el mas sabio de los europeos pasaria por un ignorante al lado del hombre mas instruido de otra parte del mundo. La ciencia de un siglo no es siempre la de otro; y esta palabra sabio ha mudado muchas veces de acepcion. En otro tiempo se le daba á los hombres mas versados en el conocimiento de la historia y de las lenguas; hoy se les da á estos el nombre de erudítos, y el título de sabios se reserva casi exclusivamente á los que se dedican á las ciencias naturales. Yo estoy muy distante de disputar la utilidad de esta clase de ciencias; pero todos sus progresos, como he dicho, se deben á los descubrimientos, y así deben estar en un estado de revolucion continua. Algunos años han sido suficientes para mudar todos los principios de la física, y otros descubrimientos mudarán del mismo modo algunas de las máxîmas científicas que ahora parecen incontextables. Los nombres de una multitud de sabios que han brillado en los siglos precedentes estan unidos á errores groseros, y si estos individuos volviesen á exîstir serian el juguete de nuestras escuelas. La misma suerte quizás les está reservada á nuestros contemporáneos; pues al paso que se extiendan mas los límites de las ciencias que cultiven, ménos derecho tendrán á la gloria, y serán á su turno la burla de los estudiantes del siglo venidero.
[43] Los principios y el objeto de las bellas letras no varían segun los tiempos y los lugares, como les sucede á las ciencias. Un literato no tratará quizás sobre todos los puntos de literatura con los que cultivan las letras en otro pais separado del suyo; pero se establecerán entre ellos relaciones generales, con cuya ayuda se sabrán apreciar bien pronto. Las ciencias no tienen la misma ventaja, pues no pueden establecer relaciones generales ni particulares entre las comarcas separadas; ellas se dirigen ménos que las letras á reunir á los hombres, y no se traducen en las lenguas de [Europa:Europa] los libros de los sabios de otro emisferio, así como no se traducen en sus idiomas los de nuestros sabios europeos; pero las naciones mas remotas conocen algunas obras maestras de nuestra literatura, y nosotros hemos traducido un gran número de sus moralistas y poetas.
Por lo referido se ve claramente todo lo que las letras pueden adquirir ó conservar y todo lo que las ciencias pueden perder por la diferencia de los lugares; pero estas ventajas y pérdidas son mucho mayores por la diferencia de los tiempos. Homero, el mas antiguo de los poetas, vivirá eternamente en la memoria de los hombres, y si la naturaleza le hubiera dado para las ciencias el mismo talento que para la poesía, y no hubiera sido mas que un ilustre sabio, es probable que su nombre no habria llegado hasta nosotros. Las naciones mismas que se han distinguido mas en las ciencias, y que no han cultivado las letras, apénas han dexado monumentos de que se pueda honrar el entendimiento. Egipto, que ha sido la cuna de las ciencias, y que ha tenido el honor de ilustrar á la Grecia, habia cultivado poco las letras: él no ha dexado á la posteridad mas que pirámides informes, y si el viagero se admira al ver las ruinas de Tebas, debe admirarse mucho mas de no encontrar un libro egipcio siquiera que le hable de estas edades de explendor que le parecen fabulosas.
Las ciencias han florecido entre los griegos y los latinos lo mismo que en Egipto, pero ellas no han dexado casi monumento alguno. Varron, á quien Ciceron llamaba el mas sabio de los Romanos, no nos ha transmitido mas que su nombre por relacion de algunos escritores de su tiempo. De todas las obras publicadas por los sabios de la antigüedad no han llegado á nosotros mas que tres: la historia natural de Aristóteles, la de Plinio, y los elementos de Euclides: esta última es mas admirada que leida, y no puede ser una obra clásica: las otras dos estan llenas de errores groseros, y pertenecen ménos á las ciencias [44] que al arte de escribir, pues la una es un modelo del estilo, y la otra una regla del órden y precision de las ideas.
Los libros que eran el depósito de las ciencias de los antiguos no han llegado hasta nosotros, pero estamos muy enriquecidos con los tesoros literarios que nos ha dexado la antigüedad. Las obras maestras de los historiadores, de los poetas, y de los oradores así griegos como latinos, serán siempre los modelos que se citen en nuestras escuelas: la lectura de estos libros ha sacado á la Europa de la barbarie en que estaba sumergida, ha fixado invariablemente los principios del gusto en las naciones modernas; y si miramos todavía á Roma y á Atenas como la patria de los talentos, si la Italia y la Grecia nos recuerdan tan brillantes memorias, no es con respecto á sus sabios, de quienes apenas conocemos los nombres, sino con relacion á las artes y á las letras, á las quales los latinos y los griegos han levantado monumentos inmortales. Quando se visitan las ruinas de Roma y de [Athen::Atenas no se indagan los lugares en que han meditado los sabios, sino que se procura ver la tribuna donde peroraba Demóstenes, el circo en que Sófocles y Eurípides hacían derramar lágrimas, y se reconocen la tumba de Virgilio, los lugares donde suspiraba Tíbulo, y las hermosas riberas de Tívoli tan celebradas en los versos de Horacio. De lo dicho se infiere que las letras tienen alguna cosa mas fixa y determinada que las ciencias, tanto en sus principios como en sus resultados. Nosotros sin duda debemos gozar con el mayor reconocimiento de las luces que han extendido los sabios; pero ellos no han dado mas que un paso en el conocimiento del infinito, y si se exceptuan algunos grandes descubrimientos como los de Galileo, de Newton, de Franklin, de Lavoisier, y algunos otros modernos que han fixado algunos principios invariables, yo apénas veo cosa alguna que no pueda ser disputable, ó á lo ménos olvidada por las edades futuras, ni que pueda ser un título de gloria inmortal para nuestro siglo y nuestra nacion.
En vista de estas consideraciones debemos pues admirarnos al ver á algunos sabios que muestran una especie de menosprecio á las bellas letras, y que preconizan sin cesar la preeminencia de las ciencias sobre las artes. Esta admiracion se redoblará sin duda si exâminamos las letras y las ciencias con relacion al pais en que habitamos. Las ciencias no son privativas á la Francia, pues nuestros sabios tienen rivales en Alemania, en Italia, y en Inglaterra, y puede suceder muy bien que nosotros hayamos recibido mas conocimientos de los extrangeros que los que [45] les hemos comunicado. No sucede lo mismo en punto á las bellas letras, porque la Francia es mirada aun por las naciones rivales como la patria del buen gusto; y las obras maestras de nuestra literatura estan en la memoria de todos los que saben leer desde el Sena hasta el Volga. La Europa se ha visto precisada á hablar nuestro idioma, por cuya causa hemos adquirido una superioridad muy notable, ó por mejor decir, una especie de primacía sobre los demas pueblos europeos; y esta es una ventaja que la Francia no se la debe á las ciencias sino á las bellas letras. Se habla sin cesar del reynado de Luis XIV: la Francia y la Europa estan llenas de la gloria de este hermoso siglo: las letras ascendiéron en él al mas alto grado de perfeccion; pero supongamos por un momento que la nacion hubiera preferido entonces las ciencias á la literatura y á las artes: ¿ se puede conjeturar que habria sido este siglo tan digno de la admiracion de la posteridad? Los químicos, los matemáticos y los naturalistas hubieran hecho sin duda excelentes descubrimientos; pero la lengua francesa léjos de venir á ser, como es, la lengua de la Europa, apénas hubiera sido hablada por los franceses, y quizás seria entre nosotros mismos un lenguage bárbaro: ninguno de los grandes sucesos que han ilustrado el siglo de Luis XIV hubiera llegado hasta nosotros, porque la historia no puede ser escrita por los matemáticos ni por los químicos: apénas sabriamos los nombres de Turenne, de Condé, de Catinat, de Colbert, ni de todos los grandes hombres que han honrado su patria, porque todas las líneas rectas y curbas, ni todas las figuras geométricas reunidas tienen la virtud de hacer pasar á la posteridad una accion heroyca, ni todas las experiencias del mundo son capaces de transmitir de una generacion á otra las conquistas de un héroe, ni los talentos de un estadista. Para colmo de desgracia, los descubrimientos mismos de los sabios se hubieran perdido, porque no habiéndose podido fixar el idioma, habria éste mudado cada generacion, y los depósitos de las ciencias no hubieran sido entendidos por las edades futuras. Las producciones del talento no se conservan en una nacion sino quando se ponen en un lenguage castigado, y fixado irrevocablemente por obras maestras literarias.
Es pues incontextable que la Francia debe mas á las bellas letras que á las ciencias; pero aquellas logran todavía otra ventaja mas sobre sus rivales, y es la analogía que tienen con el gusto las costumbres y el carácter de la nación francesa. No hay frances que despues de haber concluido sus estudios no [46] conserve alguna inclinacion á las letras, ó que él mismo no se haya exercitado en algun género de literatura. Un descubrimiento en las ciencias hará sin duda una gran sensacion en el público; pero la aparicion de una buena obra literaria hará mucha mas. Acuérdese pues el efecto que producia en otro tiempo una sesion de la Academia francesa, comparado á una sesion pública de la Academia de las ciencias. Un autor célebre que exîstió á principios del siglo pasado, dixo que en su tiempo el público de un sabio no se componia mas que de cinqüenta personas, y que todas las demas se veian obligadas á admirarlo sobre su palabra. Este cálculo es bastante rigoroso á la verdad, y creemos que el auditorio de los sabios se ha engrandecido mucho desde entónces acá, pero estoy muy distante de igualarlo al de los literatos: la reputacion de un poeta, ó de un orador distinguido será siempre mas extendida que la de los sabios, y Delille ha atrahido mas concurso en las sesiones del Atenéo que el hombre mas instruido en las ciencias modernas. Pero qué digo. El mas instruido de los sabios atrahería quizás ménos gente en una asamblea que un sabio mediano, y esta es una especie de ventaja que está unida á la mediocridad en las ciencias, pues las hace mas accesibles al público. ¿Qué de sabios medianos han obtenido y obtienen todavía altares en el templo del talento, al paso que los hombres mas profundos y los genios verdaderamente creadores permanecen escondidos en lo interior del santuario? Pocos hombres son capaces de leer sus obras ni de apreciar su mérito, y mas conocido es el nombre de Lagrange; que lo son los adelantos que ha hecho en las matemáticas. Ilustre Laplace, sabio Haüi, vuestros nombres serán siempre célebres en las ciencias; pero ¿quántos lectores tendreis capaces de juzgar el [Lehrbuch der Mineralogie::Tratado de minas], y el [Die Darstellung des Weltsystems::Sistema del mundo]? Vuestras obras son admiradas y leidas por un pequeño número de hombres ilustrados, al mismo tiempo que todos leen sin cesar esas compilaciones informes, y esos diccionarios reimpresos por los tratantes de las ciencias: vosotros apénas sois citados en tanto que un vulgo imbecil coloca en el primer lugar á esos pedantes subalternos, que como dice Montaigne, van clavando la ciencia en los libros, y no la colocan sino en la punta de sus labios para desenclavarla y echarla al ayre solamente.
Quizás se me tendrá por demasiado severo, pero no pretendo mas que ser justo: todo mi deseo es que las bellas letras caminen á la par con las ciencias: los verdaderos sabios, tales como los que acabo de nombrar, serán de mi parecer, y me im-[47]porta muy poco que no lo sean los demas. Estos no dexarán de decirme que las letras se cultivan hoy con menos suceso que las ciencias, lo qual puede ser una verdad, pero no una razon para que las bellas letras se deban despreciar. En tanto que las ciencias no tengan mas vida que para el tiempo presente, tendrán las letras la ventaja de vivir para el pasado; los tesoros de la antigüedad no se pierden jamas para ellas, y todos los siglos que se han ilustrado por las artes viven todavía en la edad actual. Los verdaderos sabios que reconocen los servicios que las letras han hecho á las ciencias, saben honrarlas y cultivarlas con suceso, pero los semisabios que están siempre mas dispuestos á disputar la superioridad que á merecerla, tienen por mas cómodo el disfamar la literatura que buscar en ella los medios de hacerse leer: ellos ignoran, ó fingen ignorar que las letras han preparado los progresos de las ciencias, y que el arte de escribir ha contribuido mucho á extenderlas. En el último siglo Fontenelle, Dalembert, Baylli y Buffon han preparado en Europa el gusto á las ciencias, y fuéron deudores de su suceso al talento que mostráron en las letras. En el dia los semisabios y los traficantes de las ciencias han llevado la ingratitud hasta el punto de desacreditar á Buffon: ellos se agitan violentamente en el vacío que este grande hombre ha dexado, y creen confiados en su número llenar el espacio que ocupaba su talento. Á lo ménos ellos conocen tan poco su mérito, que han mirado como una cosa muy fácil y sencilla el continuarlo, y se han puesto á expensas de un librero para concluir una obra maestra: con razon se les puede comparar á aquellos mercaderes que levantan pequeñas tiendas al lado de suntuosos templos. ◀Livello 3
Livello 3► Lettera/Lettera al direttore►
TRIBUNAL CATONIANO.
Sigue el juicio del Asesor segundo sobre los teatros.
Señor Presidente: Si comparamos la situacion que actualmente tienen los dos teatros de esta Corte con la que tenian pocos años hace, no dexaremos de advertir que han ganado mucho en los ramos accesorios, y que han perdido en el principal, pues en lugar de cortinas indecentes tenemos hermosas decora-[48]ciones, en lugar de corrales que eran propiamente los antiguos, vemos teatros de regular construccion, y en vez de guitarras oimos orquestas brillantes. El luxo en el vestir de los actores no puede llegar á mayor grado, pues con los vestidos que forman hoy el equipage de un cómico solo, podia ántes estar provista toda una compañía. Estas verdades estan bien á la vista, así como lo está también la decadencia teatral en punto á los dramas, pues no parece sino que al paso que los ramos accesorios del teatro se han ido enriqueciendo, el principal que es la construccion y belleza de las obras se ha ido empeorando cada vez mas. Los talentos cómicos españoles á la cuenta desapareciéron con el siglo XVII, y en el siguiente casi no se han presentado en el teatro mas que monstruos horribles en todo, y propios en fin de los sugetos que se atreviéron á manejar el coturno y el zueco.
Causa admiracion seguramente el observar el grado á que han llegado los delirios de los poetas del siglo que acaba. Forjaban comedias, ensartando versos como quien ensarta longanizas, y como la experiencia les habia hecho conocer claramente con los repetidos silvidos que eran unos ignorantes aforrados en lo mismo, quisiéron suplir la falta de principios y gusto deslumbrando á la multitud con apariencias, decoraciones, extravagancias, y quantos desbarros se pueden imaginar. ¡O admirable autor de la Comedia nueva! Tu pluma sola ha sido capaz de pintar la conducta y las ridiculeces de estos miserables autores, y qualquiera que sobre esta materia se atreva á escribir no hará mas que copiar tus expresiones.
En el Número siguiente se concluirá este juicio sobre los teatros. Salud.
El Asesor segundo. ◀Lettera/Lettera al direttore ◀Livello 3 ◀Livello 2