La especie que apunté de Grangula en mi
Discurso anterior, hablando de la eloquencia natural, debio anunciar
algun eloquente razonamiento de este Gefe de una de las cinco Naciones
Iroquesas. En efecto, no he podido leer jamás el discurso de éste, que
voy à comunicar à V.md. sin admirarme de vér tanta solidéz, juicio, y
energía en un hombre de los que nosotros llamamos Salvages. Una de
nuestras comunes debilidades es imaginar, que ha de gustar à los demás
lo que nos gusta: por esto, y porque las Historia General de los
Viages.
Iroqueses, que se havian hecho
mas temibles que nunca, y tenian algunos motivos de queja, procuró, que
Mr. de Iberville, Caballero Canadiense, à quien aquella fiera Nacion
estimaba tanto, que en señal de aprecio, y amistad le havia dado el
nombre de Akuessan, que significa la perdiz, le trajese algunos ancianos, à quienes
se lisonjeaba de inspirar amor à la paz, ò imponer res-Catarocuy con un Cuerpo de Tropas, que queria
hacer pasar por una simple escolta. Mr. de Iberville volvió en efecto
con uno de los principales Gefes de los Onontaguas, llamado Grangula, à quien
acompañaban treinta jovenes guerreros. En este intervalo enfermó parte
de la Tropa Francesa, y esta desgracia no se ocultó à los Salvages,
porque entendiendo algunos de ellos el Francès, y acercandose por la
noche à las tiendas de estos, los discursos inconsiderados de algunos
Soldados les informaron de su estado. Dos dias despues de su llegada
hizo decir el Gefe à Mr. de la Barre, que estaba pronto à oírlo, y la
conferencia se tuvo entre los dos campos.
Grangula, con la pipa en la boca, y delante el
Gran Calumet La
descripcion del Calumet se puede vér en el Pensamiento
XXXII. de paz, con un collar, se sentó al modo
Oriental en medio de sus guerreros, que le imitaron. Mr. de la Barre,
sentado en una gran silla, y teniendo por ambos lados una fila de
Oficiales Franceses, abriò la conferencia con este discurso, que tradujo
su interprete.
Iroquesas ha mucho tiempo, que
contravienen à la paz establecida, me ha dado orden de transferirme à
este sitio con una escolta, y de embiar à Akuessan à la Poblacion de los Onontaguas para convidar à los principales Gefes à acercarse à
mi campo. La intencion de este gran Calumet de paz; pero con
tal, que me prometas, en nombre de los Tsonontuanos, los Goyoguanos, los Onontaguas, los Onoyuthes,
y los Agnieses, dar cumplida satisfaccion à sus
vasallos, y no hacer en lo venidero cosa alguna, que pueda ocasionar un
rompimiento.
Las cinco Naciones Iroquesas han robado, arruinado, y maltratado à todos
los corredores de bosques, que iban à traficar con los Ilineses, los Uamis, y otros Pueblos,
hijos de mi Rey; y siendo ésta una infraccion de los tratados concluídos
con mi predecesor, estoy encargado de pedirles reparacion de este
agravio, y significarles, que en caso de negarla, ò de reincidir, tengo
orden expreso de declararles la guerra. Este co-
Los Guerreros de las cinco Naciones han introducido à los Ingleses en los
Lagos del Rey mi amo, y en los Pueblos sus hijos, para destruir el
comercio de sus vasallos, y obligar à estas Naciones à substraerse à la
obediencia, que le deben, quebrantando tambien en esto las prohibiciones
del ultimo Gobernador de New-Yorck, que previó
los riesgos à que unos, y otros se exponian. Yo quiero por ahora olvidar
estos procedimientos; pero si se renuevan, tengo orden expreso de
declararos la guerra. Este collar contiene mi palabra.
Esto es lo que tenia que decir à Grangula, à quien
me dirijo, para que haga saber à las cinco Naciones la declaracion, que
me ha mandado hacerles el Rey mi Catarocuy, que es obra de paz, sirviese de prision à vuestros
guerreros. Evitemos, pues, reciprocamente, que esta desgracia suceda.
Los Franceses, que son hermanos, y amigos de las cinco Naciones, no
turbarán jamás su reposo, como éstas les dén la satisfaccion, que
solicíto, y se observen de aqui adelante los tratados. Sentiria mucho,
que mis palabras no produxesen el efecto, que espero, porque en tal caso
me vería obligado à unirme con el Gobernador de New-Yorck, que por orden del Rey su amo, me ayudaria à quemar
las cinco Poblaciones, y à destruiros.
Dejó de hablar el Interprete; y Grangula, que durante este discurso estaba
immobil, mirando atentamente la extremidad de su pipa, se levantó: dió
cinco, ò seis bueltas en el circo, compuesto de Franceses, y Salvages:
volvió à su puesto; y quedandose en pie enfrente del General, y fijando
en él la vista, le respondió en estos terminos.
Quiere decir Montaña grande. Este
titulo dieron los Salvages à Mr. de Montmagni, Gobernador de la
Nueva-Francia, y lo han continuado à sus
succesores., yo te respeto: todos los guerreros, que me
acompañan, te respetan igualmente. Tu interprete ha finalizado su
discurso: yo voy à empezar el mio. Mi voz corre à tu oído. Escucha mis
palabras.
Es preciso, Ononcio, que quando saliste de Quebec,
creyeses, que Ononcio: es
fuerza que asi lo hayas creído, y que la curiosidad de vér un tan vasto
País sumergido, ò quemado, te haya conducido hasta este sitio; pero yá
debes estár desengañado, pues vés que yo, y mis guerreros venimos à
asegurarte, que los Tsonontuanos, los Goyoguanos, los Onoyuthes,
y los Agnieses, no han perecido. Yo te doy
gracias en su nombre, por haver trahido à sus tierras este Calumet de paz, que tu predecesor recibió de sus
manos; y al mismo tiempo te felicíto de haver dejado enterrada el hacha
matadora, que tantas ve-Ononcio: Yo no duermo, yo
tengo abiertos los ojos; y el Sol, que me alumbra, me hace descubrir al
frente de una tropa de guerreros, un gran Capitan, que habla soñando, y
que quiere persuadirnos, que solo se ha acercado à este lago para fumar
en el Gran Calumet de paz con los Onontaguas, quando Grangula sabe que era con el fin de matarlos, y que lo huviera
egecutado, si tantos verdaderos Franceses no estuviesen débiles. Yo veo
que Ononcio sueña en un campo de enfermos, à
quienes el Grande Espiritu ha salvado la vida por
medio de sus mismos achaques.
Escucha, Ononcio: nuestras mugeres havian tomado
yá las mazas de armas, y los niños, y los ancianos trahían à tu campo el
arco, Akuesan se dejó vér en mi poblacion.
Oyeme, Ononcio: Nosotros no hemos robado à otros
Franceses, sino à los que llevaban fusiles, polvora, y balas à los Utamis, y á los Ilineses
nuestros enemigos; porque estas armas huvieran podido costarnos la vida.
Nuestros guerreros no tienen bastantes pieles de Castor para pagar las
armas, que han tomado, y los viejos no temen la muerte. Este collar
contiene mi palabra.
Si hemos introducido à los Ingleses en los lagos para traficar con los
Utauas, y los Hurones,
hemos hecho los mismo que los Algonquines, que
condujeron à los Franceses à nuestras Villas, que Ononcio, ni de Corlar Nombre que dán los
Salvages al Gobernador Inglés de la Nueva-York.:
podemos ir adonde se nos antoje, conducir à quien nos parezca, y
comprar, y vender à quien nos guste. Si tus Aliados son tus esclavos, ò
tus hijos, tratalos como hijos, ò como esclavos, y quitales, si lo
sufren, la libertad de recibir tambien en sus Cavañas à los que no son
Franceses. Este collar contiene mi palabra.
Es verdad, que hemos hecho la guerra à los Ilineses, y à los Utamis; pero ellos
nos dieron sobrado motivo, cortando los arboles de paz, que servian de
límite à nuestras fronteras, destruyendo Es delito capital entre
los Salvages destruir todos los Castores de una
Cabaña. en la caza de Castores, contra la costumbre de
los Salvages, atrayendo à su partido, y País à los
Escucha, Ononcio: Por mi voz te hablan las cinco
Cavañas Iroquesas: vé aqui lo que te responden. Abre tus oídos, para
enten-Tsonontuanos, los Goyoguanos, los Onontaguas, los Onoyuthes, y los Agnieses
dicen, que quando à presencia de tu predecesor enterraron el hacha en el
centro del Fuerte de Catarocuy, plantaron en el
mismo lugar el arbol de Paz, para que alli fuese cuidadosamente
conservado: que desde entonces este Fuerte, en vez de ser morada de
Soldados, solo debia ser asylo de Comerciantes; y que en lugar de armas,
y municiones, solo debian entrar en él Castores, y mercancías. Escucha,
Ononcio: Procura, que en adelante un numero
tan grande de guerreros, como aqui se vé, encerrado en un tan pequeño
Fuerte, no ahogue por fin este arbol. Sería lastima, que haviendo echado
tan facilmente raíces, se le impidiese Calumet: que se mantendrán tranquílos
sobre sus esteras, y no desenterrarán el hacha para cortar el arbol de
Paz, mientras sus hermanos Ononcio, y Corlar, juntos, ò separados, no intenten atacar
estos Países, que el Grande Espiritu concedió à
nuestros mayores. Este collar contiene mi palabra, y este otro el poder
que las cinco Naciones me han dado.
Y tú, Akuessan, alientate: tú tienes
entendimiento, habla, explica mis palabras, sin olvidar alguna, y dí
todo lo que tus hermanos, y amigos anuncian à tu Gefe Ononcio por la voz de Grangula, que te
estima, y suplíca re-Ononcio.