Citazione bibliografica: Joseph Álvarez y Valladares [José Clavijo y Faxardo] (Ed.): "Pensamiento L", in: El Pensador, Vol.4\050 (1762-1763), pp. 221-250, edito in: Ertler, Klaus-Dieter (Ed.): Gli "Spectators" nel contesto internazionale. Edizione digitale, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.621 [consultato il: ].


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Pensamiento L

Livello 2► Metatestualità► Sin embargo de lo prometido en la semana antecedente, quiero proseguir en ésta la principiada Audiencia. Las Fiestas de Toros, que debian ser hoy el assunto de mi Pensamiento, tienen fuertes Protectores: les he ofrecido un Armisticio; y si no se verifica, podria salirme muy errada la cuenta. Alguna vez la Philosophia ha de ceder à la Politica. ◀Metatestualità

Livello 3► Allegorie► Livello 4► Dialogo►

Fortuna, Melibeo, Nemesis.

Fort. ¿Quièn eres tù?

Mel. Yo soy Melibeo, el Labrador mas rico de esse Pago, junto à Preneste: un servidor de toda la gente honrada, y tambien de Su Magestad la Fortuna, mi Señora.

[222] Fort. ¿Y cómo vàn sus cosas, buen hombre?

Mel. Todo và bien con la ayuda de Jupiter. Bendita sea su Divina Magestad, no tengo de què quejarme.

Fort. ¿Se ha cogido mucho este año?

Mel. Con salud de todos sea: los Alhories rebientan de trigo: los demàs serones tengo llenos de las demàs semillas: rebosando estàn las bodegas del vino, y el aceyte: cecina hay para dos años; y mas de veinte jamones sobre el fogar, tomando el humo: toda la casa, finalmente, la tengo abastecida para mucha mas familia, aunque no es poca.

Fort. ¿Teneis paz?

Mel. Estamos todos como padres, y hijos: la muger hace todo lo que un hombre quiere: los [223] hijos obedientes: ellos, y los mozos ganan muy bien con lo que trabajan, lo que comen: yo procuro darles à todos gusto, porque me lo merecen: en fin, Señora, ni un , ni un no se oye entre nosotros.

Fort. ¿Todos los Campos, que labras, son tuyos?

Mel. No Señora: los mas son arrendados; y aunque me sobra para comprarlos, y los he pedido à sus Amos, éstos no quieren: sola esta desazon tengo.

Fort. ¿Pues què? ¿No os desazonan otros cuidados? No os fatigan otras pesadumbres?

Mel. Acà no conocemos à essos animales; ni la trifteza sabe por dónde se entra en mi casa.

Fort. ¡Bella cosa! No es comun essa felicidad en la tierra: bien puedes tenerte por el mas di-[224]choso de los mortales.

Mel. ¡O! Pues si nos viera V.M. algunos dias festivos, recostados à la sombra de los arboles, sobre la blanda hierba, merendar con el moreno, pero sabroso pan, la vaca salada, el pernil fiambre, el quesillo mantecoso, las frutas sabrosas, y nada de esto comprado: beber el rubio falerno de mas de seis años: echar un largo sueño al canto de los pajarillos, y al murmullo de los arroyuelos, y en despertando, convocadas à la floresta las mas bellas Zagalas, y robustos Zagales de la Aldèa, armar nuestros bayles al son alegre de la rustica flauta; yo asseguro, Señora, que aun V.M. nos havia de tener embidia, y havia de desear baylar con nosotros.

Fort. Sea en buen hora: yo [225] me alegro de que goceis tan rara, y sólida felicidad: por muchos años te la continùe Jupiter; y para que no te moleste aun la desazon de que no sea tuya toda, la hacienda, que labras, haremos lo possible para que los Dueños te la vendan, si es essa la pretension, que trahes.

Mel. No solicito yo esso.

Fort. ¿Pues què mas podias desear?

Mel. Señora: yo no he de andar por arrodeos: las cosas claras: yo estoy yà muy harto de vivir en la Aldèa, y de ser un hombre del campo. Con todo lo rico, que soy, no he podido lograr, que me llamen el Señor Melibeo, sino Melibeo à secas: siempre Melibeo acà, Melibeo allà, que es como yo le hablo à qualquier Zagal mio.

[226] Fort. ¿No acabas de confessar, que eres dichoso, que no tienes que apetecer en tu casa?

Mel. Sì, Señora; ¿pero si todas essas felicidades las puedo yo tener en la Ciudad? ¿Acaso què tengo yo para no poder ser un Señor Ciudadano? Yo soy rico, y no mal mozo; y crea V. M. que vestido de Caballero, dirà qualquiera, que soy un gran Señor. En una Comedia, que representamos antaño, en las fiestas de Baco, hice yo un papel de Rey, y fuì muy aplaudido de los que vinieron de Preneste à verla.

Fort. Sì; yà vèo, que eres bien plantado.

Mel. Ni soy tan poco avisado, que debajo de esta lana parda, no se esconda un entendimiento tan peliagudo, que me lo embidien mas de quatro del Lugar. Justi-[227]cia he sido en èl tres años, y he gobernado, y costeado otros tantos las fiestas de Ceres.

Fort. ¡Què necio!

Mel. Y añadid, Señora, que acà dentro de mì tengo un no sè què, que continuamente me està diciendo: Melibeo, ¿què haces hecho un Patàn? vete à vivir à la Ciudad, que alli has de ser mas de lo que piensas.

Fort. ¿Y tù crees à esse no sè què?

Mel. ¿Cómo no? Todavia me acuerdo, que un Adivino muy sabihondo, que havia en la Aldèa, me estuvo viendo muy atentamente, quando yo me criaba, y le dijo à mi Abuela, (ella me lo contaba bastantes veces) que guarden esse muchacho, porque, si vive, ha de ser un grande hombre.

Fort. En fin, ¿tù yà no quieres ser Labrador?

[228] Mel. De ningun modo.

For. ¿Quieres vivir en la Ciudad?

Mel. Solamente de pensar, que me he de vèr en ella, me està dando brincos el corazon.

Fort. ¿Y què haràs tù, si vives en Preneste?

Mel. Hacerme Caballero, echar muchos vestidos, caballos, y librèas, y darme una vida como de un Potentado: con el dedo me han de señalar.

Fort. Y si mudando de condicion, se muda tambien la suerte, y al Labrador rico succede el Ciudadano pobre, à la tranquilidad el desasossiego, à la alegria la tristeza; ¿què aprecio deberàs hacer entonces de la Ciudad?

Mel. Mas que todo esso suceda: yo quiero saber de todo.

Fort. Mira, que te has de arrepentir.

[229] Mel. Mas que me arrepienta: yà la suerte està echada: à mì se me ha puesto esta idèa en el magin, y no hay que decirme, porque soy tan testarudo, que si doy en que he de meter la cabeza por un peñon, ò èl, ò ella se han de hacer pedazos.

Fort. Bien. Supon, que yà vives en la Ciudad: ¿què personage has de hacer en ella?

Mel. El primero, y el mas respetado.

Fort. ¿El primero?

Mel. Sì, Señora, el primero: porque yà que una persona desee, ha de ser lo mejor, y lo mas grande: ¿quièn puso coto à los deseos?

Fort. Yerras miserablemente; porque el hombre sessudo debe poner limite à sus deseos, y no extenderlos adonde no pueda llegar sin nota de temerario.

[230] Mel. Me conformo: por esso no hemos de reñir: digo, que si no fuere la primera persona del Pueblo, serè la segunda; si no la segunda, la tercera.

Fort. Eres hombre convenible.

Mel. De modo, que uno se ha de haber con su suerte, como el que juega à los dados: si no sale el que desea, contentarse con el que saliere.

Fort. Està muy bien, se verà de espacio tu pretension.

Mel. Suplìco à V. M. no muy de espacio, porque yo no pienso vivir en el Lugar estas hierbas.

Fort. Pierde cuidado.

Meh. ¡O Jupiter! ¡Què dia aquel, en que yo vaya por la Plaza de Preneste, y digan: Alli và el Señor Melibeo, el hombre de suposicion, que hay en la Ciudad!

For. ¿Què dices de esto, Nemesis?

[231] Nem. Que todos los hombres son hombres. ¿Quièn creyera, que en el corazon de un rustico, quando goza la paz, y felicidad de la vida campestre, (la mas sólida, y la que desfrutaron aquellos primeros mortales antes de la perversa edad del hierro) havia de hallar entrada la ambicion de un Doromisso? ¡O santa sinceridad! ¡O inocencia de aquella edad dorada, si yà no en los campos, y pagizos techos, dónde irèmos à buscarte!

Fort. Estoy viendo, que vàs à condenar à este necio à que logre quanto desea.

Nem. Es assi: vaya à la Ciudad, sea uno, como èl quiere, de sus primeros Personages, aturdase en aquel ciego tumulto, y brillante confusion, gaste en pocos meses en el luxo todo lo que [232] ha adquirido con la hazada en muchos años, y èl desearà, como el ratoncillo del Apologo de Horacio, èl llorarà, aunque tarde, y sin remedio, sus campos, y su Aldèa. ◀Dialogo ◀Livello 4

Livello 4► Dialogo► Fort. Dositheo ha entrado, que tiene fama de virtuoso: todos lo celebran de un hombre justo, asable, amigo de sus amigos, favorecedor, y estimador de la virtud. Este nos vengarà de tantos pretendientes necios, è improbos, porque no hay duda, que serà justa su pretension.

Fortuna, Dositheo, Nemesis.

Fort. Llega, llega, Dositheo; ¿por què te buelves? ¿Por què huyes?

Dosit. Por respeto à lo sagrado, y Augusto de este Trono; y [233] considerandoos, Señora, fatigada yà con las pretensiones de tantos necios . . . . . 

Fort. Por lo mismo: vèn, Dositheo, que aunque para todos se abre este solio, mucho mas para la providad, y la virtud.

Dosit. ¡O, Señora! ¡La virtud, y la providad! Todos hablan de ellas; pero yo no las encuentro en el Mundo.

Fort. Si no es que habiten en tu corazon; por lo tanto seràs el mas amado de los Dioses.

Dosit. Esso es confundirme, y humillarme mas, Augustissima Emperatrìz. Yo no hallo en mì cosa buena; y si algo tengo, lo debo (y assi lo confiesso, y doy las gracias) à la piedad de Jupiter, de quien procede todo bien.

Fort. Y puedes esperar de su benefica mano quanto desees: pide.

[234] Dosit. ¿Què he de pedir, si aun no merezco lo que tengo?

Fort. ¿Quieres riquezas?

Dosit. Yo tengo lo suficiente para passar mi vida con decencia, aunque viendo el mal uso, que hacen otros de las riquezas, con que los ha favorecido V. M., me duelo, suspiro, y digo entre mì: ¡Oh! ¡Si yo me viera con essos thesoros, de què diverso modo los manejarìa! No havia de haver quien dixesse, que en mì estaban mal colocados; porque mis arcas serian una fuente para beneficio del comun.

Fort. ¿Tomáras alguno de los primeros Empléos de la República?

Dosit. Ni imaginarlo, Señora. ¿Yo? No hay vicio, que aborrezca tanto, como el de la ambicion; ni felicidad, que ame, co-[235]mo la de una vida tranquila, ignorada, y obscura. ¿Pero quièn ha de sufrir con paciencia vèr abandonada la virtud, y meritos de unos, y exaltado el vicio, y la insolencia de otros? ¡O tiempos! ¡O costumbres! El dia de hoy es poderosa la infamia: los malos triunfan, los virtuosos perecen. ¡Ah! Si yo mandára, algunos havian de estàr en otro puesto, que el que hoy regentan: ellos servirian de escarmiento à los improbos.

Fort. ¿Pues quièn te ofende? ¿De quièn solicitas vengarte?

Dosit. ¿Yo? De ninguno: ni à mì me ofende, ni quiero hacer mal à quien quiera que sea; mas no sè què rencor siento en mì contra los malos, que no quisiera dejar uno con vida.

Fort. Esso serà amor à la vir-[236]tud, y horror al vicio; pero al mismo tiempo te compadeceràs del desdichado, que sea reo en tu severo Tribunal.

Dosit. Assi es: por lo mismo. Si yo mandára, Tymandro, que poco hà alcanzò el opulento Sacerdocio de Diana, no lo havia de passar bien: yo lo derribarìa de la altura, en que nos señorèa an endiosado; y yo hiciera que pagára su soberbia, y su ambicion.

Fort. ¡O, alma perversa! yà te conozco. Hagamos que se acabe de desdoblar el corazon de este impìo.

Dosit. Tymandro: ¡quièn no lo conoce! En una cruz lo havia de poner; y no era todo el castigo, que merece su infamia.

Fort. Demasiado rígido, y justiciero me pareces, Dositheo.

Dosit. Esto es zelo por la justi-[237]cia; que yo . . . . . No hay hombre de mayor mansedumbre; ni à un perro le puedo dàr un puntapiè; pero Tymandro . . . . . 

Fort. Tymandro he oìdo decir, que es hombre de providad notoria: tù eres el primero, que lo acusa: y à mì me han informado, que por sus justos grados, y meritos sobresalientes ha ascendido à la Silla, que ocupa, y que gobierna con justicia.

Dosit. ¿Tymandro, hombre de providad? ¡què mal lo conoce V. M.! Si yo dijera . . . . . pero me cuesta mucha violencia decir las cosas, como las siento, quando se trata de descubrir defectos agenos: no puedo conmigo: yo no sè hablar mal de nadie: ademàs de que Tymandro fuè amigo mio, y aun hoy sè yo, que me cuenta entre sus mas apassionados.

[238] Fort. ¿Y assi eres traydor à su amistad, y su confianza?

Dosit. Aunque èl fuera mi hermano. Yo no tengo mas amigos, que la virtud, la verdad, y la justicia.

Fort. ¿Havrà hombre mas perverso de quantos cubre el Cielo? Sigamos, para que acabe de arrojar todo el veneno. Gran defensor eres de la virtud.

Dosit. ¡O, Señora! La virtud desgraciada tiene hoy pocos defensores, ò por mejor decir, ninguno.

Fort. Contigo le basta.

Dosit. Gracias à los Dioses, soy tenido por el unico, que venera, y defiende la virtud, y aborrece el vicio. Esta fama tengo, y es lo que pido à V.M. que interceda con Jupiter . . . . . 

Fort. ¿Què?

[239] Dosit. Que me la conserve, aun que yo no la merezca . . . . . 

Det mihi fallere, det justum, sanetumque videri:

Despues, quando quiera, puede darme la virtud.

Fort. ¿Què interessas con esso?

Dosit. El credito, que es necessario en el que manda; porque deseoso de sacrificarme al servicio de Jupiter, y de V.M., quisiera que, para que descanse Nemesis de la penosa tarea de premiar los buenos, y castigar los malos, se me diesse su empléo, con el qual, si me véo autorizado, yo remediarè la tierra, yo desarraygarè de ella todos los vicios, yo exaltarè à los benemeritos, yo harè que buelva al Mundo la virtud desterrada; y en fin, conseguirè que no molesten à [240] V.M. ni pretendientes, ni quejosos: yo harè . . . . . 

Fort. Yo harè, yo harè: ¿què has de hacer? Quando no huviera mas peste, que tu maldad en la tierra, bastaba para inficionarla, sacrilego, impìo. ¿Assi has podido alucinar al Pueblo con tu hypocresìa?

Dosit. Este es zelo por el bien comun.

Fort. Essa es, con el falso nombre de zelo, ambicion execrable, embidia atroz, y una malignidad de corazon tan perversa, que aun no perdona à lo soberano. Tù no tienes què hacer, Nemesis, con este malvado: yo lo he de sentenciar: Vete, vete de aqui, victima debida al rayo de Jupiter: vete, que despues que el Pueblo sepa tu santidad mentida, yà que como Prometèo has querido usurpar la ma-[241]teria celeste, seràs llevado con èl al Monte Caucaso, donde, abiertas tus entrañas, sirvan de eterno pasto al Buitre devorante, si es que su pico puede hacer mas destrozo en ellas, que tu propria embidia.

Dosit. Perdìdo soy. ¡O Laverna! ¡Assi me has desamparado!

Nem. Nunca he visto à V.M. tan indignada.

Fort. No puedo, Nemesis, con estos hypocritas, y embidiosos, enemigos siempre de los que yo favorezco. Si ellos fueran los favorecidos, entonces dirian, que se premiaba la virtud, y que todo iba bien; y si ellos (que se juzgan tan habiles) gobernáran, no nos pudieramos averiguar con los quejosos, que causarian, y los perjuicios, que resultarian de sus disparates, y desaciertos.

[242] Nem. Aqui viene otro Pretendiente.

Fort. Veámos sus deseos. Que entre. ◀Dialogo ◀Livello 4

Livello 4► Dialogo►

Fortuna, Codro, Nemesis.

Cod. Tiene delante V.M. à un hombre, à quien no puede dejar de conocer, porque es tanta su fama, que ha ocupado à los hombres, y à los Dioses.

Fort. Assi serà; pero supon, que no te conozco, ¿y dì quièn eres?

Cod. Yo soy Codro, un Alumno de las Musas, y un compañero estimadissimo de Apolo.

Fort. Sea en buen hora; ¿y què pides?

Cod. No quisiera, que V.M. entendiesse, que soy de aquellos, que fatigan à los Dioses, y à [243] vuestros Ministros con pretensiones ambiciosas.

Fort. Y haràs bien.

Cod. Yo no busco riquezas: me bada lo moderado, que tengo; y estoy contentissimo solo con que no me falte lo mas necessario.

Fort. Alabo tu moderacion: esso es pensar sin ambicion, y con juicio.

Cod. Por lo que toca à los dotes del espiritu, debo muchas gracias à los Dioses immortales: nada tengo que pedirles en esta parte: no sè que haya quien les deba un ingenio como el mio, tan agudo, y penetrante, que no hay Ciencia recondita, que le sea inaccessible, y cuyos mysterios no le sean familiares. Hago versos, tales, que el mismo Homero, el mismo Virgilio los embidiarian: soy capaz, de repente, de formar un [244] Poema de un millon de versos; pero de un estilo tan florido, tan terso, tan culto, que si Varron los leyera, dirìa, que por mi lengua hablaban las Musas.

Fort. ¡Dichoso tù, à quien tanto han favorecido los Dioses!

Cod. Por tan mios los cuento, que no tuviera yo que desear, si parte del favor, que merezco à los Dioses, hallára en los hombres.

Fort. ¿Pues quièn es tan necio, que no estime, como à las niñas de sus ojos, y no haga sus delicias, del que lo es de aquellos immortales?

Cod. ¡Oh! Assi debiera ser; pero son iniquos los hombres: si escribo alguna Obra, si sale à luz algun libro mio, al instante lo arrebatan . . . . . 

Fort. ¿Què mas quiere? esso es [245] que lo codician.

Cod. No es esso, Augustissima Señora: digo, que lo arrebatan; pero es para morderlo, despedazarlo, notarle la mejor clausula; y en fin, arrojarlo.

Fort. Esso es, que no lo entienden.

Cod. Yo bien sè, que es la embidia la que los estimula; porque el que sobresale en qualquiera Arte, con el proprio esplendor, con que luce para los desapassionados, quema à los que le son inferiores.

Fort. Pero puedes consolarte con que despues de muerto, seràs amado, y aplaudido, porque al fin la posteridad hace justicia.

Cod. ¿Y de què me sirve aplauso, que no han de oìr mis cenizas? Por lo tanto, Señora, yo quisiera que V.M. corrigiera el viciado juicio del Pueblo, hasta que hiciesse de mì, y mis escritos el concepto que se merecen. Esta es mi pretension, y el mayor, y unico favor, que [246] puedo esperar de vuestras liberalidades.

Fort. ¿Ahora ignoras, que el Pueblo es un monstruo de muchas cabezas?

Cod. Yà lo sè, y bien à mi costa, pues experimento, que todas ellas se conjuran contra mì. ¡Que no haya quien respete los dones, que en mì solo depositò el gran Jupiter!

Fort. Es iniquidad no adorarlos.

Cod. Oyga V.M. lo que ahora nuevamente me ha sucedido: Acabè de escribir una Obrilla, que es una Comedia, que abraza toda la historia desde el principio del Mundo hasta hoy: entran en ella todos los Dioses: todos los Reyes de los Assyrios, los de los Persas, todos los Capitanes Griegos, y Romanos mas famosos, y otros muchos, que no tengo presentes. El primer acto se representa en diferentes partes del Asia, el segundo en otras tantas del Africa, el tercero en Europa, el quarto en el Cielo, y el [247] ultimo en los Infiernos.

Fort. Vè aì una unidad de lugar indisputable, porque abraza el Globo Celeste, y Terrestre, y aun los espacios imaginarios. ¿Y cómo la recibieron?

Cod. Esperaba, no sin fundamento, que dada à luz, la havian de comprar con ansia, y que à lo menos este precioso fruto de mis vigilias, y sudores de muchos meses, havia de tener el aplauso tan merecido; pero sucedio muy al contrario: en la Tienda del Librero se estàn los exemplares, sin haver quien tome uno; y los que yo he regalado à algunos Magnates, y amigos, han sufrido mas ignominia; porque, ò los han tirado, ò gastado en emboltorios.

Fort. Siento, como es razon, tu desgracia, y acuso la embidia, ò la ignorancia de las gentes, que se conoce que no tienen gusto. ¿Pero no fuera mejor, pues que logras un ingenio tan universal, aplicarlo [248] à otra Arte, que no fuera de letras? Acaso fueras mas felìz en ella; y no, que esse genero de estudio (la Poesìa hablo) es tan delicado, dificil, y peligroso, que como no sufre mediocridad . . . . . 

Cod. Suplìco à V.M. Sin duda que aùn ignora quien tiene à sus pies. Aùn no ha conocido el gran genio, para la literatura, de Codro. ¿Quiere V.M. hacer la experiencia? No serè molesto: aqui he de traher un gran pedazo de un insigne Poema, que aun no he acabado de corregir: por la uña sacarà V.M. el Leon: aqui està: se intitula el Caballo Troyano, y, à imitacion de Homero, lo divido en veinte y quatro libros.

Fort. No, no: no hay para què: guardelo.

Cod. Pues vaya este Epigramma Acrostica, y Laberyntica, en forma de una rueda, (porque me sea favorable la de V.M.) que se lee por arriba, por abajo, por en me-[249]dio, por los lados, del revès, de la haz, por de dentro, por de fuera, y . . . . . 

Fort. Bien està: la doy por vista: vayase, que se harà lo possible porque quede gustoso.

Cod. Obedezco; pero no olvide V.M. y de nuevo se lo suplìco, que no quiero mas, que el que reformen los hombres el error, con que juzgan mis Obras, y que me restituyan con aumento los elogios, que me deben.

Fort. Vaya, que se le harà justicia.

Cod. Si como confio sale el Decreto, no quedaràn sin su elogio Jupiter, y V.M. Un Poema les prometo, mayor que los de Homero, y Virgilio juntos, que les darà nueva immortalidad.

Fort. ¡Infelìz cabeza! ¿Què dices de esto, Nemesis?

Nem. Que no solamente suelen ser improbos, sino tambien ridiculos los deseos de la mayor parte [250] de los hombres. Omito la necedad de este simple, de pensar, que èl solo sabe, y los demàs deliran. ¿Pero no es fanatismo venir à pedir, que todas las gentes reformen el dictamen, que no le es favorable, y que se les haga que piensen con el afecto, y aplauso, que èl piensa de sì, y de sus Obras?

Fort. ¿Què sentencia le daremos?

Nem. Esta. Atendiendo à que es un loco, pero sin perjuicio, tambien sea llevado, como tal, al Orbe de la Luna, y puesto en la Peninsula de las Fantasìas, donde se divierta en leer, y releer sus escritos; y es un castigo, que para èl serà bienaventuranza.

Fort. Juzgaste con equidad, y misericordia: firmo el Decreto. ◀Dialogo ◀Livello 4 ◀Allegorie ◀Livello 3 ◀Livello 2 ◀Livello 1