Zitiervorschlag: Joseph Álvarez y Valladares [José Clavijo y Faxardo] (Hrsg.): "Pensamiento XLIX", in: El Pensador, Vol.4\049 (1762-1763), S. 189-218, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.620 [aufgerufen am: ].


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Pensamiento XLIX

Ebene 2► Metatextualität► Dejemos respirar por esta semana à los ciegos amadores de las Fiestas de Toros, y prosiga la Audiencia de la Fortuna. ◀Metatextualität

Ebene 3► Allegorie► Ebene 4► Dialog►

Fortuna, Davo, Nemesis.

Davo. Temblando llego, Señora, à V.M.

Fort. No temas.

Dav. Como soy un pobre Criado . . . . . 

Fort. Si trahes justicia, no te acobardes, aunque seas el infimo de los hombres: las cortinas del Solio se descorren igualmente al primero, que al ultimo vassallo. Esso de que yo favorezco à los atrevidos, y desecho à los cobardes, se dijo de la Fortuna ciega, è inconstante, que os haveis allà figurado los Humanos; no de mì, que no soy otra cosa, que la Ma-[190]no invisible, con que el Supremo de los Dioses gobierna los Destinos. La audacia, que yo favorezco, es aquella confianza, que inspira una buena conciencia; y la timidèz, que desatiendo, es aquel temor servìl, con que suele temblar un corazon vicioso.

Dav. Yo, Soberana Emperatrìz, no entiendo de mas servìl, ni mas temor, que esta servidumbre, en que vivo: esta esclavitud misera, detestable.

Fort. ¿De esso solamente te quejas?

Dav. ¿Solamente? Decid mas bien, de què no me quejo. Toda la casa se conjura contra mì: el Marido, la Muger, los Hijos, los demàs Criados, hasta el Gato, el Perro, y la Mona . . . . . Si no se me hace justicia, assi tenga yo salud, como me cuelgo de una viga, ò me echo por un barranco.

[191] Fort. Sossiegate: todo mi favor tendràs: dì el motivo de tus quejas.

Dav. Pues para que nada ignore V.M., ha de saber, que yo soy Davo, que tengo un Amo, à quien sirvo, como nadie; porque, salgan todos los Criados, que quisieren, ninguno me ganarà en saber dàr un recado, servir una mesa, una visita . . . . . ¿Pues en fidelidad? Yà se sabe, que à mì se me ha de mirar à la cara, y no à las manos.

Fort. Al caso.

Dav. ¡O, si conocierais à mi Amo! Hombre mas maldito no pisa la tierra: èl tiene muchos campos, muchos ganados, mucho dinero dado à usuras; y es tan misero, tan escaso, tan engurruñido, tan caprichudo, tan cruel . . . . . Poder de Dios, y que . . . . . 

Fort. ¿No te paga tu salario?

Dav. Como essas veces no; por-[192]que por una escudilla, que le quebrè dias passados, por un empujòn que me diò un hijo suyo, valiendo ella tres, me descontò seis; pero esto es nada, Señora: nos mata de hambre.

Fort. ¿Y èl se regala? ¿Tiene mesa esplendida?

Dav. ¿Esplendida? Hasta à la muger, y los hijos les tassa lo que comen: no hay dia, que no mueva un infierno, sobre si costò un dinero mas la lechuga, si se gastò hoy un quarteron de pan mas que ayer, si tiraron el aceyte, que iba en el caldo de la ensalada: pues para esso si . . . . . ¡Ay! ¡Jupiter de mi alma!

Fort. ¿De què suspiras?

Dav. No puedo yo decirlo todo: esto, que he dicho, son flores.

Fort. Habla.

Dav. No hay hombre mas per-[193]verso, mas iracundo, mas endemoniado: por nada riñe; y la menor riña, remata en molerme à palos.

Fort. Es mucha sinrazon.

Dav. Y como, que lo es.

Fort. Lo siento.

Dav. Mas lo siento yo.

Fort. ¿Tienes mas que decir?

Dav. Ahora empiezo: Yà he dicho el buen Amo, que sirvo. Ebene 5► Fremdportrait► ¿Pues el Ama? Si el marido es Demonio, ella es Basilisco: mas bien sirviera à una Megera, que à esta muger: no hay paz con ella en la casa: siempre la trahe alborotada, y escandalizados los vecinos: ella tropieza con todo, grita, maldice al marido, à los hijos, à los criados; y todo esto, porque no se le acude tan presto con lo que quiere, porque se le han de adivinar los pensamientos. Apenas dejo por la mañana la [194] Despensa, quando he de ir à llevar recado al Señor Mevio, que es el que la corteja, à saber cómo ha passado la noche Faustinica, à avisar visita casa de Lesbia, à llamar al Sastre, al Zapatero, y . . . . . què sè yo . . . . . una mañana me hizo andar buscando por toda la Ciudad unas castañas para la Mona; y esto es, que llovia à cantaros por Diciembre; pero lo mismo fuera por Julio, con todo el Sol de medio dia; pues en semejante tiempo, y hora tuve que atravessar todo el Lugar à llevar la perrica donde havian dado el perrico, que estaba criando, porque no queria comer. Si se le antojò, que me tardè mucho; si, que no dì bien este recado; si no puse bien aquella silla; si tropecè en la estera; en fin, por lo que no importa un bledo, me carga de injurias, me llama tonto, ani-[195]mal, hombre ruin, picaro, que merecia estàr atado à una tahona. Si ella me deja, me toma la demàs familia: Davo, que traygas esto: Davo, que falta lo otro: Davo, que vayas à tal parte: Davo, que Señora llama: Davo, que . . . . . Pero esto es nunca acabar: que en una horca pernee yo, si no es verdad lo que digo, Señora. ◀Fremdportrait ◀Ebene 5 ¿Y despues de tanto trabajar, y reñir, matar à uno de hambre? ¿Es esta vida, ò es infierno?

Fort. A lo menos, si estuvieras en èl, no creo que te quejasses tanto.

Dav. ¿Pues la canalla de los hijos? como de tales padres. Su mayor triunfo es, quando de todas sus diabluras me echan à mi la culpa, si se quebrò la taza, si se bebieron el agua del vaso si se comieron el dulce, que estaba en la alhacena, si chillò la perrica, [196] porque la pisaron, Davo lleva las pedradas. Solamente la hija mayor es la que me quiere, y me trata de otra suerte, poque le llevo, y le traygo ciertos recados, y me pongo de centinela quando està en la ventana jugando de manos, para avisarle si viene mi Amo, ò mi Ama.

Fort. No hay duda, que es tu estado miserable: te compadezco. ¿Quieres salir para siempre de esta esclavitud?

Dav. No, Señora: no me es à mì molesto el servir.

Fort. ¿Tomaràs servir à otro Amo, que sea mas benigno, y te trate mejor?

Dav. Tampoco: mas vale enemigo conocido, que amigo por conocer.

Fort. Pues en tu mano està el ser felìz, elige el destino, que mas te acomode.

[197] Dav. El hombre mas dichoso del Mundo serè yo, solo con que V.M. me conceda lo que vengo à pedirle.

Fort. Explicate.

Dav. Yo quiero enseñar à mis Amos cómo han de tratar à los Criados.

Fort. Buen pensamiento, y digno de un Criado de razon, y hombre de bien. ¿Y de què modo has de enseñarlos?

Dav. Facilissimamente: solo con que permita V.M. una trocadilla.

Fort. ¿Y es?

Dav. Que por un par de meses yo sea el Amo, y ellos mis Criados. Borrarè yo el nombre, que tengo, si en dos dias no los pongo mas blandos que un guante, y mas mansos que una oveja.

Fort. ¡Empressa singular!

Dav. Dad à mis desdichas, Au-[198]gustissima Señora, este consuelo: con poco tiempo que yo mande aquella casa, la bolverè, como dicen, lo de adentro afuera, y no la conocerà la madre que la pariò.

Fort. ¿Y què has de hacer?

Dav. Lo primero le saquearè à mi Amo todos los cofres, y contadores, donde tiene almacenados sus thesoros. Maldito sea yo si le dejáre un dinero. Me harè un vestido, comprarè un caballo, cenarè, comerè, y beberè hasta què quieres boca: me irè al Theatro unas tardes, otras à una huerta à tener una gran merienda con las Criadas de otras casas, que yo conoczco: no havrà fandango, donde no bayle yo el primero; en fin, gastarè, triunfarè, y me llevarè una vida de un Principe. De este modo, con mi exemplo, enseñarè a mi Amo có-[199]mo se ha de gastar el dinero, y cómo se ha de usar del yà que Dios lo dà; y porque quando èl buelva à ser mi Amo, no le dè gana de vengarse, y me muela à palos, le darè yo tantos, que le quiebre un par de costillas, y le desconcierte ambos brazos: assi, experimentando lo que es servir, tratarà despues mas humano à los que le sirven.

Fort. ¿Y què haràs de la muger?

Dav. Yà le tengo prevenido su salmorejo.

Fort. Temiendo estoy, que lo passe peor que el marido.

Dav. Si Señora; porque quisiera ella que le hicieran tajadas todo su cuerpo, como le dexáran la lengua para maldecir, y regañar; pero yo se la pondrè de suerte, que no buelva à decir esta lengua fuè mia.

Fort. ¿Y de los hijos què dispones?

[200] Dav. Dejadlos de mi cuenta: ellos yà son zagalejos, y muy holgazanes: al campo los he de echar: una à arar, y cabar, otro à traher leña, otro à guardar las cabras, y assi à todas las faenas de la labranza: yo sè que no les ha de holgar el costal, sino por lo poco que coman.

Fort. Demasiado rígido me pareces.

Dav. ¿Cómo es esso? V.M. no tenga que empeñarse; porque de lo dicho no he de rebajar un pelo: no; yo los pondrè como de nuevo: sì; burlense con el mocico; pero me voy, que es tarde, no vaya el maldito de mi Amo, y no hallandome, mientras que aùn es Amo, use de las suyas.

Fort. Gracioso ha estado este hombre, aunque grossero, y duro. ¿Pero que poniendole en su mano el salir de Criado, y aun [201] de tal Amo, no haya querido admitirlo por la esperanza sutil de saciar su rencor? ¡Què alma tan baja, y soèz, nacida ciertamente para servir! ¿Porque què fuera este hombre en otro destino, sino un villano con poder? Fuera mucho peor que el Amo, que acusa. Yà considero, Nemesis, que no serà la mitad de lo que èl pondera: dejára de ser Criado, si no murmuraba de sus Dueños; pero algo serà cierto, y lo bastante, para que el cambio, que pedia Davo, se hiciera por unos dias con estos Amos rígidos, que tratan à sus Criados como si no fueran de su especie: debian oìrlos, como yo à éste, y hallarian, que lo que se grangean, en vez del cariño, y la lealtad, es el rencor, y el odio, y que tales Amos son los que pueden llamar à sus Criados enemigos domesticos. ¿En fin, [202] què piensas que hagamos con este hombre?

Nem. Si no fuera tan grossero, è incapàz de cultura, lo sentenciára à servir à Epitecto, para que este Estoyco le enseñasse cómo sufriò èl à su Amo Epaphrodito; pero lo mejor serà, que siga en su servidumbre.

Fort. Me conformo. Veámos si el que sigue trahe deseos mas justos. ◀Dialog ◀Ebene 4

Ebene 4► Dialog►

Fortuna, Arnesto, Nemesis.

Fort. ¡Arnesto! ¿pues tù no eres de los que yo mas he favorecido? ¿En què puedo favorecerte ahora?

Arn. En mucho, Soberana Emperatrìz: no repara V.M. lo agoviado, y trémulo que me trahen noventa años.

Fort. Yà entiendo: querràs ver-[203]te libre de tan molesta carga.

Arn. Assi lo deseo.

Fort. Pues consuelate, que no tardarà yà aquel dia, que te harà esse beneficio.

Arn. ¿Què dice V.M.?

Fort. Que està bien proxima tu muerte, que te sacarà de essa vida caduca.

Arn. No, no: no pido esso, Señora.

Fort. ¿Pues què es lo que quieres? Explicate.

Arn. ¡O, si Jupiter me bolveria à aquellos mis primeros floridos años! . . . . . 

Fort. Acabemos. ¿Tù quieres hallarte ahora de seis, ò siete años de edad, y bolver à correr la vida hasta, y aun mas allà de la vejèz, con que hoy caducas?

Arn. Esso mismo, Señora: esso mismo.

Fort. ¿Aùn no estàs contento [204] con una vida tan larga?

Arn. Sì; pero lo estuviera mas, si bolviera à vivir lo yà vivido.

Fort. ¿Pues tus hazañas Militares no te han coronado de laureles? ¿No las ha immortalizado la Historia? ¿Tus Empléos honorificos no te han llenado de riquezas? ¿Què mas puedes desear?

Arn. ¡O! Con las experiencias, que yà logro, ¿quánta mas gloria conseguiria yo en mayor beneficio de la patria, y de los Dioses?

Fort. ¿No tienes horror à tantas toleradas fatigas entre el tumulto de las armas? ¿Nada temes los passados riesgos, las ansias, y solicitudes, que te costaron tus Empléos, las repulsas, que alguna vez sufriste, las impaciencias de vèrte pospuesto al que juzgabas (y acaso con error) menos digno? ¿Finalmente, tantas amar-[205]guras como trahe consigo una vida larga, aunque haya sido por la mayor parte felìz?

Arn. Ella misma me ha enseñado, Señora, cómo se han de tolerar las adversidades.

Fort. ¿Tù, que mandaste tantos Exercitos, quieres ahora, siendo otra vez niño, bolver à los rudimentos del ABC, y sufrir la palmeta, y la disciplina de un Maestro desapacible, y duro, y las demàs incomodidades de la edad puerìl?

Arn. ¿Y què penalidades son essas de niños? ¡O, si tuviessen juicio los muchachos para conocer la vida que gozan! Yo no embidio à otros felices entre los mortales: las comodidades, los solazes, y los bienes de la juventud, no se conocen hasta que han passado. Con la experiencia, que yà tengo, ¡con què delicia los dis-[206]frutarìa yo, si bolviera à ella!

Fort. ¿Y no reparas que es muy alta la silla del honor, y del respeto, de la que vàs à caer? Ahora todos te aplauden, te estiman, y te veneran: todos se apartan à un lado quando passas: en qualquiera Assamblèa, que entres, todos se ponen en piè, y te reciben con sumission. Si hablas, te escuchan con respeto. ¿Te parece, que este grado de estimacion se consigue, si no es con una vida larga, y llena de acciones gloriosas?

Arn. ¿Y no es mejor, y mas gustoso lisonjearse con la esperanza de que todo esso ha de venir con el tiempo?

Fort. Bien està; ¿pero has de perder los thesoros, que has juntado?

Arn. ¿Perderlos?

Fort. Precisamente.

[207] Arn. ¿El dinero se me ha de quitar?

Fort. No tiene duda.

Arn. ¿Lo que yo he adquirido con tan preciosos, y honrosos sudores? ¿Y por què?

Fort. Porque es condicion, sin la qual no se concede bolver à empezar la carrera de la vida: es ley del Destino.

Arn. ¡Dura ley! ¡Cómo! ¿He de vérme yo pobre?

Fort. Tù adquiriràs las mismas, ò mayores riquezas en la nueva vida.

Arn. ¡Ah! No es tan facil, Augustissima Señora: estàn los tiempos muy calamitosos: las cosas vàn à menos cada dia, y las experimentarà peores la edad futura. Si con mis nuevos años bolvieran aquellos mismos passados tiempos: aquellos sì, en que se estimaba la virtud, en que no rey-[208]naba tanto como hoy la insolenica de los mozos, el despejo inmodesto de las doncellas, la avaricia, el enredo . . . . . ¡Ah! . . . . . ¡Yo no conozco el Mundo!

Fort. Acabemos: yo lo dejo à tu arbitrio; ò bolver à vivir desde niño sin essos adquiridos thesoros, ò ser viejo, y morir presto con ellos.

Arn. ¿Pues por què no puede V.M. concederme ambas cosas? ¿Quien tanto me ha favorecido, ahora me desdeña?

Fort. No dàn otra cosa los Hados.

Arn. ¡O, duros Hados!

Fort. No hay recurso: vete: dos dias llevas de termino para que lo pienses.

Arn. ¿Què ocasion mejor, que ésta, para determinarlo?

Fort. Pues determìna, y mira bien lo que eliges.

[209] Arn. Yo . . . . . ; pero suplìco à V.M. no mas que una pregunta.

Fort. Dì.

Arn. Si, bolviendo à nueva vida, he de dejar mis riquezas, ¿què serà de ellas?

Fort. ¿Què cuidado te afana? ¿Què sacas tù de ignorar, ò saber esso?

Arn. ¿Pues es cosa de menos consideracion perder uno lo que le ha costado tantos riesgos, tantos afanes para adquirirlo? Por Jupiter deba yo à V.M. el honor de decirme ¿en què vendrà à parar mi dinero?

Fort. Yà que assi lo quieres, lo dirè: Todas tus riquezas, en menos de un año, las dissiparà tu heredero.

Arn. ¡O, perfido! Lo que yo he guardado, privandome de muchas comodidades, endureciendo el corazon contra el pariente pobre, el amigo necessitado, el infelìz desvalìdo, ¿tù has de venir à expenderlo en tus devaneos, y superfluidades? Abrase la tierra, y quanto antes me esconda en sus sepulcros.

[210] Fort. Vete: no nos detengas mas.

Arn. ¡O, vida! ¡O, thesoros! ¡què agitado me traheis!

Fort. ¡Estraña condicion la del corazon humano! Hè aqui como martyrizan al de este hombre, aun despues de posseìdos los dos mayores bienes, por que se afanan los mortales: larga vida, y muchas riquezas. No acaban de entender los humanos, que no hay en la tierra otro bien sólido, que la virtud. Sentencialo, Nemesis.

Nem. Siga con su afan, y miedo de perder la vida, y los thesoros: que por poco, que haya de vivir, sobrado castigo lleva; sino es que Jupiter se digne de sanarle el caduco juicio, de modo, que aproveche sus ultimos dias en distribuìr sus caudales libres entre herederos, que se lo agradezcan mas, y lo gasten mejor.

Fort. Assi sea. Un Muchacho ha entrado: escuchemos, que acaso, aunque pueriles, seràn mas dignos sus deseos, que los que nos ha expuesto ahora la ambicion, la codi-[211]cia, y la vanidad. ◀Dialog ◀Ebene 4

Ebene 4► Dialog►

Fortuna, Cypariso, Nemesis.

Cyp. ¡Què infelìz condicion la de nuestra edad! Por poco no puedo conseguir, Señora Augustissima, besar hoy vuestra Imperial mano.

Fort. ¿Cómo assi?

Cyp. Como quantos aguardan aì afuera, à empellones me apartaban: esto es ser muchachos, que todo el Mundo nos desprecia: no hay quien haga caso de nosotros: nadie se compadece de nuestra calamidad.

Fort. ¿A què llamas calamidad?

Cyp. La de no tener mas que trece años, y no cumplidos.

Fort. ¿Y esso es desgracia?

Cyp. Y de las mayores.

Fort. Mira bien lo que dices; porque lo que llamas desgracia, es lo que cuentan por la mayor felicidad los mortales.

Cyp. ¡Què error!

Fort. Preguntalo à los ancianos.

Cyp. Si estos son dos veces niños, [212] doblada tienen la felicidad, que nos embidian.

Fort. Consultalo à todo hombre cuerdo, y no havrà alguno, que no lo vocifere, y que no os embidie.

Cyp. Yo lo crèo; porque hasta essa desgracia tenemos de que no se conozcan nuestros males. Señora, yo suplìco à V.M. que se duela de mì.

Fort. Tèn confianza, que si es justo lo que pides, yo intercederè para que tengas propicio à Jupiter.

Cyp. Assi lo espero, y en essa confianza dì el Memorial, quejandome . . . . . 

Fort. ¿De què te quejas?

Cyp. ¿De què no me he de quejar en esta penosa carrera de Estudios, para lo que me han encerrado con otros de mi edad en un casaron con una sujecion continua?

Fort. ¿Pues hay vida mejor, ni mas suave? Vosotros no sabeis lo que es cuidados. La viveza de vuestros ojos, la alegria de vuestro semblante, la risa, el bullir, el gritar, [213] el alboroto que traheis siempre, lo presto que se os passa qualquiera pesadumbre, todo esto manifiesta lo desocupado que està vuestro corazon de los afanes del Mundo.

Cyp. ¡Ah, Señora! En la dorada jaula canta tambien, y bulle el Ruyseñor, y estuviera mas contento, y cantára mas dulce, saltando de rama en rama en la selva. Esta sentencia oì ayer en el Aula, que se leyò de un Poeta; y Virgilio dice: Nimium ne crede colori. No hay que fiarse de exterioridades: la frente, los ojos, el semblante dissimula, y engaña muchas veces.

Fort. Yà, yà sè que sabeis ser demasiado picarillos, y dissimular, quando os conviene negarlas, vuestras travessuras.

Cyp. Eso mismo suele bolverse mas en nuestro daño. Bien caro me costò à mì algun dissimulo de essos. Por Jupiter, Señora, que nos saqueis de tanto padecer. Si yo huviera de decir todo lo que [214] passa . . . . . ; pero no quiero molestaros, y assi solo me quejo de esta miserable esclavitud.

Fort. ¿Vosotros esclavos?

Cyp. ¿Y quièn lo duda?

Fort. Esso no me lo haràs vèr.

Cyp. Yo no vengo á engañaros; ¿porque quièn havia de engañar à V.M.? Mostrarè lo que he dicho mas claro, que la luz del medio dia. ¿Quál es la esclavitud mas penosa? Aquella sin duda, en que uno vive nunca dueño de su voluntad, y pendiente siempre de la agena.

Fort. Digo, que sì; ¿pero què sacas de esso?

Cyp. Atqui, nuestra vida, para dormir, para despertar, para comer, para no comer, para estudiar, para no estudiar, està al arbitrio de una campanilla: ¿luego què mas sujecion? Si cansado de la fatiga del dia antecedente, quiero dormir una hora mas, me arranca de la cama al amanecer el importuno esquilon. ¿No quiero dormir? Es preciso, porque se ha to-[215]cado à silencio. ¿Tengo hambre, y quiero comer? No ha dado la hora. ¿Merendè à escondidas por la tarde, y no tengo gana de cenar? He de cenar, quiera, ò no quiera, à la hora que todos, porque no conozcan, que comí a escondidas. ¿Quiero salir al campo, porque hace un dia hermoso? No es dia de assueto, y el Maestro viene à visitar, y à atarlo à uno sobre los libros. ¿Es dia lluvioso, y quisiera uno entretenerse mas bien en su quarto? Es dia de assueto, y has de salir, quieras, ò no quieras. ¿No es esto una violencia continua?

Fort. Pero es una violencia suave, y para vuestro bien.

Cyp. Y si fuera esto solo.

Fort. ¿Hay mas?

Cyp. Ahora empiezo, Señora: ¿Què esclavitud mas dura, que tener que obedecer à tantos Superiores, quantos son los Maestros: tantos Ayos, y Reprehensores, quantos son los Gefes, que hay en la Comunidad? Si uno procura agradarlos à todos, mas fa-[216]cilmente alhagarà à un tiempo las cabezas de la hydra.

Fort. ¿Què me cuentas?

Cyp. Si soy alegre, bullicioso, y festivo, como corresponde à mi edad, me llaman traviesso, y loco: si me pongo grave, silencioso, y ando mas apausado, que lo que requieren mis años, dicen que soy tardo, rudo, obscuro, y que tal vez escondo un corazon maligno. Si hablo mucho, si con todos me rio, si me burlo de éste, si al descuido le doy un capirote à aquel, soy malo, soy perverso, soy demasiado astuto. Si no me meto con nadie, si no me hablo sino con éste, ò el otro, que son mas mis amigos, porque son mas mis iguales, soy vano, y me notan de que hago del Señor. Si no cuido del vestido, y ando como quiera, soy desastrado, cochambroso: si procuro estár asseado, y me rizo el pelo, soy el Cyparisso de Apolo, soy pulcro, presumido, y afeminado. ¿Cómo ha de ser esto? Omito, Señora, otras varias tempesta-[217]des, y borrascas; ¿porque què dirè de tantas syrtes, tantos escollos, tantos choques de las olas en las idas, y avenidas del mar inconstante de la suerte, sin cuyo conflicto no puede hacerse la carrera de tan larga navegacion? ¿Y quièn puede ser tan felìz Piloto, que por medio de tantos peligros conduzca la navecilla, sin que alguna vez se vaya à pique, ò hecha pedazos, naufrague lastimosamente? Assi, Señora,

Zitat/Motto► Per varios cassus, per tot discrimina rerum

Tendimus in Latium . . . . .  ◀Zitat/Motto

Fort. ¿Dónde has aprendido esse fragmento de oracion tan pomposa?

Cyp. Por Jupiter, Augusta Emperatrìz, que de nadie lo he tomado. Yo he estudiado yà la Rhetorica, y ahora estoy dando la Logica; y para hablar à V.M. me previne con lo que tengo estudiado.

Fort. Està muy bien. Viveza tiene, è ingenio. Ultimamente, ¿què pides?

[218] Cyp. El fin de tantas molestias.

Fort. ¿Quieres dejar los Estudios, y tomar otro destino mas de tu gusto?

Cyp. De buena gana fuera yo a servir al Exercito.

Fort. Para esso no es menester dejar los Estudios, singularmente las bellas Letras; antes sì conducen mucho.

Cyp. No lo niego.

Fort. Quedo enterada. Sabrà el Supremo de los Dioses tus deseos, y harè lo possible porque te atienda: vete, y procura, siendo bueno, y docil, merecer mi patrocinio, y el de Jupiter. ¿Has visto, Nemesis, inocencia mas ingeniosa, y entretenida?

Nem. Mas remissible es la desproporcion de su deseo, que la del anciano, que queria bolver à ser niño.

Fort. Concluyase por hoy la Audiencia, que no quiero oìr à otro necio, que me desazone lo que el muchacho me ha divertido. ◀Dialog ◀Ebene 4 ◀Allegorie ◀Ebene 3 ◀Ebene 2 ◀Ebene 1