Ni aun todos los escritos polémicos que versan sobre materias cuya indagacion es importante, producen las mencionadas utilidades. Hay algunos, que causan al contrario perjuicios irreparables: siendo lo mas particular, que esto sucede no tanto en aquellos en que se sostiene algun error, quanto en los que tienen por objeto la defensa de alguna verdad. Defensas hay que sirven muchos mas que las impugnaciones mas artificiosas para obscurecerla: sea esto por la ingorancia de los que las escriben, ó sea porque siendo movidos ménos del zelo de la verdad que de alguna baxa pasion, los arrebata esta de modo y les desrigura de tal suerte los objetos, que no les permite decir sino impertinencias aun en asuntos en que pudieran decirse las mejores cosas. En vez de una respuesta sólida, que pudiera darse á un argumento, ó se responde una futilidad, ó se descarga una declamacion, que nada prueba sino el acaloramiento y pasion del que la hace. El deseo de acriminar el libro que se impugna, y de hacer odioso á su autor, hace que se le imputen errores, en que no incurrió, que se deduzcan de sus proposiciones conseqüencias, que no estan contenidas en ellas, y hasta que se pretende hacer pasar por erróneas las doctrinas sólidas, que tal vez se hallan mezcladas con el error que únicamente habia de combatirse. Pues ahora, muy importante es menester que sea el que oyendo, no suspenda su juicio, por mucha impresion que le hagan sus razones, hasta oir las de la otra. Mas si llega esta, y no produce á su favor sino declamaciones, si no responde solidamente á las objecciones de la que habló ántes, si se empeña en acriminar todas sus acciones, hasta las que parecen mas inocentes; ¿cómo podrá dexar de perder su causa por mas que esté la razon de su lado?
Quando no se trata sino del propio interes del que contexta, no es este á la verdad un grande inconveniente; porque al fin el que pierde de su derecho por no saber defenderse, ó por dexarse arrastrar de una bastarda pasion, á sí solo se lo debe imputar. Pero quando se atraviesa un interes ageno, un interes universal, y un interes de mucha consideracion, es del todo imperdonable el que tomando voluntariamente y de su propio movimiento la defensa del buen partido, la hace de este modo. Apología he visto por la Religion, que creo serla infinitamente mas dañosa, que quantas falacias se hallan sembradas en las obras de los Hobbes, Bayles, Voltaires, Helvetias, Diderots. En efecto estas no pueden hacer impresion alguna en todo aquel que esté suficientemente instruido en los inalterables fundamentos de su creencia: y el que no lo esté, si conserva un resto de juicio, no podrá decidirse á su favor sin consultar á los que lo estén. Mas si recurriendo á un apologista de la Religion, á quien por el mismo hecho de serlo debe creer instruido á fondo en ella, le ve que huye el cuerpo á las dificultades, y que ni aun siquiera da muestras de haberlas comprehendido, y en vez de respuestas sólidas no halla sino paralogismos, invectivas, exclamaciones, personalidades, calumnias y impugnaciones de verdades que conoce con evidencia, y que no tienen conexíon con la disputa; ¿qué juicio podrá ser el que forme?
El que acabe de leer por ex. alguna de la apologías que se han hecho del suicidio sin ser capaz de conocer por sí mismo su sofistería, quedará por cierto muy convencido de ella, leyendo luego en una impugnacion de los falsos Filósofos, como anegadas en una muchedumbre de comparaciones impertinentes, de interrogantes y admirantes, estas únicas y estupendas razones.
Nivel 4
Los brutos no conspiran jamas contra sí. La inclinacion del hombre le lleva mas á perfeccionarse que á destruirse (como si á esto le llevara alguna vez); luego hay una ley natural que nos veda la destruccion voluntaria de nuestro ser: pero la ley natural no se acomoda á los efectos que resultan de la institucion, luego procediendo nuestra infelicidad de una institucion arbitraria, no nos es lícito el suicidio. La vida del hombre no debe pagar las imprudencias de su conducta; pero el hombre raras veces es miserable sin culpa suya. Caton no se hubiera visto encerrado en Utica si se hubiera abstenido de la guerra civil (fué sin duda grande imprudencia en Caton haber tomado las armas contra el opresor de su patria). Cervantes y otros muchos varones de mérito fuéron infelices: luego si los que que lo son hubieran de matarse, careceria siempre el mundo de los hombres mas dignos de vivir.
¿No hubiera valido mas no tomar en boca suicidio, que combatirle de un modo tan miserable?
Optimismo es una palabra, por la qual se significan á lo ménos quatro sistémas tan distintos entre sí, que siendo los unos el colmo de la impiedad como lo es el del Ingles Chubb, y no sé si el de Leibnitz
1; ha sido alguno de ellos adoptado por muchos Teólogos Católicos, á quienes Feijoo llama piadosos, tales como Tomassino, el Benedictino Silva, Bendito Pereyra
2y otros. “Si la Providencia dice San Juan Damasceno
3no es otra cosa que la voluntad de Dios; necesario es sin duda que quantas cosas hace la Providencia sean hechas segun resta razon, hermosísima y divinísimamente, y en fin tales que no puedan absolutamente ser de otro modo mejor.” San Juan Damasceno es pues Opimista en algun sentido, y tambien lo son San Agustin
4y Santo Tomas
5.
Si se lee con atencion á Pope en el original ingles, y se tiene presente su Carta y la de Rampsay al autor del Poema de la Religion, se verá que su optimismo apénas difiere del que estos Santos y de los piadosos Teólogis que acabo de citar. El mismo Crousaz
6confiesa haber hecho comentarios precipitados sobre este Escritor. ¿A qué viene pues confundir y mezclar cosas tan diversas para atribuirle conseqüencias que solo pueden deducirse del sistem de Chubb ó quando mas del de Leibnitz? ¿A qué juntarle afectadamente con Lucrecio de cuyo modo de pensar solo puede juzgarle partícipe quien no sea capaz de entender al uno ni al otro? Qualquiera que tenga bastante discernimiento para observar esto, sin tener por otra parte una instruccion fundamental en otros puntos ¿no desconfiará de quanto acerca de ellos se dice, por solido que sea?
El sistéma del interes personal puede tambien entenderse de dos modos, de los quales el uno es tan católico, que para contradecirle es menester incurrir en una de las proposiciones que se condenáron á Fenelon; y el otro tan absurdo que seria injusto imputarle á nadie que no le hubiese adoptado expresísimamente. Algunos de los falsos Filósofos le abrazáron en el primer sentido y no en el segundo. Echarles pues en cara los absurdos que solo son consiguientes á este, ¿no es dar motivo á que se crean injustas las demas acusaciones que contra ellos se intentan? Esto es no obstante lo que se ve á cada página en alguna de las impugnaciones que se han hecho ultimamente de la falsa filosofia, ó sea apología de la Religion. ¡Y el que la escribió estará muy satisfecho de haberla hecho un gran servicio!
Lo mismo digo en otras materias. Aunque he gastado ménos tiempo en leer, que en meditar sobre lo que he leido; he leido empero lo muy bastante para tener del mérito litrario de mi nacion ideas si no tan lisonjeras como algunos, pero tampoco tan baxas como estos mismos quieren atribuirme, no se si porque tienen la gracia de entenderlo todo al reves, ó por alguna otra causa: lo muy bastante para saber que España ha producido varones eminentísimos en todos tiempos: que en algunos ha sido su literatura igual á la de las naciones que eran entónces las mas aventajadas del orbe: que aunque en estos dos últimos siglos hemos decaido notabilísimamente y hemos venido á ser muy inferiores á algunas de ellas, por lo mucho que se adelantáron al mismo paso que nosotros fuimos perdiendo terreno; hemos hecho de unos pocos años á esta parte progresos, que si bien falta mucho todavía para que nos hayan puesto á su nivel, con todo apénas prodrian creerse si no se viesen: en fin que aun en la época de nuestra mayor decadencia seria suma injusticia compararnos, no digo á los habitantes del Africa, pero aunque fuese á unas quantas naciones Európeas. Tal es mi concepto hablando con la lisura, que aunque yo lo diga, acostumbrado: tal el que siempre he tenido: tal el que he manifestado con sobrada claridad aun en las ocasiones en que clamando contra nuestros Apologistas, y arrebatando del dolor que me causa la contemplacion del daño que á mi juicio nos hacen, no fuera mucho que declinase algo al otro extremo, y que para enderezar la vara la […] un poco hacia el opuesto lado.