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Sugestão de citação: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso CXXXI", em: El Censor, Vol.6\131 (1786), S. 1201-1215, etidado em: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Os "Spectators" no contexto internacional. Edição Digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.535 [consultado em: ].


[1201] Nível 1►

Discurso CXXXI

Citação/Divisa►  . . . . . Placet impares
Formas, at que animos sub inga ahenea . . . . . mittere . . . . .
 

Hor. Carm. L. I. Od. XXXIII. v. 10.

Con una á otra persona, que difiere
De ella en cuerpo y en alma, en genio, en todo,
Baxo un yugo de bronce unirse quiere. ◀Citação/Divisa

Nível 2► Nível 3► Narração geral► Acuerdome de haber oído á mi Padre, de quien tantas veces he hecho en esta Obra mencion honorifica, que habia leído no sé en donde haber sido tal la viveza con que habló Sócrates un dia de las dulzuras del matrimonio, que todos los jovenes que [1202] le oían, resolvieron casarse á la primera ocasion, y los casados se pusieron al momento en camino para restituirse á la compañia de sus mugeres. Parece que mi Padre emulaba á Sócrates en este punto; porque no perdia ocasion de inclinar la gente á este estado. ¡Qué pinturas hacia de él tan lisongeras y llenas de expresion! ¡Con qué energía representaba sus delicias! ¡aquella reduplicacion de placeres, que recibe un buen marido comunicando sus gustos á la esposa querida, y viendo resaltar en su semblante su propria alegria! ¡aquel alivio, que siente en sus males al ver la parte que en ellos toma, su ayre compasivo, y su afan para suavizarselos! ¡aquella satisfaccion, con que rodeado de sus tiernos hijos se contempla autor de su existencia, y se complace de haber añadido tantos individuos á su especie, á su patria, y á su religión, ó producido tantas criaturas racionales, tantos Ciudadanos, [1203] tantos Christianos! ¡aquella complacencia, con que los ve competir unos con otros su aprobacion y sus caricias! considera sus juegos, observa sus inclinaciones, y segun las diferencias que en ellas advierte, or imagina ver en el uno un General famoso, en el otro un gran Político, en este un grave Magistrado, en aquel un Prelado venerable, y en las graciosas niñas entretenidas aun con sus muñecas, lo que era su madre el dia de su boda, y lo que fue despues: la alegria de sus maridos, la felicidad de sus hijos, y el ornamento de sus casas. Representaba unas veces á un Padre de familias como un pequeño Soberano ocupado siempre en dar ordenes, prescribir obligaciones, oír quexas, administrar justicia, distribuir recompensas, imponer castigos, y que como el Centurion de el Evangelio dice al uno, ven acá, y al punto viene: al otro ve allá, y al punto va; y á su esclavo haz esto, y [1204] lo hace. Otras, le contemplaba agradablemente entretenido en la educacion de sus hijos, gravando en sus tiernas corazones el santo temor de Dios, y los principios del honor, y el amor al trabajo, lleno de confianza en aquel que le bendixo con una numerosa descendencia, y firmemente persuadido de que colmará sus esperanzas, y prosperará sus esfuerzos para hacerlos virtuosos, y asegurar su subsistencia. Este era en fin su asunto predilecto, y en tocandole, su imaginacion acalorada le ofrecia una variedad infinita de imagenes agradables, ponia en sus labios las expresiones mas energicas, y en una palabra le daba una eloquencia, que conmovia á los corazones menos sensibles. ◀Narração geral ◀Nível 3

¡De quan distinto modo se piensa comunmente! El santo estado del matrimonio se hace ridículo, y objeto de escarnio por unos, que no parece sino que se han conjurado para des-[1205]terrar del mundo todo nacimiento legitimo: y hasta en el mismo Teatro, que habia de ser la escuela de las costumbres, se admiten y son aplaudidas estas necias, indignas, y groseras burlas. Miranle otros como una carga insoportable, á que un hombre de juicio no debe sujetarse, y los que mas favor le hacen le tienen por un mal necesario. La necedad de los primeros, y la corrupcion que dan á entender sus insulsas sátyras, son demasiadamente visibles para que yo me detenga á manifestarlas. Pero los segundos parecen autorizados por una triste y constante experiencia: no se ve otra cosa que divorcios: la casa propia es un lugar de tormento para la mayor parte de los casados: reyna la mala inteligencia; y la discordia exerce todos sus furores entre los que parecen mal unidos: y aun aquellos que realmente lo están, y que se profesan un amor verdadero, no encuentran en su estado sino ocasiones de [1206] pesar y de disgusto.

Nível 3► ¿Pero provendrá esto de la naturaleza misma del matrimonio, y le serán esenciales estas espinas? ¿No habrá hallado medio la naturaleza de perpetuar la especie humana sino haciendo á los hombres infelices? No es creible: y nuestras instrucciones políticas nos presentan tan á las claras la causa de todos estos males, que sería una notoria injusticia acusarla de ellos. Nosotros contrariamos en tantas maneras sus intenciones, que no es mucho que se vengue convirtiendo en fuente copiosa de amargura lo que debia ser el principio de los mayores y mas puros placeres de la vida. Ella segun todas las apariencias debe de hacer para cada hombre una muger, y para cada muger un hombre, cuya compañia sea la unica que pueda adaptarse completamente á su carácter: y si las cosas estuvieran como debieran estar, sin duda que cada qual acertaria, como por una especie [1207] de instinto, con el compañero que le destina, á la manera que en una mezcla de diversas substancias, aquellas que los Chimicos llaman afines, se buscan mútuamente, y se unen por sí mismas. La providencia que resplandece en todas sus obras, es para mí una prueba incontestable de esto ultimo, como de lo primero la variedad casi infinita de índoles, y inclinaciones que puso en nosotros. No hay acaso en el Universo dos hombres ni dos mugeres de un carácter en todo semejante; y no es posible que un mismo genio diga igualmente con dos personas de diversa índole. Aun quando ninguna le sea positivamente opuesta, es siempre indispensable que la una le quadre mas que la otra, y que esta por tanto no sea capáz de darle toda la satisfaccion de que es susceptible.

Pero nosotros hemos hecho todo lo posible para trocar las suertes que nuestra Madre comun nos destina. Si [1208] la division de clases es conforme á sus miras en quanto establece un orden político de hombres que manden y hombres que obedezcan; no ciertamente en quanto excluyendo á unas familias de la alianza de las otras disuelve la hermandad que entre todas puso, y nos desune hasta tratarnos unos á otros como individuos de diversas especies. Nosotros no obstante, como si ella fuese obligada á sujetarse á nuestros caprichos, y á atender en la distribucion de índoles é inclinaciones á nuestras divisiones arbitrarias, limitamos la eleccion de consorte al pequeño circulo á que se reduce nuestra clase. Es aun en esta excluido un gran numero por un efecto necesario de nuestras instituciones. Un segundo de una casa no puede unirse á una persona de su clase que habrá tal vez nacido para ser su compañera, y á quien por consiguiente podria él solo hacer feliz. Y en aquellas mismas, entre las quales es libre [1209] la eleccion, no hacemos cuenta por lo comun de la relacion de su carácter con el nuestro, ni atendemos á las circunstancias que pueden hacerlas propias ó impropias para nuestra compañia. ¿Cómo es posible, pues, que á no ser por un raro acaso encuentre cada qual el consorte que la naturaleza le tiene preparado? ¿Por qué admirarnos de que las clases mas elevadas, que siendo tambien las mas reducidas tienen por tanto mas coartada la eleccion, nos ofrezcan un numero proporcionalmente mayor de matrimonios desastrados, y sufran un castigo mas riguroso de una preocupacion que tiene en ellas mas fuerza, asi como en ellas ha tenido su origen?

¡Pero ojalá que solo á los que se dexan arrastrar de ella, dañase esta preocupacion! Los matrimonios en que no influye la razon de estado, que no son obra de un espiritu de vanidad ó de codicia, y que el amor solo concilia, tampoco suelen ser fe-[1210]lices. ¿Qué mucho, si el que saliendo de su clase contrahe un enlace semejante, es casi mirado como si se aliase con una fiera? ¿Qué mucho que el universal desprecio que se concilia, le agüe todos los placeres que una union conforme á la naturaleza debia producirle? ¿Qué mucho que un hombre tarde poco en disgustarse de una muger, que aunque sin culpa suya le privó de los derechos mas apreciables, y acaso acaso (sic) le reduxo á la miseria? Además de que ¿no sería un prodigio que una alma corrompida fuese largo tiempo sensible á los deleytes puros y sencillos de la naturaleza, y aun que estos pudiesen hallarse en una compañera, cuyo carácter nativo está por lo comun viciado, y que es dificil no haya participado de la corrupcion general?

¿Pero de dónde procede esta corrupcion? ¿De dónde sino de la falta de libertad en la eleccion de consorte, y aun de estado, y de las institu-[1211]ciones que la inducen? De aquellas instituciones, que, divorciando los honores y riquezas de la aplicacion y los talentos que son sus compañeros naturales, y estancandolas en un corto número de manos, hacen que engreidos los unos con su poder, y llenos únicamente de la idea de acrecentarle, se propongan apenas otro que este fin en sus enlaces; y privan á los otros de los recursos, que si no fuera por ellas les subministraria su industria para formarse un establecimiento conforme á su inclinacion. ¿No es natural que un hombre condenado á un celibato, á que no es llamado por la gracia, procure por qualesquiera medios desahogar el fuego, de que se siente abrasado? Un hombre rico, ocioso, y que disgustado de una muger, que no fue hecha para él, no halla dentro de su casa aquella satisfaccion para que se siente nacido, ¿no es natural la busque en las agenas, y procure llenar en ellas el [1212] vacío de su corazon? ¿Y cómo es posible que á sus halagos, á sus promesas, y á sus dádivas resista una infelíz, á quien la mas constante aplicacion produce apenas lo necesario para la vida? ¿Cómo es de esperar que á un trabajo casi infructifero no prefiera un medio tan facil de pasar de la miseria á la abundancia? ¿Cómo es dable en fin que las demás no envidien su suerte, que no imiten su facilidad, y que hecha esta comun en el otro sexô, no venga á corromper hasta á aquella parte del nuestro, que por su condicion parece menos expuesta á ser corrompida?

Si: el inmenso número de Celibatos que nutre España, y de casados que los imitan en su descarada conducta, es sin duda, como dice el Autor de cierta excelente Carta que recibí algunos meses há, la causa de la horrible disolucion que reyna entre nosotros, y que nada menos amenaza que la entera ruina de la Sociedad. [1213] Pero si hemos de llegar á la raíz del mal es menester buscarla mas arriba. ¿Qué adelantarian las leyes con reservar los puestos de honor para los casados, y con imponer á los celibes algunas penas semejantes á las que les impusieron los Romanos? Esto sería ofrecer premios y amenazar con castigos para que corriese, á un hombre encarcelado y oprimido con gruesos grillos. Disminuiráse quando mas un tanto el número de Celibatos; pero el de Matrimonios felices no sería mayor ciertamente.

Es preciso, pues, romper las cadenas que nos aprisionan, y que ellas mismas forjaron: es preciso destruir esta odiosa alianza, que formaron entre el ocio y las riquezas: es preciso, por decirlo asi de una vez, dar por el pie á estas instituciones, que alterando el curso que las prescribe la naturaleza, vinculan á la mera suerte del nacer las riquezas, que debian seguir como al imán el yerro, á la [1214] aplicacion, á la industria, y á toda suerte de merito, y quitan por consiguiente á este una gran parte de la recompensa, que naturalmente le corresponde. Estas son las que hacen imposible, ó dificultan á lo menos para una gran porcion de Ciudadanos el establecimiento de una familia. Estas las que coartan la eleccion de consorte en aquellos á quienes ponen en estado de llevar con desahogo las cargas de un matrimonio. Ellas son por tanto el primer principio de esta corrupcion, que habiendo cundido por todas las clases del Estado, hace malaventurados aun aquellos enlaces que se contrahen con una entera libertad. Por ellas

Con la impudente frente levantada
Va el adulterio de una casa en otra.

Y asi como, subsistiendo ellas; premios, penas, cargas, exenciones, todo sería inutil; asi sin ellas esta secreta inclinacion por sí sola, que sentimos todos á reproducirnos, multi-[1215]plicaria los matrimonios quanto pueden ser multiplicados; y las agradables pinturas de este estado, que hacia mi Padre, y que ahora parecen no tener en la naturaleza mas fundamento que las imagenes de la vida pastoril que nos ofrecen los Poetas, no serían entonces sino una expresion ligera y poco animada de lo que cada uno experimentaria en sí mismo. ◀Nível 3 ◀Nível 2 ◀Nível 1