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Citation: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso CXXX", in: El Censor, Vol.6\130 (1786), pp. 1185-1200, edited in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): The "Spectators" in the international context. Digital Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.534 [last accessed: ].


[1185] Level 1►

Discurso CXXX

Citation/Motto► Virtutem videant, intabescantque relicta.

Per. Sat. III. v. 38.

Vean, vean la virtud, y los devore
La amargura de haberla abandonado. ◀Citation/Motto

Level 2► Metatextuality► Dias pasados me fue remitida baxo una cubierta la siguiente Carta, sin duda para que yo la publicase. Este mismo epigrafe asi traducido, venia en un papel separado y sin firma, en el qual dice el que me la dirige: Level 3► Metatextuality► “que dicha Carta es traducida del Inglés, y que fue escrita, segun aseguran personas de buen credito, [1186] por el célebre Vizconde de Bolingbrocke al no menos célebre Addisson quando publicaba en Londres su Obra periodica intitulada The Spectator.” Añade “que tiene grandes razones para creer que el M. S. que posee, sea el mismo original, el qual pudo muy bien hallarse entre los papeles del mismo Addisson: lo que ademas de otras congeturas que pudiera añadir, prueba concluyentemente su autenticidad: y sobre todo, que es ocioso recomendar un escrito que lleva en su doctrina la mayor recomendacion.” ◀Metatextuality ◀Level 3

A mí me parece esto ultimo muy verdadero; y he aqui porque me determiné á darle á luz, lo que hasta ahora no ha tenido cabida. ◀Metatextuality

Level 3► Letter/Letter to the editor► Al Editor del Espectador H.d.S.J.V.d.B.

¿Hasta quando, Señor Especta-[1187]dor, ha de guardar Vm. un cobarde y vergonzoso silencio? ¿Hasta quando se ha de contentar con pellizcar abusos veniales y rateros indignos de su ministerio? ¿Qué importa que los pedantes tengan en poco el sublime poema de nuestro Milton; que este haya imitado á Homero y á Virgilio, ni que alguna vez los haya excedido? Vm. se llama observador, ¿y ha de dexar en blanco los vicios que nos van arruinando? Mida Vm. la distancia que hay de Locke á Mesalina, y vea quantos años y quantas demostraciones necesitaria para probar á la ultima que su depravacion es efecto de su bestialidad. No da por cierto tantas treguas el desorden, que llegó á su colmo; y si las leyes de nada sirven sin las costumbres ¿qué cree Vm. que podemos esperar de una nacion que ha corrompido las segundas antes de formar las primeras?

Ambos puntos deberian ocupar [1188] la pluma de Vm. y asi lo esperaba el Público de su buen talento, y de las promesas que tantas veces le ha hecho. Pero bien sea por cobardía, bien por miedo de la aplicacion que se podria hacer de sus pinturas, ó bien por otras causas mas ocultas, Vm. calla, ó disimula ó debilita de proposito sus pinceladas. Sin embargo, el Público tiene derechos muy legitimos que Vm. Señor Espectador, no puede desconocer, y es preciso renunciar el honroso título que los preserva, ó aprender de un Ciudadano libre como se debe desempeñar un ministerio tan noble como el que ha tomado.

Esta idea ocupa muchos dias hà mi imaginacion, despierta conmigo, me acompaña en las mas bulliciosas concurrencias, me sigue á todas partes, se mezcla á todas mis meditaciones, y en una palabra, me turba y me persigue aun mientras duermo. A noche mismo excitó en mi fanta-[1189]sia un sueño bien extraordinario que he determinado contar á Vm. con una sola condicion, á saber, que no le dé mas valor del que corresponde á unas representaciones soñadas. Esto á lo menos es preciso para que ni Vm. ni yo seamos tenidos por supersticiosos, ó por somnámbulos.

Level 4► Traum► Figuróseme, pues, que Vm. y yo nos hallabamos en Roma en aquellos tiempos de corrupcion en que la República llegaba á su último periodo, y en que la virtud y la libertad iban á perecer con ella. En medio del general desorden nada arrebataba tanto nuestra imaginacion, como los esfuerzos que oponian los Censores á la corrupcion; y el heroico vigor con que repetian los exemplos de su severidad sobre las mas ilustres cabezas. Un dia, pues, que los dos paseabamos en el vestibulo del Capitolio, alabando con una especie de entusiasmo tan admirable institucion, Level 5► Dialogue► ¡qué siglo! Excla-[1190]mé yo, ¡qué pais necesitaron mas que el nuestro la restauracion de aquel severísimo tribunal, que apoyando las leyes sobre la opinion, suple su ineficacia infamando á los que en su conducta aparecen capaces de violarlas! ¡Vea Vm. con quan marabillosa integridad exerce el virtuoso Caton las funciones de su censura! Veale Vm. arrojando ignominiosamente del Senado á aquellos Magistrados, cuyos nombres llevan consigo la idea de la venalidad y de la concusion: á aquellos que á favor de una revolucion fortuita han logrado asaltar el santuario de la justicia, y profanarle con la mas grosera y torpe ignorancia; y á aquellos que creen disculpar con los cuidados de la República el abandono de sus casas, y en vez de recordar al pueblo la santidad de las leyes, le presentan en sus familias un objeto de escandalo ó de mofa. Veale Vm. degradar despues en el campo de Mar-[1191]te, y en las galeras de la República á aquellos indignos defensores suyos, que, ó corrompiendo ó corrompidos se entretienen en violar la hospitalidad, en insultar la naturaleza, en atropellar el honor ó la propiedad del amigo incauto que los recibe; ó á aquellos que formando una especie de esclavos de prostitucion enteramente nueva y desconocida, no se abochornan de presentarse en público al lado de las viles mugeres que los tienen asalariados.

¿Se acuerda Vm. proseguia yo, se acuerda Vm. Señor Espectador, del entusiasmo con que hablaba Caton ayer mañana quando repasaba estos desordenes de su patria? No pudiendo contenerse en los límites de la moderacion que su grave magistratura le prescribia, sus canas se erizaban, la indignacion centelleaba en sus ojos, y la fuerza del dolor los arrasaba en lágrimas. No será extraño, exclamaba, ó Padres Conscrip-[1192]tos,no serà extraño, que pues el honor y la disciplina de las Legiones han desaparecido, veais mañana á estos infames ofrecer al primer enemigo que se les presente una victoria facil. Neptuno ha visto ya al atrevido Cartagines insultar nuestras costas, tremolar á nuestra vista sus pavellones, apoderarse de nuestros bageles, eludir ó provocar alternativamente el combate, y conseguir el triunfo. Este es el fruto del desprecio con que se miran el heroismo y la virtud. Los Legionarios, los Remeros que tanto han despreciado, los reemplazaran luego con ventaja, y aspiraràn á la fama de los Cincinatos y Scipiones sus ascendientes, que han tan indignamente obscurecido.

No bien acababa yo de pronunciar estas palabras, quando se me figuró que se presentaba á nuestra vista una turba inmensa de mugeres, que por la indecencia y deshonestidad de [1193] sus trages y meneos nos parecieron esclavas, que arrastradas de una abominable supersticion corrian á las fiestas Lupercales. Indignado de que se atrebiesen á presentar á la vista de los Censores un espectàculo hasta entonces tolerado con impaciencia y solo en las tinieblas y en la obscuridad, iba ya á prorrumpir contra tanta impudencia, quando Caton, que me parecia estar con nosotros, me detuvo, y mirandome con semblante severo, calla temerario, me dixo, calla: no es licito á un peregrino censurar la conducta del Pueblo, que debe dar la ley á las naciones. Reconoce en estas mugeres á las primeras Ciudadanas de la República, á las hijas de los Héroes que la han fundado, ilustrado y defendido.

Es verdad, respondi; ¿pero no veis como reclaman con la vista, y con la voz á algunos de los indignos que acabais de sentenciar? ¿No veis como lexos de sentir y compadecer [1194] su ignominia, se esmera cada una en solicitud de su mancebo, sin manifestar otro cuidado que el de que no se entretenga con otra? ¿No veis . . . . . Entonces Caton, cruzando con el indice sus venerables labios, y con un tono que denotaba toda la vehemencia de la virtud y el patriotismo exaltados por el dolor; no lo dudes, me respondió: estas son algunas de nuestras matronas. Si no parecen rameras, acaso es porque las toleradas por nosotros conservan en su exterior una decencia, que no se atreverian á ofender impunemente. ¡Ah! las mas de estas infelices arrastradas por la obscuridad y la indigencia, suplen la falta de las virtudes que han perdido, con otras que pudieran ilustrar aun á nuestro sexo. No son tan raros entre ellas los exemplos de desinteres, de constancia y de probidad, y nuestra juventud pierde acaso menos en su trato, que en el de estas orgullosas mugeres. Entre ellas el vicio, levantada la [1195] cabeza, ha logrado insultar las leyes, y escarnecer toda honestidad. Quando los Lictores van á encarcelar por deudas al infeliz artesano, arrancandole del umbral de su deudor altivo e inaccesible, se preparan los dados, y se arman las mesas en que ha de aventurarse á la suerte de un vuelco azaroso su sustancia con el oro de cien familias, y entre tanto se confunden y mezclan los clamores del oprimido con los barbaros ahullidos que una convinacion de juego excita en el opresor. No les basta ridiculizar y eludir los edictos que les prohiben estos juegos infernales: el latrocinio y la fulleria se introducen autorizados con el atrevimiento de un sexo impudente, que se atreve á reclamar las atenciones con que nuestros padres trataron la ínocencia y la timidez.

Si alguna de las infelices victimas se entibia, no hay especie de seduccion que no la aliente y la retenga. [1196] Parientas, amigas, meretrices, esclavas, no hay muger ni ocasion que no se la franqueé; no hay oficio, por vil é indecoroso que sea, que no se le dispense, y no se pague. ¡Desgraciado aquel hombre que cediese á las duras lecciones del escarmiento! La mofa y el desprecio esperan seguramente; quando no la persecucion y la venganza.

Las unicas distracciones que admite esta ocupacion diaria son el alarde de todos los desordenes domesticos: aquellas asambleas en que el marido mira sin rubor á la muger asida del adultero que le ultraja: en que la hija viene á lucir el fruto de las lecciones que diariamente recibe, ya con el desbarío de un enxambre de libertinos que la rodea, ya con bailes y posturas, que el opresor de Virginia no se hubiera atrevido á permitir en Roma. Parece que estos concursos, destinados en otro tiempo á la union y á la inocente alegria, son fiestas dedi-[1197]cadas como las de Babilonia á la prostitucion y al olvido de toda decencia y honestidad. Los Legados de las naciones amigas horrorizados de ver la corrupcion de nuestras costumbres, se previenen contra los ultrages que podrian recibir sus casas; y sus precauciones, vergonzosas para nosotros, no son mas que un efecto de la justicia que nos hacen.

Pero este desenfreno, contenido dentro de los limites de una casa, no produciria mas daño que perpetuar la corrupcion en los hogares donde se ha introducido. Faltabale á Roma ver extendido el escandalo á su virtuoso pueblo: á este pueblo en que se ven arraigadas las ideas del pudor, y de la modestia. No son raros los casos en que ha tenido que recordarlas á nuestros Patricios en su lenguage, aunque grosero, fuerte y expresivo; pero insensiblemente se le va acostumbrando al escandalo. Ya conoce á los Histriones y Gladiadores [1198] que favorecen Sempronia y Marcela. Ya sabe sus anédoctas, y ya les aplica las licenciosas canciones con que un teatro digno de nuestras costumbres, aviva de quando en quando su grosera insulsez. ◀Dialogue ◀Level 5

El ardor con que Caton iba á proseguir en su vehemente declamacion se interrumpió de repente con los gritos de una turba de jovenes, que no se que novedad inesperada atrahia al foro. Vuelve la cabeza el venerable anciano, y vé ¡ó dolor! ¡ó oprobio! vé á su nieta, á la hija de Porcia sentada en un carro magnifico y ocupada en limpiar el rostro de uno de aquellos plebeyos que cuidaban de las rentas baxo la intervencion de los Caballeros Romanos. A este espectàculo quiso Caton hacer por la virtud lo que bruto por la Patria; pero oprimido del dolor, le faltaron las fuerzas, cayó desmayado, y el esfuerzo que hice para socorrerle me despertó. ◀Traum ◀Level 4

[1199] Señor Espectador: mientras no seamos dignos de poseer hombres se parezcan á tan gran modelo, no puede sernos provechosa su magistratura. ¿De qué servirà el freno de la opinion, quando las ideas sobre que aquella dignidad se funda estàn enteramente pervertidas? Quando el vicio trastorna las cabezas que dan el tono, y so juzgan á las demas con el exemplo; la censura, y los Censores solo serian objetos de ludibrio y escarnio.

Es menester que la legislacion nos socorra, ó somos perdidos. En una República inficionada con los resabios de Monarquia, como la nuestra, es menester despojar de todos los privilegios del honor, y reducir al último lugar al que consienta en su Casa, ó intente introducir en la agena el deshonor y la relaxacion. En el siglo de la prodigalidad y del luxo es menester quitar al vicio sus alicientes: en una palabra, es menester cimen-[1200]tar la autoridad de los padres y la de los maridos. Lexos de nosotros toda institucion que asegure la subsistencia de las mugeres y de los hijos, como no sea en premio de su virtuosa conducta; y si esto no bastàre, apelemos al divorcio y á la exheredacion. El amor propio y la necesidad sean desde hoy la salvaguardia del honor y de la virtud, y veremos volver á su elasticidad estos resortes indispensables de toda Sociedad.

He concluido Señor Espectadora Tiene Vm. tela urdida para muchos dias, si es que se atreve á tegerla, que á fé mia no perderà su tiempo. ◀Letter/Letter to the editor ◀Level 3 ◀Level 2 ◀Level 1