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Sugestão de citação: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso CXXII", em: El Censor, Vol.6\122 (1786), S. 1041-1054, etidado em: Ertler, Klaus-Dieter (Ed.): Os "Spectators" no contexto internacional. Edição Digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.526 [consultado em: ].


[1041] Nível 1►

Discurso CXXII

Citação/Divisa► Rectius vives, Licini, neque altum
Semper urgendo . . . . . 

Horat. Carm. Lib. II. Od. X.

Mas felizmente vivirás, Licinio,
Si á las altas fortunas no aspirares. ◀Citação/Divisa

Nível 2► Nível 3► Carta/Carta ao editor►Muy Senor mio: yo soy un Cura de aldea que he sido visitado por mi Obispo. Una indisposicion que le sobrevino en mi casa le hizo detener en ella algunos dias: y lo que he observado durante su mansion, lo que he oido despues me hizo nacer diversas reflexîones, que voy á comunicar á Vm. sobre la infelici-[1042]dad de los grandes. En efecto: ¡qué poco envidiable es su suerte para un hombre de juicio! Quanto mas alta y mas elevada es su dignidad, quantos mas subditos tiene, quantos mas empleos y conveniencias que repartir, quantas mas riquezas posee, y quanto mas manejo tiene en los negocios, tanto menos felíz es. ¿Qué es esto? ¿Acaso sueño? no, sino que es la realidad lo que digo. Lo que cada dia se toca, lo que cada dia se experimenta, lo que siempre se ve y está patente á los que saben considerar y reparar en las cosas, es lo que represento, y es lo que pinto.

Nível 4► Apenas habrá hombre que no desee, natural ó independientemente de toda educacion, la estimacion y buen concepto de los demás hombres, no solo mientras viva, sino en la posteridad. El delito es siempre aborrecible. De hay es, que por mas delinqüente que uno [1043] sea, procura no parecerlo por no hacerse aborrecible. Los mas crueles tiranos y perseguidores de los hombres, han procurado siempre vestir y cubrir la malignidad de sus pasiones con el pretexto del bien público, de la Religion, y con las artes de la política mas fina. Siendo esto asi, ¿qué compasion no debe causar un hombre colocado en alta dignidad, que asi por la Religion christiana que profesa, como por su particular estado y demas circunstancias es acreedor al olor de la buena fama, y no le logra por errar el medio de atraersele? Es preciso suponer un hombre enteramente insensato, olvidado de sí mismo, y dormido en medio del mundo para desesperar de hacerle entrar en conocimiento del aprecio de la buena fama, si tuviera la dicha de que le rodeasen sugetos independientes y libres, de juicio y conocimiento, que amando de co-[1044]razon la verdad, no la disimulasen en la ocasion. Esto basta, á mi ver, para hacer felíz la suerte de los Grandes como debia: y esto es lo que le falta. Asunto por cierto vulgar y trillado; pero nunca bastantemente repetido. Un particular tiene en el trato comun de las gentes, de todas clases, una lima que le pule, una escuela que le enseña, y una balla que contiene ó rebate sus pasiones. Los hombres que se le presentan, ó á quienes se presenta por lo comun, ó son superiores ó iguales. En quanto á los primeros, ya se ve quanto uno hace por ganar ó conservar su buen concepto. Una sola mirada suya, un asomo de desaire, un no mirar placentero, como acostumbraba, aunque no empleen la agria reprehension, ó la fuerza, es una amonestacion que corre y buela; es una activa saeta, es un aguijon que despierta y estimula. ¿Habrá hombre [1045] tan atrevido, ó tan abandonado, que enseñado de la experiencia tan á su costa vuelva advertidamente á caer en aquella falta que le ocasionó un sinsabor de tantos dias? Por el contrario ¿no se modificará, ó no se compondrá de nuevo para parecer otra vez delante de sus superiores? La experiencia lo dice: no lo diga yo.

En orden á los segundos son mucho mas dignas de observarse las utilidades que se sacan de su trato y comunicacion. Aquella moderacion y compostura con que uno se presenta delante de sus superiores y personas de quienes depende, y aquellas precauciones que uno toma para que no lleguen á sus oidos cosas que nos hagan decaer de su concepto, como hijas tal vez del interés, de la ambicion, y de un vano bien parecer, pueden parar en formalidades meramente exteriores, en unas violencias pasage-[1046]ras que se hacen al espíritu por poco tiempo, y mientras nos importan; pero que tal vez contribuyen ó influyen poco en su interior verdadera y formal reformacion: la prueba es, que su ausencia, ó quando no tememos que llegue á su noticia, hablamos, pensamos y nos portamos de muy distinto modo.

Pero mucho mas sólidos, y mas permanentes son los efectos del trato familiar de los iguales. Puestos los hombres fuera de las circunstancias del interés, y de la ambicion, se manifiestan á los iguales tales como ellos en sí son: ponen al descubierto toda su alma. La lengua solo dice lo que siente el corazon, y el corazon nada siente que no explique por la lengua: se tienen por cosa vergonzosisima los embozos y disimulos, y el hombre, en una palabra, no se vale de ellos, porque no tiene necesidad. Esto que pasa respecto de los unos; pasa [1047] tambien respecto de los otros. De ahi es, que todos se consideran con derecho de contradecir, impugnar y contextar impune y libremente entre sí aquellos sentimientos y expresiones que son menos arreglados, y menos conformes á la razon, y á un justo modo de pensar: no hay cosa que no se repare, y no se critique: juegan aqui todos los muelles de la sátira, y la modesta burla, y muy rara será la vez que no triunfen. De manera, que será dificil que un hombre de entendimiento que se da al trato de sus iguales, siendo estos juiciosos é ilustrados, no llegue á acostumbrar su corazon á la moderacion, y su entendimiento á la rectitud. El alma racional, como la cera, recibe con facilidad impresiones. ¡Dichosos los hombres á quienes se proporcionan amigos sincéros e ilustrados! Pero un hombre colocado en alta dignidad, rodeado de [1048] subditos y dependientes, está muy lexos de gozar de estos beneficios del trato humano: desenfrenense sus pasiones como quiera, discurra, piense y proyecte como se le antoje, nadie tiene que le ataje, nadie que le amoneste: el trato que tiene con los demas hombres, le es las mas veces mas perjudicial, que provechoso, pues llenos del interes y de la ambicion, no sirven acaso sino para confirmarle en sus ideas. Y si alguna vez no se conforman con ellas, lo explican tan cobardemente, y hacen tales retiradas, que dan lugar á pensar al superior que camina bien fundado, y que triunfó de sus razones.

O estos Señores creen que lo que proyectan, ó piensan es justo y razonable, aunque en la realidad no lo sea; ó lo abrazan con conocimiento de lo injusto, é irrazonable, ó á lo menos con remordimiento, ó duda de que lo sea; pe-[1049]ro siempre procurando cubrirlo con algun pretexto especioso, y bien parecido. En ambos casos son dignos de compasion. En el primero porque, supuesta su buena intencion, no hallan quien los desengañe del error. En el segundo, no necesitan á la verdad, quien les haga ver lo irrazonable de su proyecto, porque ellos lo conocen ya; pero necesitaban quien les hiciese ver que aquel pretexto, ó motivo que discurrieron para cubrir su proyecto, y deslumbrar, ó contentar al Pueblo, no se verifica, no tiene efecto; porque todos están desengañados y ciertos de que son otras las miras y otras las intenciones.

Los hombres por mas que se eleven sobre los demas hombres jamas dexarán de ser hombres: por tanto nunca dexarán de ser zelosos de la buena fama, y del buen nombre. Por eso freqüentemente, aun los mismos grandes Señores se [1050] creen muchas veces precisados á disculparse, y á dar satisfaccion de aquellas acciones por las que creen vulnerado su credito, ó en peligro de ello: en conversaciones pribadas, y por medio de apasionados lo executan con gran cuidado. La misma pasion que los arrastra á hacer lo que no deben, los ciega para persuadirse que el motivo quedan para satisfacer al Pueblo es suficiente y aproposito para este fin que se proponen. ¿Pero quiénes han de ser los que tengan valor de desengañar asi á estos Señores? Nadie. Todos estan empeñados en adularlos y complacerles. Todos: y sugetos que no teniendo ya mas que desear para sí, lo procuran para sus Amigos ó conocidos. La sola entrada con estos Señores, el hacer creer que valen algo, es ya para ellos una completa satisfaccion. ¿Y se puede esperar que reciba desengaños el Mundo de hombres que [1051] asi piensan? Es cosa que admira los servidores de todas clases, y de todos estados que cuenta la adulacion asalariados por el interés y la ambicion; á ellos sacrifican sus luces y entregan el corazon.

¿Pero estos Señores serian solamente infelices porque su misma elevacion impide que les entren las luces que necesitan para obrar bien? Tambien lo son, porque estos mismos que les niegan los desengaños en la ocasion, en su ausencia los mormuran, los roen y despedazan: ellos son el espectaculo de las gentes: todos los observan, todos los reparan. A la manera que un Pintor no da ojeada al original que no la copie en el retrato que forma, de la misma suerte estos Espectadores nada observan en los grandes Señores que no lo recojan atentamente. Por mas elevado que ande el sol sobre la tierra, qualquiera defecto que padez-[1052]ca, una sola nuvecilla que se interponga entre él y nosotros, basta para obscurecer su luz: al instante se observa su defecto. Este mismo trabajo padecen los grandes, sus faltas al instante son observadas de todos. ¡Quanto se dice de ellos, quanto se critica, quanto se murmura! ¡Que retratos, que imagenes tan vivas, se forman de sus pasiones, de sus ignorancias, de sus omisiones &c.! Entre tanto que ellos viven adormecidos en medio de los honores y de los obsequios, los demas vigilan sobre su gobierno, sobre su conducta y porte: algunos defectos de que no se hace aprecio entre particulares; en ellos se hacen notables: se les acrimina: corren las noticias de hombre á hombre, de Pueblo á Pueblo, de Provincia á Provincia, y de Nacion á Nacion.

Y veis aqui mancillado el credito y reputacion de un Personage. [1053] Su Exemplo ya no mueve, sus palabras perdieron su eficacia, sus amonestaciones parecen hipocresias, y todo cumplimiento de su obligacion pasatiempo. Todo esto pasa con aceleracion á la posterioridad. En los Tribunales, en los Archivos, y en las papeleras de los Particulares se conservan de un año á otro, de un siglo á otro, estas memorias: sus mismos Parientes, sus mismas hechuras son unos monumentos eternos de su mal nombre: en ellos se conservan sin quererlo los vestigios de lo pasado: quanto mas ellos se estienden, quanto mas se engrandezcan, tanto mas aborrecible dura la memoria de su bienhechor, ó su Pariente. Los elogios y las bendiciones que la posteridad solo tributa al verdadero merito, á la virtud y al ChristianoHeroismo que es en la tierra el unico premio de la buena memoria de los sugetos colocados en [1054] alta dignidad, se convierten en . . . . . permitame Vm. que lo calle Señor Censor: horroriza el pensarlo, quanto mas el decirlo. ◀Nível 4

¡Estos Señores podrán mirar con indiferencia esta mala versacion de su fama! ¿Si hubiera hombres que interrumpieran por algun poco tiempo el deslumbramiento que rebate en sus ojos el esplendor de la Dignidad, no verian con claridad una posteridad tan obscura? En efecto no los hay. Por eso decia yo que para un hombre de juicio es poco envidiable la suerte de los grandes. Queda de Vm. &c.” ◀Carta/Carta ao editor ◀Nível 3 ◀Nível 2 ◀Nível 1