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Cita bibliográfica: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso CXIII", en: El Censor, Vol.6\113 (1786), pp. 841-868, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.518 [consultado el: ].


[841] Nivel 1►

Discurso CXIII

Cita/Lema► Nitor in adversum: nec me, qui caetera, vincit
Impetus . . . . . 

Ovid. Metam. L. II. v. 72.

No me dexo arrastrar de la corriente. ◀Cita/Lema

Nivel 2► Metatextualidad► En mi Discurso CX que publiqué tres semanas ha, me incliné, lo confieso, á defender á Mr. Masson; y no hubo de costarme poco el reprimirme, y no soltar los diques de mi colera contra nuestros Apologistas. Permanecia todavia en el error de que no habiamos contribuido en [842] muchisimo al adelantamiento de todas las ciencias y las artes: y tenia por sumamente perjudiciales tantas apologías como hoy se escriben, fundado en las razones que habia expuesto al Público en mi Discurso LXXXI en el qual á pesar de lo breve que es me hacia creer mi vanidad que en asunto de apologías habia dicho quanto es posible decirse. ◀Metatextualidad

Relato general► Es cierto que aun ahora no las tengo por la cosa mas util del mundo; pero lexos de mí la terquedad en sostener ningun error que yo conozca. La preciosa respuesta del Señor Abate Denina á la escandalosa pregunta del Enciclopedista Francés acaba de abrirme los ojos. Dos horas habia no cabales que habia llegado á mis manos traducida al castellano é impresa en Cadiz: aun no la habia acabado de leer toda; quando repentinamente conozco mi ceguedad. Mi suma ceguedad, digo, porque ciertamente era menester estar sumamente ciego para no ha-[843]ber visto antes lo que ahora veo. Me persuado enteramente á que á ninguna Nacion, á ninguna de quantas cobija el Cielo, debe la Europa y las ciencias todas y artes que en ella florecen, tanto, ni con mucho, como á la España y á los Españoles. ◀Relato general

Nivel 3► Satire► Pero no confundamos nada: es menester distinguir. Hay ciencias; y hay ciencias: hay artes; y hay artes: y hay modos de contribuir; y modos de contribuir.

En primer lugar si se habla de esas ciencias y esas artes, que sirven meramente á la gloria de una Nacion, ó á la mera utilidad temporal suya, ó quando mas al conocimiento de la verdadera religion, de sus dogmas, de su moral, del espiritu de la Iglesia y del Evangelio &c.: si se habla de unas tales ciencias y artes, digo, que es certisimo que ellas nos deben muy poco ó nada. Ni necesitamos para nuestra verdadera gloria de atribuirnos lo que de ningun [844] modo nos pertenece. Porque pensar que hemos tenido tantos y tan excelentes matemáticos, asi en las matemáticas puras, como en todos los ramos de las mixtas: tantos y tan excelentes filosofos en filosofia racional, moral y fisica; y particularmente en aquel ramo de la segunda, que tiene por objeto el conocimiento de lo bello: tantos y tan excelentes teologos y jurisconsultos naturales, y aun interpretes del derecho romano: tantos y tan excelentes políticos y economistas: tantos y tan excelentes teologos polemicos, escriturarios: tantos y tan excelentes historiadores, eclesiásticos particularmente: tantos y tan excelentes escritores de disciplina eclesiástica: tantos y tan excelentes críticos, que tantos y tan excelentes descubrimientos han hecho: tantos y tan excelentes oradores asi sagrados como profanos: tantos y tan excelentes poetas epicos, dramaticos, líricos: finalmente tantos y tan exce-[845]lentes artífices prácticos, como en todas ó en cada una de las demás Naciones de Europa; pensar esto, digo, es pensar un disparate: es haber perdido el sentido comun: es ignorar con una suprema necedad y estupidez qué cosa son ciencias y qué cosas son artes: es no saber que hay muchas de estas y especialmente de aquellas cuyos nombres son casi ó sin casi desconocidos enteramente en España. Y estampar en libros lo contrario: estampar que Descartes fue un plagiario de un Autor Español: que Bourdaloue, Massillon, Flechier &c. han sacado sus oraciones de nuestros oradores; y cosas á estas semejantes; es un atrevimiento sin segundo: un descaro, una impudencia sin igual: es mentirle en sus propias barbas á la Nacion: y es finalmente la mayor prueba de nuestra ignorancia en estas artes y ciencias el que semejantes libros tengan alguna aceptacion, y el que ellos y sus autores no sean [846] silvados públicamente.

Por otra parte: ¿qué tiene que ver con la igualdad ó superioridad que se nos pretende atribuir en estas ciencias y estas artes aun las prácticas el que hayamos tenido estas ó las otras obras pertenecientes á alguna de ellas, ó sea á todas, comparables á las buenas obras extrangeras en el mismo genero? ¿No es constante que si se exceptúa el D. Quixote de Cervantes no tenemos quizá ninguna que pueda ser comparable y mucho menos superior á las obras excelentes de otras Naciones? ¿Qué tiene que ver con esta pretendida igualdad ó superioridad el que muchas de estas ciencias y artes, ó todas ellas floreciesen entre los Romanos y los Árabes Españoles ? Por la misma razon se podria probar tan ridículamente, que los Turcos que hoy habitan la Grecia son superiores á todas las Naciones del Universo. Hayanse inventado muy enhorabuena [847] entre nosotros algunas de estas ciencias y artes, y si asi se quiere, todas: tanto peor para nosotros, porque si esto es verdad, tan lexos está de contribuir á nuestra gloria, que antes bien no sé de qué otro argumento se podria concluir mas invenciblemente nuestra ignominia, ni qué otra cosa podria ceder en mayor vituperio nuestro; pues habiendo nacido entre nosotros estas ciencias y estas artes, las hemos dexado perder al mismo tiempo que se han sabido aprovechar las demás Naciones de nuestros propios descubrimientos, y han sabido perfeccionarlos. Lo mismo digo de los excelentes Autores nuestros de que los Extranjeros han sabido aprovecharse, y nosotros no. Por el contrario, en todas nuestras Universidades y en casi todas sus cátedras se lee y se enseña hoy por Autores extrangeros: y todos los dias no cesamos de traducirlos.

Hé aqui á qué vienen á redu-[848]cirse todos los ridículos argumentos de nuestros Apologistas. Y si es que tan solo intentan persuadirnos con ellos que la España no es una Provincia separada enteramente del Mundo literario, y sin relacion alguna con él: hasta ahora ningun Extrangero ha pensado igual disparate, ni nos ha confundido con los Africanos ó Asiáticos: sí bien es cierto que apenas hacen mencion de nosotros en sus libros sino quando se trata de nuestras piastras. Tampoco creo nos negará la capacidad y el talento para sobresalir en toda suerte de estas artes y estas ciencias (si por ventura es esto lo que se pretende persuadirnos) porque el negarnoslo se queda para muchos de nuestros propios Españoles.

Confesemos pues sencillamente nuestra ignorancia y poco adelantamiento en ellas; que nada por ello hemos de perder. Contentemonos con haber contribuido del modo que des-[849]pues diré á los progresos que han hecho en las demás Naciones: y sobre todo contentemonos con que si estas ciencias y estas artes no han florecido entre nosotros; para eso hemos cultivado y han florecido como en ninguna otra parte otras ciencias y otras artes, que ciertamente merecen solas el nombre de sólidas y verdaderas: como lo voy á probar.

Aquellas serán verdaderas y sólidas artes y ciencias que mas contribuyan á nuestra verdadera y sólida felicidad, que es el fin de todos nuestros estudios, de todos nuestros deseos, de todas nuestras acciones. No hay otra felicidad mas verdadera ni mas sólida, que la perdurable y eterna de la otra vida: ni ninguna ciencia ni arte contribuirá mas á que la consigamos, que aquella que nos proporcione excelentes medios de conseguirla. Tales son sin duda ó pueden ser el abatimiento, la ignominia, la debilidad, la hambre, la desnudez, y [850] todos los demás trabajos de este mundo, que podemos incluirlos todos baxo el nombre de pobreza, la qual efectivamente es su verdadera causa. Luego aquellas serán las verdaderas, las sólidas artes y ciencias que contribuyan mas á la pobreza de una Nacion; ó de todos ó el mayor numero de los individuos que la componen, que es lo mismo.

Por la razon contraria se prueba que ó no son verdaderas ó sólidas ciencias y artes; ó que lo son mucho menos aquellas que contribuyen al engrandecimiento, á la gloria, al poder, á la fortaleza, á la abundancia de lo necesario para comer y vestir, y á todas las demás prosperidades de este mundo que se pueden incluir baxo el nombre de riqueza, la qual efectivamente es su verdadera causa. Luego aquellas serán falsas y futiles ciencias y artes, ó á lo menos no tan verdaderas ni tan sólidas, que ó contribuyen á la riqueza de un Estado, [851] ó si contribuyen á otros medios de conseguir la eterna felicidad, no contribuyen á la santa pobreza pública que comprehende sin duda los mas excelentes de todos.

Mas: la ignorancia y los errores comunes de un pueblo son la causa de esta pobreza pública, la qual aumenta tambien estos mismos errores é ignorancia; luego aquellas serán verdaderas y sólidas ciencias que mas contribuyen á la ignorancia, y á los errores comunes. Y recíprocamente aquellas lo serán menos, o serán falsas y futiles, que contribuyan á la ilustracion de un pueblo, y á desterrar de él los errores; lo qual le proporciona tambien el mayor aumento de sus riquezas.

Por esta ultima razon se prueba asimismo que ninguna otra Nacion ha contribuido mas que nosotros á los progresos que han hecho en la Europa esas artes y esas ciencias menos sólidas y verdaderas. Porque si es [852] constante que no pueden dexar estas de nacer, de crecer, de perfeccionarse, y aun inventarse de nuevo en aquellos pueblos en donde nace, crece y se aumenta la riqueza; tambien lo es que ningunos pueblos como los nuestros han contribuido mas á enriquecer los otros pueblos europeos, empobreciendonos á nosotros mismos.

Han florecido pues las verdaderas ciencias y artes entre nosotros como en ninguna parte de Europa. Porque en ninguna parte ha florecido esta cierta teología, esta cierta moral, esta cierta jurisprudencia civil y canónica, y esta cierta política que nos ha proporcionado nuestra pobreza é ignorancia, ó nuestra ignorancia y pobreza, que tanto contribuye para la verdadera felicidad. Y hemos, contribuido mucho mas, aunque indirectamente, que ninguna otra Nacion por el mismo medio de nuestra pobreza, efecto de nuestra ignoran-[853]cia, y esta efecto del cultivo de estas ciencias que acabé de nombrar, y del abandono de las otras; á los progresos de las menos sólidas y verdaderas: tales como son las matemáticas, la filosofia, las ciencias eclesiásticas de que hablé, &c. &c.

Nivel 4► En efecto asi parece que hemos pensado siempre, ó á lo menos siempre lo hemos hecho como si pensasemos asi. Para no hablar sino de tres siglos á esta parte, apenas acababamos de salir de la esclavitud feudal, y apenas se hubo fundado por el Católico Fernando esta grande Monarquía capaz de hacer sombra ó de dar zelos á las mas poderosas de la Europa; quando se sembraron con ella las semillas de nuestra ignorancia, y de nuestra pobreza futuras, que tan felizmente fueron brotando en lo sucesivo, echando raices profundas, extendiendo diversos ramos, y dando copiosos frutos. Sin embargo desde aquel reynado hasta el de Felipe II [854] permanecimos al nivel de las de Naciones en punto á literatura y bellas artes; y hubo entre nosotros tan buenos humanistas, tan buenos oradores y poetas, tan buenos escultores, pintores y arquitectos como en qualquiera parte de Europa. Demás de esto nuestro nombre era en aquella época temido ó respetado de todo el mundo: nuestra lengua era de moda, y se habia hecho como ahora la francesa casi comun en la Europa toda y la extension de nuestros paises, asi dentro como fuera de ella era inmensa. Pero como habiamos conocido en tiempo la vanidad de la gloria, y del poder de este mundo, tuvimos muy gran cuidado, por lo que mira á aquellas ciencias, que tiene una conexion inmediata con la felicidad mundana de un Estado, ó con la remocion de los obstáculos que se le oponen, de ahogarlas en su nacimiento, y de perseguir á todo el que despuntaba en ellas.

[855] Pudiera referir aqui muchos exemplares de estas justas persecuciones; pero quiero perdonar á la memoria de varones por otros mil capitulos muy respetables. Observemos solamente que por este saludable medio se atajó dichosamente el que otros tomasen su exemplo, y se extendiese é hiciese comun su doctrina. Por lo que mira á las artes prácticas, ya el mismo Señor Denina confiesa, que los Españoles del siglo de Felipe II no dieron á la Europa tantas vagatelas, tantas caxas cinceladas, tantos diges, tanta variedad de estofas como dieron y han dado despues los Franceses: los quales han llenado la Europa de chucherias; y la han hecho tributaria de París.

Conociamos tambien que dos causas muy poderosas nos ponian en la urgente tentacion de ser ricos y ser sabios; y que para impedir lo uno y lo otro, era forzoso tomar las mas ajustadas y medidas providencias, aun [856] quando fuesen contrarias á las leyes naturales y positivas; desconocidas en lo antiguo, y poco ó nada practicadas en el resto del Universo; porque segun el axioma vulgar, la necesidad carece de ley.

Era la primera de estas causas la altaneria de nuestro genio ó carácter naturalmente elevado, impaciente del abatimiento, amante de la gloria, y que sin duda pondria en exercicio este talento tan universal ciertamente, que está un hombre tentado á creer, que si en otra qualquiera Nacion de las que hoy pasan por cultas, sabias é industriosas hubiesen existido los impedimentos que en esta para aprender toda suerte de esas ciencias y esas artes, no se distinguiria ahora de los Cafres, ó de los Hotentotes.

La segunda causa era el habernos colocado la Providencia sin duda por los pecados de nuestros padres, en medio á medio de la templada zona: sobre un suelo el mas fertil del Univer-[857]so si fuese cultivado, que produce además de todo lo necesario al hombre aquellos preciosos frutos que se escasean en otras partes, y aun los que ni produce el Norte, ni produce el Mediodia: en una península cerrada casi á las incursiones de enemigos extrangeros, y con excelentisimos puertos al uno y al otro mar. ¡Qué tentacion esta tan fuerte para que fomentando nuestra agricultura, y la cria de nuestras primeras materias tan apetecidas de otras Naciones, y que podriamos labrar á menos costa; qué terrible tentacion, repito, para que no contentos con un gran comercio interior que nos seria muy facil, se nos pusiese en la cabeza hacerlo tambien exterior, mayormente quando teniamos ya dado pruebas de ser los mayores navegantes del Universo, y desbancando á todas las Naciones en todos los mercados del mundo, nos viesemos sumergidos en aquel abismo de males que traerian consigo riquezas [858] tan excesivas!

Fueronse pues tomando poco á poco las mas eficaces providencias para abatir la altaneria de nuestro genio, para desnaturalizar nuestro carácter, para disipar nuestra gloria, para ahuyentar de entre nosotros esas artes, y esas ciencias que inflan ó llenan de vanidad, y que podrian hacernos prosperar en este valle de lagrimas y miserias, para abrazar una sencilla ignorancia, para inutilizar todos los prodigiosos medios de ser ricos, para que jamás hubiese entre nosotros agricultura, industria, comercio, fuentes ponzoñosas de las públicas riquezas, y para hacernos en fin profesar, si pudiese ser, eternamente una pobreza santa.

Tuvieron tan felíz éxito nuestros deseos, y conatos que ya en tiempo de Felipe III no se sostenia esta Monarquía sino en fuerza de su reputacion pasada, como sucede al Mercader que habiendo perdido casi todos [859] sus caudales se mantiene sin quebrar en fuerza de su credito: y nuestra ignorancia fue creciendo hasta tal punto, que el mismo Señor Denina sin duda hace alusion á este tiempo quando á la pagina 61 dice: no se puede negar que la España de algun tiempo á esta parte no se haya casi desaparecido del teatro de las ciencias y las artes.

Aun no pararon aqui nuestras felices miserias. A fines del SigloXVII. en el reynado de Carlos II llegamos á no tener ya ningunas artes, ningun comercio, casi ninguna agricultura, ninguna marina, poca ni mucha, ningun exército grande ni chico; y no se sostuvo ya la Monarquía sino por una especie de milagro.

Es cierto que no permanecimos largo tiempo, ni á la verdad podiamos permanecer en un estado tan dichoso. A principios del presente siglo se sienta en el Trono de la España un Principe Francés, que infecto sin du-[860]da de las opiniones ultramontanas, ó llamense transpirenaicas, concibe el proyecto de introducir en su Reyno las ciencias, las artes de otras Naciones, la industria, el comercio, y con ellas la felicidad seductora de este mundo. Con estas miras funda Academias, y hace otros varios establecimientos. Pero como por nuestra fortuna no se arrancó de raíz ninguno de los impedimentos que de largo tiempo les habiamos opuesto, y estaban tan bien cimentados en nuestra profunda ignorancia, no fue mucho lo que pudo adelantar ni él ni su hijo Fernando VI, que llevó adelante el mismo intento. Y aunque pusieron esta Monarquía en un estado sumamente diferente, y que no cabe en la comparacion de aquel en que la encontraron, mas fue esto debido á la cesacion de las continuas guerras anteriores, y de otras calamidades pasageras, y no perpetuas y estables.

Despues de mediado este mismo [861] siglo sube al Trono otro hijo de aquel Monarca con el nombre de Carlos III. que llevando tambien adelante el mismo proyecto de su padre, y de su hermano, lo extiende hasta derribar algunos de estos obstáculos: crecen muy considerablemente, y como nunca hasta entonces las falsas luces, y la agricultura, y el comercio reciben muchos aumentos: la marina, y el exército se ponen en un pie muy respetable: sus Ministros son poseídos de un barbaro zelo por esta desdichada felicidad pública, y este espiritu que llaman patriotico se apodera de una buena parte de la Nacion. Todo en una palabra nos amenazaba una renovacion total de cosas.

Pero consolemonos, que aun permanecen en pie los principales obstáculos. Nuestra pobreza y nuestra ignorancia nunca han ido á menos: es verdad. Pero consolemonos con que mientras esta sea comun no hay que temer esfuerzos del Gobierno [862] para arrancarlos y hacernos prosperar. Consolemonos con que mientras haya Apologistas, ellos mantendran esta ignorancia, y la harán aun mas comun de lo que es. Consolemonos con que nuestra riqueza no ha llegado todavia á ser tan grande, que tengamos lo suficiente para comer y vestir. Aun necesitamos para nuestro preciso alimento, que nos subministre el Extrangero un año con otro de 8003 á un millon de fanegas de trigo. Necesitamos de garvanzos, de judias, y otras legumbres y granos. Necesitamos de carne: necesitamos de tocino para media España: necesitamos de todo el pescado que consumimos á excepcion del fresco: necesitamos principalmente de huevos que vienen á venderse desde Bearne hasta en la plaza de Madrid, y surten á todo Aragon. Y para nuestro alimento no preciso necesitamos de otros mil artículos, y hasta de azucar y cacao. Para nuestro preciso [863] vestir necesitamos casi de todo: pues sin hablar de los generos de luxo, apenas se encontrará un mendígo el mas roto ó mas desnudo, que no lleve sobre sí alguna cosa que le haya subministrado el Extrangero. Además de lo que necesitamos para comer y vestir; necesitamos asimismo de otros considerables artículos que nos han de venir de fuera: como cañamo, arboladura, jarcia, &c. y nos vienen tambien otras mil cosas de que no necesitamos; como muebles de casas, polvos, bastones, juguetes para niños &c. &c. Y todo esto lo hemos de pagar á peso de oro y plata, á excepcion de una corta cantidad que pagamos con nuestras primeras materias; y algunos frutos preciosos de que con tan verdadero provecho nuestro nos privamos. ◀Nivel 4

Este es nuestro actual estado: pero consolemonos y confiemos en nuestros Apologistas. Ellos nos harán creer que somos la Nacion mas ri-[864]ca y poderosa del Universo, y aun que hemos llegado á los ultimos extremos de la felicidad temporal; y adormeciendonos sobre nuestros males, que por ser de este mundo no son sino verdaderos bienes; y manteniendonos en nuestra ignorancia, que es el unico muro que nos defiende de la riqueza y prosperidad: la ignorancia aumentará los males; y los males fortalecerán mas y mas la ignorancia.

Pregunte ahora Mr. Masson: ¿Qué es lo que se debe á la España? ¿Y de dos, de quatro, de diez siglos á esta parte qué ha hecho ella por la Europa? Porque si esto es decir meramente que no hemos contribuido en nada al adelantamiento de las ciencias y las artes: es certisimo lo 1.º que nadie como nosotros ha contribuido á los grandes progresos de nuestra teología, de nuestra moral, de nuestra jurisprudencia civil y canónica, y de nuestra política; y esto [865] derechamente: lo 2.º que nadie como nosotros ha contribuido indirectamente, es decir, del unico modo que nos ha sido posible, á los progresos que las otras ciencias y artes han hecho en las demás Naciones enriqueciendolas á ellas, pues seguro está que las hubieran adelantado si hubieran sido tan pobres como nosotros. No he hablado sino de tres siglos á esta parte, porque aseguro ingenuamente, que no estoy, muy versado en la historia literaria: he gastado mas tiempo en adquirir las pocas letras que tengo, que en saber la historia de ellas; he pensado, he observado mas que he leído. Consulte Mr. Masson al Señor Abate Denina, y sino al Señor Abate Cabanilles (que en París le tiene) y le darán razon de lo demás. Lea la respuesta del primero á su pregunta; y quedará tan convencido como yo.

Si el sentido de esta es, que en ninguna otra cosa hemos sido utiles [866] á las demás Naciones: es una mentira intolerable: pues segun lo dicho, y segun la evidencia, no solo no hemos sido como quiera utiles, sino que hemos hecho su riqueza á costa de nuestra pobreza: hemos hecho su poder á costa de nuestra debilidad; hemos hecho su gloria á costa de nuestra ignominia. Porque si nosotros hubiesemos adelantado esas otras ciencias y artes, no se diria, ya se vé, que ellas las habian adelantado. Si nosotros fuesemos mas poderosos, precisamente habian de ser ellas mas débiles; y principalisimamente si nosotros fuesemos mas ricos serian ellas mas pobres. Nos hemos sacrificado enteramente á su bien. Porque si, como el Señor Abate Denina asegura no hemos dexado perder aquella miel tan saludable y unica en Europa; Si no hemos cesado de cultivar el cacao, y el azucar, habrá sido mas que para endulzarnos á nosotros, que de ello teniamos mayor necesidad, para en-[867]dulzarlas á ellas.

Sic vos non vobis mellificatis apes.

Y lo mismo digo de los delicados frutos de nuestras viñas, que no hemos dexado perecer. Lo mismo aun de nuestro precioso acyete, y otros frutos exquisitos de nuestras Costas meridionales, que abundan quizá mas en otra parte que en España donde nacen.

Si no hemos dexado degenerar nuestras ovejas es para que se aprovechen de sus finisimas lanas las demás Naciones, que no nos las pagan sino con una muy corta porcion de ellas que nos vuelven labradas.

Sic vos nos vobis vellera fertis oves.

Lo mismo digo de otras excelentes primeras materias nuestras.

Si volamos mas allá de los mares, y expatriados de nuestro suelo vamos á buscar nuevos domicilios en la América, no es sino para criar alli tantos preciosisimos simples de que casi ellas solas se aprovechan.

[868] Sic vos non vobis nidificatis aves.

Si en fin hemos labrado nuestras minas; si extrahemos de ellas á costa de infinita sangre humana el oro y plata, no es sino para enriquecer á todo el mundo, y empobrecernos á nosotros.

Sic vos non vobis fertis aratra boves. ◀Satire ◀Nivel 3 ◀Nivel 2 ◀Nivel 1