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Référence bibliographique: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Éd.): "Discurso CX", dans: El Censor, Vol.5\110 (1786), pp. 775-794, édité dans: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Éd.): Les "Spectators" dans le contexte international. Édition numérique, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.516 [consulté le: ].


[775] Niveau 1►

Discurso CX

Citation/Devise►  . . . . . Sapientia prima
Stultitia caruisse. . . . . 

Horat. Lib. I. Epist. I. v. 41.

Sabio principalmente ha de llamarse
Al que del necio error supo librarse. ◀Citation/Devise

Niveau 2► No tiene duda que Mr. Masson ha estampado muchos disparates en su artículo de la nueva Encyclopedia que habla de España. Pero á Mr. Masson le ha sucedido lo que sucede á todos los hombres. Ha juzgado de lo que no veía por lo que veía: de los efectos ha colegido las causas, ó por mejor de-[776]cir, no viendo aquellos ha negado estas; y si bien ha precipitado su juicio en muchas cosas, no se puede dudar que por mas que hubiese examinado, por mas que hubiese leído, nunca ni su juicio, ni el de otro qualquiera podria sernos muy ventajoso en comparacion del que se formase acerca de las demás Naciones ilustradas de la Europa. Niveau 3► Récit général► Supongamos que en una de esas de Africa estuviesen las ciencias y artes en un grado superior ó igual á el en que se hallan entre nosotros: á pesar de ello ¿qué juicio podriamos formar de los tales Africanos? ¿Por que libros, por que obras, por que monumentos habiamos de reglar nuestro juicio para que este correspondiese á la realidad? ¿Por que efectos, en una palabra, podriamos venir en conocimiento de su oculta sabiduría? Seguramente que ninguno nos tendria por temerarios en creerlos, aun en esta suposicion, tan barbaros como en el dia los creemos. Sería á la ver-[777]dad pedirnos demasiado el que ó hubiesemos de callar y suspender nuestro juicio, ó nos hubiesemos de transportar allá para averiguar una cosa de la que no teniamos indicio alguno, y la qual averiguada de nadie sería creída. ◀Récit général ◀Niveau 3

No es mi animo defender á Mr. Masson; porque no tengo por menos inutil su impugnacion que su defensa. ¿Que nos importa que él, ni todas las Naciones del Universo crean de nosotros con razon ó sin ella lo que quieran, ó lo que se les antoje? Verdaderamente que lo que solo nos importa es ser ricos, ser poderosos, ser ilustrados: que florezcan entre nosotros las ciencias, las artes, la justicia, y todas las demás virtudes; y diga todo el mundo lo que le diere la gana.

Estoy asimismo muy lexos de creer, que nos hallemos respecto de las otras Naciones de Europa en el mismo caso que se hallan respecto á [778] nosotros los Africanos, ú otros Pueblos á quienes honramos con el título de barbaros. Pero lo que me parece sin duda es, que aunque Mr. Masson hubiese vivido toda su vida entre nosotros; si habia de juzgar acerca de nuestra ilustracion por lo que viese, oyese, y leyese, no podria haber formado otro juicio, ni tenemos por iguales á las Naciones ilustradas Europeas. Yo mismo (confieso mi pecado, si no obstante es pecado creer un hombre con arreglo á lo que le persuade quanto vé, y quanto palpa) yo mismo no lo tenia formado muy ventajoso.

Niveau 3► Sin embargo ¿quién podria creer que haya yo llegado ahora á conocer, que Mr. Masson y yo nos engañabamos en gran manera? Nuestra ilustracion es ciertamente mucho mayor de lo que él cree, y yo creía. La verdadera ciencia, que apenas consiste en otra cosa, que en el conocimiento de los errores, es hoy seguramente [779] mucho mas comun entre nosotros de lo que me parece pueden imaginar aun nuestros mismos apologistas. Mi cargo de Censor me ha proporcionado el descubrimiento de este importante secreto, que tanto debe consolarnos. De suerte que ningun otro escritor que yo, se hallaria en estado de hacer una justa apología de nuestra Nacion. No á la verdad, porque mis conocimientos sean mas extensos que los de otro qualquiera, sinó porque son tantas las cartas que de poco tiempo á esta parte he recibido de Madrid, y de casi todas las Provincias, que su publicacion sola sería muy suficiente para hacer ver que nuestros adelantamientos son mucho mayores de lo que podia esperarse, á juzgar por lo que se oye y se imprime. En todas estas cartas se piensa con exâctitud, en todas se descubren y se combaten errores de toda especie, que nos deshonran porque se cree no los conocemos; en todas dan muestras [780] sus autores de poseer mas vastos conocimientos; y en todas principalmente se manifiestan asimismo llenos de un ardiente zelo por la prosperidad y la gloria de nuestra Patria. Ninguna otra causa que esta puede impelerles á escribirme. No su propia gloria ó su vanidad; porque casi todos no solo ocultan sus nombres, sino que no pueden ignorar que por la mayor parte sus cartas no pueden ser dadas á luz. No el temor, ni la esperanza de algun mal ó de algun bien; porque fuera de que yo no soy persona de quien nadie tenga que esperar ni que temer nada, me son todos enteramente desconocidos. No finalmente puede por las mismas razones moverles á escribirme ninguna otra suerte de interés particular. De suerte que como por otra parte se manifiesta bien por sus expresiones, no creo tengan otro objeto para hacerlo, que el desahogo de su zelo, y del dolor que sin duda les causa el te-[781]ner que reprimirlo y aun sufocarlo.

Asi que pareceme á mí que á la hora que faltasen las causas que á esto los obligan, no podria menos de extenderse repentinamente la luz á toda ó á la mayor parte de la Nacion, como se extiende el fuego cuya comunicacion no se procura impedir: creceria, se aumentaria en muchos grados, y cada vez mas; y si no llegasemos á sobrepujar en breve, nos igualariamos por lo menos á las Naciones mas sabias. Los errores comunes, fuentes de nuestro abatimiento y nuestra pobreza: esos errores que inutilizarán, como han inutilizado hasta aqui, todos los desvelos de nuestro Gobierno, pues que contra el comun error no tiene poder ninguno la legislacion mas prudente y sabia; ó se disiparian del todo, ó se disminuirian hasta no tener fuerza alguna. Al mismo paso que se extirpaban nuestras preocupaciones, crecerian nuestra agricultura, nuestras artes, y nuestro comercio, para [782] cuyo decaimiento no puede señalarse ninguna causa fisica, ni moral en nuestro clima, ni en nuestro carácter, que seguramente les son por el contrario sin comparacion mas favorables que los climas y caracteres de otras Naciones donde no obstante hoy florecen. Con nuestras riquezas nacerian, ó se perficionarian aquellas artes y ciencias, que mas que á la utilidad pertenecen al adorno de un Estado.

Sí; sin duda. A la hora que cesasen las causas que impiden la comunicacion, y la extension de las luces; hé nos aquí en aquel mismo punto llegados al colmo de nuestra dicha. Porque ciertamente es muy corto el espacio que media entre la deposicion del error y el conocimiento de la verdad. Mas que el que se nos enseñe esta, necesitamos todos los hombres el que, por decirlo asi, se nos desenseñe aquel. Déseme una Nacion qualquiera que sea, libre preocu-[783]paciones y errores facticios, como los llama Mr. Ennous; y se verá al mismo paso nacer y crecer de suyo, y sin mas fomento ni proteccion del Gobierno todas las ciencias exâctas y verdaderamente utiles hasta llegar á su perfeccion. Lo mismo digo de la miseria y de la prosperidad, de la debilidad y la fuerza pública. Déseme un Pueblo, en que los errores y preocupaciones comunes no hayan dispuesto las cosas de manera que sirvan de impedimento para que las ganancias de cada uno sean proporcionales al trabajo ó á la industria que empleáre por conseguirlas; y se verá que no solo se perficionan todas las artes liberales y mecanicas, sino que sin mas matematicas, sin mas reglas, ni mas enseñanzas se inventan cada dia nuevas, y tales, que harán maravillar la grandeza del ingenio humano.

Aqui viene muy á pelo un cuentecillo que creo vulgar; pero que no [784] obstante persuadirá quizá mas que los mejores raciocinios á aquellos de mis Lectores, que no conozcan bastantemente lo que son los hombres.

Niveau 4► Récit général► Dicese pues, que unos Novicios de cierto Convento hicieron la travesura como muchachos de quitar de la cocina unos huevos. Llevados á su quarto, no fue pequeño su embarazo quando se hallaron sin sarten, ni otra cosa en que freirlos. No obstante como ingenii largitor venter, no tardaron mucho tiempo en dar al negocio un maravilloso expediente. Encienden la lamparilla ó candil, y echado aceyte del que tenian para mantener la luz, en un papel blanco; lo calientan poniendolo sobre ella, y frien en él como en la mejor sarten sus huevos. Pero cate Vm. aqui, que no habiendo aún acabado de freirlos todos, entra el Padre Maestro de Novicios, que me los coge in fraganti. Comienza á reprehenderlos asperamente por su poca moderacion, y mu-[785]cha golosina; y manda que sin dilacion se despojen sus Caridades. Los pobrecillos, que no estudiaban Moral, no supieron disculpar mejor su exceso, que con la ordinaria disculpa de que el Diablo les habia tentado á hacer aquello. Mienten, exclamó luego que oyó esto el Diablo que se apareció alli, y que sin duda habia venido movido de curiosidad; mienten, digo, una y mil veces, y V. R. puede creerme, aunque yo soy el padre de la mentira; porque V. R. conoce que el Diablo era incapáz de inventar freir huevos al candil. ◀Récit général ◀Niveau 4

Pues ahora, si el deseo de comer unos tristes huevos enseñó á unos niños cosas que no supo el Diablo ¿qué no hará hacer, qué no hará inventar á hombres en las artes y en las ciencias el deseo natural á todos de preferirse y sobrepujar á sus semejantes, y sobresalir entre ellos, siempre que el exito pueda corresponder á su deseo? Y corresponderá siempre que no esté [786] impedido ni prohibido á cada uno aspirar á cumplirlos todos, á excepcion de aquellos que son contra el bien general de los demás. Yo no tengo por forjado el antecedente cuento con otro fin, que el de imprimir en nuestra mente estas verdades. Porque dexandonos de chanzas; lo cierto es que qualquiera que fuese el inventor de freir huevos al candil, no habia seguramente aprendido en ninguna aula de fisica, que el papel no podia quemarse; á la manera que no se quema una torcida mientras que la parte de ella que arde esté empapada en aceyte, ú otra materia que sirva de pasto al fuego. Ni tampoco habia aprendido en ninguna Sociedad Economica á hacer esta operacion con tanta economía y poco gasto como el que puede hacer por un breve tiempo la luz de un candil, y medio pliego de papel, que puede servir muchas veces. Desengañemonos de una vez, que la mejor fisica, que la [787] mejor Universidad, el mejor estudio, la mejor economía es, como la mejor medicina, dexar obrar á la naturaleza en cada hombre, y ella misma le enseñará quanto á él y á los demás les convenga. Y la mejor politica, y la legislacion mejor no es otra que la que se dirige á remover por via de hecho, y con la fuerza pública los obstaculos que se oponen á su enseñanza.

Pero el que no sabe es, dice el refran castellano, como el que no vé. Y asi como el que no vé no puede acertar en nada, asi tampoco el que no sabe. Por consiguiente importa poco que en una Nacion haya un numero de Ciudadanos por grande que sea, como seguramente le hay entre nosotros, dotados de las suficientes luces, y que sepan distinguir entre la verdad y el error, y separar lo precioso de lo vil; si no obstante el numero mayor de ellos se halla á obscuras, esto es, si la ignorancia, la [788] preocupacion y el error son mas comunes. De nada sirven las luces de los primeros sino en quanto pueden alumbrar á los segundos. Y si en lugar de colocar aquellos su luz sobre el candelero para que ilumine á todos los que están en la Nacion, se vén obligados á ocultarla baxo el medio celemin, como mas en la nuestra que en ninguna otra de las de Europa sucede, ¿habrá que maravillarse de que esta Nacion sea tenida por mas ignorante que otras, y que sienta mas que ellas los funestos efectos de los errores comunes? de los errores, digo, que son el origen de toda especie de mal.

¿Mas quál es la causa que se opone á los progresos de la luz? ¿Quál la que impide el que se comunique á todos ó al mayor numero? ¿Quál la que obliga á tantos como la tienen encendida á que la apaguen o la oculten? ¿Quál la que se opone á la enseñanza de la naturaleza, mantenien-[789]do el error que facilmeme se disiparia si pudiese comunicarse la luz, y pasar de unos en otros, aumentandose mas y mas por esta misma comunicacion? ¿Quál en fin la que por consiguiente hace nuestra deshonra en el concepto falso, aunque inculpable, del Extrangero, y nuestra infelicidad en la realidad? ¿Quál ha de ser? El vil interés de algunos pocos á quienes conviene que la ignorancia y los errores sean comunes, y que por nuestra desgracia tiene aqui mas fuerza que en ninguna otra parte. Este interés semejante á Eolo quando por favorecer á Juno echa fuera de su clausura á los vientos, que

Qua data porta ruunt & terras turbine perfiant.

asi él suscita mil espiritus turbulentos y ventosos, que aturdiendo las orejas con argumentos ridiculos y despreciables, ó mas bien con solo vanos gritos y clamores, producen un terror pánico á los entendimientos [790] flacos y débiles, y á aquellos que flutuan en aquel mar de ignorancias y de dudas á que les han conducido los malos estudios. Aun el mismo varon prudente y sabio, que pisa sobre un suelo firme, si bien conoce que todo no es sino un vano ruido, no se atreve no obstante á exponer su luz á sus soplos, no porque con ellos sean estos espiritus interesados capaces de extinguirla, sino porque no perdonarán medio alguno aun de los mas violentos é indignos para obligarle á ocultarla.

Asi es como aunque entre nosotros haya muchisimos sugetos muy sabios y muy capaces de escribir muy buenas obras, de ilustrar á los demás, de desterrar la ignorancia y el error, de adelantar todas las ciencias y las artes, y en una palabra, de hacer nuestra gloria y nuestra felicidad; ni se atreven á escribir, ni quando se atreviesen podrian hacerlo, porque el interés particular empeñado en sostener [791] el comun error del que saca un gran partido, les obligaria á callar por todos los medios imaginables. Asi es como no se ven entre nosotros mas libros buenos, y esos por la mayor parte traducidos, que los que tratan de asuntos de poquisima ó de ninguna importancia en comparacion de otros. Asi es como somos inundados de una infinidad de librejos y papeluchos que el menos malo de los efectos que pueden causar es el hacernos ridiculos y despreciables á los ojos de las Naciones cultas é ilustradas, que no sé por qué motivos nos han de tener envidia. Y asi es como el vil y maldito interés particular á pesar de todo esto intenta persuadirnos que somos tan felices é ilustrados como la Nacion que mas: al mismo tiempo que para impedir que la verdad se manifieste y comunique no se sirve de otro pretexto que el de que la Nacion no está en estado de recibirla y adoptarla, que es lo mismo que de-[792]cir, que poseída de la ignorancia y de las preocupaciones la escandaliza la verdad, ó que la expondria como á un niño ignorante ó á un loco furioso á obrar mal, á hacer algun disparate. ¿Puede llegar á mas el baxo concepto que de ella tienen formado estas gentes dominadas de este interés? ¿Y se maravillarán de que los Extrangeros formen el mismo, aunque no tan injurioso? ¿No es esto burlarse de ella á ojos vistas? ¿Y no es esto sacrificar á este interés su honra, su gloria, y su fortuna? ◀Niveau 3

Metatextualité► Porque no se crea que me he dexado llevar de la indignacion que me inspira el zelo de la gloria y prosperidad de mi Patria, ó de la amargura de mi genio: para que mis Lectores, aun los menos ilustrados, conozcan los increibles esfuerzos que se hacen por mantener los errores mas universalmente reconocidos, y de la menor importancia: y para que asimismo no se dexen facilmente persua-[793]dir de unas gentes que sospechen tengan algun interés particular en persuadirlos, sino que suspendan al menos su juicio en todo aquello que no les enseña la Religion; copiaré en el Discurso del Jueves próximo una carta que recibí poco há, aunque nada acreedora á la curiosidad del Público, si no fuese por estos fines. Por eso la daré con algunas reflexiones por via de notas que la servirán de respuesta, como igualmente á la carta que Don Pedro de Castro ha remitido, antes manuscrita, y ahora impresa, por el correo de Andalucía del Jueves pasado á varios sugetos de esta Corte: y la noticia de esta carta podrá servir muy bien para los mismos fines que la publicacion de la otra. Me mueve igualmente á esto el que no se diga no publíco sino aquellas cartas en que se me alaba mas de lo que yo merezco. Una de las causas que me hace suprimir muchas de las que tengo recibidas, y de las que he he-[794]cho mencion en este Discurso, es lo desmedido de los elogios que se me dán. ◀Metatextualité ◀Niveau 2 ◀Niveau 1