Discurso CI Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) Moralische Wochenschriften Elisabeth Hobisch Editor Julia Obermayr Editor Sabrina Rathausky Editor Katharina Tez Editor Institut für Romanistik, Universität Graz 27.06.2016 o:mws-104-563 Anonym: El Censor. Obra periódica. Madrid: 1781-1787, 613-627 El Censor 5 101 1786 Spanien Ebene 1 Ebene 2 Ebene 3 Ebene 4 Ebene 5 Ebene 6 Allgemeine Erzählung Selbstportrait Fremdportrait Dialog Allegorisches Erzählen Traumerzählung Fabelerzählung Satirisches Erzählen Exemplarisches Erzählen Utopische Erzählung Metatextualität Zitat/Motto Leserbrief Graz, Austria Spanish; Castilian Menschenbild Immagine dell'Umanità Idea of Man Imagen de los Hombres Image de l’humanité Sitten und Bräuche Costumi Manners and Customs Costumbres Mœurs et coutumes Spain -4.0,40.0

Discurso CI

Prodigiosa loquor . . . . . mendacia . . . . . 

Ovid.

De unos embustes hablo prodigiosos.

He aqui otra Carta de Cosmosia, sacada de una de las Gacetas de que hablé en el Discurso XLV. y que parece seguirse inmediatamente á las dos ultimas que he publicado en nuestra lengua.

“. . . . . No lo dudeis, Amigo mio. Por grande que sea el desorden, y la infelicidad en que yace sumergida la Cosmosia: por hondas que estén las raices que han echado los malos, habitos, efecto de errores inveterados, propagados de generacion en generacion, y que forman la educacion de todos los Cosmosianos: estad cierto, que si se desterrase de ella el engaño y la mentira, seria muy bastante esto solo para que todo se ordenase, para que todos fuesen felices, para que se deshiciesen estos errores y estos habitos. Los hombres hechos y para conocer la verdad, cuyo conocimiento los haria felices, no pueden obrar largo tiempo contra lo que su luz les enseña. Y la verdad es seguramente un Sol que alumbra á todo hombre que viene á la Cosmosia: aunque los Cosmosianos aman mas las tinieblas que la luz. Este Sol vivificante poniendo todo en el mas arreglado movimiento, haria producir al mundo moral toda suerte de las mas fragantes virtudes: la felicidad creceria, por todas partes; y la Cosmosia vendria á ser un paraiso. Pero el desorden (como os dixe) mantenido por el engaño y la mentira, reproduce y aumenta la mentira y el engaño, que levantando espesas y opacas nieblas, no dexan penetrar hasta esta tierra los rayos de este Sol benefico. Los pocos que se descubren por medio de ellas, no sirven para otra cosa que para deslumbrar á todos, y ponerlo todo en peor estado que si las tinieblas fuesen absolutas. Ciertamente si los Cosmosianos fuesen incapaces de conocer verdad alguna, no vivirian en el desorden en que viven, como no viven en él las demás especies de animales. Porque si fuesen incapaces de conocer verdad alguna, lo serian igualmente de mentir, y de engañar, y ser engañados. Y es tanto, Amigo mio, lo que mienten, y lo que engañan, que yo no encuentro palabras con que haceroslo creer.

Todos, todos, ó tratan de enga-ñarse á sí mismos, ó de engañar, y mentir á los demás. Ha ya mucho tiempo que un Varon muy respetable, y que en la mayor parte de la Cosmosia ilustrada (yo diria menos ciega) es tenido por un gran Profeta, inspirado de lo Alto, reconoció que la mentira es el caracter que distingue á todos los Cosmosianos. No hay alguno, dice, que no sea mentiroso. Y en efecto, ¿os diré que mienten con sus palabras, que mienten con sus ademanes, que mienten con sus gestos, que mienten con todas sus acciones, que mienten aun con su mismo silencio é inaccion, que, en una palabra, la mentira de que están llenos y empapados se está rezumando por todas sus coyunturas ? Mas esto es nada: y no os faltarán allá en nuestro mundo exemplos de semejantes embusteros. Los Cosmosianos, Amigo, mienten aun quando dicen las verdades. Porque quando para engañar, particular-mente á los otros, les conviene que las crean, les proponen solo unas verdades jamás enteras por decirlo asi, sino unas medias verdades, unas verdades truncadas, unas verdades disminuidas peores mil veces que los errores mas crasos. A este genero de mentiras atribuía sin duda el mismo Varon Santo, que os he citado, las calamidades que afligian en su tiempo á la Cosmosia, quando dirigía á Dios en sus canticos esta oracion. Hacedme, ó Dios mio, salvo porque los Cosmosianos han disminuido las verdades, cada uno engaña á su progimo, y sus palabras dolosas nacen mas de su corazon que de sus labios.

En efecto, Amigo, lo mas respetable que se conoce entre nosotros: las Ciencias, las Leyes, las Religiones, no parece haber sido inventadas aqui con otro fin, que el de establecer estas medias verdades, fascinarse los hombres á sí mismos, y echar polvo en los ojos de los demás. Pero como la verdad es imposible contradiga á sí misma, de aqui es que á excepcion de aquellas Ciencias, en que ningun interés toman las pasiones de los hombres, todas las demás no merecen este nombre, y no son si no un tegido de errores, de opiniones, y de disputas eternas. Entre una multitud de Religiones falsísimas, y llenas de los absurdos mas ridiculos, hay una tan sola esenta, y pura de estos vicios. ¡Mas ó dolor! no dexan por eso de disminuirse sus verdades, y de hacerse de ella el abuso mas sacrilego para el mismo fin. Dios lo ha dicho: ha osado proferir la sacrilega boca del Cosmosiano , para apoyar con el testimonio de la verdad misma, aquellos embustes y engaños mas manifiestos, y que tiene un vil interés en que se crean. Las Leyes, que debian ser respecto del cuerpo politico, lo que los remedios de la medicina, respecto del cuerpo humano: que debian digo corregir aquellos males, efectos del vicio en su constitucion moral: como quiera que, ó son el resultado de la voluntad de todos, y esta es viciosa y ciega, y si penden de la voluntad de algun particular, por ilustrada y recta que sea, no tienen poder ni fuerza alguna contra los errores universales: de aqui es, que siempre la fuerza que tienen, no es aplicada sino contra el que de palabra, ó de obra intenta oponerse á los errores establecidos por las falsas Ciencias, por las falsas Religiones, ó por el abuso de la verdadera.

De este modo mintan en defensa de la mentira y el engaño, el miedo de toda especie, y la fuerza, ó inducida por las Leyes; ó no estorvada por ellas. ¿Y qué seria del engaño y la mentira sin este auxilio? En efecto, es tan grande la hermosura, y el esplendor de la verdad, que se daria facilmente á conocer á todos, y arrastraria sus corazones á pesar de Ios artificios fraudulentos del engaño y la mentita [sic], con solo que fuese libre á qualquiera el manifestarla. Pero se lo prohibe el miedo, y el miedo de los mayores males que puede sufrir un hombre. Desde que la Cosmosia es Cosmosia, no ha habido ni una tan sola que haya intentado dár á conocer á los demás qualquiera verdad, pero particularmente aquella que descorre el velo, con que los Cosmosianos procuran cubrir sus iniquidades, el qual no haya sido vilmente entregado á la muerte, y la ignominia, y creido después de esto deborado eternamente por las infernales furias.

Ni imagineis que se aguarda á que la propale el que urgido del zelo que su amor le inspira, no puede contenerse en el silencio. Se toman muy de antemano todas las precauciones posibles para que no llegue este caso. Basta que se piense en que piensa propalarla para que se le persiga, y haga callar aun antes de abrir la boca. ¡Pero con qué pretextos, Dios mio! Con que pretextos tan ridiculos si la cosa fuese digna de risa, y no mas bien de ser llorada con lagrimas de pura sangre. Dirase que este hombre ha proferido alguna vez alguna falsedad, ó alguna mentira: como si hubiese Cosmosiano que no fuese mentiroso. Que ha caido en alguna falta, en algun desliz, en algun error de hecho: como si todos los Cosmosianos fuesen Santos. Quando asi no sea se presumirá que tiene intenciones muy malas: como si otro que Dios fuese capáz de sondar el corazon de los hombres. Sus palabras, sus expresiones serán bien claras; mas no obstante significarán lo contrario de lo que suenan. Si no se puede dexar de confesar que es error el que persigue, ó se dispone á perseguir, se pretenderá á veces que este error, debe gozar de immunidad por haberse acogido á sagrado y ser juzgado por los Jueces de otro fuero: como si el error, monstruo él mas aborrecible, causa unica de todos los males que se han hecho, hacen y harán sobre la tierra debiese gozar de immunidad: como si no fuese tanta mas abominable y temible, quanto pretende valerse de sagrado: como si no estuviese declarado par banido por todas las Leyes naturales y divinas: como si no fuese licito por corsiguiente á qualquier hombre, disiparle, aniquilarle, donde quiera que lo encuentre, bien fuese entre el mismo Altar y el Sacerdote: y como si en fin, no se hiciese en esto el mayor obsequio á Dios, que siendo la verdad misma por esencia es su mortal enemigo.

En fuerza de tan bien tomadas medidas para que la verdad, ó no entre jamás en la mente de los Cosmosianos, ó si por ventura entra sea arrojada de ella al momento, han venido á ser los Cosmosianos impunemente embusteros. Mienten con impudencia y descaro, y sin cubrir siquiera sus embustes de pretextos. Las falsas Ciencias, las Religiones falsas, los abusos de la verdadera los son ya inutiles para aparentar sus mentiras. Mienten aun contra lo que las opiniones menos fundadas en estas materiales les enseñan. Mienten tan á las claras que no es posible ser mas: y sin embargo, de todo son creidos porque en fuerza de las mismas causas, ha venido á ser en Cosmosia el numero de los necios infinito. ¡Pero qué necios! ¡qué ignorantes! ¡qué supremamente ignorantes!

¿Mas qué es lo que digo? No son ignorantes ciegos: no: tienen ojos; pero les valdria mas no tenerlos. De una manera inconcebible han alterado su vista hasta tal punto, que todo lo ven justamente al contrario de como es. La misma verdad . . . . . ¿pero que verdad? ¿aquella que chocando sus pasiones desregladas, no se la dexan vér bien las cataratas que ellas ponen en sus ojos? No por cierto. La misma verdad, que, por decirlo asi, se las halaga, que los sacaria de las miserias en que los tiene sumergidos el engaño y la mentira de los otros: que los restituiria en sus derechos usurpados, que haria respetar su calidad de hombres, y los levantaria del asombroso envilecimiento en que yacen; esa misma verdad la tienen por falsedad y por error. Besan la mano que los sumerge en los males, y aborrecen, abominan, persiguen, al que intenta librarlos de ellos. Las Leyes, los Principes tienen poder para todo, menos para lo que es hacer bien á la multitud; porque su fuerza halla una resistencia invencible en el error universal. Y en toda la Cosmosia triunfan ya el engaño y la mentira, sin que necesiten del socorro de las Leyes.

En fin, Amigo, este es su Rey-no, del qual se hallan en pacifica posesion: donde ellos dominan despoticamente por el miedo y por la fuerza: donde rigen sus desdichados vasallos con un cetro de hierro que se hace pesado sobre todos, aunque no sobre todos igualmente: de donde la verdad, su legitima soberana,Miren si decia yo bien, que mi Señora Dulcinea la sinpar Verdad, no podia dexar de ser una gran Princesa. ¡Ahí es nada! De Cosmosia quando menos. Pues vive Dios, y vive ella, que he de hacer todos los esfuerzos posibles por ponerla en posesion de su Reyno, á pesar de todos los marandrines follones, encantadores, que defienden el engaño, y la mentira. ha sido vilmente expelida, y es ignorada, temida, ó aborrecida de todos: donde ésta no conserva sino tal qual vasallo que la sea fiel, y si ha de hallar acogida en algun corazon, ha menester hablarle el lenguage del país, el lenguage de la fabula, y disfrazarse con trages que la son igual-mente extraños: donde en fin, tienen lugar de Leyes unas maxîmas dictadas, sin duda, por el viejo padre de estos tiranos, que siendo solo ciertas en parte, o por decirlo asi á medias dias, siendo de estas verdades disminuidas por sus Ministros, son mas aproposito para mantener su Imperio, y con él el desorden, y la injusticia mas asombrosa, que los errores mas manifiestos.

En otras Cartas os daré pruebas mas sensibles y practicas de este desorden, y particularmente de esta injusticia, y os formaré, tal vez, el Código de esta maldita legislacion. Por lo que hasta aqui he dicho conocereis si he tenido razon en comparar con el infierno á esta Cosmosia, donde el Filosofo infelíz que viaja en ella, sufre con todos sus habitantes la pena de sentido; pero él es el solo que padece la de daño, conociendo el gran bien del orden que cree posible, y de que se vé privado. Entre tanto rogad, Amigo mio, á Dios, me saque quanto antes en paz de esta tierra de mentira, y me lleve á la tierra de la verdad. Pero vivid asegurado, que aqui, y en qulaquier parte donde me halle, soy y seré siempre vuestro, &c.”

Discurso CI Prodigiosa loquor . . . . . mendacia . . . . .  Ovid. De unos embustes hablo prodigiosos. He aqui otra Carta de Cosmosia, sacada de una de las Gacetas de que hablé en el Discurso XLV. y que parece seguirse inmediatamente á las dos ultimas que he publicado en nuestra lengua. “. . . . . No lo dudeis, Amigo mio. Por grande que sea el desorden, y la infelicidad en que yace sumergida la Cosmosia: por hondas que estén las raices que han echado los malos, habitos, efecto de errores inveterados, propagados de generacion en generacion, y que forman la educacion de todos los Cosmosianos: estad cierto, que si se desterrase de ella el engaño y la mentira, seria muy bastante esto solo para que todo se ordenase, para que todos fuesen felices, para que se deshiciesen estos errores y estos habitos. Los hombres hechos y para conocer la verdad, cuyo conocimiento los haria felices, no pueden obrar largo tiempo contra lo que su luz les enseña. Y la verdad es seguramente un Sol que alumbra á todo hombre que viene á la Cosmosia: aunque los Cosmosianos aman mas las tinieblas que la luz. Este Sol vivificante poniendo todo en el mas arreglado movimiento, haria producir al mundo moral toda suerte de las mas fragantes virtudes: la felicidad creceria, por todas partes; y la Cosmosia vendria á ser un paraiso. Pero el desorden (como os dixe) mantenido por el engaño y la mentira, reproduce y aumenta la mentira y el engaño, que levantando espesas y opacas nieblas, no dexan penetrar hasta esta tierra los rayos de este Sol benefico. Los pocos que se descubren por medio de ellas, no sirven para otra cosa que para deslumbrar á todos, y ponerlo todo en peor estado que si las tinieblas fuesen absolutas. Ciertamente si los Cosmosianos fuesen incapaces de conocer verdad alguna, no vivirian en el desorden en que viven, como no viven en él las demás especies de animales. Porque si fuesen incapaces de conocer verdad alguna, lo serian igualmente de mentir, y de engañar, y ser engañados. Y es tanto, Amigo mio, lo que mienten, y lo que engañan, que yo no encuentro palabras con que haceroslo creer. Todos, todos, ó tratan de enga-ñarse á sí mismos, ó de engañar, y mentir á los demás. Ha ya mucho tiempo que un Varon muy respetable, y que en la mayor parte de la Cosmosia ilustrada (yo diria menos ciega) es tenido por un gran Profeta, inspirado de lo Alto, reconoció que la mentira es el caracter que distingue á todos los Cosmosianos. No hay alguno, dice, que no sea mentiroso. Y en efecto, ¿os diré que mienten con sus palabras, que mienten con sus ademanes, que mienten con sus gestos, que mienten con todas sus acciones, que mienten aun con su mismo silencio é inaccion, que, en una palabra, la mentira de que están llenos y empapados se está rezumando por todas sus coyunturas ? Mas esto es nada: y no os faltarán allá en nuestro mundo exemplos de semejantes embusteros. Los Cosmosianos, Amigo, mienten aun quando dicen las verdades. Porque quando para engañar, particular-mente á los otros, les conviene que las crean, les proponen solo unas verdades jamás enteras por decirlo asi, sino unas medias verdades, unas verdades truncadas, unas verdades disminuidas peores mil veces que los errores mas crasos. A este genero de mentiras atribuía sin duda el mismo Varon Santo, que os he citado, las calamidades que afligian en su tiempo á la Cosmosia, quando dirigía á Dios en sus canticos esta oracion. Hacedme, ó Dios mio, salvo porque los Cosmosianos han disminuido las verdades, cada uno engaña á su progimo, y sus palabras dolosas nacen mas de su corazon que de sus labios. En efecto, Amigo, lo mas respetable que se conoce entre nosotros: las Ciencias, las Leyes, las Religiones, no parece haber sido inventadas aqui con otro fin, que el de establecer estas medias verdades, fascinarse los hombres á sí mismos, y echar polvo en los ojos de los demás. Pero como la verdad es imposible contradiga á sí misma, de aqui es que á excepcion de aquellas Ciencias, en que ningun interés toman las pasiones de los hombres, todas las demás no merecen este nombre, y no son si no un tegido de errores, de opiniones, y de disputas eternas. Entre una multitud de Religiones falsísimas, y llenas de los absurdos mas ridiculos, hay una tan sola esenta, y pura de estos vicios. ¡Mas ó dolor! no dexan por eso de disminuirse sus verdades, y de hacerse de ella el abuso mas sacrilego para el mismo fin. Dios lo ha dicho: ha osado proferir la sacrilega boca del Cosmosiano , para apoyar con el testimonio de la verdad misma, aquellos embustes y engaños mas manifiestos, y que tiene un vil interés en que se crean. Las Leyes, que debian ser respecto del cuerpo politico, lo que los remedios de la medicina, respecto del cuerpo humano: que debian digo corregir aquellos males, efectos del vicio en su constitucion moral: como quiera que, ó son el resultado de la voluntad de todos, y esta es viciosa y ciega, y si penden de la voluntad de algun particular, por ilustrada y recta que sea, no tienen poder ni fuerza alguna contra los errores universales: de aqui es, que siempre la fuerza que tienen, no es aplicada sino contra el que de palabra, ó de obra intenta oponerse á los errores establecidos por las falsas Ciencias, por las falsas Religiones, ó por el abuso de la verdadera. De este modo mintan en defensa de la mentira y el engaño, el miedo de toda especie, y la fuerza, ó inducida por las Leyes; ó no estorvada por ellas. ¿Y qué seria del engaño y la mentira sin este auxilio? En efecto, es tan grande la hermosura, y el esplendor de la verdad, que se daria facilmente á conocer á todos, y arrastraria sus corazones á pesar de Ios artificios fraudulentos del engaño y la mentita [sic], con solo que fuese libre á qualquiera el manifestarla. Pero se lo prohibe el miedo, y el miedo de los mayores males que puede sufrir un hombre. Desde que la Cosmosia es Cosmosia, no ha habido ni una tan sola que haya intentado dár á conocer á los demás qualquiera verdad, pero particularmente aquella que descorre el velo, con que los Cosmosianos procuran cubrir sus iniquidades, el qual no haya sido vilmente entregado á la muerte, y la ignominia, y creido después de esto deborado eternamente por las infernales furias. Ni imagineis que se aguarda á que la propale el que urgido del zelo que su amor le inspira, no puede contenerse en el silencio. Se toman muy de antemano todas las precauciones posibles para que no llegue este caso. Basta que se piense en que piensa propalarla para que se le persiga, y haga callar aun antes de abrir la boca. ¡Pero con qué pretextos, Dios mio! Con que pretextos tan ridiculos si la cosa fuese digna de risa, y no mas bien de ser llorada con lagrimas de pura sangre. Dirase que este hombre ha proferido alguna vez alguna falsedad, ó alguna mentira: como si hubiese Cosmosiano que no fuese mentiroso. Que ha caido en alguna falta, en algun desliz, en algun error de hecho: como si todos los Cosmosianos fuesen Santos. Quando asi no sea se presumirá que tiene intenciones muy malas: como si otro que Dios fuese capáz de sondar el corazon de los hombres. Sus palabras, sus expresiones serán bien claras; mas no obstante significarán lo contrario de lo que suenan. Si no se puede dexar de confesar que es error el que persigue, ó se dispone á perseguir, se pretenderá á veces que este error, debe gozar de immunidad por haberse acogido á sagrado y ser juzgado por los Jueces de otro fuero: como si el error, monstruo él mas aborrecible, causa unica de todos los males que se han hecho, hacen y harán sobre la tierra debiese gozar de immunidad: como si no fuese tanta mas abominable y temible, quanto pretende valerse de sagrado: como si no estuviese declarado par banido por todas las Leyes naturales y divinas: como si no fuese licito por corsiguiente á qualquier hombre, disiparle, aniquilarle, donde quiera que lo encuentre, bien fuese entre el mismo Altar y el Sacerdote: y como si en fin, no se hiciese en esto el mayor obsequio á Dios, que siendo la verdad misma por esencia es su mortal enemigo. En fuerza de tan bien tomadas medidas para que la verdad, ó no entre jamás en la mente de los Cosmosianos, ó si por ventura entra sea arrojada de ella al momento, han venido á ser los Cosmosianos impunemente embusteros. Mienten con impudencia y descaro, y sin cubrir siquiera sus embustes de pretextos. Las falsas Ciencias, las Religiones falsas, los abusos de la verdadera los son ya inutiles para aparentar sus mentiras. Mienten aun contra lo que las opiniones menos fundadas en estas materiales les enseñan. Mienten tan á las claras que no es posible ser mas: y sin embargo, de todo son creidos porque en fuerza de las mismas causas, ha venido á ser en Cosmosia el numero de los necios infinito. ¡Pero qué necios! ¡qué ignorantes! ¡qué supremamente ignorantes! ¿Mas qué es lo que digo? No son ignorantes ciegos: no: tienen ojos; pero les valdria mas no tenerlos. De una manera inconcebible han alterado su vista hasta tal punto, que todo lo ven justamente al contrario de como es. La misma verdad . . . . . ¿pero que verdad? ¿aquella que chocando sus pasiones desregladas, no se la dexan vér bien las cataratas que ellas ponen en sus ojos? No por cierto. La misma verdad, que, por decirlo asi, se las halaga, que los sacaria de las miserias en que los tiene sumergidos el engaño y la mentira de los otros: que los restituiria en sus derechos usurpados, que haria respetar su calidad de hombres, y los levantaria del asombroso envilecimiento en que yacen; esa misma verdad la tienen por falsedad y por error. Besan la mano que los sumerge en los males, y aborrecen, abominan, persiguen, al que intenta librarlos de ellos. Las Leyes, los Principes tienen poder para todo, menos para lo que es hacer bien á la multitud; porque su fuerza halla una resistencia invencible en el error universal. Y en toda la Cosmosia triunfan ya el engaño y la mentira, sin que necesiten del socorro de las Leyes. En fin, Amigo, este es su Rey-no, del qual se hallan en pacifica posesion: donde ellos dominan despoticamente por el miedo y por la fuerza: donde rigen sus desdichados vasallos con un cetro de hierro que se hace pesado sobre todos, aunque no sobre todos igualmente: de donde la verdad, su legitima soberana,Miren si decia yo bien, que mi Señora Dulcinea la sinpar Verdad, no podia dexar de ser una gran Princesa. ¡Ahí es nada! De Cosmosia quando menos. Pues vive Dios, y vive ella, que he de hacer todos los esfuerzos posibles por ponerla en posesion de su Reyno, á pesar de todos los marandrines follones, encantadores, que defienden el engaño, y la mentira.ha sido vilmente expelida, y es ignorada, temida, ó aborrecida de todos: donde ésta no conserva sino tal qual vasallo que la sea fiel, y si ha de hallar acogida en algun corazon, ha menester hablarle el lenguage del país, el lenguage de la fabula, y disfrazarse con trages que la son igual-mente extraños: donde en fin, tienen lugar de Leyes unas maxîmas dictadas, sin duda, por el viejo padre de estos tiranos, que siendo solo ciertas en parte, o por decirlo asi á medias dias, siendo de estas verdades disminuidas por sus Ministros, son mas aproposito para mantener su Imperio, y con él el desorden, y la injusticia mas asombrosa, que los errores mas manifiestos. En otras Cartas os daré pruebas mas sensibles y practicas de este desorden, y particularmente de esta injusticia, y os formaré, tal vez, el Código de esta maldita legislacion. Por lo que hasta aqui he dicho conocereis si he tenido razon en comparar con el infierno á esta Cosmosia, donde el Filosofo infelíz que viaja en ella, sufre con todos sus habitantes la pena de sentido; pero él es el solo que padece la de daño, conociendo el gran bien del orden que cree posible, y de que se vé privado. Entre tanto rogad, Amigo mio, á Dios, me saque quanto antes en paz de esta tierra de mentira, y me lleve á la tierra de la verdad. Pero vivid asegurado, que aqui, y en qulaquier parte donde me halle, soy y seré siempre vuestro, &c.”