Cita bibliográfica: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso XCIV", en: El Censor, Vol.5\094 (1786), pp. 481-495, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.500 [consultado el: ].
[481] Nivel 1►
Discurso XCIV
Cita/Lema► ¿Quid enim prodest strepitus oris muto corde?
D. Aug. tract. 9. in Joan. n. 15.
¿De qué sirven las palabras quando no es el corazon el que habla? ◀Cita/Lema
Nivel 2► España, dicen, es el centro de la Religion. Aquí es en donde el Christianismo se ha conservado en toda su pureza: aquí en donde triunfa la Religion Católica. Yo hablaria tambien en estos terminos, si hubiese tomado la pluma mas por mi bien particular, que por el general de mi Nacion. La adula-[482]ria entónces de todos modos, y captaria sus aplausos, fomentando sus preocupaciones. A lo menos, declarandome contra las de menos importancia, dexaria correr intactas aquellas, que mas lisongean su vanidad. Pero hartos Escritores hemos tenido que usasen de esta política; y tanto contemporizar, el efecto que produxo, y, como ya lo he insinuado en otra ocasion, reducirnos en muchos puntos á un estado semejante al de un enfermo, que bien hallado con sus achaques, y desconociendo la enfermedad, que insensiblemente le va acercando á la sepultura, en nada piensa menos que en su curacion.
El título que me he tomado anuncia desde luego un hombre poco contemplativo, y que hace profesion no de favorecer errores, sino de combatirlos con todas sus fuerzas, y decir verdades por asperas y desagradable que sean, como sean útiles. Y ciertamente ninguna lo es mas que ésta; pues no de otro principio, que de su igno-[483]rancia, proviene este olvido general, esta indolencia en el cumplimiento de las obligaciones mas esenciales. Asi que, aunque es sin duda una de las mas duras y mas amargas, es menester decirla, y decirla no al oído, sino á voces, que sean capaces de despertarnos del profundo y peligroso letargo en que yacemos.
Nivel 3► Si señores; si el Christianismo se reduce á puras exterioridades, si no consiste en mas que en la observancia de algunas prácticas piadosas, en la suntuosidad de los Templos, en el numero y riquezas de los Ministros; en una palabra, en la exâctitud, aparato, y magnificencia del culto externo; no tiene duda, en ninguna parte florece como entre nosotros. Mas si la verdadera Religion no se contenta con estas cosas; si lexos de contentarse las abomina, y las reputa por estiercol impuro, quando no las acompaña la observancia de aquellas leyes que la razon impone, y ella confirma; si allí flore-[484]ce, no en donde hay mayor número de hombres, que se dicen Christianos, sino en donde es mayor el de los que observan el Christianismo; ¡oh quan pequeño fundamento tiene nuestra jactancia!
La costumbre nos ha familiarizado con los monstruos, y les ha quitado toda su fealdad á nuestros ojos fascinados. ¿Mas quién exâminando de cerca, y sin preocupacion á aquellos mismos, que tenemos por ajustados, los reconocerá por Discipulos de Jesu-Christo? ¿Donde sino en nuestros labios se halla aquel desasimiento de las cosas terrenas, dónde aquel amor ardiente del próxîmo, aquel perdon sincero de las injurias, que es la divisa del Christiano? ¿Entre qué gentes se halla la moral mas desfigurada, mas desconocidas sus mas importantes verdades? ¿A qué pueblo en fin del Universo cedemos en corrupcion?
Mas si no buenos Christianos, somos á lo menos buenos Católicos. ¡Oh [485] expresion absurda y escandalosa! ¡expresion la mas injuriosa á la comunion Católica, y cuya vulgaridad es por sí sola una prueba manifiesta de que muy lexos de ser lo que decimos, ni aun tenemos idea del Catolicismo! como si éste fuese una cosa distinta del verdadero Christianismo.
Bien veo que aunque esta es la idea que naturalmente presentan estas palabras, tan comunes por desgracia en nuestros labios, queremos tan solo dár á entender con ellas, que si nuestra conducta es viciosa, nuestra fé es pura, y sin tacha; y nuestra adhesion á ella superior á todas las tentaciones. Sí, decimos á Jesu-Christo: Señor, Señor; pero no cumplimos la voluntad de Dios Padre. Somos aquellos oyentes, pero no cumplidores de la palabra divina que se comparan al que contempla en un espejo su semblante: vase, y olvida al instante qual sea. Aquel hijo, que dice á su padre; voy Señor, y no vá: Aquel Pueblo, que honra al Señor con [486] sus labios, y tiene muy lexos de él su corazon. ¿Pero no está escrito que la fé sin obras es muerta?1 ¿No es comparada por el Apostol Santiago á un cuerpo sin alma?2 ¿No llama San Juan3 mentiroso al que dice que coconoce á Jesu-Christo, y no guarda sus mandamientos? No nos dice San Pablo4 que por mas que nuestra Fe sea capáz de trasladar los montes, nada, somos, si nos falta la caridad, aquella caridad, por la qual amamos á Dios sobre todas las cosas, y al próximo por él como á nosotros mismos? ¿O pensamos que se ama á Dios, y al próxîmo con solo decir que se ama; que basta amarle de palabra y con la lengua, y no en la verdad, y con las obras: que consiste en fin la caridad en decir al hermano desnudo y hambriento, andad en paz: calentaos y saciaos, sin darle lo que ha menester su cuerpo?
[487] Si recorremos una por una todas verdades reveladas, ninguna hallaremos que no se dirija ó á darnos del Altísimo una idéa mas elevada, hacerle mas amable á nuestros ojos, inspirarnos un amor mas puro y mas vivo á nuestros semejantes, y darnos un conocimiento mas cabal de nosotros mismos, de nuestra alta dignidad, y lastimosa miseria: ó á explicar algunos puntos de la moral, y perficionarla: ó á manifestarnos con mas plenitud la deformidad del vicio y del pecado, proponernos nuevos y mas poderosos motivos para obrar bien, y darnos armas para resistir á las tentaciones; ó á dar en fin eficacia á nuestras obras. ¿ Que es pues una creencia de estas verdades, que ninguno de estos efectos produce? Los demonios creen tambien, y se estremecen. ¿Por qué pues gloriarnos desemejante fé? Mostradnos, nos dirán, vuestra fé sin obras, y nosotros por nuestras obras os manifestarémos nuestra fé.
[488] ¿Y qué será si hay aún fundamento para sospechar que ni esta fé se halla por lo comun entre nosotros, que Santiago llama muerta, y los Teologos informe? No quiera Dios que yo piense que se pierda ésta por todo delito, y que para ser Christiano sea menester ser impecable. Sé muy bien que aunque no aprovechar, puede exístir la fé sin la caridad, y con una vida viciosa. Aunque no es posible que un agente racional y libre obre jamás, sino persuadido á que el bien que se propone, es mayor ó mas probable que el mal á que se expone: la distancia no obstante á que nuestras pasiones nos hacen considerar las penas de una vida futura, y la esperanza con que nos lisongean de evitarlas por medio del arrepentimiento, pueden muy bien alucinar al hombre mas persuadido de las verdades de la Religion, y disminuir á sus ojos la grandeza del mal á que le expone una vida delinqüente, aumentando el tamaño del bien que ésta le [489] proporciona: bien asi como la menor distancia de la Luna nos la hace parece, mayor que las estrellas. No es pues precisamente la corrupcion de nuestras costumbres lo que me induce la sospecha que he insinuado.
Pero es un efecto que reconocen los Teologos aun en aquella fe que no esta formada por la caridad, el estremecer al delinqüente con el miedo de la pena. Lanceta la llama un Padre de la Iglesia, que hiere utilmente al pecador, y le excita al arrepentimiento, con el qual se saca la podredumbre, y se introduce la caridad, que es la verdadera pureza del corazon. Y si es asi, ¡oh quán dificil es de conciliar con ella esta indolencia, esta serenidad, este sosiego de tantos como vemos vivir en una perpetua contradiccion con la que dicen ser su creencia! Nivel 4► Retrato ajeno► Un hombre que mira con una total indiferencia á todo el resto del género humano: que no acortará un plato de su regalada mesa para aliviar la miseria del [490] infeliz que perece de hambre: que no hará un servicio á otro hombre por importante que sea, si le cuesta la mas ligera incomodidad, la mas pequeña deferencia: que por mas seguridades que se le ofrezcan de su reintegro, no se privará por un corto espacio de tiempo de contemplar una pequeña parte del dinero que tiene ocioso en sus arcas, para mejorar la condicion de un honrada artesano: que vive en una perpetua ociosidad á costa del sudor de una infinidad de miserables, que trabajan para él, sin que él por su parte les recompense en manera alguna su trabajo: y que de nada de esto hace el menor escrupulo, siente el menor remordimiento; ◀Retrato ajeno ◀Nivel 4 ¿como es posible que crea por mas que haga alarde de su fé, y que recite el Simbolo á cada paso, que crea, digo, seriamente que hay una vida futura, y que vendrá aquel dia en que los justos se levantarán con grande esfuerzo contra los que los afligieron y usurparon el fruto de [491] sus trabajos? Está bien que sus pasiones le arrastrasen á pesar de su creencia; ¿pero no habia ésta de ofrecer alguna vez á su imaginacion el precipicio á que le conduce su modo de obrar, y podria no temblar, y no horrorizarse al considerarle?
Negaráseme acaso que semejante conducta se halla por lo comun entre nosotros, junta con una conciencia serena y exenta de remordimiento: y aun quando fuera facil, lexos de mí la idéa de probarlo con exemplos particulares. ¿Mas podráse negar que á un hombre, á quien se vé obrar constantemente á la manera que he descrito, si por otra parte no es jurador, ni maldiciente, ni luxurioso, si lleva una vida retirada y uniforme, si dá tal qual ochavo de limosna, si freqüenta los Templos, si tiene algunas devociones particulares, si se confiesa á menudo, si se escandaliza de oír en ciertas materias todo lo que no sea conforme al dictamen de su Confesor, [492] se le tiene comunmente por un Santo, y no le faltan dos dedos para hacer milagros? ¿Qué digo? Los mismos que hacen profesion del estudio de la moral no hallan en su conducta cosa reprehensible, y hasta los libros mas comunes en nuestras manos están llenos de máxîmas que la justifican.
Pues aora: ¿es por ventura alguna de aquellas Conclusiones remotas de la Ley Natural, que un hombre puede tal vez desconocer inculpablemente, y no es al contrario una de las verdades, que primero, y mas naturalmente se ofrecen al entendimiento humano la obligacion de amar al próximo como á si mismo? ¿No es claro para la razon menos alumbrada que no le ama de esta suerte quien no le quiere todo el bien que para sí desea, y que no se lo quiere quien, pudiendo, no se lo hace? ¿No es por tanto manifiesta al hombre mas torpe, y manifiesta en el mas alto grado la continua contraposicion de semejante vida con aquel [493] precepto? ¿Como es posible pues que dexe de abominarla quien tenga siquiera la fé de los Patriarcas; quien no se crea hecho por el acaso, ó por un Dios como los de Epicuro?
¡Puede ser que yo me engañe, y ojalá! Mas si un hombre reflexîvo, y que tuviese de la Religion sanas idéas, un Athanasio, un Cirilo, un Chrisostomo, un Agustino, nos observase atentamente, y sin detenerse en la corteza de nuestras palabras, dudo mucho que me acusase de ligereza ó de que finjo enemigos para combatirlos. La fé del gran número le pareceria una fé por decirlo asi puramente negativa. Pareceriale que creen los dogmas de la que dicen su religion, precisamente en quanto no los niegan, ó por mejor decir que no los creen, ni dexan de creerlos: que no piensan en ellos, y que dicen que creen, porque no cuesta trabajo, y porque están habituados á decirlo desde la infancia, ó porque es una infamia, y sé castiga el [494] no decirlo. Un hombre, que ocupado enteramente de un negocio, recibe la visita de un personage importuno, y sin atender á lo que este dice, le contesta no obstante: asi es: sin duda: está bien: y esto ó por la fuerza del hábito, ó porque sería una grosería no contestarle: he aquí á quien tenga por muy verisimil que compararia respecto de la Religion la mayor parte de nuestros Christianos, sin excluir á muchos de aquellos que la traen siempre en sus labios, y que en una plena seguridad de que no llegará este caso, se jactan de que darian sin vacilar por ella la sangre de sus venas.
Yo por mi parte confieso, que es tan poco lo que fio de esta fé vocinglera, y que la creo tan poco arraigada en el corazon, que si Dios permitiese una persecucion contra los Católicos de España, y de Inglaterra, me temo mucho, que á no ser que obrase con nosotros de un modo totalmente extraordinario, la primera de estas [495] dos regiones habia de dar á la Iglesia menos Martires y Confesores que la segunda. Y lo cierto es, que la confesion de aquellos pocos, que en ésta profesan la Religion Romana, á la qual ningun interés humano puede inducirlos, y de la qual debia antes bien apartarlos quanto el mundo tiene de alhagüeño, y de terrible, prueba por sí sola su fé con una eficacia, que no tiene ni con mucho la confesion interesada de nuestros Christianos, y desmentida continuamente con sus hechos. ◀Nivel 3
Dexemos pues de gloriarnos de una creencia vana y equívoca. Y si conviene á un verdadero Christiano jactarse de su fé, acreditemos antes la nuestra por nuestras obras, y conozcamos que la religion pura, y sin mancha para con Dios Padre es visitar al huerfano, y á la viuda en sus tribulaciones, y preservarse de la corrupcion de este siglo. ◀Nivel 2 ◀Nivel 1