“Si los hombres tubiesen una ciencia infinita, de suerte que con un simple querer y en cada punto de tiempo abarcasen con su entendimiento quanto puede ser sabido ó conocido: si tubiesen una ciencia tan grande como la que tiene Dios de todas las cosas criadas, de todo el orden, de todos los acontecimientos del Universo; es constante que no cabria en ellos entonces ni desorden, ni infelicidad, ni mal alguno. No es concebible como pudiera un hombre tener una infinita ciencia, y no tener al mismo tiempo un infinito poder y una bondad infinita. Pero aun prescindiendo de la bondad y el poder, la ciencia sola bastaría para hacerle completamente feliz. La infelicidad y el mal (que no son cosas absolutas que Dios haya hecho ó criado) no nacen sino de quelo que sucede en el mundo, no sucede conforme á nuestro querer, á nuestra voluntad, á nuestro gusto. Finjase que todo, todo absolutamente ó previsto ó no previsto, sucediese á medida de nuestro deseo, ¿quién podria dudar seriamos entonces tan felices como es posible imaginarlo? Y este es el caso en que se hallaria un hombre dotado de infinita ciencia. Porque como todo lo que sucede, sucede ó porque Dios lo hace, ó porque Dios lo permite; y Dios ni hace ni permite cosa que no sea con suma razon; de manera, que todos los acontecimientos del Universo son regidos por las leyes inmudables y eternas del orden y la hermosura, que él mismo ha establecido: de aqui es, que el hombre que lo conociese asi, y que en ningun punto de tiempo fuese capáz de dexarlo de sentir ó de ignorarlo ú olvidarlo: sería absolutamente insensible al dolor, y á toda suerte de mal. Lo que para otro era dolor, no lo sería para él; y mal no habria para él en el Universo. Yá porque el placer de gozar de un espectáculo infinitamente vario y uno, infinitamente bello, y como tal infinitamente deleitable, no le dexaria la capacidad de sentir desplacer alguno: yá principalmente porque no puede ser dolor, desplacer ó mal aquello que no es opuesto á nuestro querer, á nuestro gusto, á nuestro deseo. Pues ahora, este hombre dotado de infinita ciencia hallaria en todo el plán del Universo, y en toda la série de sus acontecimientos tanto orden, tanta belleza, tanta bondad, que en lugar de ser opuesta á algunos de ellos su voluntad, no podria dexar de amarlo, de quererlo, de desearlo todo; en tanto grado, que un poder igual á su sabiduría le sería absolutamente inútil. En nada menos podria pensar que en mudar ni alterar en lo mas leve este plán: no podria concebirlo mejor; y hasta su muerte misma, que veía entraba en él, ni querria borrarla, ni colocarla en otro punto. Tan ajustados, tan medidos, tan ligados entre sí veria todos los acontecimientos hasta los mas pequeños del Universo, y tan reglados todos por las leyes de la armonía del orden de la hermosura: leyes que ha establecido la voluntad infinitamente sábia, poderosa y buena del Hacedor de todas las cosas: y leyes que no puede infringir ninguna de las voluntades criadas, yá sea que se conforme á otras leyes subalternas que la dirigen á su propia felicidad; yá que apartandose de ellas se desordene y haga infelíz; pues en uno y otro caso sus acciones todas entran necesariamente en el plán universal; á la manera que hasta las sombras y las pausas en la pintura y la musica contribuyen á la hermosura y la armonía.
Porque es ciertamente una necedad incomprehensible de estos Cosmosianos pretender hallar algun defecto en las obras del Criador: es una necedad que borra la grande idea de un Dios Hacedor y Ordenador de todas las cosas, y que él mismo ha gravado en el fondo de sus almas, creer que haya podido ni elegir un mejor fin que el que se ha propuesto, ni usar de mejores medios que los que ha usado en la formacion del Universo. ¿Podria Dios hacer un mundo mejor, un mejor orden de cosas, y no lo haria? ¿Sería acaso por defecto de poder ó de sabiduría ó de bondad? ¡Oh sobervia ignorante é insufrible de los Cosmosianos! ¿Quién habrá podido darles á ellos la ciencia necesaria para notar estos defectos, y tratar de enmendar la plana al Supremo Artifice? Dios pudo hacer una cosa mejor, y no la hizo. es lo mismo que decir, que pudo Dios, y que quiso hacer el mal. Porque siendo éste, si se considera como una pura carencia, incapáz de ser el termino del poder, ni de la voluntad, ni de Dios, ni de ningun hombre; no hay otro mal que se pueda, y se quiera hacer, sino lo no tan bueno, el bien menor. Pero Dios, dicen ultimamente, escogió entre todos los mundos posibles este que crió, dexando otros mejores, por usar de su libertad. No podria seguramente decirse otro tanto del malhechor mas malvado: el qual hace lo malo porque puede y quiere hacerlo; pero jamás habrá habido alguno que lo haya hecho meramente por ostentar este poder y este querer: es decir, por hacer meramente uso de su libertad. ¿Qué gloria sería la de un Artifice, que pudiendo hacer una máchîna muy perfecta no la hiciese tal por solo ostentar que podia hacer otras ? ¡Mirad qué idéas estas de libertad y de Dios, que tienen los Filósofos de Cosmosia! Ha yá siglos que no han cesado de disputar sobre estas cosas, sin adelantar mas que caer de un error en otro error, á qual mas absurdo: como si lo que os he dicho no estubiese fundado en las idéas mas sencillas, mas claras, y mas distintas; y no fuese por lo tanto una verdad evidente por sí misma. ¿Porque qué otra cosa es decir que Dios no pudo hacer un mundo mejor, sino que Dios es infinitamente poderoso, sábio, y bueno?
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Pero volviendo á nuestro asunto, sería tambien una locura pensar con ciertos Filósofos antiguos de este país, que en el mundo no habia males. Males hay y muchos; pero estos males no lo son sino meramente con relacion á los hombres: males unicamente nacidos de la necesaria limitacion de su ciencia ó conocimiento, que es causa de que sus deseos no estén siempre de acuerdo con los acontecimientos del Universo, lo qual no puede dexar de serles doloroso, como disconforme con su voluntad; por lo demás todo lo que Dios ha hecho es en grande manera bueno. Males en fin, que no pudo Dios hacer á los hombres incapaces de sufrirlos; porque ni pudo dotarlos de infinita ciencia, ó hacer de ellos otros tantos Dioses, ni pudo darles desde el primer momento de su existencia toda la ciencia y perfeccion que son capaces de adquirir con el tiempo, mediante el uso de las facultades y medios yá naturales, yá sobrenaturales con que para este fin les ha dotado.
2Porque no pudo hacer que los hombres no fuesen hombres; y sobre todo, porque habiendolo él hecho asi, es lo mejor que pudo hacerse: razon que equivale á todas las razones, y á todas las demostraciones.
Asi es que aquellos males, efectos necesarios de la necesaria limitacion de la naturaleza del hombre, ó son muy faciles de evitar, de minorar su número, de mitigar, de endulzar, y aun de disipar enteramente; ó son por lo general verdaderos bienes, pues nos proporcionan la adquisicion de bienes mayores. El dolor yá fisico, yá moral, ¿no es un maestro vigilante, que ó nos advierte de todo lo que daña é imperfecciona nuestro sér, ó nos castiga por no haberlo evitado, para que en adelante nos enmendemos? ¿La muerte misma podria ser sensible al hombre verdaderamente virtuoso y justo, que habiendo hecho uso de su razon, y convertidolo en hábito, llegase á sentir intimamente las verdades de la eternidad de su alma, y de la bondad infinita de un Dios remunerador? ¿Podria aún este hombre dexar de amar de desear la muerte como un transito á mejor vida?
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No, amigo, el diluvio de males que anegan á la Cosmosia no nace de la ignorancia natural de todos los hombres, sino de la ignorancia adquirida
4: de los errores en que ellos mismos han caído por el no uso de su libertad y su razon, y de que no les dexa levantarse el engaño, y la mentira. He aquí porque el mundo moral está hecho un châos infernal en la Cosmosia: porque los Cosmoianos son tan infelices todos. Porque esta es la causa que les hace no querer usar de su libertad su razon, y las demás facultades con que su Criador les ha dotado para ordenarse ó ajustar todos sus movimientos y acciones á las leyes que les conducirian á su felicidad. Y he aqui la respuesta á la pregunta á la que suponia al fin de mi antecedente Carta deseariais os satisfaciese.
Los Cosmosianos no quieren hacer uso de sus facultades para conocer los mayores bienes y males, no porque este uso sea de suyo grandemente arduo ni dificil, por el contrario es infinitamente mas facil de lo que en el estado en que ahora se hallan son capaces de concebir; sino porque les prohibe quererlo hacer el engaño y la mentira. Si no fuese por esta causa, la ignorancia natural se iria disipando poco á poco, los Cosmosianos harian uso de sus facultades, casi sin advertir que lo hacian, las irian extendiendo ó dando ensanches; irian aumentando cada dia la suma de los conocimientos, y por consiguiente la de su felicidad. La experiencia, el error mismo les haria abrir los ojos, les enseñaria á conocer los males, y los verdaderos bienes; como los tropiezos y las caídas enseñan á un niño casi desde su cuna á medir y calcular las distancias de los cuerpos que le rodean de cerca con mas exactitud que lo podria hacer el Geometra mas sublime; y aprende sin saber qué aprende, á no estrellarse contra los unos, y hacer el uso que le conviene de los otros. Pues ahora, ¿es creíble que la naturaleza misma haya enseñado á los hombres á hacer aquel uso de sus facultades necesario para hacerse grandes Matemáticos en quanto lo requiere la conservacion ó la vida de su cuerpo; y que no haria igualmente de todos los Cosmosianos filósofos perfectísimos en quanto les fuese preciso para su felicidad, que es la vida de su alma? Sin duda que los haria. Pero se oponen á su enseñanza, ó la hacen olvidar el engaño y la mentira.
¿Mas por qué engañan, por qué mienten los Cosmosianos? Porque ninguno quiere ni conoce él mismo, ni que los demás conozcan la verdad. Porque desde el punto que son hombres, habiendo sido ya facisnados por el engaño y la mentira de sus padres no han hecho jamás uso de su razon para conocer y distinguir los verdaderos bienes: han aprehendido de ellos á obrar como ellos obran, á confundir como ellos los males con los bienes, y á mirar como mayores aquellos unicamente que á todos se les presentan tales á primera vista. Convertido este error en hábito, ha alterado de tal suerte la constitucion moral y aun fisica de todos los Cosmosianos, que los bienes pequeños en la hypotesi de que no estubiesen corrompidos vienen á ser para ellos muy grandes supuesta su corrupcion. No, porque efectivamente la posesion de ellos los haga mas felices que si no estubieran corrompidos, sino porque los libra de males; pero males que no existirian si esta corrupcion no existiese. Las riquezas superfluas, por exemplo, no son un gran bien: pero la carencia de ellas, y principalmente la privacion es un gran mal. Supuesta la enfermedad de un hidropico, el beber no es un deleite proporcionado al tormento de la sed: ésta no es tan dolorosa, y la bebida es mucho mas agradable al que está sano
5.
Hidropicos, pues, todos los Cosmosianos de la sed de unos mismos bienes se hacen todos infelices mutuamente, porque ó quedan privados de ellos, ó si los consiguen, aunque disminuvan por el momento la suma de sus males, no aumentan por eso la de sus bienes. De manera, que toda la felicidad de que son susceptibles en medio de su corrupcion consiste mas que en gozar, en no padecer. Y los que gozan son incomparablemente menos que los que padecen. Porque como Dios ni en el mundo fisico ni tampoco en el moral, no ha hecho nada superfluo; ni por otra parte debia alterar sus leyes porque los hombres se aparten de ellas; de aqui es, que los bienes que á unos sobran, y por consiguiente no pueden dexar, no solo de serles de obstaculo para la adquisicion de otros mayores bienes que conocen como conoce el hidropico, que el vivir es mayor bien que el beber; sino de ser muy pequeños porque su reunion disminuye su intension; estos bienes, digo, sobrantes para los unos, serían necesarios ó muy intensos para otros, los quales no poseyendolos son por esta causa muy infelices. Las riquezas de un hombre solo no le hacen á él tan feliz como infelices á aquellos á quienes faltan.
Y he aquí por qué los Cosmosianos mienten y engañan. He aquí por qué aborrecen, abominan la verdad. Su luz les haria conocer á todos que se hallaban fuera de la senda de su felicidad, y como no pueden dexar de anhelar con un deseo ilimitado por la posesion de los mayores bienes que les era posible conseguir, este conocimiento llenaria á los unos de desesperacion, y de amargura á los otros. De desesperacion, á los que quedan privados de ellos: de amargura, á sus poseedores para quienes no son bienes mayores sino porque su privacion les sería gran mal. Enfermos deplorables que no quieren conocer su estado, porque esto los haria mas infelices; luego que la verdad, que se lo manifestaria, empieza á rayar en su mente, apartan de ella los ojos. Les es ingrata é importuna y procuran distraerse ó alucinarse por no verla. O se persuaden que no son capaces de conocerla: ó la tienen á veces por un zelo malvado é hipocrita por error y falsedad. No quieren entender porque no quieren obrar bien. Ni les basta el engañarse todos á sí mismos: han menester tambien engañar á los demás. Los bienes para ellos menores y que Dios los destinaba para otros, serían para estos grandes y necesarios á su felicidad. Es necesario, pues, persuadirles que se obra bien quando se obra mal. Es forzoso hacerles creer que á ellos no les pertenecen. Es menester engañarlos para privarles de estos bienes.
Asi el engaño y la mentira, efectos del error, y hábito de mirar y apetecer como bienes mayores los en la realidad menores, mantienen y fortifican este mismo error, y este mismo hábito. El engaño y la mentira; este error y este hábito, han pasado en la Cosmosia de generacion en generacion, y la historia de este país asegura, que un engaño y una mentira que hizo hacer á su primer poblador un juicio precipitado, creyendo sin exâminar, sin hacer uso de su razon aquello que se le propuso, fue la causa de la lastimosa corrupcion de todos sus descendientes, y del desorden é infelicidad en que se hallan hoy sumergidos.
6Quando esto no fuese así, se conoce bien que una sola pieza que se desordenase en esta máchîna moral que intentó Dios hacer de todos los hombres, sería capáz de producir con el tiempo el mayor desorden de toda ella, ¿Qué habrá pues que maravillar el que haya aquí sucedido lo que era posible sucediese? Lo cierto es que ha llegado en la Cosmosia á tanto la corrupcion, la ignorancia, el error, y los hábitos efectos de estas causas, que los Cosmosianos no pueden ser mas engañosos ni mentirosos de lo que son. Yo os los pintaré baxo este punto de vista en otra Carta” . . . . .