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Citazione bibliografica: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso LXXXVII", in: El Censor, Vol.4\087 (1786), pp. 327-339, edito in: Ertler, Klaus-Dieter (Ed.): Gli "Spectators" nel contesto internazionale. Edizione digitale, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.389 [consultato il: ].


[327] Livello 1►

Discurso LXXXVII

Citazione/Motto►  . . . . . Virtutes ipsas invertimus . . . . . 

Horat. Satir. 1. III. v. 55.

Las virtudes de vicios graduamos. ◀Citazione/Motto

Livello 2► Metatestualità► Cumpliendo con la oferta que hice en el Discurso LXV, voy á publicar otra de las Cartas que entonces dixe tenia en mi poder, escritas por un Marroquí residente en España á un amigo suyo. El Autor hablaria de otra manera, si hubiese vivido entre nosotros despues que una ley justísima ha condenado el abuso que parece haber dado motivo á sus observaciones. [328] Pero ellas sin embargo de esta novedad no nos serán inutiles. Ha habido por desgracia entre nosotros leyes excelentísimas que apenas han producido efecto alguno. Y esto por la oposicion en que se hallaban con las ideas vulgarmente recibidas en la Nacion. La preocupacion es de una fuerza á veces irresistible. Por lo demás mis Lectores no solo tienen que agradecer al Traductor el haber españolizado, segun yo creo y he insinuado ya, el estilo de estas Cartas quanto pudo; sino tambien el haber suprimido en ellas, segun él dice, ciertas fórmulas y cumplimientos que no servirian sino de molestarlos. ◀Metatestualità

Livello 3► Lettera/Lettera al direttore► “Mi querido Abu-Taleb: Te he descrito ya el vasto almacen de libros, en donde paso la mayor parte de mi tiempo con el fin de instruirme á fondo en la literatura Européa; que, como tú sabes, es el objeto que me hizo abandonar mi familia, mis amigos, y esa dichosa tier-[329]ra en que los Angeles hacen su mansion, y transportarme á vivir entre un pueblo profano, en un país, que fue por largo tiempo el teatro de nuestras glorias y las delicias de nuestro divino Profeta; pero que abomina hoy, y mira desde su alto trono con airados ojos. Te acuerdas sin duda de la admiracion que solia causarnos la sabiduria de estos pueblos y sus adelantamientos en las ciencias. Pues has de saber que no teniamos de ellos sino unas ideas muy imperfectas. Es increible adonde llegan sus conocimientos. Los Españoles pasan por los menos adelantados de todos, y no obstante saben cosas, á que no alcanzan nuestros mas sublimes Immauns, que han sido arrebatados hasta el trono luminoso, oido las palabras inefables con que resuenan los conciertos de los Angeles, y penetrado los secretos del Eterno. Pero esto se ha de entender exceptuando la primera y principal de las cien-[330]cias, la que nos enseña el camino del Paraiso. Quanta es su sabiduria en las otras, tanta es en ella su ignorancia. No es esto porque no haya muy buenas cosas en sus Autores de Moral; pero son unas luces pasageras, á que suceden bien presto las tinieblas. Hallase alguna otra verdad; pero es un pequeño claro que se descubre entre inmensas sombras: una pequeña roca en medio del Oceano, de la qual solo alguna vez dexa ver la punta la agitacion de las olas.

Livello 4► Uno de los infinitos libros que tienen sobre esta materia, en el qual leí el otro dia varias reflexîones harto buenas acerca de los extravios á que está sujeta la razon humana quando se abandona á sí misma, y no tiene una antorcha superior que la dirija, Racconto generale► cita por exemplo á un Sabio de los mas célebres de la antigüedad, que habiendo dado leyes á sus ciudadanos, aprobó por una de ellas el robo, á lo menos en ciertos [331] casos. Acaso, Abu-Taleb, no fue esta una ley tan absurda, como á primera vista parece. Acaso bien lexos de aprobar el robo, no hizo al contrario sino destruirle y aniquilarle. Porque al cabo, asi como no podia darse robo quando los bienes eran comunes, segun la institucion de la naturaleza (pues es claro que su division, que introdujo lo mio y lo tuyo, fue la que dió entrada á semejante delito entre los hombres) asi tampoco podria verificarse, si la division se hubiese hecho con tal condicion, que ninguno tubiese derecho sobre sus cosas, ni pudiese mirarlas como suyas, sino en tanto que supiese conservarlas en su poder. Y tal vez aquella ley no hizo mas que inducir una condicion semejante en la division de los bienes del Pueblo, á quien fue dictada. ◀Racconto generale

Pero sea de esto lo que fuere, el Autor escusaba recurrir á tierras tan distantes, ni á tiempos tan remotos [332] para hallar exemplos con que apoyar su asercion. En su misma patria, entre sus mismos contemporaneos, los tenia mucho mas notables. ¿Lo creerás tú? La ociosidad, la prodigalidad, la disipacion, los fraudes y las trampas que suelen acompañarla, el adulterio mismo y otras acciones que nosotros miramos con horror, no pasan por delito entre los Españoles. Qué digo, algunas de ellas pasan antes bien por virtudes: y la aplicacion al trabajo se tiene por vicio. Sí amigo: en algunos pueblos cortos en que hice mansion durante mi viaje, conocí una especie de gentes, que tú tendrias por los mas despreciables de todos los mortales. Dueños de una casa vieja y reducida, en la qual no se ven sino muebles derrotados; poseedores de una pequeña hacienda, que otros cultivan por ellos, y de una porcion de papeles denegridos, que aprecian mas que todo; un vestido tosco y ridiculo cu-[333]bre sus macilentos cuerpos: una mesa mezquina los recibe hambrientos; un lecho duro y asqueroso es el lugar de su descanso. Y con todo eso nuestro sublime Monarca no está tan contento de sí mismo; ni mira con tan desdeñosos ojos al mas humilde de sus esclavos, como estos miserables á un vecino suyo, que por medio de un trabajo moderado, ó de un honesto tráfico, logre una vida dulce y apacible, y desconozca el hambre y la miseria. Ellos pudieran muy bien suavizar su condicion por semejantes medios, pudieran á lo menos, cultivando por sus propias manos sus haciendas, retener una parte de sus frutos, con que se ven precisados á pagar la labor que las fertiliza. Mas pregunteseles ¿por qué no lo hacen? ¿Sería esto por ventura propio, te dirán, de sus circunstancias? ¿Habian de derogar la nobleza, que heredaron de sus mayores y obscurecer su familia con el feo borron de [334] un trabajo mercenario? Nadie recela aqui acompañarse de un hombre que en toda su vida no ha hecho cosa de que pudiese resultar algun bien á otro hombre: que debe lo que no puede pagar, y cuyas prodigalidades han ocasionado la ruina de muchas familias: que ha sido la afrenta de muchas infelices, á quienes ha engañado con los mas tremendos perjuros: que ha introducido la cruel discordia, el odio, y todos los monstruos del infierno en muchos matrimonios, en que antes reinaba la dulce paz, y el tierno amor; y que no parece en fin haber nacido sino para insultar á los individuos mas estimables de su especie. Un Comerciante poderoso se creerá felíz si el otro quiere abatirse á tomar en matrimonio una hija suya, y con ella una gruesa parte del caudal adquirido con infinito sudor, que le ponga en estado de hacer mayores insultos á la nueva esclava, y de continuar de un [335] modo mas brillante en el exercicio de sus virtudes. Pero todo aquel que piense con estimacion (segun suelen decir) se guardará bien de dar ¿qué digo yo su hija? ni aun su lado donde gentes le vean, á un Artesano laborioso, veráz, frugal, y adornado, por decirlo de una vez, de todas las prendas, que nosotros los barbaros estimamos mas. Verias al primero jactarse de haber perdido por pura diversion cantidades inmensas: veriasle contar las doncellas que ha burlado, las casadas que ha corrompido, como si fueran otros tantos enemigos de su patria, que hubiese hecho prisioneros en campal batalla; y sacar ciego de enojo la espada si alguno le dixere que descendia de un hombre que con su trabajo y su industria supo adquirir para sus hijos un grueso patrimonio.

En efecto, es mirado el trabajo con tal horror, que no solo cubre de infamia á quien se aplica á él, sino [336] tambien á sus descendientes. Hay aqui una especie de dignidades, que no tienen anexâ funcion alguna, y son unos meros titulos de honor, que los Españoles pretenden ser una recompensa del merito. Los que las obtienen llevan al pecho ciertas insignias, por donde son conocidos, y han de ser precisamente personas ilustres. Hay tambien ciertos profesores de las ciencias, que se distinguen de los demás por un nombre que les es particular, y son mucho mas estimados. Dicese que estos viven juntos en ciertas casas sin admitir jamás en su gremio sugeto que padezca algun defecto en su reputacion. Para admitir á uno en estas casas, para revestirle de alguna de aquellas dignidades, aun despues que el Principe se la ha conferido, y para otros fines semejantes, se hacen averiguaciones muy exâctas y muy secretas de sus padres, abuelos, y demás progenitores. Que haya ha-[337]bido entre estos, holgazanes, perdidos, maldicientes, estafadores, vinosos, adúlteros, homicidas, nada importa. Pero Alá libre al pretendiente de que haya quien diga que alguno de sus abuelos se ha ocupado en hacer zapatos, curtir cueros, ó en otras cosas á este modo. Bien puede ser el hombre mas virtuoso del mundo: bien puede ser el mas sabio: bien puede haber ganado mas victorias, y conquistado mas provincias que Osmán, y Hali; las puertas de aquellas casas, la entrada de aquellas y de otras dignidades se le cerraron para siempre, y sin recurso.

Considera tú ahora, Abu-Taleb, si es posible que un pueblo tenga por virtud lo que castiga, ni por vicio lo que premia: considera si la infamia puede dexar de ser un castigo, y el mayor acaso de los castigos: y dime despues de esto, si en una Nacion en que sucede lo que acabo de referirte, puede menos de pasar el [338] trabajo por delito, por virtud la ociosidad, y á lo menos por cosas indiferentes los demás desordenes de que he hecho mencion. Pero acaso, me dirás, no recae esta infamia, sino sobre alguna especie de trabajo que antes sea pernicioso que util. Hay ocupaciones destructoras que un Estado debe cubrir de oprobio y echar por todos los medios posibles de su seno. Al contrario; las ocupaciones mas utiles, las mas necesarias á la vida, las que mas conducen á la riqueza y prosperidad pública son justamente las que pasan por mas baxas, y mas indignas de un ciudadano honrado, y la vileza que les es anexa, parece crecer á proporcion de su utilidad.

Este sí que es absurdo y extravio: lo que es util á los hombres, es siempre bueno y loable: lo que les es inutil ó perjudicial es esencialmente malo. Nuestras ideas, nuestros raciocinios en tanto son justos y ar-[339]reglados, en quanto son conformes á la razon suprema, fuente pura de toda inteligencia: y si es cierto que el Eterno nos ama como hechuras suyas, es preciso que solo parezcan á sus ojos verdaderos hijos los que trabajan en provecho de sus hermanos, y que desde el trono que sostienen las nubes, y rodean los nueve coros de las Potestades celestes los distinga de los demás, como al salir la Aurora se distingue la hebra blanca de la negra. ◀Livello 4 El y su Profeta sean contigo. De Madrid el 21 de la Luna de Rabjeb. Año de 1196.” ◀Lettera/Lettera al direttore ◀Livello 3 ◀Livello 2 ◀Livello 1