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Sugestão de citação: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso LXXIII", em: El Censor, Vol.4\073 (1785), S. sic-109, etidado em: Ertler, Klaus-Dieter (Ed.): Os "Spectators" no contexto internacional. Edição Digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.375 [consultado em: ].


[91] Nível 1►

Discurso LXXIII

Citação/Divisa► At mehercule, inquit, narret quod quis voluert
Oliva nobis propter fructum est gratior.

Phaedr. III. Fabul. XVII. v. 8.

Yo, diga cada qual lo que quisiere,
Quiero mas á la oliva por su fruto. ◀Citação/Divisa

Nível 2► Carta/Carta ao editor► Señor Censor;

Muy Señor mio: Acúsase vulgarmente á los grandes señores de que miran al pueblo con indiferencia y con desdén. Creese que ocupados unicamente de sí mismos y de sus placeres, son absolutamente insensibles a las miserias de la plebe, y que ni aún la tratan como parte de la misma especie, portandose como si ellos solos compusiesen el género humano. [92] Hombres que pasan por instruidos, esfuerzan esta acusacion, y Vm. mismo parece apoyarla en alguna parte de su obra. No obstante, si hay alguna queja en el mundo mal fundada, es ésta sin duda.

Nível 3► Varias veces he hecho reflexîon sobre el porte y método comun de vida de los Señores; y lejos de hallar en él alguna prueba de este desapego que se les imputa, no he advertido cosa que no manifieste un deseo ardiente de agradar al pueblo y captar su opinion. Y ya se ve, que ni se apetece agradar, ni se capta la opinion, sino de aquel á quien se aprecia. En mi dictamen, si por algo deben ser censurados, no es por el defecto, sino antes bien por el exceso de la estimacion que de él hacen, y del afán con que solicitan ocupar en su imaginacion un lugar elevado, haciendo consistir en esto toda su felicidad y su grandeza.

Y sino digame Vm. y digame [93] qualquiera: ¿quáles son las cosas, que roban toda su atencion; quáles son los asuntos sobre que se versan sus deliberaciones; los objetos de todos sus discursos? Tener un gran trén, muchas y costosas libreas, una mesa magnifica, una casa suntuosamente alhajada, ricos y primorosos vestidos, colmar de presentes á una Comedianta, á un Torero &c. á esto se dirigen todos sus cuidados, por esto se desvelan, en esto consumen todos sus caudales, por esto se empeñan. Pues ahora ¿es por ventura la satisfaccion de sus apetitos, el deleite de sus sentidos, en una palabra, su propia felicidad ó su bien estar, el objeto de todas estas cosas? Dirán que sí; pero yo digo y sostengo á la faz de todo el universo, que no; y que es un error crasísimo, un solemne disparate pensarlo.

Porque vamos claros, y valga la razon; por grande y poderoso que sea un Señor ¿será su estómago de mayor capacidad que el de qualquie-[94]ra otro hombre? ¿Podrá contener su buche todo ese gran número de vivientes que en el aire, en el agua, y en la tierra perecen cada dia para su mesa, esa infinidad de vegetables de que se despoja á los campos? Claro es que no. Apenas la centesima parte de estas cosas sirve para su sustento. Luego no es éste, ni su regalo, lo que se propone quando se las hace presentar; porque yo no concibo qué placer pueda dar á un hombre harto la vista del plato mas sabroso y mas delicado del mundo. Si es un glotón, le entristecerá el no poder gustarlo: si es un hombre parco, quando no le cause tedio, lo mirará á lo menos con indiferencia, y de todos modos ¿qué cosa mas molesta y cansada, que estarse dos ó tres horas sentado, sin otra ocupacion que la de pasar revista á un gran número de producciones admirables de la naturaleza, que un cocinero acaba de destruir ó disfigurar monstruosamente sin propo-[95]sito, sin utilidad alguna? Alguna vez me he visto precisado á hacerlo yo; pero que me emplumen si no quisiera mas estar en un potro. Es pues sin duda que en todo este aparato, en todo este trabajo que se toman los Señores, es el verdadero objeto que se proponen, dar al pueblo una grande idéa de su magnificencia, y hacer circular en él sus riquezas. Porque ellos al cabo son criaturas racionales, que no pueden obrar sin fin, y yo doy un quarto á quien me señale otro que puedan proponerse.

Lo mismo digo quanto á ese prodigioso número de gente ruin, de que se hacen rodear. Es un desproposito pensar que toda ella se ocupe en su servicio. ¿Habia un hombre solo de tener tantas necesidades que fuese precisa toda esta canalla para satisfacerlas? Sería por cierto bien digno de lástima. Demás, de que quando lo fuese, los galones de que vá cubierta su libréa, la rica media, la [96] buena hebilla, el buen zapato, los reloxes, el sombrero fino ¿harán acaso á un lacayo mas agil, mas robusto, mas mañoso, mas despierto en fin, mas aproposito para servir bien? Pero no: el hecho es, que esta caterva gasta por la mayor parte su vida en el juego y la ociosidad, y que lejos de hallarse con ella mas bien servidos los Señores, sucede todo lo contrario. ¿Quál será pues el fin porque la mantienen? No otro ciertamente, que el de dar al pueblo en un dia solemne un espectáculo grandioso, y divertir su vista con el número, riqueza, y buen gusto de las libréas.

Ni es posible tampoco que sea otro el fin de todas las demás cosas de que he hecho mencion. ¿Por ventura los Ducados, Condados, Marquesados, Baronías, Señoríos que posee un Señor, añaden peso á su persona, y la hacen menos portátil, para que le sea necesaria tanta bestia como mantiene en sus quadras? Las [97] pinturas y charoles que adornan lo exterior de sus carrozas, apenas las goza él; ¿y le harán mas blando, ó mas descansado el asiento, el movimiento mas suave? ¿Le dará un sueño mas apacible la pluma en que descansa, que al mas miserable jornalero su cadalecho? ¿La rica bordadura, lo ajustado de su vestido se lo hará mas cómodo? ¿Abrigarán mas, y harán mas comodas sus casas los damascos, los cristales, las porcelanas, y demás preciosidades de que están cubiertas? ¿Me persuadirá á mí nadie, que experimenta mas placer un Señor al entrar en su casa, que yo quando lo hago en la mia? ¿qué siente en ella menos el frio, y el calor? qué está menos expuesto á la melancolía? en fin, que todas estas cosas le proporcionan alguna comodidad, algun deleite? Verdad es que creen muchos que sí; pero es error, es pura ilusion. Yo á lo menos (y creo que á todos sucede lo mismo) la segunda [98] vez que veo la casa mas suntuosamente alhajada, no hallo cosa que me llame la atencion. Alguna vez que quise abrigar mas de lo acostumbrado mi quarto, á vuelta de pocos dias hallé que sentía el mismo frio que antes, y que habia perdido mi dinero. ¿Qué digo? Otro tanto hubiera yo perdido con gusto por evitar las fluxîones y constipaciones que sufrí por ello. Con que una de dos: ó los Señores son de distinta naturaleza que nosotros, y de muy diversa hechura sus cuerpos, ó es preciso confesar que no es su propia conveniencia lo que buscan con estas cosas.

Una prueba clara y concluyente de que es asi como lo digo, es el género de adornos de que usan. Una buena pintura no deleita los ojos solamente, sino que recrea tambien el ánimo; y asi es, que por muchas veces que se haya visto, causa un nuevo placer siempre que vuelve á contemplarse: se pasa uno mirandola horas en-[99]teras sin sentirlo. Al contrario, los espejos, las cornucopias, las arañas de cristal, los tibores, quando mas, pueden deleitar la primera vez que se miran y por un breve rato. Es pues evidente, que si fuese su propio recreo lo que se propusiesen, no pensarian sino en adquirir excelentes quadros de que veriamos cubiertas las paredes de sus casas. Pero está tan lejos de ser esto, que aún de los que poseían, se deshicieron en gran parte para vestirlas de estas otras bagatelas. Ni hay que pensar que sea éste un efecto de la corrupcion del gusto. Están tan ciertos de que todas estas cosas no pueden agradar vistas muchas veces, que ésta es sin duda la verdadera causa, por qué tanto escasean al pueblo la entrada de sus habitaciones. Ya se ve, de otra manera su vista no le haria mas impresion que hace á sus dueños, y estos por consiguiente no conseguirian su fin, que ni es ni puede ser sino el que digo.

[100] ¿Finalmente, qué diremos de sus prodigalidades con Toreros y Comediantas? Yo desafio al hombre mas caviloso del mundo á que me señale otro objeto, á que puedan dirigirse los regalos de que colman á aquellos. Los que hacen á éstas, bien sé que no faltan maliciosos, que los interpreten de otra manera. Pero hagamos por Dios un poco mas favor á los Señores. ¿Es por ventura tan esencial la necedad á la nobleza, que imaginen asegurarse por tales medios la aficion de estas gentes? No: no son tan bobos que no conozcan que este género se enagena quando quiere adquirirse á dinero: saben muy bien que todo el que compra sus favores, los paga para otros, ó paga tal vez á otros que los reciban; y reconociendo esto de buena fé, debemos confesar que el verdadero fin de sus liberalidades, no menos con la una, que con la otra clase de gentes, es ponerlas en estado de presentarse en [101] la plaza y en el teatro con brillantéz, y de un modo mas aproposito para embelesar á la plebe que las mira. El mismo en conclusion que en todas las demás cosas se proponen, divertir y recrear al pueblo todo lo posible.

¿Y quánto no les cuesta esto? ¡O gente ingrata y desconocida! No hablo yá de los caudales que en ello invierten. Tampoco es mi ánimo hacer mencion de todas las incomodidades que por ello sufren. Para conocer quánto tenemos que agradecerles, basta volver la atencion á lo que se ha dicho de sus criados. Ahí es nada; cercarse de una caterva de espías atentos siempre á todos los discursos y acciones de su dueño, para sorprenderle y sacar de sus flaquezas y descuidos todo el partido posible: poner entre sí y el resto del universo una barrera impenetrable: renunciar el uso de sus ojos, de sus oídos, y hasta de su misma razon, para no [102] ver, ni oír, ni juzgar sino las cosas que quiere, y del modo que quiere la raza mas infame del mundo: perder en fin el dominio de sus acciones, y sujetarse á una esclavitud de que no ofrecen exemplo las mismas Antillas; y esto no mas que para dar á la plebe de quando en quando un buen rato, y solazarla de su continua fatiga. De verdad, que si esto es mirarla con indiferencia, ser insensible á sus miserias, tratarla con desapego, y con desdén; no entiendo qué cosa sea apreciarla, servirla, y respetarla.

Vm. me dirá, lo estoy viendo, que sin tanta costa, sin tanto trabajo, sin tanto afán podrian manifestar al Pueblo el aprecio que de él hacen, y serle incomparablemente mas utiles. Y yo convengo en ello desde luego. Mas no hay que culparlos de que no lo hagan asi. Ellos quieren agradar á la plebe, y captar su opinion y sus aplausos; y para esto es muy natural que se valgan de aquellos [103] medios que experimentan ser mas eficaces, que practiquen aquellas cosas que observan serla mas agradables. Pero es el caso que á ella no la complacen tanto las que pueden serla de de [sic] mas provecho. El Conde de * * * * * es de ello una buena prueba.

Nível 4► Retrato alheio► No es hombre que atesore. Sin embargo no se hace jamás servir sino una buena olla, tres ó quatro principios muy sencillos, y alguna fruta, algun queso, algun dulce de almivar por postre; bien que esto con bastante abundancia, para doce ó catorce personas que tiene siempre á su mesa. Oficiales antiguos, cuya suerte no corresponda á su merito: Literatos, á quienes una excesiva aficion á las ciencias sirva de estorbo para los adelantamientos de su fortuna, ya sea porque los hace vivir en el retiro, ya porque sus estudios tienen por objeto aquellos conocimientos, que aunque son acaso los mas utiles de todos, no tienen recompensa entre [104] nosotros: en fin, ni una sola persona que no se distinga por algun talento, prenda, ó qüalidad estimable. De estas hay quatro ó cinco que residen en su casa con muy decentes pensiones ocupados en su servicio; pero que mas parecen por el tratamiento que les hace, sus amigos, que sus criados. Cuidan de la educacion de sus hijos en los diversos ramos que comprehende, y de la de ocho niños, tomados todos de familias pobres y honradas, que se intitulan pages; pero que no son en realidad sino compañeros de los hijos de su Excelencia. El resto de la familia no dexa de ser bastantemente numeroso. Pero no hay lacayo que no tenga su oficio. Como los ocupa poco con su persona, los hace trabajar asiduamente; y como no pende su sustento de su trabajo diario, se dirige éste principalmente á perfeccionarse cada uno en su arte, y á hacer en ella los adelantamientos posibles. Para esto les costéa instru-[105]mentos, pruebas, tentativas, maquinas, y aún ha hecho viajar algunos á los países estrangeros. El mismo no contribuye poco á sus progresos con sus propias luces, y su aplicacion. Visita con freqüencia sus obradores, reconoce sus trabajos, advierte los defectos, dirige las maniobras. La mayor parte de su tiempo la pasa con sus comensales; y sus conversaciones son siempre sobre asuntos relativos á las ciencias utiles, á las artes, y á la agricultura. Hace en su compañia experiencias, cuyas resultas comunica á sus criados, y á sus colonos; á quienes prescribe métodos que les hace poner en práctica, indemnizandolos de las pérdidas que puedan ocasionarles.

A sus gentes de libréa, despues que le sirven cierto tiempo, forma establecimientos en sus Estados de donde son todos naturales, y en los quales para fixarlos allí mas bien, abrió nuevos canales al comercio, y [106] le vivificó de un modo extraordinario. De esta suerte, es increible quánto hizo florecer en ellos la agricultura y las artes. Estableció fabricas: introduxo nuevos ramos de industria; y por decirlo de una vez, la cabeza de su Condado, que era no ha mucho una miserable Villa, camina con paso apresurado á ser una de las mas opulentas del Reino.

Todo esto es sin duda de mayor utilidad al Público, que lo que hacen otros Señores. ¿Pero se lo agradece mas por eso? ¿Vé Vm. que logre mas fama, qué reciba mayores aplausos? ¿Vé Vm. parada la gente al rededor de su coche, quando le está aguardando á la puerta de su casa? Apenas se sabe que hay tal personage en la Grandeza. Y á la verdad, hagamos justicia á todo el mundo: tampoco hay razon para que sea de otro modo. Yo no sé lo que pasa en otras partes; pero entre nosotros hasta la misma plebe piensa con ele-[107]vacion, y con nobleza: hasta la misma plebe tiene el corazon Español. Y asi es que no aprecia los sacrificios que se le hacen por lo que le valen, sino por lo que cuestan á los que se los ofrecen. Pues ahora, es cierto que quanto hacen por ella los Señores, se reduce á proporcionarla un ligero placer, algun recreo á sus ojos; mas ya se ha visto quanto les cuesta. Al contrario sucede con los beneficios que recibe del Conde.

Ellos sí, son mas grandes, muy reales, muy efectivos: no hay duda. Pero al mismo tiempo que sirve al pueblo, se sirve á sí mismo. El pasa una vida entretenida, felíz, y verdaderamente digna de una criatura racional. Su humanidad, y su liberalidad con los hombres de merito, no solamente le proporciona en su trato un continuo recreo, y el mayor de que es capáz el espiritu humano: no solamente le pone en estado con las luces que le comunican de acre-[108]centar su poder, sino que asegura á sus hijos una educacion excelente. Los niños que hace educar en compañia de estos, le sirven para excitar su emulacion, y reunir en su favor todas las ventajas de la educacion pública y de la privada. Además prepara en ellos Maestros dignos á sus nietos. Si expende sus riquezas en fomento de la agricultura, y de las artes, tambien mejora sus fondos, y se hace por una precisa conseqüencia mas rico y mas poderoso. En conclusion, no hace cosa en beneficio del público de que á él mismo no le resulte un bien en particular. ¿Por qué pues se le ha de agradecer lo que hace? Pretender por ello aplauso y reconocimiento ¿no sería hacerse pagar dos veces una misma cosa? ◀Retrato alheio ◀Nível 4 ◀Nível 3

Señor Censor, dexémonos de preocupaciones: aprendamos de una vez á no precipitar nuestros juicios: á no graduar las acciones de nadie, sin examinar sus causas y sus fines. Un hom-[109]bre, sobre todo, que como Vm. se mete á reformador de las costumbres de toda la nacion, no puede ser demasiadamente cauto. En estas materias la censura de lo bueno ó de lo indiferente, es por lo menos tan perjudicial, como la aprobacion de lo malo. Sirvale á Vm. esta leccion para lo sucesivo y mande, &c.” ◀Carta/Carta ao editor ◀Nível 2 ◀Nível 1