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Citation: Anonym (García de Cañuelo, Luis: Pereira, Luis Marcelino) (Ed.): "Discurso LXXII", in: El Censor, Vol.4\072 (1785), pp. 71-89, edited in: Ertler, Klaus-Dieter (Ed.): The "Spectators" in the international context. Digital Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.374 [last accessed: ].


[71] Level 1►

Discurso LXXll

Citation/Motto► Falsa est ista tuae, mulier, fiducia formae.

Propert. III. Eleg. XXIII. v. L.

Mui vana es, ó muger, la confianza
Que te dá tu hermosura. ◀Citation/Motto

Level 2► Metatextuality► ¡Qué no dirá de mí el autor de la carta que voy á copiar, quando vea que no defiero á su pretension! Levantará el grito sin duda, y confirmandose en la opinion, en que ya parece tenerme, de parcial del otro sexô , me acusará de que hago traicion al mio, y de que envilezco la [72] dignidad Censoria, dexandome arrastrar de una infame pasion. ¿Pero cómo ha de ser? Yo me glorío de esa misma pasion que me echará en cara. Por otra parte su empeño es arduo verdaderamente y terrible. La posesion en que se hallan las mugeres de la hermosura, es tan antigua y tan qüalificada, que no creo conozcan los Jurisconsultos titulo de pertenencia mas seguro. Demás de que las razones con que se combate esta pertenencia, son mas especiosas que sólidas. No obstante, no puede negarse, que las que se exponen á lo ultimo de la carta, tienen cierto aire de verdad, que es de temer hagan caer á los flacos. Por lo que no puedo menos, por lo mucho que me intereso en su suerte, de aconsejar muy de veras á las Damas (sobre las quales recae toda su fuerza) piensen seriamente en no dar fundamento en lo sucesivo á semejante argumento; no sea que tomando cuerpo la nueva secta que parece intenta fundarse [73] se vean un dia despojadas de la prenda que mas estiman. ◀Metatextuality

Level 3► Letter/Letter to the editor► Señor Censor:

“Mui Señor mio: pensará Vm. por el asunto de esta carta, que yo soy alguno de estos que no piensan sino en conservar las rosas y azucenas de sus mexillas, y la suavidad y finura de su cutis: que hacen consistir una gran parte de su merito en una mano mimosa, y en una pierna derecha y como formada al cincél: que sufren con gusto un continuo martirio para que lo ajustado de su zapato dexe conocer toda la delicadeza de su pie: en fin cuya ocupacion mas importante es arreglar el orden y posicion que sobre su cabeza debe guardar cada uno de sus dorados cabellos. Pues no Señor: Level 4► Selfportrait► soy un hombre de buena estatura; cerrado de barba; membrudo; de un color un tanto atezado y tengo cubierto de vello el cuerpo todo. No temo al sol ni al agua: cuido de mi cabello lo preciso no más para [74] que ande limpio, y para que no me incomode: el sastre y el zapatero me tienen plenamente satisfecho, quando la ropa y el calzado me viene comoda y vagarosa. Y con todo eso estoy tan enamorado de mi figura de hombre, como el Adonis mas acepillado puede estarlo de la suya de muger. Pretendo ser mas hermoso que las Cleopatras, Helenas, Saphos, Europas, y Alcmenas; ni rendiría vandera en hermosura á la mismisima Venus Erycina. ◀Selfportrait ◀Level 4

En efecto, yo sostengo que es una usurpacion manifiesta la con que el otro sexô se apropia la denominacion de hermoso y bello, y que en justicia nos compete mas bien á los hombres. No hay que tomarlo á chanza: soy naturalmente formal, y le protexto á Vm. que hablo con toda la seriedad de que soy capáz. A bien que Vm. lo reconocerá al instante por la calidad de las razones que voy á producir.

[75] Una de dos: ó se quiere dar á entender por las expresiones de bello sexô y sexô hermoso una hermosura solamente relativa; ó una hermosura absoluta. Si lo primero, yo convengo sin repugnancia en que los hombres denominemos de esta suerte á las mugeres; porque es sin duda, que á los ojos de un hombre son ellas mas hermosas que los hombres. Pero ha de ser esto con la precisa condicion, y no de otra manera, de que ellas nos dén á nosotros la misma denominacion, y de que en la boca de una muger signifiquen siempre á los hombres estas expresiones; pues es indubitbable que á sus ojos son estos tambien mas hermosos que las mugeres. Digo que es indubitable, y me mantengo en ello, aunque me digan que lo que excita en las mugeres el amor á los hombres, es solamente el valor, la fortaleza, el talento, y otras virtudes que les competen por naturaleza. Dotadas de todas estas [76] prendas se han visto muchas mugeres, y no hay memoria de que haya sido ninguna el objeto de la pasion de otra. Ahí tenemos, sino en París á Mademoiselle d' Eon, que nos cuente sus conquistas en este género. Por otra parte, sin valor, sin fortaleza ni talento, vemos cada dia á muchas hacerse lugar en el otro sexô por sola la apariencia que su persona ofrece de estas cosas, y á pesar de las continuadas y evidentes pruebas que dán á cada paso de carecer de estas y de todas las demás prendas de un hombre. Prueba clara de que la figura de tal, es lo que en el hombre agrada principalmente á las hembras, y que es certísimo lo que dice un Poeta Francés: Level 4►

Citation/Motto► Pour une, qu’amour prend par l’ame il en prend mille par les yeux.

Para una que á su imperio someta por razon, hay mil que por los ojos avasalla el amor. ◀Citation/Motto

◀Level 4 [77] Si es, como yo creo, una hermosura absoluta la que se indica en la denominacion de la disputa, en este caso es quando me siento mas fuerte: quando pretendo hacer ver á todo el mundo que nos pertenece exclusivamente á nosotros: quando no dudo en fin reivindicarla en el tribunal de Vm. y á pesar de la inclinacion que mas de una vez ha manifestado á las hijas de Adán, proponer en él á nombre de mis consortes los hombres la accion formal y competente demanda contra todo el sexô femenil, para que Vm. le condene á que nos haga suelta y dexacion de la susodicha denominacion y epiteto, en que se halla intruso contra toda razon y derecho.

Si, Señor: yo sé mui bien á lo que me expongo disputando á las hembras una prenda de que son verdaderamente idólatras. Estoy enterado de lo que sucedió á un antiguo Duque de Frias por mucho menor causa. Pero [78] mas que no haya de quedarme un cabello en la cabeza, sostengo que absolutamente hablando, somos los hombres mas hermosos que sus mercedes: y que no podriamos menos de parecerlo asi á los ojos de una criatura dotada de razon, y de otra especie, que nos considerase con indiferencia.

Es innegable que la hermosura de un cuerpo no consiste en otra cosa, que en la proporcion y aptitud que halla el alma que le contempla, en las partes que le componen, para el fin para que él todo ha sido hecho. En tanto es hermosa una fachada, en quanto las partes de que consta aparecen á la vista de quien la considera las mas aptas para la firmeza del edificio, y la representan en lo interior una disposicion la mas conveniente á los usos á que se destina. Asi es que el frontispicio de el palacio mas bello y mas suntuoso, seria conforme y monstruoso en un templo. [79] Pues ahora, yo no niego que los miembros del cuerpo de una muger sean tan aptos y proporcionados para su destino, como lo son los de un hombre para el suyo. Mas tampoco admite duda, que de dos figuras en que se vea igual proporcion para los fines para los quales fueron hechas respectivamente, aquella será precisamente mas bella cuyas partes representen en el todo un destino mas noble, unas propiedades mas recomendables. La superioridad que tiene ciertamente el cuerpo humano sobre los de todos los otros animales no consiste en otra cosa. Los miembros de cada uno de ellos son los mas aproposito que pudieran para los usos á que los destinó el Criador. Pero al mismo tiempo hace ver su propia configuracion quán inferiores son estos usos á los que dió á los del hombre, y quán superiores son las facultades y perfecciones de éste.

Si es pues esto asi, como efectiva-[80]mente lo es; ¿la fuerza, el valor, la constancia, el sufrimiento, la prudencia que denotan los miembros de un hombre, quánta mas belleza no deben dar á su cuerpo, que al de la muger, el recogimiento, la dulzura, el genio compasivo, que dá á entender la configuracion de los suyos? No me detendré á manifestar la preferencia que se debe á las primeras de estas qüalidades; porque me persuado á que nadie se atreverá á negarla: y temo por otra parte, parezca á Vm. demasiada filosofia para un asunto como éste. Solo diré que la superioridad que el mismo Dios concedió al hombre respecto de la muger, es una prueba manifiesta de la de las qüalidades de que le ha dotado. Pues no se puede concebir, en que otra cosa haya podido fundarse, ni decirse que haya obrado en esto arbitrariamente el Criador, que, como dice un varon mui respetable, jamás obra sin razon y sin la suma razon.

[81] Lo que llevo dicho bastará para persuadir á todo hombre que piense, esto es, que haga uso de su entendimiento. Mas porque no se diga que mi causa puede unicamente sostenerse con razonamientos abstractos, que es decir por la mayor parte, frivolos y vanos, produciré pruebas de hecho y que hablen á los sentidos. En medio de la infinita variedad que admiramos en las obras de la naturaleza, hay ciertas cosas que son comunes á todas, y se conservan ciertas leyes generales, á las quales se conforma constantemente. Dotar á los machos de mayor hermosura, que á las hembras, parece ser una de estas leyes, que apenas veremos quebrantada, si discurrimos por todas las especies, en alguna de ellas. ¿Qué comparacion hay entre la gallina y el gallo; la yegua y el caballo, la pava y el pavon? ¿Por qué pues haria una excepcion en el hombre y en la muger? Si ésta parece á aquel mas [82] hermosa, es sin duda que tambien entre los otros animales lo parece la hembra al macho de su especie. Con que si esto no quita que para el hombre, que es respecto de ellos indiferente, sea todo lo contrario, ¿por qué no deberemos pensar que una inteligencia que nos contemplase con igual indiferencia, y que fuese respecto del género humano lo que éste es respecto de las demás especies, daría asimismo entre nosotros al varon la palma de la hermosura?

Sobre todo yo quiero sujetarme al juicio de las mugeres mismas. ¿Hay entre ellas por ventura alguna que confiese á otra esta prenda sinceramente? Los hombres aplaudimos de buena fé unos en otros el valor, el ingenio, la fortaleza, y otras virtudes que nos son comunes, pero que poseen ellos en mas alto grado. ¿Mas quién ha visto entre ellas una que celebre á otra de hermosa, sino que sea tal vez por una especie de poli-[83]tica, y siempre de un modo que indique claramente quán opuestas son sus palabras á sus verdaderos sentimientos? Diránme que es esto un efecto de la envidia. Mas sobre qué, eso sería hacerlas una injuria atrocísima, afeando horriblemente su alma para defender la hermosura de su cuerpo (cosa en que estoy cierto no consentirán ellas por quanto tiene el mundo,) hay una razon mui fuerte para no creerlo. No puede ciertamente darse cosa mas fea para las mugeres, que aquella especie de hombres que se les parecen; pues si los lindos se hacen con ellas algun lugar, sabemos todos las verdaderas causas. Prueba clara de que no tienen su figura por hermosa; porque sino, yá se ve, que debiera suceder todo lo contrario. Pero es constante, que no puede provenir esto de envidia, estando como están ciertas de que los otros hombres (cuya estimacion es lo único que podria excitarla) los miran [84] con el mayor desprecio. ¿Por qué pues atribuir á un vicio tan execrable la desestimacion que hacen de sus figuras unas de otras? Verdaderamente que es esto pensar con mucha malicia.

Finalmente (y aquí es en donde yo triunfo) si fuesen tan hermosas como pretenden, ¿por qué habian de afanarse y fatigarse tanto para parecerlo? Reflexîonese un poco sobre lo que cuesta esto á una muger. Considere Vm. por su vida el tiempo que le consume este cuidado: los caudales que le sacrifica: las crueldades que por ello sufre cada dia de un peluquero inexôrable: la continuada mortificacion á que se sujeta: las enfermedades á que se expone. ¿Habrá en el Asia ó en el Africa Mollak ó Immaum que se dé un tratamiento mas austéro, y que compre á mayor precio el Infierno? ¿Y es creible que anhelasen tanto por la hermosura, y que se sujetasen por ella tantas pe-[85]nalidades, si la tuviesen de su cosecha? ¿A qué tanta cinta, tanta gasa, tanta pluma, tantas otras producciones raras y costosas del arte y de la naturaleza como echan sobre sí, si fuesen naturalmente bellas y hermosas, y si no lo necesitarán todo para parecerlo?

Mas no Señor, no es hacerse hermosas el objeto que en estas cosas se proponen, sino solo hacer salir y brillar mas la hermosura de que están dotadas. El adorno conviene naturalmente á la belleza. ¿No se engarza en oro el diamante, una de las producciones mas brillantes de la naturaleza? Todo esto está bien; mas yo tengo dos cosas que reponer: dos cosas ambas concluyentes, ambas sin réplica.

Primeramente ¿vemos á las mugeres mortificarse tanto, tomar sobre sí tantas fatigas, para cultivar y hacer sobresalir otros dones que recibieron de la naturaleza? ¿La modes-[86]tia, la suavidad la propension á compadecerse del mal ageno, el dón de agrado, el dón de gobierno, el amor al retiro, son acaso dotes menos estimables que la belleza? ¿O por ventura son incapaces de cultivo? Nadie habrá que lo diga: porque es sin duda, que asi como pueden estas buenas inclinaciones ser destruidas por habitos contrarios; asi tambien pueden ser elevadas á un grado muy superior al que naturalmente tienen, exercitandolas y cultivandolas con esmero. Si fuese pues su verdadero intento perfeccionar sus prendas naturales, ¿por qué sería la hermosura el unico objeto de todos sus conatos? ¿Por qué no habian de llevarles igual cuidado las otras? No quiero yá que fuese igual, ¿pero alguno siquiera? No lo creeré yo aunque me lo prediquen Capuchinos. La verdad es que obran en esto, como por un efecto de nuestra flaqueza obramos en todos asuntos hombres y mugeres: descui-[87]dan de lo que tienen por adquirir lo que no tienen.

Despues de esto: yo ciertamente no diria una palabra, si se reduxese su afán á atar con un vistoso lazo el cabello, á ceñir con alguna guirnalda sus sienes, á ajustarse la ropa de un modo gracioso, y apropósito para dexar ver un talle gentil y despejado. Todo esto y otras cosas á este modo convendria con lindo gusto en que se llamase adorno. Pero eriza sus cabellos á guisa de endiabladas, hacer su cabeza ahora cónica, ahora triangular: convertirla á veces en un quadro, á veces en un rhombo, y hacerlas tomar todas las figuras regulares é irregulares de la geometría: dár hoy una prominencia enorme á sus caderas: mañana una convexîdad descomunal á su trasero: aumentar el otro dia de un modo prodigioso el volumen de sus pechos; ¿es esto adornar, y no mas bien corregir, enmendar, y transtornar su cuerpo? [88] ¿Y lo harian si estuviesen satisfechas de la figura que le dió la naturaleza?

¡Qué necio que soy en haberme limitado á decir que las mugeres no son hermosas! Ahora digo que no solamente no lo son, sino que son incapaces de serlo, y que la belleza es una cosa que repugna esencialmente á su figura. Y sino digame Vm. por quien es, despues de tantas mutaciones, correcciones y reformas como en ella han hecho; despues de tantas vueltas como han dado á todo su cuerpo, ¿seria posible que no hubiesen atinado yá con el verdadero punto? Tendrian aún que estar variando todos los dias su contorno, y discurriendo para sus partes nuevas proporciones, sino fuese absolutamente incorregible y feo por esencia? La admirable fecundidad de su ingenio en inventar nuevas formas, y el indecible estudio que en esto ponen, hace la cosa increible de todo punto; y dán tal fuerza á esta reflexîon, que [89] yo estoy terriblemente alucinado, si dexa sombra de duda en el asunto. Asique no quiero alegar otras razones que se me ofrecen aún; y concluyo ya esta carta, que me lisonjéo no desmerecerá la atencion de Vm. por extravagantes que á primera vista parezcan las idéas que contiene, y por muy grande que sea la inclinacion que Vm. parece tener á las hembras. Dios nuestro Señor guarde la vida de Vm. muchos años. Madrid”

B. L. M. de Vm. su seguro servidor
Andrés Morphalazon. ◀Letter/Letter to the editor ◀Level 3 ◀Level 2 ◀Level 1