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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso XXXII", in: El Censor, Vol.2\032 (1781), S. 491-514, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.367 [aufgerufen am: ].


[491] Ebene 1►

Discurso XXXII

Zitat/Motto►  . . . . . Neque enim concludere versum
Dixeris esse satis.

Horat. in Art. Poet.

Ni digas que es bastante
Saber formar un verso. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Metatextualität► Vease aqui lo que yo me estaba temiendo hace muchos dias. ¡Qué otra cosa se podia esperar habiendo llegado la corrupcion à lo sumo, sin que hayan tenido efecto quantos remedios se han aplicado para contenerla! Acabo de recibir la siguiente Censura que se ha fulminado por el Señor Juez, que habla en la cabeza de ella. Censura à la verdad mucho mas acre, y aspera que quantas podia yo dar, à pesar de toda la amargura de mi genio; pues como yá habrán conocido mis lec-[492]tores, siempre mi Tribunal Censorio se reviste de moderacion y misericordia, y trata con mas de la que merecian à los delinquentes. Pero yo no puedo remediarlo: à mí se me manda su publicacion baxo las mismas penas que contiene, y aunque tal vez pudiera resistirme, pues me contemplo juez igual al Señor Don Apolinar, sin embargo de que S. mrd. lo sea in spiritualibus; porque esto se podria interpretar Juez en materias de ingenio; no obstante no tengo gana de competencias.

Por otra parte ¿si yo no la publicaba faltarian por ventura otros medios de publicarla dicho Señor? No hay, pues, que echarme la culpa de que por no haber yo usado de mi jurisdiccion en este asunto se haya disparado este rayo. Me hago cargo de todo: conozco que quizá no merecian tanto los pobres contra quienes se dispara, mayormente quando los mas pecan por ignorancia: que se les trata con suma dureza, y aun ignominia: pero valga la razon, ¿qué podia yo hacer, ò decir en la materia que no estubiese yá hecho y dicho?

Demás de esto no se puede dudar que la corrupcion ha cundido tanto que yá [493] apenas es conocida la verdadera doctrina; y el vicio en estas materias es de peores consequencias que lo que vulgarmente se juzga. Asi que parece era menester fulminar rayos, y que estos fuesen acompañados de truenos capaces de dispertar à los mas del letargo en que viven: y yo no me hallo con jurisdiccion para tanto.

Esto es quanto se me ofrece advertir en orden à las letras que publico. En punto à la qualidad del Juez, de donde dimanan, no hay necesidad de decir cosa alguna. No obstante si alguno estubiere curioso de conocerle, creo que dentro de poco se dexará vér en esta Corte ahí en la calle del Principe, ò en la de la Cruz. Oygamos, pues, y escarmentemos. ◀Metatextualität

Ebene 3► Brief/Leserbrief► “Nos el Doctor Don Apolinar Solano por la gracia de Apolo, y del Conclave de las nueve Musas, Juez in spiritualibus en la Congregacion del Sacro Parnaso, por lo perteneciente à esta Provincia de las Españas, &c.

A todos los verdaderos Poetas, y aficionados à la verdadera Poesía, estantes, y habitantes en el distrito de nuestra jurisdiccion: salud, y rectitud de juicio, [494] con calor de imaginacion, que es la verdadera salud poetica; y à los nuestros prece ptosfirmemente obedecer y cumplir.

Yá sabeis, Carisimos Hijos de Apolo, lo que en todos tiempos ha dado que sufrir y padecer à nuestra Congregacion, la maldita secta de los Rimadores, ò Versificadores puros, tan extendida por nuestra desgracia, y para deshonor de nuestra Nacion en estos infelices tiempos. Sabeis con quanto dolor ha visto esta ilustre madre de los verdaderos Poetas separados de su gremio no solo la multitud de los necios, sino tambien algunos Poetas de un talento particular y apreciable, que miserablemente han apostatado de ella, seducidos, ò por mejor decir, arrastrados por la multitud de estos malditos sequaces de nuestros mortales enemigos la ignorancia, el mal gusto, el interes pecuniario, la vana y ridícula obstentacion de ingenios. Enemigos que en todo tiempo han procurado hacer à nuestra Congregacion la mas dura y cruda guerra, haciendo se barrenen todas las leyes poeticas, se corrompa toda su moral, se sacuda enteramente su yugo. [495] ¿Qué ley, qué precepto, qué dogma poetico no han atropellado, despreciado estos sectarios ignorantes en sus ridículas producciones? Y lo que no se puede bastantemente lamentar, ellos han tenido el atrevimiento, à pesar de todo esto, de arrogarse el nombre de Poetas, que yá sabeis, Carisimos Hermanos, quan distinta significacion tiene, y que hay tanta diferencia entre un Poeta verdadero, y un simple Versificador, como entre un hablador insustancial, que habla en cadencia, y un orador eloquente. Ni dudais, que lo peor de todo es haber llegado à cundir tanto el error, que comunmente se les dá este respetable nombre: aquel nombre que adorado en otro tiempo, es hoy, à causa de ellos, casi, señalado por desprecio con el dedo: nomen adoratum quondam, nunc pene procaci monstratum digito. Además de esto, no ignorais que no hay doctrina que no hayan procurado echar por tierra, destruir, aniquilar algunos de aquellos sectarios, à cuyas asnales orejas ha llegado una muy superficial noticia de ella. ¿Y quién podria creer, Poetas mios, se hubiese extendido à tanto la avilantéz de uno de estos [496] ignorantes, que aun sin esta superficial noticia se haya atrevido ahora, ahora, en este siglo de ilustracion : : : : : à lo que yo me averguenzo de decir? ¿Lo creeriais, Poetas mios? Pues mirad si puede llegar à mas el atrevimiento de un espiritu poseído por los demonios de la ignorancia, y del interes pecuniario. Se ha atrevido el impudente de quien hablo (cubrios de horror, no menos que de verguenza de tener un tal paisano) se ha atrevido en sus despreciables, obscenos, y hediondos dramillas à intentar ridiculizar, no solo los zelosos defensores de nuestra doctrina y del honor de la Nacion, sino el mas augusto de los dramas, aquel para el qual parece fue inventado el idioma castellano, y su romance endecasilabo, el poema mas adaptado à la indole y caracter del Español, la dulcisima, la sublime tragedia. ¡O Apolo! ¡cómo esto sufres! ¿dónde estás? ¿qué haces que en uno de aquellos tus dias mas ardientes de la canicula, quando no dexas en esta tierra cosa verde, no le has derretido la sesera? Sí, Poetas mios, en una Corte de Europa, en los Teatros públicos de Madrid lo hemos visto en este tiempo, con harta verguenza [497] nuestra, è ignominia de toda la Nacion. En los Teatros públicos, Hermanos mios, en los Teatros públicos. En aquellos barometros por donde se miden los grados de cultura, y de ilustracion de una Nacion. En aquellos templos consagrados al buen gusto, al lucimiento de los ingenios, al honesto descanso, y diversion, y que pudieran tal vez ser una escuela de costumbres. En aquellos templos dedicados à las Musas, y consagrados hoy à los diablos del infierno verdadero; pues que por culpa de estos sectarios, nuestros enemigos, son hoy unas escuelas de infamia, donde no se aprende otra cosa que la impureza, y la deshonestidad; la desobediencia à los Padres y Magistrados; las venganzas mas atroces, que se pintan como necesarias para labar las manchas del honor; las delicadezas del barbaro duelo; las costumbres quixotescas y extravagantes de una nobleza falsa; el desprecio de los humildes è inferiores; las modales toscas y brutales de los Majos, hacienlas pasar por caracteristicas del Español, y ridiculizando al mismo tiempo à uso de barbaros las costumbres mas inocentes de las Naciones estrangeras; y en una [498] palabra, donde se aprende todo genero de vicios opuestos, no solo à las costumbres de un Christiano, sino à las de un hombre honrado de qualquiera religion. O Apolo, buelvo à decir, ò Apolo : : : : : pero no nos quexemos, Hermanos Mios, de Apolo; no: él dirá sin duda que es cosa de chanza que él ponga silencio à estos roncos cuervos, à estos graznadores gansos, à estas chilladoras y asquerosas ranas: que à quien toca hacerles callar, ò à lo menos, que si quieren graznar y chillar sea allá en sus lagunas entre otros animales como ellos; pero no en los teatros públicos con ignominia de la Nacion, y menos cabo de las costumbres, es à las verdaderas, y no fingidas Potestades, las quales con solo querer lo podian temediar. Por otra parte, sabeis tambien M. C. H. que por mas que se haya extendido esta corrupcion poetica, no se ha descuidado Apolo de suscitar de tiempo en tiempo, particularmente desde el restablecimiento de las letras en Europa, espiritus ilustrados, que han procurado yá con sus obras, yá con su doctrina renovar la antigua disciplina, y defender la sana moral poetica, establecida por la [499] razon, conservada, y enseñada por los antiguos Padres y Doctores de la Poesía, Griegos, y Latinos, por los Homeros, los Virgilios, los Aristoteles, los Horacios. ¿Quánta gloria no han dado en estos ultimos siglos à nuestra Congregacion universal, y à sus respectivas patrias los Varones famosos que los han imitado, y seguido su doctrina? Un Milton, un Poppe, un Addison en Inglaterra, un Corneille, un Racine, un Fenelon, un Boyleau en Francia, y otros en otras Provincias: todos los quales resplandecen como otros tantos brillantes astros en el Cielo del Parnaso. ¡Quántos Doctores, quántos Expositores no han traducido, ilustrado, comentado, y explicado las obras de estos antiguos Padres! ¡Quánto, y quán delicadamente no han filosofado sobre cada uno de los preceptos que contienen! Ellos, (porque quiero daros una leve idéa de lo que es la Poesía, que os sirva à los que estais en la clase de meros aficionados, de preservativo contra la pestifera doctrina de los perversos Rimadores,) Ellos, digo, hacen entrar à la razon dentro de sí misma para que independientemente de la [500] autoridad de aquellos grandes hombres, aunque sea la razon de un niño, o la de un rustico, à no ser que esté enteramente maldita, y prescita del Señor Apolo, y de todas, y cada una de las nueve Musas, conozca, vea, palpe: que la divina, que la encantadora Poesía, aquella reyna y señora de las humanas pasiones, aquella que las mueve, que las agita, que las sosiega, que las calma à su arbitrio y voluntad, aquella que arrebatando à los hombres como fuera de sí mismos, los suspende, los encanta, los mantiene en un dulcisimo extasis: que esta divina arte, ni consiste, ni ha consistido, ni consistirá, ni puede consistir en el sonsonete de la rima por sí solo harto insipido è insulso: en las anthitesis afectadas, en los equivocos, y juegos de palabras, en los conceptos futiles, ni en otras frioleras de este jaez, capaces solo de divertir y entretener à entendimientos niños. Pero cómo habia de consistir en estas puerilidades, si, como ellos mismos nos enseñan: los mas harmoniosos versos, los pensamientos mas sólidos ò mas brillantes, los conceptos mas ingeniosos, las figuras mas [501] propias, la expresion mas exacta, y en una palabra, si todo lo que puede contribuir à hacer bello y hermoso el poema, no basta à hacerlo un verdadero poema, en faltando la dulzura, segun aquello del gran Padre de la Poetica Horacio: Non satis est pulchra esse poemata, dulcia sunto. Sí, fieles Poetas mios, vosotros sabeis muy bien que esta dulzura es la que dá el sér al poema: que el verdadero Poeta debe hablar al corazon, que debe excitar, mover los afectos y pasiones del humano animo, en lo que consiste el deleyte solido y grande: y que si habla al entendimiento, si habla à la imaginacion, es para ganar el corazon por este medio: si deleyta el oído, es para que este deleyte le sirva, digamoslo asi, à aquel de vehiculo; pero no puramente por alagarle. Esta dulzura que consiste en esta mocion, y que por tanto, ni depende casi, ni está addicta al idioma en que se escribe el poema, es la que lo hace agradable à toda suerte de gentes, sean sábios, sean ignorantes; porque asi el ignorante, como el sábio tiene un corazon, con quien se entiende el Poeta. La belleza, o hermosura por [502] el contrario depende en gran parte de la locucion, de lo ingenioso del pensamiento, de su brillantéz, su exactitud, y otras causas que están tal vez fuera de los alcances de los hombres no instruidos. Demás de esto, lo bello no es igualmente bello para todos. La diversidad de entendimientos, de juicios, de gustos, de genios, ò caractéres, las diferentes disposiciones de los animos, las diversas preocupaciones, y otras mil causas pueden hacer: que lo que para uno es ingenioso, sea para otro artificioso y afectado: lo que para uno es agudo, sea para otro frio: lo que brilla à los ojos de éste, sea vano, y futil à los de aquel: lo que tiene por sencillo y natural, parezca à aquel humilde y baxo: lo que uno juzga elevado y sublime, tenga otro por hinchado y pomposo.

Pero todos los hombres lloran con los que lloran, y rien con los que rien, ut ridentibus ad rident, ita flentibus adflent humani vultus, dixo el yá citado Padre Horacio: y ni la diversidad de entendimientos, de estudios, de caractér ò de genio, ni las varias preocupaciones, ni otra alguna causa de las dichas puede hacer, como dice un Doctor nuestro, que no muevan à compasion las lagrimas de un afligido, que no enternezcan los extremos de un amante, que no [503] exciten nuestra alegria la risa y gozo de un hombre contento y regocijado. Asi que aquel es verdadero Poeta, que imitando felizmente, y representando con viveza estas pasiones en los otros, nos las comunica à nosotros mismos, haciendo por una suerte de milagro, que el objeto que presente à nuestros sentidos nos causaria un sumo dolor, ò lo mirariamos con indiferencia, ò con tédio; imitado, y representado vivamente nos cause un sumo deleyte. El desastre, por exemplo, de un infeliz, à quien con maña y artificio nos ha hecho el Poeta de antemano cobrar aficion, e interesarnos por él, nos llenaria de horror y espanto, si en la realidad lo viesemos; pero imitado, y representado en la tragedia, nos causa un grande placer. Porque viva, y fuertemente impresionados de este objeto bien imitado, no está, dice el mismo Doctor que citamos poco ha, no está en nuestra mano contener el natural efecto de esta fuerte impresion, que son las lagrimas, y al mismo tiempo volviendo nuestra alma sobre sí, y advirtiendo el engaño y artificio, que la ha hecho conmoverse tanto por un objeto fingido, como si fuese verdadero, admira la perfeccion de la imitacion, y del arte, lo que le causa este placer. Sino es que digamos quizá mejor; que el llanto, que las lágrimas que damos à la infelicidad de un desgraciado, son por sí mismas dulcisimas, como exprimidas por los movimientos de benevolencia, y humanidad que son los mas dulces de todos; pero à la presencia real del objeto no es sentida esta dulzura, porque el alma entonces es embargada toda del horror, ò del espanto, ò de [504] otra pasion violentisima, y por sí misma desagradable. Las lágrimas entonces no tienen otro efecto, que mitigar el dolor que esto nos causa, y serle de algun alivio. Mas despojado este mismo objeto en su representacion, e imitacion de las cosas que hacian el verdadero tan desagradable: esto es, faltando, mediante el conocimiento que tenemos de su ficcion, todo aquello que podia causarnos una lastima, o un terror tan grande como nos causaria el verdadero, y quedando solo lo que es necesario de estas pasiones, para sacarnos las lagrimas de la compasion y humanidad, siente, y percibe el alma entonces toda la dulzura de ellas. Semejantemente se puede discurrir acerca de otra qualquier pieza de Poesía, sea qual fuese el afecto, ò la pasion que en ella se propone excitar el Poeta. Registrad, registrad, mis queridos hermanos, las obras de estos ilustrados Expositores, y hallareis explicado todo esto con la mayor extension y claridad. Vereis asimismo como el saludable yugo de los preceptos poeticos, no ha sido impuesto arbitrariamente por algunos hombres que por espiritu de dogmatizadores, (como tal vez sucede en otras artes y ciencias) se han querido erigir en Legisladores de los ingenios, solo con la mira de atormentarlos, como han hecho los que han inventado el verso acrostico, y otras frioleras semejantes, sino que ellos son unos preceptos y unas leyes naturales de la poesía: si imposibles de cumplir à aquellos sectarios separados de nuestro gremio, y poseídos del demonio de la ignorancia, no muy dificiles de observar à aquellos que dotados del conocimiento del [505] arte, de gusto, de erudicion, y principalmente de filosofia, para saber qué resortes deben hacer obrar à fin de excitar y poner en movimiento nuestras pasiones y afectos; son al mismo tiempo inspirados de Apolo, que introduciendose dentro de ellos, pone en agitacion su fantasía, y les hace prorrumpir en aquel lenguaje divino, y sobre ordinario que caracteriza al verdadero Poeta. ¿Pero qué digo, no muy dificiles de observar? A un hombre dotado de estas calidades, son muy faciles y utilisimos sin duda, como que ellos no tienen otro objeto, que dirigirle, que guiarle, digamoslo asi, por la mano à que consiga su fin. En efecto sin la verisimilitud, o semejanza, e imitacion de lo natural, es imposible que el poema sea poema; porque es imposible que lo que no tiene visos de verdadero, haga impresion alguna en nosotros semejante à la que haria lo verdadero; y por consiguiente es imposible que excite en nosotros aquellas pasiones, y afectos que lo verdadero moveria. El hombre por otra parte no halla deleyte en lo que le cuesta fatiga y trabajo, ò à lo menos este trabajo y fatiga se lo disminuye mucho. Además de esto su capacidad de sentir, ò de tener sentimientos agradables ò desagradables, es, como todas las demás, muy limitada: y si la dividen muchos objetos hacen mucha menor impresion, y obran tanto mas tibiamente en el alma. Los objetos en fin, con los quales estamos familiarizados, y que estamos viendo todos los dias, por mas dignos de admiracion que ellos sean, y por mas capaces que sean de hacer impresion en nuestro animo, no hacen ninguna no [506] obstante, sino tienen algo de raro, y de extraordinario: es preciso, pues, que el poema sea maravilloso para que haga esta impresion, que mueva los afectos y pasiones, sin lo qual (no nos cansemos de repetirlo) ni hay deleyte, ni poesía. Pues ahora, ved aqui, mis verdaderos Poetas, à que ván à parar todas las reglas del arte: à hacer el poema verisimil: facil de ser comprehendido por la atencion sin trabajo: interesante con un interes principal, al qual se subordinen los demas: y ultimamente maravilloso. ¿A que otra cosa se dirigen sino las quatro unidades, por exemplo, que se prescriben para el drama? La unidad de lugar y la de tiempo contribuyen à la verisimilitud de tal suerte, que sería imposible se la diese el Poeta de otra forma. La unidad de accion es requerida para no distraer la atencion del espectador ácia objetos diferentes, y evitar el que se fatigue y canse. Por esta misma razon los episodios que son otrás tantas accioncillas, deben ser pocos, y deben estár unidos intimamente con la principal accion, y depender de ella, ò por mejor decir, ser partes de ella. La unidad de interés hace que aquella pasion, o afecto que intenta el Poeta mover; lo mueva lo mas fuertemente que pueda ser. Ahora para hacer el poema maravilloso, y saciar la curiosidad del espectador son los episodios que se forman de los obstáculos que al heroe se le oponen à su intento, las máquinas, los nudos, los desenlaces, &c. En fin cada una de estas leyes, cada uno de estos preceptos sirve al mismo tiempo à muchos fines; y qualquiera que investigase con cuidado, conocimiento y penetracion la naturaleza del drama, ò [507] de otra especie de poesía; hallaria quizá otras leyes generales, como se ha hallado en estos ultimos tiempos la que prescribe la unidad de interés para el drama, de la qual no hablaron los antiguos padres poeticos Aristoteles, ni Horacio. Porque estas leyes, repito, estan en la naturaleza de la cosa, y no han procedido del capricho de algun hombre. Y ved aqui M. A. H. destruido totalmente el barbaro dogma de los ignorantes versificadores; particularmente de aquellos sectarios que son una rama de ellos, y que son conocidos baxo el nombre de Poetiquios que tomaron de su Gefe, los quales se han propuesto aniquilar toda la disciplina dramatica. Claman que las unidades de tiempo, lugar y accion la quarta no es llegada à su noticia son imposibles de observar: y como acabais de vér, Poetas mios, no solo no son imposibles, sino que efectivamente son de grande auxilio al Poeta para conseguir su fin; esto es, para hacer una pieza verdaderamente poetica. Porque ¿quién habrá oido decir jamás que las reglas de la musica no faciliten al que está dotado de oido, asi la composicion, como la execucion de sus piezas? ¿que no se hagan mas facilmente zapatos teniendo reglas para hacerlos que sin ellas? Yo bien se que tal vez algun Poeta sin observar una u otra de estas reglas ha podido hacer impresion y mover. ¿Pero qué fantasía no es menester para esto? ¿qué caudal de imaginacion, qué inspiracion tan grande de Apolo? ¿Y no diriamos que este mismo Poeta, u otro con mucho menos de furor petico, o entusiasmo hubiera, mediante una escrupulosa observancia de las reglas, hecho igual o mayor efecto? [508] ¿Adónde iriamos à parar si todo lo hubiera de hacer el Poeta à costa de su fantasía: son ciertamente muy pocas las que Apolo se digna inspirar de esta manera. ¿Qué quiere, pues, decir que estos preceptos son dificiles de observar? A la verdad si por esto no entienden otra cosa, sino que es dificil hacer un drama, están de acuerdo con nosotros; porque para este, como para otro qualquier poema, se requiere mas doctrina, filosofia, e inspiracion que la que ellos tienen. Pero entender que al que tiene talento, y disposicion para el drama; que al que tiene vena, que al que tiene, como se suele decir, poeteras; no solamente no le son de auxilio las reglas, sino que le es imposible su observancia; es un dogma tan absurdo que solo podia hallar asenso en la cabeza de un Poetiquio.

Ved aqui, hermanos mios, la doctrina que nos dan nuestros Doctores y Expositores poeticos, la qual han tomado de los antiguos Padres de la Poesía, à quienes, como à ellos tambien se la dictó y prescribió la razon misma. A vista, pues, de tantas luces poeticas como Apolo ha derramado sobre la tierra en estos ultimos tiempos; de tantas obras como andan vulgarizadas en nuestra España no nos podemos ciertamente quexar de él. ¿Quando ha ilustrado mas las mentes de sus poetas que en estos siglos de luces? Aun en nuestra Peninsula. donde ha cundido mas esta corrupcion; aun en este mismo siglo donde parece ha llegado à su colmo ¿quántos Doctores no ha habido, quántos hombres ilustrados, y zelosos que han enseñado la verdad, que se han opuesto al error con todas sus fuerzas? Quando no tuviesemos en esta mate-[509]ria otra obra que la de nuestro Doctor Luzan, no tendriamos que envidiar nada. ¿Qué Poetica mas exacta, mas completa, mas methodica mas razonaea que la suya? Es cierto, que es algo laxo en punto à la Moral de la Poesía mas esto debe atribuirse al zelo de atraer à nuestro gremio por medio de esta dulzura la multitud extraviada: fuera de esto, su Poetica puede suplirlas todas. Pero particularmente ¿quanto no se ha hecho, quanto no se ha escrito, para hacer abrir los ojos à los obstinados Poetiquios; cuya doctrina y exemplos son los mas perjudiciales, pues no solo echan à perder el gusto, sino que corrompen del todo las costumbres? ¿Quántos años antes de que se formase esta Secta, ò à lo menos antes que fuesen los Poetiquios conocidos con este nombre, no hizo ver nuestro Cervantes la falsedad de aquella su mentirosa doctrina, à saber: que las buenas comedias, y particularmente tragedias no son del gusto de la Nacion? (Asi la imputan à ella estos ignorantes su propia ignorancia, su barbarie, su estupidéz: haciendola pasar de esta suerte por la mas barbara de Europa.) Este hombre honra de nuestra nacion, y que aun quando no hubiese ella producido otros muchos heroes en las bellas letras, bastaria él solo para darle inmortal gloria: Cervantes, quien por mas que no haya sido un gran poeta en verso, jamás dexaremos de reconocer, que no se separó nunca de nuestra comunion de doctrina, como que lexos de enseñar alguna contraria à ella, la defendió acerrimamente: Cervantes en su obra tan vulgarizada del Quixote, y que nues-[510]tros enemigos mismos tanto alaban, bien que mas por moda y costumbre, que por conocer sus gracias y sus primores: Cervantes, digo, ¿no enseñó en ella expresamente, antes que hubiesen venido de Francia las Tragedias, y Comedias: que era imposible de toda imposibilidad, que una pieza hecha segun las reglas del arte, dexase de agradar à todos sin excepcion? ¿Quánto no se quexó yá en aquellos tiempos del menoscabo, que padecia nuestra honra literaria entre las Naciones Extrangeras à causa de los corruptores del Drama? ¿Pero qué exemplo mas capáz de hacer abrir los ojos al mas obstinado Poetiquio, que el del famoso Lope de Vega? Este apostata de nuestra doctrina urgido de la poderosa fuerza de la verdad, pronuncia contra sí mismo, por sus propios labíos la sentencia que por ello merecia: y no duda llamarse à boca llena mas barbaro que todos, por haber abandonado las reglas en sus dramas. Despues que se presentó en el Mundo el Gefe de los Poetiquios, la sola critica de una pieza suya que hizo el Doctor Sanchez de Philipinas, era mas que suficiente para hacer abrir los ojos à todos acerca de los errores de este Sectario, y aun de instruirle à él mismo, si fuese capáz de instruccion. Ultimamente, ¿quánto no trabajó el Pensador en reprehender los defectos del teatro, y en procurar enmendarlos? ¿Quánto el Autor de Guzmán el bueno, y otros que omito? Pero es preciso confesarlo, Poetas mios, sí, es preciso confesarlo. Vosotros sabeis muy bien que por no sé que hado funesto, todo, todo ha sido inutil. [511] Vosotros veis, y lo llorais que en lugar de ir à menos la corrupcion, cada dia se extiende mas, particularmente la dramatica: Vimos pocos años hace por nuestros propios ojos, hacerse grandes esfuerzos para remediar este mal, establecerse escuelas, formarse nuevos teatros, y tomarse otras Providencias. Pero todo se ha desvanecido por nuestros pecados: y no de otra manera que sucede al enfermo, que despues de algun alivio, recae en su enfermedad: cada dia desde entonces vá à más esta corrupcion, cada dia se ván aumentando los escandalos. Hoy en el dia, ácia los fines del siglo XVIII. en este mismo año, en que se ha publicado la Analysis del Don Quixote, Obra que nos hace ella sola conocer, no estamos en el siglo XII. ò XIII. y que tantas y tan copiosas luces esparce sobre la Poesía epica, y dramatica: hoy, hoy se traducen por los Poetiquios algunas piezas, que annque pasaderas, en lugar de enmendarlas, como no sería tal vez dificil, las dán à luz mucho mas desordenadas que en sus originales: y lo que es insufrible, se bautiza este desorden con el nombre de acomodadas al gusto de nuestro teatro. Hoy, hoy se publican, se enquadernan, y se venden unas obras, como à las que hace alusion Candido Zorrilla en su Carta al Censor nato. Y lo que excede à toda ponderacion, Hijos mios, hoy se publica entre otras Obras semejantes aquella, que sería escandalosa aun en tiempo de los Gongoras, la vida, digo, del gran S. Antonio Abad, puesta en seguidillas. Hoy en fin, que à impulsos del zelo de que está animado por el adelantamiento de las letras el Catolico Monarca de las [512] Españas, se hallan establecidas, y dotadas en los Estudios Reales de su Corte; y no sé si en otras Universidades Catedras para la enseñanza de la verdadera Poesía, hay segun dicen : : : : : pero la verguenza me hace caer la pluma de la mano, y quiero perdonarosla, Poetas mios, con el silencio. A tanto, à tanto ha llegado en nuestros dias la corrupcion, y tanto se han extendido las malditas Sectas de los Versificadores, y Poetiquios.

Por tanto, y considerando que no queda yá otra cosa que hacer à nuestra Congregacion, que no haya hecho para la reducion à nuestro Gremio de estos desalumbrados Sectarios de la ignorancia, de pedimento y à instancia de nuestro Fiscal, y de otras personas zelosas del adelantamiento de nuestra literatura, del honor de la Nacion, y del bien de las costumbres: hemos venido por ultimo remedio, y para cortar los escandalos de los Fieles individuos de nuestra Congregacion, en despachar estas nuestras Letras, por las quales en virtud del poder que hemos recibido de Apolo, por el ministerios de aquellos que asi por escrito, como de palabra nos han instruido en las bellas letras, declaramos à los sobredichos versificadores, rimadores, copleros, poetiquios, y à otros qualesquiera que tienen, creen, ò enseñan qualquiera doctrina contraria à la sana doctrina poetica, baxo qualquier nombre con que sean llamados, por publicos, y notoriamente separados de la Congregacion de los verdaderos Poetas, y aficionados à la verdadera Poesía, y por renitentes, rebeldes, y contumaces: y como à tales os mandamos en virtud de obediencia, los tengais, y con ellos no trateis, [513] ni converseis en materias poeticas, y no les deis pluma, tinta, ni papel para escribir versecitos, ni les presteis à Rengifo, ni otro algun Arte para hallar los consonantes; ni les deis otra cosa alguna fuera de aquellas, que se les deben como à proximos. Y mandamos baxo la misma obediendia à vos los Presidentes de Academias de Poesía, Secretarios, ù otros qualesquiera Oficiales, que todos los dias que tengais señalados para juntas, antes de comenzarlas, y en presencia de todos sus individuos: à grandes voces, teniendo en vuestras manos hachones encendidos, que apagareis en agua de fregar mas puerca que los dramillas de los Poetiquios, recitando el Cantico: Ebene 4► Neque enim concludere versum, dixeris esse satis, &c. y tambien: Mediocribus esse Poetis, non diio non homines, non concessere columnae; digais estas palabras. Malditos sean ellos con la maldicion de Apolo, y de todas, y cada una de las nueve Musas; y no mas. Amen. Malditos sean ellos de Apolo, y sus versos, por mas que trabajen, y suden para ello no se puedan ajustar jamás à la ley de las sylabas, ni à la de los consonantes. Amen. Malditos sean ellos de Apolo con todas sus riquezas, y haberes poeticos de equivoquillos, antithesillas, conceptillos, jueguecillos de palabras, &c. Amen. Malditos sean ellos de Apolo, y que en los mas amenos poemas que leyeren, (si acaso leen algunos) aunque sean los de Homero, ò de Virgilio (si por ventura entienden algo) se sequen, desvanezcan, y disipen para ellos todos sus primores y bondades, de tal suerte, que si los alabáren, sea solo porque es uso y costumbre. Amen. Malditos [514] sean ellos de Apolo, el que los entregue à su reprobado sentido poetico, y dé su espiritu à las tinieblas poeticas, de manera, que jamás sepan distinguir la bufonada y chocarrería, de la gracia y chiste culto y honesto: la altisonancia de la sublimidad, lo extravagante è increíble de lo maravilloso, lo afeminado y mole, de lo dulce, y pathetico: para ellos sea una misma cosa fabula que mentira, ficcion que embuste: crean que es incompatible el deleyte con la instruccion; y digan que leen, ò ván al Teatro para divertirse, no para que les prediquen. Amen. Maldito sean ellos de Apolo, que permita se precipiten desde lo mas alto de un descomunal hyperbole, hasta el mas profundo cahos de una Syntaxis, tan enredada, y enmarañada, que no acierten à desenredar todos los Nebrixas, y Brocenses del Mundo. Amen. Malditos sean de Apolo ellos, y quantos favor y auxilio les dieren, dirigido à mantenerlos versificando. Amen. Malditos sean de Apolo ellos, y quantos les dieren el nombre de Poetas. Amen. Sean abrasadas sus Obras en fuego vivo y verdadero, el dia de la ilustracion de la Nacion. Amen. Malditos sean de Apolo; pero no del verdadero Dios que les perdone el daño que hacen. Amen. ◀Ebene 4

Y baxo las mismas penas os mandamos à vos los dichos Presidentes, Secretarios, y otros qualesquiera Oficiales de Academia Poetica las publiqueis respectivamente en las vuestras.”

Dada en Fantasianopoli &c. ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 3 ◀Ebene 2 ◀Ebene 1