El Censor: Dedicatoria al Lector

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Dedicatoria al Lector

Zitat/Motto

. . . . . Multosque per annos
Stat fortuna domus, & ani numerantur avorum.

Virg. Georg. 4. v. 208.

Permanece por siglos dilatados
El lustre de su casa, y numerarse
Pueden de sus abuelos los abuelos.

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Metatextualität

Señor Lector. Las principales causas que han movido hasta ahora à todos los Autores de libros, para dedicar sus obras al Personage que se eligieron por patrono; no solo me impelen hoy todas à presentar à Vm. la que voy à dar periodicamente à luz, sino que no me dejan arbitrio de elegir otro Mecenas. Si es el reconocimiento de algun beneficio recibido; yo sé muy bien que no soy menos deudor à Vm. por este respeto, que à alguno de esos Heroes, cuyas grandezas y titulos, despues de llenar la primera plana de un libro, no caben en tres etceteras: pero quando asi no fuese, me veo siempre en la obligacion estrecha de ofrecer a Vm. mi Obrita, no ya como un pequeño don en demostracion de mi gratitud à Vm. y à toda su casa, sino como una cosa suya propia, que le pertenece de justicia. Vm. Señor Lector, Vm. repito, es acredor rigoroso para exigir de mi este ofrecimiento. Si Señor. Desde aquella hora, desde aquel punto, en que desembolsa por ella su dinero, se hace Vm., como dixo Ulpiano, absoluto dueño y señor de ella; de manera que bien reflexionado, no sé yo con que conciencia podria ofrecerla à otro. Si es acaso que el Autor quiere poner à cubierto su obra, baxo el augusto e ilustre nombre del Mecenas, contra los injustos juicios, contra la mordaz censura, contra la livida embidia de los Zoylos: ¿qué proteccion será tan poderosa como la de Vm. para preservar a la mia de todas estas desgracias? Con solo que Vm. quiera maravilloso efecto sin duda de su eficaz proteccion! ni havrá Zoylos embidiosos, ni habrá criticos mordaces, ni juzgadores injustos, que tenga yo que temer. Porque ¿qué daño me haran los juicios de los que sin leer juzgan, si Vm. Señor Lector; está por mí? Pero al contrario, sino tengo la suerte de merecer a Vm. La aprobacion de mis discursos; ¿sera capaz el nombre mas ilustre de libertarme del juicio riguroso, de la censura cruel, de la injusta critica? Mas yo jamas he atendido para formar dictamen, y lo mismo me parece havra sucedido à Vm., à los titulos de honor, que veo a la frente de un libro. Yo he censurado una obra, yo he hecho siempre la critica que me ha parecido de ella, sin embarazarme jamás con el Duque, con el Conde, ò con el Obispo, á quien está dedicada. Si esto no obstante, el respeto à las virtudes, à la sabiduria, ò al nacimiento ilustre del Mecenas, es capaz de hacer callar à un mordaz è injusto critico, y de contener la embidia de los ignorantes; ¿quál se encontrará entre estos, ò tan estupido, ò tan insolente, de cuya mordacidad no pongan à cubierto mi obra las bellas calidades, que adornan la persona de Vm. en grado tan superior? Pues en quanto à lo primero; ¿podrá llegar à tanto su ignorancia, que no sepa que Vm. es un heroe en todo genero de virtudes? Pero un heroe calificado de tal, no por un vulgo necio, è ignorante, sino por lo mas sabio de la república de las letras. Todos los que la han ilustrado con sus obras, todos los conocedores en la materia, todos los escritores públicos, todos, todos llaman à Vm. uno ore christiano, pio, religioso, benigno, benévolo, casto, prudente, afable. Quanto à la sabiduria es Vm. reconocido de todos por el mas sabio entre ellos; asi no solo le dan este epiteto, con los de curioso, discreto y erudito; sino que à Vm. recurren todos en sus dudas, y quando no pueden acordarse en sus dictamenes convienen siempre en deferir à su juicio. Muy ignorante es menester que sea el que dudare de la verdad de lo que afirmo; pero si quiere satisfacerse, registre las Bibliotecas, eche mano del primer libro, despues del segundo, luego del tercero, y asi de quantos fuere de su agrado. Sin molestarse en recorrer los Elencos, à las primeras hojas, en los primeros periodos, hallará un testimonio autentico, superior à toda excepcion, de casi rodo lo que acabo de afirmar, sin que por mas que registre pueda encontrar jamás cosa en contrario. Si, Señor Lector; sus virtudes de Vm. son tan notorias como todo esto: Vm. solo parece ignorarlas: su modestia resplandece sobre todas; è impenetrable à los mas sutíles tiros de la vanagloria, juraria yo sin temeridad, que jamàs se ha envanecido Vm. de los gloriosos epitetos, con que se ha visto celebrado. En medio de todo esto, y de las otras prendas que les ilustran, es tanta su humanidad, que no desdeña los otros epitetos, que enamorados algunos Autores de sus virtudes le dan de amigo, de amado, de querido, de mio. ¿Pero que mucho si permite ser tratado tu por tu, aunque sea de un autorcito barbiponiente, y si no ha mostrado la mas leve indignacion, quando el burlon de Quevedo se ha querido divertir con Vm. aplicandole unos adjetivos, que de verguenza dejo de repetir aqui? Si esta humanidad, si esta afabilidad puede inspirar atrevimiento à los embidiosos para no respetar ni sus demás virtudes, ni su sabiduria, que es lo que ellos estiman en menos: respeten siquiera su nacimiento augusto, el qual ciertamente le eleva à Vm. sobre las aves del Cielo. Gloriense muy enhorabuena las casas mas ilustres de Europa, y aun del mundo todo de la antiguedad y esplendor de su nobleza, y de los heroes que cuentan entre sus progenitores. ¿Tiene Vm. por ventura que embidiar à alguna lo uno, ni lo otro? ¿Mas qué digo? ¿Quién sabe que esos heroes han sido verdaderamente progenitores de los que se glorían de tenerlos por tales? A la verdad, la cosa no pasa de pura presuncion, à pesar de quantas pruebas se quieran dar de ella, y de quantos archivos hay en el universo. ¿Pero quién puede dudar, ò por mejor decir, quién no está obligado à creer y confesar que aora 41. siglos, quando menos, florecia en el mundo aquel gran Monarca de todo él, dueño de todo quanto entonces contenia, aquel varon ilustre en santidad y sabiduria, aquel heroe que sino manifestó su valor en las armas fue sin duda porque no tuvo à quien hacer la guerra, aquel que à la dignidad de Rey unió la de Sacerdote del Altisimo; aquel hombre rico, poderoso, y con todo eso sabio, justo, santo; en una palabra, aquel grande abuelo de Vm., de quien Vm. desciende por linea recta, continuada sin la menor interrupcion de varon en varon, el Patriarca Noe? ¿Pues qué si subimos 1656. años mas allá de este tiempo? ¿Encontrarémos, para no detenernos en otros varones, que ilustraron su familia en este intervalo, con otro abuelo de Vm., heroe ilustre como Noe, rico, Monarca, Santo, y lleno de una ciencia infusa y universal. Bien conoce Vm. que hablo del ilustre y celebrado Adan. Verdad es que su valor no está en la mejor reputacion, porque nos dice la historia de la casa de Vm., que se dexó vencer de una muger flaca; pero de una muger la mas hermosa que tenia entonces todo el universo, qual fue sin duda su abuela de Vm. la Señora Eva. ¿Y qué? ¿Será esta mengua del valor, ò de la nobleza? ¿Las flaquezas de Hercules en esta parte han estorvado acaso que su valor haya sido admirado de todos los siglos? ¿Y no estamos viendo à cada paso à los que se precian de nobles, no digo ya dexarse vencer, sino aun tambien gloriarse de humildes esclavos de las hermosuras? Y aunque en obsequio de la verdad debo confesar que no he podido pasar mas adelante en la serie de sus ascendientes, ni he encontrado con otro abuelo de Vm. anterior á este Adan, no se yo haya casa alguna mas antigua que la suya, y que traiga un origen, que pase mas allá de 58. siglos, ò del primer siglo del mundo. Lo que sé es, que esta antiguedad es bastantemente considerable: lo que sé es que Vm. no es menos descendiente de Reyes que lo debe ser en calidad de Mecenas: lo que sé es, que por su casa solar, sita en el Parayso terrenal, entronca Vm. con lo mejor de Europa: lo que sé es, que este enlaze como las virtudes de un Noe, y de un Adan, y la descendencia, que de varon en varon trae Vm. de ellos, es la cosa mas cierta que puede haver entre los hombres: lo que sé es finalmente, que además de esto es Vm. por lo lector tan antiguo como la invencion de las letras, segun es hoy cosa averiguada entre los erudítos, y que casi todos los heroes, cuya memoria nos ha conservado la historia, han sido lectores, como se podrá ver en Moreri, ò en otro qualquiera. Concluyamos, pues, Señor Lector, que ninguno se puede gloriar, ni con mas certeza, ni con mas justicia que Vm. de las heroicas virtudes de sus progenitores, y del lustre y antiguedad de su nobleza: que ninguno es mas universalmente respetado por sus virtudes, y por su sabiduria; y ultimamente, que ninguna proteccion es mas eficaz, ni puede ser mas apetecible para un Escritor. Confio en que no dexará Vm. de franquearla à la obrita que tengo el atrevimiento de poner à la sombra de su ilustre nombre; y me lisongeo que la hará un acogimiento, qual jnstamente puede esperarse de un hijo de Adan, y que si acaso tengo la desgracia de que mis satiras ò reprehensiones le toquen en alguna manera, tendrá en favor de un descendiente, aunque indigno, del tronco de su casa la bondad de creer, no fue nunca mi animo hablar con Vm.; y me hará la honra de aplicarlas al vecino mas cercano, ò al que tenga por mas conveniente. Si de esta manera consigo su aprobacion y patrocinio, me tendré por el mas dichoso de todos los Autores, y me creeré eternamente obligado à consagrarle todos mis trabajos.