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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso Sexto", in: El Censor, Vol.1\06 (1781), S. 87-100, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.282 [aufgerufen am: ].


[87] Ebene 1►

Discurso Sexto

Zitat/Motto► Rogare longo putidam te seculo
vireis quid enervet meas?
Cum sit tibi dens ater & rugis vetus
Frontem seneclus exaret.

Horat. Epod. Od. 8. v. 1.

Lleno el semblante de arrugas,
Los dientes todos podridos,
Y osas aún preguntarme
¿Por qué me muestro tan tibio? ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Metatextualität► Gusto mucho de asistir á un bayle; porque es un espectáculo, en que un hombre de mi genio tiene mucho que observar. Un amigo me condujo ayer á uno. Quando entramos estaban baylando una contradanza como diez [88] y ocho, ò veinte personas: entre las quales me hizo mi compañero reparar en tres damas, que baylaban con las espaldas bueltas ácia nosotros. Lo primoroso del prendido de todas tres, el color igualmente vivo de sus ropas, la igual elevacion y delicadeza de sus peynados, la agilidad, la viveza, el afán con que todas baylaban, la risa y fiesta que entre si tenian, y la confianza con que trataba cada una à su pareja, que era un jovencito muy puesto en punto, me hicieron tenerlas por tres muchachas de quince à veinte quando mas, y aun sospechar si serian hermanas. No obstante me aseguró, y no me quedó razon de dudarlo luego que las ví la cara, que las tres eran abuela, hija, y nieta, y que si no baylaba tambien la viznieta era porque se havia descuidado un tanto la nieta. Esto me trajo à la memoria una carta, que recibí no ha muchos dias, y es como se sigue. ◀Metatextualität

[89] Ebene 3► Brief/Leserbrief► Señor Censor.

“Muy Señor mio. Confiesolo ingenuamente: el nombre que Vm. se tomó, fue causa de que al principio mirase sus Discursos con alguna aversion. Creí que renacia en Vm. otro Pensador, que sin atencion alguna à los privilegios que nos concedió la naturaleza, y vulnerando el respeto, de que nos puso ella misma en posesion, hiciese de nosotras el blanco de sus sátiras, y el asunto de sus picantes gracias. Mas yá mudé de concepto; y los discursos que lleva Vm. publicados, sin darnos el menor motivo de quexa, al mismo tiempo que con tanta libertad se burla del otro sexo, y combate sus vicios; me hacen mirarle como uno de nuestros mas ciegos apasionados. Por esta razon me resolví a escribir à Vm., para animarle à la prosecucion de su empresa, y advertirle juntamente del vastisimo [90] campo, que pueden darle el modo con que de algun tiempo à esta parte nos tratan los hombres, y las crueldades que con nosotras usan. Pudiera subministrar à Vmd. muchos exemplos; pero me contentaré con descubrir lo que à mí me pasa.

Ebene 4► Allgemeine Erzählung► Ebene 5► Selbstportrait► Llegaba apenas à los quince años, quando me dieron por marido un hombre, con quien hasta no ha mucho tiempo llevé una vida muy de mi genio. No tenia otro defecto que el de amar demasiadamente el dinero; de manera que solo lo muy necesario me daba para vestir, y para las demás urgencias que se ofrecen à una muger de mi calidad. Pero esto me daba poco cuidado; porque como debo à Dios un parecer, de que puedo sin lisongearme estár contenta, tenia siempre tres o quatro servidores que se competian en regalarme, y cuya emulacion sabia yo muy bien el arte de avivar. Con esto no me sobraba otra cosa que ricos trages, primorosos abani-[91]cos, aderezos costosisimos, y quando necesita una muger para su adorno: todo lo qual persuadia facilmente à mi marido que venia de la liberalidad y cariño de un tio mio anciano, que de hecho no dexaba de quererme, y regalarme algunas cosillas. Demás de esto iba las mas de las tardes à la comedia, no perdia funcion de toros, y nunca me veia en la vergonzosa necesidad de ir sola al prado, ni de hallarme en un bayle, sin tener tres ò quatro personas en que escoger para baylar.

No dexaban à la verdad estas cosas de ocasionarme al principio algunas diferiencias con mi marido; pero como quando él se enojaba, lebantaba yo mas el grito, y me alborotaba mas que él, le reducia à callar las mas de las veces por evitar ruidos. Y de esta suerte le fui insensiblemente acostumbrando à mi modo de vivir, con tanta mas facilidad quanto no le ocasionaba nin-[92]gun gasto, y llegó él mismo à conocer que no se reducia todo, sino à procurar divertirme inocentemente, y sin ningun mal fin. De suerte que al cabo vino à no cuidar sino de sus negocios, y à dexarme en plena libertad de hacer lo que quisiese. Asi no incomodandome él, y mucho menos los hijos, de quienes cuidaba una muger anciana, desde que venian del ama hasta que iban al Seminario, ò al Colegio, pasé muchos años en el seno de los placeres, y recibiendo inciensos de todo el mundo. ◀Selbstportrait ◀Ebene 5

¡Pero ah! ¡y quán diferente situacion es la en que me veo de algun tiempo à esta parte! Mi hermosura, no obstante, que está ahora en su mas alto punto de perfeccion, de nada me sirve yá, Señor Censor mio. Se acabó en los hombres aquella antigua generosidad, y ojalá se contentáran con no regalarnos: mas yá es preciso que los regalemos nosotras, [93] y cuesta mas en el dia à una pobre muger un cortejo, que costaban en otro tiempo las mas ricas galas. Tuve yo que deshacerme de las mias, para hacer con su producto unas tres conquistas, que succesivamente me fueron abandonando por tres muchachas apenas de diez y ocho años, que sin duda alguna tenian mas que regalarles, que yo. Ahora no me queda yá de que echar mano, y asi me veo en la dura precision de no salir de casa, porque digame Vm., iré sola al prado? Iré a las XL. Horas, sin llevar quien me dé agua bendita? Me presentaré en un bayle, sin un mueble con quien baylar? Porque no ignorará Vm. que todas le llevan de su casa, y que el no hacerlo asi, es exponerse à pasar la noche en un rincon, componiendo pronosticos, y à que la tengan à una por nacida en el otro siglo. El ultimo que tuve, usó conmigo la crueldad de abandonarme en medio de un bayle, [94] y viendome sola, huvo quien tuviese la insolencia de preguntarme, que color tenia la barba de Felipe IV. Vea Vm. si esto es sufrible para una muger, que digan lo que quisieren algunos habladores, no pasa todavia de los quarenta. Es esta edad por ventura en que me eche á oír Misas, y rezar Rosarios? Primero me havia de colgar, que dar esta diversion à las gentes. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 4

Pero no. Espero que será Vm. sensible à mi afliccion, y solo con que en un discurso pondere con la energía que le es natural las excelencias, y prerrogativas de la hermosura, y declame con toda vehemencia, contra la bastardia de tributar al interés los obsequios, que à ella sola son debidos, tengo por sin duda que se arrepentirán al punto mis desertores, dejando burladas las niñas, cuyas dadivas los han corrompido. Quedo con esta esperanza algo aliviada de mis penas, y muy deseosa de hacer ver [95] à Vm. el afecto con que soy su mas segura servidora, &c.

P. D.

Desde ahora les ofrezco el perdon, y doy mi palabra de recibirlos con el mismo agrado, y las mismas caricias que si siempre me huvieran sido fieles.” ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 3

Metatextualität► Es cosa muy comun atribuir à las cosas que nos rodean, las mutaciones que suceden en nosotros mismos. Un hombre que por su inconstancia llega à aborrecer una persona, que antes amaba se persuade à que ella es la que se trocó, y de digna de su amor, se hizo merecedora de su odio. El navegante se imagina ser la costa, la que se retira de él, y no él, el que se aleja de la costa. El hombre que habita la tierra, cree que no es él, el que se mueve, sino el Sol y todos los demás astros, que se toman el trabajo de gyrar al rededor suyo, para alumbrarle, y divertir su [96] vista con la infinita variedad de figuras, que entre sí forma; segun sus diferentes posiciones. Y esto es puntualmente lo que sucede à esta hermosura de quarenta años, si es que ha llevado bien la quenta. Se imagina sin duda el tiempo, como una cosa que solamente aféa las demás mugeres, y llena de arrugas sus semblantes; pero que ningun poder tiene sobre su belleza. Esta es inmutable è incorruptible, como Aristóteles se imaginó los cielos. Solo es el corazon de los hombres el que se muda. En ellos ha sucedido tal trastorno, que lo que debia naturalmente no ser objeto, sino de su amor, y sus respetos, lo es yá de su indiferencia, y su desprecio. Su corrupcion les hace substituir el oro, y la plata à un semblante, sobre que la naturaleza haya derramado todas sus gracias. Esta es la unica causa de su desdicha, y del triste abandono en que ahora se vé, y con solo que el Censor reforme un [97] abuso tan monstruoso, y reintegre à la hermosura en sus derechos, verá renacer su corte, y aquellos dichosos dias que tanto ocupan su memoria. A la verdad, el remedio no es dificil, y los efectos no dudo que corresponderian de tal suerte à sus deseos, que se ahorcasen de desesperacion las niñas de quince, à veinte.

Ebene 3► Satire► Lo que yo quisiera saber es, si se mudaron tambien los espejos. Pero quien duda? Apostaré algo de bueno, à que algun artificio se ha inventado por gentes mal intencionadas, para hacer que llenen de arrugas las mayores bellezas. Si esto es asi como me lo imagino, lo que debiera hacer esta Dama es, recurrir à la autoridad pública, para que bajo las penas mas severas prohiba, como genero de contravando todos los espejos que hagan parecer viejas las mugeres de quarenta años. Y ciertamente el asunto merece bien sus cuidados. ◀Satire ◀Ebene 3

[98] Pero con todo me compadezco sinceramente de la suerte de esta Señora, y me duelo de que se vea precisada à valerse de semejantes arbitrios ¡Quán distinta fuera su suerte, sino huviese hecho consistir su merito en sola su hermosura! ¡Si huviese cultivado sus talentos, y procurado adquirirse otras prendas, que no están sujetas à estos contratiempos! Porque al fin los hombres que con la belleza son tan inconstantes, que huyen hoy de la misma que hace veinte años robaba sus corazones, respetan, y estiman siempre las qualidades interiores del espiritu. Yo estoy cierto, que si esta Dama huviera pensado mas que en otras conquistas, en asegurarse la del corazon de su marido, en dar una buena educacion à sus hijos, inspirandoles el amor de la virtud, è instruyendolos en las máximas del verdadero honor, en gobernar su familia con afabilidad, y [99] cordura; el amor, la confianza, el respeto que de todos se havria grangeado, la serian ahora, y por todo el resto de su vida el principio de una infinidad de placeres, y satisfacciones que à la verdad la son enteramente desconocidas, y de que no tiene la menor idéa; pero que son de un genero infinitamente superior à los que podria darle la corte mas numerosa de adoradores. Si los ratos que de estos cuidados la quedarian libres, los huviera empleado en ilustrar su entendimiento, y adornarse de conocimientos utiles por medio de una lectura conveniente; no solo se hallaria capáz de desempeñar sus primeras y principales obligaciones con mas acierto, y mayor fruto, sino tambien de una conversacion que podria sin bachilleria no ser frivola, y que junta con un trato igual, dulce y afable la atraerian en la edad mas abanzada la estimacion, y haría su compañia ape-[100]tecible de todos los que llegasen à conocerla. El tiempo, lexos de disminuir su merito, le acrecentaria, y solo podria exponerla al desprecio de alguna cabeza hueca, digna ella misma del desprecio de todo hombre de juicio. Pero ahora que acostumbrada à los obsequios de todo el mundo, se halla por haver empleado tan mal su tiempo, destituida de todo lo que pudiera merecerselos: ahora que no conserva de su primera edad, sino una vanidad tanto mas ridicula, quanto su unico fundamento falte del todo, ¿qué podrá ser sino la fabula de quantos la conocen, ni qué se podrá decir à los que à carcajada suelta se rian de su extravagancia? ¿Podria contenerse el mismo Heraclito? ◀Metatextualität ◀Ebene 2 ◀Ebene 1