El Censor: Discurso Segundo
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Discurso Segundo
Citação/Lema
. . . . . Desuntque manus poscentibus arvis.
Y están los campos clamando
Lucan. lib. 1. v. 29.
Y están los campos clamando
Por manos que los cultiven.
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Narração geral
Un Eclesiástico, Dignidad de una Iglesia, à cuyos individuos precisa la costumbre à no salir sin lacayo à la calle; tenia la singularidad de vestir su libréa à un mono, que llevaba siempre consigo. El Pueblo lo tenia por una estravagancia. Pero à mí, que à pesar del cuidado que pongo para desviarme lo menos que sea posible de sus dictamenes, tengo la desgracia de conseguirlo muy pocas veces; me pareció tan feliz y tan util su invencion, que no creo podré hacer mayor servicio ni al público, ni à los que por su estado tienen que mantener estos muebles, que el recomendarsela con quanta eficacia pueda.
Nível 3
Retrato alheio
No hay duda que la naturaleza dotó à estos animales de tal sagacidad, y de tan oportuna figura, que muy poca instruccion seria bastante para poner al menos habil de ellos en estado de desempeñar con perfeccion todas las funciones de este igualmente arduo que util empleo. Saltar à la zaga de un coche que vá corriendo, mantenerse sobre ella en pie asido de unos cordones, bajarse por entre la rueda y la caja, abrir la puerta, poner la estrivera, caminar à caballo, ò à pie detrás del Amo, pararse quando él se para, apresurar el paso quando él lo apresura, llevar debaxo del brazo una capa, ò un para-agua, abrirle, cerrarle, y cubrir con él al Amo si aprieta el Sol, ò si lluebe; son à la verdad habilidades un poco dificiles; pero yo les he visto executar otras muchas, que no las van en zaga, y que acreditan bien, que no son estas superiores à sus talentos. Sobre todo la experiencia de nuestro Eclesiastico, que se hallaba tan bien servido, como pudiera del mozo mas galan, mas robusto, y mas advertido, bastaría para quitarnos toda duda si pudiera haverla en el asunto.
Mas no solo podrian desempeñar este empleo como el mejor de los que hoy se usan, sino que hay otros, que servirian infinitamente mejor. Por muy agil que un hombre sea, no es ciertamente mucha la ventaja que puede llevar à un tiro de caballos en la carrera. Pero un mono se dexa atrás à los mismos vientos. ¿Quánto mas à proposito sería, pues, que un hombre para volante? En un abrir y cerrar de ojos correria todo Madrid, y haria una docena de recados mientras que un hombre podria hacer uno. Si fuese menester se encaramaria por la pared mas rasa y mas lisa, y la ventana ò balcon mas alto no le sería inaccesible. Por otra parte son muy callados, y sin el menor recelo se les podria encargar el asunto de mayor importancia.
Solo se puede ofrecer un reparo; y es que para este empleo se requiere una qualidad, de que la naturaleza no quiso dotar à estos animales. Es circunstancia absolutamente indispensable en un volante que sea bonitico; pero à todo alcanza el arte, y creo que con mucha facilidad podriamos tener monos mas blancos y rubios que el carmin y el armiño. Yo à la verdad no podré individualizar aqui el artificio con que esto podria lograrse; pero sé muy bien que andan por ahi deidades, por cuyas caras naturales no trocaría la suya el mono mas zafio del mundo. Y en fin sino bastaba esto para remediar la irregularidad de sus facciones, estaba todo reducido à ponerles una mascarilla, cuyo efecto no podria menos de ser admirable.
Quanto à la falta de cabello es ocioso detenernos: ya se sabe que no es moda gastarle propio. Finalmente, un mono con una decente dosis de salserilla, ò con una mascarilla bien fina, con su buena penca de pelo, dispuesta en castañera con fuerza de talco, su gorra cubierta de lentejuela, y plumas de colores bien vivos, su buena faja con sus grandes borlas, ò su tonelete, su rica media bien estirada, sus dos pares de jarreteras, su zapato bordado, su hebilla à la punta del pie, y todo el demás equipage, con que se presentan nuestros volantes, me parece, que sería una figura, que daría envidia al mismo Adonis.
De suerte que, todo bien considerado, estoy por decir, que la naturaleza los hizo de proposito para este empléo, previendo sin duda que su necesidad y utilidad lo haria inventar algun dia entre los hombres. Porque aunque es cierto que necesitan de algun arte para poder servirlo con honor; tambien lo es que esta Señora dexa siempre algo que hacer en sus obras. Asi no nos dá el vino exprimido de la uva, ni hilado el lino, ni guisadas las carnes.
Una cosa me desazona: no se me ofrece como puedan hacerse de ellos buenos cocheros, y confieso que sería demasiadamente arriesgado sin una experiencia que nos asegurase de su habilidad, poner en sus manos las riendas de un tiro de caballos, en especial si fuesen Andaluces. Y es ciertamente lastima, porque si pudiera esto conseguirse desterrariamos todo genero de libréa de los hombros humanos.
Pero no hay que desanimarse. Ninguna invencion sale de las manos de su autor con toda la perfeccion de que es capaz. Puede ser que esta se perfeccione con el tiempo, y que lleguen à ser los monos mas diestros en el arte de cochear que el mismo Automedon. Los que trabajen en esto serán muy dignos del agradecimiento del público, à quien harán un servicio muy importante. No obstante podrian desde luego hacer el papel de esos muñecos, que de algun tiempo à esta parte se suelen llevar de delanteros, y estoy persuadido à que nuestras vidas (las de los que andamos à pie) no estarian con ellos menos seguras de lo que estan ahora.