El Duende especulativo sobre la vida civil: Número XI

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Niveau 1

NUM. XI.

Citation/Devise

Ita philosophari, ut hoc agere non videaris, &
ludendo res serias conficere.

Platon.

[Moda en la conducta por medio de los preceptos de que abusan.]

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Récit général

Si las premisas, esto es, la mayor, y menor de un argumento logico son verdaderas, tambien lo serà la consequencia: y si la proposicion de un theorema, ò problema mathematico se evidencia por demonstracion, tambien quedarà evidente la conclusion, que establece. No sè por què motivo la potencia, que hace el primer papel en la Mathematica representa solo el segundo en la Philosophia. El arte de deducir una consequencia de los antecedentes en un sylogismo, denota agudeza, ingenio, memoria, &c.: pero todas estas prendas juntas, no valen lo que vale solo el entendimiento, ò el juicio. Contemplando esta verdad, he estrañado algunas veces el desprecio que se hace de una joya tan preciosa, y de tan dificil possession, como es el juicio; y no me parece possible denominar bien el abuso, que hacen de esta potencia, aquellos que la dàn el mas infimo lugar entre los dones, con que està enriquecida la Naturaleza. Los hombres engañados, y llenos de sì propio, aprecian, y engrandecen siempre sus meritos y talentos, por mas sobresalientes, mas relevados, y mas estimables, que los de sus iguales. Esta valuacion, y aprecio, que es arbitraria, les lisongea sobremanera; pero como nadie quiere enemistarse con todos: nadie pondera tanto su superioridad, y preserencia, que no conceda à sus amigos, y aficionados, alguna porcioncita del entendimiento patrimonial de todos los mortales. Entre un gran numero de personas, se contaràn apenas dos, que convengan en conceder à un tercero, los mismos quilates de capacidad, y entendimiento, que ellos pretenden. Solo tienen entendimiento, juicio, buena conducta &c. aquellos, que rinden homenage à la Moda, porque solo los Modistas son que muchos, y todos unidos de interès, sostienen, que nadie, fuera de su grey, es capàz de tener entendimiento, ni juicio. La Moda que govierna à los suyos con el despotismo con que la Naturaleza rige à las cosas criadas, imprime en sus vassallos un juicio, el qual les mantiene ciegos; de modo, que sino huviera otro, que el que cabe à los Modistas, se podria decir, que el juicio es una prenda vulgar, y la mas abjecta de todas las prendas naturales. Los que sin interès particular, ò preocupacion quisiessen examinar esta verdad, conocerìan hasta donde pueda rayar la necedad, y vana presumcion de los hombres, que pretenden señalar calidad determinada à una cosa, que nadie hasta ahora conociò exactamente. La mayor parte de los hombres alucinados con el oropèl de un adorno prestado, se enamoran de sus talentos, y los aprecian en mas, que los aprecian las demàs gentes: pero còmo pueden admitir por verdadero aquello, que no concuerda con sus propios principios? Ademàs que aquellos, que sumissos sometieron su entendimiento, y juicio de la Moda, y que observan servilmente sus reglas, y preceptos, no examinaron jamàs con bastante madurèz las razones en que estriva el systema de la Moda que adoptan. Es empeño de los que siguen la Moda obligar à todos à que alaben, y realcen el entendimiento, y juicio de los Modistas. Para que sus talentos brillen, y sobresalgan en qualquiera palestra, procuran mostrar una estudiada aversion à las verdades conocidas, y à las nociones, que por desprecio llaman vulgares, à fin de singularizarse de todas maneras. Y aunque no ignoran, que las potencias del alma son de todos los hombres, pero repartidas desigualmente; pretenden sin embargo, que nadie sino ellos las posseen en grado cabal, y perfecto. No me parece inutil llamar una vez à tela de juicio à estos Monos de la Moda, à fin de hacerles ver, quan poca razon les assiste en su modo de pensar de los hombres. La sola exposicion de su proceder, y conducta, basta para hacernos reir de sus extravagancias. Què entendimiento, què juicio, es el que tienen los Modistas? Què prendas espirituales les distribuye la Moda para diferenciar à los suyos entre los demàs vivientes? Dònde estàn los principios de aquella certeza moral, y physica; de aquella infabilidad, que afectan los Modistas en sus decisiones, y reglas de conducta? Hacen mas, que enroscandose como las culebras, sin salir de un circulo vicioso, ridiculizaria à sì mismos? Hacen mas, que desapropiarse de sus virtudes, para engalanarse ridiculamente con preseas forasteras? No repudian, y descartan sus propias luces para admitir, y acreditar las que otros les prestan? No entorpecen, y refrenan su entendimiento para sujetarle à una ley servil, que no les permite ceder à la razon, ni aun à las demonstraciones mas invencibles de los que no siguen la Moda; y cuya fortuna, autoridad, ò ciencia, no sirve de pantalla à su fantasìa, y capricho?

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Récit général

Veamos algunas de las reglas, y preceptos que nos prescribe la razon para nuestro govierno, y de que abusa la Moda. Nuestros Maestros nos enseñaron:

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Que debemos preferir un interès grande à un pequeño: Que cada qual debe buscar su fortuna por donde pudiera: Que se debe apreciar las cosas por el conocido valor que tienen: Que nadie debe comprar aquello que no se estila: Que la fantasìa debe alguna vez vencer la realidad: Y que el nombre ha de ser diferente de la cosa que denomìna.
Estas proposiciones, ò maximas parecen claras, mathematicas, y principios ciertos de verdades conocidas, capaces de cimentar la instrucion de los Jovenes, y propias para enseñalarles [sic] la Moral Philosophia. Todos los hombres, que piensan hacer fortuna en este mundo, saben estos axiomas; convienen de su bondad, y apenas saben otras. Pero qual es la practica de ellas? Piensan, y obran segun ellas, los que siguen la Moda? Estamos todos acordes en su observancia? Veamoslo por la experiencia. Para exaltar el verdadero merito de un juicio recto, y de un discernimiento cabal, y hacer vèr la influencia, que uno, y otro tienen, assi en la conducta, como en el discurso de los hombres, hemos de examinar la connexion, que hay entre estas maximas que se proponen, para gobernar, como hemos visto, nuestras acciones, y el uso que se hace de ellas; à fin que sepamos, si estas maximas, que seràn verdaderas, y practicables, para los que penetran su genuino sentido, lo son igualmente para aquellos que obedecen à la Moda.

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Hétéroportrait

Es Ley natural, y precepto positivo, que debemos respetar à los Ancianos, à los constituìdos en dignidad, y gobierno, y venerar sus opiniones, fundadas en razon, y justicia; pero no hay Ley, que mande, que los Ancianos, y Superiores deban abusar de esta deferencia. Quien no supiere exercitar su paciencia, no debe conversar con viejos presumidos de sabios, ni con linajudos, cuya ciencia suele consistir en ser ignorantes, en hablar mucho. Què infelicidad, que à una rèplica que se les pone, resumen su presuncion, y ciencia, con decir, que no se sabe con quien se habla, que sus antepassados eran yà famosos en la batalla de Pavia, y que su ascendencia no cede à la del Duque de Arschot. No hay peor compañia, que la de ancianos encaprichados del privilegio de sus años, que reducidos al silencio, dicen, que las materias no son para los de edad regular. Y hay respuesta à una invectiva de esta naturaleza? Aquel que no quisiera servirse de sus propias luces, y solo participa de las de semejantes viejos, ò linajudos, aprenderà la propia Logica, y harà gala de su ignorancia. En los viejos tartamudea muchas veces el entendimiento. Ellos pecan contra las maximas yà propuestas, pues se conoce que una apariencia vence en ellos à una realidad.

Niveau 4

Hétéroportrait

Quàntos viejos hay, que solo lo son en años, y que son mozos en experiencias, las que en la sociedad de los hombres, deben calificar el juicio. Nada hay, que embidiar en un hombre, en quien el vivir mucho, y el saber poco, son como Synonomos. Un mancebo es muchas veces viejo en el juicio, quando un anciano calvo es mozo desembuelto, y libidinoso. Una ridicula preocupacion autorizada por el tiempo, y por la Moda, substituye los años, en que el hombre debiera lograr las experiencias, à las experiencias mismas; y por consiguiente una chimera à una realidad.

Niveau 4

Hétéroportrait

En què està el lucimiento, y la buena conducta de un Joven, que sigue la Moda por estrella de sus acciones? No se agraviarà de que le motejen de audàz, de mal criado, de insociable, de mono, de pisaverde, &c. Quando le reprehenden sus vicios fingirà el papel de Archelao, ò de Cesar. Pero si se le dice, que bayla mal, que tiene la pierna torcida, que canta sin gracia, que ignora la delicadeza del Estado; aqui fue Troya: se enardece, y reputando por vicios estos defectos de la naturaleza, desafia à quien se los advierte; tomando por injuria la intencion de retratarle dentro de su natural esphera. Què chichisbeista no estima mas un talle fino, una pierna bien hecha, el saber presentarse con garbo: que no los buenos modales, que la ciencia, que la elevacion, y nobleza de pensamientos, por fin, que la reputacion de sugeto capàz, y juicioso. La materialidad del cuerpo, y habitud del trato, es para los Modistas de un valor, que excede à las prendas espirituales del alma, y assi una chimera à una realidad.

Niveau 4

Hétéroportrait

Si los Facultativos de Ciencias estuviessen libres, assi de las impressiones de la Moda, como de las preocupaciones, y enthosiasmos [sic], en que suelen precipitarse los ignorantes, no tendrian motivo, para atribuirse un despotismo indecoroso sobre los demàs; imaginandose, que solo ellos puedan entender las Ciencias en que estàn inaugurados. Los que estudiaron Letras Divinas, no quieren sufrir, que una Corbata estudie mas Theologìa, que la de Astete, ò de Ripalda; que sepa latin, ò que lea los Santos Padres en su natural idioma. Los Predicadores, que algunas veces gyran en el Pulpito por sendas descaminadas, quisieran que nadie hiciesse parada, en lo que dicen, quando ellos ultrajan en no pocas ocasiones con determinada aplicacion à quien les nota sus descuidos.

Niveau 4

Hétéroportrait

Los Medicos vàn aùn mas lexos, y llegan hasta no querer conceder à los enfermos los males que tienen, y assegurandose desprecian la fuerza de los informes, que les dà el doliente. Sin embargo que el cuerpo humano conste de partes, que admiten demonstraciones geometricas, y que la circulacion de la sangre, la segregacion de los humores, el trabazon de los sólidos, y el empleo de todos los miembros, tengan conexion con las reglas de la Mecanica: el Mathematico, que quisiera hablar determinadamente sobre estos puntos con un Medico preocupado, incurriria en una heregìa medica. Y si alguno ossasse tratar de la essencia de los males, ò aconsejar remedios para ellos, al punto que daria convencido de un crimen horrendo, contra la potestad legislativa de la Medicina. Desdichado el que con argumentos, o razones sólidas intente convencer al Medico de su poca Ciencia: la Facultad, como herida, tarde, ò temprano le harà pagar su audacia.

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Récit général

Un Medico, por sus años de práctica, muy presumido de archivero de la ciencia Hypocratica, negaba à todos, lo que llaman los Franceses Opinion comun en esta facultad. Visitaba à un enfermo muy à los ultimos, à quien un juicioso Magistrado, experto Chymico, havia ofrecido un medicamento experimentado, con bellissimo sucesso. Los Parientes, que no se atrevian à darlo, sin consultar primero à Monsieur Hypocrates, induxeron al Magistrado à que el mismo se lo propusiesse; pero apenas havia oìdo el Medico la calidad, y naturaleza del especifico, quando preguntò al Togado, si era Medico: y haviendo este respondido que no, empezò à insultarle con insolencia, tratandole de Profanador de la Religion Medica, y de atrevido, que se metia en aconsejar remedios, sin tener Titulo, ni Grados. Pues què, no es esto explicar, segun los Modistas, la Maxima de que el nombre es distinto de la cosa? El Magistrado, sin querer usurpar las regalìas del Medico, quiso unicamente el bien del enfermo, y buscar su propia dicha en la del proximo; y el especifico huviera quizà curado al doliente, en lugar que le matò el Medico con sus Recetas. Hacienciendonos [sic] vèr en esto, que la fama, y el credito, que la Moda dà à los Medicos, es distinto de su Ciencia.

Niveau 4

Hétéroportrait

Los Philosophos, assi antiguos, como modernos, son de la misma laya. Ninguno, sino ellos, possee, à su entender, los secretos de la Naturaleza: solo para ellos se abrieron los Senos de la Creacion, y solo ellos saben el Govierno Mecanico de todos los Entes criados. Los Philosophos Modernos, à la verdad, parecen menos avarientos de su saber, que los Antiguos. Con urbanidad corren la cortina, y rompen con menos mysterio los sellos de sus estudios, sin obligar à nadie al secreto. Me imagino, que debemos esta cortesanìa de los Modernos à las Damas, que de la Philosophìa han hecho una ciencia de Moda, despojandola de los toscos, y rusticos ornamentos, que la daban los Antiguos; estendiendose hasta sobre los Hieroglyphicos, y Antiguedades de Egypto. Descartes, y Nevvton pueden gloriarse de que tienen oy dia mas discipulos, entre el hermoso sexo, que Aristoteles, y Platon tenian entre los Doctos. El Abad Nollet, y otros Modernos al presente son las delicias de las conversaciones de los Estrados en Francia, è Inglaterra;. y apenas se halla en aquellos una Señora, que no sepa por menor las Historias, que representan sus Abanicos. De suerte, que si hemos de juzgar de lo por venir, por lo que ahora sucede, podemos esperar, que el empeño de las Señoras servirà de ahijon, y estimulo para que los hombres, conciban la necessidad de estudiar; esto es, de comprar aquello que se estila.

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Hétéroportrait

No solo es Moda, que todos callen, y dexen usurpar la Autoridad del juicio à los Professores de las Facultades mentales, sino que pretenden esta misma prerogativa, los que professan Artes Liberales, y Mecanicas. No hà muchos dias, que mi Zapatero se enfadò, porque le dixe, que me apretaban demasiado los Zapatos, queriendo persuadirme, que estaban holgados. El silencio, que los Professores exigen de aquellos, que no ganan de comer con las Artes que ellos exercen, es tan riguroso; que si los creemos, nadie sino ellos, puede levantar la voz, ni conocer los yerros de las Obras, que su recomendacion, y amor propio reconociesse perfectas. Que se alaben hasta los defectos de lo que hacen los Niños, y Principiantes, es bien, y ardid, ò estimulo para alentarles en su carrera; pero que pretendan esta misma gracia hombres prepuestos à los demàs por Maestros sobresalientes, es no solo desvarìo, sino mancha, que obscurece la gloria de una Nacion entera. La grandeza de los hombres ilustres consiste, en que conozcan, y confiessen sus descuidos; y el claro obscuro de su fama es, que los corrijan. Los Artifices, que se obstinan contra esta verdad, no caminan por la senda, que conduce à la inmortalidad, y gloria, sino por la del interès, y codicia, vicios, que regularmente vemos estampados en sus Obras.
Sirvamonos de dos, ò tres caracteres mas, para aplicar las proporciones, que hemos citado; y retocando las passiones, y genios de los que siguen la Moda, dibujarè sus personas. Los Modistas juzgan por hombre de bien, à quien con ruindades sencillas, sin combatirlas, supo desde su juventud, sacrificar à la ambicion, è interès, las tristes Reliquias de una humeante conciencia. Su disposicion cortada à medida de qualquiera accion mala, le procurò valimiento, y medios, para enriquecerse à costa de veinte familias arruinadas, y al presente conocidas por su miseria. Tiene la Moda criados mayores, y menores que siempre se hallan en su compañia. Los primeros son de todas Mesas, donde goviernan el gusto; dàn reglas, para vestirse, ridiculizan la modestia, y el recato y censuran à los que no viven conforme à los preceptos de su Señora. La decision, y el voto de estos Pegotes, se estiende soberanamente sobre los fueros de los sentidos, y potencias del hombre: pues de ellos depende la delicadeza de les manjares, y la excelencia de las telas, y paños. Estos Modistas tratan la naturaleza de insensata, quando es contraria à lo que ellos aprueban, y degradan à qualquiera, que se atreve censurar sus locuras. La Moda les es util, porque el color con que sabe pintar las codas, les hace como menesterosos en todas partes. No es de admirar, pues, si el mundo està lleno de monstruos, y partos abortivos, que insultan à la Naturaleza con sus modales. La honra, que es Ente metaphysicamente verdadero, y existente, es para la Moda Ente de razon, y chimerico; y Ente, que no debe entrar en comparacion con lo que es conveniencia, y possession de bienes. Tener honra, muriendo de hambre, implica en la Logica de los Modistas. Un hombre debe sacrificarse un interès grande de honor, que solo substiste en la mente, à un pequeño, que hincha la bolsa. Este pensamiento se funda entre los Modistas sobre maxima cierta, pero suya. La complacencia lucrativa de una hermosura llenò algunas veces el vacìo, que dexò en la hacienda, la dissolucion, y la prodigalidad de la familia: pues quièn no cree, que se deba agradecer à esta hermosa una compensacion tan sustentativa? La Moda prepara varias disposiciones para hacer fortuna, y denigra despues con mil dicterios, à quien se valiò de su industria. Obrar por razon, con juicio, y conforme à los principios de una sana conciencia, es obrar contra el dictamen de la Moda, que enseña, que se deben dissimular, ò publicar defectos agenos à medida que se saque utilidad de ellos. El borron mas feo, y horrendo, que notamos en las maximas, que promulga la Moda, como lo deben atestiguar, y en que convienen todos los mismos Modistas, es el mal uso de un axioma, generalmente admitido entre ellos. Es axioma comun, que un error que procede de fragilidad, se debe perdonar mas facilmente, que una accion urdida por la malicia; y este axioma se conforma con el sano juicio; pero veamos en la pràctica el estilo de la Moda. Aquello, que la Moda llama galanterìa, y buena fortuna, que es? Se me dirà que son caìdas à la Moda. La persuasiva, y los preparativos para esta caìda no son fundamentales en la Moda? No exagera, no corrobora el Orador su eloquencia con la voz, y con los exemplos de los que la siguen? Pues como la Moda, yà que es inductora para el mal, y error, le impropera despues con tantos denigrativos colores? Corno pone en tablillas pùblicas à la que por flaqueza, y sin consultar su entendimiento, ò malicia se dexò arrastrar de su impulso?

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Récit général

La belleza, y gracia, con que la naturaleza dotò à una conocida mia, no era casi menos peligrosa para ella, que para los que, embelesandose, encontraban en sus donayres el escollo de su quietud, y sossiego. No menos hechizaban los talentos de esta hermosa dama, que la materialidad de su cuerpo; y no merecian mas aprecio su talle, y garvo, que su recato, y modestia. Siempre se havia resistido al alhagueño deseo de tener idolatras; y assi, muy lexos de tener redes para cautivar la lisonja de los Modistas, havia huido de las assechanzas del cariño: hasta que un Cavallero, hombre de merito, supo descubrir la senda de distincion, y vencer à esta beldad, en concurrencia de honores, empleos y riquezas, que muchos competidores la ofrecian. Al cabo de tres años de perseverancia (raro prodigio!) logrò este Cavallero ser amado con muestra no equivoca; y sellando con su mano el titulo de marido, se hizo dueño de esta estimable prenda. Pero apenas passaron seis meses en feliz consorcio; Eccola mi conocida Madre, y la Moda, y los Modistas, devorando con murmuracion grossera, su virtud y raras prendas. Nadie se acordò mas de su modestia, ni de las victorias que havia ganado sobre el amor propio, sobre el interès, sobre la persuasiva elocuente de sus enamorados, y sobre una complexion benevola, y compasiva. Nadie reparò en la legitimidad de su matrimonio. Una solo momento de fragilidad fuera de tiempo: Una condescendencia à la Moda, para con un sugeto estimable, honrado, y con preliminares de Marido, decide de la honra, y del credito de una Muger, que obedece à las insinuaciones de la Moda, que pone el tropiezo, y no disimula el hecho! O Tempora! O Mores!
Lo comun de los Modistas, y aun de todos los hombres, es, hacer menos criminosa una cosa, en quanto sea mas facil caer en ella: y nada es mas facil, que el no poder resistir à los alhagos de una persona estimada, en cuyo honrado proceder no cabe sospecha de desconfianza, y conducta de esta virtuosa Señora, que no era menos sugeta à las ordenes de la Moda, que otras sus sequaces: Perdoneseme, si me atrevo à sospechar que pocas estàn libres del combate, y peligro, en que se naufraga en semejantes lances. No dudo de que, vosotras, ò Señoras, triumphais de vosotras mismas; mas no os confieis tanto en la virtud, que tal vez la confianza aumenta la flaqueza. La desconfianza de sus fuerzas, solo puede assegurar una conducta, que no vacila. Todas creen, que la prudencia consiste en contrastar con desdèn à la passion afectuosa de un hombre, digno de ser querido, yà quien franquea ocasiones secretas: pues miren que no es assi: la prudencia consiste en no admitir palestra semejante. La que se atreve à exponerse à la lid, debe temer, que la Moda la arrastrarà tarde, ò temprano, y que se verà triste victima de sus falsas, y alhagueñas inspiraciones. La Moda nos dice, que en ciertas ocasiones puede el hombre passar la raya de una acostumbrada frugalidad. Pues còmo se pierde de honor el que sobrio, y moderado, se dexò en un regocijo pùblico vencer de una copa de vino? Por què pierde el epiteto de agudo, el Philosopho, que se perdiò en un Sylogismo? Porque se niega el Titulo de Grande, à un General, que despues de veinte victorias perdiò una sola batalla? Y si la Moda induce à obrar con desacierto, por què satyriza despues sus propias obras?

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Récit général

Entre todas las cosas creadas, aunque perfectissimas, ninguna lo es mas que la luz, y ninguna merece, sin embargo, menos atencion, ni aplauso. Desde que abrimos los ojos, vimos à este maravilloso phenomeno, y la continuacion de verle, lo hace por comun casi despreciable à los ojos vulgares. Todos saben, que la luz es luz; pero nadie procura saber mas. Hay preceptos, que hemos oìdo repetir desde nuestra infancia; y à fuerza de oìrlos, los creemos verdaderos: por esto los adoptamos sin examen, y sin desconfianza. Estos preceptos, que lo suelen ser de la Moda, lisongean nuestra vanidad, y amor propio. Siempre conviene, dicen los Padres, y Maestros à sus hijos, y discipulos, buscar, y frequentar sugetos, que son mas que vosotros: porque os pueden dàr honra, y provecho. Esta maxima, que se inculca à los jovenes, corresponde à todos tiempos; y se dà à todo genero de personas; porque los que la prescriben, la creen regla juiciosa, y acertada, y no reparan en que por lo inmirable que es, es solamente buena para leìda en un tomo de sentencias morales. Para poner en práctica semejante maxima, serìa menester, dice mi original Van Effen, que la Gerarquia de los hombres no tuviesse terminos. Los mas necessitados buscan à los menos; estos à los acomodados; estos à los ricos; los ricos à los Titulados; los Titulos à los Grandes, y como estos desdeñan comparaciones, solo les queda el assomar à la Soberanìa. Y à quiènes han de buscar los Soberanos, que siempre estàn muy mal surtidos de compañeros, y amigos? luego para los ultimos, y penultimos, yà es falso el precepto. Tambien hiere esta maxima à la sociedad, en quanto propaga la vanidad, y el desprecio, poniendo à la ambicion por basa de las amistades entre sugetos de desigual fortuna. Esta maxima, que solo es enseñanza de la Moda; pues quiere que se busque la amistad en las riquezas, en la nobleza, y no en la humanidad, en la virtud, ni en el merito de los sugetos; parece inventada para cohonestar el desprecio, que hacemos de los que nos son inferiores. La amistad verdadera, no pide para el Amigo, Duque, ni Mendìgo; pide un observador fiel de las leyes humanas, y cada qual debe elegir sus amigos conforme à sus propias calidades.

Niveau 4

Récit général

La Titulomania, que tan lastimosamente se ha introducido en la sociedad, y trato de las gentes, es tambien instrumento de que se vale la Moda para sembrar discordia entre sus miembros. El titulo de Alteza era antiguamente patrimonio de Soberanos; oy se ha baxado à los Principes: Todos los Soberanos, sin distincion de poder, ò fuerzas, procuran confundirse: pero sin perder ocasion de elevarse unos sobre otros. En los Congressos, ò Juntas de Plenipotenciarios, se gasta mas tiempo en arreglar el Ceremonial de su precedencia, y tratamiento personal, que en ajustar los negocios para que se juntan. El Titulo de Alteza, està yà para que le ajen nuestros descendientes, porque se harà mas comun, como tambien el de Magestad. Altezas seràn algun dia nuestras Excelencias; las Ilustrissimas, Excelencias; las Usias, Ilustrissimas; el Usted, y el Don no se contentarà entonces sin Usia, y los Zapateros, y Sastres, que aspiran yà al Don, y tienen el Vm. pretenderàn à mas. Pero que importa: dexemos à nuestros biznietos este cuidado, y el trabajo de inventar epitetos honrosos para los Lacayos, y Cocheros.
En sugetos de elevado nacimiento se supone educacion distinguida, prendas sobresalientes, y virtudes poco conocidas de almas vulgares, y por esto se aconseja à todos de conservar con ellos; pero esto es supuesto, y no hace al Caso para dàr passo à la maxima. La humanidad quiere, que no estemos menos prontos para hacer bien, que para recibirle; no mas dificiles en el trato con nuestros inferiores, que con nuestros superiores, y que no debe haber diferencia, en :servir à unos, que en querer que nos sirvan otros. Es este el sentir de la maxima, ò no? Es esta la ilacion, que la Moda deduce de lo que propone? Responda por mi la experiencia, y el pleyto que da sentenciado. Què resolverèmos de todo lo expuesto en este Discurso? Bastarà que digamos, que la Moda, queriendo hacer passar por original aquello, que propone à sus discipulos para enseñanza, son copias erradas, y que solo es original en sus desaciertos? Vaya, que me parece bien; pues veo, que todos trabajan en imitar, en fingir, en remedar del mejor modo possible las imperfecciones, sin que nadie tome el trabajo de procurarse un modelo perfecto, para acertar en su conducta, y acciones. Como es esto assi, todos tenemos (no dixe bien) todos tienen (pues no es razon, que siendo yo el hombre mas cuerdo, y mas interessado en mis alabanzas me metiesse en baraja con los mismos, à quienes yo reprehendo sus descaminos) talentos, y genio para abusar de la buena doctrina, y nadie se presume bastante habil para labrar su espiritual descanso. Aprisa, aprisa, antes que se pierda la ocasion de poderse dàr à conocer por un retrato sacado de un original perverso, y pintado con los colores mas verdaderos de la ridiculèz. Quando veo, que un Narciso frequenta diariamente las Covachuelas, y viene despues à referir en los corrillos (como de haberlo oìdo de boca de los Ministros, ò de sus Oficiales) las materias que ha forjado en el camino, me persuado, que nadie serà tan necio, para envidiarle esta calidad, que le hace ridiculo, para quien le conozca, ò sepa su manejo. Somos Monos, que viendo hacer una cosa, por extravagante, que sea, nos desesperamos antes de no imitarla. Que es la politica de los Cortesanos, las estratagemas manejadas, por quienes debieran aborrocerlas, &c. sino el establecimiento, y uso de una regla universal, que sujeta todas las cosas à la Moda, interpretando siniestramente la doctrina que se nos enseña para vivir con honra?
El entendimiento, pues, y juicio de la Moda, ni la conducta de los Modistas, son reglas seguras para governarse. La Moda no solo se opone à la razon, sino que con los gustos que promete, y los azares que oculta, seduce à sus alumnos. El entendimiento sometido à la Moda, es un rayo, que centellea, pero no beneficia como el natural, y bien dixo Theophrasto, que dura poco. Si el hombre de merito no pierde, siguiendo à esta deydad tan loca, no dexa de disminuir, obedeciendo à la tyranìa los quilates de la rectitud, de la razon, ydel juicio. Muchos hombres hay Novelistas,que no entienden la palabra Novela. Tan presto tenia para ellos el Rey de Prusia, Dresde, Capital de Noruega, como el General Broglio gana una Batalla sobre el Euphrates. Para tener sequito, y fama en las Gradas de San Phelipe, que yà estàn desiertas, por haberse transplantado las Academias Gacetales à otras partes, no es menester erudicion, ni ciencia. Un poco de curiosidad desasossegada divierte à los que se emplean en sondear los secretos de los Principes, y hace, que les respeten por hombres de importancia, y de Moda, aquellos que les rodean para escuchar sus dislates. Timon insoportable en qualquiera otra parte, solo es commodo, y placentero, quando valiendose de la Moda, negocia con el caudal de papelitos, arriesando honra, y provecho, à fin de explicar à su favor la maxima yà citada, que es menester, que la fantasìa ceda à la realidad. No nos quiere persuadir Theobulo, que por haber visto sitios, batallas, y evoluciones Militares, dependa de su voto la decision, y acierto de las providencias de la guerra, y que el Ministro le hace agravio, en no admitirle en su Connsejo, para la felicidad de las armas, y salud de la Patria? Una visita de Novia me sirviò el otro dia de piedra de toque para conocer el valor que dà la Moda, y los Modistas à diferentes maximas saludables, que ella pervierte en abusos. La murmuracion cayò sobre la Musica. Què mezquindad, (decia un Petimetre) Seis Violines, dos Violones, dos Oboes, y un Fagotto, con quatro Cantores de Capilla, en lugar de doce Violines, quatro Violones, diferentes Flautas, Oboes, Fagottos, &c. que assistieron en casa de Doña Leonarda en una funcion semejante? Ni un Manzoli, ni un Elisi, ni un Montañan para lisongear nuestros oìdos? Bien se conoce, que es por no gastar. La Ama de casa con un vestido, que la hemos visto yà tantas veces, y solo tres bebidas; què miseria! què tiempos! què recepcion de Novia tan desdichada! Estos son los carecteres [sic] de los Modistas. Esta la explicacion, que la Moda dà à la maxima, quo [sic] se debe comprar, lo que se estila. Enseña à arruinar à una Casa por el gusto de una tarde, yà complacer à los Modistas à costa de honra y bienes.
FIN. El Discurso siguiente se darà el Viernes 7 de Agosto de 1761. EN MADRID: Con las Licencias necessarias, por Andrès Ortega, calle de las Infantas. Se hallarà este, y todos los siguientes en las Librerìas de Antonio Sancha, frente del Correo; en la de Bartholomé Lopez, Plazuela de Santo Domingo; y en la de Bartholomè Ulloa, frente del Salvador.