El Duende especulativo sobre la vida civil: Número VI
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Nivel 1
NUM. VI
Sabado 4. de Julio de 1761.
Cita/Lema
Quem recitas meus est, ò Fidentine libellus,
Sed male dum recitas incipit esse tuus.
Sed male dum recitas incipit esse tuus.
Mart. Epig. lib. I. ep. 39.
Cita/Lema
Dum flammas Jovis, & sonitus
imitatur
Olympi.
Olympi.
Virg. Æneid. 6. ver. 586.
[Apologìa del Duende, y desde engaño para el público.]
Nivel 2
Relato general
Amigo: El Duende ha dado que hacer desde que ha empezado à salir à la
verguenza. La Tertulia de donde sale, està casi adivinada, y no falta quien se precie de haver
descubierto yà en los mismos Discursos el caractèr individual de los que concurren à la formacion
del Folleto. Valgame Dios por comenzòn de indagar! Los dias passados huvo quien quiso apostar, que uno de los Tertulios està conocido por la trompa de su narìz, y por satyrico de
profession. Y què bien estaba este Apostor con su dinero? Tambien està en Capilla otro, à quien
dicen conocer algunos Tertulios de las Librerìas, por un Clerizonte, que, sabiendo apenas Latin,
corre tras una Dignidad, ò Canongìa de Oficio. Igualmente se ha sospechado de participante à un
cierto Arabigo de las Alpujarras, à quien nadie de nosotros, ni conoce, ni jamàs ha visto. Pero lo
que mas inquieta à los que tan solicitamente trabajan en espiar nuestra Tertulia, es, que nadie
hasta ahora ha tropezado con el Ecónomo de la Obra; porque no es possible persuadir, que èste sea
mucho menos conocido, que todos los demàs Tertulios, y contribuyentes à ella. No es nuevo vèr, que
se eche la culpa del asno sobre la albarda; y que el que se crea, ò suene testa de ferro, no pueda
ser Arrendador propietario. Sin embargo, me imagino, que esta serà la primera vez, en que haciendose
tan pública una cosa, como es divulgar el Duende sus Discursos, el Autor de ellos sabe de tal manera
encapotarse, que nadie se ha rezelado de èl hasta aora; y que viendo cargar sobre otro todo el peso
de la desazon, con que algunos han admitido su trabajo, tiene atrevimiento para oìr censurar
agriamente sus partos, no solo con paciencia, y risa, sino que anìma à sus contrarios, para que se
rebienten à fuerza de las Satyras, que vomitan contra quien à su entender, es Cocinero
de este guisado. Es un gusto el poderse revestir del caractèr de Duende, entrar, y salir en todas
partes, hablar recio, reirse, enfadarse, contradecir, y aun hacer callar à los que le enfadan, sin
que nadie sepa, ni sospeche, que trata con el Duende, y aun estarìa mas completo este contento, sino
viniesse este gusto acompañado con la mortificacion de deber, no pocas veces, oìr sentenciar
criminalmente su buena voluntad, y las apreciables prendas de sus adherentes.
Nivel 3
Relato general
No hace mucho, que el Duende, hallandose en la Tienda de un Mercader
de Paños, oyò hacer con mucho despéjo una oracion panegyrica de sus locuras. Cortaronle un vestido,
aunque de mal paño, el qual, hablando claro, no podìa servir para su talle. Uno decia, que conocia
especialissimamente al Duende; que le havia tratado, y que era sugeto de poca substancia; y en esto
no decia del todo mal. Añadiò, que el Duende no podia saber quanto mas, que el Caton; porque no
havia estudiado en Universidad, ni Colegio: y aqui acertò tambien. Prosiguiò diciendo, que todo
quanto el Duende havia publicado con apellido supuesto, havian sido bagatelas, y sandeces; pero en
esto diò el murmurador à entender, que no conoce al Duende: de suerte, que el voto de este sugeto no
es de peso; siendo notorio en Madrid, que solo le deleytan coplas de ahorcado. Finalmente rematò con fallar definitivamente, que le faltaban al Duende capacidad, y talentos,
para pensar, como hombre, sin atender este sugeto à que en esto erraba, como Modista; pues nadie ha
disputado al Duende, à lo menos aquellos pocos alcances, que Dios ha querido darle, y que èl ha
realizado con su trabajo. Otro, que se hallaba presente, no hincò tanto la uña para hablar mal del
Duende; pero la gracia, que le hacia, era para hacerle servir de pedestál à una Estatua, que levantò
de repente à un Amigo suyo, à costa de las faenas del Duende mismo. El Duende, sin commoverse, ni
inquietarse, oyò el Dialogo; y despues que se huvo perficionado el retrato, se fueron los Pintores,
sin haver conocido el original, que havian copiado tan mal, aunque le tenian delante. De buelta para
su casa, repassò el Duende la Scena de que acababa de ser testigo, no pudiendo contener la risa, por
la insensata jactancia de tantos como fingen conocimientos, y amistades, con personas à quienes
jamàs saludaron. Yo, que sè, que mi rostro es vulgar en la Corte, y que sè tambien, que mas de
quatro veces le hablò de mi en público, me rio de una infinidad de personas, que divulgan me
conocen, y que quando llegan à hablarme, me preguntan còmo me llamo. Considerando, que la fortuna de
una Obra depende algunas veces de la calidad, estado, y papel, que hace el Autor en el
theatro del mundo; y que yà es como ley aprobada, que para abonar, ò desdeñar un Escrito, es
necessario saber, quièn es su fabricante, de què vive, què conveniencias goza, què conducta tiene;
si es alto, ò baxo de talle; hermoso, ò feo de rostro; si và de militar, ò de habitos, &c.
pretendo, por no desfraudar al Librero en el fomento del papel del Duende, caracterizarme con quatro
tiznazos, que me daràn à conocer con facilidad suma, otorgando à favor de mis Lectores poder
absoluto, para que dissequen mi capacidad, y dissuelvan mis talentos, y aun si quisiessen, mis
Mayorazgos.
Nivel 3
Relato general
Desde que los Autores ocupan con su apellido el lomo, ò fachada de un
Libro, entapizan las esquinas de la calle, las paredes de las Iglesias, ò llenan el hueco de una
Gaceta, por falta de noticias; les hinchan tanto la vanidad, y presuncion de Sábios, que se
imaginan, que todo el mundo està ocupado de ellos, y de sus Escritos. Su amor propio les insta, para
que apuren el juicio, que se hace de ellos. Para satisfacer este apetito, les inbuye su curiosidad,
que nadie les conoce, y que pueden con libertad escudriñar los ánimos de sus amigos, y enemigos.
Para saber lo que se piensa de ellos, y de sus Obras, procuran tratar con gentes, que no los
conocen. Hablan con estos de sus Escritos llenos de miedo, de que se pronuncie contra ellos una
sentencia amarga. Es verdad, que no es general esta flaqueza; pues Autores hay tan
afortunados, que qualquiera cosa que arrojen al público, por mala que sea, halle mas Lectores, que
Libros; y esto sin mas motivo, que una gracia, ò defecto especial, que tienen; ò porque se visten de
un modo, que les hace estimable, à los que les conocen, ù oyeron hablar de ellos.
Nivel 3
Autorretrato
No encuentro cosa mas facil, que conocer al Duende entre un millòn de
personas. Con la mas leve observacion se le puede adivinar; porque en todo es extremado, y
singularissimo. Se le conocerà por la estatura, por el vestido, por sus gestos, y conversaciones.
Con tener cuidado con un hombre taciturno, melancólico, siempre cuidadoso de divulgar lo que le
oprime el espiritu: un poco incredulo, jamàs lisonjero, algo paciente, y nada obsequioso, se hallarà
al Duende al primer folio. La taciturnidad que le asiste, no es innata, sino resulta de una
reprehension, que los años passados le diò cierto conocido, y quizàs amigo, sobre un deslìz, que
havia tenido contra la temperanza de la lengua; haviendose atrevido à sostener, con demasiado
desahogo, un parecer ridiculo en la discusion de un hecho de suma importancia, y en que el Duende
arriesgaba una reputacion, y credito, granjeado à costa de mucho trabajo. Era la question, sobre si
los Españoles, en tiempo de la Restauracion del Reyno, havian usado Espadas de à vara y media, ò de solo tres quartas. E1 Duende se diò por entendido, de la fraterna, que en esta
ocasion mereciò à este su Amigo, y resolviò desde luego mudar de bisiesto, y enmudecer en empeños, y
comentaciones. Es verdad, que no le fue possible lograr de contado el beneficio del silencio; pero
èl se lo procurò poco à poco, traspassando su loquacidad, y genio litigioso en partes, y con
cantidades decentes, à unas Señoras, que deseaban aumentar la suya, y surtir con algunas porciones à
sus cortejantes, que muchas veces quedan extaticos, y sin habla en las conversaciones. Tomaronle
tambien algunos surtidillos de parlerìa ciertos Literatos de Circulo, y Sábios Novelistas; y lo poco
que el Duende ha conservado para sì, està todavia à su orden. Con este medio ha conseguido tan
cumplidamente el bien, que apetecìa, que los que oy dia le sufren en su presencia, conocen por señas
el concepto que forma de las cosas sobre que se discurre, y el modo con que le mueven los objetos,
que se presentan à su vista. De modo, que imitando à un cèlebre Inglès aquellos à quienes el Duende
llama Amigos, estàn yà tan hechos à esta maniobra, que responden correctamente, y con expressiones
propias, à qualquiera menéo de ojos, golpe de pies, ò risilla falsa, ò verdadera, que le notan, y
sin equivocarse jamàs en lo que significan sus ademanes, ò gestos. No menos descubriràn al Duende
aquellos, que adviertan el cariño con que arrulla à su amor propio. Sin embargo, que
las lisonjas no son capaces de cegarle, ò de alucinar sus potencias; no le es facil combinar la
adversion, que tiene à lo que huele à adulacion, vanidad, ò ambicion, con el imperio de sus
sentidos, los quales se complacen, en que le tengan por Philosopho; que todos le conozcan; le dèn la
enhorabuena sobre sus progressos, y empeños Literarios; le alaben, divulguen, y respeten por hombre
habil, y capàz para alguna cosa. Todavia hay otros secretos que advertir, para conocerle mas
individualmente; pero ellos quedan reservados, hasta que el tiempo los manifieste. El Duende està
muy contento :con que le adivinen aquellos, que desean conocerle; y sobre todo, cierta casta de
gentes, que lo miran todo con anteojos de larga vista, à fin de disminuir lo bueno, y de abultar lo
defectuoso, ò imperfecto. El permite, que estos le observen con sus Telescopios, y le hagan Enano, ò
Gigante, conforme se lo dictáre su fantasìa. Lo estraño, y menos averiguable de todo, es, que en
ninguna parte està el Duende mas solo, y menos descubierto, que en aquellos Corrillos, ò Tertulias
tumultuosas, donde no encuentra Amigos, ò Escogidos; porque allì disfruta con ensanche las delicias
de una Thebayda. El hombre que frequenta el mundo, con el fin de cebar su curiosidad philosophica,
goza los embelesos del Yermo, y los atractivos del Gabinete, en medio de la Puerta del
Sol, y en aquellos concursos de personas, que soltando la rienda à su lengua, gobiernan no menos los
Estados del Gran Mogòl, que los del Rey de España. Este Privilegio de divertirse de todo, es
exclusivamente para aquellos, que estudian à los hombres, y à sus retratos, solo para reirse de la
nada en que se ocupan:
Pues Señores, de nada de esto se lamenta el Duende; porque siempre se encuentra en compañia
de sì mismo. Estando solo, se divierte con sus reflexiones, y con las conversaciones, gestos, y
figuras de todos: se divierte, en vèr que le buscan, le adivinan, y que maltratan à otros por causa
suya. Què piedad! Pero si es mundo, para què estrañarlo? Pues todo esto son espuelas, que mas le
elevan en sus meditaciones. El Duende se entretiene con las necedades de muchos, que
sin ser buenos, ò perfectos, pretenden, que los hemos de venerar como si lo fuessen. Pero què
provecho podràn sacar los curiossos de haver descubierto al Duende? Ha cometido algun delito en
haverse encargado del plan, y economìa de una Obra, para la qual otros muchos le ayuden,
proveyendole de materiales? El Duende no se pregona por sábio, solo sì, haciendo lo que està de su
parte para dàr cumplimiento à su empeño, procura llegar à serlo, y por esto se despepita, para
cautivar la benevolencia hasta de sus adversarios. El habla con todos en terminos, y frases
sencillas, para que le entiendan. Huye del estìlo afectado, florido, y cadencioso. No và à caza de
voces altisonantes, ni gusta de Tropos, ni Figuras. Muchos se persuaden, que hablando clausulado,
empeñen mejor la gente para la compra de sus partos Literarios. Tampoco se casa el Duende con el
lenguage vulgar, y grossero, con que algunos impertinentemente satyricos, tratan el público como
Cavallo desenfrenado, que no tiene humanidad, ni inteligencia. Quieren acaso mal al Duende, porque
toma à su cargo manifestar las necedades, y ridiculèces de algunos? Pues esto jamàs fue mal visto
entre Griegos, Romanos, Cimbros, ni Longobardos.
Estos dos chistosos Satyricos me han parecido siempre grandes en sus-invenciones, è ingenioso
modo de hacer sentir à los hombres el abuso, que hacen de sus luces, con el fin de
extirpar assi los vicios que nacen, no tanto de una depravada corrupcion de corazon, como de una
manìa, y malevolo apetito de quererse dàr à conocer por hombres de caracter extraordinario, y
sugetos de circunstancias poco averiguables.
Nivel 4
Retrato ajeno
y no lo gozan aquellos, que conversan con gentes, solo por fines, è
interesses particulares; pues estos jamàs se hallan bien, donde no encuentran compañia, y siempre
mal, donde estàn solos, y sin el deleyte de hablar de pleytos, ò ganancias. Pregunten al Ambicioso,
al Avariento, al Usurero, al Enamorado, còmo les và en la soledad, en el retiro de su estancia, en
la obscuridad de la noche, en su cama à sus solas, &c. y oiràn à todos quexarse, de que en
semejantes parages, y momentos sufren sus potencias, haciendoles entonces la mas cruel guerra sus
passiones.
Nivel 4
Ejemplo
El Irlandès Svvift declarò la guerra à las costumbres, y ridiculèces
de los Ingleses, con una estratagema admirable. Para reprehender en los Grandes sus
defectos, vistiò los vicios, que censuraba, con el humilde trage de la Plebe; y combatiendo
ridiculmente en la gente comun, los defectos, y necedades de los Magnates, se libertò por este medio
de los disgustos, que en algunas ocasiones causan à los Sábios el poder, y la lisonja.
Nivel 4
Ejemplo
El Francès Moliere, quien se propuso esta misma reforma, tomò por
otra senda, y revistiò todas las cosas censurables de su Nacion, con trages ricas, no menos
conocidas en Versalles, que en Parìs. Buscaba los carácteres, que queria ridiculizar en las Tablas,
hasta en el propio quarto del Soberano, y tomaba por modelos de sus Personages theatrales, sugetos
verdaderos, y existentes; y divirtiendo à los mismos originales con sus copias, les predicaba à
todos una Mission de Coliséo, con que enmendò una infinidad de abusos, y ridiculèces, de que los
Franceses antes hacìan gala. Una libertad tan grande, y à nuestro modo de pensar, tan injuriosa à la
Nacion, no encontrò sin embargo repugnancia, ni contradiccion de parte del Principe, ni del Pueblo;
y los primeros hombres del Estado celebraban el medio de que se habia valìdo este cèlebre Cómico,
para pintar à lo vivo las ridiculèces, y extravagancias de aquellos, que con singularidad pretendian
sobresalir entre todos.
Nivel 3
Relato general
Pero vamos mas claros: Quereis mal al Duende, porque define las
ridiculeces, con que todos estàn tan bien hallados? Y sabràn por ventura los que quieren tan mal al
Duende, y que se meten en el empeño de denigrar, no lo que escribe, sino su persona, que lo que
hacen con quien suponen Duende, lo harìan tambien si conociessen el verdadero? Què cosa es
ridiculèz? Y por si se ignorasse, diremos algo sobre el assunto. En primer lugar se debe saber, que
la ridiculeèz, es una cosa de que todos hablan, y que pocos entienden: La ridiculèz es indefinible:
Decir à uno, que es ridiculo, es como quererse desquitar de alguna injuria recibida, ò de algun
desayre dictado por colera, ò descuido. Llamar à uno ridiculo, es querer obscurecer, ò tiznar el
merito, la capacidad, ò la fortuna de aquellos, que nos ofendieron, ò eclypsaron con alguna de estas
calidades. Los hombres mas ridiculos, son à mi parecer, aquellos, que presumen mas de entendidos:
pues en mi sentir, no tenemos razon, para ridiculizar à quien Dios no favoreciò con entendimiento
alguno. Aquellos à quienes nosotros tratamos de ridiculos, nos tratan de la misma
manera; y assi son iguales las armas de la venganza, con las de la ofensa. Todos hacen su papel en el Theatro del mundo: cada uno hace
alarde, y ostentacion de sus imperfecciones, y defectos, creyendolas prendas virtuosas; y todos nos
burlamos unos de otros en público, y en secreto. Este paga con usura la critica, que le hizo aquel;
y cerrando cada qual con su dictamen la campaña, nadie reforma, ni quiere reconocer, ni confessar
sus deslices. El campo mas fertil para la pluma en este Paìs de la moral Philosophia, es la ironia;
pues solo ella puede con precision, y verdad, texer el lienzo, para representar à lo natural, las
costumbres, y, abusos, que hacen los hombres de sus talentos. Muchos siglos hace, que domìnan en el
mundo los vicios, y ridiculeces, que adoptaron, y siguen los hombres. Los Escritos serios para
hacerlos la guerra, no han podido desarraygarlos; y los Autores, que los han producido, han sudado
sin essencial provecho. Si muchos Lectores aplauden, y alaban estos escritos por el estilo, y manera
de tratar los assuntos, la sequedad, la aridèz de la materia, y la aspereza con que muchos escriben,
son causa de que la verdad suene mal à quienes comprehenden las reprehensiones. Los
retratos que se leen en semejantes Libros, son agrestes, y toscos, en lugar que debiessen
representar los vicios, è imperfecciones de los hombres, con ligereza, y distraccion afectada. Todos
queremos desconocernos quando nos pinta mal el Artifice, y que la pintura nos pueda causar sonrojo,
y verguenza; en lugar, que qualquiera se embelesa, y deleyta en las representaciones chistosas de
los vicios, que se tratan con gracia, blanda mano, y tintas lisongeras, disimulando lo possible en
la copia, lo parecido del original, y haciendo creer, que si esta saliò con alguna semejanza, fue
por acaso, y no con proposito determinado. Para que la reprehension de las ridiculeces, tratada con
estilo ironico, haga sus efectos en los hombres, se ha de procurar, que estè propuesta con tal arte,
que todos admiren, sus retratos sin agriarse, y tengan, como por especial favor, el que el Autor se
acuerde de ellos. Es necessario, que qualquiera confiesse, que el Pintor acertò con su retrato, y
que no pueda dudar, que vè su propia figura. Es menester, que todos con una risilla enojosa de
aprobacion conocida, se quexen dulcemente, que les lisongeò el Artifice, con colores algo vivos, y
un tanto quanto demasiada afectacion en beneficio suyo. Este debe hallar el peynado con extremo
alhagueño; aquel cariñosamente rebolverse contra la forma, que tiene su corbatin,
contra la mucha garbosidad, y soltura de su talle, contra el ayre de su contenido, contra la gracia,
que le dà el sombrero, y el boton de moda. Las Señoras deben oponerse altamente, á un lunar puesto
con mucho estudio, deben al parecer disgustarse de la vivacidad, de las rosas, que tiñen sus labios,
de la blancura de su tez, y de lo negro de sus cejas; deben reprobar, riendose, la marcialidad, que
el pincèl, con un descuido cuidadoso atribuye à sus facciones, y aptitud soldadesca: y para lograr
el fin de una reforma indubitable, sin exceder en los medios, debe cada uno reconocer su retrato, y
quexarse agradecido de la destreza del Artifice. Mas fruto sacarian por ventura los Reclamadores de
sus Sermones, si expusiessen clara, y energicamente los defectos, è imperfecciones, que preparan, y
conducen al pecado con colores indulgentes, que no con las pinturas espantosas, y horrendas, que
delinean por el pecado mismo. Queriendo demonstrar con solidèz, y juicio mi pensamiento, he juzgado,
que serìa bastante, considerar en los hombres la sensibilidad, en lo que sea capàz de perjudicar à
sus interesses, y al honor que gozan entre sus iguales. A muchos no atemorizan las armas
espirituales de la Iglesia, y dexan sin embargo de contravenir à la Ley, por no pagar una multa de
cien reales, ò vèr pregonadas sus personas en públicos parages. No es menester: explicar tanto la essencia, y circunstancias de un primer descuido, que lisongea con excesso à
nuestro apetito, y complacencia obsequiosa; mas conveniente me parece ponderar los infinitos bienes,
que sacamos de evitar aquellos escollos, en que los hombres, tropezando, y dexandose arrastrar del
engaño, se hacen ridiculos. Nadie se ha lastimado de que hayan hecho burla de èl, que no corrigiesse
de contado en su conducta, el motivo, que havia dado para exponerse à la risa, y censura: y solo se
han mantenido ridiculos, y porfiadamente censurables, aquellos, que ocupados en divertirse à costa
de sus amigos, y conocidos, no quisieron reconocer, que ellos mismos eran originales de las copias,
que ayudaban à celebrar en sus Tertulios. Algunos Escritores se hicieron ridiculos, è insoportables,
porque querian reformar las costumbres con una bilis, que indiscretamente manchaba sus acciones, y
representaciones mal digeridas, y peor enunciadas; y sus obras han ido à parar à los coheteros.
Aquel, que para desarraygar abusos, y moderar demasìas, se dexa llevar del empellòn de sus propias
inclinaciones, sin atender, ni escuchar à la naturaleza, ò consultar la capacidad, genio, humor, y
temperamento de aquellos à quienes predica; perderà su tiempo, y se zambullirà en un empeño, no
menos ridiculo, que impracticable. Jamàs resultarà bien alguno, de que se diga con
gravedad, y facha à facha à un hombre, quien se cree, y pretende ser honrado, que es un ladron. Mas
vale componerse el rostro, y con una risilla expressiva, ò en estilo de zumba, ò juguete, vituperar
sus deslices, atribuyendole mañas de Sastre, pluma de Escribano, ciencia de Procurador, ò Agente,
&c. La usura, que es pecado, al parecer, peculiar de hombres adinerados, puede traer por
contraste la devocion, y una religiosidad exterior, y fingida, que la emboza; y no siendo
practicable zaherir à este vicio con desembarazo, en presencia de un Pueblo entero, serà preciso
hacerlo baxo la metaphora de que no hay virtud, en vestir à unos despues de haver desnudado à
muchos. Una dolencia, que resulta de una licenciosa vida, avergonzarà à quien la padece, si la
califican con su propio nombre: pero tratada al abrigo de otras denominaciones, y con la expression
politica de Rheumatismo, humor frio, dolor arterico, &c. el doliente se dexe curar sin sonrojo;
y sin darselo à conocer con libertad, que molesta, se le advierte su mala vida.
Con justissima causa podemos decir, que obra como necia, y mal aconsejada la persona, que no
teniendo pleyto con el público, ni dissension con particulares, pretenda formar systèma de reforma
sobre la cantinela vulgar, odiosa, y de todos modos reprobada, de que nuestros ascendientes fueron
Santos, y nosotros malos, ruines, y absolutamente hijos de Belial. Se persuadirà alguno, que sacarà
mucho fruto, con valerse de un medio tan absurdo, y tan contrario à la razon, la que nos dicta, que
para corregir defectos humanos, debemos practicar las diligencias, que ofrecen la propia conducta, y
vida de aquellos, que estàn embriagados en los vicios. El Systematico reformador, que no tuviesse
presente una verdad tan clara, verà burladas sus esperanzas, y se arrepentirà de haver desperdiciado
tan mal su tiempo.
Nivel 4
Lo ridiculo, dice graciosamente un Autor Francès, conviene, y parece connaturalizado con
todos los caractères del hombre.
Nivel 4
Relato general
Aquel Frayle Francisco, à quien los ladrones hicieron predicar en el
monte, huviera tenido mala gracia si los huviesse tratado conforme el merito de sus ocupaciones,
exagerando con colores tetricos, è irritantes la disformidad de sus delitos. Hizolo mejor: formò un
parangòn entre la vida de Jesu-Christo, y la de estos ladrones, combinando amibas
vidas, con una desconcertada concordia de acasos.
Nivel 3
Relato general
Algunos querràn, sin duda, mal al Duende, por la desgracia, de que
sus rasgos estaràn demasiado parecidos à originales, de que èl no tendria la menor noticia, ò por el
miedo, que no se les descubra una hypocresia, embozada con una finissima politica. Pero à nadie se
le deba comprimir el corazon por esto. Los hombres se semejan todos en alguna cosa, y el acierto del
Duende, es casualidad, y no efecto de idea formada, ò de premeditacion absoluta.
Los Retratos que se producen en estos Discursos los concibe la imaginacion, y no son otra
cosa, que una mera imitacion de lo que acaece todos los dias à nuestra vista; expressado con voces,
y phrases, que se comparan conforme, lo necessita la materia, que se controvierte. Es verdad, que
algunos Retratos pueden lograr la fortuna de ser parecidos à ciertos originales. La casualidad puede
con la brocha, que el Duende maneja, producir algunos rasgos, y borrones, que salpicando el lienzo
de una infinidad de modos, formen con sus colores algunos rostros conocidos. Hay Retratos en la
Naturaleza humana, que parecen mucho, à lo que los Italianos llaman Caricaturas, y de esta casta son
las pinturas del Duende. En medio de proporciones dislocadas, y de pinceladas embrolladas, y
confusas, se puede, sin milagro alguno, distinguir una cosa que parezca à otra; pero serà
obscuramente; porque en aquella ocasion la mas perfecta hermosura, serà siempre un monstruo
horrendo.
Nivel 4
Relato general
Al Duende le sucederà, lo que sucediò à cierto Pintor
célebre, que cansado de ensayar, por varios modos, la formacion de un espumarajo en la boca de un
Caballo, arrojò colerico la brocha empapada, con diversos colores sobre el lienzo, y formò sin
querer una espuma tan elegante, y que cayò en parte tan señalada, que es el assombro de los
inteligentes.
Nivel 3
Relato general
Querèis, por acaso, mal al Duende, Lectores, porque algunos os hacen
creer, que peca en Critico? Pues sabed, que los verdaderos Criticos no causaron jamàs
mal, ni daño en la sociedad. Oprimir, y aborrecer à los verdaderos, es accion de necios, y
presumidos de Sábios, y de Escritores. Los Criticos son como los afinadores, cuyo oficio, es
segregar el buen metal de sus escorias. Los que hacen un mal infinito, no menos en la Republica de
las Letras, que en la sociedad, son ciertos Mæcenas de suficiencia; son los Protectores sin Titulo,
que, como los Valentones dàn Cedula de vida, dàn con su nombre, ò aprobacion Passaporte à una Obra,
solo porque canoniza sus passiones. Dañan aquellos, que siendo verdaderos Pigmeos, en Letras, se
ostentan Gigantes orgullosos, y que por un Soneto, una rimera de Seguidillas, ò por un Pronostico,
que los dedican, bostezan de Sábios. En una palabra: mas que los Criticos, perjudican aquellos
sugetos, mitad ingenios, y mitad hombres de tenàz memoria, que en todas las conversaciones, y
Tertulias, repiten, como lo dice graciosamente un Autor Francès, que Psapho es Dios, atreviendose,
no pocas veces, à avergonzar cruelissimamente à los Doctos, y Literatos. El Autor que dixo, que las
Criticas hacen en una Librerìa el oficio, que las ventanas hacen en un edificio, hablò con
precision. Las Criticas dàn luz, y hermosura. No hay Libro, ni havrà en que no hay que reprehender;
de modo, que jamàs havrà Escrito, que no estè susceptible de la Critica, mayormente los
Escritos de mucho volumen.
Los defectos de un Escrito, por bueno que sea, nacen de una infinidad de cosas; y sin
Critica, no es facil enderezar lo que un Autor hizo mal por negligencia. Bien sabìdo es, que un
Lector de limitados alcances, no se detiene en lo que hay defectuoso en un Libro: si halla una
prodigiosa coleccion de materiales sobre un mismo punto: si en cada pagina encuencta algo, que le
parezca nuevo, la confianza que dà el Autor, que le conduce como por la mano por Paìses
desconocidos, le sirven para esto de aprobacion; y como semejantes Lectores rara vez
rezelan de la veracidad, y prejuicio de los Escritores, se admiran como tantos años hace se
entapicen las esquinas, con el anuncio de la primera edicion de una Obra, que à ellos pareciò tan
excelente, y el Autor el primer hombre de la Monarquìa. La lectura de los Sábios, è Inteligentes en
las materias, es diversa. Estos, contentos con aprobar lo que concuerda, con las luces que
adquirieron en el examen de los originales, juzgan el merito de los hechos; pero por poco que el
Autor se aparte del comun sentir de todos, sin estàr fundada la singularidad de su pensamiento, le
condenan con piedad, si son discreto; con odio, si son enemigos del Autor, ò mordaces por
naturaleza. No me parece util, ni aun decente, que la Critica exerza su empleo sobre Papeluchos como
este, y sus iguales, por mas que la embidia exalte la bila contra ellos, y sus Autores. Pues què hay
en ellos para merecer tanto lauro? Con semejantes Criticas se ensobervecen sus Autores, dandose por
hombres de utilidad, è imaginandose, que yà pueden ladear con los Feyjoòs, y ademàs Autores
clasicos, que tuvieron que hacer con los Zoylos, y perros rabiosos del merito de los Escritores
originales, à lo menos en la casta de la Literatura, que tomaron por norte de sus desvelos. No os
parece bien, por vida vuestra, que un Autor, para que se anìmen los compradores de su Obra, y
favorezcan su Escrito, deba ir con el Papel en la faldriquera, para leer sus
impugnaciones, y sandeces à un corrillo de personas, que estàn riendo de la innocencia, y presunicon
del Escritor, quien para hacer recomendable su trabajo, se vale de medios tan vilipendiosos, para
obscurecer una luz, que comenzando à centellear en su natural esfera, serìa quizà capàz de
ostentarse Cometa, ò Astro nuevo, para atormentar con el tiempo la Ciencia de los Astronomos? Ea,
dexen los Criticos correr el agua: tengan por bien que se sepa, que estàn en el mundo, y que, quien
no puede mostrarse con un vestido nuevo, haga figura con uno hecho de retales, de cortaduras, ò de
sus ñizquetas.
Nivel 4
Relato general
Supuesto, que un Abogado se propone escribir sobre la Historia, para
lo que necessita consultar una infinidad de instrumentos, acercar fechas, comprobar firmas,
discurrir hechos, separar la verdad de la mentira, y despues tratarlo todo en Historiador, y no en
Jurisconsulto: supongo, que tenga todos los talentos necessarios para ello, no por esto serà su
aplicacion igual para todas las partes de su Obra; porque serìa hacer una cosa, que en cierta manera
no cabe en la naturaleza. Sus ojos fatigados, le presentan una voz, que no està en el original; ò
fiandose en su memoria, èsta le juega la pieza de alucinarle: de modo, que hablára obscuramente de
la materia; ò porque no tomò la pena de examinar bastantemente su Obra; ò porque no dice las cosas
de un modo, que los Lectores y que no saben el assunto, le entiendan.
Nivel 3
Relato general
Querèis mal al Duende, porque se lastìma de que las Prensas se
ocupan, por lo regular, con poca utilidad de las Letras, y menos honor de la Nacion? Porque se quexa
de la poca aficion, que hay en España à los Libros; de la poca inteligencia, y de la mucha codicia
de los que abrazan su comercio? Porque se enoja de vèr, que los Privilegios de las mejores Obras,
estàn empeñados en sugetos, que no hacen uso de ellos, y que sin embargo impiden, que otros
emprehendan Obras de la propia casta? Pues digan los racionales: No es una compassion vèr, que solo
quatro sugetos, y no de la primera, ni de la segunda magnitud, se apliquen?
Muchos huyen de conversar sobre lo que aprendieron desde su juventud, y de exercer la
profession, en que fueron aprendices. Todos mendìgan aplausos, y premios, por lo que pretenden
saber, y censurar en trabajos agenos. No se sabe positivamente, si se debe atribuìr este desbarro á
impericia; si se debe considerar sequela de una presuncion inadvertida; ò si acaso es defecto de una
esperanza vaga, de hacer mejor su camino por semejantes veredas. No sè si se debe aplaudir la
complacencia de contravando, con que se adopta qualquiera friolera, con pretexto, que es para
alentar al Autor: à lo menos yo lo tengo por perjudicial al progresso de las Letras. Un Comercio de
alabanzas recìprocas, entre los que escriben para el público, es, si hemos de estàr al dictamen de
un Academico, una especie de gabela, que impone la Moda sobre las Letras; un consentimiento de obrar
contradictoriamente à la razòn; y un fardo, que oprime la libertad, y juicio, en el hombre. Tengamos
por cierto, que se muriò la Critica, y que la verdad Literaria està sepultada, la
libertad honesta de la pluma con prisiones, y la sabidurìa, y alcances del encendimiento à pupìlos.
Las quexas, y ayes, que continuamente exhalan quatro Literatos de las Gradas, sobre que falta en la
Nacion gusto, è inteligencia, es otro impedimento, que daña à los progressos Literarios, y una
deduccion conocida de la interesada codicia, con que los Autores procuran el despacho de sus
Obrillas. Quieren por fuerza, que el vulgo, à fin de hacerse digno del decoroso epitecto de
entendido, compre, y lea lo que ellos escriben, instando à que se crea, que assi lo sugiere la Moda.
El espiritu de la Moda, y las infalibilidades, que muchos exageran à favor de lo que escribieron
nuestros antepassados, solo porque ellos los copian, nos borran el camino por donde se và al Templo
de la Fama. Sacar à retazos del olvido lo que animò el tiempo, solo porque algunos los ignoran, es
dàr à entender, que falta paño para escribir algo de nuevo, y que es menester bolver à los estudios
viejos, y usados, si lo queremos lucir en la Feria comun del Parnáso con las demàs Naciones. Soy de
parecer, que los Estrangeros no nos tendràn por grandes, por mas que desapollilèmos los huessos de
nuestros mayores, cuya erudicion, y saber merecian el aplauso de ellos en el tiempo en que
florecieron. Nadie debe presumir, que fuera de la Peninsula estìmen nuestra Literatura,
à la sombra de los Escritos antiguos: ni que juzgan, que las Ciencias permanezcan en esta Peninsula,
con el explendòr, y grandeza, que las celebraron los siglos passados. Ostentar la sabidurìa de
nuestros antepassados, es confessar, que se nos acabò la sementera del saber; que degenerò la
semilla Literaria; y que en lugar de cuidar de procrear cosas nuevas, los ingenios Españoles de este
tiempo, son de distinta naturaleza, que lo eran los de los passados. Desenterrar la Literatura de
los siglos passados, es honrar la Monarquìa, renovando la memoria de los sugetos que la ilustraron;
pero con esto no nos hacemos mayores, pues muy lexos de adornar el Palacio de las Ciencias
Españolas, con nuevas, y preciosas alhajas de erudicion, y gusto, solo enxarramos, ò estropajeamos
sus paredes, para hacer resaltar las pinturas que borrò el tiempo. Los que se hallan encargados del
honor Literario de la Nacion Española, debieran convencer el mundo, que no se agotaron las Minas de
esta Peninsula: que España tiene Literatos consumados en todo genero de estudios: que hay materiales
abundantes para lucirlo: y que si algo tardan en explicarle los ingenios, es porque esperan, que un
Zephyro benigno favorezca su empressa. Pero se ha de quedar en inaccion mientras esto suceda? No por
cierto. Hagamos entretanto algo, como lo dice Terencio.
Nivel 4
Relato general
Las Mathematicas, sostenidas de la liberalidad del
Principe, havian tomado yà tanto buelo, que sus Professores lo querian apostar à la Europa entera, y
estabamos esperando yà excelentes producciones de su estudio; pero se nos escapò la esperanza, el
ardor se apagò, desmayòse el zelo, y pareciò vergonzoso, que el público huviesse juzgado los
talentos de los que deben su fortuna à ellas.
Nivel 4
Autorretrato
No es possible, pues, que en vista de este modo de explicarse,
descubran al Duende aquellos, que como Raposas quisieran estudiarle. La modestia, el embozo, y la
escrupulosa curiosidad, con que hace sus observaciones, le han casi vendido en diversas ocasiones.
Tiene el Duende el consuelo, que los mismos que pudieran resentirse, y quexarse de sus zelos,
convencidos del modo con que obra, alabaràn su ardiente deseo de descubrir las ridiculèces de los
hombres. Y si algunos, embidiosos de la fortuna del Duende, ò de sus prendas, juzgaràn aproposito
satyrizarle personalmente, yà que no pueden morder en lo que escribe, allà se las haya. Tiene humor
para aguantarlo, y siempre serà el primero en divulgar la Critica, que le hiciessen. Tiene bastante
satisfaccion con saber, que no tuvo otra mira, para principiar este Escrito, que su propia
diversion, y gusto; y que con tal, que sepa acallar su amor propio, havrà sossegado las commociones
de la ignorancia de los Zoylos. El deseo de complacer à las gentes, no es el aguijòn que le
estimúla. No busca aumentar su fortuna, por la del Impressor, y Librero. Si no le asusta, altera, ni
inquieta la Critica, ni las murmuraciones; tampoco le hinchan, engrien, ni ensobervecen las
alabanzas, y gloria del acierto. El Duende no quiere ser responsable del mal juicio, que pueda hacer
el público de lo que escribe: ni tampoco quiere, que los palmotèos que le diesse, le
obliguen à preguntar, como el Orador Griego, en què se havia descaminado, pues tanto le aplauden.
Sabe el Duende quanto aprovecha el poder vivir oculto, y báxo la capa de un Tercero, y que son
muchos los bienes que algunos han logrado, patrocinados de las tinieblas, que favorecian à su
entendimiento. Jamàs brilla mejor la verdad, que quando sepultada, y oprimida, procura ella misma
despedir luces por grietas, y hendiduras, que nadie averigua. Quàntas veces, y à quántos descubrió
desde su sepulcro el rostro, manifestandoles en público, lo que ellos con tanta solicitud, y maña
procuraban ocultar à vista de las gentes? Dexen, pues, los Criticos al Duende el derecho de poder
escalar, como ellos, el Monte, que conduce al Templo de la Fama. El camino admite à todos. A nadie
se le pide la Fè de Bautismo en la entrada. No embidien, que ofrezca à la Deydad unos Gazapillos, yà
que èl no embidia, que los demàs tengan caudal para hacerla sacrificio de Gazapatones.