El Duende especulativo sobre la vida civil: Número I
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Niveau 1
Num. I.
Martes 9. de Junio de 1761.
Citation/Devise
En [sic] iterum,
Crispinus, & est mihi sæpe
vocandus: ad partes
Ille quem requiris.
vocandus: ad partes
Ille quem requiris.
Mart. lib. I. Epig. 2. vers. 2.
Niveau 2
Metatextualité
Entre todas las passiones, que
combaten al hombre en esta vida, ninguna admite excepcion
mas favorable, ni comento mas honorifico, que la Vanidad. El
ansia con que los hombres procuran distinguirse en servir à
la Patria, y à la sociedad, sin otra esperanza de premio,
que el honor, que merecen; es una virtud, que valuada por su
calidad, y essencia, y por las consequencias, que pueden
resultar de ella, es heroyca, y digna de los mayores
encomios. Aquel que por medio de las Armas sabe forzar las
puertas del templo de la fama, y adquiere por sus proëzas, y
hazañas una inmortalidad gloriosa, califica su Vanidad de
una manera digna de su grandeza; y el que con la pluma ayuda
à vencer à los enemigos de la humanidad, que son los vicios,
y malas costumbres, que la deshonran, es tambien
Heroe, que perpetùa su nombre en las generaciones venideras.
No es facil resolver quien tenga mas merito para la fama
posthuma, si el Militar ilustre, ò el Escritor célebre. La
Nacion Española levantò en el Campo de Almansa aquel
orgulloso monumento de la Victoria conseguida por las Armas
del Glorioso Catholico Monarca Phelipe V.: pero la tradicion
huviera apenas conservado los nombres de los Generales que
ganaron la Batalla, si los Historiadores no los huviessen
insertado en los Fastos del siglo. No hay cosa, que mas se
atesta por los escritos, que el olvido. El Militar
desaparece, si no le favorece el Autor; en lugar que este,
siendo benemerito, se inmortaliza à sì mismo, y renace
continuamente de sus cenizas, por la codicia de muchos, que
procuran enriquecerse à costa de lo que èl sudò, y dexò
escrito. Este deseo de inmortalidad, y fama alborotò la otra
noche mis potencias, que batallaban dentro de mì, para
disputar este lauro à muchos, que tambien lo pretenden.
Conociendo yo, que para mi no hay otra senda para conseguir
esta fortuna que la de las Letras, no desdeñè alentar los
espiritus con el pensamiento de aplicarme al estudio: yà
para vencer una molesta, y profunda melancolìa, que dias ha
me posee fatalissimamente, yà para dàr buena quenta del
empleo de mi tiempo. Pero despues de haver rebuelto el
archivo de mi memoria, examinando uno à uno los
proyectos, y tramoyas literarias, que en otros tiempos me
habian parecido oportunos para este lance, no encontrè
material alguna que me lisongeaba con desempeño de aquel
precepto grave, que prescribe Horacio à los que trabajan
para el Pùblico; de suerte, que casi me vì obligado à
abandonar à otros el merito de la inmortalidad, à que
aspiraba. Mas no me fue possible resistir al torrente de las
idèas, que confusamente se atropellaban unas à otras, y que
todas parecian dignas de la pluma. Entre todas me detuvo la
consideracion en elegir una, que me pusiesse à cubierto de
la critica, y de tantos enemigos como tienen las Letras: que
me congraciasse el afecto de los verdaderos Sabios; y que al
mismo tiempo tuviesse la fuerza de alhagar el buen gusto de
muchos, que con juicio exquisito, y con penetracion
peregrina, se emplean en leer farragos, y obras sin
substancia; pero me pareciò dificil de encontrar obra que
tuviesse tantos requisitos. Indeciso, y vacilante entre
estos pensamientos, me propuse escribir un tratado de
Theologìa Moral en Castellano, con opiniones nuevas; pero se
me desvaneciò esta idèa por otra de emplear mejor à los
Esportilleros, y Mozos de Esquina. Un momento despues
balanceè entre componer unos Exercicios Espirituales por
extractos de Sermones, ò un Ensayo demonstrativo para baylar
à la Francesa: y no me faltò el ofrecimiento de
intentar una nueva Traduccion del Moreri, ò de publicar un
tratado de Geometria, aplicable à la navegacion del Rio
Manzanares. Consideren ahora mis Lectores, quánta
inteligencia, quánta extension de luces, y conocimientos nos
debe posseer un hombre, que se atreva à arriesgarse en un
pielago tan hondo de erudicion, y correr por Paìses tan
dilatados de Líteratura? Mi irresolucion nació solo de no
saber en que materia podria sobresalir mas, y tener menos
contrarios. Mas al cabo de haver sudado, y atormentado mis
espiritus en el examen de todos estos planes, ninguno saliò
admitido. Passè luego revista à las Facultades, y à quantos
Ramos, y Classes de Estudios ocupan à los hombres desde Adàn
hasta ahora: pero en todos ellos hallè las mismas
dificultades. Reconocì, que se havia yà andado tanto camino
en las Escuelas, que no quedaba senda, por donde echar para
producir algo de util, y exquisito, sin pecar en extremo
censurable; porque, en dando algo de nuevo, no faltarìa
alguno de aquellos, que sin distinguir de colores, solo
aprecian lo que supieron sus Tatarabuelos, y que desdeñando
como sospechosa qualquiera novedad, ò descubrimiento, me
redarguiría con Salomòn, Terencio, &c. Y repitiendo solo
cosas vulgares, y sabidas por buenas que fuessen,
disgustarìa à los inteligentes. Tambien repassè el Mapa de
los Reynos, y Provincias, con su Politica, y
Gobierno: pero la multitud de los Tacitos, y Machiavelos,
que han segado este campo, me convenciò de que no podrìa
hacer cosa buena en esta materia. La Vida Humana, campo
bastissimo para el discurso, me parecíò igualmente assunto
precioso, para dàr soltura al ingenio: pero es materia, que,
si se ha de tratar segun la Moda, pide un consumado
Metaphysico, y un ingenio capàz de profundas meditaciones
geometricas: requiere un hombre, que sepa seguir al hombre
en todas sus acciones, como Reaumur à los infectos;
tratandole como à un ente de razon, que solo existe en la
imaginacion de quien le describe. Para tratar de la Vida
Humana con acierto, debe el Autor ser un Quevedo, un Santos,
un Svvift, un Le Sage, un Le Noble, y pintarle tan original,
que los menos inteligentes conozcan, que ellos son copias
perfectas. Por mas pues, que dì el torcedor à mi espiritu
para buscar una obra, que gustandome à mì, gustasse
igualmente à todos, me quedè como me estaba, esto es,
indeterminado, y sin saber, cómo concluìr la empressa:
mayormente considerando, que hay Paìses donde huye la gente
de leer Obras, à las quales la utilidad sola sirve de
adorno, y donde hasta los apassionados à Libros hallan cara
una lectura, que pagan ocho, ò diez quartos; y barato el
gusto de media hora de musica, que les cuesta veinte, ò
treinta doblones; ò unas coplas escritas en desprecio del buen gusto, y que se pagan à peso de dinero.
Niveau 3
Récit général
Determinème dexar suspensa
mi resolucion, y consultarla con mis Amigos,
exponiendo à la Tertulia de noche mis inquietudes, à
fin que los concurrentes, como mas felices que yo en
proyectos, mas fértiles en invenciones, y de
imaginacion mas vivos, y perspicaces, me abriessen
camino por donde pudiesse salír al pùblico con algun
escrito util, deleytoso, y acomodado al tiempo en
que vivimos. Hice la misma noche relacion de mis
cuitas al concurso; pero quando esperaba algun
consuelo, ò arbitrio de parte de los que me oìan, me
sorprehendieron sus carcajadas de risa, y la burla
que hacian de la perplexidad en que me hallaba.
Agotado el humor, que les excitaba à reir tanto, me
decian, que estrañaban mucho, que yo ignorasse los
tesoros literarios, que yacen ocultos, y olvidados
en el seno de los tiempos, de donde nadie pensaba en
sacarlos; y mas siendo tantos los materiales, que
hay informes, y sin pulir, que se podrian
perfeccionar; y que no era honorifico para mi el
presumir ellos, que yo vacilasse en la eleccion de
una obra, que fuesse conforme à mi genio, y al de la
Nacion, para exercer mi pluma.
Todo el congresso convino de la bondad del
pensamiento, el que quedò admitido nemine
contradicente. Al punto mismo se acordò forjar un
Papel, en que tuviessen parte todos los Tertulios,
de repartir entre ellos el trabajo por partes, y de
encargar à uno solo la execucion, y economìa del
todo. El concurso Tertuliano (sin ser el discreto)
tiene derecho à este Escrito, como que todos sus
individuos contribuyen directa, ò indirectamente à
su formacion, y hechura: unos con observaciones
propias; otros con discurrir sobre
aquello que llegue à su noticia; y todos con
assistir al examen, y al analysis, que se debe hacer
de los assuntos antes de publicarlos: haviendose
resuelto por todos los Votos de los concurrentes à
la Obra, el no permitir personalidades, casos
particulares, ni cosas, que sean capaces de aludir à
determinados sugetos. Deduceo ha querido encargarse
de lo perteneciente al Theatro. El tendrà la
inspeccion sobre las Comedias, y sus
Representaciones, con jurisdiccion critica sobre la
Musica, Bayles, y Festejos pùblicos, y privados.
Listelo cuidarà de lo que ocurriere en los Passeos,
y Visitas: y como es hombre que entiende la
Politica, y los interesses de los Principes,
sabiendo adivinar muy de antemano los sucessos de la
guerra, y los motivos de la paz, sin jamàs errar en
sus Pronosticos, se le ha agregado la Puerta del
Sol, y Calles vecinas, donde hay corrillos de
Novelistas. Philoteo se dedicarà à la pesquisa de
secretos, y negocios domesticos, ò de familia; esto
es, averiguarà las passiones personales, para poder
alabar la paciencia del marido, la mansedumbre de la
muger, la docilidad de los hijos, la bondad, y
juicioso proceder de los amos, la lealtad, y
exactitud de los criados, ò para poder reprehender
los vicios, y extravios, que descubriere en su
conducta. Don Isidoro Nadàl, que se congenia
admirablemente con la Historia, ha tomado por tarea
el reconocimiento de los Fastos
Politicos, y Civiles, para bolvernos à la vista
algunos sucessos, en que excedieren los vicios, ò
las virtudes. Tratarà esta materia con verdad, con
discrecion, y sin passion, ò complacencia, por
Nacion, ò Pueblo que sea. A mì me han dexado el
Capitulo de las Modas, con la inspeccion sobre los
Estrangeros, que viniessen à esta Corte para
establecerlas. Tengo tambien comission para explorar
los menéos de aquellos Charlatanes, Saltinbancos, y
hombres con secretos, que se anuncian por las
esquinas, y que nos prometen sacar el oro, y la
plata, en paga de curar sabañones, ò de suavizarnos
el cutis. Tambien ha venido la Tertulia en solicitar
la amistad de diversos sugetos de esta Corte, y
Reynos, para tener noticia de lo que passa en las
familias; y sobre todo, la actividad de un cierto
Don Agapìto, hombre que tiene lista, è instruccion
individual de las fortunas à que puedan aspirar los
que sin patrocinio viven olvidados, y desvalìdos. La
Tertulia se empeñarà del mismo modo con un Maestro
de Bayle, y con otro de Lenguas, porque son por lo
regular confidentes de sus discipulos, y discipulas,
y no pocas veces agentes de sus dependencias. La
necesidad de tener igualmente propicio à alguno de
aquellos convidados perpetuos, que assisten à todas
mesas sin ser llamados, y de quienes se pueden sacar
muchas noticias, y avisos curiosos de vidas agenas,
y de las novedades, que se introducen en
los convites, diò al principio inquietud; pero al
fin se ha grangeado la voluntad de uno de los mas
famosos, que se conocen en las dos Castillas. Esta
es la reparticion, que la Tertulia hizo del trabajo,
y los assuntos que deben servir para este Papelito.
La Obra serà una especie de galerìa de Pinturas, en
que se veràn colegidas las riquezas mas preciosas
del pincèl de los mejores Artifices. Las piezas que
la deben adornar, seràn originales, ò copias fieles,
y à lo natural; esto es, simples, pero verdaderas.
Los hechos, que recordarèmos, estaràn acomodados al
tiempo, y à la situacion de las cosas. Los colores
de los Retratos seràn vivos, de buena tinta, y nada
equìvocos. Con un Raphaèl, un Vandyck, un Murillo,
&c. alternarà un Teniers, un Calot, un
Vvouvvermans, un Boschi, para que el contraste, y
variedad de assuntos hagan menos desapacible la
lectura. No es el ánimo de la Tertulia predicar, ni
corregir los vicios, ò defectos humanos con azotes,
ni à zurriagazos: este empleo se dexa à quienes toca
de oficio. El fin principal de este divertimiento es
retratar la virtud hermosa, y ridiculo el vicio;
sirviendo el gusto, la amenidad, y el comercio de
las gentes, como de medios conducentes, y propios,
para acertar, y merecer el aplauso de aquellos, que
se interessan en el bien de la sociedad. Como las
diversiones, passatiempos, &c. son por la mayor
parte indiferentes para el bien, y para
el mal; la fortuna de poder en algun modo detener el
enturbion, y fluxo de tantos, como sin reflexion, ni
reparo se precipitan en el error, dà esperanza que
no serà dificil reformar con el tiempo los
desordenes, que nacen simplemente del mal uso, que
se hace de qualquiera recreacion, ò gusto licito, y
permitido. No es el designio de la Tertulia formar
nuevo systèma particular. Los systèmas son
regularmente meras pantallas, que encubren la
ignorancia; pero esta jamàs se disfraza tan
cabalmente, que no dexe de traslucirse en los
Systematicos. La Tertulia tiene por conducente para
el fin que se propone en esta Obra, valerse de
diferentes rasgos historicos, tratados obscuramente,
y con negligencia por los Historiadores. En la
Historia hay bellissimas digresiones, que hacen
amena, y gustosa la Literatura, y para separarlas
del cuerpo, no hay inconveniente alguno. Para tratar
con felicidad hechos historicos, y darlos nuevo sèr,
y aumento de interès, no se pide sujecion à reglas,
ni preceptos. Tampoco son menester modelos grandes,
quando se tocan las materias solo por via de
incidente: basta, que en quien los maneja, hay
verdad, equidad, y discernimiento, pues con estas
prendas puede qualquier Autor lucir, y acertar. Si
los sucessos no fuessen nuevos para los que
estudiaron la Historia, à lo menos lo seràn en el
modo de exponerlos, despues de una rigurosa critica
de las Anecdotas, que huviera sobre
ellos: no de aquella casta de que se valieron
Petronio, Varillas, el Aretino, y otros, que sin
piedad saeteaban à quienes miraban con aversion, ò
desprecio; sino de las simplemente relativas al
objeto de la Historia en general; pues estas nos
proveen de bastante caudal para estudiar el espritu
del hombre, y las enfermedades de ambicion,
avaricia, sensualidad, &c. que tan
lastimosamente estàn propagadas en la especie
humana. Si la formacion, y el acuerdo de este Plàn
Literario no se hizo sin algunas contestaciones, y
molestias, mayores las huvo quando se tratò de poner
nombre, ò titulo à la Obra. Pero la consideracion
del Plàn, y de sus circunstancias: el deseo de los
Tertulios de distinguirse con ánimo puro, y libre, y
de poder introducir entre nosotros una reforma
domestica, de cuyo logro se prometen essenciales
bienes à favor de la Monarquìa, y sus Individuos: el
motivo que alegan por no querer ser conocidos: el
tiempo en que se publìca este Escrito, y el fin à
que se dirige, vencieron todas las dificultades, y
tropiezos, y reunieron todos los Votos, para llamar
à este Folleto: El Duende Especulativo, sobre la
Vida Civil. La razon porque todos se declararon à
favor de este titulo, es: 1. Porque no hay cosa en
sentir del vulgo mas familiar, que un Duende. 2.
Porque todos le tienen miedo, y èl à nadie hace mal
si no le provocan. 3. Porque para saber
la verdad de las cosas, y poder vituperar los
vicios, y ridiculeces de los hombres, es menester
examinarlas personalmente, y jamàs fiarse en
relaciones de otros. 4. Porque serà menester
assistir invisible en qualquiera parte, para que
nadie pueda disfrazarse, ni poner la mascarilla, en
lo que dixere, ò executare. 5. y ultimo: Porque los
que tienen que avisar, lo querràn hacer sin miedo, ò
sonrojo: no haviendo hombre alguno, que no estíme
mas descubrir su pecho à quien no le conozca, ni
trate, que à otros, que mañana puedan perjudicar al
denunciador en su honor, y en sus interesses. El
Duende, sin valerse del Anillo de Giges, ni de
pactos ilicitos, procurarà hallarse presente à todo,
exerciendo jurisdiccion, y dominio, sin parcialidad,
ni complacencia, sobre las costumbres, y estìlos
generales, y particulares. Se hallarà en las
Iglesias, para zelar el decoro, y la respetuosa
veneracion con que debemos tratar al objeto de
nuestras adoraciones, que en ellas visitamos. Estarà
en los Passeos, para averiguar si las Señoras salen
de sus casas, para recrearse el ánimo, hacer
exercicio, y procurarse, por medio de esta
dissipacion honesta, nuevas fuerzas para cuidar de
sus obligaciones; ò si son otros los motivos, que
las mueven para dexarse vèr en pùblico. Concurrirà
en Visitas, y Saráos, à fin de observar el
contravando de las Modas; los nuevos formularios de
murmurar las Señoras unas de otras; la
variedad, que huviere en el modo de saludarse,
darse, y tomarse la mano, presentarse el rostro, y
sentarse; los adelantamientos de las marchas,
rendimientos, cabriolas, y extravagancias de los
Petrimetres, que se citan de antemano, para que el
concurso de estas visitas estè mas lucído, y mas
sonada la comitiva de los concurrentes. Frequentarà
el Duende el Theatro, sin distincion, ni preferencia
de Coliséo, para notar el agravio que hace à la
Nacion una Comedia mal escrita, y peor representada.
Armado de la razon, y del buen gusto, trabajarà en
desterrar de las Tablas aquellas bufonadas frias, è
indecentes, que solo deleytan à gente baxa, y sin
conocimiento, y vilipendian el Arte Cómico, cuyo
oficio es instruìr riendo; procurando assi
estrechar, en quanto fuere possible, las
Representaciones à limites theatrales, è
indispensables. Finalmente, el Duende se presentarà
en concursos, y corrillos pùblicos, con el fin de
estudiar los diferentes caracteres de los hombres, y
sus passiones; juzgando en uno, por la phisonomìa, y
gestos, su habitud, è inclinaciones; y descubriendo
en otro sus vicios, por su indiscrecion, y modo de
explicarse. El Duende sentado como en una Camara
obscura enmedio del pùblico, sin ser conocido, ni
observado de nadie, dexarà plena libertad, para que
displicentes los unos, desabrochen su vanidad
impertinente, y los otros ofendidos,
manifiesten su ignorancia presumida, en esgrimir sus
armas contra èl, y contra sus discursos. Como toda
la ambicion de los Tertulios de esta Obra, se
compendia en los limites del deseo de poder
conseguir un bien para todos; el Duende, executòr de
sus mandatos, revestido de una insensibilidad
estoica, sabrà dissimular aquellos disgustos
transitorios, que sirven de potro à los que
sobresalen, y brillan entre el comun de los
Literatos. El, ni solicìta adulacion, ni merece
desprecio; y assi escucharà sin commocion, ni
mysterio, quanto de èl se dixere. Nada se le dà, que
le alaben, ò que le censuren, porque se hace cargo,
en calidad de Duende, que nadie le conoce; y
hallandose invisible en qualquiera parte, aquellos
mismos que redarguiràn, ò abonaràn sus escritos, le
pondràn en estado para que sea Juez, y sentencie los
meritos de su propria causa. Allà, Lectores, allà os
và el Plàn, la substancia, el orden, y las partes de
este Escrito Periodico, que se continuarà con tesón,
y prudencia, hasta vèr logrado el fruto, y hasta
conocer, que no en balde sudaron los Tertulios en
las tarèas que se señalaron. La propension natural,
que tiene el Duende de remontar sus pensamientos à
otra esfera, es causa que algunas veces, elevandose
sobre el comun modo de pensar de los hombres,
tropiece en un átomo de Epicuro, ò en un turbillòn
de Cartesio. Como el Duende jamàs se ha
dexado arrastrar de la Opinion, ni que jamàs ha
jurado pleyto omenage à la inconstancia, y fantasìa
del sexo femenìl, nadie le debe creer esclavo de sus
caprichos, ò antojos. Sin desdeñar la compañia de
las Damas, sin murmurar de sus modales, sin
contestar sus pretensiones, ò calumniar los medios
que emplean para fixar la atencion, y cariño de los
hombres, y hacerle dueñas, y arbitras de su
voluntad, y espiritu; el Duende se contenta con el
simple privilegio que le dà el sèr del nombre.
Assistirà con entereza à Bayles, y Funciones de
Estrado, poniendo sin conato en corregir las
inadvertencias, ò descuidos que notasse, antes que
los puedan reparar los hombres, y los ridiculìcen.
Algunas veces se divertirà con el Abanico para
adiestrarse en su manejo, y compondrà una flor, ò
piocha, que no tuviesse toda la gracia, y
delicadeza, que huvieran podido darla. Consagrarà
algunos ratos en examinar los medios mas naturales,
y propios, para realzar mas en las Señoras su
corporal belleza, y asséo. Y sobre todo harà lo
possible, para que sin envilecer su estílo, se
proporcione à las luces del sexo, con el fin de
ennoblecer mas, y mas su espiritu, y de conseguir la
utilidad, que se puede sacar de un escrito, que se
lee por passatiempo, y que sin embargo encierra lo
mas essencial de la obligacion de su estado. Los
Discursos seràn partes de un todo, que sin ser systèma, compondrà una cadena de verdades
sueltas, no amargas, y que examinadas, y combinadas
unas con otras, representaràn à cada cosa con su
verdadero semblante, y sin los adornos que
ordinariamente engañan, mas que instruyen. El Duende
estiende su dominio sobre la Moral en general, y en
particular; y solo se pone entredicho en la entrada
de los Gabinetes; porque no quiere consultar el
Oraculo sobre el bien, ò el mal, que pueda resultar
de esta, ò de aquella providencia gubernativa. Si
alguno estrañasse tal qual traduccion literal; el
Duende la denuncia desde ahora, para tener parte en
el commisso; pero quiere que no la equivoquen con lo
que fuesse de propio marte; porque no escribe invita
Minerva. El Duende no quiere contestaciones, ni
disputas con Poesìas sueltas, ni con Poetas de
Ciegos, y menos quiere mover pleyto sobre frases, ò
sylabas de la lengua. Hable, y escriba cada qual
como Dios le ayudàre; à èl le basta, que le dexen
examinar el mundo, por adentro, y por afuera.
Contentese cada qual con saber, que el Duende es
ente de humanidad, y que existe real, y
visiblemente, para quien le conozca; à nadie le
incumbe saber, si tiene conveniencias, ni adonde
viven sus Amigos. El Duende es Duende, que sin
romperse mucho la cabeza en ajustar equaciones de
razon con el deber de cada uno, procurarà dar à cada
cosa, lo que es suyo, sin que nadie tenga motivo
para acreditarse de hombre grande, ni de
cientifico con el valor material de sus discursos.
Nadie debe tener miedo del Duende; pues à nadie ha
de reñir sus descomedimientos, ni echarà al Pùblico
en cara su mal gusto, su porfía, su injusticia, ni
su falta de inteligencia en los assuntos que leerà
en los papeles. El Duende està muy satisfecho con
que èl se entienda, y que Dios entiende aquello que
escribe. No està tan de espacio, que quiere perder
su tiempo en mendigar aceptacion, aplauso, ni
premio. Tampoco quiere presentar Memorial al
Pùblico, para que le admita sus faénas, y menos
molerlo con repeticiones enfadosas, y ridiculas
súplicas, de que mude de paladar, y se saboree con
los platos, que le pongan delante. Los materiales
que el Duende emplearà en su fábrica literaria, no
han de servir á los Petrimetres para lucirlo en los
conciliabulos de la Moda, donde todos los
assistentes se distinguen con luces prestadas, que
alli hacen mejor efecto, que las proprias. Es de
creer, que el Pùblico, viendo que el Duende le
conoce, y que no escribe por complacer, embaynarà su
estoque critico, al punto, que no halle con quien
hacer de valiente, y medir sus armas. Los esfuerzos,
que harà el Duende, para perfeccionar los eslabones
de la cadena, que une à todos los hombres, no se
deben à la estimacion de los Grandes, al aura
popular, à la codicia del dinero, y mucho menos à la
insinuacion, y favor de sus Amigos, ò
Conocidos: los Autores, que escriben por uno de
estos incitamientos, y sin verdadero merito, no se
podràn sostener mucho tiempo, y quedaràn presto
olvidados. El célebre Pope con talentos superiores
se viò acosado de una multitud de Gozques
literarios, que le mordian con un furor indecible.
No hay desventura igual à la que sufren aquellos,
que se aplican à las Letras; si un Autor no acierta,
todos le insultan, y hacen burla de èl: si logra
honor, y credito, la critica le emprende, y rebuelve
no solo à èl, y à su Obra, sino à toda su vida, y
milagros, y muchas veces hasta à los huessos de sus
mayores. Quàntas veces tuerce, è interpreta
siniestramente la malicia los pensamientos mas
claros, y genuinos; procurando con sentidos
peligrosos, y seductivos adulterar proposiciones, y
envenenar palabras? Para que un Autor estuviesse al
abrigo de la mala intencion, serìa menester, que
cessasse de ser hombre, por no sentir los desayres
de muchos, que, viendo descubiertos sus demeritos,
no sossiegan hasta vengarse de quien, arrancandoles
la mascara, les pone à la verguenza. Los ambiciosos,
los avarientos, los ignorantes, &c. unen sus
fuerzas para declarar la guerra, y sepultar los
Escritos, en que se les retrata à lo natural, y con
colores verdaderos: estos, à fin de embozar su
ignorancia; aquellos, para ocultar las
tramoyas, y ardides con que se levantaron, y
consiguieron premios, y honores, que no corresponden
à sus talentos, ò servicios. Finalmente, el Duende
ha juzgado prevenir, que estos Discursos no seràn
consequentes, ni seguidas las materias. Muchas veces
escribirà de dia, los que huviere soñado de noche.
El sueño le servirà para elegir los assuntos mas
propios del tiempo; no perdiendo jamàs de vista las
passiones, ò defectos humanos, que le huviesse
entonces presentado la memoria. Lucrecio dice, que
las ocupaciones del dia son las materias con que los
espiritus se entretienen de noche. Como estàn los
sentidos entonces libres, los espiritus recogidos, y
atentos desmenuzan, y analyzan con mas comodidad los
pensamientos, y objetos, que los ocupan, y reconocen
en el silencio con mas cuidado la naturaleza de las
cosas. Por esto seràn preferidas las idèas, que
ocurriessen de noche, à las del dia, no siendo justo
se pierda por negligencia, una tarèa intelectual,
que tiene casi siempre en la misma naturaleza su
principio. Los Lectores podràn quizà dexarse de lo
poco, que tendràn que leer por su dinero en algunos
papeles: el Duende les advierte, que no harà caso de
sus quexas. A èl le baste haverles prevenido, que
toma la pluma para comunicar ad extra sus
pensamientos, y meditaciones; y que à
èl le cuesta mas el producirlas, que al Pùblico el
pagarselas. No podrà este jactarse, de que el Duende
se venda por esclavo, y mucho menos que se ponga à
sus pies, ò le suplìque le mantenga sus
obligaciones. Gracias à Dios, el Duende tiene Amigos
verdaderos, y experimentados, à quienes acudirà en
sus aprietos, y no al Pùblico, que jamàs lo fue de
nadie. Por concluìr: Esta Obra es Niño Exposito,
recojale el que quiera, y tratelo à su gusto: una
vez que salga de las manos de su procreador, queda
abandonado con todos los derechos de propriedad à
quien la desee morder, ò acariciar. Tampoco quiere
el Duende empeñarse, ni hacer escritura de
obligacion de dàr dos, tres, ni quatro pliegos cada
vez; darà aquello que fuesse de su gusto, y
permitiesse el tiempo: acomodese cada qual con el
Librero, quien sabe el precio del Papel, y los
gastos de la Imprenta; el Duende dà el trabajo de
valde. Y sepase una vez para todas, que el Librero
es el Compadre Marcos, y que el Duende no pone mas
que la parla. Fin.
Niveau 4
Dialogue
Es verguenza, decia
Don Diego Listelo, y lo confiesso, que tantos
sugetos habiles como hay en España, se sepulten en
su bata sin manifestar su capacidad, y talentos; y
esto con el solo motivo de la Moda que
tiene por indecoroso, y contrario à las reglas, y
preceptos que prescribe à sus sequaces, la
aplicacion, y el estudio de las Letras. Esta
poderosa hechicera tiene apresada la voluntad,
hasta de aquellos, que por obligacion de su estado
debiessen dàr pùblica demostracion de sus
talentos, y honrar con ellos à su Patria. Los
presumidos que llevan comunmente la voz en las
Tertulias, y Estrados, se valen de esta propia
manìa de la Moda, para encubrir, y cohonestar su
insolente ignorancia. Dicen, que el ocuparse en
comunicar al Pueblo los bienes intelectuales, que
cada uno posser [sic], es de necios: que cada qual
debe conservar su cienca para sì, y para los
Amigos: que el Público es desagradecido, y no
reconoce jamàs los favores, que recibe.
Finalmente, que la propia conducta de ellos, y su
fortuna, es el testimonio mas autentico, de que
los hombres habiles, cuyos escritos, quando mas,
les grangean alabanzas de viento, andaràn siempre
à pie, y quedaràn à la puerta de las antesalas,
mientras que ellos, guiados de su genio adulador,
y patrocinados de la Moda, salpican à todos con
sus Coches, y descansan sobre los Canapees en los
Gabinetes de los Señores. Sepase, añadiò Don
Diego, que el hombre trabajador, y de capacidad,
forma un lunar de luces en el engañoso azerado
espejo de la necedad, è ignorancia, que es el
espejo de la Moda, y que qualquier
Autor bueno, dando à luz sus escritos, se hace
enemigo de muchos, que antes le eran amigos, ò
indiferentes. Luzcalo V.m. proseguia de la misma
suerte; y si quiere trabajar por fuerza, busque
ocho, ò diez obras del decimo tercio à decimo
quarto siglo, dèlas un baño de agua de ras, y sin
cansarse la cabeza tendrà V.m. infulas de Autor, y
Escritor pùblico; pues esta estratagema basta oy
dia para tenerlas. Y si no me cree, pregunteselo à
los Areopagos de Madrid, quienes averiguando
bastantemente esta verdad en la Republica de las
Letras. No tan impaciente, señor Don Diego, decia
Don Pablo Deduceo, si yo no me lisonjèo de la
nerviosa eloquencia que V.m. possee, para poder
hablar magistralmente en un assunto tan digno de
reprehenderse en nuestros Españoles; no por esto
dexa de persuadirme mi amor propio, que sin
exceder à otros, puedo censurar con conocimiento
de causa, las imperfecciones, y descuidos, que
padecen las Letras. En su Republica se han de
mirar las omisiones menos notables, y castigar
severamente el vicio, la nesciencia, y la loca
vanidad de aquellos, que sin haver jamàs dado
indicios de sus luces, pretenden ser tenidos por
Padres conscriptos de la Literatura. La Moda causa
el mal; su remedio està en acometer à esta Fiera
en sus trincheras, y arrancarla la mascara con que
engaña á tantos.1
Nosotros, añadiò Don Pablo, que no
estilamos semejantes muestras, pudieramos crear,
en lugar de un Censor de ellas, un Superintendente
de Modas, con el cargo de que ninguna se
introduxesse en el Reyno hasta saber à punto fixo,
à quanto havia de subir, ò de baxar en cada año el
interès que tendria la Real Hacienda, y el Pueblo
en admitirla, ò en recusarla. Rieron los Tertulios
de la juiciosa salada critica, que hacìa Don Pablo
de nuestro genio noveléro, è imitador de las
costumbres, y modas afuera. Entonces mi particular
amigo, y favorecedor el Doctor Murasil, queriendo
patrocinar mis intentos, decia, que èl era de
dictamen, que para producir una cosa divertida,
serìa menester no enconarse, ni reñir con la Moda, antes bien acariciarla, como de
quien convendría mucho el beneplacito, para salir
ayroso à la palestra. Que nada le parecia mas al
caso, que un Papelucho periódico de poco cuerpo,
por ser obra muy apetecida de los Aulicos de la
Moda, retratando en èl las extravagancias, y
ridiculeces, con que los hombres deshonran la
naturaleza. Una Obrilla, decia, de esta casta, no
serìa menos util, ni menos divertida, que lo es la
de contemplar las cosas sublunares, con todas sus
excelencias, y grandezas.
el qual rematò con decir, que la Obra que
se havia de emprehender, debia ser una descripcion
puntual, y graciosa de la vida, y acciones de los
hombres, en aquella parte, en que su locura les
hace ridiculos, y dignos de una compassion
ironica. Esto es, una Historia del Corazon humano,
y de sus vicios, è imperfecciones; para que
riendose todos de los desbarros, y locuras que
cometen los hombres, pudiera cada uno instruirle
divertidamente de sus obligaciones, y conocerse
por original de la fabula, sin inculcarselo con
Sermones de Quaresma, ni querer exasperarle el
ánimo.
Niveau 5
Exemple
El chistoso Svvift
pretendìa, que los Ingleses le hiciessen Inspectór
de las muestras, que tienen las Tiendas de la
Ciudad de Londres; à fin de corregir la
Ortographìa, y las representaciones, que se vèn
pintadas en ellas. Proponía este proyecto, como un
medio oportuno, y facil para enseñar à deletrear à
los niños, y rusticos, que se entretienen, y
emboban con qualquiera cosa que vèn en las calles;
y para que los Estrangeros, que murmuran de todo,
supiessen, que los Magistrados estienden su
solicitud hasta sobre las cosas menos advertidas.
Niveau 5
Exemple
Pretende el Doctor,
que se debe tratar al Público, como el Padre de
Horacio trataba à su hijo; pues para darle à
conocer el cariño que le tenia, y el deseo de su
aprovechamiento en el comercio de las Gentes, no
le encareciò menos lo ridiculo de los exemplos,
que le proponìa evitar, que la perfeccion, y
decencia de los modèlos, que le aconsejaba
seguir.2
Niveau 5
Exemple
Alegò, para apoyar
mejor su pensamiento, el methodo de un noble Lord
Inglès, que para doctrinar à su hijo, le dedicaba
successivamente su traduccion del segundo Plinio,
y la ediccion, que publicò de las Obras del Dean
de San Patricio; justificando este
proceder, y estraño modo de pensar, con un passage
de Virgilio, que favorece de un modo concluyente
el Plàn que propuso mi amigo,3
1Cartas de Milord Orrery à su hijo Hamiltòn Boyle. Londres 1752. en octavo.
2 . . . . . Insuevit pater optimus hoc me/Ut fugerem exemplis vitiorum quaque notando/ . . . . . & sive jubebat/Ut facerem quid: habes auctorem quo facias hoc. Lib. I. Sat. 4.
3Hæc sunt, quæ nostra liceat, te voce monstrare;/Vade, age.