La Pensadora Gaditana: Pensamiento XI
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Pensamiento XI
Livello 2
Metatestualità
Temerosa tomo esta vez la pluma,
pues me veo en la precision de emplearla en dirigir una
súplica à quien (sin duda) discurro tan lejos de concederla;
pero qué he de hacer, paciencia, no hay otro remedio para
libertarme de unos contrarios, que me ha adquirido el favor
de mis Lectores; pues procurando elevar mis producciones à
el alto grado de benemeritas, involuntariamente las han
precipitado à el desprecio de aquellos mismos, que mas las
celebraban: es el caso, señores mios, que Vmds. con la
porfiada curiosidad por conocerme, han variado
tantas ideas sobre el Author, ò Authora de esta Obrilla, que
quando pensaban acertar atribuyendo este trabajo à unos
sugetos tan eruditamente instruídos, que son el embeleso de
toda conversacion, entonces ha sido quando mas han errado el
pensamiento. Gozaba con bastante satisfaccion mia el aplauso
de estos Doctos, pues era una prueba del acierto la
aceptacion benigna, con que leían mis borrones; ¡pero qué
desgracia! apenas se vén ofendidos altamente con la sospecha
de que son los que tan mal piensan, quando trocando en ódio
aquellas antiguas piedades, no solo no admiten con cariño
estos discursillos, sino que empeñados en desterrarlos del
Mundo, se ponen muy de espacio à despreciarlos, y vestirlos
de las mayores faltas, que se hallan en
escritos: yà no son nerviosas sus reflexiones, sólidas sus
idéas, ni útiles sus asumptos, todo lastimosamente se ha
trocado, y donde habia que admirar, solo se encuentra que
reir: los discursos son lánguidos, los chistes frialdades, y
los objetos odiosos; de modo, que à la pobre Pensadora se le
acabò la mina, se le secò la afluencia, y se le obscureciò
el numen. ¿Vén Vmds. Lectores mios, el daño que me han hecho
con querer authorizar tan altamente mis Pensamientos? ¿No
les parece à Vmds. que tengo bastante causa para
suplicarles, que no inquieran, ni soliciten mas noticias de
mí, pues todo es inutil, y han errado el camino de
encontrarme? Discurro que no serán fuera de tiempo mis
ruegos, quando se dirigen à solicitar de todos no agravien à
hombres tan grandes por su ciencia, con
atribuírles estas fruslerías; porque estos mismos, como se
miran sin objeto para tomar la satisfaccion de esta tan
indigna impostura, cargan los efectos de su justo enojo
sobre mis Discursos, pagando estos pobrecitos inocentes, lo
que no merecen por su buena intencion. Valga la piedad; y si
alguno me buscase, yà saben estoy desterrada à el Hospicio,
donde el Verdadero Honor de mi estado me tiene defendida, y
custodiada de quantos Zoylos, y Aristarcos ha producido la
embidia, sin que tenga que hacer para esto mi sufrimiento,
pues toda la costa la pone mi paciencia.
Livello 3
Racconto generale
El asumpto de esta semana
es uno de aquellos, que mas freqüentemente se miran,
y con menos reflexion se reparan, y de los que se
originan tantos inconvenientes, quantas
son las infelices, que los toleran; pues expuestas,
por el abandono voluntario de quien debía cuidarlas,
muchas lastimosamente son víctima de una desgracia,
que nunca se hubiera atrevido à tocar sus umbrales,
si aquel incauto, que debía mirar por alejarla, no
la hubiera atrahido con su descuido. Nada mas
freqüentemente se escucha, que ausencias de maridos
à las mayores distancias de la tierra, donde ván con
la misma satisfaccion, que si todas sus obligaciones
las llevasen en la faltriquera. Me admira
grandemente el vér con la serenidad, que un hombre à
quien su primera obligacion es el cuidado de su
casa, de su familia, y de su honor, emprende un
viage à la America por tres, ò quatro años, y las
mas veces muchos mas, sin reflexionar lo que
aventura, y pierde, aunque mucho gane en
él. No sé cómo tienen valor para arriesgar los
intereses proprios de su estado, de su sangre, y de
sí mismos, por adquirir unos caudales, que tal vez
les cuestan su sosiego, la decadencia de su familia,
y el menoscabo de su estimacion, causado todo por
una ausencia, que pudieran escusar, si fueran
verdaderos amantes de sus mas importantes intereses.
¡Pero, ò locura de la vanidad, que haces, que à este
indigno ídolo, que nos usurpa la razon, se
sacrifiquen todos los dias gustosamente la
estimacion, el buen juicio, y todo quanto debe
idolatrar el que se precia de hombre de bien! No es
mi ánimo incluir en este asumpto aquellos sugetos,
que por sus empleos se hallan constituidos en la
precisa obligacion de hacer ausencias
largas de sus casas: à estos venéro con las mayores
veras, porque los discurro martyres de dos
obligaciones, una, que los manda detener; y otra,
que los precisa à caminar, à quienes imagino de
corazones magnanimos, pues anteponen los intereses
agenos à los bienes proprios, y son por lo comun los
mas bien afortunados, en premio de lo recto de sus
determinaciones; hablo, sì, con dos generos de
gentes, unos, que teniendo arbitrios, ò fondos
suficientes para pasar una vida honesta, y
descansada, el ansia de adquirir para las
profusiones, y dispendios los entorpece la razon, y
los saca de sus casas à las mayores distancias, sin
el menor sobresalto: y los otros à quienes su
pobreza, ò su desidia, por no sujetarse à buscar el
alimento con fatiga, los arrojan de su tierra,
exponiendose à mil trabajos, y dejando
aventuradas, y sujetas à una necesidad extrema à sus
pobres mugeres, è hijas, no quedandoles mas fondos
para mantenerse, que la cortedad de sus industrias,
ò lastimosamente la infelíz ocasion de una maldad:
estos son los que mueven mi pluma, à la que quisiera
teñir de los mas vivos colores, para saber pintar
con la mayor propriedad los riesgos à que se exponen
los desprevenidos, que sin necesidad urgente hacen
estas dilatadas ausencias. ¡Pero, ò qué dolor! si
casi llegan à mis oídos las risas, que han de dár
estos inadvertidos à el leer mis reflexiones,
tratandome de temeraria, mal acondicionada, y
pusilanime! ¿Cómo podrá formar una justa queja
contra su infelicidad aquel ambicioso, que sin mas
objetos, que amontonar superfluidades, y sin necesidad que le obligue, deja su casa, y
emprende un viage tan arriesgado, y tan incierto de
su regreso? ¡Si no obstante los cien ojos de la mas
cuidadosa vigilancia, hay Mercurios atrevidos, que
saben adormecer el desvelo mas despierto, y robar la
prenda mas sagrada de la estimacion! ¿Qué podrán
prometerse los que insensibles à los virtuosos
impulsos de los mas fundados temores, atropellan por
todo, y dejan sus obligaciones fiadas à la soledad
mas ocasionada? Señora Pensadora, Vmd. es muy
funesta en sus discursos (dirán los mas) yo dexo
para la asistencia de mi casa sobradamente lo
necesario, no se conocerá mi falta en esta ausencia,
todo le sobrará à mi familia para su regalo, y
descanso. No le sobrará todo, señores mios, le
faltará lo principal, la cabeza que gobierne, la industria que dirija, y el temor que
contenga: la sombra de un marido en su casa, es el
mayor caudal que la enriquece , y el remedio mas
eficaz contra los accidentes desgraciados: ¿Qué
importará sobre todo lo superfluo, si falta lo
necesario? ¡O, qué de fortalezas se miran
desgraciadamente arruinadas à los combates de una
porfia, por falta de un Gefe, que las gobierne!
Todas quantas precauciones se discurren para evitar
el peligro, son inútiles, si en la ocasion de una
sorpresa no hay quien vele para contrarrestar las
osadías: todos duermen en la ausencia, y solo velan
las trayciones, las perfidias, y los engaños, siendo
traydoras armas contra sus dueños los mismos que
debian ser centinelas para su defensa. Si el
principal interesado, y à quien mas en el corazon
debe herir el golpe de la fatalidad,
se descuida, se aleja, y se entretiene en otros
cuidados ¿cómo este mismo pretende, que otros, que
nada les vá en su fortuna, se entreguen à el cuidado
de preservarla ilesa, quando tal vez fundan sus
intereses en su ruina? ¡O, qué ignorancia tan
comunmente recibida! Pero si estos son aquellos, que
algun tanto prevenidos dexan fondos suficientes para
el alimento de sus casas, ¿qué les sucederá à los
que atropellados por la desgracia, discurriendo
evitar sus tristes conseqüencias, dando de mano à
sus obligaciones, y dexandolas expuestas à las
mayores necesidades, se ausentan, y se entretienen
en la solicitud del oro, que tanto les ciega? Poca
eloqüencia se necesita para demonstrar bastantemente
los precisos fines de esta locura, y
será forzoso, para que no se verifiquen estas
infelices conseqüencias, que un milagro contenga en
lo recto aquellos corazones tan expuestos à el
peligro. Si reflexionaramos en los motivos; que à
unos, y otros les mueve à solicitar tales viages,
hallariamos nuevas causas para alargar este
discurso. No puede blasonar de verdadero amante de
su muger el que voluntariamente se aparta de su lado
para divertirse en otras ideas contrarias à la
principal obligacion de un matrimonio; ni podrá
jamás hacer alarde de buen marido, quando con tan
poco recelo expone à la pérdida de su honor la causa
de su mayor estimacion. No me arguyan con que es
ofender con estas desconfianzas la fidelidad de las
mugeres, en nada menos pienso, soy muy interesada en
su opinion; antes por el contrario,
estas mismas reflexiones elevan su merito hasta la
cumbre, pues como à todas las discurro cuidadosas de
su estimacion, me quejo en nombre de todas de este
infelíz abandono, con que los hombres dán lugar à
las mas cautas para los acasos de un precipicio:
¿pues quien habrá, que blasone seguridades enmedio
de las inconstancias del golfo? ¿O qué ignorante se
alabará de invencible, rodeado de enemigos, y sin
armas para defenderse?
porque no sé cómo se atreven los hombres à
insultarnos, y satyrizarnos, quando ellos mismos son
las mas veces la causa de nuestros
desordenes; y si no, digame el mas desapasionado,
quantos son los que viven en las dos Américas, que
en nada menos piensan, que en el cuidado de sus
mugeres, antes entregados neciamente à la
obstentacion, el juego, y otras mas delinqüentes
diversiones, se burlan de las lastimosas cartas de
sus pobres mugeres, y en un irracional olvido viven
como si no tubieran honor de quien cuidar, ò este
ruinmente le posponen à la desconcertada pasion de
sus preocupaciones. ¡O ambicion, y cómo infelizmente
te haces dueño de los corazones de los hombres,
trocandolos en fieras! Pero digo mal, que las mismas
fieras los enseñan el modo mas proprio de cuidar de
sus obligaciones, pues estas se exponen casi siempre
à los mayores peligros de perder la vida por
defender su compañera, y libertarla de
todo lo que le puede ser perjudicial. Pero lo que
algunas veces me hace reir, y me obliga à burlarme
interiormente, es vér à muchos de estos Viageros
ignorantes, que habiendo tenido paciencia, quietud,
y aun olvido para vivir seis, ocho, ò mas años dos,
ò tres mil leguas apartados del cuidado de sus
casas, y muchas veces sin haber mandado medio real
para su socorro, vienen despues de tanto tiempo, y
muy preciados de honrados, y cuidadosos de su
estimacion, encierran sus mugeres, las zelan
neciamente, y aparentan un empeño grande por la
conservacion de su honor, y esto suele ser con tan
ignorante prolixidad, que en lugar de causar
alegria, paz, y quietud en sus casas, fomentan
disensiones, levantan quimeras, y por qualquier sombra que imaginen, hacen de los
escrupulosos, y mortifican à las pobres infelices.
¿No es esta una extravagancia digna de todo
desprecio? ¡Que haya hombres en el mundo tan necios,
que despues que voluntariamente descuidaron por tan
largo tiempo de su primera obligacion, se vengan
luego con la gracia de ser zelosos de lo mismo, que
abandonaron gustosamente! Riamonos todos, que esto
no merece otra ponderacion. De estos efectos se
infiere claramente, que nunca formaron una racional
confianza sobre el proceder de sus esposas, y que
quando emprendieron el viage, se antepuso en su
estimacion el ansia de acaudalar, à el cuidado de su
honor; porque nunca podrán alegar, que quando
vivieron tanto tiempo ausentes, les alentaba la
honradéz de sus esposas, è hijas, pues
à estas mismas, estando presentes, las zelan,
desconfian de ellas, y las apartan de todo trato
político, temerosos (fuera de tiempo) de un riesgo,
que en otras ocasiones despreciaron. ¿No es asumpto
digno de lastima vér à muchos, que teniendo en sus
casas con su industria, ò empleo lo preciso para su
estado, todo lo dejan, y haciendo esfuerzos fuera de
sus posibles, por juntar un principal sobre que
levantar las torres de su ambicion, se arrojan à
esos mares, y muchas veces en un triste naufragio
pierden todas sus esperanzas, y tal vez la vida,
dexando pobres, y viudas à sus mugeres, sin mas
amparo, que la corta produccion de su abuja? Cierto,
que es una estraña locura, digna de la mas séria
reflexion, pues estos hombres, que la fortuna los
habia puesto, ò les habia
proporcionado en un modo capaz de mantener sus
obligaciones, llevados de las ambiciosas ideas de
ser ricos, desprecian estas ciertas, y seguras
posesiones, por aquellas dudosas, y contingentes
esperanzas, que las mas veces se desvanecen como
humo, ò no se consiguen por dificiles, siendo por
esta causa el motivo principal de la ruina de sus
familias, y de la pérdida de su credito. No dudo que
muchas de las de mi sexo desean con vivas ansias,
que sus maridos hagan viages, aunque sean dilatados,
y las mas veces los incitan à ellos, porque à su
buelta esperan conseguir los medios para sus
vanidades: y no digo mal, pues para lo honesto, y
preciso sin Indias se consigue; pues solo un
desordenado deseo de lucir, y brillar las hace ser
crueles consigo mismas, exponiendo la
causa de su quietud à las incertidumbres de unos
viages tan remotos, manifestando en estos deseos lo
poco que estiman à sus maridos: por eso à estas no
las tengo lastima, pues ellas mismas se labran su
desdicha. Son tantas las infelices conseqüencias,
que se siguen de la freqüencia de estos viages, que
si de proposito me pusiera à referirlas, antes de
conseguirlo me faltára papel, y paciencia para
anotarlas; pero no dexaré de tocar algunas de paso,
para dár motivo à mis Lectores à que refexionen en
las demás. Es la ausencia el mayor enemigo de una
amorosa llama, y la que sabe hacer, que unos ojos
apasionados miren despues, que ha pasado por ellos
con menos preocupacion el objeto amado: el trato
continuo es aquel que las mayores
fealdades hace tolerables, y el que se hace
desentendido à los mas visibles defectos, por la
costumbre de mirarlos siempre: esto supuesto,
¿quantos matrimonios, que antes se estimaban, y
correspondian, à el verse despues de una larga
ausencia, como se halla la pasion mas tibia, divisan
claramente aquellos defectos, que antes no
encontraban, y quando se esperaba que se aumentase
el cariño, es quando se desminuye sensiblemente, y
pára en odios, que las mas veces duran con la vida?
Muchos son los que habiendo dejado mugeres mozas, y
bien parecidas, con el dolor de la ausencia, y lo
mas cierto con las necesidades que han padecido, se
han desfigurado notablemente de modo, que quando la
ignorancia de estos discurria hallar aquella
hermosura, que abandonó, solo encuentra
una muger à quien los trabajos, y las necesidades en
pocos años han robado la primavera, y el verano de
su gentileza, y yá en el otoño de su atractivo les
es notablemente desagradable; y como, por el
contrario, nuestros navegantes se han regalado,
divertido, y cuidado con abundancia, y lo mas cierto
sin ningun cuidado, vuelven mozos, robustos, y bien
parecidos, y les pesa sobre manera tener à su lado
tal compañia; de pesarles, principian las desazones,
de aquí el distraherse, y en pesadumbres, y en
crueles zelos recibe aquella pobre las abundancias,
que esperaba con la venida de su marido: y estos
Matrimonios, que antes del viage eran embidiados de
todos, despues son causa de la lastima, y compasion
de quantos los conocen. Los hijos, que deben ser
siempre el principal cuidado de los
padres, para educarlos, y dirigirlos por los caminos
proporcionados à sus adelantamientos, son à los que
no les toca pequeña parte de estas desdichas; pues
criado con solo el cuidado de una afligida madre,
que lo ocupa en sentir la ausencia de su marido, y
en llorar su olvido, crecen entregados à todo genero
de libertad; y como no han tenido quando pequeños
quien los guie con rigor, y doctrina, aunque el
padre à su buelta quiera corregirlos, los halla yá
duros, y casi siempre es su trabajo inútil; y no
pocas veces son ellos mismos la causa de que coja en
pesares, lo que habia de poseer en gustos, si no
hubiera salido de su casa, pues como han tratado
poco à quien les ha dado el sér, no le tienen aquel
amor, y respeto debido à un padre, y
solo piensan en disfrutar lo que pueden, ò en
alejarse, por huir de la sujecion à que no estaban
acostumbrados, exponiendose, como mozos, y mal
criados, à ser tristes objetos de una desgracia.
Esto les sucede à aquellos que dexaron mugeres
honradas, y juiciosas, que fueron felices en su
ausencia: ¡pero quantas novedades hallará el que por
su culpa se vé confundido en el número de los
desgraciados! Bien podrá obstentar lucimientos,
hacer dispendios, y ser el objeto de todos; ¡pero
qué lastimoso objeto! Todo el aparato con que se
manifieste à el Público, será una campanilla, que
vaya llamando à todos los mordaces del Pueblo para
que le motejen, y aquellos resplandores de su porte,
serán las mejores luces para que se divisen sus
desdichas. ¡O ambicion desordenada,
hasta donde precipitas à los hombres! No ignoro, que
la carrera de las Indias ha de ser precisamente
freqüentada por hombres, y que estos no todos pueden
ser solteros, y libres: estoy hecha cargo de esta
dificultad; pero quisiera, que la freqüencia de
estos viages en los yá ligados con los vìnculos del
Matrimonio, fuera mas rara, porque ¿qué otra cosa se
vé por esas calles, que pobres abandonadas, buscando
el pan, pidiendo, ò con otros medios menos lícitos?
¿No se sabe viven infinitas dentro de sus casas
padeciendo los mas tristes asaltos de la necesidad,
y de la perfidia, que como mugeres de mayor
estimacion, son mas crecidas sus urgencias, y por
consiguiente su estrechéz? ¡O, y qué
combates tan recios sufrirán estas desgraciadas, à
el verse casi espirar à el rigoroso cuchillo del
hambre!
Metatestualità
Es hijo este pensamiento de las reflexiones de mi
noveno Discurso; pues si allí rebato el odioso
abuso de hablar mal de nosotras, aquí me empeño en
ponderar mas este delinqüente atrevimiento:
Esempio
¡O señores, y como era razon
que una vez reflexionasen con maduréz sobre este
particular, y considerasen sériamente sobre las
ocasiones à que exponen sus familias! Sé ciertamente,
que aquel entendimiento poseído de la razon, y
desinterés, que se páre un poco sobre este discurso, que
se verá muy lejos de apetecer estos viages, como
contrarios à su quietud, y buena opinion, pues
desengañado felizmente, conocerá que su presencia, y los
tales quales medios hijos legitimos de su industria,
podrá mantener su casa, arreglada su familia, y cuidado
su honor: no será rico, es verdad; pero será dichoso, y
feliz en su estado: no poseerá abundancias,
ni se verá lisonjeado; pero tampoco tendrá desgracias,
ni será motejado: pobre será; pero alegre, pues la felíz
posesion del amor de su muger, el cariño de sus bien
educados hijos, y la dulce esperanza en sus virtudes de
sus adelantamientos, serán otras tantas flotas, que
llenen los vacíos de su corazon, sin dejar lugar à el
indigno interés, para que le arrastre infelizmente à ser
la triste causa de su ruina.