La Pensadora Gaditana: Pensamiento IV
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Nivel 1
Pensamiento IV
Nivel 2
Metatextualidad
Autorretrato
Bien puedo llamarme dichosa, y
hablar con libertad quanto quisiere, sin temor de que me
conozcan; pues se vé tan desatinada la curiosidad en
este empeño, que antes parece que se pone à delirar, que
à inquirir. ¿Yo misma no sé de mí, que me trato muy
adentro, y quieren Vms. conseguirlo? No se cansen, es
trabajo perdido, que no soy tan tonta, que no tomase muy
bien las medidas para ocultarme antes de dár à el
Público mis Pensamientos. Tengo previsto, que me habia
de adquirir la nota de muchos, y quizá la aprobacion de
pocos: son muy diferentes los gustos de los hombres, y
no habia de ser tanta mi vanidad, que en la
accion de manifestarme, diese una clara idea de ella:
contentense Vms. con saber, que la Pensadora es muger,
(que es lo cierto) que las demás circunstancias discurro
no son precisas para la aceptacion de mis discursos:
ellos solos serán los que se hagan su fortuna. ¿Y luego
para qué es tanto empeño en este asumpto? Yo imagino que
es inútil, pues me parece que ninguno de mis Lectores
querrá contraher esponsales conmigo, para que pretendan
informarse de mi calidad, y propiedades; pero si hubiere
alguno, que se hallase picado de mis Pensamientos, y
quisiere hacerme dichosa, pida à Dios me ponga en ánimo
de declararme, porque ahora estoy muy lejos de hacerlo.
Sobre mi estilo se dice mucho, y bueno.
¡Pobre de mí, qué amenaza! Pero lo mas chistoso
está en la inteligencia de un Tonti-discreto, que
haciendo paralelo de mis Discursos con los del Pensador
de Madrid, decidió muy ufano de esta manera:
Desengañense Vms. que el Pensador de Madrid es mas
hombre, que la Pensadora Gaditana. ¡Buena
noticia! no he querido dexarla en el tintero, porque
deseo que se aprovechen de ella. Parece que me dilato
mucho sin objeto, no está en mi mano, quando la pluma
toma su vuelo: vamos à el asumpto. ¡Qué dificil es
corregir un abuso, quando cuenta siglos de ancianidad su
observancia! ¡Con qué dificultad se arrancan del corazon
humano aquellas idéas, que casi se posesionaron de él
aun antes de haberse formado la razon! ¡Y qué violencia,
y trabajo le cuesta à esta misma arrojar de sí aquel
indigno huesped, que la usurpó el principal lugar de su
soberanía! Pocas veces lo consigue, y entonces es solo
quando el abuso abandona la posada por inútil, dexandola
convertida en un triste espectáculo de penas, lastimoso
efecto de la tyranía de sus yerros.
¡Quantas no serían infaustos exemplares de este
discurso, si à el leerle reflexionasen con viveza sobre
su importancia! ¡Y quantos no mirarían el sagrado de su
honor vulnerado, si inadvertidos no permitiesen à sus
mugeres, è hijas la indigna costumbre de taparse en los
Templos, en las Calles, y en los Paseos, dandoles con
este permiso una tácita licencia para exponerse à los
mayores riesgos de una desgracia! ¡Y quantos, y quantas
leerán estas reflexiones, que burlandose, prosigan
infelizmente hasta que el golpe de la caída sea inútil
aviso à el precipicio!
Nivel 3
Ejemplo
A cierto agudo Ingenio
le hizo tanto ruido un que de una de
mis clausulas, que gastó dos dias para digerirle,
y por fin se le ha quedado en el cuerpo. Otro, muy
preciado de Gramaticon, se ha enamorado tanto de
los substantivos de mis periodos, que dixo, que
trocaría de buena gana toda su latinidad por la
facilidad con que los produzco. ¡Ay que no es nada
el elogio! Otro, haciendo de Profeta (pero falso)
predixo con un tono Catoniano: Ella caerá sin
duda: su estilo no es natural, y asi à poco que
piense se le acabará la mina.
Nivel 3
Relato general
El taparse las Damas, con
cuyo abuso se disfrazan para aventurar su modestia,
y honestidad, es el objeto de esta semana:
circunstancia es esta marcialidad, y efecto de su
licencioso permiso. En todos tiempos
le han favorecido de otros nombres los desordenes;
pero en ninguno ha habido mayor atrevimiento, como
que la misma maldad pase plaza de desembarazo
honesto, cubriendose con el aborrecible de
marcialidad. Todo lo quiere disimular, claro indicio
de que todo lo que se executa baxo este especioso
pretexto es defectuoso, pues las acciones conformes
à la razon, y buen juicio, no mendìgan brillanteces
que las apadrinen, ellas por sí mismas se hacen
lugar en los entendimientos no preocupados. Siempre
ha sido indicio tenido por sospechoso el cubrirse el
rostro: nunca se vieron sobre la tierra las
trayciones, las vilezas, y los mas indignos delitos,
sino es acompañados de esta traydora circunstancia.
Quien oculta el rostro, dexa descubierto su pecho delinqüente; pues esta accion
apadrina perfidias, no disimula inociencias; quita
la verguenza al delito, no dá mas quilates al
recato; en una palabra, con el tapado se le usurpa à
el pudor la jurisdiccion que tiene de manifestar à
el rostro à el cometer una accion indigna. ¿Con que
sin este freno, à qué delirios no se arrojará quien
se aleja del caracter indeleble de la honestidad, è
inocencia? Es el tapado vergonzosa reliquia de la
dilatada esclavitud, que lloramos baxo la tyranía de
los Sarracenos; solo las Mugeres Orientales, y de
ellas toda el Africa, por la unidad de religion, y
costumbres, usan el no dexarse ver en las calles, y
de estas lo conservan nuestras Andaluzas; pero no
dexarán de avergonzarse, si saben el motivo por que
aquellas lo practìcan. Entre los
Mahometanos son las mugeres las mas desgraciadas de
todo el mundo, nada se les confia, nada suponen,
ninguna virtud se les concede, pues hasta la
brutalidad de su secta les niega la fingida gloria,
que ellos esperan; de una vez, de nada bueno las
piensan capaces: por esto las encierran, las
ocultan, las obligan à que no se dexen ver de ningun
nacido, y las hacen vivir en el mundo, como si no
compusiesen la mas bella parte de su sociedad: todo
efecto de la irracional desconfianza, con que las
miran. Esta es la causa de su tapado, y esto es lo
que las hace parecer (bien contra su gusto) sombras
andantes, quando se dexan ver en sus Ciudades. Esto
es el tapado, señoras mias; y Vms. muy contentas, yá
que han nacido en una de las mas cultas partes de la
Europa, donde la racionalidad de sus
habitantes nos coloca en aquel lugar para que nos
destinó la naturaleza, Vms. mismas procuran
desfigurarse, y hacerse sospechosas; ¿y luego se
quexarán de que las encierren, y las traten con todo
el rigor de los zelos? Qué me canso, si por
infelices efectos de este abuso, conduciré mas
apriesa à la noble presencia del desengaño á mis
Lectores. ¿Cómo podrá honestar una Dama, à quien el
caracter de su esposo la distingue entre muchas, la
torpe marcialidad, con que se cubre baxo de un manto
en un Paseo, y confundiendose con el ìnfimo Pueblo,
se equivóca con aquellas à quienes su desgracia, ò
estos mismos antecedentes hacen vivir en el mas
abatido lugar del horror, y del desprecio? Si se
presentára segun el caracter de su nacimiento, y fortuna, ¿pregunto, qué atreviemiento
habria, que osase profanar su entereza con la mas
leve expresion del arrobo? Nunca he creído, ni
espero creer, que la Dama que ha gastado media hora
en hablar tapada, haya salido tan inocente de este
riesgo, que no haya tenido de que arrepentirse:
suponiendo, que solo fuese efecto de la diversion,
(como quieren decir) que ni aun esto creo. ¿Qué
podrá esperar una tapada, (que solo lo executa por
su génio marcial, y sin mas intento, que gastar el
tiempo) de la immediacion de un joven, que por lo
regular nada menos sabe, que los principios de una
conversacion honesta? ¿Qué podrá esperar, sino
atrevimientos, desenvolturas, è indignidades, ageno
todo aun de aquellos oídos, que mas se precipitan à
la vileza? Diganme Vms. señoras, si se
hallasen en su casa, en sus Estrados, rodeadas de su
familia, se dexarían tratar en este estilo? ¿Acaso
podrian escuchar sin rubor la mas indiferente
expresion de las que oyen con gusto quando tapadas?
¿Se atreverà tal vez el que se las dixo à mirarla
tan vilmente en su casa, como lo hizo en el Paseo?
Claro es que no (responderán): estaba tapada, no me
conoció: yo me burlé muy bien de sus necedades: se
acabó el tapado, se acabó todo. ¡O señoras mias! y
cómo pienso con bastante fundamento, que no es asi
como lo pintan: no se acabó todo, aunque se acabase
el tapado: quedó el corazon dañado de aquel venenoso
contagio, de que debe huir toda muger de honor.
¿Habrá alguna de quantas se tapan en los Paseos, que
despues de haber gastado una hora en
pelar la paba, (graciosa expresion!) refiera en una
conversacion séria delante de gente de caracter, de
su padre, ò marido, todo el asumpto en que empleó
tan mal la preciosidad del tiempo? Sé positivamente
que no, y que si tal vez hubiera quien obligase à
alguna à que lo executase, que antes moriría al
rigor de la violencia, que publicar aquellos
indignos coloquios à que dá lugar el maldito tapado.
¡Valgame Dios! y que estén tan ciegas mis Gaditanas,
que no piensen sériamente en esto; y que no teman
las infelices conseqüencias, que de tan siniestros
antecedentes todos los dias se originan! ¡No sé
donde tienen la razon! ¡Que unas Damas, que gozan en
toda Europa el embidiado nombre de discretas, y que
à el mismo tiempo es asumpto de la fama
los quilates de su hermosura, estas mismas se
abandonan ruinmente al menosprecio de todos, por
seguir una idea tan fuera de razon, tan agena de su
sexo, y tan llenas de inconvenientes, peligros, y
ruinas! No hay que replicarme, que no espero haya en
el Mundo un solo entendimiento, que pueda dár una
razon, aunque débil, en abono de este abuso, pues
solo podrán ser padrinos de estas extravagancias
aquellos mismos que establecen sus conquistas en la
infelíz ocasion de este descuido. ¡Quantas hubieran
ocultado entre el laudable rubor de la modestia los
mas agigantados principios de sus peligros, si no
hubiesen tenido entre las sombras de un manto, la
funesta proporcion de declararse! ¡Y quantos
atrevidos vanagloriosos se vieran con mayor número de triunfos, si no se los facilitase el
tapado! Es la modestia el caracter mas propio de
nuestro sexo, y aquel virtuoso atractivo, con que
lícitamente se adquieren posesiones agradables,
útiles, è inocentes: es la piedra philosophal de
nuestras mayores felicidades: con ella se obliga à
los hombres à ser corteses, atentos, honestos, y
comedidos: en nosotras mismas está el principio de
sus aciertos; pues no habrá desenfreno tan arrojado,
que groseramente rompa las venerables lineas del
recato, quando se amenazan las osadías con el
desprecio. ¿Qué lastima ha de causar la inadvertida,
que entre las ruinas del escarmiento llora las
desdichadas conseqüencias de este aviso, si esta
misma dió motivo à su desgracia con la marcialidad
endiablada del tapado? ¿No sé cómo
aquella Dama à quien su nacimiento, y fortuna la
caracteriza distinguida entre muchas, puede
atemperarse al grosero estilo del tapado, y hacer
pasen sus oídos de las afectuosas expresiones del
respeto, à las viles, è indecentes frases de las
truhanerìas mas osadas? No puedo contener el juicio:
es casi siempre una triste señal de lo dañado de un
corazon el ocultar el rostro; y no puede menos de
estar muy cerca de la ruina quien sin temor corre
tan immediata al precipicio. Querer honestar este
desorden, con que es solo diversion de un ánimo
marcial, es pretender disimular un delito con otro:
¿Pues qué, no hallan estas Señoras diversion en la
Alameda, y otros Paseos, presentandose con aquellas
prendas, y magnificencias de que se vèn en posesion,
unidas à la honestidad, modestia, y
urbanidad? No señora, eso es bueno para las viejas,
ahora que somos niñas, es preciso divertinos [sic]:
demos al tiempo lo que es suyo. Convence la réplica:
¡Quando con el atractivo de la hermosura, la
brillantèz de la juventud, y la poca reflexion de la
edad se cuentan los peligros por instantes, ahora se
ha de seguir el riesgo, se ha de amar la ocasion, y
se ha de buscar la desgracia! y luego sucedida,
entran los llantos, los suspiros, los
arrepentimientos, el no pensé . . . . . no
juzgué . . . . . no disurrí . . . . . ¿y esto
quando? quando no tiene remedio. ¡Qué infelicidad de
locura! ¿Qué buenas conseqüencias se pueden seguir
de una conversacion, que uno de sus principales
primores es olvidar lo cortés de todo trato
político, y corresponderse mutuamente
con una llaneza atrevida, ocasionada, y desatenta?
¿Qual serà la ocasion de este ruin permiso? Yo la
diré: No gastar el tiempo inutilmente. ¡Buena
respuesta! ¿Pues en un lance en que todo es inùtil,
se mira con tanto rigor el emplear bien el tiempo?
Disparate parece; pero la lástima es, que sin ser
disparate, es una verdad solidisima: en aquel odioso
modo de hablar, solo se procura dirigir la idea, sin
pérdida de un instante, à procurar parecer discreta
sin rienda; esto es, discurrir marcialmente sobre lo
que ocurra. ¿Y cuales son las bellas ocurrencias de
un tapado? Todos la saben: hay cosas, que se
explican mejor con el silencio: para este fin,
despreciando por inútiles el Vmd. Señora, Cavallero,
y otros modos, con que se hace entender la buena
crianza, y el entendimiento no
siniestramente ocupado, se echa por medio, y con el
tù por tù se pasa una tarde. ¿Y quienes? las mas
veces una Señora distinguida, con un picaro bien
vestido, que este despues la sigue con cautela, y
habiendola conocido, publìca por triunfo de su
fortuna, que habló con Doña F. en la Alameda, que le
favoreció mucho; y que : : : : : ¿Y donde lo dice?
en los Trucos, en los Cafés, y aun en las Barberías,
delante de otros como él, que á las dos horas yá lo
tienen estendido por la Ciudad. ¡Qué bello credito!
¿Donde està el honor, señoras mias? Todo esto es
digno del ódio, no tiene duda, es la misma maldad
disfrazada marcialmente. ¿Pero qué dirémos de los
infelices exemplos, con que nuestras inocentes
Doncellitas son conducidas à estos peligros? No hay
que estrañar en las desgracias, con
que se arruinan las familias, se pierden los
maridos, y se vulnéra el mas delicado honor: pues
las mismas madres, que habian de ser las que
educasen sus hijas en la honestidad, y recato, estas
mismas, no cansadas de ser locas aun en los años que
mas raya la razon, se tapan, y hablan tapadas y
llevan por compañeras à sus hijas; y aquella madre,
que en su casa simúla con fingido zelo el cuidado de
sus hijas delante de su marido, procediendo muchas
veces con un rigor imprudente, esta misma en un
Paseo la abandona, la arroja, y la permite á la
solicitud de un joven, que este nada otra cosa hará,
que inspirar en aquel tierno pecho las mas
contrarias ideas á la virtud, honestidad, y decóro,
y esto por la triste ceguedad de estár ella
entretenida con otro de la misma
esphera. ¡O qué desgracia! ¡la puericia, y la
juventud, que son las dulces esperanzas de un Reyno,
para lo que la razon, y propio interés estàn
abogando por su buena educacion incesantemente, se
les ha de dar tan malos exemplos, y se les ha de
permitir estos desordenes! Aquí está clara la razon
de este inveterado abuso; y mientras los que pueden
hacerlo no impiden à aquellas que están á su cuidado
este ilícito desahogo, ni el mal irà à menos, ni
dexarémos todos los dias de llorar funestas ruinas
del sosiego, la quietud, y el honor.