Faksimile anzeigen

Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso LXXXII", in: El Censor, Vol.4\082 (1785), S. 251-263, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.384 [aufgerufen am: ].


[251] Ebene 1►

Discurso LXXXII

Zitat/Motto►  . . . . . Hic murus aheneus esto.

Horat. Epist. Lib. 1. Ep. 1.V.60.

Sea la Religion un fuerte muro. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Entre los daños que ha causado al género humano el sistéma de la Lógica adoptado en nuestras escuelas, no merece acaso el ultimo lugar la separacion, que á fuerza de precisiones y abstracciones impertinentes, ha hecho de ciertas idéas esencialmente conexas y travadas entre sí. Acabo de leer en un libro el pasage siguiente: Ebene 3► El que considera la Religion como Christiano, llora su estado: el que la mira [252] como Filosofo, no se aflige: el que como Político, queda satisfecho. La extincion casi general de la fé, es un motivo de lagrimas para el Christiano. La indiferencia con que mira todos los motivos que determinan al bien, distintos del amor del bien en sí mismo, ahoga en el Filosofo el sentimiento que debia causarle el desprecio universal de la Ley. El Político prefiere las ventajas que saca el Público y los Particulares de lo exterior del culto, á lo que constituye su espiritu, y su esencia. ◀Ebene 3 ¿Qué absurdo mayor ni mas perjudicial, que los que comprehenden la segunda y la tercera de estas proposiciones? ¿Y de qué puede provenir, sino de separar las idéas de filosofo y de político de la de christiano, como si desmereciendose este titulo, pudiese merecerse alguno de los otros dos?

Ebene 3► La indiferencia con que mira todos los motivos que determinan al bien, distintos del amor del bien en sí mismo, ahoga en el Filosofo el sentimiento que [253] debia causarle el desprecio universal de la Ley. ¿Y qué entenderá este Escritor por el amor del bien en sí mismo? ◀Ebene 3 ¿Por ventura el amor del bien sin relacion alguna con el que ama? ¿Pero no es semejante amor una cosa que la misma Filosofia demuestra imposible, y que envuelve una contradicion manifiesta? Lo que conviene á nuestra naturaleza, lo que conduce á nuestra felicidad, esto es lo que se llama bien; ni otra cosa que esta conveniencia puede entenderse por tal palabra. Por eso es imposible que una Inteligencia dexe de abrazar lo que se le presenta como bien; porque no pudiendo menos de amarse á sí misma, no puede dexar de apetecer todo aquello que estime conveniente á su naturaleza, conducente á su felicidad. Por eso es imposible que se determine á lo que no juzgue un bien; porque todo aquello que no le parezca conducir á esta felicidad, ó lo que es lo mismo á la perfeccion y ampli-[254]ficacion de su sér, no puede hacerla impresion, ni moverla de manera alguna.

En una palabra, la idéa del bien envuelve necesaria y esencialmente la de esta conveniencia, ó para hablar con mas exâctitud, ambas son una misma. Asi que el objeto de la Filosofia no es inspirar al hombre el amor del bien, pues esta es una inclinacion que le es esencial, y que tiene por Autor al que lo es de su exîstencia. Su fin no es sino hacerle conocer qual lo es verdaderamente, rectificar sus idéas sobre este importante asunto, y manifestarle que la práctica sola de la virtud, es lo que conviene á la naturaleza humana, y la conformidad de nuestras acciones con la voluntad de aquel Sér que no quiere sino nuestra felicidad, que nada prescribe que no conduzca esencialmente á ella, y que es solo quien puede darnosla. ¿Cómo puede ser pues indiferente para un Filosofo el olvido y abatimiento de la [255] Religion que, supliendo á su limitada razon, disipa las tinieblas que encubrian á su debil vista el objeto de todas sus investigaciones y conatos?

La Religion es verdad inclina á la virtud por motivos de esperanza y de temor. ¡Pero qué esperanza! qué temor! No es yá la esperanza vil de un interés baxo, pasagero, y aparente; sino la noble de un bien eterno, verdadero, y que comprehende en sí todos los bienes. No es un temor de esclavo, que por huir de un mal pequeño y pasagero, ó que solo lo es en la apariencia, se expone torpemente al mayor de todos; sino un temor generoso, un temor digno de un sér dotado de razon, un temor, que bien considerado es el fundamento del verdadero valor. Porque éste, come me acuerdo haber dicho en otra parte, no consiste sino en el desprecio que se hace de un bien en la apariencia muy grande, para evitar la pérdida de otro, que le es en la realidad preferible.

[256] ¿Y se avergonzará la Filosofia de motivos semejantes? Sería en tal caso la mas vana de todas las ciencias. Porque la hermosura de la virtud, y la fealdad del vicio, ó son voces sin sentido, ó significan la conveniencia de la una, y la repugnancia del otro con la naturaleza humana. En tanto unicamente puede llamarse la virtud hermosa, en quanto su práctica nos hace felices: en tanto el vicio es torpe y feo, en quanto nos conduce á la miseria. Con que ó nada hace la Filosofia quando se esfuerza para hacernos conocer aquella hermosura, y esta fealdad, ó pretende llevarnos al bien por motivos de esperanza y de temor, como la Religion: y la diferencia está unicamente, en que descubriendonos ésta verdades, á que no puede alcanzar aquella, y aclarando nuestras idéas sobre nuestro verdadero bien, añade una nueva fuerza á sus motivos, presenta otros aún mas poderosos, ofrece medios mas seguros, y perficiona por de-[257]cirlo de una vez la obra por ella comenzada.

¿Cómo es posible pues, vuelvo á decir, que un Filosofo cuyo objeto es su felicidad y la del género humano, sea insensible á la decadencia de la Religion? ¿Cómo es factible que no gima al ver que los hombres cierran los ojos á la antorcha que debia guiarlos en la dificil y tenebrosa senda que siguen? ¿Cómo puede en fin decirse que un verdadero Filosofo no será jamás Antagonista de la Religion, pero que tampoco será su Martir? Bien lexos de esto, yo creo por el contrario, que solo el verdadero Filosofo puede ser Martyr de la Religion, porque solo es verdadero Filosofo el que conoce su verdadera felicidad, y solo el que la conoce puede ser martyr de la Religion, que se la asegura.

¿Pero qué diré de la satisfaccion que se atribuye al Político en la ruina de ella por sola la conservacion de lo exterior del culto? ¡Vana Política la que [258] se contenta con esto! Su objeto es sin duda la bienaventuranza temporal de los Pueblos. ¿Y en qué manera pueden contribuir á ella tales exterioridades por sí solas? Yo á lo menos tan distante estoy de comprehenderlo, que antes creo que lo exterior del culto quando no está acompañado de lo que constituye el espíritu y la esencia de la Religion, es directamente contrario á la prosperidad pública. El, por decontado, ha menester Ministros, que no sirviendo de manera alguna á la purificacion de las costumbres, como seguramente no servirian en esta hipotesi, vendrian á ser una carga enteramente inutil para el Estado: unos Ciudadanos, que como otros tantos zanganos se mantendrian á costa del trabajo de los demás, sin darles en recompensa cosa alguna. Por otra parte, para que subsistan las ceremonias sin lo que es el fondo de la Religion, es preciso que el vulgo imagine en ellas alguna virtud, que en tal caso no tie-[259]nen ciertamente: es indispensable que las crea capaces de borrar la fealdad de las acciones que mas repugnan á la razon, y de expiar los mas torpes delitos. ¿Y qué cosa mas aproposito, que semejante creencia, para multiplicarlos?

Mas yo quiero que nada de esto sea, y que en efecto proporcionen algunas ventajas al público y á los particulares. ¿Podrá negarse que la esencia de la Religion contribuye infinitamente mas, que sus exterioridades á la prosperidad del estado? Ebene 3► Diga Bayle lo que quiera, yo estoi firmísimamente persuadido de que una Sociedad compuesta toda de hombres intimamente penetrados de las verdades y máxîmas de la Religion, sería el mas floreciente de todos los Pueblos, y que los mas célebres Autores de Repúblicas ideales, nada imaginaron que pudiese compararse á esta. La prostitucion, el robo, la calumnia, el adulterio, el homicidio y todos los demás delitos que turban la paz y alteran la tran-[260]quilidad pública y privada, serian alli desconocidos. La Judicatura, y demás profesiones, que hace necesarias la malicia humana, se reducirian á un pequeñísimo numero de individuos, resultando de aqui el acrecentamiento de las clases productivas. No tendria entrada en ella la mendiguéz; esta afrenta de la humanidad, esta especie de pus del cuerpo politico, que contaminando insensiblemente todas sus partes, le conduce por grados á un estado de debilidad y desfallecimiento, de que apenas se puede esperar que convalezca. Seria el mas activo y mas laborioso de todos los Pueblos; y como lo seria por un principio muy diverso de la ambicion, y la avaricia, estaría esento de los desordenes, de que estas terribes pasiones son causa forzosa, y que tanto afligen á todas las naciones industriosas. Tu falta, ó Luxo, que en otra parte arruinaria infaliblemente la industria, y la poblacion con ella, no serviria alli sino para [261] aumentar la una con las producciones de la otra, á la qual conservaria siempre el odio solo de la ociosidad. Cómo no le atraherian la confianza y le conciliarian el respeto de sus vecinos, la buena fé y el espiritu de equidad que sería su caracter? ¡Quán apeteciole no haria su trato, su comercio, su alianza! ¡Qué formidables no serían á sus enemigos sus armas, manejadas por unas manos no venales, ó forzadas como las de ellos, sino movidas por un amor ilustrado de la causa pública, y lo que no haria jamás tomar el espiritu de dominacion, sino la propia defensa y la conservacion de los legitimos derechos! ◀Ebene 3

En una palabra, el gran punto de la politica, la mayor de sus dificultades, es convinar y travar de modo los intereses del Público con los del Particular, que los unos dependan necesariamente de los otros; que nadie pueda adelantar los suyos sin contribuir al mismo tiempo al bien comun, [262] y que quando cada individuo piense menos en sus conciudadanos, y crea ser su propia y privada utilidad el único fin, que se propone, entonces sea quando mas trabaje en beneficio de la República. La Religion no solo hace esto, rectificando las ideas que se tienen de los bienes temporales, y haciendolos considerar desde su verdadero punto de vista; sino que aun quando por un error llegue á imaginarse alguna oposicion entre el interés público y privado, hace á sus alumnos preferir el primero por la relacion íntima, que les manifiesta tener con un bien infinitamente superior á todos los bienes terrenos.

¿Cómo puede, pues, un Político despreciar ó mirar con indiferencia un auxîlio tan poderoso, y que le acerca á su fin tan ventajosamente? ¡Desgraciada por cierto la Nacion, cuya politica fuese tan ciega y limitada! y mas infelíz aquella todavia, cuyo Gobierno contentandose con las exterio-[263]ridades de la Religion, procuráse sostenerlas por unos medios que ella misma abomina, y que van directamente á destruir su espíritu y esencia! ◀Ebene 2 ◀Ebene 1