Sábado 16 de Junio de 1804.
Señor Don F. A. y G. Muy señor mio: Habiendo salido yo puntualmente, al sitio y hora señalados, y encontrado en él á mi buen señor, despues de los atentos saludos, &c. comenzó así:
Número 3. Citas debaxo del Olmo: Alabando la moderacion que observan en la critica de los dramas anteriores, lo qual no puede ménos de gustar á todo hombre de razon, no puedo aprobar del mismo modo la que tan agriamente hacen de las Citas debaxo del Olmo, aturrullando con sus tremendas cuchilladas á un joven de quince años, á quien á vuelta de algunas justas advertencias debieran haber animado á la aplicacion y estudio de los buenos modelos con la esperanza de que si en el día copiaba á Moratin: esto hubieran hecho sin duda nuestros maestros de Tartouf, el Misantropo, las Mugeres sabias, y la Escuela de las Mugeres; aunque el autor tenga una edad en que los mas estan jugando al palmo, ó á la gallina ciega. Es cierto que si no se critica con discrecion no habrá buen gusto, pero tambien lo es que si no se escribe mucho no habrá algo de bueno, como sucede en las demas naciones, pues en mi concepto seria un delirio el esperar que en un país en que solo se publiquen al año una docena de obras, salgan seis u ocho dignas de la inmortalidad.
La Muger varonil. Sin duda que les quedó á estos caballeros algun escrúpulo acerca de esta comedia, quando vuelven á estropearla de nuevo con la dulce repeticion de: no hay lógica, no hay conocimientos, no hay conocimientos, y no hay conocimientos, hasta cinco veces, que no sirven sino para dar á conocer que en echando el fallo censorio no puede apelarse de sus conocimientos furibundos: prescindo de lo castizo del tal conocimiento en este sentido, pues jamas ha significado en castellano viejo de Burgos y Toledo sino la accion y efecto de conocer; en otro asunto lo mismo que vale ó recibo, y en otro tiempo lo que ahora llamamos reconocimiento; pero lo que á mí me pasma es que habiendo tales vapuleos haya quien quiera hacer ni traducir cosa alguna; esto es ó mucho valor, ó mas cierto mucho desprecio de los espantosos truenos Literario-Memorialistas.
Necrologia. Tambien mueren gentes en
Número 4. Elogio fúnebre. Parece que estos señores se empeñan en que los lean solamente los franceses, pues que una gran parte de su obra es útil principalmente á estos. ¿Qué adelantará, por exemplo, con todo lo que dicen acerca del Elogio fúnebre, el que no tenga proporcion de comparar á escribientes, que por poco francés que sepan, parece saben aun menos castellano; de aquí el tener estos señores que esgrimir á cada momento su tizona, y de aquí la ninguna enmienda, porque en lugar de dárseles modelos en cada especie que imitar de nuestros autores viejos ó nuevos, se les dan franceses, como si se tratara de que el idioma mas rico, mas sonoro y mas flexîble á qualquier asunto quedase condenado únicamente al uso de verduleras y mozos de mulas. Muy bueno es saber muchas lenguas, pero es muy malo y vergonzoso el no saber la propia; muy bueno es saber el francés, pero es muy ridículo el que haya muchas personas en España que saben mejor este idioma que el castellano. Sepamos todo lo posible, pero dexando la extravagante moda de hablar en la Corte misma de España francés en muchas casas del riñon del Reyno. Hablemos en Castilla castellano.
Número 5. Este número está ya manoseado por el semiliterato Murciano, el que no dexa en verdad de acertar en algunas cosas, y me parece que la respuesta de los señores Memorialistas lo dexa en pacifica posesion, si exceptuamos la puntadilla de que vaya á estudiar gramática, retórica y lógica, y podrá llegar á saber algo, si es que tiene talento y disposicion para ello: lo que me huele á aquello de: mas es ella, no pudiendo aprobar ni el modo del Murciano, ni el de los Memorialistas, porque en fin todas las pullas del mundo no harán que Semiramis fuese la fundadora de Babilonia, ni que tenga razon el que no la tiene. Me parece, amiguito, que basta de conversacion por hoy. Fuése con efecto mi buen viejo, y yo comencé á creer que, aunque español, no era del todo estúpidos ignorante. Salud.
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Esta gracia espero alcanzar de la bondad de vmd., y que reconozca por su amigo al que se precia de serlo del Filósofo Cínico.
Querido
No puedo comprehender el origen de tu cobardía, me con-
No sé que satisfaccion pueda resultarte de verte envuelto en el mas horrible y despreciable ocio, sin vigor ni aliento para volver á la campaña: extraño que la República de literatos, que tanta grabitacion sostiene en el día, no haya dado las mas serias providencias para hacerte volver á tus respectivos deberes; pero si conservas todavía aquellos nobles sentimientos de virtud y docilidad que tanto te distinguian oye mis consejos, y dame gusto solo por esta vez. Bien sabes tu esclarecido origen, y que por línea recta desciendes de varones ilustres: bien convencido te hallas de tus superiores luces, y que tus gigantes fuerzas vencerán al primer acometimiento á esa caterva de antagonistas que te insultan; pues vamos á la execucion, dexa tu poltronería, abandona esos solitarios recintos, da instrucciones á tu querido can, carga con la ortera, toma el camino de la Corte, entra en
Hazte visible, y dexando las obscuras mazmorras que has elegido para habitacion, vuelve á tu subterráneo, y canta desde allí los famosos himnos que tanto explendor te han adquirido en todas las partes del mundo. Desecha tus temores y cobardía, cuenta con mi favor y ayuda, y consuélame manifestándote al público adornado de aquella serenidad y sabiduría que tu predecesor mostraba en todas ocasiones.
Agur amigo, hasta la vista, que espero sea pronto, para tratar con mi competidor Querol que desea conocerlo.
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Tú me dices has concluido la filosofía, y que si lo tengo á bien estás resuelto á estudiar medicina, como yo hice: yo no puedo dudar que el destino de los hombres en la sociedad debe ser tanto mas honroso quanto por él se hacen mas útiles á sus semejantes; tampoco puedo dudar que siendo el objeto del médico socorrer á sus semejantes en lo que mas les interesa en esta vida miserable como es la prolongacion de sus dias, la conservacion de su salud, la restitucion á ella quando se ha perdido, procurando conservar un justo comercio entre el alma y cuerpo para que puedan exercer las funciones de un hombre digno de tal nombre, es á la verdad el exercicio de dicha facultad digno de una alma sensible, y digno de una alma grande.
Mas por desgracia hijo mio (así debo llamarte) se mira con desprecio todavía al hombre que se afana por seguir un exercicio tan sagrado: ¡qué locura! ¡qué barbarie! Una facultad que teniendo necesidad casi de un entero conocimiento de toda la naturaleza (campo tan vasto y difícil al hombre), y aun de los efectos que las impresiones de nuestro espíritu producen en la parte animal para poder con acierto exercerla, siendo de tanto interes á los hombres, han de darle estos por premio al médico para que se desvele en instruirse en su bien, el desprecio.
No es este á la verdad el medio de estimular á los hombres al estudio de la medicina, el hombre trabaja llevado del aura popular aun mucho mas que del interes pecuniario, más estamos en la presente época careciendo absolutamente del primero, y no poco del segundo estímulo.
Tú fuiste educado con las mismas ideas que yo, no seremos semejantes del todo en ellas, mas será bien superficial la
: Es muy cierto que D.N. es verdaderamente noble, pero no se le debe reputar por tal á causa de ser médico, y de consiguiente haber perdido el fuero, con lo que todo el cabildo se conformó, y me dexáron sin nota de tal.
Yo he solicitado á varias señoritas de nuestra esfera, y todas, aun las mas pobres, me han despreciado para ser su esposo, á pesar de que sabes que mi mérito personal es mas que mediano, solamente porque soy médico.
Creerás no tengo mas que decir, escúchame. Todo aquel que estudia para médico, aunque salga el mas instruido, aunque se lleve todos los honores de los aficionados á las ciencias en su universidad, como á mí me sucedió, si no es por acaso natural de alguna de las grandes poblaciones, que en este caso se mete en su casa, y se va manteniendo con su mas ó su ménos hasta acreditarse, tiene forzosamente que irse á un pueblo corto de médico titular para tener su seguro sustento (porque los ricos tienen por baxeza estudiar para médicos) como sabes hice yo.
Y ¿quién da estas plazas de médico? ¿quien decide del mérito de los pretendientes? No debes ignorar que el ayuntamiento secular, mejor diria que el tio Juan ó tio Melchor, mandon de cada pueblo, á cuya voz están no solo el ayuntamiento, sino es todos los que aspiran á estos empleos, que regularmente son tantos como vecinos hay; cosa á la verdad poco meditada de los hombres, pues así como serian indecibles los perjuicios que se seguirian á las almas en dexar al arbitrio de los ayuntamientos elegirse un Párroco de entre los sacerdotes, es indecible el perjuicio que se está siguiendo de dexartes el arbitrio de elegirse un médico, á cuya pericia se han de confiar las vidas y salud de todo el pueblo, pues es evidente se elige siempre al que consigue una carta de empeño para el tio Melchor, papá del pueblo.
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Se recuerda a los Subscriptores de las Provincias que cumplen á fines de este mes, que concurran cón tiempo á las Librerías en que han subscrito á renovar la Subscripcion, y no experimenten atraso en el recibo de los Números, pues el que no avisare que continua, no los recibirá. El abono por los tres meses es de veinte y quatro reales, francos de porte, á razon de ocho reales por cada mes.
Con Real Privilegio.
En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.