Zitiervorschlag: Antonio Mauricio Garrido (Hrsg.): "Segunda Carta, que Contiene una Materia muy Curiosa sobre nuestros Absusos mas Comunes", in: El Amigo y Corresponsal del Censor, Vol.1\2 (1763), S. 31-56, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.627 [aufgerufen am: ].


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Segunda Carta,
que Contiene una Materia muy Curiosa sobre nuestros Abusos mas Comunes:

Ebene 2►Brief/Leserbrief► Señor Pensador:

Metatextualität► Muy Señor mio, mal contentos tiene Vmd. à los Españoles con lo que dice de las Fiestas de Toros: hay quien las defiende à capa, y espada, assegurando que es una cosa muy útil para hacer à los hombres ágiles, fuertes, y aficionados à el valor, y espiritu guerrero, y combatidor, que insensiblemente infunden semejantes espectáculos, para cuyo fin inventaron los Romanos los suyos en el tiempo de sus gloriosas Conquistas. Yo no me quiero meter en nada de esto, porque Vmd. sabrá mejor que yo lo [32] que se hace; solo si sé, que con essas, y essotras todas las Naciones cultivadas están llenas de afeminacion, y dominadas de un espiritu pusilánime: por cuya razon en esta mi segunda Carta consulto à Vmd. mi sentir en semejante materia, dando, si me fuere possible, una idéa de los verdaderos motivos, que han originado este grave perjuicio en la mejor porcion del Mundo descubierto: la consulta, es como se sigue: ◀Metatextualität

Ebene 3► Allgemeine Erzählung► Si fuesse possible traer à los hombres à un mismo universal sentimiento, y hacerlos que viesen clara, y distintamente los perjuicios que les acarrea el actual systéma, à que la costumbre poco à poco introducida ha sujetado sus fuerzas, y [33] dotes naturales; cada qual se espantaría de sì mismo al ver cómo por una insensible condescendencia, hallandose privados por influxo del arte de la robustéz primitiva de la naturaleza, no solo se hallan esclavos del actual artificio, sino que abrazan, y solicítan con ansia el veneno de las inútiles precauciones, como triaca, que conserva su salud, su robustéz, y comodidad.

Ebene 4► Allgemeine Erzählung► Vive el hombre continuamente sujeto, ò à su mismo capricho, si le considera de una esfera superior à los demás hombres, ò à el ageno, si le mira mas autorizado, que el suyo; y sobre el verdadero conocimiento de ser mortal, y de que nuestros humores, y enfermedades se hallan sujetos à el influjo, y alteracion de los tiempos, todo su [34] afán se reduce à cubrir con el arte los flancos, que considera en la escasa fuerza de la naturaleza, y desconfiado de su misma complexion, quiere reparar anticipadamente las ruinas imaginarias, que su melancolía, y observacion pusilánime le dicta.

Cada hombre vá enseñando à los demás este arte de la desconfianza, y el miedo, añadiendo cada uno de por sì un nuevo descubrimiento de vana, y ridícula precaucion: los padres crian à los hijos sobre el pie de este método, el qual, hecho naturaleza en su successor, inventa este sobre la doctrina de su Maestro quanto le dicta su melancolìa, y el exemplo de los demás hombres.

Los mas poderosos son los principales Cathedraticos de tan estendi-[35]do systéma, creyendo à la adulacion de aquellos hombres à quienes la propia necessidad obliga con la industria à inspirar nuevas necessidades sobre ellos, à titulo de comodidad, diversion, lucimiento, fausto, obstentacion, y remedio, en el descubrimiento de los nuevos texidos, dibujos, symetrías, Coches, Sillas, Carrozas, guisos, bebidas, adornos, estufas, vidrieras, y otras mil cosas de las máquinas, que vemos nuevamente cada dia inventadas.

Vén los infelices del Mundo, que por su propio descuido, ò por el de sus antecessores se hallan escasos de aquello que es necessario para passar la vida sobre el pie del actual systéma en que se halla su constitucion, y su porte, no descubren modo de que los Poderosos alivien su desgra-[36]ciada suerte de otra manera, que haciendolos igualmente necessitados por industria: observan sus apetitos; y valídos de la ocasion, que les ofrece los antojos, que son tan regulares en hombre ocioso, y sobrado, infunden una necessidad vana, è infructuosa en las maniobras, que su miseria les dicta, sacandoles el oro, y la plata por el ligero trueque de unos papeles, plumas, dibujos, y mamarrachos.

Digo nueva necessidad, y de tal la gradúo: ¿Pues qué Gavinete de Poderoso se podrá hoy presentar en el Mundo con otra figura, que no sea aquella misma de los demás Gavinetes, y especialmente de los de aquellos, que son tenidos por hombres cultivados, y curiosos, y que à titulo de tales dán la ley en [37] semejantes idéas, mirando con tanta necessidad este ridículo lucimiento, como el pobre mira los utensilios de su propio alimento, y decente vestido?

¿Qué muger medianamente acomodada no mira hoy con ojos de la mayor necessidad el adorno costoso de las piedras, el lustre de la seda, y el perfil de mil generos de encage, siendo necessario para que el abanico haga buen ayre, y socorra la verdadera necesidad del calor, que las figuras sean de Roma, el varillage de París, y el montado de Londres, cargando à titulo de moda con un trasto, que es mas delicado que el ayre mismo, y llevando sobre sí un perpetuo cuidado de que no se les quiebre? Comparémos para el verdadero efecto el ayre que puede ha-[38]cer semejante mueble, con el que hace un gran sombrero de un hombre natural, que acalorado de trabajar, ò andar à caza, le mueve con aquel espiritu que necessita, y hallarémos propiamente tanta distancia, como se suele decir, de lo vivo à lo pintado.

¿Quanto daría que reir si se reflexionasse, como es justo, la necessidad que han establecido las señoras sobre el apoyo de unos tacones tan distantes de la figura natural de los pies, que además de parecer espolon de gallo, la inventora de semejante desatino no sé cómo se avendría con ellos, y acaso daría mas caídas, que passos, sacando el cimiento natural de su quicio, enmendando la naturaleza, y diciendo à Dios en un cierto modo: Vé aqui [39] como debierais haber hecho los pies de las mugeres de nuestra distincion, y nuestra classe? Yo quisiera preguntarlas, y hacer que me dixessen la utilidad de semejante invencion, qué abrigo, qué comodidad, y qué decencia les acarréa? porque yo creo, que el pie vá fuera de su quicio, oprimido, molesto, poco firme, y en falso, haciendo un ruido desmedido, y violento, siendo por todas partes sentidas, y no pudiendo guardar secreto en sus passos, si les conviene.

¿Pues qué dirémos de los distintos ayres, y cortes de los vestidos de uno, y otro sexo? Viene un año una moda de grandes tontillos en las casacas, y parecen los hombres Aguilas: otro año, con la variedad de colores, parecen Papaga-[40]yos: otro viene la moda de las pieles, y parecen Tygres, y Leones, de suerte, que solo creo que tienen la idéa de no parecer hombres, y avergonzados, sin qué, ni para qué, de su misma figura, ponen todo su connato en que el pie no parezca pie, el brazo brazo, el cuerpo cuerpo, y la cabeza cabeza: esta infelíz de la figura de cola de Golondrina en el antiguo peynado, ha passado actualmente à la de testúz de Mochuelo, y de aqui irá corriendo, sin intermission, por toda la configuracion de las aves, animales, y peces, si les fuesse possible à las inventoras imitar sus escamas; y si daría mucho que reír vér à un animal vestido de hombre, ¿quanto dará el vér un hombre vestido de animal?

[41] ¿Podría nadie imaginar, conservando su sano juicio, que una señorita delicada, cuyo cuerpo apoca regularmente la misma naturaleza, y cuya configuracion afeminada es el caracter distintivo de su sexo endeble, y pusilámine [sic], inventasse un bulto tan desmedido, y corpulento como un tontillo, con el qual la idéa de agradar à los hombres se convertiria en motivo de espantarlos, si ellos no tubieran por su estragado gusto tan hueca, y vana la cabeza como ellas tienen las faldas? Yo no sé cómo se compone el que tales personas puedan huír de aquellas armazones con que la gente moza, y festiva suele vestirse de fantasma, para poner miedo de noche à todo un barrio, y no lo hagan de iguales bultos, llamando solamente [42] marciales à aquellos hombres, que gustan de semejantes tiendas de campaña.

Yo no repruebo la idéa, y descubrimiento de un Sastre en una moda, que perfeccione el abrigo, la modestia, decencia, y libertad de un vestido; porque à la verdad no se puede dudar, que hay necessidad de vestirse, por los motivos de estár abrigados, y decentes, y que el pecado de nuestro primer Padre nos trajo esta pension como una especie de silicio, con que continuamente estubiessemos purgando nuestra culpa; y yo pregunto ahora, ¿habrá en Parìs, ni Londres alguno de la habilidad de aquel primero, que vistió à nuestro Padre Adán, para modelo, y dechado de un hombre natural, que solo debe cuidar de cu-[43]brir, y reparar los efectos de la culpa con la modestia, y el abrigo? Yo creo, que no habrá quien lo diga; ¿pues à qué viene querer enmendar à este Soberano Maestro la plana? ¿à qué la idéa de hacer adorno del silicio? ¿y à qué, mas propiamente hablando, hacer gala del Sambenito?

Yo no quisiera mas que saber qual fue la primitiva tyrana, que inventó el martyrio de taladrar las orejas, que la naturaleza nos dió buenas, y sanas, para poner en ellas unos perros de presa de oro, ò plata en el uso extravagante de los pendientes: yo se lo hubiera agradecido, si hubiera sido con la idéa de sujetar su locura; pero ella no ha sido otra, que la de aumentarla de modo, que hoy se vé colocada sobre el mas alto punto de vanidad, y profusion, [44] hallandose yá algunos de estos trastos inútiles sobre el pie de un precio tan desmedido, que causa admiracion el considerarlo.

Haga una señora la experiencia de abrigarse en el campo, quando tenga mucho frio, con unos pendientes de diamantes del valor de dos millones de pesos, procure defenderse del viento, acuestese sobre ellos para reparar el cansancio, comaselos para remediar el hambre, bebaselos para refrigerar la sed, fortalezcase detrás de ellos para defenderse de sus enemigos, calceselos para no recibir daño en los pies, monte sobre ellos para hacer cómodamente un viage, apliqueselos por medicina en qualquier accidente; y para todas estas urgencias los hallará infructuosos: ¿Pues de qué sirve un [45] trasto, que de nada sirve? ¿Es otra cosa esta invencion, que una moda de dár mucho dinero por el trabajo de llevar colgando de las orejas un peso inútil, que molesta, y enfada, acarreando codiciosos, y ladrones, los unos de la hermosura del dueño, y los otros del valor de las piedras? ¿Es otra cosa, que un arte desdichado de emplear en su fábrica una gran porcion de hombres de la República de buena habilidad, índole, y honradéz, la qual podrian exercitar, con mas utilidad de la Patria, en los adelantamientos de la Agricultura, Estofas precisas para el uso necessario de los hombres, Arte de la Guerra, y otras mil cosas, sin las quales no puede passar el Público de ningun modo?

¿Por ventura sirve de mas, que [46] de dár un desmedido imaginario valor à ciertas, y ciertas configuraciones de metal, que unas veces por remedar la hoja de un cardo, otras por figurar una rosa, otras por imitar una rama de peregil, ò cosa semejante, no hay dinero para pagar los Artifices, los quales, en vez de conducir un arado por la superficie de la tierra, están arañando todo el dia la de un papel con sus lapiceros, echando lineas, inventando dibujos, maquinando ramajos, ideando filigranas, y dando precios figurados à quatro piedras resplandecientes, verdes, blancas, ò coloradas, poniendolas por su antojo de manera, que no hay dinero con que pagar lo que el gallo de la fábula despreció por un grano de cebada?

¿Y qué dirémos de la ridícula [47] pretension de querer hacer jardines enteros sobre la cabeza, con el adorno de ramos, flores, plumages, y piochas? Yo no reprobaría un adorno, que tubiera alguna proporcion con el natural; ¿pero qué cosa mas distante de la figura del pelo, que un ramillete verde, azul, ò morado? un cintajo enroscado en figura de culebra, y cosas semejantes, que mas espantan la atencion de un hombre de juicio, que agradan, y recrean la vista de un Petrimetre, queriendo dissimular con la multitud de piedras preciosas las flaquezas de la naturaleza, haciendo creer à los ojos de los insensatos, que es un mineral de diamantes, lo que en la realidad suele serlo de aquellos infectos, que nadie ignora, y tanto nos molestan?

[48] El aséo es una cosa muy precisa para los hombres, y una prenda, que desde luego supone una buena crianza, y por lo regular un interior igualmente limpio; ¿pero qué tiene que vér con el aséo la invencion de tanta vagatela? ¿Para qué conducirá el uso extravagante de los vuelos de las mugeres, y bueltas de camisola de los hombres, cosa en que hoy se gasta tanto dinero con tan poco lucimiento, y duracion, en cuyo descubrimiento se han desvelado tanto los Artifices Estrangeros, que parece incréible, que pueda ser obra de sus manos una tela, cuya delicadeza pudiera admirar à la naturaleza, si ella misma no inspirára por instinto otra labor mucho mas fina, y mas delicada à una cosa tan despreciable [49] como las Arañas, dandose por muy contentos, y premiados los hombres con poder competir en algo con estos animalitos, formando empeño de imitar à un insecto los que nacieron para imitar en cosas mas superiores à los Angeles, cuya bajeza de espiritu admirarìa à los mismos animales, si su instinto hallasse un paréntesis de razon por un tato? ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 4

De todo esto, y de otras mil cosas, que no digo, porque no hay tiempo para tanto, y porque son ciertamente bien sabidas, nace el que los hombres forman un espiritu apocado, y pusilánime, haciendo de sí insensiblemente un tan bajo, y extravagante concepto, que caen luego por naturaleza en otros yerros mas perjudiciales à su salud, y robustéz, como dije al principio. [50] Por exemplo: Empieza un hombre, à titulo de decencia, lucimiento, y moda, à cargarse de sayos, y ropages finos, assi interiores, como exteriores, y además de no serle possible, despues de mucho tiempo, resistir la variedad de temperamentos sin el superfluo abrigo, que yá hizo necessidad la costumbre, por el contacto de la fina superficie de las ropas delicadas, se hace igualmente fina la del cutis, adquiriendo una tan delicada configuracion, que toda intemperie la penetra, haciendose en nosotros infructuosos los efectos, que la naturaleza intentó reparar con nuestra piél, con el mismo connato, que lo hace con la de los brutos, y cortezas de los vejetables, abriendonos nosotros mismos con nuestras invenciones una puerta [51] franca à nuestros achaques en la delicada configuracion de los poros.

Esto se vé prácticamente entre las gentes del campo, que cuidan poco de su abrigo, y comodidad, y las de la Corte, que tienen puesta toda su atencion en este infructuoso conato: ¿con quanta facilidad contraen estos en la alteracion de los tiempos, al mas ligero descuido, constipaciones, rehumas, y aun gravissimas, y freqüentes enfermedades? ¿y con quanta robustéz resisten los otros à pecho descubierto las tempestades, los grandes frios, y calores de las estaciones mas rígidas del año? Las gentes de las Cortes, y las que procuran imitarlas, solo intentan regularmente trocar las mutaciones del tiempo: en el Invierno hacen Verano de una estufa, ponien-[52]do sus habitaciones de modo, que se suda mas dentro de ellas con el calor de las Chimeneas, y Braseros, que se puede sudar al Sol en mitad del Agosto: en el Verano, hacen Invierno de unas piezas bajas, cuyo cuidado llega à conseguir, que resida en ellas el frio de Diciembre; y de esta suerte, siendo de contraria opinion à la naturaleza, la tienen regularmente por enemiga, y al fin ella hace en semejantes partidarios el estrago, que cada dia vemos en sus complexiones endebles, achaques habituales, muertes repentinas, y otras mil desgracias, que la experiencia nos enseña cada dia.

¿No me dirán para qué exercicio de robustéz estarán proporcionadas las manos de un hombre todo entregado à la precaucion, que ja-[53]más se vén fuera de los guantes, ò el manguito, y mucho mas si tiene los dedos embarazados con el adorno de ricas, y exquisitas sortijas, cuyo gusto femenil dá bastante indicio de su apocado espiritu, haciendo por este medio extravagante, infructuosos los remos, que puso la naturaleza para el expédito manejo, y gobierno de nuestras urgencias, solicitudes, y defensa?

A proporcion que se vá disminuyendo el artificio en los Pueblos, vá creciendo la robustéz, la salud, y la vida; y si no, empecemos por la Corte, en donde los hombres viven con mas arte, y precaucion, que en las Ciudades, y verémos, que en ella son mas freqüentes los achaques, la poca robustéz, y firmeza de salud, pues solo el semblante descolorido, y [54] amarillo de las gentes, y su estatura apocada, puede ser el testigo de mi verdad, y el indicio de que viven en el purgatorio de los afanes del Mundo. Passemos à las Ciudades, y hallarémos en ellas enmendada la salud de los hombres; pero no del todo, porque han participado de la Corte algun caudal de precaucion, aunque atrasado. Passemos à una Aldéa, en donde los hombres viven mas confiados en los brazos de la naturaleza, abandonados à la intemperie, en donde el rigor de las estaciones ha formado escama sobre su cutis, y como si dijessemos una corteza del Arbol racional, y allí verémos la robustéz, la fuerza, la complexion, la salud, y la vida en un punto, grado, y duracion mas aventajado, que en la Corte, ni en las Ciudades.

[55] Por otra parte: hace un hombre costumbre de andar en Silla, ò en Coche, cuyo movimiento, por no ser conforme à la graduacion de los resortes naturales de su cuerpo, estos se desordenan, y sienten la continua violencia de hallarse siempre guiados por otro gyro de trabajo, que por aquel para cuyo fin fueron hechos: no puede al mismo tiempo la naturaleza sacurdirse de aquellos residuos, y depósitos, de que regularmente se alivia por medio del natural exercicio; de donde nace, que semejantes gentes contrahen una naturaleza achacosa, y delicada, y disfrutan una vida poco larga, y mal sana.

A lo qual no contribuye poco el uso desmedido de las viandas exquisitas, cuyo punto se tratará mas adelante en otro Discurso; y baste [56] por ahora este pequeño espejo, por donde los hombres puedan vér en el semblante desfigurado de sus idéas, máquinas, y artificios, los defectos, y fealdades, que ellos preocupadamente imaginan, que son perfecciones, que los hermosean, queriendo enmendar el semblante hermoso de la naturaleza con unos lunares, que la obscurecen, abaten, y debilitan. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 3 ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 2 ◀Ebene 1