Los males, sobre que mas he reflexionado estos dias, son la ociosidad, holgazanerìa, negligencia, è indolencia aun de sì mismo, que todos se refunden en su primera madre la pereza. Està
Macrobio, un Caballero de los mas esclarecidos, con seis, ò siete mil ducados de renta. Su trèn fuera decente para un Grande: su mesa mas abundante, que culta. De las funciones repetidas, que sin motivo urgente tiene en su casa, pudiera servirle alguna el dia que casára à un hijo; pero despues de toda esta profusion, no puede Señorìa: que se tuteen con los de su classe, aunque puedan ser sus abuelos. Singularmente el Primogenito lee muy mal, y escribe mucho peor; pero sabe quál es mejor Cochero; quál mula es mejor para guia: quál para tronco: si es mejor el tiro de su padre, que el del Marquès Fulano; y otras erudiciones de esta importancia, como tocar un guitarrillo, y fumar con los Lacayos en la caballeriza.
Es verdad, que fuè su Ayo un Estudiantòn, nacido, y educado en una Aldèa de su Señorìo, que quando le tomaba la leccion, ¿està Vm?. . . . . sì Señor. . . . . con que. . . . . pues. . . . . como iba diciendo. . . . . Sus terminos mas proprios, y cultos eran el omenage por el menage de la casa: què sólido està este sitio, porque solo, & c. Era tan Latino, que tartamudeaba un Canon del Concilio de Trento; y para explicar en Latin esta expresion: Sobre que hace frio, decia muy satisfecho: Super que facit frugus. Sabìa, mas de memoria, que de entendimiento, algunas definiciones del Larraga; y toda esta ciencia decia que le sobraba para ordenarse, y obtener el Beneficio de su Lugar, al que aspiraba con el empeño de su Señor. Pero sabìa muy bien quándo se havian de comprar los RR à una guitarra, tocando la Jota, y echaba un corrido del Guapo Francisco Estevan, con una voz, que la embidiaban los gañanes de su Aldèa. De este Maestro tomò la cultura (yà se vè si correspondiente à su nacimiento) el Señorito; y aunque en el tiempo, que se le buscaba Ayo, se ofreciò un Eclesiastico de muy honrado origen, pero pobre, virtuoso, bien civilizado, docto, y erudito; porque el trato, y el sueldo havian de ser mas, que de un merè criado, y mucho mas, porque le hablò al niño sin darle Señorìa; no lo admitiò el señor Don Macrobio.
Supongo, que en una funcion Parantur Dominis, serviunt vobis: Se fabrican para los dueños, y os sirven à vosotros.
Todo esto se remediaba con Cortijo; quiero decir, supiera por menor las piezas, y valor de sus Mayorazgos: los entregára con su cuenta, y razon à un Administrador fiel, y economico, (que no faltan hombres de bien, en queriendolos buscar) ò los administrára por sì, ayudandole un criado antiguo, experimentado, y leal (que tambien hay de estos en casas, donde son Criados, y no esclavos à remo, y sin sueldo): los distribuyera con aquella economìa, que es virtud, no con la que degenera en mezquindad, y codicia. El que gasta un poco menor de lo que tiene, es prudente: el que todo, loco; y el que mas, ladron. Por esso se dijo, que ninguna cosa es tan necessaria, como saber lo que es necessario.
¿Mas cómo es esso de que sea economico el señor Don Macrobio? ¿Es acaso su Señorìa Especiero? ¿Ha de tener libros de cuentas, como si fuera un Comerciante? No faltaba otra cosa, sino que se le fuera todo el dia en un despacho: esso es bueno para hombres de otra esfera, y que no tienen que hacer otra cosa; pero su Señorìa està muy ocupado, y no tiene hora suya. La cama lo ocupa hasta las diez, ò las once ite Missa est, como el que rezaba el Rosario en un Ave Maria: luego hay que hacer tantas visitas, como un Medico en el Otoño, aunque alguna no es de Medico. Buelve a casa rebentando las mulas; y son yà cerca de las dos quando se sienta à la mesa. Levantada ésta, es menesterque los Cocheros coman muy de prisa, ò no coman, porque và su Señorìa à la Comedia. Sale de aqui al Passéo, de donde lo echa la noche, ó al Convite, que ocurre, ò à la Casa del Juego, ò la Tertulia de su Cortejo, hasta cerca de las doce, que entra en su casa alborotando los Criados, postra dos del sueño, si no de la ham-
En esta vida tan activa, y laboriosa lo criaron: en la misma cria à sus hijos: estos criaràn lo mismo à sus nietos, y assi seguiràn estos holgazanes tan afanados, como Sisypho con la eterna tarèa de subir, y bajar, y fatigarse en hacer nada.
El medio de salir de esta condenacion era, (como yà diximos) que el señor Don Macrobio se aplicára à cuidar de sus interesses, sin que por esso le faltasse el tiem-
Pero los empeños de la casa no pueden sufragar à estos gastos; y quando pudieran, lo mismo es hablarse de que el Señorito ha de salir fuera, que dárle un desmayo à su madre: que ponderar el Medico cohechado, que el niño no tiene robustéz para las fatigas del camino, ni las tareas de los Estudios, ò las Armas. ¿Para què es esso? (dice su madre) ¿Lo necesita para comer? ¿Tiene que ser mas, ni necesita mas honra, que ser hijo de Don Macrobio? De este modo se queda el Señorito à Macrobio tengan que aplicarse à oficio, ò servir tal vez à los nietos de los que sirvieron à su abuelo.
Agelio, un Hijodalgo muy antiguo, con un Vinculo corto, que bien administrado, le rentaría siete, ù ocho mil reales; pero que
Don Agelio (dicen algunos) es un Angel: no tiene hiel aquel hombre. ¡Què callado! ¡Què juicioso! Esto es juzgar por las exterioridades. El que aprueba un Agelio, no hemos de atender à lo que calla, ò dice, sino à lo poco que hace, y lo mucho, que deja de hacer. Yo vèo en èl aquel poltron desabrido, que pinta Horacio:
estàr una hora, ni ocupar honesto
tus ocios; y aun errante, à tì molesto,
huyendo vàs de tì, como enemigo.
Este es Don Agelio, que apenas se levanta, quando sale de su casa para encerrarse en la agena; quiero decir, en la de un Amigo, que tiene una hermana no mal Agelio muchas veces con rabia, y murmuracion de los criados: entra, y se deja caer en una silla, donde yà se cruza de brazos, yà deja caer flojamente sobre el muslo la una mano; y entre la chupa, y el seno pone la otra: cuenta las vigas del techo, los ladrillos de la sala: mira al quadro de en frente: la labor del friso; y assi vagando, se melancoliza de verse solo consigo. Inclina la cabeza sobre el pecho, ò la sostiene con la mano, a assi se està, hasta que entra la Señora pidiendole perdon de haverlo dejado solo, por la precision de acudir al gobierno de su casa. Agelio. ¡Què modestia! Pero no es sino alegria, que le sale al semblante, de que tiene yà en frente, para pasto de sus ojos, lo que ha venido buscando desde su casa. Vè aqui la sola, y continua ocupacion de nuestro hombre: si Don Macrobio era el Sisypho, Don Agelio es el Tantalo; porque ese es su afan aquel dia, el otro, y el otro, y todos lo mismo. En todo el año solamente come, y duerme en su casa, y vive sentado en la agena: tanto, que haviendo ido à buscarle varias veces à su casa una parienta suya para no sè què negocio, cansada yà de no encontrarle, dicen, que le dejò una esquela con este requiebro:
Don Agelio Fiebras,
que nunca en tu casa estàs:
¡quièn estuviera en tu casa,
para no verte jamàs!
Agelio, si oyera esta cencura) ¿què he de hacer? Yo estoy contento con lo poco que me dán mis Arrendadores, que aunque no es lo que necesito par mantener mis obligaciones, por no afanarme, passo gustoso mis estrecheses. Yo no entiendo de negocios: yo no quise acabar de estudiar, ni sè mas, que leer, y mal escribir: yo no tengo gusto, ni en el juego, ni en el passéo, ni en otras concurrencias, sino en casa de mi Amigo. ¿Pues en què quieren que me ocupe?“ Agelio. Miren como sabe hablar. A ningu-
Pero aqui de lo racional. ¿No sabe leer el señor Don Agelio? Assi lo confiessa. ¿Pues por què no lee, no digo yo Obras, que necesiten un lector habil, sino un libro de Historia? Apliquese à ella primero por mera diversion que una vez cebado en ella, se irà instruyendo sin sentirlo, y à pocos dias sacudirà el letargo, ò no ha de ser racional.
Agelio; pero mas pobres, que al fin consiguieron algunos doscientos, ò trescientos ducados en este, ò el otro empléo, que, correspondiente al sueldo, no les dá tanto que hacer, que no les deje sobrado ocio para emplearlo dignamente en trabajo, que, ò los adelante, ò los instruya. Antes de su acomodo eran tan activos, que no omitieron medio para su establecimiento; pero luego que faltò aquel impulso, parò la rueda; pues blasonan-
Apenas despacha su tarèa, quando se presenta en los sitios, públicos. Yá sale de esta tienda: yá entra en la otra: yá se llega à este corro: vá trás del otro Amigo, que acaso passa: recorre sus visitas, &c. y si todo esto no es su ocupacion, lo es la casa de Juego, donde perdiendo mas de lo que gana, y haviendo de mantener el vicio, y el vestido asseado de petimetre, ò de majo, y sus obligaciones, si las tiene, viene à perder su estimacion, y el empléo.
Alcímedon, un Artesano de los mas famosos. Qualquiera pieza trabajada de su mano es con razon mas pagada, que las de los otros de su mismo Arte; pero en el dia, que toma una porcion ¿A mi hijo lo havia yo de poner à esto? Primero le cortára las manos; y sin examinar, ni su genio, ni su vocacion, le obliga à tomar destíno, que lo suele hacer infelíz. La República pierde un insigne Artifice, y èl no adelanta su casa.
Es de mas consequencia este desorden, que lo que parece, porque de este abandonado enjambre salen despues los mal trabajadores, los holgazanes, los vagos, los que llamamos de la vida ayrada, los ladrones, y (los mas inocentes, y no menos peligrosos) los pordioseros, y mendigos, que vistiendo su holgazanería con el trage roto de la miseria, abusan de la piedad del comun, con perjuicio de los verdaderos pobres, y son unos estafadores públicos. Todos estos, no solo son inutiles, sino perjudiciales al Estado; y aunque el Gobierno ha tomado siempre providencias, como la raíz del mal es tan inveterada, estendida, y profunda, remedia lo que puede; pero no lo puede todo, porque este es un mal, que ha de empezar, á curarlo el mismo que lo padece; y al hydropico, que se regala con el agua, no lo sanaràn
Me ha hecho ponerme serio, y melancolico la malignidad de las demás Naciones, que notan al Español de tardo, y perzoso; y para guisarnos esta satyra con mas pimienta, dicen, que Esto sì (exlamò): yá conozco esta tierra: esto està como yo lo dexè.
Aquellos, de quienes hemos hablado, yà tienen la ocupacion de hacer algo, aunque esso mismo es hacer nada. Servilio, hombre de talentos, hombre de talentos, que acreditò bastantemente quando fuè O Servilio! ¡Tú solo sabes vivir! Pero Seneca, que al ocio sin letras llamò Sepultura de un hombre vivo, calificaba de otra fuerte aquella inaccion: Servilio (decia) no sabe vivir, sino estàr escondido; y passando cierto dia por la misma Casa de Campo, dixo, señalandola, à los que lo acompañaban: Aqui yace Servilio.
Vitelio, primogenito de la pereza. El no habla mal de nadie, porque no abre su boca, sino para comer, y bostezar. Para èl no hay A Dios (dice) se le hace la corte de rodillas, al Rey en Piè, y al Demonio en el canapè. Sacamos en claro, que este animal de la pocilga de Epicuro existe solamente para comer, y dormir; pues sea di-
por nada mi Don Crispin:
mas vale mi Asno, que al fin
come bien, pero lo gana.
Finalmente, moralizando mas este punto, acordemonos, que (segun la Religion nos enseña) el hombre fuè criado para obrar: que cada uno en su destino, segun su estado, y condicion, tiene mucho que hacer para con Dios, para sí, y para con el proximo, y que descuidando qualquiera de estos tres respetos, cargará sobre èl un sinnumero de miserias.