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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso CXXXIII", in: El Censor, Vol.7\133 (1786), S. 13-30, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.537 [aufgerufen am: ].


[13] Ebene 1►

Discurso CXXXIII

Zitat/Motto►  . . . . . Turpi Fregerunt saecula luxu.

Juv. Sat. VI. v. 299.

Corrompiéron los siglos con el luxo. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Ebene 3► Brief/Leserbrief► Señor Censor:

“Muy Señor mio: embelesado de que un hombre del talento de Vm. y tan inteligente en la materia, haya hallado dignas de comunicar al Público mis quatro Cartas sobre el Comercio, lo qual me parece á mí ser una tácita aprobacion de quanto en [14] ellas discurrí; me alienta esto para volver á tomar la pluma, aunque sea no ya para comentar alguna de sus proposiciones, ántes sí para impugnar á Vm., ó á lo ménos explicarle. Confio que Vm. publicará tambien esta y las demas Cartas que sobre el asunto le remitiere: lo primero, porque no encontrará Vm. en ellas cosa indigna de un impugnador honrado que tan solo busca la verdad: lo segundo, porque aunque estas matearias no agradan al mayor número de sus lectores, tampoco les agradaban mis otras Cartas, ni tampoco les han agradado los quatro excelentes Discursos que acaba Vm. de publicar sobre el luxo; porque sin duda no se ha propuesto Vm. solo divertir, sino ser útil; ó si quiere aquello, no es sino con relacion á esto: lo tercero y último, porque mi impugnacion recae sobre dichos quatro Discursos, los quales, así como mis quatro Cartas se enderezan á un fin mucho mas necesario de lo que comunmente se [15] piensa; esto es, á hacer ver y palpar á qualquiera que quiera tomarse el trabajo de exâminarlo, que es vano todo proyecto de aumentar nuestra riqueza y poblacion, sin permitir, á lo ménos en parte, la libre circulacion de los bienes. Mas digo: que es vano todo medio de mejorar nuestras costumbres, y cortar todos los vicios que consigo trae necesariamente el luxo, sin dar un golpe al estanco de las riquezas.

Ebene 4► Sí, Señor Censor; diga Vm. lo que dixere, el luxo, el luxo es la peste de los individuos, la peste de los Estados, la peste del género humano. Es la causa de todos los males morales que hay en el mundo, y me atrevo á decir que de todos los males que llaman físicos. El luxo nos hace débiles, enfermizos desde el momento mismo de nuestra generacion; porque lo fuéron igualmente nuestros padres. Si no hubiera habido luxo, no hubiera ahora entre nosotros ni gálico, ni viruelas; y si no lo ha-[16]biese ahora, ya se hubiera extinguido, á lo ménos el primero de estos males. Por el luxo trabajan unos mucho y comen poco: trabajan otros nada y comen mucho; y así esto como aquello es igualmente perjudicial á la salud. Por el luxo la tierra no se cultiva como podia y debia cultivarse; ó se fuerza en su cultivo á la naturaleza. ¿Y quién sabe quánto puede esto variar la atmósfera, influir en ella, y así en nuestra salud? ¿Las mas de las enfermedades no nos vienen del ayre que respiramos? ¿Pues cómo no habia de ser el mas saludable, si la tierra se cultivase como la naturaleza quiere? ¿Vienen acaso de ella las enfermedades, ni calamidad alguna? ¿Puede haber alguna oposicion entre sus designios? ¡O! Señor Censor, yo tengo concebidas grandes ideas de la sabiduría y bondad de esta Señora! Por de contado me parece que no lloveria entónces sino cada y quando, y no mas ni ménos que lo que fuese me-[17]nester; y que el mejor para-rayos del mundo seria un suelo cultivado como y de la manera que ella quiere. No tengo ahora gana de meterme en qüestiones físicas. Déxeme Vm. el gusto de creer lo que me parezca, quizá con mas fundamento que otros mil físicos, y vamos adelante.

Por el luxo vivimos apiñados en estos poblachones inmensos, hacinados los unos sobre los otros, y revueltos los muertos con los vivos, apestándonos mútuamente, y sin respirar jamas un ayre puro. ¿Quién duda que las otras pestes, que los contagios ménos comunes vienen siempre de alguna hambre extraordinaria, ó de alguna guerra, ó de lo uno y lo otro? ¿Y adonde irian la guerra y la hambre si no fuese por el luxo? Si Vm. me apura, le diré que hasta aquellos males en que parece imposible tengan algun género de influxo la libertad y las acciones de los hombres, hasta esos vienen del luxo. ¿Quién sabe quánto puede desorde-[18]nar las entrañas mismas de la tierra, el desórden de su superficie, y el de la atmósfera que la circunda? Sobre todo ¿no las cavamos, no penetramos hasta sus mas íntimos senos, para sacar esos metales, que por otra parte tanto fomentan el luxo, y que sin duda no estarian allí en valde, y nos harán allí mas falta que afuera, adonde son absolutamente inútiles al género humano, para cuyo recto uso bastaria la corta porcion de ellos que la naturaleza le ha ofrecido en las arenas de los rios? A Dios terremotos: si no fuese por el luxo se fuéron con Barrabas.

Ebene 5► No se ria Vm. Señor Censor; porque le haré á Vm. conocer muy fácilmente que tiene grandes motivos de temer una catástrophe mucho mas funesta aun á toda suerte de vivientes, á causa de este luxo maldito, que va á buscar su alimento allá junto á los abismos. Vm. sabe muy bien que todo el oro y la plata que se desentierra en la parte occidental [19] de nuestro globo, va á, enterrarse en la parte oriental de él; porque si no, ya hace muchísmos años que estos metales a causa de su abundancia serian algo mas que inutiles. Pues ahora bien; Vm. me concederá que el entierro que de ellos se hace en el Oriente, no se proporcionará de manera, que si llega el caso (como yendo las cosas como van llegará sin duda, y no sabemos si tardará mucho) si llega, digo, el caso de que este mayor peso, que se va cargando en aquellas partes, le hiciere dar á la tierra un vuelco ácia el Oriente; haya de ser precisamente este vuelco en la misma direccion que la tierra sigue en su movimiento. Se volcará pues á la derecha ó á la izquierda del punto de levante; y entónces, Señor Censor, imagine Vm. si es capaz de ello, el desórden y el trastorno á que nos habra conducido el luxo. El Equador vendrá quizá á pasar por encima de Madrid; ó nos hallaremos de repente debaxito del mismo Polo. ¡Qué [20] frios repentinos en donde el momento ántes se sentia un gran calor! ¡Qué calores donde se sentia un gran frio! ¡Qué garapiñarse los rios mas caudalosos, los lagos, los mares mismos en unas partes! ¡Qué disolucion repentina de los yelos y de las nieves en otras! ¡Qué avenidas, qué destrozos, qué nuevos mares y lagos! A Dios Censor y su fama póstuma; de esta vez no hay quien la lleve á los nuevos paises que se formarán en los lechos de los que ahora son mares! Y todo esto se entiende quando la tierra no haga mas que dar un vuelco y seguir su camino al rededor del sol como ántes. ¿Pero quién sabe si acaso irémos por esos cielos de Dios á chocar con algun otro Planeta, haciéndonos con él dos mil pedazos? Vm. cuente, Señor Censor, que si en los demas Planetas hay habitantes, á fe mia que no estan seguros de los males de nuestro luxo. ¿Y no temblará Vm.? ¿Y se reirá Vm. todavía? Pues demuéstreme [21] Vm. la imposibilidad de que sucedan todos estos, ú otros males semejantes, si las cosas van como van, y el luxo no se corrige. ◀Ebene 5

Dexe Vm. Señor Censor, que el cultivo de las ciencias no sea un ramo de luxo, como Vm. dice (y el mas perjudicial como digo yo) y verá Vm. entónces, como se adelanta la física hasta llegarse á conocer que los terremotos, los rayos, los metéoros mas funestos, las enferme- dades, y todos los males físicos que hasta ahora hemos experimentado, y nos queda que experimentar, nacen del luxo. Yo á la verdad no puedo determinar nada á punto fixo; pero nadie me persuadirá, que si se ordenase el mundo moral, no se ordenaria con respecto á él el mundo físico. En quanto yo alcanzo, veo que todo en él se refiere al bien del hombre: ¿por qué pues no se referirá igualmente lo que no alcanzo ó no veo? Yo no soy bastante filósofo para tener á la naturaleza por tan ma-[22]drastra nuestra, ó por tan poco sabia o tan poco benéfica para con sus hijos los hombres, que, si bien me persuado á que no ha de alterar sus leyes mas generales por el gusto, el capricho, ó la malicia de ellos; no obstante siempre tiene mi presuncion á su favor de que no ha hecho alguna que se dirija á nuestro mal aun el mas pequeño, en tanto que no se me demuestre lo contrario. Jamas creeré, que haya en el mundo otro verdadero mal que el que nos viene de nuestra propia malicia ó de la agena; y los hombres ni hacen ni han hecho nunca mal alguno que no sea por el luxo. ¿Pensará Vm. acaso darme un tapaboca con la muerte? Pero ¿quién le ha dicho á Vm. que no tengo yo necesidad de la fe para creer que habiamos de morir si no fuese por el luxo? ¿De quántas maneras no nos matan los hombres aun sin ser á hierro ó á fuego? ¿De quántas, nuestros propios vicios y nuestras desordenadas pasiones, efectos [23] de nuestro luxo? ¿De quántas, el desórden que él introduce en el ayre que respiramos; en las aguas que bebemos, en las comidas y otras bebidas de que nos alimentamos? ¿De quántas la corrupcion que heredadmos de nuestros padres? ¿De quántas el trastorno de los elementos y de todo nuestro globo que ha puesto en ellos el luxo? ¿De dónde, de dónde nos podria venir la muerte sino de él?

Mas sea enhorabuena que hubiesemos de morir en qualquier caso: ¿qué habrá Vm. sacado con todo eso? Dígole á Vm. que entónces la muerte no seria un mal; por el contrario seria un bien. Lo primero; no vendria sino despues de una larga y pacífica vejez: lo segundo, en vez de dolor causaria el mayor de los placeres de la vida. Ebene 5► Ahí tiene Vm. á Doña Oliva Sabuco Nantes Barreda buena Física y buena Médica, y que descubrió el jugo nervioso; que si mal no me acuerdo, lo dice así; y añade: [24] que ninguno ó muy pocos son los hombres que mueren de muerte natural, esto es, de enfermedad que la naturaleza por sí sola les haya dado. ◀Ebene 5 Y quando así no lo diga, pudo á lo ménos decirlo con mucha razon: porque si la muerte es necesaria, si viene de la naturaleza misma ¿con qué fin la habria hecho dolorosa? Yo no veo nos haya dado otros dolores que los que nos sirven para advertirnos de todo lo que puede dañar é imperfeccionar nuestro cuerpo: y quando éste va á destruirse; ¿de qué nos serviria el dolor? En efecto ella no debe ser ni aun ahora muy dolorosa. La tememos, porque nos priva de los bienes de la vida. ¿Pero qué bienes pueden gozarse en esta vida corrompida por el luxo? Así es que es mas miedo que otra cosa. Nuestra misma corrupcion moral, originada del luxo, nuestro apocamiento, nuestra pusilanimidad, nuestro abatimiento, nuestra falta de valor, virtud muchísimo mas rara de lo que comun-[25]mente se piensa, y sobre todo nuestra profunda ignorancia; son las causas que nos la hacen temer, y que hacen sea un mal. Dexe Vm. Señor Censor, dexe Vm. diré otra vez, que las ciencias no sean un ramo de luxo; dexe Vm. que llegue el caso de que todo el mundo se aplique á saber lo que a todo el mundo le tiene cuenta saber: dexe Vm. que no se pretenda saber lo menos útil y necesario, sin conoccr ántes lo que lo es mas: dexe Vm. que lleguen a desterrarse tantos errores de la mayor importancia, en que estan enredados ahora todos los hombres, y quizá ningunos tanto como esos mismos que ahora gozan del nombre y prerogativas de sabios: dexe Vm. que las ciencias sean ciencias, y que las que hoy se llaman tales no se dirijan meramente á sostener los errores propios ó agenos; y verá Vm. entónces, si persuadidos íntimamente los hombres de la eternidad de su existencia, y de otras verdades semejantes, no ménos que [26] lo estan de que ahora exîsten, ó á 1o ménos, de lo que lo estan de las verdades matemáticas; vera Vm. si libres de supersticion, y de otros vicios, hijos todos del error; vera Vm. en una palabra, si sabios verdaderos, temerán entónces la muerte mas de lo que temen ahora desalojar de una casa para ir á habitar en otra, aunque esto les cueste alguna incomodidad.

Quanto á los males morales ¿quién es quien puede dudar que todos nacen del luxo? Destiérrele Vm. del mundo, y se desterrarán con él aquellos errores, tanto peores, quanto nacen de la corrupcion de lo muy bueno, á saber, de las ciencias y las artes. Porque visto es que no pueden éstas tener otro efecto, como se hallan en el dia, que mantener los errores en que se cimenta la injusticia, que sin duda no existiria si el luxo no existiese. Se desterraria tambien toda otra suerte de ignorancias y de errores importantes; porque siem-[27]pre que no se sostengan no pueden dexar de disiparse por sí mismos; y es cierto no se sostienen, sino por favoreccr al luxo. Se desterraria . . . . . ¿pero para qué nos cansamos, si es tan cierto como lo que mas, que toda suerte de males no han sido introducidos en el mundo sino por el luxo de nuestros primeros padres? Una manzana que les dió gana de comer, y que no estaba destinada para que ellos la comiesen; un solo fatal bocado que tomáron contra el precepto de Dios, contra la ley, contra la razon nos acarreó todos los males de que hoy nos lamentamos.

Porque no me diga Vm. Señor Censor, que yo comprehendo baxo el nombre de luxo toda suerte de malicia, toda suerte de iniquidad, toda suerte de pecado. No, Señor, no los comprehendo, sino como se comprehenden los efectos en su causa. No saquemos á las voces de sus comunes significados. Convengo con Vm. en que de suyo no es malo go-[28]zar un hombre quanto le sea posible gozar; pero no convendré en llamar á este goce luxo. Ni Vm. disconvendrá conmigo en que es malo gozar, por poco que sea; si en este goce se quebranta la ley, se excede de los límites que ella prescribe, en una palabra, se goza de aquello de que no debia gozarse, estuviese ó no destinado para que lo gozase otro, y esto es propiamente lo que luxo significa; un uso, un goze excesivo de las cosas y que no puede llamarse excesivo sino con relación á los límites que pone á este uso la razon ó la ley. Por lo demás difinido el luxo como Vm. le difine, se cansa Vm. me parece, en probar lo que no habrá hombre cuerdo que le niegue. El pecado de Adan no consistió sino en una cosa tan corta como comer una manzana; sin embargo fué un exceso por transgredir con este hecho los límites que la ley habia fixado á su libertad. Y así es como todo pecado, ó es él mismo luxo, ó no se comete sino por causa [29] del luxo. Porque ninguno peca sino por gozar de alguna cosa, de algun bien: y ninguno que peca goza sino de un bien, de una cosa prohibida. El pecado pues de Adan y todo pecado es un luxo o tiene por fin al luxo. ◀Ebene 4

Pero dice Vm. que si el luxo se difine un uso excesivo habrá razon para preguntar ¿quál es el punto en que comienza el exceso? y que unos le señalarán mas acá, otros mas allá. ¿Quiere Vm. que yo le responda y que le señale ese punto? Pero lo dexaré para otra Carta; porque ahora me hallo de muy buen humor, gracias á Dios, y no podré dar a Vm. esta respuesta con el mismo. Sin embargo, quede Vm. enterado en que he hablado muy de veras quando he dicho que todos los males de qualquier especie que sean vienen del luxo: pues que todos vienen de la malicia de los hombres los quales no son malos sino por gozar de lo que les está prohibido. Y por consiguiente que el luxo está muy bien difinido, diciendo, que es un [30] abuso, un uso excesivo de las cosas; si se habla de un luxo malo. Mas si hablamos de un luxo bueno, quiero decir, si llamamos luxo á la mayor cantidad de este goze, ó al mayor número de las cosas gozadas, como sin duda Vm. le llama; es claro se cansa Vm. en vano probando que no es malo el luxo; porque ¿quién puede dudar, como dixe arriba, que prescindiendo de toda otra prohibicion, no solo no es de suyo malo tomado en este sentido, sino que es bueno? Vuelvo á repetirlo: el exceso en que consiste el mal moral de una accion, dice una relacion necesaria con los límites que prescribe la ley moral.

Yo le señalaré á Vm. estos límites: y en el ínterin se ofrece á Vm. sin algunos su afectísimo servidor. Madrid y Octubre 7 de 1786.”

O. B. S. M.
Philópatro. ◀Brief/Leserbrief ◀Ebene 3 ◀Ebene 2 ◀Ebene 1