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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso LXXXI", in: El Censor, Vol.4\081 (1785), S. 239-250, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.383 [aufgerufen am: ].


[239] Ebene 1►

Discurso LXXXI

Zitat/Motto► Bene colligitur haec Pueris, . . . . . esse grata.
Gravi vero homini, & ea quae fiunt judicia certo ponderanti probari posse nullo modo.

Cic.

Se infiere muy bien de lo dicho, que esto solo podrá agradar á los Niños, &c. Pero que un hombre grave que juzga sanamente de lo que pasa, en ninguna manera podrá jamás aprobarlo. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Tantas obras como salen á luz de un tiempo á esta parte, para persuadirnos que las Ciencias y Buenas Letras se hallan entre nosotros en el mas alto punto de perfeccion, y que nada te-[240]nemos que envidiar en ningun ramo de literatura á Nacion alguna del Universo; no sé si son un efecto de la ignorancia ó de la astucia de sus Autores. Lo cierto es que entre todos los ardides de que suelen usar los Escritores para lograr aplausos que no merecen, ninguno hay ni mas barato si mas seguro.

Ebene 3► El Señor Fontenelle atribuye principalmente á la vanidad de los hombres, el séquito y aceptacion que tuvieron los sistemas anteriores al de Copérnico á pesar de su repugnancia con las observaciones Astronomicas mas exâctas. La misma inclinacion, dice, que nos hace apetecer el primer lugar en una concurrencia, hace tambien que un Astronomo se complazca en colocar el Planeta que le sirve de habitacion en el mejor puesto del Universo, y le desazona todo lo que tira á despojar á la Tierra de esta prerogativa. ◀Ebene 3 Pero si esta observacion es exâcta en un asunto en que [241] parece interesarse tan poco el amor propio; ¿quánto mas lo será quando se trata de la preferencia del Pueblo de que uno es individuo?

La gloria que se atribuye en globo á una Nacion, se difunde proporcionalmente entre todos sus miembros: á la manera que las ganancias de una compañía de comercio entre todos los Capitalistas. Y de aqui es que cada uno es personalmente interesado en su acrecentamiento. Asi que, un Escritor que adula á su Nacion, halla en cada uno de sus Lectores un partidario poderoso pronto á aliarse con él, y revelarse contra la razon mas alumbrada. El amor propio que nada omite para aumentar la ilusion y conservar unas idéas tan lisongeras y que tan agradablemente reconcilian á cada qual consigo mismo, procura añadir todo el peso posible al testimonio que produce á su favor: viste al Autor de un merito que no tiene: representale lleno de luces, y de los conoci-[242]mientos mas profundos: hace pasar por traidores, ó á lo menos por genios superficiales y noveleros, á los que se le oponen; y le adjudica á él solo los gloriosos nombres de Bienhechor y Defensor de la Patria.

¿Pero habrá titulo en realidad menos merecido? ¿Consiste por ventura el patriotismo en creer como el Saboyano y sostener con razon ó sin ella, que el país en que uno ha nacido es el mas floreciente de todos, presentando batalla á quantos lo nieguen, bien asi como Don Quixote á los que no confesaban la hermosura de su sin par Dulcinéa? No: no consiste el amor de la Patria sino en desear eficazmente que lo sea, en verdad y en aplicar á este fin los esfuerzos posibles. Obras, obras son amores. Pues ahora, podria yo sin duda presentar grutescos harto buenos á mis Lectores, parangonando los hechos y los dichos de estos zelosos patriotas. Porque ¿qué es ver por exemplo un hombre vestido de [243] pies á cabeza de generos ó transmarinos ó transpirenaicos, y que no hay Estado en la Europa á cuyo Erario no contribuya mas que al de Carlos III, y que es tan buen Español con todo eso, que no sufrirá que haya en ltalia sino musicos y pintores, en Francia sino modistas, en Inglaterra sino mercaderes; y que sacará si se ofrece la espada contra qualquiera que ose decir en su presencia que hay cosa en el mundo comparable á los Autos sacramentales del immortal Calderon, ó á las incomparables comedias del fecundísimo Valladares? Pero no quiero detenerme en esta comparacion. Quiero considerar unicamente los efectos de estas Apologías en sí mismos; y exâminar qué bien podrán producirnos, y qué mal podrán hacernos, las criticas é invectivas con que se intenta persuadirnos que estamos muy lejos de igualar á otros pueblos.

[244] Claro es que el efecto natural de aquella especie de Obras, es fomentar la pereza, y hacer que satisfechos de nosotros mismos y contentos con el estado en que nos hallamos, ni siquiera pensemos en mejorarlo. Pero es constante que no hay Nacion alguna en el Universo en la qual hayan llegado las Ciencias á un punto que no puedan traspasar. Cada dia se hacen nuevos descubrimientos; y á la mas ilustrada falta un espacio immenso que correr. Con que suponiendo por un momento que sean inciertos los atrasos que se nos atribuyen, y que sea ésta una verdadera calumnia forjada por la envidia de unos, y por la ambicion de otros, que quieren hacer brillar su nombre obscureciendo y cubriendo de infamia á todos los de sus compatriotas; suponiendo, digo, que seamos nosotros en la realidad esa Nacion mas aventajada; el que fomenta nuestra pereza, nos priva [245] siempre de una infinidad de conocimientos que nos restan que adquirir y de los bienes que de ellos habian de resultarnos. Quando por el contrario, el que nos hace dudar de nuestra ventaja en la comun carrera, obligandonos á redoblar nuestros esfuerzos y á apresurar el paso, la hace cada vez mayor, y nos conduce á paises desconocidos en donde se acreciente con nuevos hallazgos el tesoro de nuestros conocimientos. Qualquiera que sea el principio que le hace obrar, hace el oficio de un amigo, á quien solo puede quando mas notarse de algun exceso de austeridad.

¿Y qué será si por desgracia es fundada la censura, y ciertos los atrasos? Ebene 3► Tú en tal caso, Defensor zeloso, no perpetúas solamente, sino que llevas al colmo la ignorancia y la barbarie de tu Nacion; porque entre los pueblos, como entre los particulares, no es el mas ignorante aquel que na-[246]da sabe, sino aquel que ignorandolo todo, todo presume saberlo.

Solo el necio, á mi entender,
Es en quien saber no cabe,
Porque pensando que sabe,
Jamás procura aprender.

Tú, bien, asi como un Aulico artificioso que corrompiendo el corazon del Principe para dominarle le expone á toda suerte de desdichas, eres un enemigo de tus compatriotas, tanto mas terrible, quanto te creen mas afecto y mas te adquieres su confianza: les presentas un veneno tanto mas peligroso y mas cruel, quanto mas dulce es su sabor, mas dorada la copa en que lo tragan. Tú, en fin, les haces el mayor de los males que á un pueblo pueden hacerse, ó por mejor decir, les haces en uno todos los males que pueden sufrir. Destruyes su agricultura, arruinas su industria, aniquilas su comercio. Sus campos mas fertiles los conviertes en desiertos áridos, desfiguras [247] sus costumbres, rompes el lazo que debe unir los miembros de un mismo Estado, haciendo que el interés particular sobrepuje y sufoque el amor al bien público, y que éste sea tenido por una pura ilusion; y, ó corrompes su gobierno, ó inutilizas sus mayores esfuerzos, sus mas sabias providencias, porque ni estas pueden tener jamás buenos efectos si no son bien recibidas del Público, ni éste recibirlas bien si no conoce sus intereses. En una palabra, el trastorno de la constitucion, la opresion de un conquistador, y la esclavitud misma no son males comparables al que tú les haces. Porque todos estos no son tampoco sino algunos de los efectos naturales de la ignorancia y de la barbarie de que te declaras patrono, y que á toda costa procuras mantener y acrecentar en tu patria, haciendola el desprecio y la irrision de las Naciones.

¿Pero qué? ¿no es antes el critico austero que publica nuestra ignoran-[248]cia quien autoriza el desprecio con que nos miran los demás pueblos; quien nos hace el objeto de su escarnio, y quien les da armas con que nos insulten? ¿No peléo yo al contrario por su honra? ¿No vuelvo por su crédito y estimacion literaria? ¿Y no le hago en esto un bien muy verdadero y muy apreciable? Sí, sin duda. Los Pueblos todos del Universo defiriendo ciegamente á tu irrefragable autoridad, reformarán al instante su juicio acerca de nuestra literatura: y la razon en contraposicion suya perderá para con ellos todos sus fueros. Tendránnos por sabios é ilustrados sobre tu palabra; y tu recomendacion será de tal fuerza que por ella sola mirarán como otros tantos prodigios de ingenio y ciencia aquellas de nuestras producciones que les parecian antes mas monstruosas. ◀Ebene 3

¡Presuncion necia é insensata! Las Obras, las excelentes Obras que salen de una Nacion, los progresos que en [249] ella hacen las artes y las ciencias, los inventos utiles: esas son las que la acreditan, esas las que la dán verdadera gloria, y hacen su nombre respetable á los Extrangeros. No las apasionadas declamaciones y sofisterías de un Apologista que todo lo alaba indiferentemente, con tal que sea produccion de su país, y que se empeña en obscurecer los principios mas claros y mas luminosos, y en echar por tierra las leyes mas conformes á la razon y mas universalmente recibidas, para hacer pasar por perfecciones y primores las mayores extravagancias y torpezas. Semejantes escritos, si por desgracia son leidos en los paises cultos, solo sirven para hacer creer que la ignorancia y la barbarie es general. Quando por el contrario, las críticas severas despues de despertar á la propia Nacion, manifiestan á las extrañas que hay á lo menos en ella alguna parte sana: que hay algunos hombres ilustrados y esentos del error y la [250] preocupacion comun. Aunque ¿qué digo? ¡Desgraciada Nacion aquella de cuya literatura se escriben Apologías! Ellas mismas son una prueba de la verdad que intentan combatir. El descredito general que suponen, es absolutamente incompatible con su ilustracion; porque la sabiduria de un Pueblo es una cosa que hiere con tal fuerza los ojos, que sus mayores émulos, sus enemigos mismos se vén como forzados á reconocerla y dar testimonio de ella. Ebene 3► Exemplum► Y ciertamente no escribian semejantes Obras los Atenienses en los buenos tiempos de su república: no los Romanos en el siglo de Augusto: no en éste , ni en el pasado nuestros vecinos los Franceses; ◀Exemplum ◀Ebene 3 no en fin los Españoles quando vivian entre ellos los Vives, los Montanos, los Antonios Agustinos, los Argensolas, los Leones, &c. ◀Ebene 2 ◀Ebene 1