Martes 9. de Junio de 1761.
vocandus: ad partes
Ille quem
requiris.
Mart. lib. I. Epig. 2. vers. 2.
Este deseo de inmortalidad, y fama alborotò la otra noche mis potencias,
que batallaban dentro de mì, para disputar este lauro à muchos, que
tambien lo pretenden. Conociendo yo, que para mi no hay otra senda para
conseguir esta fortuna que la de las Letras, no desdeñè alentar los
espiritus con el pensamiento de aplicarme al estudio: yà para vencer una
molesta, y profunda melancolìa, que dias ha me posee fatalissimamente,
yà para dàr buena quenta del empleo de mi tiempo. Pero despues de haver
rebuelto el archivo de mi memoria, Horacio à los que trabajan para el Pùblico; de
suerte, que casi me vì obligado à abandonar à otros el merito de la
inmortalidad, à que aspiraba. Mas no me fue possible resistir al
torrente de las idèas, que confusamente se atropellaban unas à otras, y
que todas parecian dignas de la pluma. Entre todas me detuvo la
consideracion en elegir una, que me pusiesse à cubierto de la critica, y
de tantos enemigos como tienen las Letras: que me congraciasse el afecto
de los verdaderos Sabios; y que al mismo tiempo tuviesse la fuerza de
alhagar el buen gusto de muchos, que con juicio exquisito, y con
penetracion peregrina, se emplean en leer farragos, y obras sin
substancia; pero me pareciò dificil de encontrar obra que tuviesse
tantos requisitos.
Indeciso, y vacilante entre estos pensamientos, me propuse escribir un
tratado de Theologìa Moral en Castellano, con opiniones nuevas; pero se
me desvaneciò esta idèa por otra de emplear mejor à los Esportilleros, y
Mozos de Esquina. Un momento despues balanceè entre componer unos
Exercicios Espirituales por extractos de Sermones, ò un Ensayo
demonstrativo para baylar à la Francesa: y no me faltò el ofre-
Passè luego revista à las Facultades, y à quantos Ramos, y Classes de
Estudios ocupan à los hombres desde Adàn hasta ahora: pero en todos
ellos hallè las mismas dificultades. Reconocì, que se havia yà andado
tanto camino en las Escuelas, que no quedaba senda, por donde echar para
producir algo de util, y exquisito, sin pecar en extremo censurable;
porque, en dando algo de nuevo, no faltarìa alguno de aquellos, que sin
distinguir de colores, solo aprecian lo que supieron sus Tatarabuelos, y
que desdeñando como sospechosa qualquiera novedad, ò descubrimiento, me
redarguiría con Salomòn, Terencio, &c. Y repitiendo solo
cosas vulgares, y sabidas por buenas que fuessen, disgustarìa à los
inteligentes. Tambien repassè el Mapa de los Reynos, y Provincias, con
su Po-Tacitos, y Machiavelos,
que han segado este campo, me convenciò de que no podrìa hacer cosa
buena en esta materia. La Vida Humana, campo bastissimo para el
discurso, me parecíò igualmente assunto precioso, para dàr soltura al
ingenio: pero es materia, que, si se ha de tratar segun la Moda, pide un
consumado Metaphysico, y un ingenio capàz de profundas meditaciones
geometricas: requiere un hombre, que sepa seguir al hombre en todas sus
acciones, como Reaumur à los infectos; tratandole
como à un ente de razon, que solo existe en la imaginacion de quien le
describe. Para tratar de la Vida Humana con acierto, debe el Autor ser
un Quevedo, un Santos, un
Svvift, un Le Sage, un
Le Noble, y pintarle tan original, que los
menos inteligentes conozcan, que ellos son copias perfectas.
Por mas pues, que dì el torcedor à mi espiritu para buscar una obra, que
gustandome à mì, gustasse igualmente à todos, me quedè como me estaba,
esto es, indeterminado, y sin saber, cómo concluìr la empressa:
mayormente considerando, que hay Paìses donde huye la gente de leer
Obras, à las quales la utilidad sola sirve de adorno, y donde hasta los
apassionados à Libros hallan cara una lectura, que pagan ocho, ò diez
quartos; y barato el gusto de media hora de musica, que les cuesta
veinte, ò treinta doblones; ò unas coplas escritas en des-
Don Diego Listelo, y lo confiesso, que tantos
sugetos habiles como hay en España, se sepulten en su bata sin
manifestar su capacidad, y talentos; y esto con el so-
No tan impaciente, señor Don Diego, decia Don Pablo Deduceo, si yo no me lisonjèo de la
nerviosa eloquencia que V.m. possee, para poder hablar magistralmente en
un assunto tan digno de reprehenderse en nuestros Españoles; no por esto
dexa de persuadirme mi amor propio, que sin exceder à otros, puedo
censurar con conocimiento de causa, las imperfecciones, y descuidos, que
padecen las Letras. En su Republica se han de mirar las omisiones menos
notables, y castigar severamente el vicio, la nesciencia, y la loca
vanidad de aquellos, que sin haver jamàs dado indicios de sus luces,
pretenden ser tenidos por Padres conscriptos de la Literatura. La Moda
causa el mal; su remedio està en acometer à esta Fiera en sus
trincheras, y arrancarla la mascara con que engaña á Svvift pretendìa, que los Ingleses le hiciessen Inspectór de
las muestras, que tienen las Tiendas de la Ciudad de Londres; à fin de
corregir la Ortographìa, y las representaciones, que se vèn pintadas en
ellas. Proponía este proyecto, como un medio oportuno, y facil para
enseñar à deletrear à los niños, y rusticos, que se entretienen, y
emboban con qualquiera cosa que vèn en las calles; y para que los
Estrangeros, que murmuran de todo, supiessen, que los Magistrados
estienden su solicitud hasta sobre las cosas menos advertidas.
Rieron los Tertulios de la juiciosa salada critica, que hacìa Don Pablo
de nuestro genio noveléro, è imitador de las costumbres, y modas afuera.
Entonces mi particular amigo, y favorecedor el Doctor Murasil, queriendo
patrocinar mis intentos, decia, que èl era de dictamen, que para
producir una cosa divertida, serìa menester no enconarse, ni reñir con
la Horacio
trataba à su hijo; pues para darle à conocer el cariño que le tenia, y
el deseo de su aprovechamiento en el comercio de las Gentes, no le
encareciò menos lo ridiculo de los exemplos, que le proponìa evitar, que
la perfeccion, y decencia de los modèlos, que le aconsejaba seguir.Virgilio, que favorece de un modo concluyente
el Plàn que propuso mi amigo,
Todo el congresso convino de la bondad del pensamiento, el que quedò
admitido nemine contradicente. Al punto mismo se
acordò forjar un Papel, en que tuviessen parte todos los Tertulios, de
repartir entre ellos el trabajo por partes, y de encargar à uno solo la
execucion, y economìa del todo. El concurso Tertuliano (sin ser el
discreto) tiene derecho à este Escrito, como que todos sus individuos
contribuyen directa, ò indirectamente à su formacion, y hechura: unos
con observaciones propias;
Deduceo ha querido encargarse de lo perteneciente
al Theatro. El tendrà la inspeccion sobre las Comedias, y sus
Representaciones, con jurisdiccion critica sobre la Musica, Bayles, y
Festejos pùblicos, y privados. Listelo cuidarà de
lo que ocurriere en los Passeos, y Visitas: y como es hombre que
entiende la Politica, y los interesses de los Principes, sabiendo
adivinar muy de antemano los sucessos de la guerra, y los motivos de la
paz, sin jamàs errar en sus Pronosticos, se le ha agregado la Puerta del
Sol, y Calles vecinas, donde hay corrillos de Novelistas. Philoteo se dedicarà à la pesquisa de secretos, y
negocios domesticos, ò de familia; esto es, averiguarà las passiones
personales, para poder alabar la paciencia del marido, la mansedumbre de
la muger, la docilidad de los hijos, la bondad, y juicioso proceder de
los amos, la lealtad, y exactitud de los criados, ò para poder
reprehender los vicios, y extravios, que descubriere en su conducta. Don Isidoro Nadàl, que se congenia admirablemente
con la Historia, ha tomado por tarea el reconocimien-
Tambien ha venido la Tertulia en solicitar la amistad de diversos sugetos
de esta Corte, y Reynos, para tener noticia de lo que passa en las
familias; y sobre todo, la actividad de un cierto Don
Agapìto, hombre que tiene lista, è instruccion individual de
las fortunas à que puedan aspirar los que sin patrocinio viven
olvidados, y desvalìdos. La Tertulia se empeñarà del mismo modo con un
Maestro de Bayle, y con otro de Lenguas, porque son por lo regular
confidentes de sus discipulos, y discipulas, y no pocas veces agentes de
sus dependencias. La necesidad de tener igualmente propicio à alguno de
aquellos convidados perpetuos, que assisten à todas mesas sin ser
llamados, y de quienes se pueden sacar muchas noticias, y avisos
curiosos de vidas agenas, y de las novedades,
Esta es la reparticion, que la Tertulia hizo del trabajo, y los assuntos
que deben servir para este Papelito. La Obra serà una especie de galerìa
de Pinturas, en que se veràn colegidas las riquezas mas preciosas del
pincèl de los mejores Artifices. Las piezas que la deben adornar, seràn
originales, ò copias fieles, y à lo natural; esto es, simples, pero
verdaderas. Los hechos, que recordarèmos, estaràn acomodados al tiempo,
y à la situacion de las cosas. Los colores de los Retratos seràn vivos,
de buena tinta, y nada equìvocos. Con un Raphaèl, un Vandyck, un
Murillo, &c. alternarà un Teniers, un Calot, un Vvouvvermans, un
Boschi, para que el contraste, y variedad de assuntos hagan menos
desapacible la lectura. No es el ánimo de la Tertulia predicar, ni
corregir los vicios, ò defectos humanos con azotes, ni à zurriagazos:
este empleo se dexa à quienes toca de oficio. El fin principal de este
divertimiento es retratar la virtud hermosa, y ridiculo el vicio;
sirviendo el gusto, la amenidad, y el comercio de las gentes, como de
medios conducentes, y propios, para acertar, y merecer el aplauso de
aquellos, que se interessan en el bien de la sociedad. Como las
diversiones, passatiempos, &c. son por la mayor parte indiferen-
La Tertulia tiene por conducente para el fin que se propone en esta Obra,
valerse de diferentes rasgos historicos, tratados obscuramente, y con
negligencia por los Historiadores. En la Historia hay bellissimas
digresiones, que hacen amena, y gustosa la Literatura, y para separarlas
del cuerpo, no hay inconveniente alguno. Para tratar con felicidad
hechos historicos, y darlos nuevo sèr, y aumento de interès, no se pide
sujecion à reglas, ni preceptos. Tampoco son menester modelos grandes,
quando se tocan las materias solo por via de incidente: basta, que en
quien los maneja, hay verdad, equidad, y discernimiento, pues con estas
prendas puede qualquier Autor lucir, y acertar. Si los sucessos no
fuessen nuevos para los que estudiaron la Historia, à lo menos lo seràn
en el modo de exponerlos, despues de una rigurosa critica Petronio, Varillas, el Aretino, y otros, que sin
piedad saeteaban à quienes miraban con aversion, ò desprecio; sino de
las simplemente relativas al objeto de la Historia en general; pues
estas nos proveen de bastante caudal para estudiar el espritu del
hombre, y las enfermedades de ambicion, avaricia, sensualidad, &c.
que tan lastimosamente estàn propagadas en la especie humana.
Si la formacion, y el acuerdo de este Plàn Literario no se hizo sin
algunas contestaciones, y molestias, mayores las huvo quando se tratò de
poner nombre, ò titulo à la Obra. Pero la consideracion del Plàn, y de
sus circunstancias: el deseo de los Tertulios de distinguirse con ánimo
puro, y libre, y de poder introducir entre nosotros una reforma
domestica, de cuyo logro se prometen essenciales bienes à favor de la
Monarquìa, y sus Individuos: el motivo que alegan por no querer ser
conocidos: el tiempo en que se publìca este Escrito, y el fin à que se
dirige, vencieron todas las dificultades, y tropiezos, y reunieron todos
los Votos, para llamar à este Folleto: El Duende
Especulativo, sobre la Vida Civil. La razon porque todos se
declararon à favor de este titulo, es: 1. Porque no hay cosa en sentir
del vulgo mas familiar, que un Duende. 2. Porque todos le tienen miedo,
y èl à nadie hace mal si no le provocan.
El Duende, sin valerse del Anillo de Giges, ni de pactos ilicitos,
procurarà hallarse presente à todo, exerciendo jurisdiccion, y dominio,
sin parcialidad, ni complacencia, sobre las costumbres, y estìlos
generales, y particulares. Se hallarà en las Iglesias, para zelar el
decoro, y la respetuosa veneracion con que debemos tratar al objeto de
nuestras adoraciones, que en ellas visitamos. Estarà en los Passeos,
para averiguar si las Señoras salen de sus casas, para recrearse el
ánimo, hacer exercicio, y procurarse, por medio de esta dissipacion
honesta, nuevas fuerzas para cuidar de sus obligaciones; ò si son otros
los motivos, que las mueven para dexarse vèr en pùblico. Concurrirà en
Visitas, y Saráos, à fin de observar el contravando de las Modas; los
nuevos formularios de murmurar
El Duende sentado como en una Camara obscura enmedio del pùblico, sin ser
conocido, ni observado de nadie, dexarà plena libertad, para que
displicentes los unos, desabrochen su vanidad impertinente, y los otros
ofen-
Allà, Lectores, allà os và el Plàn, la substancia, el orden, y las partes de este Escrito Periodico, que se continuarà con tesón, y prudencia, hasta vèr logrado el fruto, y hasta conocer, que no en balde sudaron los Tertulios en las tarèas que se señalaron. La propension natural, que tiene el Duende de remontar sus pensamientos à otra esfera, es causa que algunas veces, elevandose sobre el comun modo de pensar de los hombres, tropiece en un átomo de Epicuro, ò en un turbillòn de Cartesio.
Los Discursos seràn partes de un todo, que invita Minerva. El Duende no quiere contestaciones, ni
disputas con Poesìas sueltas, ni con Poetas de Ciegos, y menos quiere
mover pleyto sobre frases, ò sylabas de la lengua. Hable, y escriba cada
qual como Dios le ayudàre; à èl le basta, que le dexen examinar el
mundo, por adentro, y por afuera. Contentese cada qual con saber, que el
Duende es ente de humanidad, y que existe real, y visiblemente, para
quien le conozca; à nadie le incumbe saber, si tiene conveniencias, ni
adonde viven sus Amigos. El Duende es Duende, que sin romperse mucho la
cabeza en ajustar equaciones de razon con el deber de cada uno,
procurarà dar à cada cosa, lo que es suyo, sin que nadie tenga motivo
para acreditarse de
El célebre Pope con talentos superiores se viò
acosado de una multitud de Gozques literarios, que le mordian con un
furor indecible. No hay desventura igual à la que sufren aquellos, que
se aplican à las Letras; si un Autor no acierta, todos le insultan, y
hacen burla de èl: si logra honor, y credito, la critica le emprende, y
rebuelve no solo à èl, y à su Obra, sino à toda su vida, y milagros, y
muchas veces hasta à los huessos de sus mayores. Quàntas veces tuerce, è
interpreta siniestramente la malicia los pensamientos mas claros, y
genuinos; procurando con sentidos peligrosos, y seductivos adulterar
proposiciones, y envenenar palabras? Para que un Autor estuviesse al
abrigo de la mala intencion, serìa menester, que cessasse de ser hombre,
por no sentir los desayres de muchos, que, viendo descubiertos sus
demeritos, no sossiegan hasta vengarse de quien, arrancandoles la
mascara, les pone à la verguenza. Los ambiciosos, los avarientos, los
ignorantes, &c. unen sus fuerzas para declarar la guerra, y sepultar
los Escritos, en que se les retrata à lo natural, y con colores
verdaderos: estos, à fin de embozar su ignorancia; aquellos, para
Finalmente, el Duende ha juzgado prevenir, que estos Discursos no seràn
consequentes, ni seguidas las materias. Muchas veces escribirà de dia,
los que huviere soñado de noche. El sueño le servirà para elegir los
assuntos mas propios del tiempo; no perdiendo jamàs de vista las
passiones, ò defectos humanos, que le huviesse entonces presentado la
memoria. Lucrecio dice, que las ocupaciones del
dia son las materias con que los espiritus se entretienen de noche. Como
estàn los sentidos entonces libres, los espiritus recogidos, y atentos
desmenuzan, y analyzan con mas comodidad los pensamientos, y objetos,
que los ocupan, y reconocen en el silencio con mas cuidado la naturaleza
de las cosas. Por esto seràn preferidas las idèas, que ocurriessen de
noche, à las del dia, no siendo justo se pierda por negligencia, una
tarèa intelectual, que tiene casi siempre en la misma naturaleza su
principio.
Los Lectores podràn quizà dexarse de lo poco, que tendràn que leer por su
dinero en algunos papeles: el Duende les advierte, que no harà caso de
sus quexas. A èl le baste haverles prevenido, que toma la pluma para
comunicar ad extra sus pensamientos, y medita-
Por concluìr: Esta Obra es Niño Exposito, recojale el que quiera, y tratelo à su gusto: una vez que salga de las manos de su procreador, queda abandonado con todos los derechos de propriedad à quien la desee morder, ò acariciar. Tampoco quiere el Duende empeñarse, ni hacer escritura de obligacion de dàr dos, tres, ni quatro pliegos cada vez; darà aquello que fuesse de su gusto, y permitiesse el tiempo: acomodese cada qual con el Librero, quien sabe el precio del Papel, y los gastos de la Imprenta; el Duende dà el trabajo de valde. Y sepase una vez para todas, que el Librero es el Compadre Marcos, y que el Duende no pone mas que la parla.
Fin.
Nota.
Qualquiera Persona, que quisiere recibir
estos Discursos en la Provincia donde habita, conforme vayan
saliendo, puede remitir à uno de los Libreros que los vende su
Nombre, y el Lugar de su residencia, dando orden en Madrid à pagar
su importe à satisfaccion de los Libreros, que tendràn cuidado de
remitirselos puntualmente, sin necessidad de subscripciones, ni
otras formalidades escusadas para Papeluchos de tan poca
substancia.
Advertencia.
Estos Discursos saldràn el propio dia que se anuncie en el antecedente, sin que haya en esto falta, ni descuido de parte del Autor, ni de los Impressores. Solo se pondràn una vez al mes en la Gaceta, por no embararla siempre con un mismo reclamo: porque el Autor se lisonjèa, que la bondad de la Obra serà bastante espuela para que se venda, y desde su retiro darà las disposiciones, para que el Pùblico le tenga por hombre de provecho, sin anunciarse personalmente en parte alguna, respecto que guardarà, en quanto pueda, el incognito; y si le descubriessen, èl es el propio de antaño, y nada mas.
Qualquiera Persona, assi natural de estos Reynos, como de los
Estrangeros, que quissiesse
El Discurso proximo se darà el Sabado 13. de Junio de
1761.