Citation: Anónimo [Ventura Ferrer] (Ed.): "Núm. 67.", in: El Regañón general, Vol.2\67 (1804), pp. 531-538, edited in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): The "Spectators" in the international context. Digital Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.5088 [last accessed: ].


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Núm° 67.

Miércoles 22 de Agosto de 1804

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Utilidad del Estudio.

Level 3► Es indudable que los conocimientos científicos y literarios forman una gran parte de la felicidad de los hombres que se dedican á adquirirlos, y que las ciencias son útiles y aun necesarias en toda nacion civilizada, como que no puede subsistir sin ellas. Muchos están persuadidos que las ciencias y las artes son el origen del luxo en los pueblos, y no es así sino, que aquellas son una conseqüencia de esta plaga destructora que lleva consigo el antídoto.

Entre los muchos bienes que saca la sociedad del establecimiento de las letras, uno de los mas principales es el estudio. La lectura es un placer que jamas fastidia, y un recurso contra el fastidio y la ociosidad.

Todo el que ha comenzado su fortuna por el estudio, la asegurará ciertamente perseverando en él con la mayor constancia. El amor de los libros debilita el gusto de los placeres y el ardor de las pasiones, y así es que quando éstos se extinguen con los años, el hombre aplicado pasa su vejez con tranquilidad, al mismo tiempo que el disoluto y desaplicado no tiene recurso alguno con que reemplazar los momentos que ya no puede renovar. De este modo el hombre estudioso que tiene en si mismo todo lo que necesita y aun mas para su feliz exîstencia, no está expuesto á grandes desgracias, ni comete baxezas vergonzosas, á las quales nos reduce nuestra misma indigencia.

La vida de un individuo que se dedica con gusto al estudio está siempre acompañada de un placer inexplicable. La primera vez que yo leo un buen libro me parece que he encontrado un nuevo amigo, y quando vuelvo á repasar otro que ya he [532] leido me figuro que encuentro un antiguo. Todos los incidentes de la vida los debemos emplear en nuestra ventaja y adelantamiento, y así debernos sacar partido hasta de los mismos insultos que se nos hagan, exâminando y corrigiendo todas aquellas faltas que hayan servido, de pábulo á la calumnia.

Á pesar pues de estas y otras muchas ventajas que acarrea la aplicacion, generalmente notamos que hay muchos padres que les cuesta mucho trabajo el infundir á sus hijos el deseo del estudio, y que casi, les disgusta el verlos aplicados. No podemos averiguar las causas que les obligan á esta conducta, pues nos engolfamos en ridículas conjeturas, pero nos vemos obligados á advertirles que un descuido de esta naturaleza puede hacerlos infelices, pues el gusto á la lectura se debe infundir desde la niñez, porque con dificultad se adquiere en otra edad en que algunas inclinaciones tal vez dañosas han estragado el alma de los jóvenes. La falta de instruccion en ninguna parte es mas vergonzosa que en la sociedad misma, y los individuos que tienen esta desgracia, quando se les ofrece escribir dos lineas que salgan de aquellas fórmulas ordinarias, se ven tan embarazados que hasta la pluma misma les parece de un peso insoportable, y gastan un gran espacio de tiempo en acomodar malamente un periodo.

No queremos decir con esto que sea necesario leer mucho, pero se debe tener un arreglo en la lectura, pues si se pasa un tiempo considerable sin exercitarla, no se puede sacar de ella fruto alguno, pues de nada sirve que un dia ó dos se estudie con la mayor aplicacion si se pasan luego doce ó catorce dias sin tomar un libro en la mano.

Los antiguos decian que no se abria jamas un libro sin sacar alguna instruccion. Yo soy del mismo dictámen con relacion á muchas obras, pero no con todas, especialmente con la mayor parte de las novelas que no son ni se deben mirar mas que como unos instrumentos de la corrupcion de las costumbres. En ellas representa el amor el papel principal, los conceptos mas indecentes se consideran como rasgos de imaginacion, y la intriga y el libertinage pasan por galantería. En ellas se pintan los sucesos amorosos, y hasta las obscenidades mismas con unos colores tan vivos que son capaces de encender las pasiones del hombre de mas razon. Y si esto sucede en ellos, ¿con quinto mas motivo no debe huir, de estas obras un jóven cuya razon debe ser aun muy débil, y cuya alma es susceptible de tantas impresiones.

[533] Verdad es que la intriga viene á parar regularmente en un matrimonio que se contrae con el consentimiento paterno, y con todas las ceremonias acostumbradas; pero como la mayor parte de la obra no contiene mas que lances que ofenden las buenas costumbres, quebrantan las leyes, y destruyen los deberes mas sagrados de la sociedad, la virtud se presenta muy débil, y aunque salga al fin triunfante, siempre es de un modo que no llama tanto la atencion como los vicios que se pintan. Yo creo muy bien que los autores de estas novelas no han tenido mas fin que el de representar el vicio castigado, y la virtud recompensada; pero ¿se persuadirán acaso que la mayor parte de sus lectores fíxarán su atencion en la moral que se han propuesto? Si reflexîonáran un poco mas sobre el daño que pueden causar sus obras, conocerian que todo el arte con que un autor procura inspirar el amor á la virtud no puede vencer la multitud de ideas que presenta en sus pinturas, y que conducen al libertinage y á la corrupcion. Para infundir la virtud en el corazon por este medio es preciso que el escritor sea un filósofo de primer orden, y en nuestro tiempo hay muy pocos de esta clase, como lo prueba la experiencia.

Destiérrense pues esas obras en donde el vicio toma los coloridos de la virtud, y búsquese la ciencia por el verdadero camino, pero nadie se llegue á persuadir el haberla encontrado.

Un hombre es sabio en tanto que persevera buscando la sabiduría, pero quando cree que ha encontrado el objeto de su estudio es un loco. Para seguir el camino de la virtud es preciso que imitemos al ciego que no da jamas un paso sin haber tocado ántes con el palo el terreno donde pisa.

El mundo se parece á un ancho mar en donde el género humano es un baxel que va sobre las olas agitadas. La prudencia forma las velas, las ciencias son los remos, la buena ó mala fortuna los vientos favorables ó contrarios, y el juicio es el timon; en faltando éste sé hace el juguete de las olas, y está expuesto á naufragar al menor impulso del céfiro.

Otras muchas reflexîones pudieran hacerse sobré la utilidad del estudio, las quales ocuparán en lo sucesivo algunas páginas de nuestro papel: bastan las presentes para dar una idea de las ventajas que proporciona. Salud.

El Presidente. ◀Level 3

[534] Costumbres.

Level 3► Yo no sé por qué motivo se mira como cosa despreciable la ocupacion de algunos hombres que les dan el nombre de pegotes ó parásitos. Este es un oficio, ó mas bien un arte liberal, que les lleva muchas ventajas á todos los demas que hay en el mundo, y los hombres que lo exercen, á causa de no poder mantenerse de otro modo, deben ser estimados, pues no es justo que se vayan á aplicar al trabajo quando sin él pueden pasar su vida con mucho regalo, adulando unas veces, y otras diciendo mal hasta de las mismas personas que les han matado el hambre.

Para probar pues que el oficio de pegote es el mejor de todos, basta manifestar algunas de las ventajas que tiene sobre los demas. En todos los oficios y artes es preciso trabajar y sudar para aprenderlos, lo que no sucede en el que tratamos, pues se aprende sin trabaja alguno, y con la mayor alegría, porque no se ha visto hasta ahora que un pegote vaya triste á un convite como va un muchacho á la escuela. Todas las artes cuestan trabajo, no soló para aprenderlas, sino tambien para exercitarlas, pero el del parásito no tiene mas incomodidad que la de mover las quijadas. No hay oficio, en que no sea preciso gastar, en el aprendizage; éste no cuesta cosa alguna, y si cuesta algo no es al que lo aprende, sino á quien lo enseña. Muchos hay que se enfadan y dan al diablo el oficio que han aprendido, incomodándose en extremo quando se ven precisados á exercitarlo; pero el pegote nunca está mas contento que quando exerce el suyo, porque es tan gustoso exercitarlo como aprenderlo. Para todas las artes es preciso proveerse de mil herramientas, pues hasta para ser docto se necesita de una infinidad de libros; en éste no son necesarias mas herramientas que las que nos da la naturaleza, las quales cuestan mucho ménos que los estuches de matemáticas. Á ningun artista se le paga su salario hasta después de haber trabajado; éste tiene el suyo en el trabajo mismo. Un labrador por exemplo no trabaja por gusto de trabajar, sino para tener con que vivir; el pegote además de esta ventaja tiene el mayor placer quando exerce su oficio; los artesanos no tienen mas que algunos dias de descanso, pero para éste todos los dias son de fiesta. Por lo regular todos los artistas trabajan sus obras ántes de comer, pero el parásito no puede hacer nada si no come, y todas sus obras las hace á la mesa. Aquellos tal vez no sabrian trabajar mas que [535] en su tienda ó en su obrador, pero éste en todas partes. Los que se comen los bienes de otros harian una grande injuria, y serian castigados; éste no ofende á nadie comiéndose los bienes agenos, y léjos de castigarle tal vez se le dan las gracias. El principio de los oficios es barro y despreciable y lo mismo su exercicio y lo que no le sucede á este que es ilustre, y comienza por la amistad, que es la virtud tan decantada por los filósofos, y. así es que no se exercita mas que por gentes decentes, ó que lo parecen á lo ménos.

Finalmente, el exercicio de pegote no tiene mas de malo que la precision en que está el que quiera exercerlo de perder antes la vergüenza, y esta, ya se ve que es una pérdida de cortísima entidad. Los hombres sensatos y juiciosos aseguran que lo último que puede perder un hombre es la vergüenza, y que no hay vicio ni baxeza que no quepa en el sugeto que abandona este preciosísimo don de la humanidad, haciéndose por este motivo el objeto del menosprecio universal; que su vileza degrada la racionalidad, y destruye las leyes fundamentales de la sociedad, y finalmente que es el estado mas infeliz en que se puede ver un hombre; pero todas estas reflexîones no son mas que escrúpulos sin fundamento alguno lo cierto es que hay infinitos individuos que tienen un mayorazgo en su poca ó ninguna vergüenza pues comen, visten y triunfan con la mayor esplendidez sin tener de donde les venga un real, de modo que en ellos se verifica aquel adagio castellano: Citation/Motto► El que no tiene vergüenza, todo el mundo es suyo. ◀Citation/Motto Salud.

El Censor Catoniano. ◀Level 3

Secretaría.
Correspondencia literaria del mes.

Carta séptima.

Á los ancianos.

Level 3► Letter/Letter to the editor► Joven soy, señor Presidente; apenas he llegado á los seis lustros, y no obstante me atrevo á dirigir, mi palabra á los an-[536]cianos, y lo que es mas, me propaso á suplicar á vmd. que les regañe. Tal vez juzgue vmd. reprehensible mi osadía á primera vista, pero me persuado á que si no me condena sin oirme, quizá me crea digno de alabanza: oigame vmd. un breve rato.

Si no es vmd. muy viejo se acordará haber oido, y si es mozo estará oyendo todos los dias á los ancianos referir en presencia de los jóvenes varios lances que les sucediéron en su juventud, y si mi presuncion no es falsa ya se habrá puesto vmd. de mi parte para reprehender esta falta de prudencia á las canas. Si estas narraciones fueran de batallas y acciones de valor que, dicen, suelen contar los militares viejos, al fin no tendrian mas conseqüencia que fastidiar al auditorio con repeticiones continuadas. Pero si son de lances amorosos, de modos de sorprehender la vigilancia de los padres, de medios de defraudar la casa paterna sin que se llegue á percibir, &c. &c. ¿quién es capaz de llegar á penetrar el funesto resultado de cuentos tan impropios de la prudente senectud?

No hablo ahora de los viejos viciosos, vergüenza de la especie humana, que al paso que son la irrision de las gentes, son tambien la primera causa de la corrupcion de las costumbres; éstos merecian, no reprehensiones, sino prisiones obscuras para apartar de los ojos de la juventud sus funestos y corruptores exemplos. Hablo sí de cierta clase, de casi todos los ancianos, que observando por otra parte una conducta irreprehensible, propia de las preciosas canas que les adornan, y del distinguido puesto que ocupan en la sociedad, se olvidan algunas veces de lo que son, y como por modo de chiste refieren á los jóvenes lo que ellos llaman travesuras de su juventud. ¡Qué debilidad de señores! ¿No advierten que la edad sugiere bastantes á todo joven, y quieren presentarlos nuevos medios de dar rienda suelta á sus pasiones? ¿No conocen que estas tiranizan demasiado á la juventud, y que presentarla medios de saciarlas es arrojar alquitrán al fuego? Si ellos discurriéron aquellos modos de inutilizar los cuidados y desvelos paternales, ¿qué no harán los que los oyen teniendo aquella edad, quizá mas fuertes pasiones, y menos reflexîon? Demasiado funestas suelen ser sin estos, que pueden llamarse consejos indirectos, las resultas de la irreflexîon, poca experiencia y viveza de pasiones de la pobre juventud, edad digna de la mas atenta circunspeccion de parte de los ancianos.

No quieran ahora decirme que exâgero, y que aunque es verdad que algunos refieren los dichos lances, por lo regular [537] son travesuras de poca monta, y poco reprehensibles, si no se miran con ojos muy estóycos. Mirad, respetables señores, todo lo que pueda aumentar la osadía de la edad juvenil, todo lo que pueda hacerla creer practicables los planes que de continuo la dictan la inconsideracion y las pasiones, todo, todo es perjudicial, es muy digno de reprehension. Los jóvenes si no hacen travesuras es porque no se les ocurren, ó porque no hallan medios de hacerlas sin ser descubiertos, dictadles aquellas, y presentadles éstos con vuestras imprudentes narraciones, y vosotros llorareis las resultas. Vuestras travesuras pasadas les dictan otras peores, y vuestros arbitrios para burlar la vigilancia de los encargados en vuestra educacion les dan margen para discurrir otros mas difíciles de precaver. Yo pudiera referir muchas travesuras funestas, que no se hubieran efectuado á no haber precedido las anteriores narraciones. Además que el ayre de chiste con que las referis (pensad esto mucho) les hace creer que tambien las suyas serán reidas y alabadas por graciosas en vez de merecerles la reprehension y castigo que ántes se temian, y por lo que se detenian á practicarlas. Aun hay mas, estas narraciones les llegan á persuadir que son exâgeraciones las pinturas que se les hacen de las funestas conseqüencias de las pasiones, creen que son arbitrios de que se valen los mayores para tenerlos sujetos, y evitar que den ruido ó incomodidad y y no creáis que es presuncion de mi imaginacion, yo conozco jóvenes, y particularmente uno de corta edad que está en esta persuasion, y que no escarmentará sino á fuerza de desengaños propios, si no es ántes víctima de su falsa creencia. En esta parte tengo un padre digno de la primera estimacion y jamas nos ha referido sus juveniles travesuras sino quando eran semejantes á las nuestras, y podia presentarnos las fatales conseqüencias que las siguiéron; pero ha tenido la benéfica ocupacion de referirnos los motivos mas poderosos que le excitaban á contenerse. ¡Quánto me ha servido para no ser víctima de las pasiones el siguiente dicho suyo! El temor de dar una pesadumbre á mi padre era para mí un motivo poderosísimo para contenerme en mi juventud. Estas y otras máxîmas semejantes debieran ser lo que dixeran los ancianos á los jóvenes, ellas mas que todos los castigos y reprehensiones les convencerian de una verdad que no quieren creer sino por propia experiencia, á saber, que nadie es mas interesado que ellos en contener los fuegos de la edad.

Considerad pues, padres de la patria, la gran dignidad que [538] os distingue en la sociedad; recordad que sois los maestros natos de la juventud, la que os ha encargado la misma naturaleza; no perdais de vista que ella os la ha entregado para que la aparteis de los precipicios que la rodean, y reflexîonad que la sociedad espera de vosotros que vuestros consejos suplirán su inconsideracion, vuestra experiencia su ligereza, vuestra conducta irreprehensible y vuestros exemplos la falta de ideas que les convenzan de la necesidad de moderar las pasiones en su edad para no ser infelices todo el resto de su vida. Respetad la patria que os venera, respetaos á vosotros mismos; mirad que no dicen bien con vuestras canas apreciables esos cuentos; tened presente que con esas narraciones se disminuye el ascendiente que por obra de la misma naturaleza teneis sobre la juventud, y creed que llegará el caso de perderos el respeto, y romper el freno benéfico con que la deteneis, y entónces.... ¡Qué fuera de ella! ¡Qué fuera de la patria!

Añada vmd., señor Presidente, sus amonestaciones á las mias, y exhorte á los venerables ancianos á no olvidarse de hoy en adelante de la prudencia que la misma naturaleza ha vinculado á sus respetables canas. La patria se lo agradecerá, ellos mismos lo estimarán, y la juventud le dará las gracias quando se halle en términos de ver á clara luz estas verdades. Salud y amistad.

Valella. ◀Letter/Letter to the editor ◀Level 3 ◀Level 2

Con Real Privilegio.
Madrid

En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia. ◀Level 1