El Regañón general: Núm. 63.
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Núm.° 63.
Con Real Privilegio.
Miércoles 8 de Agosto de 1804.
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Circular.
Carta segunda
(Seman. de Agric. Indust. y Com. de Buenos-Ayres.
Núm.° 16.)
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Brief/Leserbrief
El Regañon general, del Gremio
y Claustro de la Universidad de la Razon, Presidente del
Tribunal Catoniano, Justicia Mayor del buen gusto
literario, Corrector universal de abusos y malas
costumbres, y Promotor de la buena educacion, &c. á
todos los Regañones particulares, Censores, Críticos,
Satíricos, Escritores epistolarios, Poetas y
semi-poetas, y á otras qualesquiera nuestras justicias
subalternas, así á las que ahora son, como á las que en
adelante serán: á todas las personas estantes y
habitantes en los términos de nuestra jurisdiccion
Catoniana, especialmente á todos nuestros
corresponsales, caballeros, escuderos, hombres buenos y
hombres malos, y finalmente á todos los demas á quienes
lo contenido en esta circular toque, ó tocar pueda,
salud y juicio. El Secretario del Tribunal.
Metatextualität
Sabed, que
habiéndose recibido en nuestro Tribunal repetidas y
justas quejas sobre el mal estilo é inutilidad de
algunas producciones que se nos han remitido, y
sobre la condescendencia que hemos tenido de
insertarlas en nuestro periódico, con notable
perjuicio del buen gusto literario, y del concepto
en que se halla nuestro papel, hemos determinado
acudir al remedio de tanto mal en lo sucesivo, y en
su conseqüencia, despues de haber exâminado las
circunstancias, y pesado escrupulosamente los
inconvenientes, con vista de lo expuesto por el
Censor, y de lo que dicta la razon misma, mandamos
con toda la autoridad Catoniana que en nosotros se
halla, que desde esta fecha en adelante observen
todos los comprehendidos en nuestra jurisdiccion los
artículos siguientes, por parecemos los mas propios
para conservar la refutacion de nuestro periódico, y
producir la mayor utilidad en el público. Articulo 1.° Todos los discursos,
cartas, y demás escritos que se nos remitan para
publicarlos por medio de nuestro papel han de
contener materias útiles é interesantes sobre los
ramos que en él nos hemos propuesto tratar, á saber
sobre costumbres, educacion y literatura, así
general como particular, con todos sus accesorios.
Artículo 2.° Las críticas de estos ramos deberán ser
arregladas, útiles y juiciosas. Artículo 3.° Todos
los papeles ya citados, además de las condiciones
referidas, vendrán escritos en un estilo sencillo,
sin términos redundantes, frases exôticas, ni
fárrago de voces, sino con aquella pureza y
eloqüencia natural que tanto caracteriza nuestro
idioma, y que pretenden destruir algunos
semiliteratos, ya introduciendo en el lenguage
paranomasias, y voces ridiculamente compuestas, ó ya
arreglando las frases á la sintaxis del idioma
francés, lo que es en el dia de última moda, con
descrédito de la magestuosa y sonora lengua
castellana. Artículo 4.° Los escritores que traten
de alguna ciencia particular, deberán hacerlo en
términos claros y sencillos, sin introducir voces
técnicas ó facultativas, mas propias de la escuela,
que de un papel destinado á la inteligencia é
instruccion de toda clase de personas. Artículo 5.°
Procurarán pues todos los autores que sus obras no
sean largas ni cansadas, pues deben arreglarse á la
proporcion que les permite el volumen de nuestro
periódico; advirtiéndoles (por si acaso lo ignoran,
que no es creible) que una larga disertacion sobre
una misma materia, por interesan-te que pueda ser,
es siempre fastidiosa, y aun insufrible en una clase
de escritos como estos en que se busca variedad y
ligereza unidas al recreo y á la instruccion. Así
pues deberán hacer un estudio en reducir sus frases,
y explicar las materias en pocas palabras, pero
agradables y concisas. No se crea por esto que
pretendamos señalar á las obras que se nos remitan
una dimension geométrica, pero no podemos ménos de
declarar que quando una carta sola ocupa mas de dos
Números, la tendremos por delinqüente contra este
artículo, y aunque alguna vez podamos y debamos
dispensarle este defecto en virtud de su utilidad é
ínteres, no dexamos de conocer que puede muy bien su
autor dividirla como mejor le parezca, no solo para
su mas cómoda insercion, sino tambien para que no
quede truncada y sin sentido alguna de sus frases en
el corte que es preciso darla á causa del tamaño de
nuestro papel. Artículo 6.° Declara
este Tribunal que no se admiten empeños ni resortes
para que se inserten cartas ni otros papeles en el
periódico que publica, pues bastará solo el mérito
de la obra para que nosotros lo hagamos sin
necesidad de ellos; en la precisa inteligencia que
si los hubiere, y fuesen tales que nos veamos
obligados á condescender, no se formará queja si
manifestamos al público las causas que nos precisan
á la publicacion de un escrito que no merece
presentársele por su inutilidad, mal estilo, ú otro
qualquier motivo de los expresados en esta circular.
Artículo 7.° Todos los corresponsales tendrán
entendido que el Catedrático de crítica, á cuyo
cargo está la redaccion de nuestro papel, está
autorizado por el Tribunal en debida forma para
corregir, enmendar, aumentar y disminuir lo que
tuviere por conveniente en los escritos que se
remitan, y cuyas materias le parezcan útiles para el
público, pero sin alterar en nada las principales
intenciones de sus autores, ántes bien procurará
corroborar y ampliar sus reflexîones cercenando todo
lo inútil, ó algunas expresiones inconsideradas que
comunmente se le escapan á una exaltada imaginacion,
lo que se previene para su inteligencia y gobierno,
excusando toda queja en este particular. Todo lo
qual encargamos que se cumpla y execute en todas y
cada una de sus partes, baxo la pena de que los
escritos que no fueren arreglados á estas
disposiciones serán remitidos y sepultados
perpetuamente y sin apelacion alguna en el archivo
de los inútiles, con apercibimiento á sus autores
que se les hará en la Junta general correspondiente
para que traten de enmendarse; y á efecto de que
ninguno alegue ignorancia en este particular
encargamos igualmente á qualquiera que esta leyere
la notifique, y dé de ella testimonio, y que á las
copias impresas de esta nuestra circular, firmadas
por nuestro Secretario, se les dé la misma fe y
crédito que á la original que exîste en su poder.
Dado en nuestro Tribunal Catoniano de Madrid á diez
dias del mes de Julio de 1804. Es copia que
certifico.
Carta segunda
De Fr. Juan
Anselmo de Velarde.
(Seman. de Agric. Indust. y Com. de Buenos-Ayres.
Núm.° 16.)
Año de 1803.
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Quando he descartado los
escritores extrangeros para entrar en el exámen de las
causas de nuestra decadencia en punto de economía, y quando
se observe que tambien me separo del sentir de muchos
españoles, no quisiera que se presumiese que postergando la
utilidad comun aspiraba á la gloria pasagera de autor
original. En la materia que tratamos importa al bien de la
patria que nos pongamos de acuerdo, y quanto diré ya está
insinuado por muchos de nuestros sabios. Solo me aparto de
la turba multa de copistas que han jurado en las opiniones
de allende los puertos. Un sencillo y brevísimo compendio de
nuestros históricos sucesos convencerá que estos políticos
no han apuntado siquiera una de las muchas causas que
indagamos, y que jamas se ha imputado á una nacion mas
injusta calumnia que la de atribuir á los españoles una
especie de inercia nativa. ¿Será justo acusar de
holgazanería á un labrador porque no cultiva sus tierras
habiéndole privado los instrumentos de su labranza? ¿Será
tolerable que tal acusacion le sea puesta por los mismos que
le han robado sus utensilios? ¿Y no será iniquo que se le
reprehenda de negligente porque no trata de reponerlos,
miéntras los mismos expoliadores se mantienen en gran número
armados á la puerta para impedírselo? Esto es puntualmente
lo que sucede á España. Aquella venturosa Península en otros
tiempos fué la que inspiró las poéticas ficciones del siglo
de oro y de los campos elíseos, pero este feliz estado no es
para regiones que tienen vecinos quanto mas opulentos tanto
mas ambiciosos. La sencillez de la vida rústica no pudo
precaverse contraed astuto cartaginés. España siguió la
suerte de la República dominadora, y fué como ella subyugada
por los guerreros de Italia. Envilecidos despues los romanos
por su misma opulencia, no pudiéron resistir á las robustas
cohortes de hunnos, godos, vándalos, alanos y suevos, que no
cabiendo en el árido septentrion se dexáron caer como lobos
hambrientos sobre el fértil mediodia. Los godos al fixar su
militar dominacion en la Península se apropiáron las dos
tercias partes de sus terrenos; de este modo los propietarios, transformados en colonos, tuviéron que
pagar gruesas mercedes, y los conquistadores hechos
ricos-homes, rentados á poca costa, se entregáron á la
magnificencia, y por último á todos los vicios del luxo. La
calidad electiva de la corona exercitaba la ambicion de los
poderosos magnates, que asesinándose sucesivamente se
subrogaban con rapidez. Las facciones dividian á España, y
la division la debilitaba: los ambiciosos Califas
aprovecharon esta debilidad; un enxambre de alarbes inundó
la Península, y solo quedaron exentas las montañas Boreales
para servir segunda vez de cuna á nuestra nacion. Como todo
este tropel de gentes se asentó en el país conquistado á par
de los naturales, la poblacion se elevó á una enorme masa.
Así los exércitos eran numerosos.
Pero ¿qué nuevo manantial de recursos se abre
de improviso, y viene á difundir por la Península un
extremado realce, un inmenso poder? Aparécese un Genio
extraordinario que intenta, cortando desconocidos mares,
seguir la carrera del sol. Que tenga ó no el inmortal Colon
una vaga noticia de la exîstencia de las tierras
occidentales, nada de esto disminuye un ápice de su gloria
inmarcesible; ésta no se funda en haber descubierto un nuevo
mundo, sino en haberle buscado. ¿Qué piloto en aquella sazon
se atrevia todavía á perder las costas de vista?
El
nombre solo de esta heroína basta para legitimar la
adquisicion. No cabia en la sanidad de su corazon, ni en la
pureza de sus ideas una usurpacion injusta, por importante
que fuese. Pero las riquezas descubiertas no tenian dueño:
los salvages no deben llamarse propietarios de los países en
que viven como de paso. El oro no siendo por sí solo cosa de
comer ni vestir, era mirado por los indios como las piedras
matizadas que se hallan en las playas, miéntras en Europa
era el alma del poder por haberse convenido en hacerle signo
de todas las cosas permutables. En semejantes
circunstancias ¿qué deberia hacer la nacion mas escrupulosa
y derechurera? ¿Abandonar el hallazgo para que
aprovechándole otro ambicioso le convirtiese despues en
castigo de su necedad? Nunca podrá llamarse justo lo que se
acredite necio. Quien pretenda decidir de la justicia de las
operaciones de las altas potestades á quienes las naciones
han confiado su seguridad por las reglas del derecho privado
de los ciudadanos, tiene pocas ideas de la ciencia del
Gobierno. La prosperidad de una nacion está vinculada en la
prevision con que sus representantes supremos precaven muy
de antemano sus futuros peligros; la justicia privada repara
solo los pasados daños. Ignorando la justísima reyna el
éxîto de la empresa, mal podria haberse regido por miras de
un odioso logro; pero descubierto el peligroso tesoro no
pudo permitir que se convirtiese en su perjuicio. Á los
naturales, se propusiéron mil partidos que desechó su
imbecilidad. En fin, al valor, á la política, al número de gentes,
á la actividad se agregó la riqueza, brindándose á la
industria, al comercio, á la agricultura española un sin fin
de consumidores.
Pero las interesadas potencias
afanándose por tomar parte en las riquezas del
descubrimiento sin participar del trabajo, cubriéron su
codicia con el velo del recelo de la soñada monarquía
universal, Inglaterra y Francia, aunque no podian oponer
entonces ni ciencia á ciencia, ni valor á valor, estaban con
todo en mejor aptitud de pillar lo que no tenian derecho de
pretender. Ingleses y franceses fuéron los filibustiers
(llamados así quizá por los filibotes en que navegaban)
bravos y arrestados piratas que escondidos en las islas
inmediatas á la española esperaban nuestros barcos á la ida
para saquearlos; otros hacian el corso á la vuelta sobre las
islas Terceras, y fué preciso hacer el comercio armado. No
bastó esta precaucion navegando en barcos sueltos, fué
necesario hacerlo en combo y baxo rigorosas leyes. (Se
concluirá.)
Exemplum
Alfonso X se presentó en Sevilla con diez mil
de á caballo, y tres doble peones, segun su expresion.
El XI en la del Salado atacó á Albohacen con catorce mil
caballeros, y veinte y cinco mil infantes. No era
inferior el poderío de los reyes de Portugal, Navarra y
Aragon. Los reyes moros por su parte llegáron á alistar,
además de una innumerable infantería, setenta mil
caballos, de manera que la Península mantenia sobre las
armas seiscientos mil hombres á un mismo tiempo. En el
de Don Fernando el Católico se regulaba por la menor
cuenta en veinte millones de personas la poblacion de
España de los Pirineos adentro. El alimento y vestuario
de este hormiguero de gentes fomentaba poderosamente la
agricultura española, bien cimentada por las leyes
agrarias de los Romanos. La gala de los militares, la
brillantez de la enamorada caballería, el fausto de los
próceres sublimáron la industria, que no mereció poco á
los conocimientos que entonces eran privativos de los
árabes. Debemos agradecerles la conservacion de la
medicina, la química, el cálculo, la astronomía, la
mecánica, con otras ciencias y artes. La Alhambra de
Granada es un magnífico monumento del grado de su
industria y riqueza. Así no es de admirar que al
exército combinado en las Navas de Tolosa siguiesen
sesenta mil entre carros y acémilas, ni que los navarros
quando llegáron no hallasen ya campo en que alojarse,
por lo que le tomáron en el puesto enemigo. Este era el
floreciente estado de la nacion mas activa del orbe. Una
guerra de ocho siglos habia hecho de cada soldado un
experimentado General, de cada cortesano un consumado
político. Parecia que no podia ya en los fines del siglo
XV ascender á mas el esplendor nacional.
Exemplum
Tenga enhorabuena Vasco de Gama
la fortuna que Alexandro envidió de llevar á bordo de
sus naos el genio de Camoens; su expedicion sigue la
costa miéntras la de Colon sin derrotero, sin noticia de
los baxíos, de los escollos, de las corrientes, de los
uracanes, se arroja al mar alto, despidiéndose acaso
para siempre de las orillas del patrio suelo.
Exemplum
Colon, mas digno de la
apotheosis que Jason y Teseo, no cuenta para la
espantosa hazaña con mas recursos que sus meditaciones
científicas, sus conocimientos experimentales, su
ardiente bizarría y su consumada prudencia. Faltábale
solo al excelente varon un brazo poderoso que le
auxîliase con las prendas exteriores de riqueza y
autoridad. En vano recorre en su busca la Europa
navegante; su empresa por superior á la ciencia y valor
de aquella edad es mirada como un frenesí. ¡Miserable
recurso del amor propio, graduar de extravagancia todo
lo que está fuera de sus alcances! Colon al fin se
convence de que solo en Castilla puede hallar quien le
entienda, quien le fomente, y quien le siga. En efecto,
Doña Isabel, de dulce recordacion, entrega á Colon
quanto dinero tiene: no basta éste, empeña sus preséas
por mano de su tesorero Santangel en once mil ducados,
otorgando para ello la escritura que se conserva
(españoles guardadla eternamente) en los públicos
archivos de Moguér. Doña Isabel y Colon apropian á
Castilla las tierras que producen el oro.
Exemplum
Cortés habiendo
cercado á México con doscientos mil hombres, despues de
haber forzado los estrechos pasos de las calzadas, y
penetrado hasta el Tlaltelulco, sin embargo de que la
porfiada defensa, la falta del agua cortada desde el
principio, y sobre todo la peste y mortandad que
ocasionó en los sitiados la desconocida enfermedad de
las viruelas, le aseguraban la victoria, con todo eso
hace proposiciones de paz al Emperador, y le ofrece la
continuacion del mando y la soberanía, exîgiendo solo un
reconocimiento de dependencia. Esto era conciliar la
justicia con la política, pero los valerosos mexicanos
aun se prometian cercar á los mismos sitiadores, y quien
sabe lo que hubiera sido si un accidente afortunado de
los que deciden la suerte de las batallas no hubiera
puesto en manos de Cortés á Guatimocin. El Senado de
Tlascala mas advertido esperó un momento en que tener á
Cortés dependiente para rendirse á buenas condiciones de
que hasta el dia goza por monumento de nuestra rectitud.
Exemplum
Atónita la
Europa advirtió la elevacion de aquel coloso gigantesco
del español poder con un espanto semejante al que pinta
Virgilio en el sacerdote Lacconte, quando vió salir de
entre las ondas el dragon sivilamo.
Exemplum
El potinco Puffendorf
reproduce el concepto de los Gabinetes extranjeros.
Pretende que Fernando V dexó echados los cimientos de la
monarquía universal á que aspiráron sus
nietos, pero esta es una calumnia como las demas de la
fábrica de Aviñon. Nada mas justo que la reconquista de
España, y reunion de la corona que habia partido en
pedazos la irrupcion berberisca;
Exemplum
el descubrimiento de los
minerales de Indias fué accidental;
Exemplum
el nieto de Doña Isabel,
Carlos V, acumuló muchos dominios fuera de España como
heredero de Doña María de Borgoña: Felipe II agregó el
Portugal por muerte del cardenal D. Enrique, como nieto
del rey D. Manuel.
Exemplum
No puede negarse que
consolidada la Península, circuida por los mares,
cubierta por el Rosellon y los Pirineos, sostenida su
influencia en el Norte por los dominios de Flandes y
Borgoña, y por los de Italia en el Mediodia, extendidas
sus colonias de Oriente á Poniente, y hecha dueño de un
inmenso tesoro, se presentaba España con un semblante
amenazador, pero habiendo subido á esta cumbre por
legítimos títulos no puede ser notada de ambiciosa.
España por esta causa no tenia formado un plan de
dominacion, que si hubiera llegado á tanta alteza por un
encadenamiento de ambiciosas máxîmas, rectificadas por
larga experiencia como Roma, vanas hubieran sido á la
Europa sus precauciones; nuevos amos la estaban
preparados.